Partida Rol por web

Pasais el dia cabalgando hacia le norte, Deah no parece verse afectada por el peso adicional de Voki, entre que es un pequeño humano y su armadura es ligera, no es mucho peso adiccional.

El tiempo tambien parece acompañaros en este día, sin apenas nubes a la vista, tras hacer una corta parada para comer algo de las provisiones seguis cabalgando hasta que cae la noche... Voki que conoce bien estos lugares sabe que no debeis estar a mas de 4 o 5 horas ya del pueblo de Missh. Si bien los dos, en especial Voki habeis tenido la impresion sobre todo las ultimas dos horas de que alguien os esta siguiendo. (podeis si quereis hacer tiradas de percepción o bien retroceder algo en el tiempo, yo he decidido continuar a ver que habiais parado de postear)

Rió tras oír aquellas últimas palabras de Voki. Precisamente durante todo aquel viaje ella se había dado un asco tremendo a si misma por ese preciso motivo.

-Debes tener una visión muy distorsionada del mundo, pues llevo más días de los que preferiría sin poder tocar un baño decente- terminó diciendo, divertida.
Aunque si se paraba a pensarlo después, quizás iba desencaminada, y la que tenía una visión más bien poco habitual era ella.
Suspiró y no añadió nada más a lo largo del viaje hasta el anochecer;

-¿Cuánto falta para llegar?- preguntó. Había decidido ignorar esa pequeña e insignificante sensación de que les seguían. Debían ser paranoias. Las mismas que le habían seguido los primeros días tras huir del castillo. Así que ya había aprendido a no fiarse de su instinto para con aquellas cosas.

Hasta la risa de Aeryn era dulce y armoniosa como el trino de un ruiseñor o el rumor de un arroyo. ¡Maldita mujer! Por suerte para Alegre su actitud arrogante de niña mimada le permitía concentrarse en sus defectos e intentar apartar de su mente sus hechizantes atributos.

Alegre se esforzó en componer una mueca de disgusto, aunque casi no se sentía disgustado, lo que comenzaba a preocuparle. El disgusto era su estado natural. No había nada que hacerle, las mujeres lo trastornaban a uno.

—Estamos a unas cuatro hora de marcha y lo de tu olor no fue un cumplido —replicó con sequedad—. Tengo la nariz de sabueso. Podría seguirte el rastro por leguas. No sé si hueles tan bien como para ir a una fiesta de tu castillo, pero hueles demasiado bien para este bosque.

Miró el camino en la dirección por la que había venido, con gesto escrutador.

—No me extraña que nos estén siguiendo.

Venteó el aire, como un animal de presa y aguzó la vista, intentando penetrar la oscuridad, con la escasa luz que proporcionaba la luna.

Al principio Alegre había creído que se trataba de un viajero que iba en su misma dirección, pero se había detenido a una distancia prudencial, cada vez que ellos habían hecho un alto en el camino. Era obvio que no quería ser visto. Alegre no estaba seguro de lo que pretendía el sujeto. No parecía un salteador. Esos iban en grupo y procuraban ganarle la delantera a su víctima. Aunque quizás éste se hubiese quedado detrás para cortarles el paso, en caso de que intentasen huir retrocediendo. Lo que fuera que pretendiese hacer, Alegre no estaba dispuesto a esperar para averiguarlo.

Decidió ignorar, de nuevo, las palabras de Voki sobre lo que anteriormente ella había pensado que se trataba de un cumplido, y suspiró.

Fuera como fuera, no era su culpa oler "demasiado bien" para un lugar como aquel, y si algo tenía claro era que no iba a ensuciarse a propósito con tal de pasar más desapercibida.

En cambio, sí reparó en las últimas palabras de Voki, dándose cuenta de que quizás la pequeña sensación que había estado teniendo desde haría un rato no iba tan equivocada, pero decidió dejarle el asunto a él; por algo era el explorador del grupo. Simplemente guardó silencio con tal de no estorbar, esperando a ver que pasaba mientras se llevaba disimuladamente la mano a la empuñadura de su espada envainada.

Durante la ultima hora, en la que has estado echando disimuladas miradas hacia atras, te ha parecido ver a tres figuras justo al limite de la visión cabalgando detras de vosotros. Lo que esta claro es que no son viajeros normales... es imposible que siempre esten detras de vosotros, viajando vosotros sobre el mismo caballo.

—No siguen tres jinetes, desde hace más o menos una hora —informó Alegre, como quien comenta que se ha puesto feo el clima—. Ya podrían habernos dado alcance hace rato. Quizá estén esperando a sorprendernos en la oscuridad, cuando nos detengamos a descansar, para no arriesgarse. Tendremos que hacer algo para adelantarlos.

Alegre detuvo a la yegua y se apeó, pasando una pierna por encima de la cabeza del animal, para no hacer bajar a Aeryn.

Retrocedió unos pasos y desató una bolsita que llevaba anudada al cinturón. Dándola vuelta, esparció su contenido sobre el camino y a los costados, entre los pastos, a derecha e izquierda. Hizo lo mismo con una segunda bolsita. A aquí y allá, a lo ancho del camino, quedaron esparcidas unas pequeñas estructuras de metal, con las puntas hacia arriba.

Después de dar una mirada satisfecha a su obra y de echar un vistazo a sus perseguidores, Alegre volvió a montar.

—Si no me falla el cálculo, para cuando lleguen a este punto, ya estará lo suficientemente oscuro para que no puedan ver los abrojos —dijo Alegre—. Y, si los ven, quizás tengamos suerte y sus caballos pisen sobre los qué dejé a los costados del camino.

Puso la yegua al trote largo.

—En cuanto se ponga oscuro, aprovecharán para atacar —declaró Alegre—. Cuando no puedan vernos, vamos a hacer un galope tendido hacia los bosques de la izquierda y nos meteremos en ellos. En este punto, la línea de árboles está a unas quinientas yardas de distancia del camino. Calculo que sólo necesitaremos poco más de un minuto para alcanzar los árboles. Cuando se den cuenta ya les llevaremos ventaja, sobre todo si los abrojos hacen su trabajo. Sólo si son magos podrán seguirnos el rastro dentro del bosque. —escupió con gesto de asco—. Espero que no lo sean.

El corcel de Aeryn se mueve a gran velocidad cuando le apremiais a que galope hacia los arboles, lo cierto que mucho mas rápido de lo esperado en un caballo de su tamaño y mas aun con dos jinetes encima.

El bosque en el que os internáis no es demasiado frondoso, compuesto principalmente por algún que otro, principalmente hayas de buen tamaño.

Algo después por los gritos y maldiciones que os llegan a lo lejos, parece que el plan de Voki ha tenido sus frutos

Observó cómo Voki bajaba de Deah para empezar a sacar unas pequeñas bolsas y esparcir por el suelo su contenido.
Forzó un poco su vista con tal de avistar aquellos pequeños objetos, para darse cuenta de la buena idea que había tenido su compañero.
Seguro que aquello funcionaba a la perfección.

Sonrió para sus adentros, diciéndose a si misma que no habría podido hacer mejor al asegurarse de conseguir un explorador para aquel trayecto.

Cuando volvieron a  retomar la marcha, a aquella increíble velocidad, empezó a temer por su montura. Había supuesto que aquella noche no les convendría pararse a descansar en ningún momento con tal de perder de vista por completo a sus perseguidores - rezaba para que no se trataran de los mismos tres idiotas de la taberna-. Lo que no sabía era si Deah podría soportar aquello, ni durante cuánto tiempo podría mantener esa marcha.

Suspiró, y fue entonces cuando les llegaron los gritos.

-Hay que ser cruel- pudo decir, entre risas. Y es que el daño se lo habrían llevado sus pobres caballos, que no tenían culpa de nada. Pero no les habría quedado otra.

Voki se encogió de hombros, sin dejar de mirar al frente, intentando penetrar la espesura con la mirada.

—Más crueles hubieran sido esos tíos con nosotros, de seguro.

Miró a Aeryn, por encima del hombro. Todavía sentía una sensación extraña de cosquilleo en el lugar donde descansaban las manos de la chica, pero ya se estaba acostumbrando a su contacto. Hacía mucho tiempo que no lo tocaba una mujer, se dijo, eso era todo. Era natural que se sintiera así. Era un hombre, después de todo. Volvió a forzarse a concentrarse en lo que estaba pasando a su alrededor y un pensamiento inquietante se coló en su mente.

—Necesito saber una cosas —dijo con tono perentorio— y necesito que me digas la verdad, jefa. ¿Alguien está detrás de ti?

Frunció el ceño, extrañada por aquella pregunta. Si supiera de quién podría tratarse, se hubiera ocupado de perderlos de vista antes de seguir con el viaje, o en su defecto se lo hubiera dicho a Voki en el mismo momento en que entró a su servicio.
Negó con la cabeza.

-No, que yo sepa- empezó diciendo, con un tono de voz tranquilo y despreocupado-. Aunque en la taberna puede que me ganara la enemistad de tres individuos con no muy buenas intenciones, y al ser tres los que nos siguen...
Pero quién sabe.

Alegre torció la boca y chasqueó la lengua, con escepticismo.

—No creo que sean los mismos. Los mercenarios de anoche ya se habían ido con su Compañía antes de que tú te despertaras. Además, muy desesperados tendrían que estar. Si quieren desfogarse no es difícil conseguir mujeres más accesibles que tú en esta región.

Permaneció callado, unos instantes y luego añadió, esbozando una leve sonrisa socarrona.

—De todas maneras no tienes de qué preocuparte. Tus hombres ya deben estar al caer.