Partida Rol por web

Una vez en el pasillo, fuera del gran salón, se paró para coger aire, pues aunque era una persona deportista y ágil, estaba demasiado abrumada para poder aguantar además la carrera que acaba de hacer, para evitar ponerse a llorar delante de Gerald y terminar abrazada a su mejor amigo.

Mientras estaba allí, escuchó la voz de su tio a sus espaldas, se giró justo cuando le vio caer por las escaleras...

- ¡oh! un grito de angustia salió de su boca. Se quedó plantada en el sitio, seguramente su corazón se paró por un segundo, dejando de bombear la sangre necesaria para que su alterada cabeza pudiera con todo aquello.

De repente la oscuridad apareció de la nada como si alguien la hubiera invitado a entrar y le hubiera abierto las puertas de par en par.

Evelyn se desvanecía sin remedio a los pies de la escalera cerca de donde su tio había caido y su amigo Gerald intentaba auxiliarle.

Seguí los pasos de Gerald aunque mi avanzada edad y mi bastón hacían que me fuera imposible seguir su ritmo ... justo cuando llegué a las escaleras oí la voz de mi hijo que se preocupaba por Richard ... y justo cuando dí unos pasos por las escaleras pude comprobar el porque de su pregunta ...

Richard había caído intentando seguir a Evelyn ... y Gerald se encontraba con el ... aunque parecía que Richard no había sufrido ningún daño aparente.

Cuando llegué a su altura les dije a ambos ...

-Richard ... será mejor que te vea un médico ... a nuestras edades cualquier golpe es ...

Mi voz se paró de repente ... y mi cansada vista se había clavado en una imagen escalofriante ...

-Gerald hijo ... dije señalando con el dedo escaleras abajo ... -Evelyn ... está en el suelo ... dije sin poder de reacción.

Cuando comenzó a recuperar la vista Richard empezó a ver a la persona que le atendía era Gerald, hizo gestos para quitárselo de encima, pero sin mucho esfuerzo. Intentando situarse tras el golpe y el mareo, tal vez más fruto de la bebida que de una contusión, miró a su alrededor. A poca distancia pudo ver el objeto de su persecución caída en el suelo.

Le pareció oír una voz familiar escaleras arriba con el murmullo de los curiosos que sin duda les habían seguido a él o a Gerald.

- "Chico, estoy bien, de verás... Pero deberías estar atendiendo a Evelyn..." - Hizo un ademán por levantarse pero el mareo amenazó con estrellarlo contra las paredes y lanzarlo contra el techo. Por ello decidió quedarse sentado apoyando contra la pared. Poco a poco fue dejando caer su peso sobre la sólida construcción a sus espaldas mientras se levantaba para intentar ir bajando escaleras abajo.

- "Mi pobre niña, ¿qué te ha pasado?" - Gemía con tono lastimoso.

¡By Jove!

El trabajo se le acumulaba a Gerald StJohn. Tras la caída del tío de Evelyn, ésta se desmayó a pocos metros de donde trataba de atender al anciano. Viendo que Richard empezaba a recuperarse, Gerald se levantó de un salto y, en dos zancadas, llegó junto a su amada, tras señalar a su padre que atendiera a Richard.

Tras comprobar el pulso, alzó a la joven y, con ella en brazos, buscó un diván donde acomodarla, lo que hizo en breves instantes. Una vez recostada, requirió del criado el agua fresca y el paño y procedió a aplicarlo, humedecido, sobre el rostro de Evelyn.

¡Evelyn, Evelyn, reacciona!, le dijo suavemente, semiarrodillado junto al diván.

Evelyn continuaba con los ojos cerrados, aunque gemía no parecía que fuera a despertar tan fácilmente.

Su pequeño y hermoso cuerpo estaba algo tembloroso, y cuando Gerald volvió a coger el paño para mojarlo de nuevo lo notó algo caliente. Eso le llevó instintavamente a pasar la mano por la cara de su amada, que apartó rápidamente.

Estaba ardiendo. ¡Fiebre! Algo horrible en aquella época, enfermedades que comenzaban con altas fiebres se llevaban a familias enteras sin remedio.

Evelyn comenzó a susurrar palabras sin sentido y casi imposible de entender. Solo una se pudo escuchar claramente.

-... Padre...

No es posible se oyo decir a él mismo ¡Pero Kadesh, mira el sarcófago!

Mudo de asombro, contemplaba el féretro que descansaba con serenidad en el centro de aquella asombrosa sala, de aquel estudio o biblioteca, rodeado por montones de papiros y con aquel escritorio cubierto de polvo.

Una vez más, Kadesh tenía razón, los fotografos tenían que salir de aquí, el humo de los fashes estaba enloqueciendo a William.

¡Fuera todos, largo de aquí! grito al rodearse hacia los fotografos.

Los fotógrafos se apartaron refunfuñando y los dos hombres quedaron a solas en silencio.

Si bien ahora mismo lo unico que queria era dejarse llevar he investigar segun fueran saliendo las cosas, se repetia que lo hiciera como el sabia.

Señor, echemos un vistazo preliminar y luego vallamos haciando una inspeccion mas metodia por zonas, clasificando y catalogando todo....

Sabia que todo lo que decia tenia sentido, peo se callo. En el silencio de la camara todo comentario sobraba.

¡Fiebre! El cerebro de Gerald aceleró una velocidad. Si estuviéramos en las colonias de Su Majestad cabría pensar en una enfermedad tropical, pero no cabe descartar un golpe de calor; el baile y la humedad de Londres este verano se pueden haber juntado peligrosamente.

Sin mirar hacia atrás, Gerald chascó los dedos en dirección al criado que le había traido el paño humedecido. ¡El carruaje de los Doughton, a la carrera!, dijo con aire imperioso. Apartándose un momento de Evelyn, se puso a garrapatear unas notas en un cuaderno que sacó de un bolsillo [Para el mayordomo de la familia Doughton, 22 Baker St, de Gerald StJohn: haga llamar médico familiar stop desmayo con fiebre Evelyn stop vamos de camino en el carruaje stop] y, dirigiéndose a otro criado le dijo: Haga enviar urgentemente este telegrama, por favor.

Una vez el carruaje en la puerta, Gerald levanta de nuevo a Evelyn y la lleva al coche de caballos, acomodándola en su interior. Si ve a su padre, le pide que les siga en el carruaje de los StJohn, llevándose con él al tío de Evelyn; si no, garrapatea las instrucciones y se las da un criado, con instrucciones de dárselas a su padre.

Evelyn abrió los ojos pesadamente y se descubrió en brazos de Gerald mientras la acomodaba en su carruaje.

- ¿Dónde.....................? su voz apenas con fuerza para salir de su boca fue extinguiéndose en un susurro... Gerry... sus ojos se cerraron de nuevo y su mano quedó apretando la fuerte mano de su mejor amigo.

Cita:

En el coche, camino de tu casa, repondió Gerald. No te esfuerces en hablar, en un momento estaremos allí.

¡Cochero, a casa de los Doughton, deprisa!

En un momento Gerald se hizo cargo de la dramática situación que se había dado en la fiesta ... el llevo a su amada en brazos hacía el carruaje y lo hizo todo con una rapidez y una sangre fría que denotaban su madurez a pesar de su escasa edad comparada con la mía ...

Ahora todo estaba en sus manos ... y en las manos de Dios ...

Justo antes de que los dos enamorados estuvieran lo suficientemente lejos como para no escuchar mis palabras le dije a Gerald ...

-Mantennos informados hijo ...

Me dirigí hacía Richard y le dije tendiéndole una mano para ayudarle a levantarse ...

-Vamos a que un médico te examine ... y luego te llevo a casa ...

Fue Kadesh el primero en romper el silencio y hablar. Y razón no le faltaba, es más, William ya estaba catalogando mentalmente, en una primera ojeada todo aquello, y no pudo reprimir hablar en voz alta.

El mobiliario es romano. Y ésta es Cleopatra. Mira las monedas sobre la mesa, Kadesh. Tienen su imagen, y están recién acuñadas. Solamente esto puede valer...

Siguió mirando, recorriendo con la mirada la pequeña estancia, admirando todo lo que había allí, hasta que su vista se poso nuevamente sobre el sarcófago.

Pero ese sarcófago encierra el cuerpo de un antiguo faraón, amigo mío. Todos los detalles de la decoración lo indican. Es tan refinado como cualquier de los que se hayan podido encontrar en el Valle de los Reyes.

Todo lo que estaba contando William era verdad. Era en efecto un tesoro, incalculable.

Si pero las cosas no casan. Romanos, cleopatra, un faraon del bajo reino. Osea, como puede estar todo esto aqui.
¿Quien lo ha puesto, y cuanto hace?

Las preguntas brotaban solas, al igual que la fascinacion. Habia algo raro en todo aquello, algo paradojico, y no terminaba de entender el porque...

Richard aprovechó la mano que su amigo le tendía y aprovechando la pared acabó de levantarse y se apoyó ligeramente en el siguiendo su iniciativa de ir a buscar atención médica. No creía que tuviera nada grave, nada más allá de un par de moratones; pero sabía que a su edad era mejor prevenir que luego lamentarse.

-" Vamos, amigo. Lleveme a un doctor."

Intentó seguir con la vista a Gerald y Evelyn pero parecía resultar demasiado esfuerzo para su agitada cabeza. Por suerte sus gafas habían resultado ilesas, pensó, al menos podía ver sin muchos problemas el mundo a su alrededor. Parecía que había atraído público a su espectáculo. Era probable que en ese momento fueran el verdadero centro de la fiesta. A ver cuanto tardaba Emma en aparecer y exagerarlo todo.

Lentamente subimos las escaleras que habíamos bajado hacía apenas unos instantes ... yo apoyado en mi bastón y Richard apoyándose entre la barandilla y el brazo que me quedaba libre ...

Finalmente llegamos de nuevo al salón principal donde estaba la gente reunida y donde había visto algún médico disfrutando de la fiesta ...

Acompañé hasta una de las sillas a Richard y le dejé allí aposentado apenas unos segundos hasta que volví con un médico que empezó a examinar a Richard ...

-¿Estás bien amigo?

Durante el trayecto, Gerald no deja de controlar la temperatura de Evelyn, aplicando el paño húmedo a sus sienes, y sosteniéndole la cabeza en el hueco de su brazo, todo ello sin dejar de mirar por la ventanilla para calcular el tiempo restante.

Por fin, el carruaje se detiene frente a la mansión de los Doughton, y Gerald baja a Evelyn del mismo en brazos, y la lleva hasta la entrada, donde ya espera, con la puerta abierta, el mayordomo. ¿El doctor está de camino?, pregunta sin detenerse. Y sin consentir que nadie le ayude, Gerald enfila escaleras arriba hacia el dormitorio de Evelyn y la deposita cuidadosamente en su cama, arreglando decorosamente los pliegues del vestido.

Sólo entonces consiente en separarse un metro de la cama.

Y si es un Rey, ¿cómo pudo ordenar ser enterrado aquí? William se aproximó al sarcófago y con un gesto pidio a Kadesh que iluminase el hermoso rostro policromado, con los oscuros ojos pintados y los labios exquisitamente delineados. Juraría que esto es de época romana, añadió respondiendo a la pregunta de kadesh, pero no estaba seguro de lo que decía.

Pero el estilo...

Kadesh, es demasiado realista. Es obra de un artista romano que ha imitado a la perfección el estilo de la dinastía XIX.

Pero, ¿cómo se puede explicar eso, amigo mío?

William señaló las líneas de jeroglíficos que rodeaban a la figura pintada en la tapa. Más abajo se distinguía la caligrafía griega, y a continuación la latina.

"No toquéis los restos de Ramsés el Grande", leyó William .Dice lo mismo en las tres lenguas. Diría que es suficiente para que cualquier hombre sensato lo piense dos veces.

Pero no yo. Se respondío. Haz venir a varios hombres. Vamos a abrir este féretro de inmediato.

El ayudante se acerco a la entrada e hizo pasar a un par de muchachos.

No tenia ganas de abrir el sarcofago hasta entender bien que era lo que ocurria en equella sala. Pero William ya se habia decidido y no habia vuelta atras.

Solo esperaba que dentro del sarcofago no ubiera nada o fuera todo un mal y extraño sueño.

Agarrad por ahi y ahi. Quiero que tireis todos a una, dearcuerdo. Preparados, listos. ¡YA!

La tapa estaba bien puesta y parecio por un instante que no iva a ceder, pero empezo a hacerlo lentamente.

Debía ser algo digno de ver, dos ancianos subiendo con grandes esfuerzos por las escaleras como si volvieran de la guerra. Cuando ya estaban llegando arriba dos de los sirvientes (un camarero y el criado que anunciaba a los asistentes que llegaban) les ayudaron a llegar a arriba y a buscar un sillón donde esperar mientras llegaba el doctor. Richard se recostó ligeramente sobre el lado izquierdo, ya que el derecho estaba aún algo dolorido. Se volvió a Bryant e intentó calmarlo:

- "No te preocupes no es nada, y seguro que Evelyn solo ha sufrido un desmayo por la impresión, si se parece en algo a su padre siempre se ponen en lo peor."

Al poco llego el Doctor Wilwrigth y empezó a obscultarlo.

Fue Rita la que abrio la puerta y al ver entrar a Gerard como una insolación dentro del hogar de los Doughtong estubo a punto de pegar un grito. ¡Tenía a la señorita Evelyn en brazos! Y lo peor de todo ¡Estaba dormida! Se santificó varias veces mientras cerraba la puerta, apenas le había dado tiempo a ello, cuando Gerard ya estaba abriendo la puerta de la habitación de la Señorita en la planta de arriva.

Corrio como buenamente pudo, su rechoncho cuerpo y su poca habilidad para hacer las cosas rápidas le impedían acelerarse en situaciones como la que se estaba sucediendo. Aún así, consiguió alcanzar el cuarto justo cuando Gerard se separaba de su Ama.

Al verla allí, tumbada, se le escapo un grito ahogado, y se tapo la boca con las manos. Aquella impresión era demasiado fuerte para que su pobre corazón pudiera aguantar. Sentía un profundo amor por la Señorita, por toda la familia Dougtongh, que la habían cuidado como una más, y ver allí a la Señorita era demasiado para aguantar.

Las lágrimas comenzaron a florecer de sus ojos como lo hacen los capullos al sol. Sin poder reaccionar, oyó la pregunta del amado de la Señorita. Sí, el médico. Entre sollozos consiguió contestar.

Oscar ha ido a buscarlo. No tardará mucho. ¿Que ha ocurrido?