Me planteaba la duda de si Arquiro debia saber mis acciones, por eso lo desmarque. Supuse que al resolver el turno le comentarias tu el grito proveniente del patio, siendo asi, desmarcalo tu cuando lo veas oportuno ^^. Sorry
Al oir el nombre de Andrómeda de la boca del vociferante sacerdote, Arquiro logra sobreponerse a su curiosidad. Mira a Andrómeda, dubitativo.
-¿Qué crees que debemos hacer? ¡¡Tampoco deseo morir acorralado en mi habitación, como una rata inofensiva!!
La bella mujer parece dudar.
-Yo... -comienza- ¿qué ha sido eso? -dice volviendo su cabeza hacia el tejado sobre la habitación.
Tirada oculta
Tirada: 6d10
Motivo: Descubrir a Senmut
Dificultad: 5+
Resultados: 5, 3, 1, 9, 5, 3
Exitos: 3
Arquiro oye también el ruido y empuja a Andrómeda fuera de la habitación
-¡Ve con Joseth! ¡Los guardias le protegerán con su vida!
Luego trata de encontrar alguna manera de subir hasta el tejado de su habitación. Sabe que no tiene ninguna posibilidad de enfrentarse al intruso en combate, pero puede más su curiosidad por verlo que su prudencia.
La mujer pone cara de "tiene razón" y sus movimientos, una vez decidida a hacerlos, son de una velocidad sobrecogedora. Se situa tras Joseth en un mero parpadeo, poniendo sus frías pero suaves manos sobre el hombro del sumo-sacerdote indicándole su presencia y tranquilizándolo y reclamándole protrección a un tiempo. Su presencia allí despierta sin duda instintos largamente dormidos en el sacerdote de Set.
Mientras tanto Arquiro se lanza hacia la escalera de mano de madera del lado de los talleres sobre la habitación en la que estaban resguardados y comienza a subirla rápidamente, haciendo temblar toda su estructura. En su cara se lee la tensión, pero también la curiosidad.
Abrió los ojos con velocidad, sobresaltado, volviendo a la realidad que evitaba con sus oraciones. Al girar su cuello para enfocar la fuente de tal gesto, lo que sus ojos encontraron acentuaron más su sorprendida expresión. ¡Andrómeda! ¿Qué ha pasado?¿Por qué estás aquí? Nervioso y temeroso de su presencia en esta sala, se encamina hacia la puerta, arrastrando de forma cortés a la dama por la cinutra. Así se situaron ambos frente al umbral, sin llegar a cruzarla, esperando que la repsuesta decidiera si era adecuado o no hacerlo.
Arquiro sube la escalera con nerviosismo. Nota cómo sus piernas transmiten el temblor a la fragil estrucutura de madera que lo sustenta, por lo que es un alivio cuando finalmente puede encaramarse a lo alto del tejado...
-Protégeme, por lo que más quieras, protégeme. No deseo la muerte definitiva -dice sollozando. Es la viva imagen de una damisela en apuros, conmovedora y capaz de despertar la compasión en el más desalmado ser.
Aunque no presenta resistencia real, sí que ejerce la suficiente fuerza como para dejar claro que no desea volver al "peligroso patio".
Asciendes al tejado de los talleres por el lado al que Andrómeda había mirado. Encima del tejado hay dos guardias, dos guardias callados y quietos que apenas te miran, sino que parecen tener la vista fijada en el "horizonte". El "horizonte" es un lugar donde minutos antes se estaba realizando una búsqueda por la ciudad ordenada por vosotros, bueno, técnicamente por el sumo-sacerdote.
El techo, plano y de grueso adobe, no tiene nada digno de mención. Las luces de las dos antorchas del patio arrojan gran cantidad de sombras a esta zona. No parece haber nada ni nadie extraño.
En su mente se elaboraban ya imágenes sobre las consecuencias de sus actos, valorar qué se gana o se pierde, sin duda alguna debía encontrar la forma de controlar la situación... el peligro había llegado, y sin duda se hacia fuerte en el movimiento de sus brazos, temblorosos, nerviosos, o al menos eso era lo que creia sentir en su interior. No te preocupes, tranquila, todo irá bien, su voz consoladora acompañó al brazo que liberaba a la hermosa mujer de su cintura, no sé si seré capaz de enfrentarme a esa criatura, necesito de tu ayuda, necesito de su ayuda, señaló con la palma de su mano la gran estatua que se ergía imponente en la sala, rézale a Seth, si de verdad quieres que salgamos de esta... ¿Dónde está Arquiro? Se situaba aún en el umbral de la puerta, aferrando todo su valor, para intentar salvar al insensato fiel Arquiro.
Arquiro ignora a los guardias y se dedica a examinar con cuidado la zona, poniendo en ello toda la atención de sus sentidos agudizados: sobre todo se centra en la zona del tejado de la que procedió el ruido, y en buscar algún olor que denote el paso por allí de alguna criatura extraña.
El joven y atrevido cretense acaba de trepar por la escalera de madera dispuesta en uno de los lados del patio, en el que Andrómeda parecía haber escuchado o visto algo, y parece estar inspeccionando la zona. Los guardias continúan más bien inmóviles.
La zona de los tejados parece no tener ninguna presencia extraña. Sólo están los dos guardias (un tanto abstraídos mirando todavía hacia la zona de la que supones habían venido los últimos gritos). Aquí se nota bastante más el frío viento de la noche, pero no se huele nada extraño tampoco. No parece haber nada. ¿Se habrá equivocado Andrómeda? Está muy alterada...
-Mmmm...
Arquiro se retira del centro del tejado con la respiración un poco menos acelerada. Si el intruso aún no se ha mostrado abiertamente -piensa-, quizás sea porque sólo espera crear una distracción... ¿pero para qué?
Sumido en estas reflexiones, desciende por la escalera con la intención de reunirse con Andrómeda y Joseth.
Maldita sea, en que estará pensando... Joseth se dirigió aprisa tras la pista de Arquiro, se preguntó qué poder conocido era capaz de inmovilizar así a los guardias. Curiosa ironía pues su sangre misma conocía la forma de hacerlo... eso significaba que ya era demasiado tarde, debía de averiguar que estaba pasando. Su sangre recorrió su cuerpo turbulenta buscando la forma de enfrentarse a lo desconocido.
Ofuscación 00 Presencia Invisible
Arquiro desciende, infructuosa su búsqueda, al patio, para reunirse con una Andrómeda solitaria que asoma, mirando hacia el patio, por un costado del marco de la puerta de la sala de la estatua de Set. El sumo-sacerdote parece haber desaparecido misteriosamente, pero curiosamente parece que sólo Andrómeda y Arquiro podrían haberse dado cuenta en este momento. Nadie más queda en el patio interior del templo.
Al ver como Arquiro desciende las escaleras, medita cual sería el siguiente paso, si se mostrara desvelaria cierto potencial en su sangre, descartó esa opción. Por lo que decidió volver con cuidado hacia la sala de Set, siguiendo con sus ojos los pasos del joven vástago.
Arquiro mira a Andrómeda con extrañeza.
-Ahí arriba no hay nada: ¿seguro que oíste un ruído en el tejado? ¿Y adónde ha ido Joseth?
-Yo... No, no sé de qué estar segura ya... Él está ahí -finalmente susurra en vuestra lengua cretense. Con sus ojos ha señalado un lugar en el que sólo están las sombras proyectadas por la tenue iluminación del lugar.