Partida Rol por web

-Ya, un lugar seguro, ¿para quién? Le recuerdo que me lleva obligada y que va armado. Podríamos perfectamente hablar en un lugar público.- A pesar de mis dudas cogí las llaves y abrí la puerta. -¿A qué se refiere con que la foto ya no será como recuerdo? Le aseguro que sé muy bien cómo y cuándo se tomó la foto.- Al menos estábamos cerca de casa, si se ponía muy mal intentaría salir corriendo, si conseguía darle con mi enorme bolso le haría daño seguro.

-Ya le he dicho que todo el día ha sido raro, primero esa pesadilla horrible que tuvimos los dos y luego su extraña enfermedad, ¿qué coño está pasando y quién demonios es usted?

El portal en el que entráis parece a simple vista uno más de los muchos que pueblan el centro de la ciudad. El suelo está abrillantado, y al frente hay cuatro escaleras antes de una puerta de madera que no necesita llave. Más atrás se encuentra el ascensor. Durante todo el recorrido, pegadas a la pared de la derecha, hay algunas plantas repartidas en macetas altas independientes. Es complicado saber si son o no artificiales con un simple vistazo.

El hombre guía tus pasos hacia dentro con decisión, y te obliga a caminar hacia el ascensor.

- Al sexto. - Te informa, esperando que seas tú la que pulse el botón. Es bastante incómodo e inusual viajar mirando a la pared, pero no parece tener intención de que os coloquéis observando la puerta como es costumbre.

- Un lugar seguro para usted, para mí, y para él si le hubiésemos encontrado a tiempo. - Te dice. - En cuanto a la foto, lo más probable es que otra de las que guarde en su teléfono haya sobreescrito a esa. Es lo más común en estos casos. Si sólo tuviera fotos con él sería diferente, pero eso es lo de menos. El caso es que no lo verá ahí. - Explica con corrección.

- Dentro de unos minutos mi compañera y yo le explicaremos todo lo que necesite saber. Por favor, mantenga la calma hasta entonces. Pocas cosas gustarían menos que esto tomando un desafortunado desenlace.

Entramos en el portal y nos dirigimos hacia el ascensor, observé en todo buscando un posible camino para escapar, pero era un portal más. Cuando entramos en el ascensor y pulsé el botón, suspiré. Un montón de imágenes poblaron mi mente, había entrado en un sitio cerrado, probablemente no volvería a salir de allí. Will estaba perdido y yo estaba entrando en un lugar desconocido sin que nadie supiera donde estaba, lo peor era pensar que, si desaparecía, poca gente me echaría en falta. Por primera vez en años, deseé ser lo que mis padres habían querido, tal vez ahora no me encontraría en esta situación, además poco podía hacer con un hombre armado. Las palabras del hombre me sacaron de mis terribles pensamientos, mi móvil pesaba dentro del bolso como una losa, ardía en deseos de buscar esas fotos y comprobarlas por mí misma. El hombre era educado pero, según Perfil de un psicópata, un programa documental que me gustaba ver, esos eran los peores. Según entendí alguien más nos esperaba arriba y entonces, tal vez, recibiría respuestas. Las últimas palabras que dijo me daban a entender que, mientras estuviera tranquila, todo estaría bien. El problema era que, resultaba tremendamente difícil estar tranquila con un arma en la espalda y con todo lo que había ocurrido hasta entonces.

El trayecto de los seis pisos en ascensor es suave. La luz blanca y artificial ilumina el cubículo, dándote al fin una visión del rostro de tu acompañante a través del espejo del fondo. Se trata de un hombre de unos treinta y cinco años, con el pelo oscuro y una capucha bien ceñida. Si rostro es anguloso, fácil de recordar, y su expresión es de tensión. En el mismo instante en que vuestros ojos se cruzan puedes observar su mirada penetrante, mirándote sin ningún tipo de temor porque le estés viendo.

Finalmente el aparato se detiene suavemente, y el hombre espera a que se abran las puertas antes de hablar.

- Ha llegado hasta aquí coaccionada. - Expone, aflojando la presión que todo este tiempo ha hecho en tu espalda y mostrándote el objeto a través del espejo: una chocolatina. - Pero no le obligaré a saber la verdad. Si desea continuar, hágalo libre. - Afirma, antes de dar un paso hacia atrás y salir del ascensor. No te cuesta oír cómo saca unas llaves del bolsillo y se dirige hacia una de las puertas, dando por hecho que la elección de seguirle o no será tuya.

Al entrar en el ascensor sonreí ligeramente, aquel tipo no se había dado cuenta de que podía verle en el espejo del fondo. Unos segundos después mi sensación de alegría y triunfo se derrumbó con estrépito noté que, en realidad, no le importaba. Una vez más el corazón me dio un vuelco porque en las películas, si no les importaba que les vieras, era porque era porque no pensaban dejarte viva. Le sostuve la mirada tanto como mis nervios me lo permitieron, con ello intentaba que me recordara y se sintiera culpable.

El ascensor paró en el sexto, el corazón me latía desbocado… lo que no me esperaba fue lo que sucedió después. El hombre salió con tranquilidad del ascensor y pude ver su arma, en ese preciso instante el miedo y los nervios desaparecieron, dando paso a la incredulidad y la ira.

-Joder, ¿en serio me ha traído hasta aquí a punta… de chocolatina? ¿una puta chocolatina? – Estaba enfadada con él y conmigo misma, pero eso no iba a hacer que me quedara sin respuestas. Con mi tranquilidad recién recuperada, salí del ascensor y le seguí, fuera lo que fuera lo que estaba pasando ya estaba metida hasta el cuello. El detallito de la chocolatina, además de cabrearme, me demostraba que el tipo no era especialmente peligroso, así que pensé que no perdía nada por buscar las respuestas que necesitaba, sabía que no podría olvidar lo sucedido aunque lo intentara.

Cuando sales del ascensor el hombre ha insertado ya las llaves en la cerradura de una de las cuatro puertas del rellano, y tras un pequeño giro esta se abre sin hacer ningún ruido.

- Así es. - Afirma manteniendo la seriedad mientras se gira para mirarte. Y en el instante en que vuestros ojos vuelven a encontrarse - ahora sin espejo de por medio - no puedes reprimir un intenso escalofrío. - Y me disculpo por ello, pero era necesario. - Comenta sin que su tono flaquee. - La convicción y el miedo son dos armas muy potentes. - Dice como si eso fuera toda la explicación necesaria antes de pasar al interior de la vivienda.

Lo primero que llama la atención en el piso es que parece totalmente vacío. Sólo el papel de las paredes como decoración, y una ausencia total de mobiliario. La entrada está constituida por un pequeño recibidor, y tu acompañante entra con naturalidad por una de las dos puertas que hay en él, mientras la otra permanece cerrada. Inmediatamente después un pasillo avanza dando a varias habitaciones igualmente vacías, y al pasar por delante de la cocina puedes observar que al menos consta de frigorífico y lavaplatos. Un par de puertas después el hombre entra en uno de los cuartos, donde hay cuatro sofás individuales y tapizados de cuero enfrentados entre sí.

- Mi compañera no ha llegado todavía. - Te informa. - Si desea beber algo puede tomarlo de la cocina. - Te ofrece mientras toma asiento en el lugar que está más alejado de la puerta.

Me encogí de hombros con su explicación, no cabía duda de que tenía razón, no podía llevarle la contraria. Si no hubiera sido por la supuesta arma, le habría dejado ko a bolsazos. Aunque la historia de la chocolatina podía resultar divertida, aquel tipo no lo era en absoluto, su mirada era escalofriante pero sus palabras muy razonables. Si hubiera querido hacerme daño, ya lo habría hecho.

 Entré en el apartamento tras él, observé la decoración que era, cuando menos, minimalista, nada que ver con mi piso en el que estaba todo amontonado.

Acepté el ofrecimiento para sentarme y lo hice en el lugar más cercano a la puerta, si la cosa se ponía fea quería tener la opción de salir por pies. Aunque su arma hubiera sido un dulce, la realidad era que todo resultaba demasiado extraño y aquel hombre escalofriante, no podía permitirme bajar la guardia, al menos  hasta que tuviera algo de información.

-Gracias, estoy bien no necesito nada.- Relajarme tomando algo era precisamente el mejor ejemplo de lo que entendía por bajar la guardia.- ¿Tenemos que esperar a su compañera? Me gustaría poder entender que está pasando. El hecho de que Will desaparezca es grave pero entraría dentro de las posibilidades racionales. Sin embargo que nadie le recuerde, que una información del noticiario cambie en cuestión de horas para mostrar una foto de Will en lugar del tipo que buscaban antes y que haya gente extraña viviendo en su piso, ya no es tan racional. ¿Qué es esto, una conspiración de la CIA o algo así?

El hombre, aún con la capucha bien calada, te observa durante unos segundos después de que preguntes por la necesidad de esperar por su compañera. Su expresión es de concentración, y tras escrutar tus ojos unos instantes cambia un poco su postura, cruzando la pierna derecha sobre la izquierda.

- La información de los avances informativos no ha cambiado. - Te informa con seriedad. - Esta mañana buscaban a un hombre, y ahora buscan también a otro, eso es todo. Si no han incidido más en el primero es simplemente porque ya saben que no lo van a encontrar. - Comenta, ignorando por completo tu pregunta sobre la conspiración antes de tomar aire.

- Dígame. - Pide con voz seria, arrugando muy levemente en entrecejo. - ¿Qué sabe del cognicismo cartesiano?

El cambio de postura del hombre me dio un poco de esperanza, tal vez por fin me enterara de algo, quizá hasta podría encontrar a Will.

-¿Entonces quiere decir que son dos informaciones distintas?- No entendía nada, me daba la impresión de que la notica era igual palabra por palabra, pero no podía estar segura.

-¿Descartes, eso del pienso luego existo? Lo estudié en el instituto pero no recuerdo mucho, ya sabe estudiar soltarlo en el examen y olvidarlo.- La filosofía nunca me había gustado y en aquella época procuraba hacer todo lo que pudiera por molestar a mis padres.

-¿Sabe dónde está Will o qué le puede haber pasado? Parece que tiene mucha información sobre todo esto.

El hombre mantiene tu mirada antes de emitir un suspiro, armándose de paciencia. Sin duda considera los minutos que están por venir como una contrariedad, pero no por ello trata de eludirla. Asiente una vez más cuando preguntas sobre el informativo, sin darle mayor importancia, y cuando terminas de hablar descruza las piernas, echándose hacia adelante y apoyando los codos en las rodillas y la barbilla en sus dedos entrelazados.

- Antes de poder entender lo que le ha pasado a su amigo - Comienza. - va a tener que comprender algunas otras cosas. - Anuncia, antes de dejar algunos segundos de silencio.

- Pienso, por lo tanto soy. - Recita después, antes de asentir nuevamente. - Cogito ergo sum. - Dice con voz calmada, antes de encogerse levemente de hombros. - En realidad, la formulación original de René Descartes fue francesa: je pense, donc je suis. - Cita con un perfecto acento francés, antes de volver a apoyar la espalda en el asiento.

- Al hombre le preocupaba la verdad. Y no fue el primero que dijo algo así, pero sí el más famoso. De hecho - Comenta con un tono de quien habla acerca de una curiosidad. - Descartes fue acusado de plagio por esa afirmación. Gómez Pereira, un español, casi doscientos años antes, ya había dicho Nosco me aliquid noscere: at quidquid noscit, est: ergo ego sum. - Explica como si cada palabra fuera de vital importancia, antes de aclararse la garganta. - Conozco que yo conozco algo. Todo lo que conoce, es; luego yo soy. - Traduce después.

- A lo que ambos y tantos otros querían llegar con todo esto es a que hay pocas cosas de las que podamos estar seguros, pero la existencia de uno mismo sí es una de ellas. Todo lo demás puede ser un engaño de los sentidos. Una falacia. - Comenta, antes de hacer un gesto extendiendo la mano hacia ti, señalándote. - Usted puede afirmar sin miedo a equivocarse que existe, y yo puedo afirmar lo mismo de mí, pero ninguno puede hacer eso mismo acerca del otro. - Afirma lentamente, dándote un tiempo para que asimiles sus palabras. - A pesar de no saber adónde quiero llegar, ¿comprende lo que quiero decir?

Escuché en silencio la explicación del hombre  sin entender muy bien qué quería decir. Comprendía la parte filosófica, pero la posibilidad que se me planteaba era absurda, no podía ser verdad me negaba a creerlo. Me sentía como si estuviera sumida en un capítulo raro de Más allá del límite o simplemente una pesadilla.

-Puedo entender la parte filosófica de esto pero, ¿quiere decir que todo lo que he vivido, toda mi realidad, es una farsa? ¿Algún juego filosófico o científico? ¿Quiere decir que no es real? ¡A eso se refería cuando dijo que aunque mirara las fotos no serían como recordaba? No puedo aceptar eso, sé cómo es mi vida y quién hay en ella, tiene que ser un error.

El hombre escucha tu respuesta con atención, y no disimula una ligera expresión de sorpresa ante tu primera pregunta.

- Sí, y no. - Responde el hombre tras unos segundos. - Yo no he dicho que todo sea falso, ni mucho menos, sólo que usted sólo puede estar segura de su propia existencia. - Afirma antes de una pequeña pausa. - Yo, por ejemplo, también existo. - Explica mientras descruza las piernas y se echa hacia atrás, aún con los dedos de sus manos entrelazados. - Y su amigo Will también lo hace. O, al menos, espero que aún lo haga.

- Las cosas que ha dicho hasta ahora encajan como deben, de modo que no creo que usted sea alguien que ha llamado sólo por morbo. Así que antes de que yo le proponga una explicación que le parecerá disparatada, - Anuncia como si estuviera comenzando una propuesta. - dígame si se le ocurre alguna manera en que alguien que ha soñado lo mismo que usted pueda desaparecer de repente de manera que nadie lo recuerde. Le advierto que se trata de algo tan sencillo como un juego de magia, pero en esta ocasión conocer el secreto que esconde arruinará más que su ilusión.

Me daba la impresión de que, con su pregunta, el hombre me estaba dando la posibilidad de decidir una vez más, aún sin decirlo claramente, si quería seguir profundizando o retirarme. Por un lado deseaba que todo volviera a ser como había sido hasta ese día, pero por otro era consciente de que algo había cambiado. Si el sueño podía tener que ver con lo que le había pasado a Will tenía que prepararme, porque podía ser la siguiente. Medité un poco mi respuesta antes de comenzar a hablar, un montón de ideas, cada cual más disparatada, poblaban mi mente, claramente veía demasiado la tele. No quería que el hombre me tomara por estúpida así que dejé las más ridículas a un lado.

-No soy muy partidaria de las teorías mágicas. Respecto al sueño se me había ocurrido algún tipo de intoxicación por alguna clase de moho o algo así que nos haya provocado alucinaciones, tal vez vimos la misma película o algo que no recordamos de forma consciente que nos hizo soñar con lo mismo. También leí en algún sitio que, si mientras duermes escuchas algo en concreto, tú subconsciente lo asimila y lo introduce en tu sueño.  Respecto a que no le recuerden y que haya gente en su piso… bueno, sería fácil y rápido para alguien poderoso vaciar su piso y cambiarlo en las pocas horas en las que estuvimos fuera, también podrían haber chantajeado o manipulado a la gente para que dijeran que no le conocían. EL caso es que si fuera solo Dante podría decir sin dudar que podía ser algo así porque es un completo gilipollas, pero de Hunter no. Me parece que sería demasiado premeditado para un simple taxista. El resto de las cosas que se me ocurren ya entran en la categoría de teoría de la conspiración, control mental rollo El candidato manchurian y cosas por el estilo. Creo que queda claro que no tengo ni idea de lo que está pasando.

Tu interlocutor escucha sin interrumpirte y mirándote con atención todo lo que tienes que decir. En ningún momento da la impresión de que tenga prisa porque termines, y sólo en contadas ocasiones su expresión refleja algo de lo que pueda estar pensando sobre tus palabras. Con la capucha aún calada su ceja se alza cuando hablas de alguien poderoso, pero no llega a intervenir.

- No conozco a esos hombres. - Te informa con naturalidad cuando concluyes. - Pero es natural que no lo recuerden. - Comenta antes de tomarse un segundo para inspirar lentamente.

- Sobre lo demás, me llama la atención que no englobe en conspiración cosas como que alguien cambie el piso de una persona, incluyendo nuevos inquilinos, y chantajee o manipule a otros para que sea como si no hubiera existido.

- En cualquier caso no se preocupe por no saber lo que está sucediendo. Lo que voy a contarle probablemente le parecerá poco creíble, pero con el tiempo se dará cuenta de que no podría tener más sentido. - Anuncia.

- La Historia Interminable fue publicada en mil novecientos setenta y nueve, pero escrita con anterioridad. - Explica, cambiando de tema por completo y hablando como si incluso la fecha fuera importante. - En ella Bastián Baltasar Bux, un chaval, viaja desde el mundo real a Fantasia. - Comienza a relatar, echándose un poco hacia adelante y clavando sus ojos en los tuyos. En todo momento su voz es seria y constante, y no parece estar bromeando en absoluto. - Allí, aunque al principio no se sabe por qué, hay lugares y personas que desaparecen, devorados por la Nada. - Expone, antes de hacer una pausa para dejar que asimiles el concepto. - En ese mundo Bastián puede pedir cualquier deseo y le será concedido, pero por cada uno de ellos perderá un recuerdo. - Continúa antes de detenerse de nuevo, dando una total gravedad a sus palabras. Y hay algo en su expresión, en su mirada, que hace claro que no le falta mucho para terminar. - Hay en un momento en que casi sin recuerdos y sin la posibilidad de pedir nuevos deseos está a punto de permanecer para siempre en la Ciudad de los Antiguos Emperadores, donde todos los habitantes se comportan como locos. - Concluye. Luego se echa aún un poco más hacia adelante, y al volver a hablar lo hace lentamente, sin separar sus pupilas de las tuyas ni pestañear lo más mínimo.

- ¿Qué me diría si le dijera - Pregunta. - que ahí es donde nos encontramos? ¿Que la Ciudad de los Antiguos Emperadores es nuestro hogar, y hemos olvidado todo lo demás?

Cuanto más hablaba el hombre más absurdo y ridículo me parecía todo, traté de mantener una expresión neutra para que no notara que creía que estaba loco, quien sabía lo que me podía hacer si tenía una crisis o algo así. Quería respuestas, pero empezaba a dudar de que aquel hombre las tuviera.

-Bien, cuando me refería a que todo era demasiado premeditado para un simple taxista incluía también lo del piso. Sin embargo, me parece más sencillo, si tienes los medios apropiados, cambiar un piso que lograr que alguien olvide así sin más.

Todo lo que contó sobre la Historia Interminable era absurdo, solo me faltaba que me dijera que estábamos en Matrix.

-Supongo que entenderá que me resulte difícil de creer. ¿Si le he entendido bien eso querría decir que a Will se le ha tragado la nada o algo así? Entonces que se supone que debo hacer, ¿ir a darle un nombre a la emperatriz infantil o salir a la calle a decirles a los niños que crean para que no se destruya fantasía?- No había leído ese libro pero había visto la peli.

Me tapé la cara con las manos un tanto desesperada, lo único que tenía para encontrar a Will era ese hombre, y resultaba evidente que el loco en todo esto era él.- Por Dios, esto es absurdo. ¿Debo creer que el mundo es una especie de lugar imaginario y que todos estamos locos? Porque si es así ya podía tener una locura un poco más agradable, no sé ser millonaria, o tener mi librería y no vivir en una mierda de piso y trabajar de noche por un asco de sueldo. Mi vida ha sido demasiado triste para ser imaginaria, créame cuando le digo que se podría considerar una fantasía patética.- Entonces se me ocurrió que no sabía ni el nombre del tipo y mucho menos qué  tenía que ver con todo esto.- No se ofenda si resulto un poco sarcástica es que esta historia roza lo ridículo. De todas formas, ¿quién se supone que es usted y que tiene que ver con todo esto? Si lo que dice es cierto, ¿Por qué usted lo sabe y el resto del mundo no? ¿Se supone que usted es el único cuerdo de esa ciudad de locos?- Mire de reojo una vez más hacia la puerta preparada para salir corriendo al menor indicio de que aquel loco pudiera atacarme.

Con paciencia el hombre escuchó todo lo que tenías que decir, simplemente negando de vez en cuando con la cabeza suavemente.

- Después de que comprendiera tan bien lo que le expliqué sobre el cognicismo cartesiano - Comenzó. - no esperaba que se tomase algo así de una manera tan literal. Pero es cierto que muchas de esas cosas son aplicables.

- Quédese con lo más importante: - Anunció entonces echándose un poco hacia adelante y con un pequeño brillo en los ojos, como si hubiera llegado el momento al que te había estado conduciendo. - La mayor parte de las cosas que usted acaba de decir son ciertas de una manera o de otra, pero lo que más le atañe a usted es que sí, su vida ha sido una total mentira construida con constancia y consistencia. - Afirmó antes de hacer una pequeña pausa, levantando el dedo índice para hacer una aclaración. - Pero nadie dice que fuera una mentira creada por usted. De ser así no dudo que sería millonaria, tendría una librería, o lo que usted quisiera. Pero recuerde que ha olvidado incluso que puede pedir deseos. - Comentó como si eso fuera realmente un hecho.

- Dejando de lado las metáforas, haré hincapié una vez más en lo mismo. Usted puede estar segura de que existe, pero no de que los demás lo hacemos, hasta ahí estamos de acuerdo. Una vez su existencia está asegurada todo lo demás puede ser producto de su imaginación, o de un sueño. Pero no puede afirmar que se trate de su sueño.

- Este lugar - Continuó haciendo un gesto que abarcaba todo el sitio, pero por la manera en que lo hizo era evidente que se había referido a mucho más, a lo que estaba más allá. Como mínimo, a toda la ciudad. - se reconstruye a sí mismo, tendiendo puentes para ocultar las lagunas donde hay Nada. - Explicó, haciendo una nueva referencia a la historia. - Así no nos damos cuenta de lo que falta, ya sean lugares, recuerdos, - Enumeró, antes de hacer un gesto significativo. - o taxistas que no interesarían a ninguna agencia gubernamental.

- Sé que no he respondido a todas sus nuevas preguntas, - Siguió al final, con un tono que dejaba bien claro que estaba acercándose al final de la conversación. - pero no tendrá mucho sentido hacerlo si usted no cree lo que le digo. Y soy consciente de lo que increíble que es todo esto. Pero es momento de escoger. Márchese si lo desea.

- En cuanto cruce la puerta de salida habrá olvidado esta conversación. Una vez más la arquitectura, el tejido que compone todo esto - Dijo haciendo un gesto en el aire, como si estuviera tomando algo invisible en los dedos. - se recompondrá y para usted esto no habrá sucedido, como no sucedió para prácticamente nadie la existencia de su amigo.

- La otra opción que tiene es quedarse. - Retomó. - Pero créame cuando le digo que, si lo hace, ya no habrá marcha atrás. En cuanto llegue mi compañera no podrá volver a su vida tal y como era hace veinticuatro horas.

No entendía absolutamente nada de lo que me estaba contando, todo eso superaba con creces mi capacidad de compresión, no es que fuera estúpida, es que resultaba incomprensible que el mundo fuera una farsa.

-Es decir que si me voy olvidaré esto, ¿por qué? ¿qué clase de realidad es esta? Me dice que puedo estar segura de que existo pero, al mismo tiempo, que mi vida no es real. Si es así, ¿quién lo controla?- Miré hacia la puerta un segundo casi segura de que el agente Smith aparecería en cualquier momento.- Si se supone que el mundo se ha equilibrado eliminando a Will, ¿por qué yo le recuerdo? Y lo que es más importante, ¿por qué Will?

Si salgo de aquí dice que olvidaré esto pero, ¿olvidaré que mi amigo ha desaparecido? ¿Podré volver a mi tranquila existencia de hace24 horas? Desde que Will desapareció he estado casi volviéndome loca y sin entender nada. Si me quedó mi vida no será la misma, pero ya no lo es así que, ¿qué opciones tengo?

Las pupilas del hombre permanecieron fijas en ti durante tu retahíla de preguntas. En ellas había aún un claro brillo analítico, como si cada una de ellas estuviera siendo procesada y no simplemente escuchada.

- Si se marcha, - Empezó a responder, marcando el condicional. - sí, olvidará que su amigo ha desaparecido. No recordará nada de él, como no lo recuerdan otros. Y podrá continuar su vida como si nada de esto hubiera sucedido. También me olvidará a mí.

- A lo demás no puedo responderle. - Se niega después, hablando lentamente, dando importancia a cada sílaba. - Disculpe, me corrijo: Sí puedo, pero no voy a hacerlo. No está preparada, y sería algo inútil si decide marcharse. Le he dado la información que necesita para tomar su decisión. Puede tomarse el tiempo que quiera. Por ahora, si me disculpa, iré a por algo de beber. Si antes de que vuelva decide marcharse no se preocupe: no hace falta que me espere. - Comenta poniéndose en pie, listo para caminar hacia la puerta.

Me quedé allí sentada sin saber que hacer mientras el hombre desaparecía en la cocina. La decisión era complicada, por un lado sería fácil marcharme y olvidarlo todo, volver a mi vida, seguir adelante. Sin embargo ahora que lo sabía y, aunque olvidara la conversación, me sentía obligada a llegar hasta el fondo del asunto. No podía estar segura de que no se repitiera todo, tal vez Hannah o Hunter o incluso yo misma, podíamos ser los siguientes, además sentía que le debía algo a Will, no solo podía simplemente salir y olvidarle. Él había estado conmigo cuando le necesité, me escuchó y confió en mí, no podía defraudarle, si había alguna posibilidad de recuperarle tenía que intentarlo al menos.

Me llevé las manos a la cara con frustración, en cierto modo sabía que no podría mantenerme al margen, en realidad no había ninguna decisión que tomar, ya lo había hecho cuando me quedé con el hombre en aquel piso, solo me quedaba desear que no fuese una mala decisión.

El tiempo comenzó a pasar, y a tu alrededor ningún sonido rompía el silencio. Así te hallabas, sentada en ese lugar, en un piso prácticamente vacío, simplemente esperando sin saber qué vendría a continuación.

Un minuto tras otro, hasta llegar a seis. Seis minutos fueron los que tardó la puerta en abrirse. Y no fue el hombre el que entró por la puerta, no. Fue una niña. A simple vista le echarías doce, como mucho catorce años. Ella sin embargo se movía con naturalidad, como si estar allí fuera lo más normal del mundo.

- Te has quedado. - Dijo con seriedad, a pesar de que su voz era aún aguda e infantil. - Eso está bien. Nos vendrás bien fuera, si consigues salir. - Afirmó entrecerrando los ojos, buceando en los tuyos, antes de sentarse en el sofá de tu derecha. Luego puso las manos sobre sus rodillas, antes de mirarte con atención y volver a hablar con su tono prepúber. - Esto es lo que va a pasar. Sé que no lo entiendes, pero tienes que aprendértelo bien, porque es importante.

- Te vas a despertar en una enfermería. - Enunció. - Habrá una chica a tu lado, y también tendrás que despertarla. Puedes usar los fármacos del tercer cajón del carrito que habrá a tu lado. Pínchaselos en el brazo. Tendréis que salir de allí, pero no te preocupes: una vez fuera, ella sabrá adónde tenéis que ir. - Explicó lentamente, como si de verdad esperase que lo memorizaras palabra por palabra. - Tendrás que darte prisa. - Añadió al final.