Partida Rol por web

Sin embargo algo inesperado sucede. No has tardado más que un instante en rodear la barra y llegar al lugar donde se encontraba William, pero en el momento en que le has dado la espalda para poder hacerlo él parece haberse esfumado. Donde un momento antes se hallaba sentado, comenzando un nuevo ataque, ahora sólo hay un taburete vacío. A tu alrededor todo el mundo continúa como si nada extraño hubiera sucedido, mientras delante de ti de tu amigo sólo queda su ausencia.

Miré el taburete vacio y también al suelo, un poco más allá, por si se había desplomado como sucedió antes. No había nada pero eso no podía ser, sólo dejé de mirarle un segundo y la gente no desaparece sin más, tenía que haberse ido. –Dante, ¿has visto a Will marcharse?, estaba aquí hace un segundo- grite en dirección a Dante.

Alrededor del taburete donde un instante antes se encontraba Will no parecía haber ningún rastro de él. No se encontraba en el suelo, en el camino a los baños, o en ningún lugar que pudieras alcanzar con la vista.

Ante tu pregunta Dante te sostuvo la mirada algunos segundos. Sus ojos fríos irradiaban firmeza cuando su voz te llegó entre la música.

- Ni zorra de qué me estás hablando. - Dijo, antes de comenzar a atender a un par de clientas que se habían acercado a la barra.

¿Cómo que de qué estaba hablando? Entre como un obús en la barra y le agarré del brazo para que me mirara.- A ver Dante, enfoca. Mi amigo Will, ya sabes, mi vecino, el taxista que estaba sentado en esa banqueta desde que llegué. Ha estado enfermo todo el día y ahora no le encuentro, igual está medio muerto en algún rincón. Tienes que haberle visto, porque si yo estaba de espaldas entonces, tú le estabas mirando.- Joder, estaba muy nerviosa, tenía que encontrar a Will antes de que fuera tarde, necesitabas llevarle a un hospital.

Los ojos de Dante, tan cargados de intensidad como siempre, se separan de las clientas cuando comienzas a hablar y no sueltan los tuyos hasta que terminas. Sin embargo antes de responderte te dedica una mirada de cierta extrañeza, evaluándote, y comienza a servir lo que han pedido. Sólo cuando ha terminado y les ha cobrado se dirige a ti.

- Cariño, - Dice con chulería. - nunca he entendido del todo tu sentido del humor, pero esto ya no hay por dónde cogerlo . - Te informa por encima de la música con una media sonrisa. - Cuando quieras algo de verdad, avísame. - Añade luego, sin lograr esconder del todo la confusión que hay bajo sus pupilas.

La actitud de Dante casi siempre me sacaba de quicio, pero en esta ocasión se estaba cubriendo de gloria, estaba tan furiosa como asustada y solo quería pegarle. Le di un puñetazo en el hombro con todas mis fuerzas, aunque no era mucho, la verdad. - ¿De qué coño vas? ¿Te da la impresión de que estoy de broma, imbécil? Te estoy diciendo que Will está enfermo y te importa una mierda. – A esas alturas estaba muy, muy cerca de un ataque de histeria en toda regla, sabía que de Dante no iba a sacar nada, como siempre.- Haz algo útil que no sea pensar que ti mismo por una vez, si viene el jefe, le dices que me surgió una emergencia en casa. Me voy a buscarle.- Me giré para recoger mi bolso y mi cazadora, primero miraría en los servicios y luego saldría a la calle, no podía haber ido muy lejos, esperaba que solo estuviera en la calle, pero si no iria camino a casa. Tal vez salió a tomar el aire, el ambiente estaba muy cargado y resultaba agobiante incluso sin sentirse enfermo.

 Dante recibió tu puñetazo con una expresión de suficiencia. Era evidente que habías intentado hacerle daño, y debía resultarle divertido que no lo hubieras conseguido. Con tus primeras palabras simplemente te escuchó sin llegar a responder, pero fueron las últimas las que le hicieron apartar la mirada.

- Muy bien, Dimka, que tengas suerte. - Dijo en un tono monocorde, como si aquello fuera una concesión enorme para él, antes de seguir atendiendo a las chicas.

La música y las luces acompañan tu camino hacia el baño, donde no encuentras a Will. Entre que muchos saben que trabajas allí y la decisión con la que caminas nadie se interpone cuando te diriges directamente a la puerta sin esperar la cola. Tampoco al salir a la calle hay alguna figura que te recuerde a tu amigo.

Hunter, sin abandonar su puesto, te dirige una mirada preocupada en cuanto te ve.

- ¿Qué pasa, cariño? - Te pregunta, haciendo un gesto con la barbilla hacia ti, con el entrecejo arrugado. - Tienes una cara horrible.

Caminé rápido por la sala, casi corriendo, esquivando gente hasta alcanzar las escaleras. No encontraba a Will por ningún sitio, lo ojos me picaban por las lágrimas de impotencia, apenas le había perdido de vista un segundo, tan solo un segundo y había desaparecido como si se le tragara la tierra. Salí a la calle como una exhalación pero tampoco estaba allí, Hunter me preguntó preocupado qué me pasaba. Me giré respirando acelerada, si había salido por la puerta tenía que haberle visto, era imposible que hubiera pasado por allí sin que le viera.

-Hunter, no encuentro a Will, está enfermo y estoy muy preocupada. ¿Le has visto?- era mi última esperanza, si no iría a casa, con la llave que guardaba en mi bolso entraría en su piso.

Al escuchar tus palabras el ceño de Hunter se frunció un poco, y echó una mirada a la cola. Tras hacer un gesto de advertencia a los primeros con una expresión que decía claramente ni se te ocurra jugártela puso el simbólico cordón que impedía el paso de la gente y se acercó un par de pasos hacia ti con expresión preocupada.

- No sé de quién me hablas. - Te dijo con tono grave y una mirada de impotencia. - Pero te echo una mano en lo que haga falta. - Aseguró, antes de dirigir la mirada a la calle un instante y luego a la puerta del local. - ¿Qué es, un amigo tuyo? ¿Hace mucho que entró?

Me quedé congelada en el sitio, casi no podía reaccionar mientras la furia y el miedo hervían a fuego lento en mí interior. De todas las personas de las que podía esperar que se rieran de mí, Hunter no era una de ellas, así que estallé pagándolo con quien menos se lo merecía.

-¡¡¡¡Cómo que cuando entró!!!! Vino conmigo cuando llegué hoy, mi amigo Will el taxista, mi vecino, estuvo hablando contigo antes de abrir. Todo esto no tiene mi puta gracia, si es una bromita vuestra, habéis elegido un jodido mal día. ¡Joder! La gente no desaparece así sin más.- en ese momento lloraba ya sin control en parte por miedo y en parte por la frustración.

En el mismo momento en que reaccionaste de esa manera la expresión de Hunter cambió de la impotencia al asombro, y luego a la preocupación más absoluta. Sin llegar a decir nada, probablemente por no saber qué mejoraría o qué empeoraría la situación, recorre la distancia que os separa para rodearte con sus enormes brazos, y un suave sonido empieza a manar de su garganta, casi como un arrullo.

- Tranquila, Dim, tranquila... - Susurra con voz grave, mientras a unos metros de vosotros la gente de la cola comienza a parecer impaciente. - Mira, yo estoy aquí, ¿vale? ¿Quieres que haga algo? Puedo mandar esto a la mierda y acompañarte a casa si lo necesitas. - Se ofrece.

Me dejé abrazar por Hunter mientras lloraba con la cara apoyada en su pecho, por un momento me sentí más tranquila, pero no podía quedarme ahí y olvidar que Will podía estar muriéndose en cualquier lugar.

Me aparté de él, respiré hondo y traté de secarme los ojos, probablemente parecía un mapache, era consciente de que mi comportamiento podía parecer inestable, pero estaba desesperada.

-No hace falta que dejes tu puesto, necesitas este trabajo y no hay nadie que te sustituya. Sólo necesito que os dejéis de bromas y me digas en qué dirección ha ido Will. Tengo que encontrarle, vino conmigo porque ha estado enfermo, esta mañana le dio un dolor de cabeza tan fuerte que se cayó al suelo, puede estar desplomado en cualquier sitio con un derrame o algo peor. No tengo tiempo para bromas.

Al apartarte de tu enorme compañero una expresión de entre culpa y lástima aparece en su cara, y cuando terminas de secarte los ojos es él quien extiende su mano hacia tus mejillas en un gesto tierno, dulce y protector.

- No te preocupes, sigues preciosa. - Afirma en voz baja. Antes de volver a hablar toma aire y se separa un poco de ti, llevando ambos brazos a la espalda durante un instante. - Te juro que no es ninguna broma, Dim. - Dice serio. - Sea lo que sea está claro que es importante, y no jugaría contigo con nada así, ya me conoces.

- Mira, ¿sabes qué? - Pregunta de manera retórica sin ocultar la preocupación que siente. - Últimamente he estado poco atento por todas las cosas que tengo en la cabeza, así que supongo que será culpa mía no haberme dado cuenta cuando entrasteis, o lo que sea. - Explica, como quitando importancia al hecho de no saber de qué le hablas. - Pero no te preocupes, seguro que tu amigo está bien. Yo si veo algo raro te llamo de inmediato, ¿de acuerdo?

El gesto de Hunter para levantarme el ánimo me arrancó una pequeña sonrisa, aun así no podía sacarme a William de la cabeza. No podía ser verdad, si no era una broma, y la expresión de Hunter indicaba que decía la verdad,  era como si se hubiera volatilizado.

-Gracias por el detalle, pero es imposible que estuvieras distraído, estuvimos hablando y le saludaste. Nadie se distrae tanto.

Me quedé callada un momento, era consciente de como sonaba todo. Tenía que hacerle olvidar a Hunter mi extraño comportamiento, entre esto, el sueño y el día que habíamos tenido, tenía que andar con pies de plomo o acabaría de verdad en un psiquiátrico.

-Mira déjalo, he tenido un día horrible y he dormido muy poco, seguro que sólo es cosa del cansancio. Me iré a casa, ya he avisado a Dante para que me cubra.

Me giré en dirección a casa, sin darle a Hunter la posibilidad de contestar, cuanto más hablara con él, más rara parecería. Tenía las llaves de Will, seguro que se habría ido a casa y, si lo había hecho, elegiría el camino más corto hasta nuestro edificio. Volvería caminando, comprobaría los rincones y los callejones que había de camino, luego entraría en su piso ya que para eso me dio sus llaves. Seguro que había llegado a casa, en mi mente me lo repetía una y otra vez, porque si no solo había dos opciones… o me estaba volviendo loca, o a Will le había ocurrido algo horrible.

La preocupación del rostro de Hunter no se relajó cuando respondiste. Su ceño se frunció un poco y sus ojos reflejaron que a la sensación de impotencia ahora se sumaba la culpa. Sin embargo no tardó en emitir un suspiro y formar una sonrisa que intentaba ser tranquilizadora.

- Bueno, Dim, - Dice ligeramente dubitativo. - espero que se arregle pronto. De todas formas te llamo luego, ¿vale? Si ves que te vas a dormir, o lo que sea, avísame para no despertarte. - Te pide, antes de hacerte un gesto cariñoso en el brazo. Luego, antes de dejarte ir, se acerca sin ningún tipo de dudas para darte un fuerte abrazo. Sus enormes brazos te rodean con facilidad, y cuando te aprieta contra se pecho puedes sentir el calor de su cuerpo.

- Hasta luego, cariño. - Se despide después. - Y escríbeme con lo que sea. - Añade disponiéndose a volver a su puesto de trabajo. Sin embargo, antes de que te marches te dedica una última mirada, cargada de preocupación y desasosiego.

Tardas casi el doble de lo habitual en hacer tu camino hacia casa, revisando cualquier lugar en el que William pueda haberse parado a descansar, o donde pueda haber caído sin encontrar a nadie que le echase una mano. Sin embargo tu búsqueda no es para nada fructífera. En los callejones las sombras parecen saludarte, como si fueran conscientes de la ausencia de tu amigo. En una ocasión encuentras a dos chicos de unos veinte años que no parecen comprender qué estás haciendo ahí, y no retoman su conversación hasta que no te marchas.

El tramo más pesado es el de tu misma calle. Llegar al portal sin haber encontrado a William supone una total derrota, y aunque aún existe la esperanza de encontrarle en su casa esa idea parece totalmente vacía, como si intentarlo fuera un insípido premio de consolación.

Al llegar a vuestra planta la encuentras en total silencio, y no tardas en hacer que la llave que él te dio entre en la cerradura. Sin embargo en cuanto abres la puerta notas algo distinto. Aún sin entrar todavía en el piso la pintura de las paredes es totalmente distinta, mucho más clara y limpia.

Al separarme de Hunter traté de aparentar normalidad lo máximo posible, bostecé para simular el cansancio que le había dicho y me limité a asentir a sus palabras. Probablemente si hablaba volvería a perder los nervios.

El camino a casa se me hizo eterno, estaba frustrada, preocupada y asustada, o me estaba volviendo loca o estaba sucediendo algo muy raro. Yo no había soñado ni imaginado a Will, él era una persona real, era mi amigo y estaba en problemas.

Abrí la puerta de su casa y me quedé congelada en el umbral, el piso estaba muy diferente. Me moví un paso atrás para comprobar la puerta y el piso, todo era correcto y la llave había abierto, por tanto esa era la casa de Will. Sin embargo era diferente, la decoración no era la misma y eso había sucedido en tan solo unas pocas horas. No sabía qué hacer, me quedé plantada en la puerta como un pasmarote totalmente bloqueada.

El tiempo comienza a pasar, y nada sucede. Sólo eres tú en el descansillo, delante de la puerta donde sólo hace unas horas estuviste con tu amigo. Conforme los segundos van deshaciéndose vas notando algunos cambios más. No es sólo la pintura de la pared de la entrada. Justo en la esquina, donde comienza el pasillo que lleva al comedor, puedes ver la sombra de un mueble que no ha estado nunca ahí.

Un escalofrío te recorre la espalda, erizando tu piel y haciendo que una sensación de frío intenso te recorra cuando una pequeña brisa sale del apartamento, y puedes escuchar una voz de mujer llegar de lo más lejano de él. Otra voz parecida le responde, femenina también, pero no hay rastro de tu amigo.

Me quedé clavada en la entrada del piso, tenía la mente totalmente bloqueada, veía el piso de William totalmente diferente en solo unas horas. Las voces en el interior dejaban claro que allí vivía alguien… y no era Will. No sabía qué hacer, creía que estaba enloqueciendo y, aunque tenía las llaves, tendría que explicar que hacía allí. Si hablaba de la desaparición de William acabaría en el psiquiátrico y si no lo hacía en la cárcel.

En un momento de lucidez me di la vuelta y salí del apartamento dejando la puerta abierta, corrí por el pasillo y entré en mi piso. Una vez en mi casa cerré la puerta de golpe, me apoyé contra ella casi sin poder respirar, en una mezcla entre la ansiedad y la carrera. Cerré los ojos con fuerza deseando que todo aquello fuera una pesadilla, me dejé caer deslizándome por la puerta hasta acabar sentada en el suelo, donde sollocé con la cabeza apoyada en mis rodillas.