Partida Rol por web

El sigmarita permaneció tirado donde había caído, respirando de manera casi imperceptible, y con gran dificultad. El golpe que le habían descargado habría sido capaz de partir en dos a un caballo, y no lo había conseguido con Seiger por poco. Y, probablemente, por que Sigmar le protegió en aquel momento. Pero claro, eso ahora mismo no importaba al imperial, inconsciente, ajeno a todo lo que ocurría y tirado en aquel lugar. 

En una secuencia rápida de ataques, tres golpes demoledores le dieron fin a la vida de aquel último orco en la batalla cuando este intentaba escapar de la misma. Sargón por su parte, lleno de furia, intento cargar contra este, pero tuvo que frenar en el último momento pues el orco ya caía al suelo.

Con ello, la sangrienta batalla había terminado con una amplia cantidad de muertos por ambos bandos. Las fuerzas imperiales habían perdido a cuatro combatientes, sin contar a Sieger, Grim y Gurnik, quienes a pesar de las dolorosas y graves heridas, habían sobrevivido. Este último había caído apenas terminar la batalla, por lo que causo suma preocupación en todos. No obstante, gracias a los designios de Sigmar, tanto Gurnik, como Sieger y Grim seguían vivos, aunque en muy mal estado, sobre todo en el caso de Sieger que con una fea herida, no parecía que fuese a levantarse del suelo en mucho tiempo. Los fallecidos, cuyos nombre no se olvidarían fácilmente eran Otto, un miliciano inexperto que había acompañado a la batalla a Sir Gerard como jinete; Miguel, un miliciano que cogiendo una ballesta se había unido a ellos; el elfo Angran, quien a pesar de no haber hecho muchos amigos, era un miembro del grupo desde mucho tiempo atrás y su perdida era un duro golpe para el corazón del grupo de mercenarios; y finalmente estaba el caballero y noble imperial Sir Jason Steffon, cuya perdida no llegaba realmente a sus corazones si no a sus mentes, pues lo ocurrido venía a ser un recordatorio del pasado del escuadrón de la llama súbita así como un mal augurio para el porvenir político del grupo.

Respecto a los pieles verdes, sin duda por números, eran quienes más habían sangrado pues sumaban un total de 23 bajas; 8 snotlings cuyo papel fue trascendental en la batalla, pero que en la práctica solo eran escoria; 4 goblins quienes realmente no supusieron una amenaza durante la misma; 10 orcos cuyo papel fue determinante sobre todo en cuanto a pérdidas de vida para los imperiales; 2 goblins nocturnos cuyo hostigamiento fue clave durante todo el encuentro; y finalmente el jefe orco quien por si solo habría sido un muy duro oponente.

Ahora, con la batalla llegada a su fin, el sacerdote Tarhun recostado sobre el cuerpo del noble caballero imperial, parecía llorar su pérdida mientras levantaba una plegaria a Sigmar. En los alrededores, la pila de muertos pieles verdes ya generaba un mal olor que invitaba a todos a dejar el lugar cuanto antes tras recoger a sus caídos y algo del amplio botín que había en los alrededores.

-Compañeros -dijo mientras que veía como el matador caía inconsciente y el sigmarita del pueblo parecía llorar sobre el cadáver del noble- han combatido bien; pero hemos recibido ayuda. Algo o alguien ha sido el que ha acabado con esa hoguera, fuente de energía del chamán. Era magia del fuego mezclada con magia del cielo, algo hartamente complicado y, además, no puedo asegurar que se haya realizado desde cerca. Puede que desde una gran distancia... o algo más divino -terminó por informar a sus compañeros.

Caminó hasta el chamán para verificar su estado. Le llamaba más la atención el usuario de magia rival que el líder que había vencido a varios de sus compañeros. Frunció el ceño ante el grimorio y se centró en él primero, aunque ese bastón también le llamaba la atención.

"Gracias, Dama..." Rezó el bretoniano, agradecido de que finalmente hubiera podido combatir como realmente sabía. Empezó a mirar a su alrededor con pesar mientras limpiaba su arma de sangre pielverde, viendo que varios de sus compañeros habian muerto y otros estaban heridos de gravedad. De todo ello se consideraba en gran parte responsable por haber perdido tanto tiempo con un estúpido y desarmado orco. Si no hubiera pasado eso, seguramente las cosas no habrían acabado así.

Todas las bajas eran terribles, pero la que más le preocupaba (sin menospreciar a sus compañeros) era la de Sir Steffon. Esa podía tener consecuencias...

- Si ese maldito goblin sigue vivo, desarmadlo y atadlo con fuerza. Suficientes problemas ha dado ya - dijo mientras se acercaba a Tarhun y se arrodillaba junto a él y el cadáver del caballero -. Lo siento mucho, monsieur. Esto es culpa mía, he sido muy lento. Yo me encargaré de decírselo a lord Steffon y de hacerme responsable de lo ocurrido.

El orco cae con los golpes de mis compañeros y siento nuevamente que me quitaron un poco de gloria. Bueno, ya he tenido bastante por ahora y siento que mi sangre aún está ponzoñosa, por lo que decido que es mejor así.

Me acerco a Grii y compruebo que aún está vivo, aunque en muy mal estado. Parece que Seiger también lo está y su cuerpo parece en pésimo estado, por lo que quizás ni siquiera pueda caminar por mucho tiempo. No soy un médico pero no hay que serlo para saber que ambos viven de milagro. Gurnik también cae inconsciente pero sé que él está bien. Bueno, si no lo estuviese tampoco le importaría mucho.

 - "Lucharon bien. Duerman orgullosos."

Sonrío mientras me pongo de pie pues ha sido una buena batalla. Ha costado cara pero definitivamente hemos aprendido de ella.

"Ese es el camino del guerrero. Sangrar y volver a pararse aún más duro. Templarse como el acero o romperse como la roca. Ser acero. Lástima que mi padre no pensara como yo."

Tomo una de las camisas de malla que llevaban los orcos y la miro. Quizás podría cambiarla por algo de malla que cubra mis brazos, lo que me vendría muy bien considerando que deseo una vida de aventura y batallas. No está de más tener más oportunidades de sobrevivir. La vuelvo a dejar ahí y hablo a todos los presentes:

 - "¿Dividiremos esto y las ganancias? Porque si no me llevaré unas de estas."

Luego camino a donde está el chamán. Aria también va hacia allá, junto con Aenalor, por lo que supongo que todos pensamos en que sería un gran rehén para que nos de toda la información que el noble desea acerca de la muerte de su elfo amigo. El problema es que es un hechicero y puede lanzar su magia apenas vuelva a estar consciente.

 - "Aprovechando que tenemos una hoguera, creo que es el mejor momento para cortarle las manos. ¿Están de acuerdo?"

Acerco mi hacha al fuego de la hoguera, para que se ponga al rojo y así cauterice la herida, permitiendo que no se desangre y llegue vivo a nuestro destino. Por mí, lo mataría pero supongo que esto es lo que realmente necesitamos y por lo que seremos más recompensados.

Gurnik finalmente cortò de cuajo la pierna del orco huidor, pero entonces algó pasó. La fuerza que le había estado acompañando le falló por unos segundos y nuevamente se fué a negro. 

Se sintió muy débil, mientras se miraba los brazos, ya cansados y lacerados, a duras penas consiguió no caer de bruces.

Este combate había terminado, todos los orcos habían caído junto a su copias mas pequeñas. Ahora el único de ellos que respiraba mal que bien era el "chaman" goblin, aunque podía no ser por mucho tiempo. Los ánimos aun seguían caldeados tras la batalla y en cualquier momento alguien podía saltar sobre él y terminar con su existencia. Según el ojo clínico de Aenalor en el combate habíamos recibido ayuda divina para nuestra victoria....ya podía haber llegado antes.... pienso mientras miro el osario que es ahora el campo de batalla. Pasaría mucho tiempo antes de que pudiésemos estar en perfectas condiciones para combatir.

- Habría que acercar el carro lo mas posible para llevar a nuestros heridos en el. Miro al jefe orco cuando paso por su lado e intento discernir si algo en su haber le confería poder especial, aunque mi visión bruja no me dice nada...podía ser cosa de que estuviese cansada. - Señor Tarhun siento su perdida...era verdad muchos buenos hombres habían caído este día...cuando crea conveniente si puede estabilice a los heridos para poder transportarlos, tendremos que dar las nuevas a las familias de estos valientes.

Ahora como compañía mercenaria que éramos tocaba recoger a nuestros caídos y el botín de la victoria, en eso se fijó antes Sargon. - Si señor Sargon, como siempre en esta compañía dividiremos lo conseguido. 

La elfa tuvo que pasar por delante del jefe orco antes de llegar a la posición del chamán y no dejaron de llamarle la atención tanto la poderosa arma que con la que había visto la muerte muchos de aquellos hombres y compañeros como el cinturón que portaba. Su visión bruja le alertó de que cuanto menos poseía algún tipo de propiedad mágica. 

Ya habría tiempo para determinar de qué se trataba, su urgencia era asegurarse de que el enemigo superviviente no pudiera causar mayores problemas, máxime tratándose de un usuario de magia. La propuesta de Sargon en otras circunstancias, aunque algo sádica no habría estado mal, pero en el estado en el que estaba sin duda le mataría y le necesitaban vivo y así se lo dijo, por ello se tomó su tiempo en hacerle unas buenas ataduras. Juntó sus manos a la espalda y le ató por las muñecas con un nudo corredizo, luego juntó sus tobillos y tiró de ellos para atrás para dejar sus pies lo más cerca de las manos y con lo que sobró de la cuerda los ató del mismo modo. 

Luego le arrancó una de las mangas de la vestimenta y la empleó para amordazarle convenientemente para que no pudiera hablar, teniendo cuidado en no asfixiarle pues no se encontraba en las mejores condiciones.

Mientras hacía todo ello, detectó también que el aethir se arremolinaba en torno al roñoso bastón que había portado durante la batalla.

Ya solo era cuestión de echarlo al carromato con el resto de pertenencias obtenidas en la batalla e ir de vuelta con el duque para que el grupo pudiera reponerse de sus heridas.

- Creo que nuestro principal enemigo no está aquí. Si alguien me acompaña echaré un vistazo por la gruta a ver si encuentro alguna pista acerca de su paradero o al menos de si ha estado por aquí. - comentó. Lo último más como una formalidad que como una necesidad real de que alguien le acompañase.

El sacerdote ungido de Sigmar se levantó tras terminar sus oraciones negando con la cabeza. -No, eso sería insensato. Yo mismo me haré cargo de presentar a los fallecidos ante el lord y las familias de los caídos- dijo el sacerdote sin en un principio dar explicaciones y simplemente siguió orando por los demás caídos.

El hedor de los pieles verdes se hacia mas intenso al tiempo que los mercenarios sobrevivientes iban tomando el botín, inspeccionando los cuerpos de los enemigos y recogiendo los de los suyos.

-Si ustedes se presentan ante el lord, no saldrán de las mazmorras en mucho tiempo. La muerte de su único hijo le enceguecerá, le conozco bien. Incluso no dudo que encuentra alguna excusa para quemar a la elfa de los bosques o incluso al otro elfo. Es una muy mala idea, son demasiados riesgos- dijo dando ahora mas detalles sobre sus motivaciones.

-Habrá que traer el carro y los corceles tal como han sugerido. Ataremos a los cuerpos a estos por encima de sus lomos, yo llevaré los tres cadáveres. Solo necesitaré que me escolten un cierto tramo por seguridad, hasta que me encuentre ya muy cerca. Tras eso deberán partir a prisa y alejarse de aquí. No entierren a su muerto aquí- dijo refiriéndose a Angran, -el lord querrá ver el lugar donde su hijo a muerto y esa tumba sería profanada seguramente-.

Mientras todo aquello ocurría, Arianne quien había estado revisando los cuerpos de los jefes de aquella partida de pieles verdes, encontró en el cinturón del jefe orco, donde habría de haber una segunda pócima, un espacio ocupado por un pequeño rollo de papel, que parecía ser una nota. No obstante no la revisó a detalle en ese momento.

Casi como a través del agua, le pareció escuchar lo que trataban. El noble había muerto, o eso había creído entender en su inconsciencia. La historia se repetía de nuevo, parecía que estaban condenados a ello una y otra vez. Por supuesto, enfrascado en el combate con aquel orco, y en mitad de la noche, el sigmarita no había sido consciente de nada. Y ahora, en aquel estado, era como se enteraba. Aunque probablemente no lo recordaría cuando despertara algún día, si es que lo hacía. 

Tras hablar con el sacerdote de Sigmar, este nos quitó de la cabeza la acción de ser nosotros mismos los que presentaran los cuerpos de los caídos en batalla al noble local. Esta acción según nos dijo nos llevaría seguramente a padecer cautiverio en las mazmorras del lord.

- A esas sabias palabras es difícil rebatir, como mínimo acompañarle como nos ha solicitado.....

No había mucho mas que decir, dejando al lado los despojos de los líderes de los orcos que parecían ser "mágicos" aun teníamos que recoger el resto de equipo de nuestros enemigos. Aun teníamos que costearnos la vida una vez terminada la misión. Empiezo con la macabra acción de coger armas y armaduras de orcos cargando con estas el carro. 

Asiento conforme a la respuesta de Resha pues me gustan las reparticiones equitativas del botín y no correr como bárbaros desesperados, robándonos los unos a los otros por las mejores piezas. Me gusta la confianza que brinda el orden correcto de las conductas de grupo.

Veo que Aria prefiere atarle cuando pienso que esas manos le sobran, así como las piernas. Solo le permitiría tener la lengua para que hable y después le cortaría la cabeza, pero supongo que tiene razón al pensar que no alcanzaría a sobrevivir.

De pronto, el veneno en mí se vuelve más hostil y me obliga a vomitar entre unos arbustos pero seco la boca con soberbia y escupo luego para demostrar que esa mierda no me matará y siquiera me hará doblar la rodilla, aunque probablemente recibí una cantidad digna de matar a cualquiera.

Sin nada más que hacer, comienzo a ayudar a Resha a subir nuestro botín al carro y tanto a heridos como cadáveres. Las palabras del Sacerdote me hacen pensar en lo malo que es que no te den una justa recompensa como nos habría esperado allá, pero supongo que irse sin premio es mejor que quedarnos en las mazmorras.

- La escolta habrá de proporcionarla Sir Gerard. - apuntó la elfa cuando volvió de su exploración. - El carro y los jamelgos que tenemos por caballos de tiro harían de nosotros una presa fácil para el noble si realmente quisiera darnos caza. Además, muchos de los nuestros necesitan atención urgente y es un tiempo que no podemos permitirnos el lujo perder. - añadió pensando sobre todo en Grii.

Luego ayudó en la tarea de recuperar el botín. Tomó el bastón del chamán y el cinturón del caudillo orco y se los tendió a Resha con una mano susurrándole - He detectado algo de magia en ellos, pero no acierto a saber su naturaleza -  

En cuanto al rollo de pergamino esperó a un momento en el que su amiga, casi hermana, estuviera dentro del carromato, fuera de las miradas de los extraños al grupo, para dárselo, pues ella, al igual que muchos de los del grupo, no sabía leer.