Partida Rol por web

El viejo Nicasius tenía muchas preocupaciones, pero no las hacía caso. Su dejadez había arruinado su castillo, tenía las fronteras descuidadas, los malhechores acampaban en el bosque y las bestias pululaban por el pantano.
Su afición por la botella le ocupaba todo el tiempo y dejaba pasar los meses sin salir de su salón, rodeado de mujeres y bufones.
Pero está vez estaba preocupado, el rey Uriens reclamaba su tributo cada febrero y el recaudador de impuestos que había enviado a Portus Rockus no regresaba.

Temía la ira de Uriens, al que no le caía bien, de modo que hizo llamar a Nudd, el escriba que pintaba garabatos en pergaminos y al viquingo que había contratado como instructor de su milicia a su presencia. Los juglares callaron y hablo de este modo.

Tu!!! (Señalando al viquingo) coge diez hombres y ve a Portus Rockus para traerme al recaudador a rastras si hace falta... No, mejor aún lo matas y vuelves con el dinero. Llévate al pintamonas (señalando a Nudd) que haga cuentas...(da un trago) y a ese bardo que desafina para que le de el aire. (Señalando a Tana).

Y tú les guiaras (señalando al Nodens, el cazador que le surte de carne y le trae noticias de vez en cuando).

Nudd acababa de conseguir el puesto de escriba, no le pagaban mucho pero era un trabajo seguro dentro de la fortaleza... al menos hasta ese momento.

-"Su ilustrisima... em..."

Por un instante tubo la intención de debatirle al conde su decisión arbitraria de mandarlo a Portus Rockus pero recordó los rumores de lo que le había pasado al ultimo escriba que le faltó al respeto y prefirió guardarse su opinion para sí mismo. De todas formas le escoltarían una docena de hombres... ¿Que podía salir mal?

-"...será un honor serviros en este empeño."

Tras un tiempo sirviendo la carne que yo mismo cazaba, había oído y visto los arranques del conde. Sin duda era lamentable como se arrastraba por el fango y cómo había desperdiciado toda su fortuna y buena posición, pero solo con darse una vuelta por su salón, rápidamente comprenderías el por qué.

Pasándome la mano por la barba, me acaricio la barbilla mientras miro al vikingo y al escriba Como ordenéis, pero será la tarifa normal comento encogiéndome de hombros un tanto indiferente. Lo cierto es que poco importaba si rastrear y cazar alguna buena pieza, o llevar hasta Portus Rockus a ese escriba y a ese salvaje norteño.

Por último, intento buscar con la mirada al bardo ese del que ha hecho referencia, a la que ha llamado Tana. Una vez localizada con la mirada, me acerco dando unos pasos saldremos mañana al amanecer.

Contesto al que parece ser nuestro guía en el viaje: Ehhh... ¿vale? miro alrededor, y todos parecen tan extrañados como yo. Acabo de llegar, el jefe de la taberna donde trabajo me ha enviado aquí porque al juglar del Conde le cortaron la cabeza hace dos días, y por lo que parece ser les cuesta encontrar sustituto. Se supone que debía estar aquí para tocar mi laúd y contar historias en las cenas, no para andar de camino a sitios peligrosos con gente armada.

Me acerco al "pintamonas": Bienhallado, soy Tana ¿Qué se supone que tenemos que hacer en Portus Rockus? ¿Para qué me necesitan a mí? [si veo que Nicasius puede oírme lo diré susurrando].

La artista que también había sido enredada de forma farragosa por el Conde se acercó para que le aclarara unas dudas.

-"Al parecer el Conde nos apremia para hacernos con el dinero de la recaudación dado que el recaudador no parece dar señales de vida, no me extrañaría que hubiera cogido el oro y se halla marchado lejos..." para lo último bajó el volumen hasta convertirlo en poco más que un susurro, "...por cierto, mi nombre es Nudd, hubiera preferido conoceros en otras circunstancias mademoiselle Tana."

Aproveché que me encontraba cerca del vikingo para aclarar ciertas dudas referentes a la seguridad.

-"Disculpe señor vikingo, me quedaría más tranquilo sabiendo que va a ser una prioridad para usted y sus hombres el cuidar de que la señorita y yo no seamos heridos... eh... si fuera posible."

Thordstein se levantó al ver que el Conde le señalaba. Por fin iba a encontrar un poco de acción, tras meses teniendo que soportar sus lloriqueos de borracho porque algún pobre desgraciado le había robado algunas de sus ovejas o por no encontrar su copa, que habitualmente estaba tirada en algún rincón tras su último ataque de ira.

-Irrr, matarr y volverr con dinerro -dijo como para asegurarse que había entendido bien las órdenes de Conde. No parecía muy difícil, pero mejor asegurarse no fuera que por una confusión idiomática matara a quien no debía. -Llevarr niños conmigo y mujerr guapa- acabó su discurso echándole a ésta una mirada lasciva.

Tras ello Thordstein se retiró para preparar a los soldados del Conde para el viaje. Mientras salía escuchó la peculiar petición de su nuevo compañero Nudd y le dijo -Trranquilo pequeño hauknefr*, mi Breiðøx se encargarrá de que vosotros segurros - mientras le mostraba su enorme hacha de dos manos y riéndose de su ocurrencia.

Me pregunto qué diablos pintaré yo en una caza al ladrón con una plétora de palurdos... Encantada, Nudd. Parece ser que somos los únicos sensatos de esta expedición, aunque el cazador me ha dado cierta seguridad. Tenía tan pocas ganas como yo de ir a cazar ladrones.

Cuando el vikingo abandona la habitación, yo también recojo mis cosas. Hasta mañana, Nudd. Hago una leve reverencia a el Conde. Mi señor...

Me voy para la posada, a informar a mi jefe de que tendrá que prescindir de mí unos días, por supuesto con el sueldo pagado y por adelantado a expensas del conde.

Después de salir de la posada, Tana se va a casa, cena lo que puede de entre los restos (hoy ha tenido suerte, cocido de patata con especias y un lomo de trucha al limón, además de 3 o 4 manzanas de las amarillas muy ácidas, que le encantan) y se va a dormir pronto, después de preparar todo su equipaje de viaje y de poner agua y comida extra a Ramón, el mulo de la familia. Mañana le tocará caminar.

Por la mañana se levantará como siempre antes de que salga el sol, se lavará la cara con agua fría, y soltará a Ramón para que se desentumezcan sus extremidades y esté listo. Media hora antes de que salga el sol saldrá con todo el equipo en las alforjas y ella a pie al lado de Ramón (no le gusta subirse encima de él a no ser que sea necesario) y se dirigirá al edificio de la guarnición del Conde, de donde supone que saldrá la comitiva.

La misión, o mejor dicho, el trabajo encargado, no deberiamde lllevqr mucho tiempo, pero al menos parecía que esa Tana y ese Nud eran gente sencilla. El vikingo no lo tenía tan claro. Tenían fama de matar y asaltar por deporte, y eso no me gustaba, ni siquiera cuando se hacía con los animales. No, no le gustaba.

Sea como fuere, había que hacerlo, y en caso de problemas seguro que agradecería esos fuertes brazos de su lado. 

De vuelta a mi habitación, prepare mi mochila con algunas raciones, la manta, un rollo de cuerda, unas antorchas y todo aquellos que solía llevar cuando iba a estar de marcha varios dias. Una vez listo, deje el arco junto a la cama y ,e eche a dormir. Había que aprovechar una buena cama cuando se ponía a tiro.

Ya, al día siguiente, antes de que sonara el gallo, ya me había levantado, lavado, y desayunado. Con las primeras luces del alba, esperaba sentado en las escalinatas de la mansión del conde, con una gruesa capa echada por encima para protegerme del viento matutino.

Al amanecer se pusieron en camino. Era una mañana fría y brumosa. La comitiva iba a caballo y si todo iba bien al anochecer estarían en su destino.

A mediodía llegaron al puente sobre el cañón del río fargus. Era un torrente pedregoso lleno de rugientes rápidos que bajaba de las montañas veinte metros más abajo. El puente era de piedra construido por los romanos, y sobre el había un caballero a lomos de su caballo, enfundado en brillante armadura, escudo al brazo y erguida lanza haciendo guardia. Lo vieron de lejos y se les acerco corriendo su Escudero, un joven de unos quince años y dijo asi.:

El honorable Sir Gawain mi señor mantiene este puente, les ruego den vuelta y vayan por otro camino, pues ha derribado a todos los que quisieron cruzar.

¿Nuestro querido conde no ha caído en avisar a esta mula de que pasaríamos? No me sorprende, pero no me gustaría estar en la piel de nuestro fornido guía.

Miro a Nodens con una sonrisa de oreja a oreja. ¡Quizás hoy sea el día en el que escriba una valiente gesta de Nodens el arquero certero! O quizás una triste elegía...

Al oír a Tana, abro mucho los ojos echando la cabeza un poco hacia atrás ¿yoooo? Peroooooo ¿quieres que ataque a un caballero enlatado, montado, con un arco? Que podría, con suerte, acabar con el, pero esas armaduras se hicieron para aguantar golpes penetrantes. Solo serviría una flecha en los ojos.

Mientras habló, miró directamente al caballero, como evaluándole lo que no entiendo es que coño hace ese tío ahí, tocando los cojones a unos pobres caminantes que van al pueblo. ¿Acaso no pagamos nuestros impuestos? ¿Y acaso estos no incluyen el uso de las carreteras y accesos? Entonces ¿ese caballero que hace ahí? 

Mira a Nudd de reojo, y comento en voz baja, mientras tuerzo la boca en un gesto cómico: yo me refería a dialogar y a hacer uso de la diplomacia, pero él sabrá...

Se me escapa una sonrisa tras el comentario de Tana y me acerco al escudero.

-"Por favor, trasmitid a vuestro señor que estamos en una noble misión ordenada por el Conde Nicasius. Un importante miembro de su séquito ha desaparecido en extrañas circunstancias y no es prioritario cruzar por este puente, confiamos en el buen juicio de vuestro señor y que dejarnos pasar no le causará perjuicio alguno."

Esperaba que su súplica causará algun efecto en sir Gawain.

Thordstein se giró hacia Nodens. - Toda forrtaleza tiene punto débil - sentenció. Caballerro mucha prrotección, caballo poca. Podrríamos convertirr al caballo en un... Como lo decir aquí? Ah sí, un errizo, con nuestrras flechas*. De todas forrmas, prrimero hablar y luego pelearr si no funciona.