Partida Rol por web

Gemnir aun no ha decidido si comer algo o no cuando una mujer, mucho más alta que cualquier otra que haya conocido, ya sea humana o elfa, sale de la zona de reservados y se encamina hacia la puerta. Da tiempo a que los parroquianos bajen la voz por la impresión. Pero no dura mucho. Todo vuelve a la normalidad una vez sale por la puerta de la posada.

Lo primero que hago, acompañado de la buena de Luthica, es tirar de mis recuerdos, de historias que conociese, y cuando eso no baste, buscar recordar acerca de gente en el pueblo pudiera saber más de leyendas, de magia, del bosque y de sus historias. Al menos, que supiesen más que yo.

"Me suenan algunas leyendas e historias" comienzo. Me saco la zanfoña, y afinandola -no voy a ponerme a cantar y hacer música. No ahora- trato de afinar los recuerdos igual que me voy afinando el instrumento. "Acompañadme a comprar algunas raciones secas y trataré de ir recordando los mitos durante el camino.

"Lanzarse ciegamente y de cabeza al peligro es de locos muy necios"
"Lanzarse al peligro sabiendo a lo que te enfrentas, es de locos, pero unos locos no tan necios"

Se había encogido ligeramente de hombros cuando Morwen la miró para ver si pronunciaba el nombre correctamente, si tener más idea que ella. Que las personas que le parecían más fiables del grupo fueran una elfa y un bardo con tintes de bufón, decían demasiado del grupo que se había conformado. Quizás eso explicaba porque Rodolphus se había largado tan rápido, porque había asumido que debía ir a constituir otro grupo cuanto antes mejor. Desde luego, de quien no se podía fiar era de la elfa al mando porque con el arranque de mal humor con el que había explotado ante el primer contratiempo...

Por lo demás, parecía que las misiones del momento constituían en armarse de provisiones y tirar de conocimiento popular, algo para lo que ella resultaba poco útil, lo primero porque ya lo tenía todo y lo segundo porque entre todas sus virtudes, la simpatía no se encontraba entre ellas.

- Puedo quedarme a esperar al tal Caleb, o buscarlo, no puede a ver ido muy lejos - se llevó una mano a la pierna, evidenciando el tema de la cojera -. Pero digamos que nos encontramos en las puertas en...¿una hora?

Gemnir va a responder al ofrecimiento del posadero cuando esa mujer hace acto de presencia. Nada más salir por la puerta, el enano vuelve a girarse hacia el dueño del establecimiento.

—Una ración de pan y queso, gracias —dice—. Por cierto... ¿quién era esa mujer que ha pasado?

Lo pregunta en un tono casual, pero no se le ha escapado que los clientes casi han enmudecido ante su paso.

—Menuda presencia, pocas veces me he cruzado con mujeres con esa planta...

Esa iba a ser su vida a partir de ahora. 

Echaba de menos la comodidad y la tranquilidad de su laboratorio, donde tenía a mano todo lo que necesitaba para trabajar de manera óptima. Ahora se encontraba medio escondido en una estancia, manipulando substancias peligrosas en un entorno terrible para trabajar y muy precario.

Pero se tenía que acostumbrar, pues necesitaba llevar a cabo la misión aquella para conseguir suficiente favor de las autoridades como para poder revertir su situación y poder empezar una vida nueva.

Aún así trabajaba con minuciosidad aplicando exactamente cada una de las formulas que tenía escritas en aquel pequeño libro que se había llevado consigo. Tampoco podía evitar su adicción a los químicos con lo que todos los reactivos sobrantes los reservó para el final y se hizo una especie de cocktail que lo dejó noqueado un buen rato.

Se quedó tumbado en aquel suelo de madera en un estado de ensoñación y semiinconsciencia.

-En una hora, entonces. Buena suerte, Lakara

Erik recogió su equipo y se acercó un momento al posadero para pedirle que les pasase a Morwen y a Caleb el mensaje del punto de encuentro en las puertas, en una hora, si venían por allí y luego volvió con los demás aún en la taberna.

-Yo estoy listo cuando quiera, Maese-Le dijo Erik a Jaskier, abriéndole la puerta para que saliera, ocupado el bardo como estaba con las manos enredando con su instrumento.-¿A quién vamos a preguntar primero?¿Se le ha ocurrido alguien?

Cuando abrió la puerta de la letrina dejó escapar un suspiro de hastío. Fue más consciente aún de que pasaba demasiado tiempo en la taberna de sus padres y que eso hacía que olvidase que la gente podía ser muy cerda si les dejabas.

- Mira de verdad... -Masculló y se dio la vuelta en dirección a la salida de la taberna.

Si aún no habían llegado sus compañeros probaría a cambiarse detrás de algún árbol o arbusto cercano a la taberna, si ya estaban todos allí entonces no le quedaría otra que cambiarse a la entrada del mismo bosque.

Antes de que el posadero pueda responder, un chico se acerca a él para pasarle un mensaje. Lo que puede escuchar es algo como "Esperar" y "Puerta Sur". Luego se marcha sin siquiera reparar en él* tras la mujer y en compañía de un ser no demasiado alto y con un instrumento. Sin duda, no es una combinación usual.

-Perdonad, Maese Enano. Vivimos en tiempos extraños, ¿no cree?

Le sirve la ración de pan y queso y le cobra 5 cobres en total.

-La mujer es Luthica. Forma parte del ejército y es la consejera militar del Rey. Una elfa oscura... por suerte, no parece seguir el camino que siguieron hace siglos los de su raza. Aunque tiene mal carácter.

Cuando Morwen vuelve sobre sus pasos a la única con la que se encuentra es a Lakara. Los demás parece haber hecho algún conjuro de desvanecimiento o algo así porque no hay ni rastro de ellos. Y parece que Lakara tiene en mente una misión concreta que requiere su atención en esos momento.

A Jaskier, a pesar de sus conocimientos del lugar y de todo lo interesante que por allí pasa, no tienen ni idea de a quién preguntar sobre lo que hay en el interior del bosque. No conoce a nadie que conozca a alguien que conozca a otro alguien que haya entrado en el Bosque. Sabe que hace muchos, muchísimos años, se dejaron de explorar los territorios entre los árboles y no ha habido nadie lo bastante valiente, o tonto, como para adentrarse en ese lugar. Hasta ese momento.

Lo que si parece recordar son historias de seres mitológicos y mágicos que habitan ese lugar. Hay leyendas que hablan de criaturas juguetonas, también de seres que podrían arrancar el alma con sus zarpas o de magias tan poderosas que podrían cambiar el mundo tal y como lo conocen. Poco más que leyendas, sin duda. Solo los muertos saben lo que allí se esconde. O, quizá, la gente que vive más cercana al Bosque.

La otra cosa de la que se dan cuenta es que a esas horas, con el sol ya casi oculto en el horizonte, no hay tiendas abiertas en las que comprar provisiones o equipo. Tendrán que viajar con lo que ya tienen.

Gemnir asiente a las palabras del hombre, mientras empieza a dar cuenta de la cena. Es entonces cuando el posadero menciona el nombre de Luthica y Gemnir hace un gesto de sorpresa.

—¡Oh! He oído hablar de ella a los guardias —comenta—. Parece ser que literalmente, es de armas tomar...

Ya que la conversación ha llegado a ese punto, decide sacar el tema que le interesa para ver qué puede averiguar.

—Por cierto, señor... También ha llegado a mis oídos un rumor sobre un anuncio para reclutar a gente dispuesta para una... "misión suicida". Así la llamaron al menos. Podría interesarme, ¿sabéis algo?

— En verdad el único que podría saberlo es algun sabio que conocí... y que murió hace ocho meses. De viejo — dice Jaskier, pensativo
— Tenia algunos conocidos que exporaban, pero ninguno que tenga historias del bosque. Todos los que se me ocurren, estan muertos y enterrados.

La verdad es que su talento, el de 'saber cosas y conocer gente' le está fallando

— Lo que si es cierto es que al parecer hay tanto seres juguetones como bestias que pueden cortar carne y alma

— Cht, casi que habría sido entonces buena idea comprar alcohol. Una ofrenda de vino podría haber sido una buena idea ¡Imaginate! Las hadas del bosque tienen fama de pequeñas. Y todo el mundo sabe que una lengua borracha habla siempre mas de la cuenta"

Encogiendose de hombros, te sugiere que vayamos ya a la puerta. No quedan ya ni tiendas para aprovisionarse, ni tampoco contactos a los que pedir ayuda o consejo.

-Ah... esa misión. Había un tipo con el parche en el ojo que se ha puesto a gritar sobre la misión. Sin duda, buscando a quien la ha organizado. Luego Rodolphus, la mano derecha del Rey, ha venido y se los ha llevado a todos a un reservado. Serían unos 5 o 6.

Sirve a otro de los clientes que hay en la barra y de dispone, de mientras, a preparar uno de los pedidos de una de las mesas. La cosa se está animando en la posada.

-Tres de ellos ya han salido. Luthica es una de ellos. Si le interesa esa misión podríais hablar con ella. Pero parece que trata de adentrarse en el Bosque de las Almas. Yo iría con cuidado. He oído historias... y muchas de ellas no son buenas. Hay muchas leyendas de males antiguos que habitan en ese lugar. Los dioses nos salven de que algún día se liberen.

Morwen mira a la mediana y luego alrededor, buscando al resto. Bueno, mejor. La verdad es que si tenía que quedarse a solas con alguien, prefería que fuese con Lakara.

- ¿Y el resto? Bueno -hizo un gesto con la mano, restándole importancia- ¿te importaría vigilar mientras me pongo la armadura allí? -Carraspeó y señaló al primer sitio medianamente oculto que vio. La cosa se estaba alargando y solo quería ponerse la maldita armadura.

Vigilar. Había estado a puntito de decir que si le importaba cubrirle mientras se cambiaba, y podía ver que las posibilidades de que la mediana se cabrease por eso eran bastantes, y no iba iba a culparla por ello... Pero había que reconocer que era una visión bastante graciosa.

De nuevo ese nombre, el Bosque de las Almas. Realmente no es la primera vez que Gemnir oye hablar de él, y es cierto que corren historias sobre cómo nadie que se haya adentrado en él ha vuelto para contar lo que esconde. Sin duda, los guardias y el posadero hacen bien en calificar como suicida cualquier misión que implique entrar en su espesura. Quizá fuera buena idea mantenerse al margen... pero hace tiempo que Gemnir dejó de temer por su persona.

—Bien, pues si ya han partido, iré empaquetando esto para llevármelo —dice el enano, empezando a guardar la cena en su bolsa—. Tengo fama de fuerte, pero no de rápido. Si quiero alcanzar a esa tal Lady Luthica, será mejor que no le de mucha ventaja.

Mientras guarda las vituallas, se dirige una vez más al posadero.

—Quizá fuera de ayuda que me contárais alguna de esas historias tan oscuras...

-Supongo que poco puede hacerse, Maese Jaskier. Si nadie sabe nada de ese bosque, no nos queda más que ir allí y verlo nosotros mismos-le contestó Erik, caminando a su lado-. No sé habrá por aquí alguien que sepa lo que hay cómo se cazan esos seres mágicos. Pero bueno, colmillos, garras o magia, la mayoría de las cosas mueren si las pinchan lo suficiente con una flecha o una espada. Y a las malas, pues tendremos que escondernos lo que podamos y no llamar mucho la atención. Pero mírelo por el lado bueno, Maese, cuando volvamos, va a ser el único que podrá cantar canciones de ese bosque conociéndolo de verdad.

Si es que volvemos, pensó Erik. Pero ese pensamiento traidor prefirió guardárselo para sí mismo. Estaba seguro de que ya todos en el grupo eran conscientes de que aquello no iba a ser un paseo; no tenía mucho sentido minar la moral cuando aún ni siquiera habían empezado el viaje al Bosque.

Miró hacia el cielo, intentando juzgar por la posición del sol si ya habría pasado una hora desde que habían salido de la posada. Sin ningún lugar donde comprar, ni nadie a quien preguntar, no tenía sentido demorarse más.

-Sí, vayamos. A lo mejor los otros ya están esperando y no le veo sentido a demorarse más.-Dijo, poniéndose a andar hacia las puertas.

Al final no vio ni rastro del cojo pero por contra se encontró a Morwen que había regresado de donde fuera que había ido en pos de centrarse en la misión suicida que tenían entre manos. Le hubiera gustado decir que era una decisión estúpida por su parte el haber vuelto pero, siendo sinceros, no estaba como para juzgar a nadie en ese terreno.

- Pues no sé, después de que a la elfa loca haya perdido los nervios creo que han decidido ir a explotar su locura en busca de información. Y los otros, en busca de suministros. Pero hemos quedado en las puertas en un rato. Yo hacía tiempo buscando al cojo - concluyó, con un encogimiento de hombros, sin que le importara realmente en qué invertían el tiempo los demás pues de todos modos le parecía imprudente lo que rodeaba aquella misión.

Fue entonces cuando Morwen le dijo lo de la armadura y aunque su camaradería elfa-mediana estaba en números rojos, aún tenía algo de camaradería femenina interespecie y a aquello aún se podía apelar, de modo que asintió con curiosidad antes de enarcar una de sus cejas.

- No soy quién para juzgar pero, ¿no será muy incómodo ir con armadura hasta el Bosque? Lo digo porque a ver, no tengo experiencia en eso e igual los elfos no sudáis ni nada pero a mí me parece como meterse una hoguera en los pantalones.

Estaba a punto quitarse la camisa por una de lino, más fina y apropiada para llevar debajo de la armadura cuando se detuvo mirando a Lakara.

- Bueno, sí... pero quería estar preparada por si acaso ocurría algo de repente. -La miró con una expresión que claramente decía "tierra trágame". Empezaba a pensar que al menos en lo que a ella se refería, Rodolphus tenía todo el derecho a dudar. PERO no pasaba nada. Era una novata, sí, pero le tenía muchas ganas a todo aquello y sobretodo, quería cerrarle la bocaza a Rodolphito así que se las ingeniaría para, a pesar de sus torpezas, ser de gran valor para la misión. Claro que sí.

- Tiempo a quitarmela siempre tengo, ¿no? -Aunque algo dudosa aún, se quitó la camisa guardándola en la mochila, y la cambió por la otra para después comenzar a ponerse la pechera de cuero y los refuerzos en brazos y piernas.- ¿Tú has estado en más misiones donde corriera peligro tu pellejo?