Partida Rol por web

Finalmente Drabeorn se pudo abrir paso por la mesa medio destrozada, y empezó a descuartizar el cuerpo de Skizzertz entre gritos de rabia. Los compañeros no sabían si es que no se había dado cuenta de que ya estaba muerto, o tal vez le daba igual.

Al cabo de unos instantes, el brujillo había quedado reducido a varios trozos no muy grandes bañados en una masa sanguinolenta. Drabeorn miró a su alrededor, empuñando a Ethelwyn y bañado completamente en sangre de goblin. Su enorme pecho subía y bajaba mientras se iba calmando y recuperando el ritmo normal de la respiración. La imagen era dantesca: su mirada parecía la de un condenado que acabara de volver del infierno.

El goblin cayó al suelo. Muerto. El martillo de Alyssa le había golpeado. -Ja!- Soltó un grito emocinado. -¡Bien hecho!- dijo mientras estiraba el brazo para palmear su hombro. Detuvo la mano justo antes de hacerlo, al darse cuenta que no era su hombro lo que tenía delante de la mano. Se ruborizó y descartó la idea. Tendría que dar un saltito para hacerlo.

Esperó a que el bárbaro terminara de jugar con el cadáver. Cuando hubo terminado esperó otro poco más para asegurarse de que no le daba otro ataque de rabia y buscó entre los restos cualquier cosa de utilidad.

-Bueno... Creo... Que nos merecemos un descanso... ¿no?-
 

Dynah asintio con entusiasmo cuando el goblin cayo. Se sentia malherida por su magia perniciosa.

-Estais todos heridos? Uso un pulso curativo?

Reconzco que estoy bastante malherido, así que tu poder curativo me iría de perlas, Dynah... Druul sonríe, cansado, tras verse más que apurado antes de que por fin, cayera el goblin.

Espera Abroshtor, ten cuidado, déjame detectar magia y te guío sobre qué tocar y qué no. Atentos a la puerta norte, no nos relajemos por si hemos sido detectados.

Dynah dejo que su cuerpo sirviera otra vez de conducto para que las misteriosas energias curativas con las que conectava fluyeran a traves de ella y restauraran la salud de sus aliados y ella misma.

Recogéis de entre los restos esparcidos por el suelo la cimitarra y la extraña rama recubierta de pelo. Un vistazo rápido de Abroshtor confirma que la pequeña hoja parece de buena calidad, y tras concentrarse unos instantes, Druul percibe la leve aura de conjuración que emana de la extraña varita.

Mientras tanto, rebuscáis entre los sacos bajo las mesas, y para vuestra sorpresa, reunís una pequeña colección de saquitos tintineantes.

Dynah se animó, por fin. Quizás el botín no fuera para volverse loca pero al menos era algo. Aquello les daría ánimos para enfrentarse al verdadero problema de la torre.

-¿Quién iba a decirnos que nos iba a dar tantos problemas? - dijo, casi para sí misma.

La oráculo cogió las 15 monedas que le tocaban y dejó las armas y la varita para los demás.

El conjuro curativo de Dynah pareció actuar como un bálsamo que acabó con las últimas hebras de ira del bárbaro. Aún algo molesto por el absurdo combate contra aquel mequetrefe, Drabeorn se embolsó sus monedas y se limpió como pudo los restos de sangre del cuerpo y de la hoja de Ethelwyn.

- Bueno, un engorro menos.- gruñó.- Vayamos a por el osgo, también tengo una cuenta pendiente con él.

Unas cuantas monedas, una espada curvada bonita y algún tipo de vara mágica. No estaba mal para ser su primer botín. Guardó la espada en las alforjas de Bethany, tomó su parte del oro y dejó el estudio de la vara a los que sabian de esos temas.  Con el ánimo cargado y las heridas curadas gracias a la fé de Dynah, el joven Gnomo asintió ante las palabras del bárbaro.

[OFF: Si nadie añade nada más]

Cargó un nuevo virote en su ballesta. -Me adelantaré. No hay manera de saber si ese grandullón nos ha oido.- Tomó el primer lugar y avanzó despacio, en silencio y con los sentidos aguzados. Directo hacia el piso superior.

En el fondo de su mente, algo le dice a Druul que lo que propone Abroshtor no es sensato, no debería adelantarse solo... seguro que el osgo nos ha oido... pero sus ojos están absortos en la extraña varita, y la parte cercana de su mente ya se encuentra desentrañando sus secretos mágicos.

Alyssa limpia con un trapo su martillo de los restos de la sesera del goblin, mientras murmura para sí. ¡Hay que ver qué mal lo estamos haciendo! Torag no estará nada contento conmigo.

Al ver que el resto quiere ir en busca del bugbear, reza una breve plegaria y pregunta en voz alta: ¿Cómo vamos todos de salud?

Luego se da cuenta de la fallida maniobra del gnomo y sonríe, más que nada para disimular lo colorada que está poniendo.

-Acabo de canalizar gran parte de mi poder para sanaros. Deberíais estar mejor. Ya no puedo curaros más en grupo por lo que queda del día.

Druul se siente bien después del último canalizar de Dynah. No solamente por el efecto inmediato y tangible de recuperar la salud y cerrar las heridas, que también, si no porque el duro combate ha sido un proceso de aprendizaje del cual ha extraído varias conclusiones acerca de cómo utilizar la magia y mejorar en sus aptitudes.

Aunque la negrura que le rodea, característica de este nivel de las ruinas, vuelve a ganar terreno cuando se siente impotente al no saber hallar las propiedades mágicas de la varita; ni qué hace, ni su palabra de activación, ni nada. En fin, piensa, mañana será otro día, seguro que con más calma lo averiguo.

Aparcando la varita, vuelve a centrarse en el entorno. Los demás necesitan de su vista, ya que ellos solamente ven alrededor de los focos de luz. Y Abroshtor? Le habéis dejado ir solo? Venga, vamos! Druul empieza a andar detrás del gnomo, a quien todavía puede oir cerca.

- Sí, vamos.- gruñó Drabeorn, empuñando a Ethelwyn para iluminar el camino.

Tras guardar la cimitarra y la extraña rama en las alforjas de Bethany, os reunís con Abroshtor frente a las escaleras; el gnomo, impaciente, ha tomado la delantera en la ascensión.

Subís aldededor del fosforescente núcleo de la estructura, y de nuevo cruzáis varios pisos totalmente derruidos. [color=#00AA00](Detectar trampas)[/color] En uno de ellos sin embargo, Abroshtor os da el alto antes de apartar con cuidado la grava y los pequeños cascotes acumulados. Al prestar atención, distinguís viejas ramas de madera cubriendo un hueco al piso de abajo. Una caída nada desdeñable.

Dynah se detuvo en seco cuando vió que abrosthor los hacía parar.

-Estos malditos goblins y sus trampas. No hay duda de que son diabólicos! Buen trabajo, Abroshtor!

La mágica oscuridad no os deja ver mucho más allá, pero gracias a su ascendencia, Druul os confirma que el agujero no parece tener más de 4 o 5 pies. Situado en una zona estrecha, os planteáis si simplemente saltarlo o intentar rodearlo por encima de los escombros laterales...

Druul mueve sus manos con las palmas hacia abajo repetidas veces, indicando que guarden silencio.

Sigamos adelante, saltad con cuidado. No es un agujero grande.