Partida Rol por web

Se apresuró a recoger sus cosas tras una noche, no muy cómoda, pero reparadora. Se desperezó y presta con la agilidad que la caracterizaba se predispuso a seguir a la comitiva. Los comentarios durante el veloz y efímero desayuno la animaron a la vez que su estómago seguía rugiendo por el escaso alimento—. Bien, si todo marcha como han comentado nuestros guías trolls, estaremos cerca del pueblo en menos de un día. Eso no pueden ser más que buenas noticias. —Su pensamiento era positivo, y aunque su cautela no la abandonaba tenía confianza en que al menos por esta vez evitarían los problemas. 

Se notaba la falta de sueño y el cuerpo pedía descanso, es más lo gritaba ... pues no había terminado mi guardia y visto como el compañero toma el turno, cuando del propio cansancio apenas había tardado nada en dormirme. Un amanecer fresco se filtra entre las capas de acero, haciendo que el despertar sea una ligera punzada de dolor. Recoger el campamento y volver al camino, no nos quedaba otra, el destino estaba al alcance de la mano. - Me sigue pareciendo demasiado fácil. Murmullo, mientras preparo mi equipo antes de seguir al resto. 

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   El resto del día transcurre sin incidentes. Tranquilo, demasiado tranquilo. Al atardecer, cuando el sol desaparece del horizonte, divisáis la población de Jotenheim a lo lejos. Hay un silencio casi sobrenatural en el ambiente, no se oyen ni los pájaros ni ningún otro animal. Sólo los ruidos de puertas y contraventanas de los habitantes retirándose a sus casas.

   Pronto, la oscuridad inundará las calles, sólo iluminadas por las luces que se filtren de las rendijas de algunas ventanas. Y todos los edificios estarán cerrados, salvo alguna ventana. Jotenheim no es un pueblo grande amurallado, así que nadie os va a dar el alto cuando entréis en la población, ni a vosotros... ni a nadie.

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Al fin habían logrado su objetivo: traer la estatua a Jotenheim. Solo quedaba entregársela a su patrón y cobrar la merecida recompensa. Kuzlass no podía evitar mover las orejas con entusiasmo por la cercanía del cumplimiento del contrato. ¡Una misión contra el Caos bien resuelta! ¡Qué orgullosas estarían las madres oscuras cuando contara cómo lideró al grupo de aventureros en la misión sagrada! El troll negro se sentía tan generoso que estaba dispuesto incluso a proponer que se cambiara el nombre de Ur-El-Que-Se-Comió-Un-Escarabajo, como recompensa por su ayuda en esta peligrosa y gloriosa hazaña.

—Estamos a punto de terminar. Démonos prisa y entreguemos al pequeño dios a su nuevo dueño. 

   Una niebla espesa cae sobre la población, mientras dejáis atrás los últimos árboles y os aproximáis a las primeras casas. Un pesado silencio embota vuestros sentidos y la espesa niebla no os deja ver mucho más allá, incluso a los trolls.

Después de un par de días más de marcha, por fin llegamos a Jotenheim. Los habitantes del pequeño pueblo estaban preparándose para dormir y solo algunas luces asomaban por ventanas sin cerrar o mal cerradas. La noche abrigaba peligros y estos se estaban haciendo de notar ya, dado que los pelos de mi larga melenaza se estaban encrespando. ¡Tendría que ir al peluquero para cortarme las puntas cuando todo esto terminara! Una espesa niebla apareció de repente, cercándonos y tapando el pueblo con su frío manto. No veo mucho más allá de unos palmos, pero no importaba, ya que sabía que el mal que había estado todo el tiempo observándonos desde que encontráramos la estatua por fin había dado muestras de su poder. ¡Esta niebla no era natural!

-"Creo que esto no pinta nada bien. Corramos a la posada y parapetémonos allí. Si por casualidad está el contratista allí, démosle la estatua y recojamos la recompensa." Les dije a los demás mientras sacaba una flecha del carcaj y la ponía en el arco.

La muchacha se olía también que algo no iba bien con el poblado. Vio al elfo intentar acomodar las hojas de su cabellera que se esponjaban con la humedad del ambiente para luego tomar de su carcaj una flecha y posarla sobre su arco. 

—Estoy de acuerdo con tus palabras Aeril. —Dijo finalmente—. Deberíamos prepararnos para cualquier cosa —continuó al finalizar su comentario con una oración, quizás una plegaria, en un idioma desconocido para sus acompañantes. 

   El ritual de ceremonia va especial si lo usas para mejorar tus posibilidades, no hagas una tirada de ritual, sino que el porcentaje que tienes en ceremonia en tu caso 50, es el máximo que podrías mejorar.

   Si es un hechizo ritual usar ceremonia ahí seríahoras, pero no usas ceremonia para otro ritual, sino para un hechizo, visión mística, entonces tardarás asaltos.

   Según los asaltos que ceremonies tiraras unos dados de seis para mejorar tu visión mística.

 1 asalto ceremoniando, 1D6.
 2 asaltos ceremoniando, 2D6.
 3 asaltos ceremoniando, 3D6.
 5 asaltos ceremoniando, 4D6.
 8 asaltos ceremoniando, 5D6.
13 asaltos ceremoiando, 6D6.
21 asaltos ceremoniando, 7D6.
34 asaltos ceremoniando, 8D6.
55 asaltos ceremoniando, 9D6.
89 asaltos ceremoniando, 10D6.

... y sigue escalando. Cada asalto son 12 segundos. Con lo cual si te tiras 55 asaltos ceremoniando estás 11 minutos absorta en el ritual de ceremonia (que es básico y no te ocupa inteligencia, así que siempre lo sabes) y tras acabar tirarías 9D6 y lo que salga en esos dados (que no puede ser más de 50 en tu caso, el exceso se pierde) se suma a tu 20% de visión mística, o al hechizo que lances.

   Dicho esto, aún tienes activo visión mística, a intensidad-5 XD. Te repego la magia que te lanzaste. Estás en el día 8, 9 en breve.

Magia activa.

Resistencia a Espíritus. Intensidad-6, Duración-10, (Día 1, 1 semana) Finaliza: Día 7 (ya terminó).
Resistencia al Daño. Intensidad-7, Duración-9, (Día 1, 3 días) Finaliza: Día 3 (ya terminó).
Resistencia a Conjuros. Intensidad-7, Duración-9, (Día 1, 3 días) Finaliza: Día 3 (ya terminó).
Visión Mísitica. Intensidad-5, Duracción-11, (Día 1, 2 semanas) Finaliza: Día 14.
Aumentar Daño (hacha Sigurd). Intensidad-5, Duración-10, (Día 1, 1 semana) Finaliza: Día 7 (ya terminó).

   Ceremoniar es útil... si tienes muuuchooo tiempo. En combate es demasiado lento.

Siguió mencionando palabras casi difuminadas en la niebla mientras avanzaban lentamente detrás del grupo. Estás sonaban con un leve acento nasal que se apagaban al poco de ser escuchadas. De pronto, la sutíl voz cesó. Un campo místico rodeó a la muchacha, pero se volvió rápidamente inestable y como una burbuja estalló con un leve plop. 

—¿Por qué a la posada? —pregunta Kuzlass con suspicacia, mientras mira al elfo y luego a la hechicera.

—Estamos cerca de la casa donde nos contrataron —añade, mientras señala hacia el pueblo, aunque no se vea demasiado—. Vayamos allí y entreguemos la estatua de una vez, y cobremos nuestra recompensa.

- A los que nos suelen llamar, gente civilizada ... nos gustan las posadas. Me encojo de hombros. - Aunque es cierto que si está a poca distancia la casa de nuestro patrocinador, lo mejor sería apretar el paso y llegar con prontitud hasta su morada. Chasqueo la lengua en el interior del casco. - Pero una jarra de vino especiado, no estaría de mas en este frío clima.

—Pues las demás viviendas parecen cerradas. Creí oportuno que la posada fuese el único sitio en mantenerse abierto. —Se encogió de hombros—. Mejor llegamos hasta su casa, igual y así le hallamos más rápido. —Observó a su al rededor, hacia la espesa niebla—. Sigue sin gustarme nada esta niebla inoportuna.

Luego escuchó los comentarios de caballero— Más que civilizada diría juerguista o borracha, pero bueno... —Rió a pesar de su preocupación. 

El troll abrió y cerró sus fosas nasales un par de veces, soltando unos enojados resoplidos. No le había gustado esa referencia a que a las «personas civilizadas» les gustaban las posadas. 

¡Como si los trolls no fueran civilizados! ¿Qué sabían las débiles razas de la superficie sobre los uz? ¿Qué sobre las oscuras cavernas donde los artesanos trolls esculpían a mordiscos en las paredes, logrando que el sentido oscuro retumbara con melodiosos sonidos perceptibles solo para su pueblo? ¡Decir que no eran civilizados! ¡El Castillo de Plomo era ya antiguo cuando ningún humano vivía en el Paso del Dragón!

—Alguna noche os llevaré a una de las posadas de Alientotrueno Tripancha y podréis disfrutar de la comida y la bebida en una auténtica posada troll —dijo, con un tono peligroso—. Pero ahora insisto en que intentemos al menos entrar en la casa de nuestro contratista.

Por suerte para el grupo de aventureros, Kuzlass era un troll especialmente diplomático e indulgente con los insultos que solía recibir de las razas menores. Pensar que los débiles dioses de humanos y elfos se volverían locos si conocieran los secretos de la oscuridad de los dioses trolls siempre le hacía tranquilizarse. No eran más que razas menores que al menos ayudaban en ocasiones en la lucha contra el Caos. O, por lo menos, no estorbaban mucho.

Aún con los pelos encrespados y la mirada fija en derredor, asentí a lo propuesto por el gran troll.

-"Bien, vayamos a la casa del contratista y démosle la estatua. Cuanto antes nos dehagamos de ella, mejor. Esta niebla no es natural, no. Siento que nos observan desde más allá de ella, y el no ver nada me pone nervioso. Guíanos hasta la morada de ese tipo." Le contesté a Kuzlass.

Con el arco presto, avancé el último, cerrando el grupo, atento a cualquier movimiento furtivo que viera.

Se revistió con el cansancio, tal y como le habían enseñado desde pequeño, como si fuera un manto de la futura gloria que iba a conquistar para su gente. Bueno. Al menos, conociendo su vergüenza, intentó que pareciera que hacía todo eso que se suponía que tenía que hacer, je.

Se le erizaron los cabellos cuando notó que su jefe se ofendía. Tomó aire para relajarse. Era esa niebla, que a todos tenía fastidiados. La humedad taponaba los sensibles pelillos de sus narices y de sus orejas, y tener que estar sacudiendolas todo el rato estorbaba sus percepciones. Por no hablar de cómo deformaba los sonidos.

Situó al pequeño dios en su espalda y preparó escudo y espada.

—Humanos pequeñajos creer que ir a comerles si ir por ahí de noche, —se atrevió a decir. Pero ya estaba dispuesto a avanzar hacia la vivienda del tipo.

No parecía que la idea de descansar en una taberna, le hiciese mucha gracia al Troll negro, mismo daba ... en breves entregaríamos la estatua y terminaríamos la misión y por fin podríamos seguir cada uno por su camino. - Sigamos entonces. Miro una última vez a la taberna. - Echaré de menos el vino especiado.