Partida Rol por web

El movimiento de flequillo patentado de Dante me distrajo un segundo, pero su respuesta me trajo de nuevo a la realidad. Incliné la cabeza y fruncí el ceño tratando de ver a través de la fachada de Dante, estaba raro, eso no lo dudaba, pero ya había tenido bastante en todo el día para preocuparme también por sus rarezas.

Dejé de mirarle y cogí las redes de los limones dispuesta a marcharme del almacén para comenzar a trabajar.- En absoluto, estar de buen humor es fantástico, de hecho creo que es la primera vez que lo veo en ti. Me alegro de que tengas un buen día.- sin añadir nada más me dirigí a la puerta con los brazos cargados de limones, concentrada en tratar de equilibrarlos para que no se cayeran.

Tu respuesta hizo que Dante alzase una ceja con expresión tranquila. Sus ojos, aún clavados en los tuyos, dejaban claro que sí había algo que no te estaba contando, pero también que eso no iba a cambiar por el momento. No no llegó a decir nada más. Mientras te marchabas él volvía a su trabajo, sin ningún tipo de prisa.

Apenas un par de minutos después de que os separaseis volvéis a encontraros. Dimka está saliendo del almacén con un par de redes de limones mientras William termina de bajar las escaleras. Por lo demás el local está totalmente vacío y en silencio. Falta algo más de media hora para abrir, de modo que aún hay tiempo de terminar de prepararlo todo. Y con un poco de suerte, puede que hoy sea uno de esos días en que Marvin, el jefe de Dimka, decide no pasarse sin avisar siquiera.

Sus otros compañeros no tardan en llegar. Entran juntos, pero por su conversación parece que acabaran de encontrarse. Marcus, quien siempre rebosa alegría por los cuatro costados, vestido con un pantalón de cuero y una camisa de seda y Jules, una chica que a primera vista podría parecer una versión light y romántica de Dimka. Ambos os saludan con naturalidad y comienzan a hacer su trabajo. Ella se pone con los vasos y él se dirige al almacén.

Con su llegada el local parece un poco más alegre. Sigue siendo el mismo antro de siempre, pero al menos hay signos de vida al margen de vosotros.

- Chicos. - Dice Jules entonces, tras estar un par de minutos ensimismada en su mundo mientras se encargaba de los vasos. - El jueves es el cumpleaños de Marcus. ¿Os apetece que le hagamos algo? - Pregunta, incluyendo a William por cortesía.

Al salir del almacén veo a William bajando las escaleras mientras me dirijo a la barra y comienzo a cortar los limones, poco despúes aparecen Jules y Marcus y todos nos ponemos manos a la obra en silencio.

La propuesta de Jules me pilla por sorpresa, aunque debería acordarme del cumpleaños de Marcus, el día ha sido complicado, estoy tan cansada y distraída que tardo unos segundos en asimilar lo que me dice.

-Claro, es cierto, el cumpleaños de Marcus. No sé que decirte, Jules. Estaría bien salir por ahí, hace mucho que no lo hacemos, pero el jueves... es un poco pronto para decidirlo.- me callé porque me daba la impresión de que estaba balbuceando. La verdad es que en este preciso momento, la idea de ir a ningún sitio me dejaba fría, cuando hubiera dormido del tirón tal vez estuviera más animada, aun así no quería dar la impresión de que no me importaba.

-¿Tienes pensado organizar algo especial o solo tomar unas copas?- me propuse mostar algo más de entusiasmo e involucrarme un poco en el plan.- Podemos ir a cenar o hacer algo en casa.

Bajo las escaleras del bar y veo a Dim salir del almacén. Voy hacia la barra y me siento, todavía tengo las rodillas doloridas del golpe de antes. En cuanto me siento escucho voces que me resultan familiares y me giro para ver a Jules y Marcus bajar por las escaleras. Les saludo cuando se acercan y Jules empieza a hablar de una fiesta de cumpleaños cuando Marcus baja al almacén. La verdad es que no consigo concentrarme en nada, tengo demasiadas cosas en la cabeza ahora mismo como para prestar atención a nada. Creo que habla de una fiesta para Marcus, pero cuando intento centrarme en la conversación vuelvo a divagar y mi mente se pierde entre pensamientos y recuerdos revueltos. La idea de que me vuelva a pasar lo de antes me aterra y me acelera el pulso. Necesito una copa.

- Oye Dim, ¿me puedes poner un Ron cuando tengas un momento?. Se que igual no es lo más apropiado después de lo de antes, pero es lo que más me apetece ahora. Quizás me despeje un poco.

Terminé de cortar los limones y los coloqué en unos recipientes que repartí por la barra, mientras realizaba el trabajo, que se había convertido en algo mecánico, controlaba el aspecto de William. A pesar de que Jules le había incluido en el plan, no había dicho nada, parecía distraído como concentrado en sí mismo y fruncí el ceño preocupada por su estado ausente.

Continué trabajando a la vez que trataba de distraerme, si seguía vigilándole así la noche iba a ser muy, muy larga. Estaba dándole vueltas a lo mismo cuando la voz de Will interrumpió mis pensamientos. -Sí claro, ahora mismo te preparo uno.- me dirigí a mi lado de la barra y comencé a preparar la copa con el mejor ron que teníamos. - Aquí tienes.- le puse el vaso delante de él, me acerqué más para hablarle al oído, no quería que los demás me escucharan.- ¿Estás seguro de que estás bien?

Jules escucha las palabras de Dimka con una sonrisa. Antes de hablar niega con la cabeza, y cuando responde lo hace con un tono animado.

- Pues no lo he pensado demasiado. - Dice antes de quedarse callada un instante. - ¿Qué te parece si le pedimos todos el día libre a Sebastian y hacemos una cena? Sólo por ver la cara que se le pone cuando todos nos neguemos a trabajar a la vez merece la pena. - Propone, mientras termina con los vasos y se pone a preparar los hielos. Falta poco para abrir y, aunque probablemente al principio no venga mucha gente, es mejor tenerlo listo cuanto antes.

- Si quieres me encargo yo. - Se ofrece al escuchar las palabras de William. Sin embargo, en lugar de ponerse directamente a ello, se dirige a él para volver a hablar. - ¿Después de lo de antes? - Pregunta con una ligera extrañeza. A pesar de no tener demasiada confianza, ella siempre ha sido una buena chica. - ¿Estás bien?

Sigo sumido en mis pensamientos mientras veo a Dim ponerme la copa. De repente vuelvo a la realidad y observo a Jules mirándome extrañada mientras me pregunta que me ha pasado.

- Ah! Nada, no te preocupes. Creo que fue una pequeña migraña o algo parecido. Me vino un fuerte dolor de cabeza, pero ya se me ha pasado. Estoy bien.

No quiero entrar en detalles, si le cuento lo que me pasó de verdad me tomaría por loco. Miro a Dim de reojo, esperando su reacción y confiando en que me siga un poco el juego mientras le doy un sorbo a la copa.

Sonreí a Jules negando con la cabeza.- Sería realmente divertido ver como la cabeza de Marvin estalla de ira, pero dudo que podamos irnos todos a la vez, tendremos que pensar que hacer.

Antes de guardar la botella de ron, cogí un vaso pequeño y eché una buena cantidad que me bebí de un trago, después dejé el vaso en un hueco de la barra para usarlo más tarde, a mí también me hacía falta algo para poder con la noche.- Tranquila Jules, ya está lista.- intenté disimular pero era evidente que había escuchado lo que le dije a Will, me giré para buscar cruzar la mirada con él. Me surgía la duda de si querría que contaramos la verdad, pero si fuera yo no querría así que le apoyé en su versión. -Es normal que haya tenido jaqueca, poco descanso y un día horrible, deja echo polvo a cualquiera.- inteté bromear para que Jules dejara de hacer preguntas. -Pero ahora ya está bien, menos mal porque no me apetecía tener que darle una una paliza por no venir cuando me lo prometió.

- Qué me vas a contar. - Responde Jules con naturalidad, mientras termina de preparar los hielos. - No veas qué día llevo yo. Si no fuera por no aguantar a Sebastian hoy me habría quedado en la cama. - Explica con un suspiro, antes de apoyar las dos manos en la barra.

- Bueno, yo ya estoy. - Afirma con una sonrisa, antes de retomar el otro tema. - No sé, luego si quieres lo hablamos con los otros, pero me gustaría que fuera sorpresa. - Comenta. - Aunque sea algo pequeño, como montar una comida... Ya hace mucho que no hacemos nada. - Concluye. 

En ese momento tanto Marcus como Dante salen del almacén, cada uno con una caja de bebidas, y se disponen a llenar las cámaras. Por la hora que es, parece que ellos sí van con cierto retraso, aunque no es nada preocupante. Y mucho menos teniendo en cuenta que hoy el jefe aún no ha llegado.

Hunter baja entonces algunos de los peldaños de la escalera de entrada, agachándose para asomarse.

- Chicos, avisadme cuando estéis. - Pide. - Aquí ya tenemos a unos pipiolos.

- Ya somos dos, con gusto me habría quedado en casa.- coloqué el último cuenco que los limones y respiré hondo.- Bien, yo también he acabado, sólo falta que los chicos traigan las cajas y rellenen las cámaras.-

Me acerqué a la zona de la barra en la que estaban y bajé la voz lo máximo posible. -No hace falta que Marcus se entere, puedo intentar hablar con Dante durante la noche, estamos en la misma barra, y luego te digo.

En ese momento entraron Marcus y Dante, a la vez que Hunter bajaba para avisarnos de que ya había cola. -Gracias, Hunter. Nosotras ya estamos, solo falta que éste par de tardones recarguen las camaras, subiré a avisarte cuando estén acabando.- me apoyé en la barra con los brazos cruzados con una media sonrisa, dispuesta a esperar pacientemente.

Marcus y Dante no tardan más que unos minutos en rellenar las cámaras frigoríficas con bebidas. Lo cierto es que no es un trabajo para el que se requiera a dos personas, y seguramente con algún camarero menos el local podría tirar perfectamente, pero el jefe tiene tan poca idea que es fácil hacerle creer lo atareados que están todos siempre. Además, no es que le falten ganancias precisamente.

Una vez que está todo listo Hunter comienza a dejar pasar a la gente. Al principio el local no se llena, ni mucho menos, pero el espectáculo ya comienza. Tras los diez primeros minutos siempre hay un rato más relajado, y hoy eso no es diferente. Tras la barra todos han asumido sus roles: Jules y Marcus reciben a la gente con una sonrisa, hablando en voz alta entre la música, y Dante los recibe de una manera más fría, sirviéndoles como si estuviera haciéndoles un favor. Los golpes de luz son continuos e intensos, y el aspecto de todo el lugar ha cambiado por completo.

En cuanto la intensidad de las luces desciende durante unos instantes te sientes más relajado y tranquilo. La música está comenzando a sonar y no debe faltar demasiado para que James llegue al local.

Sin embargo, en cuanto comienzan los haces de luz blanca e intermitente empiezas a sentirte de una manera extraña. Es imposible no recordar el ataque que tuviste hace unas horas. Con un flash tras otro tus pupilas reaccionan, empequeñeciéndose, mientras tu visión vuelve a nublarse para dejar lugar únicamente a los destellos. Al menos esta vez no hay dolor. El sonido de la música sigue en tus oídos, incesante, aunque te cuesta distinguir unos acordes de otros. Parece como si simplemente toda tu visión se viera afectada por esos golpes de luz, incesantes e interminables.

Los clientes comenzaron a bajar las escaleras y me coloqué mi máscara de zorra implacable, estos eran los primeros que llegaban y serían los primeros en irse. Cuando hubiéramos cubierto la primera ronda estaríamos tranquilos un rato más. El espectáculo había comenzado, ya estaba acostumbrada a todo aquello, pero me estaba costando un gran trabajo aguantarlo.

Las luces me agobiaban, las sonrisas lascivas, las insinuaciones y los comentarios supuestamente ingeniosos, me superaban. Unas cuantas frases bien elegidas de mi lista personal reforzaban mi papel, dejar en evidencia su estupidez claramente les ponía, porque siempre volvían a por más. Cada uno de nosotros teníamos nuestro grupo de fieles que no se rendían ante la remota posibilidad de conseguir su objetivo, los míos eran los masoquistas.

Entre copa y copa no podía evitar mirar constantemente a William de reojo atenta a sus más mínimos movimientos, intentaba disimular para que no notara mi preocupación. Tras atender al primer grupo de clientes, me apoyé la espalda en las estanterías y alcé la pierna para posar la bota en una de las cámaras, postura patentada de la misma forma que el resto de mi papel.

Como cada noche de trabajo cliente tras cliente iba pasando por delante de ti. Algunos pedían más, otros menos, y había quien sólo trataba de que le invitaras. Con el tiempo aquello se había convertido en un habitual trajín que se repetía un día sí y otro también.

Cerca de ti tus compañeros seguían con su trabajo. Un par de veces Dante trajo algunas bebidas más para rellenar las cámaras cuando el inicial aluvión de gente hubo pasado, y Jules ahora se encontraba hablando con un par de chicos que iban a verla cada varias noches. Todos teníais vuestros habituales y ella solía darles más bola.

Al otro lado de la barra el tiempo parecía pasar lentamente para William. Desde el mismo instante en que las luces se habían puesto en marcha parecía encontrarse un poco peor, pero aún así permanecía decidido a esperar a su amigo, con el que había quedado en un rato. Sin embargo tras un rato pudiste ver cómo su mirada te buscaba con las pupilas completamente dilatadas. En su rostro podía verse el miedo claramente, y no te costó darte cuenta de lo que estaba sucediendo: un nuevo ataque.

La noche continuaba con los mismo babosos de cada noche, sin embargo en esta ocasión no me sentía con ánimo, me limitaba a poner copas y a ignorarles, algo que aun así no distaba mucho de mi comportamiento habitual. El estado de Will me preocupaba más cada minuto que pasaba, hasta que vi su mirada aterrada y supe que estaba volviendo a suceder, sin más comencé a acercarme a él.- Dante, ocúpate un rato, me tomo un descanso.

- Claro, encanto. - Responde Dante con voz grave y una media sonrisa, moviéndose unos pasos para cubrir también tu zona. Si ha percibido en ti que sea por algo importante no llega a hacer demostración de ello. En lugar de eso toma tu relevo, comportándose con su chulería habitual e irradiando por todos los poros de su piel.