Partida Rol por web

Te aventuras por el viejo poblado, las casas están casi decrépitas aunque todavía serían habitables, está claro que el pueblo en su día fue muy importante, si no hubiera sido por esto hubieran construido cabañas de madera en vez de piedra y no quedaría nada de ellas...

Pocas cosas ves interesantes hasta que giras una calle y ves ¡¡un mercado!!
Toda la gente de allí parecen ladrones, asesinos y gente de mal vivier. Parece una espécie de mercadillo de cosas robadas, ves que todo son hombres ¿te acercas al mercadillo o quedas observando desde la lejanían sin quete vean?

¡¡Lo sabía!! ¡¡Sabía que una ciudad tan importante no iba a ser abandonada con facilidad!!

Sonríe para sí misma. Las ruinas de las ciudades suelen servir de foco y refugio para toda clase de calaña y algo le decía que Camelot no podía ser menos.

Observa el mercado tratando de que no la vean, apenas unos segundos para captar qué tipo de calaña está reunida. Acto seguido, retrocede sobre sus pasos con suma cautela y busca un agujero apartado de miradas ajenas para comenzar con su disfraz (no sé si viste algún dibujo de Helie y la ropa que suele llevar. Puesto que la conservaban al final, aprovecharé eso para reestructurar su apariencia).
El pañuelo grande de la cintura (como el de Jack Sparrow) se lo pone liado sobre el pecho, para aplanarse, aunque antes se limpia bien en él cualquier rastro de maquillaje. La camisa amplia por encima para cubrilo. Los pantalones son anchos. El pelo lo recoge en una trenza, gracias a la abundancia del mismo no creo que tenga problemas para ocultar la punta de sus orejotas. En teoría, así debería parecer un muchacho joven, recién salido de la adolescencia, aunque emplea algo de tierra para tiznarse un poco la cara y las ropas. Quiere adoptar la apariencia de cualquiera de los que están ahí, y ese es el mejor modo de no llamar la atención. Luego, revisará lo que pueda portar encima para ver si tiene algo que emplear para hacer trueque (del equipo no estoy muy segura, tendrás que decirme tú si lleban lo mismo que solían llevar pero sin armas o si sólo tienen la ropa. Por si acaso, por regla general suele llevar unas pocas joyas encima como modo rápido de pago, por si se queda sin monedas.)

Ni qué decir tiene que adoptará la actitud, movimientos y maneras de un ladrón en ciernes. Oh, si, y prestará oído a los rumores, que nunca se sabe.

Apenas recorres -mediante empujones y codazos- dos pasos cuando ves un puesto de venta -destartalado como todos los demás- con armas robadas, no parecen las más poderosas del mundo, pero hay de todo tipo, algunas realmente extrañas... Los precios supones que son muy bajos, pero ni tienes dinero, ni has oido hablar nunca de la moneda que usan: "septercios"

Con cuidado (es ágil, es posible que no necesite los empujones para moverse) se desliza por entre la marabunta de gentes de dudosa reputación hacia el destartalado puesto. Analiza las armas en busca de algo interesante. Arco, flechas y espada, es todo con lo que se conforma, pero si algo llama su atención (intuición?) lo analizará detenidamente.

Ves, a un ado del tenderete en el que estás, en un cubo lleno de armas de saldo, un viejo cuchillo, de filo oxidado -al igual que todas las armas de ese cubo- pero que curiosamente el mango está completamente nuevo... el cuchillo llama mucho tu atención.

Trata de tomar el cuchillo oxidado, fingiendo un interés algo desmotivado por dicho arma en un principio. Pero cuando va a robarlo...

-Ouchs, mierda...

¿Pero qué has hecho?

Mira rápido a su alrededor en busca de una via de escape.

El mercado abarca unos doscientos metros totalmente abarrotados de gente. Tu estás en la segunda tienda así que no estás metida muy para dentro, aún así casi una decena de personas te separan de la salida.

El tendero te ha pillado intentando robar una de sus posesiones con menos valor -según el- la sorpresa es lo único que ha hecho que no grite aún, pero ya está abriendo la boca para hacerlo...

Es una calle estrecha, de unos 3 metros de ancho pero repleta de gente, la calle tendrá unos doscientos metros de largo y por ambas partes desemboca en pequeñas plazas circulares de unos diez metros de diámetro. Las ruinas son casas sin puertas ni ventanas ni pintura de ninguna clase, se ve que por dentro están llenas de hierbas y arbustos que se han apoderado de su interior.

Reconoces las maltrechas estátuas del centro de las placetas redondas... pese a estar demacradas la silueta es lo suficientemente aclaradora como para guiarte.

Una vez dicho todo, pongamonos en situación:

El tendero te acaba de ver robando, tu acabas de sacar el cuchillo del cubo y el esta apunto de gritar y dar la alarma a todos. Estás rodeada de gente aunque estás en un extremo del mercado y solo unas diez personas te separan de la huida, en caso de que tengas que huir.

-Perdone, ¿qué precio tiene este cuchillo?- Habla antes de que el hombre pueda gritar, su voz modificada para tratar de aparentar la de un chaval joven, casi un niño. Sonríe inocentemente mientras se lo muestra, sopesándolo al tiempo como si no supiera absolutamente nada de armas, pero tratara de aparentar que si.

El tendero, un habil ladrón también, al igual que la demás gente de mal vivir que monta dicho mercado, mira al joven. Había visto algo extraño en su forma de coger el cuchillo, como si fuera a robarlo, pero quizás solo fueran suposiciones.

Vender a ladrones... esto acabará con mis nervios.

Vale dies septercios... es una anticualla, aunque quizás el pomo te pueda valer para algo.

Sopesa el cuchillo con cara de no estar muy convencido. Lo analiza detenidamente, con gestos algo torpes (atenta por si tiene algo que pueda captar su atención, como alguna inscripción que se le pasara por alto al principio o algo así). Las manos de dedos finos y largos y ese aire de inocencia que, sin duda, habría perdido demasiado pronto, amén de algún que otro detalle, lo hacen, ante ojos expertos, un aprendiz excelente, por así decirlo, un diamante en bruto que pulir hacia el arte del robo (o esa es la imágen que quiere dar).

-Está demasiado oxidado para costar tanto... ¿De dónde ha salido? Ni que llevara siglos debajo del agua...- Frunce los labios en una curiosa mueca pensativa. -Creo... Creo que podría limpiarlo, pero no vale más de tres septercios.

Como se entere que no tienes ni un chavo te lincha.

-Calla, calla, que me desconcentras...

El vendedor acerca su cara a tí, como si fuera a decirte algo muy importante.

Este cuchillo lo arrancaron de las manos de un vampiro, dicen que su precioso filo se oxidó al mismo momento en que dejó de estar en contacto con sus dedos.
Este cuchillo está en posesión de mi familia desde hace tantas generaciones que me dolería vendertelo por menos dinero.

-Vam....vam...piro?

Da un paso atrás instintivamente, con los ojos muy abiertos y cara de susto/admiración/nosesabebien. Mira el cuchillo y permanece un momento con los labios entreabiertos, como si no se lo llegar a creer del todo.

-¿Cómo...?

El tendero te mira extrañado, al principio le había alegrado sorprenderte pero tu última pregunta le había dejado en ascuas.

¿"Como" que? te pregunta sin enteder tu pregunta.

-El... El Vampiro -Traga saliba, los ojos muy abiertos y espectantes, como un niño ante la historia contada por su abuelo. -¿Cómo era? -Hace gestos amplios, como si tratara de describir al ser con sus manos, pero en su forma de mirar se puede adivinar las ansias por escuchar una historia nueva. Luego mira de pronto el cuchillo.- No... no estará maldito, verdad?

El tendero te mira, parece que las malas vibraciones sobre ti le han desaparecido, supones que muy pocos de los que van a ese lugar escuchan sus histórias.

Creo que la única maldición es no poder venderlo dice medio riendo para al instante ponerse serio...
Casi todos los objetos que tengo aquí tienen tras ellos una história. Esta sucedió precisamente en este pueblo, en aquellos días el pueblo seguía tan abandonado como ahora, pero estaba habitado por todo tipo de bestias extrañas que acabaron matándose unas y otras. Una de las peleas en especial la libró un vampiro y un un extraño joven de piel grisácea, curiosamente el vampiro lejos de atacar con los poderes que se les atribuye le atacaba con este cuchillo.
Parece que el vampiro perdió pero el joven, herido de muerte desapareció tan rápido como había llegado. Mi antepasado creyendo muerto al vampiro fue a quitarle el cuchillo, y cuando lo consiguió aquel ser abrio sus ojos grises y trató de decirle algo, pero para entonces mi antepasado ya estaba a varios pueblos de distancia.

Con este cuchillo en su posesión.

Te mira con ojos inquietos.

Siete septercios y es tuyo.

Mira el cuchillo, dudoso. La mueca que tiene denota que no está especialmente convencido de comprarlo.

-Cuatro.

Dice con la voz algo marcada, titubeante quizá debido a lo impresionante de la historia.