Partida Rol por web

Sinbad se acerca a la pared del oeste y mira ensimismado los relieves.

Pasan unos largos segundos en los que el camellero parece haberse perdido mirando en las formas del mal lideradas por el efreet. Finalmente sale de su ensimismamiento y le habla a Jaali.

-Jhavhul-

-¿Que sabes de ese nombre?-

Jahvhul? - Piensa un poco y dice - Nada. A que viene la pregunta? - Jaali le mira con curiosidad - Reconoces al effretti o a alguno de sus amigos? Ya te he dicho que tienes sangre especial.

-No tengo sangre especial- Murmura Sinbad.

-El nombre me debe sonar de algo.- Responde alejándose de la pared y dando por entendido que el nombre lo ha leído en ella. -Quizá lo escuche en alguna fogata de campamento.-

-El moho no hace esos espirales.-

 

Se mesa la perilla de su barba mal afeitada y sus dientes desiguales se rozan mientras piensa.

-En cierto modo me recuerda el templo de la arena de Ashtur y sus trampas-

Cuando Simbad está cerca, Diegen le pregunta:

 

- Qué pasó en el templo ése que decías antes?

Cita:

En respuesta a Diegen, Sinbad le dice -Nada en concreto, aparte de muchas muertes.-

-El templo estaba plagado de trampas, lo que descubrimos por las malas cuando buscábamos refugio de una tormenta de arena, el rugido del viento se mezcló con los gritos de horror y dolor de nuestra comitiva.-

Tuerce una sombría sonrisa al recordarlo.

-Entendimos a las malas que las marcas de arena en el suelo marcaban el lugar de las trampas, pues la arena se amontonaba en las junturas de la piedra.-

En una fogata? Como la que asusto a los mercenarios? - dice Jaali arqueando una ceja viendo que no hay nada escrito en el mural - Si sabes algo que puede ser relevante dilo ahora, hombre del desierto.  

Y respecto al musgo, nota mental: Deja que el psicopata entre primero

-No se nada relevante ... si tu no conoces este nombre quizá Yessef lo sepa, cuando salgamos de aquí ya se lo preguntaré.-

-¿Seguimos?- Añadió Sinbad intentando dejar la conversación atrás.

- Mas vale que no le toquéis mucho los huevos al pajaro ese. No vaya a ser que se cabreé y venga a darnos de picotazos - dice siempre prudente el elfo al ver las miradas que le echa el mago. Este es capaz de usarlos para cualquier conjuro raro o investigación loca. Si almenos fuera para una tortilla...

El grupo, liderado por Diegen, continua su camino por un vestíbulo decorado con diversos signos de Serenae.

Al final del vestíbulo se abre una sala grande octogonal, la vieja sala capitular del monasterio. Es una sala austera, sin más decoración en las paredes que unas gárgolas. Los restos de un circulo de sillas es todo lo que queda del mobiliario.

A un lado del pasillo se abre otra cámara, una vieja capilla. Toda la pared estaba decorada por una linea de placas de madera en las que filigranas de oro trazaban dibujos, o al menos eso puede suponerse de las pocas que quedan y las manchas en la pared. En las placas mejor conservadas se pueden ver imágenes de la vida de Vardishal, el hombre barbudo que aparece en muchos otros lados en este monasterio. Pegado a la pared hay otra estatua del mismo santo. Tiene los brazos extendidos, como para aceptar una ofrenda. La estatua tiene un montón de marcas de hachazos, como si hubieran intentado destruirla. Tras ella unas escaleras bajan hacia las criptas del monasterio.

Diegen se fija en dos cosas: la estatua delante de las escaleras y el pequeño jardín encerrado entre la capilla derecha y la sala capitular. Es raro que un jardín no sea accesible. 

Después vuelve sobre sus pasos y observa las estancias que han quedado cerradas. 

Dónde están esos malditos monos? De momento sólo hemos visto los huevos de los pájaros...

Diegen Y Jaali tras comprobar que no el monasterio no les cubica bien, logran encontrar una puerta secreta que comunica la sala capitular con el jardín antes inaccesible.

El jardín es un desastre, sin cuidados se ha convertido en una selva(*).

Diegen continua liderando la exploración y abre las dos puertas que quedaban.

La primera, la más al sur, da a los restos de una biblioteca. El suelo esta lleno de restos de libros, y las paredes llenas de librerías vacías. Alrededor de toda la habitación, a media altura del techo, hay una balconada que permite acceder a las estanterías más altas.

La otra habitación contiene cinco camas, cada una con los restos de una baúl de metal a los pies, y los restos de una oficina humilde. Todo eso regado por una gran capa de suciedad y excrementos, que probablemente pertenezcan a los 8 monos babuinos que miran con hostilidad a Diegen. Los monos enseñan sus colmillos, se golpean los pechos y se lanzan de forma agresiva hacía el semi-elfo.

Sin embargo en cuanto este retrocede los animales se quedan quietos mirando a Sinbad y Jonova. Hay algo en ellos que tranquiliza a los animales que pasan de una actitud totalmente agresiva a acercarse a ellos con más curiosidad que otra cosa. Incluso Jarael parece unirse a la fiesta sin despertar temor en los monos.

Digen entra en la habitación. Ve a los monos, los monos le ven a él, e inmediatamente se le acercan hostiles. Diegen desefunda las cimitarras, dispuesto a defenderse, retrocede buscando dejar espacio a sus compañeros...

...y entonces ocurre algo inesperado: al ver a Simbad y Jonova, los monos se tranquilizan. Dejan de hacer caso a Diegen y sólo prestan atención a los dos exploradores, que parecen tener un toque especial con los animales. Les miran, les tocan, uno de ellos incluso parece jugar un poco con Jarael, que no le hace mucho caso pero se deja toquetear un poco sin quejarse mucho. 

Cuando alguno de los otros miembros del grupo se acerca a los monos, éstos enseñan los dientes. Parece que sólo son amigables con Simbad y Jonova, pero con nadie más. 

- Ésto va a ser un problema si queremos montar un campamanto en el templo, no? Simbad, tú qué propones hacer con ellos?

Jaali se queda en la biblioteca, mirando a ver si hay algo interesante