Partida Rol por web

Pasaron un par de jornadas y el grupo siguió tras el rastro del ánfora. A medida que se acercaban hasta el grupo de hombres-serpiente que la habían robado aquella aciaga noche en Trela, podían notar la fuerza y voluntad de esa maléfica reliquia. El tránsito por las Estepas Sangrientas se hizo mucho más liviano gracias en parte a la supervisión de Shouddrim. La semielfa parecía altamente versada en el rastreo y en la búsqueda de caminos capaces de evitar las escabrosidades escarpadas de aquella tierra pedregosa y abandonada, pero además, la iniciada vigilante fue capaz de revelar un hecho preocupante... además de las huellas assatzi, se reconocían un grupo de huellas reptoides. En un principio la muchacha pensó que el grupo perseguido había sido asaltado por los rátidos, pero luego desestimó la hipótesis al no hallar signos de enfrentamiento... ¡¿Podían haberse aliado un escamote de ambas razas?!

Para Shouddrim aquello era podía ser perfectamente posible si un ente poderoso ejercía el influjo necesario para ello, y en entonces todas las preguntas quedaron respondidas. Los Tótems de Mormo, assatzi y rátidos colaborando para consecución de un objetivo mayor... Sagas. Esa era la respuesta al acertijo. Sus hermanos robaron el ánfora pero no acabaron con el aquelarre que lo poseía... Un error fatal.

Todo aquello apestaba a la obra de una saga, y por el bien del grupo, la semielfa deseaba que no fuera excesivamente poderosa. Había oído miles de historias sobre dichas criaturas. Algunas de ellas contaban que las brujas descendían de los gigantes, que en tiempos pretéritos fueron sus oráculos, pero ahora sólo quedaba el recuerdo maltrecho de una criatura vil y degenerada.

Finalmente, al tercer día de travesía, el terreno viró completamente. Cada vez se hallaba más próximo el Bosque Cuerno de Sierra, y eso hacía que la tierra se reverdeciera y no se mostrara tan yerma. Con sumo cuidado, la semielfa condujo al grupo hasta un recogido valle donde fluían riachuelos que se congregaban hasta conformar una cristalina cascada. Un sendero de tierra húmeda y cantos rodados más grandes que una vaca, conducía a su interior.

A medida que el grupo se aproxima, las voces siseantes de los assatzi indican que se encuentran allí. Una detallada  y sigilosa inspección descubre a un grupo conformado por tres hombres-serpiente apostados entre unos tocones de madera y algún tronco caído. Dos de ellos, con pintas de ser guerreros, discuten en su entramada lengua con lo que parece ser un mago, ya que éste último porta ropajes de mayor calidad y en su cinto no pende una peligrosa cimitarra serpentina -cosa habitual en la casta guerrera.

A unos cuantos metros tras ellos, se erige la embocadura de una cueva, de la cual sale un reguero de humo blanquecino.

El grupo pasó un buen rato debatiendo sobre cuál era la mejor opción para afrontar dicha contingencia. Todos parecían tener claro que lo mejor, era aprovechar su ventaja en en el combate a distancia, y así lo expresó el Sacerdote de Nemorga. Rythen, silencioso y abstraido como la mayoría de veces, permanecía perdido acariciando las afiladas puntas de sus flechas, mientras Sargs intentaba organizar a todos ellos. Arlen, por su parte, completamente recuperado de las heridas que le propinaron los mercenarios en las ruinas enanas, preparaba su cuerpo para el choque contra aquellas criaturas que habían demostrado ser fuertes y rápidas. Con respecto a la mención de que Ixir intentara emboscarlos, el rátido aceptó a regañadientes, sabiendo que Shouddrim estudiaba cada uno de los movimientos de la simiente desde el primer momento que se uniera al grupo. El reptante no era un adalid de valentía, pero lo que no era en absoluto era imbécil, y no deseaba que le creciera una flecha en la base del cogote...

Cuando todo estuvo hablado, la semielfa cargó una flecha y apuntó a unos de los hombres serpiente, pero al disparar, la cuerda del arco sonó con un arpa mal tañido, siendo la antesala de su errático y desviado disparo. Los assatzi miraron en direcció a la iniciada vigilante.

Habían sido sorprendidos.

Espoloneado por sus compañeros y con la sensación de que algo se clavaba en su nuca, tal vez una mirada desconfiada, Ixir se encapucho y empezó a reptar fundiéndose con las sombras, sus mejores aliadas.

llevaba preparada su recién adquirida espada corta presumiblemente mágica e impregnada de veneno. Su misión, acabar con el hechicero... no lo tenía muy claro, él contra un hechicero mano a mano... sabía que si volvía a fallar moriría sin lugar a dudas y si no fallaba lo tendría crudo para sobrevivir... pero algo había en Ixir que le empujaba ha hacer tal acto de valentía, el que no lo sabía nadie.

Menudo dilema, ejecutar el plan por sus compañeros y si hacía falta morir en el intento hacerlo o buscar una vía alternativa.

Mientras avanzaba maquinaba y se contrariaba con sus propios sentimientos. Cumplir la misión con y aquellos que le habían brindado algo que no conocía antes, la amistad, o bien seguir acongojado por la sombra de su ama y esperar el momento de ser recompensado tras robar el anfora

Ñiiiiic ñiiiic

su cerebro echaba humo y sentía que debía improvisar, tal vez si desde las sombras hallaba el anfora podría robarlo y escabullirse dejando el combate en desventaja para sus aliados y así ganar tiempo para huir.. pero esa maldita nueva incorporación... si su grupo sobrevivía al combate y la semielfa lo hacía también seguro que le darían caza sin esfuerzo alguno...

ñiiiiic ñiiiic quie piedo hacier, quieeee?

El combate no se había iniciado todo lo bien que Talbot hubiera deseado, pero era demasiado tarde para lamentaciones. Ante ellos se alzaban tres assatzi, una raza que en tiempos pretéritos, dominaron gran parte de Skar gracias a su hegemónico imperio. Ahora, simplemente eran los restos de una cultura consagrada a la Gran Mormo, la madre de todas las brujas, que vivían entre sus ruinas como un antiguo vestigio degenerado, a la espera de que su gran deidad retorne a la vida y les permita recuperar su verdadera posición dentro del mundo.

La distancia era demasiado larga para el uso de las dagas, con lo que el bardo decidió confiar en sus artes arcanas. Sin pensarlo, comenzó a realizar unos livianos pases mágicos, intentando derribar la barrera mental de tales criaturas. Sus ojos se fijaron en uno de los guerreros, pues el mago podía presentar una resistencia mucho mayor...

Talbot sonrió, cuando el guerrero assatzi quedó embriagado por el poder de su conjuro. 

Había tenido suerte.

Sargs se concentró en la situación para crear la deseada posición a su favor. La comunicación con su deidad parecía haber mejorado, y se abstrajo un momento para invocar su presencia en aquella lid. Con un salmo bajo inició dicha comunicación para transformarla en la invocación de varias criaturas para obtener una ventaja de la situación.

Sargs comenzó a sonreír cuando tres siluetas empezaron a materializarse alrededor del mago assatzi ....

Al abrigo de la espesura, el astil emplumado de una flecha rozó la mejilla del elfo antiguo. Su objetivo, el reptil que enarbolaba magicas fuerzas, se desdibujaba entre el follaje de los matorrales que les servían de refugio precario. Lo cual era algo engorroso a la hora de apuntar. Se consolaba, sin embargo, que si ellos lo tenían mas crudo a la hora de atacar de lejos, lo mismo valía para sus oponentes, lo cual, hasta que no se decidiesen las cosas por la via del arma blanca, dejaba el lance bastante parejo para unos y otros. Con un suspiro, la flecha se soltó casi con dulzura, atravesando ramaje rauda como un vencejo. El dardo, como casi siempre, fue a parar a donde su amo le decía, sin embargo, el entramado de hojas y ramas restaba fuerza al tiro, y quizas no fuese del todo suficiente para atravesar aquella piel dura y correosa.

La flecha del elfo salió disparada con gran maestría, y no hubiera errado su disparo si el follaje de los arbustos nu hubiera frenado la fuerza con la que el proyectil fue despedido. Esa pérdida de velocidad, fue suficiente para que el assatzi de nobles ropajes, pudiera evitar con gran agilidad el disparo de Rythen como si deun juego de niños se tratara.

- ¡¡SSSSSSHHHHHH!!- siseó con rabia

El Guerrero avanzó hasta ponerse a la par que la semielfa. No tenía claro aún si había alguna razón oculta para que ésta les ayudase, pero mejor cubrirla cuando la refriega empezase. Cargo una flecha y la disparo, sin demasiada convicción. Los ataques a distancia nunca fueron su especialidad...Así que tras disparar, enfocó su mente hacia el combate cuerpo a cuerpo que empezaría en breve.  Su lanza estaba presta, así como su escudo. Sus músculos estaban relajados aún, pero preparados para dar toda la fuerza que podían...

La verdadera lucha estaba cerca...

La flecha del tabernero pasó desviada sobre el assatzi mago. Mientras los hombres-serpiente discutían en su siseante lengua, el grupo había aprovechado el momento para perpetrar su emboscada, con unos resultados poco expeditivos. Los ataques a distancia, habían sido burdos disparos que los enemigos habían conseguido esquivar sin demasiadas preocupaciones. Y ahora pasarían a contratacar.

Uno de ellos, cargó con una velocidad endeminiada sobre Arlen, lanzando un golpe seco con la cimitarra que le hubiera cortado la cabeza si no llega a ser por la experiencia marcial del tabernero de Trela. Aún así, la afilada hoja de la cimitarra del hombre serpiente, dibujó una estela perfecta en el cuello del exsoldado.

Shouddrim ante esto, desenvainó una ligera espada corta curva de su espalda y lanzó una punzada contra el assatzi, pero nuevamente, el adversario fue más rápido que ellos.

El pequeño Ixir reptó amparado por sus queridas sombras en busca de su objetivo, estaba lejos, pero la paciencia aunque no era una de sus virtudes le era necesaria si quería sobrevivir a tan épico combate que se le avecinaba.

Todo hubiese sido más fácil si la maldita mestiza no se hubiese adelantado a la emboscada disparando tan rápido sin dejarle la oportunidad de poder acercarse antes... y encima disparo erroneo. Seguro que estaba de su lado?

Mientras el escurridizo rátido se movía haciendo uso de sus dotes de subterfugio, Talbot extrajo su bello estoque para hacer frente al escurridizo assatzi que tenía enfrente. A pesar de tirar a fondo con su acero, la criatura serpentina fue capaz de esquivar con facilidad el ataque del bardo semielfo. Había llegado el momento de cambiar de estrategia.

Por contra, el hechicero adorador de Mormo, lanzó un fuerte coletazo a uno de los escarabajos que lo sitiaban aplastándolo como el que aplasta a un gusano. El golpe fue sencillamente demoledor. También intentó desgarrar el cuerpo de otro de los insectos, pero la quitina que lo cubría era lo suficientemente dura como para que las afiladas garras del noble assatzi no consiguiera atravesar su carcasa.

Sargs se puso en movimiento con la ballesta todavía cargada, en dirección a Arlen, mientras los escarabajos mantenían ocupado al mago el tiempo suficiente como para que Ixir llegase hasta él.

Tenían que darse prisa para eliminar a estos molestos adversarios, y por ello recurrió a un nuevo don para imbuir en el tavernero una fuerza y resistencias inusitadas.

La trampa había saltado...y había fracasado. Los reptiles ya se movían prestos al contraataque, tratando de rodear al tabernero, mientras el hombre-rata pululaba entre lso enemigos. Rythen volvío a cargar una flecha y la soltó veloz. pero el barullo de la emboscada fallida hizo que su proyectil fuese con muy poco tiento sobre el hechicero assatzi, apenas rozandolo. Aquel combate no empezaba nada pero que nada bien.

parapetado tras su escudo y acompañado por sus compañeros, el tabernero lanza el puyazo hacia el hombre serpiente. El ataque sale desviado a ala derecha, y si impacta apenas le hace un arañazo al assatzi. 

Maldita sea!!- Reniega Arlen.Todo el plan se ha ido al garete, y todo está saliendo mal. Como si  algo ayudara a estos seres o les desfavoreciese a ellos.

¡Pues no lo permitiría! Se parapetó tras su escudo y aprestó la lanza. apuntando al cuello del enemigo. No escaparía a su próximo ataque...

Los assatzi eran unas criaturas rápidas y bregadas en mil batallas y combates, no en vano, hace siglos fueron el imperio dominante del viejo Skar, y sus legiones de soldados y hechiceros campaban por el mundo sometiendo a los jóvenes pueblos del ser humano.

Arlen continuaba lanzando puyazos y manteniendo la distancia, pero el hombre-serpiente esquivaba y respondía con su cimitarra. En uno de esos lances, Shouddrim aprovechó la coyuntura para hendir su acero en el costado de la criatura, cortando la escamosa armadura y piel del enemigo.

Por su contra, el otro guerrero que escoltaba al noble mago, lanzó cuchilladas sobre el escarabajo de fuego que se hallaba frente a él. Por suerte el exoesqueleto del insecto de gran tamaño parecía resistir a la fuerza bruta del assatzi.

El escualido rátido seguía en su empeño de no ser descubierto mientras buscaba la espalda del adversario que se le había asignado... no estaba muy cómodo con la tarea, pero tal y como se estaban manejando sus compañeros tal vez no iba a ser tan dura su tarea.

ñiiicñiiic

rechinaba para sus adentros, mientras reptaba de arbusto en arbusto

Talbot continuaba luchando codo con codo junto a Arlen, aunque cierta sensación de rabia comenzaba a aflorar en los ojos del tabernero. Ayudándose del acecho del exsoldado y la iniciada a Vigilante, el bardo lanzó una estocada que pasó demasiado lejos del assatzi -que pudo esta vez sí- evitar ser alcanzado por el peligroso y afilado acero del semielfo. 

Viendo que acribillar al hechicero assatzi no daba sus frutos, y que el barullo de su escolta y de los escarabajos de Sargs impedían un tiro acorde con su valía, Rythen salió del matorral con unas zancadas suaves y fluidas como el agua nueva de un arroyo y se colocó en linea con el guerrero reptiliano que acometía al resto del grupo. El blanco era perfecto, y durante una milesima de segundo el mundo se detuvo para ofrecer al elfo maldito una clara imagen de su objetivo. La flecha surgió con delicadeza y voló sin trabas hasta la correosa piel del assatzi. Sin embargo, la dura naturaleza de semejante pellejo mermó con mucho el daño recibido.