Partida Rol por web

Dejar atrás el piso de Will supone una enorme carga para tus hombros. No es sólo que tus compañeros negasen saber de qué les hablabas o que su apartamento ahora parezca diferente y habitado por otras personas. Es la frustración de no haberlo encontrado, el no saber qué puede estar pasando y ser consciente de que, recurras a quien recurras, lo primero que pensará es que estás como una cabra.

Ya en tu casa te dejas ir, sollozando apoyada en la puerta sin ser capaz de racionalizar lo que te estaba pasando de una forma diferente a que se te había ido la cabeza. Pero esa no podía ser la explicación correcta. Recordabas con precisión cómo te habías encontrado con Will esta mañana, cómo habíais comentado todo el extraño asunto del sueño y también la discusión con la vecina. No podía ser que te lo hubieras imaginado: el hijo de la señora se había dirigido a él directamente. ¿O es que también te habías inventado eso?

Por tu mente fueron pasando imágenes de algunas de las cosas que habías compartido con él en los últimos meses. Pizza, pelis malas y más de una decena de tardes aburridas. En varios momentos del pasado había parecido plausible el hecho de que él estuviera interesado en ti... ¿Dónde se quedaba ahora todo eso? ¿Cómo podías simplemente haberse marchado?

Perdiste la noción del tiempo evitando pensar. Y es que no había nada que tu cerebro te trajera que no te llevase de nuevo a él y qué podía estar pasándote a ti. Con la cordura amenazada era imposible saber qué cosas creer y qué cosas desechar. Y tampoco había nada que pudieras hacer para allanarte el camino. Simplemente esperar, nadando en una espesa incertidumbre.

Y entonces, de la nada, te llegó con claridad el sonido de la televisión como si se hubiera encendido sola. En ella una voz que te resultó en un principio familiar, y que hasta oírla varios segundos no lograste identificar como la de la mujer de los informativos, repetía el anuncio que ya habías oído unas horas antes junto a tu amigo. Sin embargo en esta ocasión había algo muy distinto. 

No hablaban del tal Damon Michaels, ni mostraban la foto de un hombre de color. Esta vez el hombre al que buscaban era William Doe, y no llegaban a mostrar una foto de él, sino que proyectaban un retrato robot, pero no había ninguna duda: se trataba de él. Al igual que en corte que se produjo entonces no dieron ningún detalle acerca de por qué la policía podía estar buscándolo, pero una y otra vez repetían el número de teléfono al que cualquiera tendría que llamar de haberlo visto. La voz de la joven presentadora era casi monocorde salvo en su despedida final, cuando dieron paso a la programación que estaba teniendo lugar antes de la interrupción.

El mundo se me venía encima, no tenía muchas amistades y había perdido a Will, le echaba muchísimo de menos. Me sentía como si le abandonara, totalmente inútil, algo le había pasado y no podía hacer nada.

Intenté darle vueltas a todo el día, repasar una y otra vez lo que habíamos hecho tratando de dar con una solución, pero me resultaba imposible. Escuché la tele y me levanté del suelo extrañada, daba la impresión de que se hubiera encendido sola, pero tal vez solo era que me la dejé encendida, en mi mente no había espacio para nada más en ese momento.

Me senté en el sofá al ver la misma noticia que al mediodía pero en vez del tipo que sacaron era un dibujo de Will. Me llevé las manos a la boca para ahogar un grito, no podía ser, era imposible que Will estuviera metido en algo turbio, era una de las mejores personas que conocía. Anoté el número que repetían una y otra vez, necesitaba saber que pasaba con él.

Cogí el teléfono y me quedé allí dudando de si llamar o no, en el programa no especificaban si el número era de la policía o no. Había visto demasiadas pelis policiacas para saber que podían localizarme por el número, solo quería saber qué pasaba.

 Me levanté del sofá y bajé a la calle para buscar un teléfono público desde dónde llamar con seguridad.

La noticia, repetida una y otra vez, aún resonaba en tu cabeza mientras cerrabas la puerta de tu casa y te disponías a bajar las escaleras. Detrás de ti el sonido de la televisión aún funcionando mostraba una vez más que el mundo continuaba funcionando con normalidad pasase lo que pasase contigo.

No tuviste que caminar más de treinta segundos: doblando una esquina dos manzanas más allá había una cabina telefónica. El número anunciado era gratuito, y apenas unos segundos después de pulsar los duros botones cuadrados ya comenzaste a oír el primer tono de la llamada. Al segundo una voz masculina y monocorde respondió al otro lado.

- Búsqueda.

Tardé muy poco en encontrar en la cabina, cogí el auricular con las manos temblorosas y marqué el número. Mientras sonaba el tono iba creciendo mi ansiedad por lo que me podía decir.

La voz al otro lado de la línea contestó y estuve tentada de colgar, pero no lo hice por el contrario con voz temblorosa.

-Buenas noches, llamaba por la información, la del hombre del retrato robot. ¿Podría decirme por qué le buscan?

Al otro lado del teléfono la voz no tardó en responder. Sonaba igual de monótona que antes, como si aquello le produjera un terrible aburrimiento.

- Lo siento, se trata información reservada. - Responde de manera automática. - ¿Tiene información sobre William Doe? - Te pregunta. Mientras tanto a tu alrededor la vida de todos parece seguir como siempre. Todavía no son las once de la noche, y la luz de las farolas hace el trabajo que el sol ha dejado a medias una vez más. El volumen de transeúntes y de tráfico es menor que unas horas antes, pero aún así aún falta al menos hora y media para que las calles queden desiertas.

La forma de responder del hombre del teléfono  me cabreó, estaba tensa enfadada,  preocupada y llevaba un buen rato al borde de un ataque de histeria.

-Al menos podría usted demostrar un poquito de interés en su trabajo, ¿no? Necesito saber por qué le buscan, si es peligroso y quiero saber por qué ha desaparecido. ¿Me va a dar alguna respuesta?- esperé a que el hombre contestara mientras miraba con desconfianza a la gente que aún había en los alrededores, si no me decía algo jamás mencionaría una sola palabra sobre Will.

Un suspiro cansado suena al otro lado del teléfono cuando recriminas al hombre por la manera de hacer su trabajo. Tarda un par de segundos en responder entonces, y cuando lo hace su voz sigue sonando igual que las otras veces que le has oído hablar.

- No estoy autorizado para eso. - Te informa. - Pero deme un minuto y la pasaré con el agente Adams. - Dice, y sin esperar tu respuesta al otro lado de la línea comienza a sonar Las Cuatro Estaciones como música de espera telefónica.

Mientras esperaba al teléfono pensé en todas la películas que había visto, ¿Cuánto tiempo tardaban en localizar una llamada y en llegar hasta la cabina? Decidí darles cuatro minutos, coloqué el cronometro de mi móvil en cuenta atrás y seguí esperando. Solo deseaba no equivocarme y que, de casualidad, la policía fuera realmente eficiente.

La música continuaba en tu oído mientras el cronómetro en tu teléfono avanzaba con rapidez. No tardaste en comprobar que ni siquiera era la pieza completa, sino bucles de unos veinte segundos enlazándose una y otra vez. Tus nervios se encontraban a flor de piel mientras aguardabas, y después del primer minuto era inevitable preguntarse si no estarías perdiendo el tiempo. Quizá tu forma de increpar a quien había respondido la llamada le había hecho ponerte en espera hasta que tú misma decidieras colgar el teléfono. Sin embargo la perspectiva de saber qué podía haberle pasado a tu amigo era demasiado alentadora como para abandonar sólo por eso.

Fue entonces cuando lo sentiste. Ni siquiera habían pasado tres minutos cuando una brisa helada llegó a la piel de tus mano y tu cara de repente, y sólo un segundo después algo duro tocó tu espalda, a la altura del riñón. Una voz entonces habló desde detrás de ti, lenta y pausada, sin que tuvieras la menor idea de cómo había llegado a colocarse detrás de ti sin que te dieras cuenta. Podrías jurar sin miedo a equivocarte que sólo un instante antes no había nadie cerca.

- Cuelgue el teléfono despacio, y camine. - Enunció. - No proteste ni diga nada hasta que lleguemos a la primera esquina. Sería una desgracia para usted y para mí tener que disparar.

Al notar la presión del arma en la espalda me tensé de inmediato y colgué el teléfono lentamente, tenía que evitar hacer cualquier movimiento extraño al menos de momento. El día iba de mal en peor, ahora me encontraba a un tipo y desconocía sus intenciones. El remate de un día horrible, robo violación o quizás algo peor.

-De acuerdo, no me haga daño, haré lo que quiera.- me aparté de la cabina y caminé lentamente mirando a la gente con la esperanza de que alguien se diera cuenta y me ayudara. A toda velocidad repasaba lo poco que sabía de defensa personal, nunca fui a ninguna clase, tal vez debí hacerlo, al fin y al cabo trabajaba de noche. Recordé todas las películas y me acordé de PONI, era plexo solar, oblicuo, nariz, ingle pero, para poder hacer algo, el hombre debía soltar el arma.  

Cuando llegamos a la primera esquina me paré esperando instrucciones.

Mientras comienzas a caminar puedes sentir la respiración del hombre en el lado izquierdo de tu cuello. Tal y como se encuentra, tan cerca de ti, es improbable que ninguna de las personas que os crucéis llegue a ver lo que él está haciendo realmente.

Al llegar a la esquina su voz suena igual de firme y segura que antes, como si supiera de sobra lo que está haciendo.

- Izquierda. - Enuncia, deteniendo sus pasos sólo un instante y obligándote a caminar a su ritmo. - Ahora dígame todo lo que sepa de William Doe, desde el principio. Todos los detalles, desde que se conocieron hasta la última vez que le vio. - Exige con calma, sin perder en ningún momento la seriedad.

Giré como me pidió y, mientras seguíamos caminando comenzó a preguntar por Will. La sorpresa fue enorme, ¿por qué de pronto a todos les interesaba un taxista? Además justo cuando desaparecía. No tenía sentido negar que le conocía, el hombre parecía estar ya informado de eso. Sin embargo, tenía que tener cuidado con qué decía, sobretodo no quería ponerle en peligro, estuviera donde estuviera, y tal vez consiguiera entender qué pasaba.

-¿Quién es usted y por qué le interesa tanto Will? ¿Qué le han hecho, dónde está?

El hombre continuó con su paso firme, sin aumentar ni disminuir el ritmo en ningún momento. La presión en tu espalda se mantenía constante también y cuando comenzaste a hacer preguntas su voz respondió de inmediato, tajante.

- Después podrá hacer las preguntas que quiera. - Aseguró. - Pero es importante que responda primero. Por ahora le diré que no le tenemos nosotros, y que estamos tratando de encontrarle para prestarle ayuda. - Dijo, antes de dejar un par de segundos para que asimilases sus palabras. Mientras tanto podías sentir aún su respiración en el lado izquierdo de tu cuello. - Ahora, hable. Cuanto antes comience antes terminaremos.

El hombre me dijo que respondería a mis preguntas y que quería ayudar a Will pero, ¿podía creerle! Quizás luego me matara o no, también podía ser que mintiera y que quisiera hacerle daño pero, en realidad, no perdía nada ya que no sabía dónde podía estar Will y ese hombre era la única prueba de que era real, aunque nadie le recordara.

-En realidad no le conozco demasiado, al menos desde el punto de vista personal, trabaja de taxista. Le conocí hace unos años cuando se mudó a mi edificio. No soy lo que se dice una persona sociable, de su vida personal antes de mudarse no sé nada, él no lo contaba y yo no pregunté.  Como los dos somos solteros nos hicimos amigos, pero tampoco muy íntimos, quedábamos de vez en cuando, otras veces venía a verme al bar donde trabajo y alguna vez me invitaba a pequeñas fiestas que daba en su casa. No conozco a sus amigos más que de vista y tampoco les presté mucha atención. ¿De qué le tiene que proteger?

La respiración del hombre se mantiene constante en el lateral de tu cuello mientras hablas. Y cuando terminas, su tono vuelve a sonar tan calmado como antes. Sin embargo esta vez no comienza con una exigencia o una pregunta, sino con una respuesta.

- La respuesta corta sería que de él mismo. - Dice con seguridad. - La larga es un poco más complicada, y ahora no estaría en disposición de creerla. - Explica antes de hacer una pequeña pausa. - De todas maneras en ningún momento he dicho que pretenda protegerle, sino prestarle ayuda, son dos cosas bien diferentes.

- Descríbalo físicamente con el mayor detalle posible. - Continúa luego. - Y enumere a las personas que sepa que se acuerdan de él, o que no lo hacen y deberían hacerlo.

-¿Cómo sabe usted que la gente no le recuerda?- Cada segundo que pasaba estaba más enfadada, el día parecía no tener intención de acabar y yo solo quería despertar de esa maldita pesadilla.

-Mire se sorprendería de lo que estoy dispuesta a creer, llevo un día y muy raro, así que ahora mismo tengo la mente muy muy abierta. Casi no he dormido porque me he despertado antes de tiempo por una pesadilla horrible y desagradable que, por cierto, Will también tuvo. Luego, cuando conseguimos calmarnos un poco, se pone tan enfermo que pensé que se moría, pero en un abrir y cerrar de ojos  se le pasa. Decide acompañarme al trabajo, para que no estuviera solo por si enfermaba de nuevo y desaparece en un segundo. No es una forma de hablar… es que desapareció, estaba ahí y luego ya no. Para colmo voy a su casa y allí vive gente desconocida.- Respiré hondo intentando recuperar el aire, había soltado todo tan rápido que apenas lo había pensado, tal vez cometiera un gran error pero, por lo visto era la única persona que le recordaba.

- ¿Quiere saber cómo es? Facil, ponga las noticias, pasan su retrato robot constantemente. No sé por qué pero, puedo asegurar al cien por cien, que no ha hecho nada malo. ¿Quiere saber quién no le recuerda? También es fácil, de hecho es más fácil decir quién le recuerda, yo. Solo yo le recuerdo. Y ahora estaría bienque me dijera qué coño está pasando y por qué de pronto un taxista es tan importante.

- Sé bastantes cosas. - Responde el hombre a tu primera pregunta, sin aclarar realmente gran cosa. Su tono sigue siendo pausado, y antes de volver a hablar puedes notar una exhalación más larga que las demás, como si se tratase de un suspiro.

- No quiero saber cómo es. - Afirma entonces. - Lo que quiero es ver si usted lo sabe. Color de ojos, de pelo, complexión, estatura... - Enumera. - No se deje nada, por favor. - Pide al final, antes de hacer un último añadido.

- Derecha. Y no se preocupe: estamos llegando. Pronto tendrá sus respuestas y podrá irse a casa.

Toda la situación estaba sacándome de quicio, el hombre aseguraba que me daría respuestas pero, en realidad no me daba nada útil.

-Will medirá en torno a 1.80, pelo castaño claro, ojos verdes, complexión atlética, caucásico, 30 años. ¿Algo más?- En ese momento recordé una foto que tenía en mi móvil, era de una fiesta que Will dio en su casa y en ella salíamos juntos.- Voy a sacar mi móvil, creo que tengo una foto de los dos.

-¿Dónde se supone que estamos llegando?-Pregunté mientras metía la mano en el bolso y empezaba a revolver tratando de encontrar el teléfono al tacto.

La respiración del hombre, constante y rítmica, continúa en el lateral de tu cuello mientras vas hablando, desgranando como buenamuente puedes una descripción aproximada de cómo era tu amigo. Sin embargo tus palabras parecen convencer al hombre, que cuando habla de nuevo vuelve a comenzar por una respuesta.

- A un lugar seguro. - Afirma con rotundidad. - No sé moleste en sacar el teléfono, esa foto no será como la recuerda. - Te informa, mientras escuchas un leve tintineo justo detrás de ti. Acto seguido su mano libre se adelanta, tendiéndote unas llaves. - Por favor, cójalas y abra. - Pide mientras te hace detenerte delante de un portal, a sólo escasos minutos andando de tu edificio.

- Una pregunta más. - Enuncia al final, manteniendo la seriedad con la que en todo momento se ha dirigido a ti. - ¿Le ha pasado últimamente algo más que catalogue como extraño, además del asunto de la desaparición?