Partida Rol por web

Corro detrás de Specullo y trato de agarrarme a él, no con intención de tirarlo, sino con intención de ralentizarlo. Aunque si lo tiro al suelo pues mejor.

Lestar empieza a correr tras Specullo, pero Fausto está tan borracho que al lanzar su hechizo que impacta en la espalda de Lestar y este cae al suelo inconsciente. Tánathil tropieza con el Lestar, que ha caido al suelo inmóvil y se da de bruces contra el suelo, dando tiempo a que Specullo huya por la puerta.

El tabernero chilla.

"¡LLAMAD A LA GUARDIA!"

La gente se pone muy nerviosa y gritan, llamando a las fuerzas del orden. Algunos se disponen a salir afuera.

El enano recoge su mochila y coge al ebrio Fausto en brazos.

"¡Vamonos ya karazkruki!"

Spécullo salió corriendo de la taberna y mientras que corría apresurado le dijo al Tiefling que esperaba junto al carro:

- ¡Kythos, te necesitan dentro, Fausto se ha emborrachado y ha dejado inconsciente a Lestar con un hechizo! - anunció el gnomo mientras seguía su camino.

Fausto levanta la copa y dice- Malditos bobenes...blup-

"¿Que ha pasado?" Digo preocupado mientras entro corriendo en la taberna

El gnomo ignoró la pregunta del tiefling, apresurándose a poner un buen espacio entre su perseguidores y él. Aunque no entendía muy bien porqué demonios le perseguían a él, pensaba demostrarles que todo había sido obra de su amiguito reptiliano.

- Maldita sea, con lo bien que había empezado el día - gruñó Specullo mientras corría en busca de Xsii. Entonces, recordó lo que dijo Fausto sobre que posiblemente habrían dejado un rastro al huir, así que decidió buscarlo cuando estuviera lo suficientemente lejos de Tánathill y compañía.

Algunas decisiones deben ser reflexionadas pero para otras apenas hay una milésima de segundo. Es en esas ocasiones en las que el entrenamiento esforzado toma el control y se ejerce el oficio sin más.

Tánathil por un momento duda, pero tiene una misión. Y así ha de ser cumplida con sus mejores habilidades de discreción.

Este momento que parece apropiado para la tensión y la velocidad, en realidad es para él el momento de parecer desconectado con los acontecimientos.

Con igual agilidad que relajación se mueve al compás de los desconocidos que observan la escena, pasa por detrás de ellos, con finura va descolgando las asas de la mochila que al atravesar la puerta queda a los pies de Kythos y cuando se encuentra en la calle toma una dirección distinta a la del enano.

Es hora de volver a casa.

El gnomo ignora lo que dices y sale corriendo por un callejón cercano. La gente empieza a salir de la taberna llamando a los guardias, pocos despues, Tánathil y Drotir cargando a Fausto salen de la posada.

Todos salís de la taberna apresuradamente, dejando a Lestar atrás. Fausto se revuelve un poco en los brazos de Drotir, pero este le agarra con fuerza.

Algunas decisiones deben ser reflexionadas pero para otras apenas hay una milésima de segundo. Es en esas ocasiones en las que el entrenamiento esforzado toma el control y se ejerce el oficio sin más.

Tánathil por un momento duda, pero tiene una misión. Y así ha de ser cumplida con sus mejores habilidades de discreción.

Este momento que parece apropiado para la tensión y la velocidad, en realidad es para él el momento de parecer desconectado con los acontecimientos.

Con igual agilidad que relajación se mueve al compás de los desconocidos que observan la escena, pasa por detrás de ellos, con finura va descolgando las asas de la mochila que al atravesar la puerta queda a los pies de Kythos y cuando se encuentra en la calle toma una dirección distinta a la del enano.

Es hora de volver a casa.

Drotir mira estupefacto por unos segundos a Tánathil viendo como el elfo se separa del grupo. Rápidamente agarra la pesada bolsa que tira al suelo.

"¡Venga, nos vamos!" - Grita el enano al tiefling.

"Drotir, ¿que ha pasado?" Digo mientras me acerco a ayudarlo con Fausto

Mientras vas por las calles de la capital, un encapuchado se choca contigo. Antes de que puedas decirle un insulto acorde a su estupidez, te das cuenta de que ha dejado algo en tus manos, junto con una carta.

La carta contiene un mensaje:

"El basilisco quiere asegurar sus objetivos. Para ello te otorgamos este obsequio. El reino de la tormenta necesita que te esfuerces al máximo para que volvamos a nuestra época de oro." - Una vez terminas de leer el papel, este se disuelve.

Examinas tu daga con cuidado de no mostrarsela a cualquiera de los transeúntes de tu alrededor, una vez te deleitas con la excelsa manufactura, la guardas y te paseas por las tiendas, llegando a una herrería.

Un enano trabaja incansablemente. Cerca tiene un expositor, con muchas armaduras de diferentes materiales, además de armas.

Este deja su pieza en el horno y te mira de arriba a abajo, también a tu kobold.

"Ah, así que un Gaet'za. Ahí tienes mis trabajos; pura calidad. Puedo adaptar en unas horas una de esas armaduras a tu cuerpo, pero te costará un poco más. También fabrico armas, míralas tu mismo."

"¡Pero corre!" - Grita el enano.

Los tres huís por una callejuela cercana durante minutos y giráis por las calles vertiginosamente, por suerte no os perseguían.

Una vez en un sitio seguro y seguros de que no os persiguen, Drotir habla algo malhumorado.

"Hay que ver... hacer ese tipo de cosas delante de todos, no lo repitamos, ¿¡Vale!?" - Sobretodo lo dice mirando a Fausto.

Te despiertas malherido en una cama, el golpe que recibiste por la espalda ha sido muy fuerte. Tus heridas están vendadas, aunque te duelen demasiado para moverte.

Los soldados de Leidreran te visitian, preguntándote sobre lo ocurrido. En un principio estás libre de cargos ya que no has hecho nada.

Reposas hasta el día siguiente. Por la tarde vuelven a aparecer los soldados de Leidreran, pero esta vez con grilletes y cadenas. Se te busca por pertenecer a una banda criminal que ha quemado el pueblo de Heft. Por mucho que intentas defenderte, se te halla culpable.

Tu destino será una ejecución pública en la horca junto a otro Gaet'za que no ha tenido nada que ver.

Corres y corres por el callejón hasta que te cercioras de que no te siguen.

Es entonces cuando empieza tu búsqueda por la enorme ciudad. Buscas en unas cincuenta tiendas; ninguna ha visto a Xsii ni a su kobold.

Estás tres horas buscándolo por toda Meridian hasta que finalmente lo localizas en una herrería. Está probándose una armadura frente a un espejo.

Decides comprar la coraza de acero y vender tu antigua armadura de cuero. También pides 2 flechas de hierro, pero a partir del buen negocio que habéis hecho el enano y tú, te las regala. El trato queda cerrado y le pagas al herreo.

No te importa esperar a que termine tu armadura, tarda unas tres horas pero finalmente la ha terminado. Está ajustada a la perfección, pero al nunca haberte puesto algo tan pesado te cuesta moverte.

Le das a tu kobold las 38 monedas de oro y tu te quedas con el resto. Te quedas unos minutos mirándote en el espejo del herrero, observando tu armadura.

Es una armadura de acero.