Partida Rol por web

Los soldados, habituados a ver todo tipo de viajeros, no hacen ninguna muestra de sorprenderse al ver un enano en aquellas tierras. Quizá no sean los que más visiten las ciudades humanas, pero Libantir es una ciudad bastante cosmopolita y en ella habitan personas de muchas razas diferentes.

-Pues... hay varias posadas en la zona central. Pero cerrarán el acceso en 15 minutos. La más asequible es la Posada del Caminante, diría yo. ¿No crees? - pregunta el primer soldado a su compañero.

Éste asiente.

-Hay otras, pero es la que queda más cerca de la plaza del mercado. Justo al cruzar las puertas. Además, creo que había un anuncio buscando gente para una misión.

-Sí, pero es una misión suicida. ¿Quién en su sano juicio entraría por propia voluntad al Bosque de las Almas? Solo locos, sin duda.

-Oye... que no te oiga Lady Luthica. Ella ha ido de cabeza...

-Si... mejor no decir nada... o nos colgará de los...

-De los pulgares, sí...

Erik asintió a la pregunta del bardo. Rodolphus les había dicho lo que quería que hicieran, pero sin saber cómo hacerlo, poco probable era que fuesen a conseguir algo.

-Disculpe, pero no sé mucho sobre el Bosque de las Almas. Pero me llama la atención que teniendo un ejército, y siendo esto tan importante, no mande a sus soldados a hacer lo que sea que haga falta hacer. ¿Qué hay en ese bosque?¿Monstruos?¿Animales salvajes?

Caleb estaba ahora cruzado de brazos, dejando apoyado su bastón en la pared. Parecía mas interesado en examinar a sus futuros compañeros que en lo que pudiera decir aquel tipo. Como siempre él siempre veía primero el lado negativo y muchas cosas de esta aventura no le cuadraban como ya empezaban a preguntar alguno de ellos.

— Dinos lo que hayas venido a decir y ya. Si lo que dices es cierto no tenemos tiempo que perder, el destino del Reino está en nuestras manos. — dijo aparentemente serio, aunque escondía detrás un tonó ácido entre lineas.

Nada de aquello tenía demasiado sentido. Le estaban diciendo, en serio, que estaban poniendo la integridad del reino tal y como lo conocían en manos de unos desconocidos con cuyas habilidades ni habían valorado? Frunció el entrecejo con toda la suspicacia que se podía reunir en una frente tan pequeña mientras miraba al tal Rodolphus mientras registraba las preguntas de sus compañeros. Para su sorpresa, el que se llevó un minipunto Lakara fue el bufón. ¿Jaskier, era?

- Dudo que esas magias se activen solas y, pum, maldición para la princesa con toda la mala puntería del mundo, ¿no? - concluyó con ironía. Era evidente que alguien había tras todo aquello. Sus intereses, poco le importaban. Lo que más le importaba fue la respuesta que le daría de lo que dijo a continuación a pesar de que había valorado callarlo -: No somos el único grupo, ¿verdad? - afirmó.

Era estúpido pensar que apostaban la paz a un pequeño puñado de gente. Claro, nada de ejércitos o alguien podría aprovechar la debilidad del reino. Igualmente, nada de los hombres más válidos del rey o, por lo mismo, alguien podría sospechar. Pero si lo apostaban todo a ellos, aquello le resultaba de lo más estúpido. Y los reyes no tomaban decisiones estúpidas.

¿O sí?

Se limitó a afirmar con la cabeza a lo que decía Rodolphus, de forma totalmente automática y con una sonrisa en el rostro. La frase final del consejero le hizo especial gracia porque era bastante ingenuo si creía que con mandar unas florecillas a sus familiares sería suficiente, no viéndose afectado a raíz de ello. De verdad que el Rey debería buscarse otra gente.

- ¿Y cómo sabéis que el bosque está lleno de magias poderosas? ¿Lanzasteis una bota desde lejos y de repente 'puf' se volatilizó? -Se irguió de nuevo en el sitio.- Sabes más de lo que cuentas. -Apoyó al resto de sus compañeros.

Me froto el mentón

¿Soy el único que no se ha dado cuenta de una cosa? Es todo demasiado 'heróico' y demasiado 'poético'. La princesa está a punto de cumplir los 18, y sólo le queda un corto mes de vida.
El rey podría haber ido a lo bestia ¡Tener varias hijas! Tener una mayor que cargase con la maldición y entrenar al segundón como heredero.
Y como bien ha dicho el fortachón Erik el Rubio, enviar al ejército al bosque de las almas, quemarlo hasta la última rama, y buscar la respuesta entre las cenizas.

Pero mi madre no crió a un completo tontorrón.

"No somos el primer intento. Pero somos el último ¿Verdad, señor Rodolphus? El último y desesperado intento" Seguro que el duque ya se ha probado antes la violenta propuesta de Erik, o mis salidas. Con el único resultado de que la princesa siga maldita "Cuentenos también los intentos anteriores. Si tropezamos en el mismo fallo que los anteriores porque usted se ha callado algo, el fallo no se achacaría a nosotros sino a vos"

Gemnir escucha la conversación entre los dos guardias, y el rumor sobre una "misión suicida" capta enseguida su atención. Parece que después de todo, va a tener suerte en la capital. Lo de "suicida" haría echarse atrás a muchos, pero no es el caso del enano. Aunque ha aprendido a no menospreciar los riesgos, también ha ido dándose cuenta de que los seres no habituados a una vida de combate suelen exagerar los peligros. Seguramente valga la pena echar un vistazo.

—Bien... Posada del Caminante —repite para no olvidar el nombre—. Muy agradecido, buenas noches.

Hace un gesto de saludo y se vuelve para caminar a paso ligero en dirección al centro de la ciudad. Buscará esa posada y una vez allí, tratará de enterarse de algo sobre esa misión tan arriesgada. Dependiendo de lo que se trate, quizá haga como esa tal Lady Luthica y se meta también de cabeza en el asunto.

-No hay otros grupos ni ha habido otros intentos. La existencia de la maldición se ha descubierto recientemente mientras se hacía inventario y conservación de las Crónicas del Reino. Esos documentos llevaban siglos y siglos descuidados así no se tenía constancia de tal hecho. La Maldición se cumplirá dentro de 2 semanas, el mismo día en que la princesa Yokhara cumple 21 años.

Mira a Morwen con cara de pocos amigos.

-Jovencita, si sabes lo que te conviene, no me trates como a uno de los clientes de tu taberna. Aquí, en esta sala, no tienes poder algo. Quizá esa actitud te sirva con ellos, pero no conmigo. Muchos han entrado en el Bosque y pocos han salido. Aquellos que lo han hecho, no vuelven enteros. Su mentes están quebradas por lo que han visto en el interior. 

Muchos conocen las leyendas del Bosque de las Almas. Se dice que en el viven seres mágicos que dejaron de habitar el mundo de los mortales hace mucho tiempo. Seres puramente mágicos y conectados a la misma tierra, pero con rencor hacia aquellos que les robaron sus tierras. El Bosque de las Almas es, básicamente, una fortaleza para aquellos que quieren guardar secretos en su interior.

-Está en vosotros aceptar esta misión o no. No pensarías que se os iba a dar una recompensa cuantiosa solo por un paseo por el bosque, ¿no?

Contemplo al Rodolfus.
Una expresión inquisitiva, MUY inquisitiva

"No ha respondido a mi primera pregunta, señor. Se ha descubierto la maldición, a base de inventariear. Pero ¿Que mas se sabe? ¿Quien la lanzó, cuando, como y por qué? Porque sinceramente, me cuesta creer que justo ahora venga un funcionario, con un papiro en el que dice 'la princesa está maldita', y eso sea todo lo que necesitan para convocar esta compañía"

Por dentro, no me creo que se contentasen con enviar a UNA SOLA expedición al sitio más peligroso, en vez a todas las tropas como dice Erik, no cuando hay tantísimo en juego, y por parte de unos perfectos desconocidos.
Y si lo hacen así, es porque algo se guarda este señor.
¿Nos enviarán para cargar nosotros con la maldición en vez de la princesita?

Ir a un bosque lleno de magias extrañas del que pocos habían vuelto enteros, a intentar algo de lo que sabían tan poco, que incluso si el sitio donde tuvieran que buscar la solución fuera un bonito prado florido sin más peligros que mancharse de hierba, poco probable era que pudieran lograrlo, por la promesa de una recompensa cuantiosa, pero que probablemente no iban a lograr, si es que volvían. Erik no se preciaba de ser un pensador, pero aún así, incluso él se daba cuenta de lo estúpido que sería aceptar aquello. Había muchos trabajos que podía buscar, peor pagados, pero en los que a llegar la noche tendría su sueldo y todos sus miembros.

Pero...

Lena soñaba con ser maestra de escuela. Y probablemente lo consiguiera. Era la que tenía más cabeza de toda la familia. Ana por las noches bordaba su ajuar de boda con su madre. Y sus padres seguían siendo sanos y fuertes, pero estaban entrando en años. Si hubiese una guerra, quién sabía lo que podría pasar en el pueblo. Incluso allí en las montañas puede que no estuvieran a salvo.

No creía que pudiese hacer mucho. Pero si había alguna posibilidad, tenía que intentarlo.

-Yo iré. Pero tiene que contarnos todo lo que sepa. Si entramos a ciegas, no vamos a conseguir nada. Si quiere que tengamos alguna posibilidad de romper la maldición, tiene que dejar que nos preparemos.

Me mantuve en silencio todo el rato, cada uno soltando sus opiniones, que parecían converger en lo mismo, que no se sienten seguros y quieren saber más. Yo también quisiera saber más, evidentemente, y hay algo en Rodolphus que me preocupa.

—El rey no moviliza al ejército para mantener todo esto en secreto, ¿se hacen idea de si algún enemigo se enterara de esto? Podrían aprovecharse.
Y suspiro.
—Es por eso que necesitamos un número reducido de personas capaces, que podamos pasar desapercibidos mientras resolvemos el problema. Claro que nadie está seguro de si lo lograremos, pero tenemos que intentarlo.

Esto no puede ser, debería acompañarnos un guía al menos, alguien que conozca el lugar, haya estudiado bien acerca de la maldición...
—Rodolphus, ¿hay alguien más aparte de ti que haya estudiado esas escrituras? Sería conveniente que algún erudito venga con nosotros, alguien joven y capaz de viajar por terreno hostil. Alguien que nos diga qué carajo hacer una vez estemos allí dentro.

Morwen tomó aire varias veces recordando la postura de su madre de siempre hablar las cosas. Gracias a eso logró contener los instintos de tirarle una cerveza por encima. Bueno, en realidad logró contenerse porque no tenía ninguna jarra a mano. Pero pensar lo primero le ayudaba a sentirse mejor consigo misma.

- A los únicos clientes que trato mal son aquellos que se sobrepasan conmigo o los míos. Si te quieres poner en la misma categoría que ellos... cosa tuya -sonrió-.  No sé qué problema tienes conmigo, porque para empezar no soy la única que se quejó de tu actitud con nosotros, y para seguir fuiste tú el que empezó por despreciarnos ¿No tienes mucha fe en nosotros? Me parece correcto, pero no esperes que nos tomemos a bien que nos mires por encima del hombro.

Seguramente tendría que haberse callado, pero si lo hacía le estaba dando la razón a Rodolphito, y no la tenía. No. La. Tenía.

- Yo estoy dispuesta a aceptar la misión también. No esperaba que fuese un paseíto por el bosque -continuó con retintín- pero cuanta más información nos des está claro que mejor será. Para todos.

Todas aquellas explicaciones sólo podían cogerse con pinzas. Si es que el mismo Jaskier había dado en el clavo, ¿cómo se descubría una maldición por hacer inventario de las mismas? ¿Cómo iba eso? ¿Hoy toca inventario de maldiciones, la del príncipe sapo, la de la chica de la torre, la de... epa, la de la princesa, cómo pudimos olvidarla? Era ridículo a más no poder. Incluso en el hipotético caso, y era mucho hipotetizar, que aquella maldición hubiera sido lanzada hacía siglos, en fin, ¿quién hacía inventario de maldiciones? ¿Y por qué en un momento tan oportuno?

Ella seguía por comprender que no se mandaran ejércitos, eso lo tenía claro pues el reino no podía quedar sin protección, pero lo de que no hubiera más grupos, eso no se lo creía. Le olía a mentira y a problemas futuros, porque le sonaba a algo así de que muchos entraban pero sólo unos cobraban, ergo, sólo unos salían.

- Yo estoy dentro - como si pudiera hacer otra cosa. A pesar de que aquello le olía a encerrona, su madre le había dejado más bien pocas opciones -. Pero vamos a ir abreviando. Cuéntanos lo que estés dispuesto a contar de una vez, está claro que es lo que vas a hacer igualmente así que no le veo el sentido a ir haciendo preguntas que sólo van a encontrar como respuesta un insulto o una mentira.

-No he dicho ni una mentira en todo lo que estoy diciendo. Si así lo creéis, os invito a abandonar la sala. En cuanto a lo que sé, poco más que lo que os he dicho. Muchas de las Crónicas se perdieron en un incendio que hubo. Los archivos reales fueron pasto de las llamas y muchos documentos se perdieron. El inventario que se llevó a cabo reveló la maldición, pero poco se sabe de quien la lanzó y el por qué. 

Mira a los presentes y luego a Luthica.

-Luthica, te dejo al cargo. Otros deberes requieren mi atención, pero debo advertiros que nada en el bosque es lo que creéis. Las criaturas de ese bosque son malvadas y todas llenas de rencor. Y la maldición que el Bosque guarda en su interior no es menos peligrosa. 

Se encamina a la puerta.

-El destino de esté mundo, tal y como lo conocemos, está en vuestras manos. Un guardia de la puerta Sur os abrirá el paso.

Rodolphus sale del reservado y se aleja entre los parroquianos para luego salir de la posada.

Gemnir no tarda demasiado en cruzar el primer nivel para llegar a las puertas del segundo. Esas se cierran unos 15 o 20 minutos después que la muralla, dando tiempo a los viajeros a llegar a un nivel más seguro que el que da acceso a la ciudad. Tampoco tarda demasiado en encontrar la plaza del mercado ni a encontrar la Posada del Caminante. El letrero colgante es de madera robusta y tiene dos bastones cruzados, en referencia a los viajeros.

Gemnir llega justo a tiempo para casi toparse con un hombre que emana un aura altiva y de poder bastante grande. Se aleja hacia el primer nivel, solo mirándolo de reojo. Un buen guerrero sabe cuando se encuentra con alguien con el que es mejor no enfrentarse sin estar preparado.

Se cruzó de brazos y resopló.

— Lo que has dicho y nada, es lo mismo.. menuda perdida de tiempo — comentó abruptamente en un tono completamente ácido. Cogió de nuevo su bastón y dio un par de golpes en el suelo, como comprobando su consistencia.

Se giró en redondo y se encaminó hacia la puerta.

— Tengo que preparar unas cosas para el viaje, os esperaré fuera. — dijo sin esperar la respuesta de nadie.

Al llegar a la posada, casi se topa en la puerta con ese hombre, y algo más aparte de la educación básica le hace apartarse para dejarle paso. Algo en él impresiona, pero no tiene que ver con su aspecto. Los instintos de guerrero de Gemnir se han puesto alerta simplemente con cruzarse con él, pero afortunadamente ha sido un encuentro fugaz. Queda claro que en Libantir hay gente sorprendente...

Sin perder más tiempo, cruza la puerta de la posada para echar un vistazo dentro y localizar a alguien que pueda ayudarle con el tema de la cena, el alojamiento y por supuesto, el encargo suicida. Ya no se trata sólo de un tema de necesidad, si no de curiosidad. ¿De qué puede tratarse, y quién debe de ser esta Lady Luthica que cuelga de los... pulgares a los guardias de la ciudad? Probablemente sea sólo una frase hecha, pero cosas más raras y crueles ha visto Gemnir...

Erik no pudo evitar que se le escapara un pequeño suspiro descorazonado al ver marcharse a Rodolphus sin haberles dado ninguna ayuda. Había esperado que fuera difícil, pero no una aventura a ciegas.

-Supongo que podría haber ido mejor.-Miró a los que aún quedaban alrededor de la mesa-Si todos vamos a ir, imagino que a partir de ahora seremos compañeros. Quizás es el momento de presentarse en condiciones. Ya dije que mi nombre era Erik. No sé mucho de magia o espíritus, la verdad. Trabajo como guardabosques en una aldea en las montañas. Pero sé desenvolverme en un bosque. Al menos en uno normal, nunca he tenido que aventurarme en uno mágico. Y sé defenderme con la lanza y el cuchillo. Si es que las cosas que encontremos se pueden herir con lanza y cuchillo y no son fantasmas o algo parecido. No estoy seguro de que pueda hacer mucho más que ayudar a proteger al grupo, pero haré lo que pueda por ayudar. Encantado de conoceros a todos, aunque no sea las mejores circunstancias-terminó, dedicándoles una ligera sonrisa alentadora y una inclinación de cabeza.

- Ya tiene que lamer bien el culo. -comentó mientras su mirada se quedaba detenida en la puerta del reservado momentos después de que Rodolphus saliera por ella.

Hizo un gesto con la mano para despedirse del tuerto. Ella había sido más precavida y se había llevado todo a cuestas así que no tenía que hacerse un viaje de más, y menos mal porque entonces igual una segunda vez no era capaz de librarse de su padre.

- Yo... -parpadeó un par de veces, aún sin saber muy bien cómo presentarse tras haberlo hecho Erik. Él no parecía tener mucha experiencia pero aún así, al lado de ella, era un aventurero más que experimentado. Esperaba que, tras contar lo poco que sabí, no le echasen a pedradas del grupo-. La verdad es que esta es mi primera misión así de seria. Soy diestra con el arco, y no se me da mal pasar desapercibida y ser una con los bosques porque me he pasado la mayor parte de mi infancia haciendo el cabra por ellos. -Sonrió con cara de circunstanciaas-. También se me da bien patearles el culo a los borrachos, pero no creo que eso sirva de mucho a donde vamos... -añadió intentado hacer la gracia para desviar la atención de su poca experiencia.