Partida Rol por web

Al echar otro vistazo, os dais cuenta de que todas las armas están oxidadas y más peligrosas para el usuario que para el enemigo contra las que las empuñarais; lo mismo con las armaduras. El óxido tiene toda la pinta de haberse producido por métodos naturales, por lo que es probable que la armería llevara ahí desde que se selló la fortaleza, por lo que el grupo de trogloditas simplemente la usaba como una estancia normal.

Después de buscar algo útil (y no encontrar nada de provecho) veis como el lagarto que os habíais encontrado en la estancia anterior os ha seguido y os mira mientras mueve su cola de un lado a otro.

Damiel se quedo mirando al lagarto, y haciendo gala de su sabiduria elfica, se acerco lentamente a el, agachandose y pasandole una mano por las zonas menos puntiagudas.

Hola, chico... o chica... o cosa. -Comenta en tono amable - dime, eres venenoso? Alguna sustancia de tu cuerpo tiene usos alquimicos? - el tono de Damiel intenta ser dulce, pero suena algo estridente y le sale algun gallo - Miralo, si parece Alain por conforme mueve la cola!

Cuando te paras a observar al lagarto, caes en detalles que no habías notado antes: posee unas marcas azules bajo la barriga que le identifican comúnmente como un "lagarto eléctrico". 

El porqué de este nombre es conocido sobretodo por los incautos: aunque normalmente son amistosos, a veces se sobreexcitan y activan unas glándulas especiales que producen electricidad que puede canalizar a corto alcance (aunque originalmente las usan para defenderse). Los lagartos eléctricos son animales relativamente raros, al menos en esta zona de Golarion, por lo que es más probable que alguien la trajera consigo a que haya llegado ella sola hasta aquí.

Tras observar al lagarto, se aleja un par de pasos sonriente.

Puedes seguirnos, chica... o chico... dejemoslo en cosa, pero nada de calambres, eh?- Damiel se gira hacia sus compañeros - Viéndolo de mas cerca, creo que es un lagarto eléctrico. No creo que se ponga agresivo pero puede soltarnos alguna que otra descarga eléctrica si se emociona demasiado. Lo que me extraña que un bichejo tan raro en esta zona de Golarion este aquí, solo. Apostaría a que nuestra lagartija es la mascota de ese... prisionero. Pero no son mas que especulaciones.

Había un montón de armas oxidadas ahí, nada de valor. Aquello no le resultó un incordio, sino un alivio, pues suponía que no había un extraño plan en marcha.

Nadir estaba renovando su hechizo de luz cuando advirtió la presencia del lagarto y que Damiel se le acercaba para examinarlo. El clérigo esperó hasta que escuchó al alquimista comentar que el lagarto podría seguirles y que quizá pertenecía al prisionero, pero se preguntaba qué clase de persona podría tener una mascota tan peligrosa.

- Probemos a seguir. Quizá nos dificulte el avance y entonces, lo intentaremos dejar encerrado otra vez.

No se explicaba cómo aquél bicho había abierto la puerta para llegar hasta ellos.

Xanorin encarcó una ceja ante Damiel. -¿Desde cuando puedes hablar con los lagartos?- Le dijo sonriente y con un claro tono de broma. -Podríamos llamarlo Rufus, cuando era un niño tuve un perro que se llamaba así.

Al decir esto, miro al largarto y lo llamo por dicho nombre.

Viendo la escena del reencuentro con el simpático lagarto amarillo, Saeko enarca las cejas y sonríe. Si alguien pudiera ver su cara, vería su sonrisa, tapada una vez mas por la capucha. Trata de no distraerse y continuar con la exploración, avisando a sus compañeros.

- Bueno gente, con lagarto o sin el, hemos de continuar, ya que hemos llegado hasta aquí. Seguiré revisando a ver a donde podemos llegar...

Y la joven ninja se adentra hacia la siguiente sala.

- Jaja, muy buena elfo.- Esta la apuntaría Alain para devolvérsela más tarde. - Mientras no nos retrase que nos acompañe.

Saeko guía en silencio al grupo a través del pasillo a la siguiente ala, acompañados del lagarto eléctrico que han decidido adoptar temporalmente. Pese a lo esperado, en el camino no encuentran a ningún troglodita más: pero no hay que bajar la guardia.

Pronto llegáis a la siguiente sala. La visión que contempláis es espeluznante. Un brasero de carbones ardientes se encuentra en el centro de la habitación, cuyo aroma acre se mezcla con un intenso olor a troglodita. Unos pocos cuchillos, atizadores, y otras herramientas de metales permanecen amontonadas en una caja de metal a un lado. De espaldas a vosotros, un gigantesco troglodita azota con un látigo a un joven humano, que se encuentra atado en un poste de madera. Con solo los pantalones puestos, tiene el pecho visiblemente herido y permanece semiconsciente. Cuando os ve entrar se le iluminan los ojos por un momento antes de sucumbir al agotamiento y bajar la cabeza.

Antes de que podáis aprovechar la ventaja de la sorpresa, el lagarto lo arruina: está visiblemente enfadado y lanza una descarga contra el troglodita, a quien no parece afectarle en lo más mínimo. Lentamente la mole de músculos se gira, mirándoos uno a uno de forma inquietante. 

- Carne fresca... - os dice mientras se relame. Habla en Común, algo que os sorprende.- Tasskar me ha prohibido matar a este, pero llevo mucho rato aguantándome, demasiado... ahora podré desquitarme a gusto...

Mientras avanzaba por el pasillo, Saeko iba atenta y preparada con sus hojas, por si se volvían a encontrar con más de esos trogloditas. De pronto, paró en seco al ver la escena que ocurría en la siguiente sala a la que llegaron. Ante su grupo, el troglodita mas grande que había visto nunca, y encima hablaba como el resto. A penas tiempo tuvo para comprobar que quien lacia a sus pies era el prisionero del que hablaban sus anteriores contrincantes. El sigilo no era una opción, como en el anterior combate, gracias al enfado de, presumiblemente, la mascota del hombre que lacia por los golpes.

Al ver la cara de aquel enorme troglodita, la joven ninja se preparó para lo que vendría, mientras buscaba con el rabillo del ojo a Xanorin y comentarle.

- Ahora no vendría nada mal que volvieses a agrandar a Alain, para que, al menos el, sea tan grande como esa bestia...

No había tiempo para florituras. Ese enorme hombre cocodrilo les amenazaba directamente. Era el momento de luchar. Así que levantó la lanza y se preparó para pinchar si se acercaba demasiado.

- Aún estás a tiempo para rendirte, animal.

Aunque su mirada ya expresaba que no iba a hacerlo. Pero meterse contra todo un grupo de aventureros no parecía decir mucho de su inteligencia tampoco.

Xanorin que se había dedicado a estar el último del grupo casi en todo momento, al ver la espeluznante escena en esa sala de torturas, tuvo una gran idea.

-No lo matéis ¡tenemos herramientas para hacerle hablar!

Damiel sonrío al ver al lagarto darle una descarga al bicharraco.

A la yugular, Rufus, a la yugular! - Gritó para azuzar al lagarto a defender a su amo mientras el se preparaba para el combate

Alain al ver tal bestia sólo pudo hacer una cosa... sonreír. - Me encantan cuando amenazan.

Iba a ser difícil tumbar a la criatura, e igualmente interrogarlo. Nadir simplemente tomó la lanza y trató de pinchar el cuello del monstruo, pero había demasiado movimiento a su alrededor y no consiguió impactarle. Esperó que el resto de compañeros tuviera ataques más acertados.

- ¡Ánimo, no podrá con todos!

Aquella bestia era tremendamente grande, seguro que seria mas duro que el resto de enemigos que habían conseguido sortear hasta ese momento. Saeko trató de rodear al enemigo, para que se centrase en sus compañeros de vanguardia. Tal vez así, podría flanquearlo y darle golpes más certeros. Trató de darle uno con una sola de sus hojas, herrando en el mismo.

Damiel no quería arriesgarse a herir a Saeko, a Nadir o al lagarto con sus bombas, así que el vial que le lanzo al troglodita estaba completamente vacío. Aún así, el lanzamiento falló.