Partida Rol por web

Duine, sorprendido, trata de asestar golpes sin precisión con su espada, al tiempo que con la maza lanza un golpe transversal algo más preciso contra su oponente. Duine no grita por el dolor, no reza por su Dios, no pide ayuda. Duine comienza a sentir el fuego de la batalla en su interior.

¿Mas bichos raros? Genial... Con un suspiro de frustración siguió al último de ellos pensando en lo desastroso de la incursión. Entrar y salir, entrar y salir... maldita sea, ¿no puede ir por una vez todo conforme al plan? 

Casi sin tiempo para las presentaciones, accedisteis de nuevo al pasillo que llevaba a los establos. Allí, un paladín de Rao llamado Duine  estaba siendo atacado por tres esclavistas semiorcos. Sin mucha dificultad os deshicisteis de ellos y unisteis fuerzas con el vengativo caballero.

Tras ello os enfrentasteis a un crecimiento forestal alquitranado que se ocultaba en una pila de harapos. A lo que el cambiaformas Raliet se opuso.

Explorando el templo decidisteis no acceder a una especie de cementerio y acabasteis con media docena más de orcos. A pesar de encontrar unas escaleras que daban acceso a un nivel inferior, optasteis por explorar la planta de la superficie del templo y, volviendo sobre vuestros pasos, entrasteis en una zona de escombros donde os visteis sorprendidos por dos basiliscos. Gracias al conocimiento de Leoster, fuisteis capaces de evitar sus miradas que os hubieran petrificado. Después evitasteis a un espectro que parecía ligado a las ruinas del templo. 

Mas tarde salisteis al patio interior que  servía de acceso principal al templo. Allí, una decena de orcos había preparado una emboscada que no tuvo éxito gracias a los reflejos de Magus. El mago lanzó una bola de fuego e hizo explotar un artefacto que los orcos habían preparado. Incluso el mago sufrió parte de la onda expansiva de la explosión pero fue un mal menor que les permitió deshacerse de los guardianes del templo.

Keyleth accedió por las puertas principales y activó una trampa que logró evitar con un grácil movimiento y después la desactivó para que el resto del grupo pudiera acceder al corredor principal.

Mientras tanto, Duine decidió explorar otro de los habitáculos cerca de la entrada del templo y ahí encontró algo inesperado: La sala estaba abarrotada con cuerdas, bloques y taburetes de madera. En la sección principal había una mesa, con una vela y un tazón de gachas sobre ella. En la parte posterior de la habitación se encontraba el cabrestante para elevar el rastrillo exterior. Sentado en la mesa un hombre comía mientras tres esclavos en la pared del fondo, aparentemente desencadenados, le miraban fijamente.

-Ya está desactivada--anuncia orgullosa Keyleth mientras regresa junto a sus compañeros--Ha sido fácil.

Ajena al tipo y su extraño comportamiento, la pícara elfa sigue explicándose hasta que por fin observa la sorprendente escena:

-Resulta que la trampa mágica tenía una ligera complicación, un astuto cambio de forma en el diseño que...

-¿Y éste? ¿Pues no se ha quedado ahí tan tranquilo comiendo a pesar de la explosión de hace unos minutos?

Muren estaba atento al laborioso trabajo de Keyleth con las trampas cuando escuchó algo a su espalda. Duine había abierto una puerta, y por su gesticulación, parecía haberse topado con algo inesperado. Temiendo lo peor, el enano preparó su hacha y se aceró hasta allí, pero la escena que se encontró no le terminó de sacar de dudas. Aquel sujeto parecía ser uno de los esclavistas, pero no se mostraba hostil. Más bien todo lo contrario, estaba extrañamente tranquilo. Muren decidió esperar acontecimientos.

- Uff... Por si no fuese suficiente el caos que acabamos de montar... este extraño paladin chillón - Habló en apenas un susurro, más para él que para que otro lo escuchase - ¿Qué habrá encontrado tras esa puerta que lo ha dejado callado?

Vio pasar al enano corriendo hacha en mano y casi sin pensarlo se aproximó hacia la puerta con un gesto curioso en el rostro.

Duine observa al hombre esclavizador y le señala con sus armas.

-Hablad antes de morir.- Comenta

Ante la interrupción de Duine, el hombre suelta la cuchara que sostenía dejándola caer sobre el cuenco de gachas y al mismo tiempo se levanta mientras alza un hacha con la otra mano.

- ¿Qué demonios queréis?- dice- ¿No veis que estoy comiendo? Bastante escándalo están formando ahí fuera como para que ahora vengáis a interrumpirme.

Parece totalmente abstraído de lo que ha pasado hace un momento en el patio. Mientras tanto, los esclavos os miran con incredulidad.

-No puede ser. Este tipo está más sordo que una tapia--razona Keyleth ante la sorprendente actitud del panolis.

-Disculpe que le hayamos podido entorpecer la digestión, caballero. Nada más lejos de nuestra intención, la verdad. No obstante, ya que hemos llegado a esta incómoda situación de manera ciertamente casual, ¿sería tan amable de confirmarnos si es usted esclavo o esclavista?

-¡Ah! Le ruego que sea lo más sincero que le sea posible, pues me temo que le va la vida en ello--amenaza la pícara elfa al feo humano del hacha.

¡Aquí soy yo quién hace las preguntas!- Replica el hombre- ¡Prepárate a probar el filo de mi hacha!

-¡Veamos qué hacha es más poderosa!-ruge Muren.

Asombrado por la flema y la prepotencia del individuo, Leoster se prepara para la batalla

Duine dice con cierta decepción...

-¡ESCLAVISTA!