Partida Rol por web

Lógicamente, la que no tenía ningún problema para moverse sigilosamente y usando todas las coberturas posibles era la elfa. De hecho, de estar siguiendo a los pieles verdes a menor distancia, Gerard estaba seguro de que tanto él como Sargón acabarían siendo un estorbo. Quizás por eso no se tomó demasiado mal el que Aria, tras darles el alto, se adelantó sola hacia la columna montañosa que estaba más adelante, hacia donde debían haber ido los orcos.

A pesar de la escasa vegetación de la zona, ella parecía estar moviéndose con gran habilidad y sin ningún problema. Parecía haber una especie de sendero a lo lejos en aquella colina pero ellos, por ahora...

- Tendremos que esperar... - susurró el bretoniano a su compañero enano, mirando atentamente a la exploradora.

Aenalor hizo una ligera inclinación de cabeza ante las amables y diplomáticas palabras de Sir Steffon- Gracias, no creo que necesitemos algo más que un poco de comida y descanso, algunos llegamos justo para combatir -recordó el Alto Elfo.

Mientras Grii hablaba, no pudo evitar negar con la cabeza y se acercó a él.

-Maese enano, por muy ciertas o sinceras que sean sus palabras, no siempre es el mejor momento para decirlas -dijo sin variar el tono para nada- creo que sería mejor no añadir nada más a no ser que sirva para calmar los ánimos.

Miró a Aelanor. El había estado en primera línea, y había sangrado por los humanos. No entendía su trato. Pero en parte el elfo tenía razón.

- Tienes razón, aunque tampoco me podía quedar sin decir nada. Aceptaremos su ayuda, Ser. Pero queda de manifiesto mi disconformidad con el trato recibido. Respecto a mis heridas. ¿Nadie se va a animar a echarme una mano? Curarán entonces al aire.

Negó otra vez y pensaría en los que habían ido de avanzadilla. Estaban solos. Tenían que ir a ayudarlos.

Perseguir orcos por el bosque se estaba volviendo una rutina. De hecho, correr detrás de ello era algo emocionante y que mantenía la adrenalina alta, pero volver a perseguirles a paso de tortuga y rastrearles a través de sus huellas me parece un deja vú un poco molesto.

Pasamos mucho rato siguiendo a la elfa mientras ella hacía sus cosas de elfo unos metros más allá. Balanceo mi hacha como una acción repetitiva debido a mi aburrimiento. De pronto, ella se adentra sola en la espesura y, quedo junto con Sir Gerard. Este me dice que tendremos que esperar, a lo que respondo sin ningún ánimo:

 - "Así parece pues meternos ahí es solo ir a buscar pelea."

La verdad es que no me molestaría la idea de probar mi fortaleza al luchar contra los orcos. Si quedan unos diez o quince orcos, sería una gran proeza vencerlos entre los dos o tres (uno nunca puede contar mucho con un elfo), pero el rostro del Bretoniano me dice que él no tiene el mismo entusiasmo ante esa perspectiva.

No tardó mucho en volver de su exploración y cuando lo hizo fue para contar a sus compañeros lo que había visto. - Más adelante hay un sendero que parece atravesar la colina, las huellas siguen esa dirección. A lo lejos, me ha parecido ver un pequeño resplandor de luz, posiblemente proveniente de una antorcha o algo, aunque es difícil de decir, de todos modos, salvo que hayan encendido una hoguera, es raro que los orcos se valgan de luz artificial, pues ven en la oscuridad. -

Aunque como sacerdote de Sigmar, el se consideraba un amigo de los enanos y estaba dispuesto a ayudarles en todo lo necesario, las palabras de Grii no le gustaron nada a Tarhun pues el mismo les había apoyado en la discusión y ahora el enano le echaba en cara el problema.

-Te atenderé cuando sea posible- dijo indicándole a los múltiples heridos que eran enviados a la aldea. Aunque lo cierto era que había suficientes mujeres como para ayudar en esa tarea, si el sacerdote no ayudaba al enano en aquel momento era por que no le agradaba su actitud y por que alejarse a buscar reclutas y provisiones le ayudaría a tranquilizarse.

-Flechas y remedios entonces; estaremos de vuelta en tres horas, ya entonces me dirán si quieren descansar mas o partir en ese momento-. Indicó Sir Steffon al tiempo que daba la vuelta a su corcel y avanzaba a paso ligero junto a Tarhun indicándole varias cosas.

Pasadas tres horas, Tarhun y el caballero del imperio regresaron con cierta expresión de pesar, varias personas les acompañaban, pero solo lo hacían para traer los víveres. -Hemos conseguido víveres para tres jornadas, para un total de quince personas. Las monturas frescas fue algo mas difícil, hemos conseguido solo diez contando la mía y la de Tarhun, por lo que tendremos que usar a un par de sus corceles para darnos a basto pues hemos conseguido a dos voluntarios para esta cacería de orcos- explicó el caballero al tiempo que varios campesinos iban cargando el carro de los mercenarios.

-Solo conseguí 20 flechas, estamos escasos de eso, y he logrado hacerme con 6 bálsamos curativos, aunque quizá no se la que buscaban. He hecho lo que he podido- se disculpó al tiempo que descendía del caballo y se sentaba junto a los mercenarios al tiempo que todo estaba listo.

-Y bien, ¿cuando desean partir?- preguntó.

Las noticias que la elfa les traía tras su regreso, les dejaban en claro que las huellas de su enemigo se adentraban justamente en el sendero de las colinas y que había alguien allí con algún tipo de luz no natural. No parecía haber mas formas de acceder a ese lugar y si el camino salia por el otro lado de la gran colina, los orcos podrían escaparseles de nuevo. No obstante, como bien apuntaba la elfa, los orcos veían bien en la oscuridad, y si tuvieran intenciones de huir no habrían encendido ninguna hoguera. Mas aun, si no eran ellos los que habían encendido la luz, habría de haber rastros de alguna batalla, y no aparentaba ser así, aunque la elfa no se había adentrado en lo absoluto por aquel sendero. Así, o bien el enemigo estaba allí tranquilamente acampando, o bien se encontraban ante una situación inesperada.

Gurnik vió como los "oficiales" y altos mandos se enfrascaban en dimes y diretes, y no dijo nada. Esos malditos pieles verdes estaban escapando y eso si lo llenó de ira.

Comprendió, eso si, que sus compañeros estaban fastidiados, con cansancio y mente agobiada por la situación. Al acercarse el sacerdote no dijo nada, y aguantó sus ganas de decirle que no gracias.

La recompensa fué que algunas de sus heridas se cerraron en un toque del sacerdote, lo que parecía haber acelerado su curación natural.

Bueno, mas me alcanza para matar otros tantos... - pensó para si.

Luego de un momento donde el sacerdote le dedico una mirada de satisfacción, Gurnik solo pudo decir un tímido:

"Gracias, maese, pero las heridas del maese Grii se ven un poco mas profundas"- Si, estaba preocupado por su compañero en armas, pero la sociabilización no era muy de su gusto, asi que, cuando todos estuvieron listos para partir, después de 3 horas de retraso, dijo:

"Bueno , bueno, creo que estamos listos todos no?"

Luego, en enano, le comentó a Grii: "Estas bien , maese enano ?"

Le ofreció un trago de su licor, tal vez no era el momento, pero Gurnik sintió que había renovado un poco su mente.

- **Nada que un Melenarroja no pueda llevar con dignidad.**

Volvió a mirar sus heridas, parcheadas de cualquier manera para evitar perder sangre. Y luego miró a ese hombre que en teoría podía tratárselas. 

Amigos de los enanos... Cada día que pasa demostráis ser menos honorables. Sigmar era un humano de verdad, vosotros no sois mas que ratas acobardadas, esperando a que alguien haga las cosas por vosotros. Cobardes y desagradecidos.

Escupió a un lado, aún cubierto de sangre de arriba a abajo y se sentó en el carro, esperando que le dejaran usar unas bestias mas propicias para la misión. No iba a abrir mas la boca. Los humanos tendían a malinterpretar las palabras francas, y eso, también los hacía mas débiles, puesto que les costaba escuchar la verdad.

El tiempo de descanso lo había pasado meditando sobre lo ocurrido y que tenía que ver con la muerte del guardián del bosque, estaba claro que de derrotar a los orcos encontraríamos mas pruebas. El noble y el sacerdote regresaron con la ayuda prometida, no era mucha pero podía haber sido mucho mas escasa. Tal como había pedido, aportaban comida, flechas, bálsamos curativos y unas cuantas monturas frescas. Había un par de pegas, tendríamos que aportar algunas de nuestras monturas las cuales habían llegado hasta aquí muy agotadas y que no tendríamos mas que un puñado de voluntarios con nosotros si nos encontrábamos de nuevo con los orcos.

-  Gracias. Toda ayuda es bien recibida.Digo mientras abarco a los voluntarios y a las monturas de refresco.- Después de lo que han hecho aquí los orcos es lógico que no podamos pedir mas a este sufrido pueblo. 

Contaba los minutos para salir del poblado, pero estaba claro que necesitaríamos ayuda y estar todos repuestos si teníamos un encontronazo con las bestias verdes.

- Por mi deberíamos salir ya, el tiempo corre y cada minuto que damos al enemigo es un kilómetro que corre en nuestra contra. Estaba dedicada a instaurar una relación cordial con nuestro valedor, cuando escucho las palabras del matador y veo el estado del sr Grii. - Aun así me gustaría que todos los que participamos en esta aventura estuviéramos al cien por cien de nuestra capacidad y no es por importuna señor Tarhun estaría bien si unas manos sanadoras pudieran echar un vistazo a las heridas del sr Grii, son sus acciones en el puente y no sus palabras las que han de ser tenidas en cuenta. Levantando las palmas como gesto no provocador continuo. - Pero si no puede curar a nuestro compañero enano buscaremos otra manera de curarle, no se preocupe entonces.

Espero la reacción del sacerdote y de seguir con su negativa, le tiendo una poción al Grii que se encontraba sentado en el carro....enfurruñado,expectante....no sabía distinguir los estados de animo de estas gentes.

-Muchas gracias por las provisiones, señores, aunque debo sumarme a las palabras de nuestra compañera Resha y pedir asistencia para nuestro compañero Grii, si fuera posible. Yo no he sido capaz de tratar sus heridas, pero quizás otro tuviera más suerte-dijo el iniciado, con un tono respetuoso.

-En cuanto a la hora de partir, aunque entiendo que la premura es fundamental, también sé que se necesita cierto descanso, así que me plegaré a lo que la mayoría decida. 

Aenalor había estado meditando durante esas tres horas en lo que había visto. Puede que los orcos tuvieran un chamán entre ellos, o puede que un brujo o nigromante los estuviera usando como arma, quizás para matar a muchos y tener más cadáveres para su ejército. Ya se había encontrado con dos ejércitos de muertos, por llamarlos de alguna forma, en pocos días, y eso no le gustaba demasiado.

-Creo que deberíamos partir ya -dijo Aenalor- Sargon, Sir LeBlanc y Arianne van adelantados y si tardamos más, puede que ellos se vean en problemas. Deberíamos movernos, ya, aunque siempre podemos descansar un poco más.

A Gerard le tranquilizó bastante el hecho de que el enano se mostrara dispuesto a esperar también por su compañera. Eso significaba que al menos no iba actuar a lo loco... al menos no sin el apoyo de sus compañeros. "Bien, eso significa que se puede confiar en él. Aria... no sé, pero salvo con lo que pasó con Rasshumen, no se ha metido en problemas por su cuenta." Pensó el bretoniano.

No tuvieron, por suerte, que esperar mucho a que la elfa regresara con noticias. Eso les dejaba ciertas opciones sobre como actuar a continuación. El caballero meditó sobre ello un momento, frotándose la barbilla, susurrando a continuación:

- Quizás deberíamos dividirnos. Monsieur Sargón y yo podemos esperar aquí, vigilando el camino, mientras que vos - señaló a Arianne - dais un rodeo en busca de otras entradas. Ninguno de nosotros podríamos hacerlo sin que nos vean, siendo francos.

Escucho las palabras de la elfa con calma, como intentando entender qué significaba que se viese aquel fuego en lo que debería ser el camino de huida de los orcos. Es una interrogante y me molesta mucho tener dudas.

"Esto no está bien pero puede que si lo sea. Al ser esto algo que no esperaríamos de los orcos es porque puede que allá esté la misteriosa figura que parecía guiarlos. Debemos investigar más."

Transmito de inmediato mis ideas para no perder tiempo:

 - "Si allí hay fuego, puede que sea donde está el que levantó a los esqueletos. No debemos dejar pasar la oportunidad o puede que ese hijo de puta huya antes de que lleguen los demás. Tengo una idea."

Miro a ambos antes de continuar:

 - "Aria, que es la única con la capacidad de acercarse sin ser notada, se acercará al fuego intentando identificar si son orcos u otra cosa. Mientras, Sir Gerard se queda acá con los caballos, acercándose lo más posible pero sin exponerse. Yo, escalaré esa muralla y me pondré a vigilar el otro camino para evitar huidas. Si son los orcos, Aria se aleja y mantenemos posiciones. Si no son los orcos o lo son y ya es tarde para que Aria huya, da una señal y ambos nos acercamos. Si algo intenta huir por mi camino, yo doy la señal y ambos van para allá. De esa forma podremos saber qué ocurre y reaccionar ante el peligro lo más rápido posible."

Luego me encojo de hombros antes de la otra posibilidad:

 - "Bueno, la otra es que ella vaya a investigar más de cerca y nos avise. La idea es no quedarnos con la duda."

La verdad es que, sea como sea que decidamos hacerlo, debemos investigar. Quedarnos acá esperando no es opción pues, si realmente ahí está la respuesta a nuestra misión de averiguar sobre la muerte de Haldir, no nos perdonaremos que se hayan marchado antes de que lleguen nuestros compañeros. Debemos salir de la duda antes de determinar nuestros pasos pues, quizás esta oportunidad no vuelva a repetirse. Buscamos una aguja en un pajar, sería tonto no acercarnos al brillo de un reflejo al sol.

Tarhun no estaba nada contento con las exigencias, por que si bien la mujer de acento extraño y el sacerdote eran sumamente corteses, lo cierto es que se lo estaban exigiendo pues sabían que no podía negarse, no sin fallar a sus preceptos. Aquello incluso le hacia dudar respecto a si aquellos hombres hacían lo correcto pues parecían mas empecinados en buscar recompensas que en hacer lo que desde su perspectiva era lo correcto.

Sir Jason era también consciente del dilema en el que se encontraban, la situación era tensa y con la actitud de aquel enano no dudaba en que pudiese empeorar, que ya de entrada había trasformado todo lo conseguido en la batalla en nada. Por ello, tras las palabras del elfo aprovechó la ocasión para inclinarse por lo que le parecía ser lo mas adecuado.

-Partiremos ya entonces. Preparen todo, nos vamos en veinte minutos-, exclamó el heredero de aquellas tierras al tiempo que solicitaba a su escudero le trajese a su caballo.

-Será lo mejor- dijo Fanel levantándose de donde estaba dormitando. -El rastro se desvanecerá pronto, mientras mas rápido estemos en camino, mas fácil será dar con la batalla que nos espera. Deberían preparar al muchacho, quizá esta vez muera- dijo en relación a Hans quien en la pasada batalla había estado lejos de las hostilidades en una zona segura, mientras que quizá pronto estaría en una situación similar a la que tubo que enfrentar en su primera batalla, en la cual, no le fue nada bien.

La noche ya había caído en las colinas, el viento soplaba con suavidad y el silencio inundaba el lugar con una frialdad inquietante. Para aquellos momentos era claro que el bretoniano no podría aportar mucho vigilando pues su vista se reducía mucho en la oscuridad, por suerte, la elfa no se veía tan afectada, aunque explorar de noche aun para ella no era lo mismo que hacerlo a plena hora del día.

Entre Sir Gerard y Sargón no obstante, se habían gestado una serie amplia de planes que incluso se podrían combinar entre si, y todo ello a raíz de lo descubierto por la elfa, que en realidad, no era mucho. Quizá la idea mas generalizada para enviar a Arianne a explorar los alrededores, aunque los detalles de eso no habían quedado definidos.

- Ni siquiera para mi sería sencillo acercarme más a la entrada de la cueva - dijo Aria - que por otro lado, si es una guarida, estará convenientemente vigilada, con lo que cualquier error significará que darán la voz de alarma. -

- Creo que lo mejor es, como apunta Sir Gerard, dar un rodeo en busca de otras vías de acceso a la cueva. Llevamos unas cuantas horas de ventaja sobre nuestros compañeros, así que puedo dedicarle un par de horas a tal cuestión. Si no hubiera vuelto para cuando el resto del grupo llegue, no me esperéis y proceded como creáis conveniente. - añadió.

Convenida la exploración, la elfa tomó su caballo y se dispuso a dar cumplida cuenta de su nueva misión.

A medida que la noche se cernía sobre ellos, el pequeño grupo se estaba planteando el qué podían hacer. El bretoniano negó con la cabeza antes la propuesta inicial de Sargón, nada convencido de ello. Aria era buena exploradora, pero cualquier cosa que ellos hicieran para acercarse o moverse demasiado sería fácilmente detectable. Sin embargo, antes de que él mismo dijera nada, la elfa habló y dijo que ni siquiera ella se veía capaz de hacer lo que el enano estaba proponiendo, decantándose por la propuesta del caballero.

- Entendido, madmoiselle - asintió el caballero suavemente -. Nosotros os esperaremos aquí. Tened cuidado igualmente.

Ahora simplemente tendrían que esperar, vigilar y prepararse para un posible combare horas más tarde.