Partida Rol por web

¿Tu dificultad no es toque?

Xanorin envió un rayo de escarcha, esta vez sin cambiar el elemento a fuego. Por desgracia el troglodita lo vió venir y se aparto de la trayectoria, dando este en el suelo.

-¡Maldición!

El enorme troglodita no tardó en responder a los ataques fallidos del grupo de aventureros. Enarbolando un feroz rugido, atacó con sus garras el adepto de Sarenrae, hiriéndole con uno de los ataques (aunque no de forma muy profunda): aún así, era mucho más de lo que habían logrado los trogloditas que habíais encontrado hasta ahora.

- ¡Ya necesitaba un poco de diversión! - bramó el gigante.

Y aunque faltaba Alain por mostrar sus cartas, sin duda va a ser un combate duro.

Dispuesto a llevarse toda la gloria, Alain levantó su espada hacia el gigantesco troglodita en señal de desafío. Éste hizo un gesto de desprecio al verlo, ignorando la amenaza que podía suponer el caballero.

Tras esto, el adalid cargó hacia el gigante espada en mano, para golpearle de frente y ayudar a sus compañeros a soportar los golpes de la bestia. Golpeó al troglodita con habilidad, y un tajo cruzó el brazo del mismo, que no pudo evitar emitir un leve quejido. 

Alain sonrío, contento de haber herido el primero a la bestia. Y esperaba ser el que la tumbara, también.

Viendo como Alain salvaba la situación, Saeko frunció el ceño cuando el enorme troglodita hirió a su compañero Nadir. La joven ninja aprovechó la posición de Alain, al frente de su enemigo, para tratar de herirle por detrás con mucha precisión. Para ello, usó solo una de sus hojas, con su mano más diestra.

La ninja volvió a demostrar su destreza cuando de solo un golpe terminó con el troglodita, que profirió un rugido de dolor antes de desplomarse en el suelo. Para suerte de Xanorin, que había solicitado dejarlo vivo para interrogarlo, el troglodita estaba gravemente herido, pero no muerto. Aunque habría que estabilizarlo de algún modo antes de que fuera demasiado tarde.

Por otro lado, el prisionero del troglodita, empezaba a recuperar la conciencia. El individuo en sí se trataba de un musculoso humano, que aunque presumía de una abrumadora y potente constitución, había terminado cediendo a las torturas del cruel lagarto. Su cuerpo casi desnudo estaba cubierto de pequeñas cicatrices, probablemente fruto de lo que había estado sufriendo. Unas ataduras lo mantienen sujeto, por lo que habrá que soltarlo antes de que pueda moverse. También podéis apreciar que a su lado un cofre aloja las que probablemente son sus pertenencias, y a un lado de la sala hay cinco cofres cerrados más. No podéis evitar sentiros curiosos, al menos.

Esta ala también da paso a la escalera que asciende por la torre, por la que, antes de que os deis cuenta, escapa el lagarto eléctrico.

Xanorin, al ver al troglodita agonizante sintió algo de lástima; pero no dejó que eso interfiriera en su plan.

-Alain, suelta a ese hombre. Después lo subiremos ahí, curando antes algunas de sus heridas para evitar que muera. Quiero saber que está pasando aquí.

Mientras tanto, echó un vistazo de lejos a los cofres cerrados y luego a Saeko. -Alguien debería de mirar en su interior, pero ten cuidado. Me huele a trampa.

Fue un alivio que esa monstruosidad cayera ante los certeros ataques de la ninja. Nadir trató de calmarse entonces, justo cuando vió al lagarto salir corriendo.

- Dioses. Está mandando al traste toda la sorpresa. Por otra parte, respecto a croc, mejor será encadenarlo en puesto de este hombre y ya volveremos a interrogarlo si hace falta. Seguro que hay quien está deseoso de devolverle los golpes.

No lo dijo con orgullo o satisfacción, sino como una constatación. Él no iba a disfrutar en absoluto de un interrogatorio violento.

Nadir tomó su foco sagrado y lo levantó, para canalizar energía positiva y sanarlos a todos, salvo al monstruo. De esta forma, se sanaría él y ese bárbaro. Una vez en mejor estado, podrían hacerle algunas preguntas.
 

Saeko asiente ante la proposición del mago. Se dirigió al resto de cofres, dejando el que, presumiblemente, contenía las pertenencias del prisionero para cuando despertase. Trató de ir con cuidado por si se encontraba con alguna "otra" trampa.

Saeko se acerca cuidadosamente a los cofres siguiendo las advertencias del hechicero, y comprueba que no hay ninguna trampa en ellos. Los cofres contienen toda clase de contenido variado y en buen estado, probablemente robado por los trogloditas.

Erzkal despertó tras sentir como sus fuerzas volvian a él. Pero estaba desorientado, -¿el más allá se veia igual a la sala donde le estaban dando una paliza?- se preguntó. Miró alrededor y vió que el troglodita estaba en el suelo y cinco personas alrededor de la sala.

-Jaja- rió sin ganas mientras se ponia de pie. -¡Pensaba que las parcas venian a por mi, pero veo que no es mi hora!- dijo con desesperación.

-¡Gracias por salvarme y por matar a esa mala bestia!. Soy Erzkal, aventurero de los Halcones Blancos, aunque yo sea el último de ellos- dijo esto último con mucho pesar. -¡Por mi honor desde hoy mismo estoy a vuestro servicio para lo que queraís!- dijo con orgullo.

Efectivamente el bárbaro recuperó la consciencia y habló enseguida con ellos, presentándose como Erzkal. Era evidente que se trataba de un combatiente y aquello era positivo. Sus palabras fueron valerosas.

- Saludos, yo me llamo Nadir y soy clérigo de Sarenrae. Me alegro de que estés con nosotros.

Luego, al evaluar los cofres, el hombre miró satisfactoriamente a aquella cimitarra, el arma favorita de su diosa. Habían cinco cofres y ellos eran cinco, así que no hacía falta decir nada. Tomó su parte, esperando que los demás hicieran lo propio. Mientras, agarró al troglodita y tiró de él.

- Entre varios lo podremos encadenar a la pared.

Una vez lo consiguieran, Nadir se concentraría en las bendiciones de su diosa para estabilizar al monstruo, por si en el futuro les hiciera falta información.

Saeko agarró aquél wakizashi, ya que era la más experta en el uso de ese tipo de armas debido a su instrucción en el templo ninja. Agarró los diferentes papiros y los repartió entre Xanorin  y Damiel, además de darle aquella bella espada a Alain, que también portaba un arma similar.

- Aquí tenéis compañeros.

Al ver como se presentaba el preso que acababan de rescatar, hizo lo propio, siguiendo a su compañero Nadir.

- Yo soy Saeko. Y estos de aquí son Damiel, Alain y Xanorin. Somos compañeros de "viaje". Me alegra que alguien como tu se nos una en nuestra exploración. Seguro que nos esperan más de esos trogloditas por aquí cerca...

Damiel casi le arranco los libros de formulas de las manos a Saeko tras murmurar un leve "gracias", abriéndolos y ojeandolos como si le fuese la vida en ello. Sus enrojecidos rojos cruzaban las paginas a gran velocidad, y sus dedos pasaban las hojas casi sin tocarlas, pellizcandolas con las uñas. Cuando la ninja le presenta a Erzkal hace un gesto levantando la barbilla como saludo.

Yo estoy dispuesto a interrogar al bestiajo - dice como quien no quiere la cosa.