Partida Rol por web

Tras el tiempo invertido en los preparativos para desbarajustar todo el plan que Loxton tenía preparado para ellos, los cuatro hombres se refugiaron en el cementerio, con el detonador de la dinamita entre las manos de Stuard, listo para hacer su trabajo.

Y vaya si lo hizo.

La casa entera voló por los aires en una ensordecedora explosión que hizo hondear el abrigo de Marvin y provocó que toda la nieve situada sobre los tejados de las casas, y las estructuras de las lápidas y tumbas del cementerio, cayera a causa de las demoledoras vibraciones que sacudieron el lugar como un temblor de tierra.

Cuando los restos del edificio comenzaron a caer, diseminándose por la zona, Marvin se encendió otro cigarro y sonriéndole a Stuard, le dijo:

-Me encanta que los planes salgan bien.

Pero su sonrisa se borró al ver aparecer a Loxton, convirtiéndose en una mueca de horror cuando el hombre sufrió una terrible transformación que lo convirtió en un ser de pesadilla, propio de las alucinaciones de un loco.

El cigarro cayó a la nieve del suelo cuando se deslizó por la comisura de los labios de Marvin y se apagó con un siseo.

-Joder... ¿Que puta mierda es eso? Alcanzó a preguntar.

Martin se queda de piedra al ver a Loxton, y su rostro se desencaja al ver en lo que se está transformando. Mira a Marvin que, a su lado, esta casi tan estupefacto como él, y solo atina a mirar sin poder hacer otra cosa.

¡¡¡¡Espera destruimos la casa ya no hay ningun motivo para que nos mates, los rastraedores del tiempo no podran encontraros a vosotros tampoco!!!! digo mientras me tiemblan las piernas

Loxton parece estar a punto de abalanzarse sobre el grupo formado por Hayes y Stuard, pero el comentario de Monty parece distraerle unos segundos y gira la cabeza hacia ellos, calculando a quienes le conviene enfrentar primero.

Hayes, acostumbrado a los enfrentamientos, inmediatamente se tensa y su mirada se afina, recorriendo con ella la zona mientras evalúa las acciones a tomar.

Marvin no podía dar crédito a lo que veían sus ojos y las palabras de la vieja Xima y toda la información sobre misterios ocultistas y seres de otras dimensionas, adquirían un nuevo significado ahora que lo veía con sus propio ojos.

-¡Joder Stuard! Le gritó a su compañero. ¡Dispara a esa puta cosa!

Marvin se echó lévemente hacia atrás con dos pasos, dudando entre salir corriendo en ese mismo instante o apoyar a sus compañeros. Al fín y al cabo él no era ningún heroe y sus piernas ya le estaban instando a empezar a correr para alejarse de aquella macabra y blasfema abominación.

Stuard gira la cabeza y mira a Hayes, pero por su mirada éste comprende que Stuard "no está allí", parece que lo de Loxton ha sido demasiado para el pobre hombre, que es incapaz de reaccionar a los gritos de su compañero.

Armando se detuvo en seco cuando una figura comenzó a aparecer entre la neblina. Poco a poco, Loxton se hacía visible, con el rostro transfigurado por la ira. Creía que había terminado, que por fin serían capaces de dejar esa maldita casa y sus lunáticos propietarios atrás para volver a comenzar lejos de Arkham. Pero, por supuesto. Loxton debía de tener todos sus ojos puestos sobre ellos.

Al verlo solo, Vitale estaba dispuesto a devolverle los gritos, pero el hombre se agazapó dolorosamente. Todos sus huesos comenzaban a deformarse mientras el hombre lanzaba bramidos inhumanos que desgarraban lo más profundo y sensible de la mente. Hasta el momento, la sola idea de los Rastreadores del Tiempo era sobrecogedora. El alivio de saberse libre de ellos se disipó más rápido de lo que llegó, ante la figura canina repulsiva y enfermiza que se preparaba para saltar sobre ellos.

Aquel era un horror físico inconcebible, pero una vez más, Vitale se sorprendió a si mismo con su fortaleza mental. Como había logrado sobreponerse a un estado delirante la primera vez que vio los esqueletos, ahora lo lograba nuevamente frente al mismísimo David Loxton tomando la forma de sus antepasados enterrados en el jardín. Al fin comprendía de que se trataban esas criaturas, y deseó nunca haberlo descubierto.

-¡Corre! ¡Corre, Monty, por Dios!-

A pesar de estar lúcido, o al menos eso creía, Vitale no pudo contener el miedo. Desarmado y débil, sus piernas no tardaron un segundo más en voltear y correr lejos de aquella monstruosidad. Saltó una lápida en su camino para acercarse rápidamente a Marvin y Stuard, que no movían un músculo.

-¡¿Qué están esperando?! ¡Disparen! ¡Disparen!- gritaba el italiano sin poder parar. -¡Disparen!-

Las palabras de Hayes y los gritos de Vitale parecían haber hecho efecto en Stuard unos segundos después, mientras veía como Hayes se mantenía tenso y Vitale se alejaba del peligro Stuard retrocedió un paso hasta colocarse detrás de una lápida mientras sacaba su revolver apuntó y disparó.

Sin embargo, los nervios, lo extraño e inesperado de la situación y el humo de la explosión que aún no se había disipado del todo nublándole la vista hicieron que el disparo de Stuard acabara muy lejos de su objetivo, impactando en una de las lápidas que se astilló sonoramente tras el eco del disparo.

-Mierda...- murmuró el psicólogo.

EL seco ruido del disparo pareció hacer reaccionar a Loxton, quien hasta ahora no se había decidido por ninguno de lso dos grupos, y avanzó rápidamente hacia dond eaún estaba de pie Monty, petrificado y sin terminar de creer que todo esto le estuviese sucediendo.

A pesar de que el miedo atenazaba su cuerpo Monty haciendo un esfuerzo increible consiguio darse la vuelta y empezar a correr hacia donde se encontraban sus compañeros huyendo de aquel hombre de apariencia mostruosa

Hacia Hayes y Stuart

Al fin Monty fué capaz de reaccionar a lo que estaba sucediendo, y su reacción fue la mas lógica, corrió hacia el grupo armado, con el buen tino de no interponerse en la línea de fuego. Loxton, al ver esto, cambió ligeramente de direciión, tratando de evitar al grupo numeroso y encarándose hacia Vitale, que corría hacia la valla lateral del camposanto.

Mientras tanto, la gente comenzaba a asomarse tímidamente a las ventanas de sus casas.

Marvin veía que la situación se les escapaba de las manos. A la amenaza que suponía Loxton, tenían que sumarle ahora la policía.

Habían escapado a esos supuestos horrores de otro mundo, era cierto, pero ahora se enfrentaban a la ira de quién los había contratado, y aún más, viendo a los vecinos que comenzaban a curiosear, sabía que tras la explosión, pronto harían acto de presencia, bomberos y ambulancias, y con ellos la ley a la que habían tenido que sortear en más de una ocasión desde que todo aquello comenzó.

-Mierda. Masculló entre dientes y debatiéndose entre salir corriendo de allí para alejarse de aquella maldita ciudad cuanto antes, o esperar a ver el fín de Loxton.

-¡Dispárale otra vez! ¡Maldita sea! Le gritó a su compañero y acto seguido buscó a su alrededor algo con lo que atacar a Loxton si este era capaz de llegar hasta ellos.