Partida Rol por web

El dejar que el tiempo siguiera pasando demostró, eventualmente, ser la decisión más acertada que los tres tomaron, pues ya pasada la medianoche, algo alertó a Aria, que se lanzó sobre su arco como un resorte. Gerard cogió su espada, listo para lo que pudiera pasar, para luego suspirar aliviado al ver que se trataba de sus compañeros, acompañados por algunas personas más. Tres de ellos fueron fácilmente reconocidos por el bretoniano: el noble Sir Jason, el sacerdote Tarhun y uno de los jinetes que había acompañado a Gerard en la batalla... Otto, si no recordaba mal.

Después de los correspondientes (y silenciosos) saludos, y del intercambio de información, se empezó a pensar en cuáles eran las opciones que tenían: Steffon creía que lo mejor era que atacaran inmediatamente, y por el momento los enanos y el iniciado estaban de acuerdo con él. Tarhun, por su parte, creía que era mejor rodearles, dejándoles saber que estaban allí, y atacar al alba, sabiendo que tendrían el sol a favor. LeBlanc meditó por un momento antes de dar su opinión.

- Creo que monseiur Tarhun tiene razón. Puede que no nos esperen, pero no estamos seguros de cuántos enemigos existen ahí dentro. Si bien nuestra presencia, tras su derrota, podría ponerles nerviosos, el hecho de atacar en uno de sus momentos más vulnerables, dejándoles saber que no tienen más salida, nos puede ayudar. Estarán demasiado intimidados como para pensar racionalmente... a pesar de lo poco que lo puedan hacer normalmente, claro.

Nos habíamos reunido por fin, nuestros compañeros parecían sanos y salvos, según nos contaban nuestra presa se encontraba en situación propicia para lo que nos proponíamos. Me acerco hacia Aria, hacía días que nos habíamos separado y siquiera nos habíamos dirigido la palabra.

- Me alegro que estés bien Aria, siquiera dio tiempo a que nos hablásemos antes de que todo esto pasara. ¿Tenemos alguna posibilidad de que no nos descubran, antes de empezar?.

En anteriores ocasiones la magia me había abandonado cuando mas la necesitaba, no me atrevía a apoyar ninguna de las dos posiciones, solo podía aconsejar.

- Esas bestias verdes son como animales, si no tienen salida lucharan hasta la muerte. Me encojo de hombros. - Pero en fin, hemos venido a terminar con ellos. 

-Si te refieres a la cima de la colina- respondió Fanel al enano Grim, -bien puedes escalar y mirar por ti mismo ese muro, pues lamento decir que no tengo ojos tan altos como para mirar por sobre de su escondite- sentenció para luego mirar al campesino Hans.

-Si sientes que hay peligro dejando a nuestras cosas desprotegidas, es por que esperas alguna emboscada. En dado caso dejar a Hans con el carro solo llevará a que le corten el cuello y aun así se roben todo. Si vamos atacar es mejor hacerlo todos juntos, así aumentarán sus garantías de victoria y supervivencia- exclamó el elfo dejando señales entre sus palabras.

-Yo no estoy al mando de sus fuerzas- exclamó el caballero del imperio, -ustedes me conocen por mi nombre y mi titulo, pero aquí, les aseguro soy uno mas. He venido a ayudarles como igual poniéndome bajo sus propias ordenes. Si ustedes deciden atacar, lo haré sin pestañar, con el poder que Sigmar me brinde por delante-.

El caballero, sintiendo que la decisión y la hora ya estaban se preparó para lo que estaba por llegar cogiendo un espadón de entre sus pertenencias cuya funda estaba ornamentada y mostraba gran fineza. -Si vamos a atacar ahora, debemos dejar en claro si haremos un asalto frontal por sorpresa o si vamos a tomar la precaución de ir viendo si hay alguna trampa esperándonos. La segunda opción suena como lo mas inteligente, pero delataría nuestro ataque en caso de no haber trampa y perderíamos la ventaja del ataque sorpresa- detalló el caballero mientras esperaba las opiniones de los demás, -Ademas, dejar la caballería detrás podría implicar que en caso de que nos esperen, quedemos atrapados en un cuello de botella en el que los únicos capaces de romper el frente estarían en la retaguardia- dijo preocupado por los planes dando por hecho que no creía que los enanos pudiesen barrer con los orcos en poco tiempo.

-Yo creo que ya nos han descubierto- exclamó el sacerdote maravillado por la belleza y el tono de voz de aquella mujer de tierras lejanas. Intentando despejar su mente, se centró en los hechos importantes de aquella noche. -Si la decisión está tomada, habré de apoyarles sin vacilar. Aunque no comparto la idea de un asalto frontal, dudo que el enemigo no nos esté esperando ahora, y por ello sería preferible que los elfos sigilosamente avanzasen al frente buscando cualquier señal de trampa e incluso intentando vislumbrar que acciones importantes habríamos de tomar apenas iniciar la batalla. Tenemos dos ballesteros- claramente el sacerdote incluía a Hans, -yo los pondría en la retaguardia tras todos, o bien cerca del grupo mas avanzado con la firme orden de abrirse a los flancos y pegarse a las paredes apenas ingresar en la guardia de los goblinoides. Los enanos han demostrado su valía con creces por lo que yo los pondría tras los elfos, debiendo ellos mismos no quedarse a pelear cerca de la entrada o nos condenarían a todos, tendrían ahora que hacer lo que los orcos no pudieron hacerles a ellos en aquel puente, abrirse paso a como de lugar permitiendo que el resto de tropas fuesen ingresando a la batalla. El resto iríamos detrás, preferentemente a pie- señaló preocupado de que dentro de aquel lugar hubiera poco espacio y que por tanto los corceles fuesen mas un estorbo que un beneficio.

-Contamos con dos magos según entiendo, ¿hay alguna cosa que pudiesen hacer para inclinar la batalla a nuestro favor o permitirnos un fácil acceso?- preguntó el sacerdote esperando poder sacar ventaja a aquella fuerza tan inusual con la que contar. -Por mi parte podría otorgar algunas bendiciones a los enanos y algunos mas previos a la batalla si estoy justo tras ellos-.

La elfa que había decidido no tomar acción ofensiva hasta que llegase el resto, cuando estos volvieron a juntarse con ellos, habiendo reportado ya los frutos de sus anteriores exploraciones a Sargón y a Sir Gerard dejó que fueran ellos los que se lo contaran al resto. 

Le alegró encontrarse de nuevo con Resha, y tras sus palabras con una sonrisa y gesto cariñoso le dio a entender que ya tendrían tiempo de ponerse al día. En cuanto a la otra pregunta guardó silencio al ver que el resto empezaban a hacer planes para el asalto, así que ya la respondería en el momento oportuno, pues era algo que interesaba a todos.

- No hay otra posibilidad que un ataque frontal - intervino Aria - y no la hay porque sencillamente no hay otra forma de acceso, al menos no que hayamos descubierto. Solo hay un angosto desfiladero por el que deberemos pasar todos. - 

- Lo máximo que he conseguido acercarme para no ser vista han sido a unos 10-15 metros de la entrada a la garganta. Un poco más adelante, tras un recodo, hay agua, tal vez una cascada, un riachuelo, quizá un sofisticado sistema defensivo, quién sabe. Eso sí, antes de lanzarnos al ataque lo primero que tenemos que hacer es terminar con el vigía goblin. -

- En cuanto al sigilo dentro del desfiladero - añadió - olvídense, el cañón amplía el sonido así que el mero tintineo de una cota de mallas tendrá el efecto del repicar de unas campanas, así que cuanto menos tardemos en recorrer ese trecho, mayores posibilidades tendremos de cogerlos por sorpresa. -

- Creo que no hay problema alguno en atacar ya, pues aunque la escasez de luz pudiera suponer una desventaja para alguno de vosotros, dentro de donde se encuentran han encendido una hoguera, no se bien para qué, pero al menos soluciona el problema de la visibilidad. - 

- Aparte no tengo inconveniente en encabezar el grupo, no ya solo por ayudar a terminar con los posibles vigías que encontremos antes de que puedan dar la voz de alarma, sino para encontrar una ruta segura para atravesar la garganta, pues es más que probable que esté llena de trampas y que solo haya un camino posible. - concluyó la elfa.

- Así que en cuanto digas. - dijo mirando a Sir Gerard - inicio mi avance -.

Seiger se preparó para el combate, preguntándose qué encontrarían más allá. ¿Cuántos pieles verdes habría? ¿Estarían acompañados por algún otro ser? No tenía respuestas, pero sin duda las tendría pronto. Cuando el sacerdote ofreció sus bendiciones, el sigmarita negó educadamente.

-No gaste tiempo en mi, hermano, es mejor que bendiga a nuestra línea frontal, si ellos consienten. Yo saldré adelante con Sigmar en mi corazón. 

Gerard no se percató en cómo el sacerdote estaba mirando a la kislevita, mucho más preocupado por la situación en sí. Le gustó ver que el caballero imperial estaba dispuesto a seguir sus órdenes en aquella ocasión, seguramente porque igualmente obtendría fama por participar en aquello. Aún así, también dio su opinión al respecto de cómo podían actuar en esa situación. Fanel no planeó mucho, pero sí que se preocupó un mínimo por lo que le podría pasar al joven Hans en una u otra situación.

También confiaba en el juicio de Aria en esa situación. Había demostrado que en lo que respectaba a adelantarse y apoyar con su arco (por mucho que fuera un estilo que los caballeros detestaban) era buena y un apoyo que no se podían permitir perder. Y ella parecía confiar en su juicio para decidir la situación.

- Visto lo visto, atacaremos de frente - asintió Gerard -. Ahora mismo. Madmoiselle Aria, por favor, id delante a un poco de distancia, a ver si puedes ayudarnos a sorprenderlos. Amigos enanos y sacerdotes, seguidla. Los ballesteros irán tras ustedes y Ser Steffon, Otto y yo iremos detrás a caballo, para cargar en cuanto tengamos espacio para ello. ¿Todos de acuerdo?

Tras el gesto de afecto con Aria había llegado el momento de centrarse en lo que tocaba. Era cosa decidida que llevaríamos el combate hacia los orcos y que no sabíamos exactamente que nos encontraríamos hasta que hubiésemos cruzado el pasadizo. Respondo a la pregunta del sacerdote divertida al ver la atracción que le causo.

- Puedo apoyaros con dardos mágicos y trucos menores, si el padre invierno guía mi mano. Pero dudo que tengamos la fuerza suficiente como para inclinar la batalla hacia nuestro favor.

No he dicho mas que esto cuando recuerdo el truco que Aenalor había utilizado contra los goblins, en el vado del río.

- Aenalor uso su magia para crear un sonido durante la batalla que hizo romper filas a los goblins que nos acosaban, eso podría ser una baza que jugar.

Hago un gesto como de impotencia ante lo que yo podría aportarles. - Os ayudaré en lo que pueda. Diciendo esto me acerco hasta el señor Grii y le tiendo una de mis pociones. - Es mejor mi buen señor enano, que entre en batalla en perfectas condiciones. Necesitaremos todas nuestras fuerzas para ganar esta batalla.

El plan estaba claro. Entrar, en tromba sin que pudieran reaccionar. De repente Resha le ofreció uno de sus remedios. Lo tomó sin dudarlo porque ya había visto los efectos en otras personas de los mismos, y asintió agradecido.

- Muchas gracias. Te lo recompensaré con creces en cuanto pasemos por algun pueblo lo suficientemente grande. Atacaremos entonces, todo el mundo listo, haremos una entrada rápida y limpia. Conmigo, hermanos.- miraría a los enanos de cara a repetir una buena actuación.- vamos a reventarlos. Creo que por ahora ganaba Sargón en orcos muertos, veremos como acaba esto. Por cierto, los goblins valen la mitad.- guiñó un ojo al joven Sargón para "picarle" un poco mas y movió sus brazos para evitar que se entumecieran.

- Adelante. Te seguimos a cierta distancia, Aria. 

Miró a Hans otra vez. 

- ¿Qué hacemos con el carro? Me niego a que nos roben otra vez.

El plan ya estaba acordado y nuestra misión clara: Iríamos y mataríamos todo lo que encontremos después de Aria. Pienso que Fanel también iría bien en primera línea, pero en verdad me importa una mierda pues me gusta la idea. Me gustaba porque, aunque hubiese preferido la primera línea, conozco la efectividad que brindan los tiradores sigilosos, sobre todo si son capaces de encontrar trampas y cosas así. Uno o dos es irrelevante si me permiten hundir mi hacha en las tripas de un enemigo.

Me emociona la idea de avanzar y rajar Pieles Verdes, por lo que me paro listo para comenzar el avance. Asiento a las palabras de Sir Gerard antes de hablar:

 - "Completamente de acuerdo y listo, Bretoniano."

Luego escucho que Grii me azuza a luchar, por lo que le sonrío y respondo, alegre:

 - "Acabará como empezó, anciano. Y si hay algo más grande que un orco, valdrá proporcional."

Me pongo a su lado, cerrando filas, preparado para el avance coordinado de la pequeña pero inexorable infantería. Siento que el tiempo perdido ha valido de algo pues será divertido matar a estos bichos con todos ellos a mi alrededor. Al fin y al cabo, de nada sirve lucirse como el más fuerte guerrero si nadie puede verlo para contarlo.

Espero la orden mientras miro fijamente el camino entre los riscos, preparado para tomarlo.

Gurnik hizo de tripas corazón para asi esperar lo suficiente para que todos partieran.

El plan era entrar matando todo lo que pillaran, y vaya que le gustaba!

Nuevamente sintió esa tensión en los músculos cuando Sargón habló algo de un adversario mas formidable, sin embargo rió por lo bajo, ese sería SU adversario y francamente lo demás, daba lo mismo.

Rajar pieles verdes se había convertido en una aburrida rutina, de la que no renegaba, pero no le entusiasmaba tanto como para perder la cabeza. Un troll, un gigante o algo asi, ESO si que sería emoción!

No entendía muy bien las líneas de ataque y todas esas patrañas que hablaban, cosas sin importancia, cuando lo realmente importante era destripar y cortar miembros.

Escuchó alguien ofrecer su ayuda con bendiciones (?) o tal vez lo soñó, el caso era de que los enanos ya estaban suficientemente bendecidos con lo mejor del mercado, sacó su petaca, y dió un corto trago para que los músculos se le calentaran al abrigo de la noche.

Tomo su hacha, y se ubicó cerca de los otros enanos, listos para entrar...

"Estamos?" -dijo con voz profunda mientras miraba alguna señal de los demás para entrar.

El elfo se había mantenido en silencio, pensativo.

-El pasillo angosto podría ser una ventaja para nosotros, para no vernos superados; pero quizás podríamos intentar usar el terreno. Quizás, derribar algunas rocas desde la parte alta del valle hacia su campamento nos ahorraría algo de trabajo -se encogió de hombros- no soy estratega, pero creo que taponar la salida y dispararles desde los flancos cuando estén apelmazados en ese lugar de entrada... -dejó la frase inconclusa- siempre que no tengan otra forma de salir del valle.

Escuchó las palabras de Resha y asintió.

-Podría intentar replicar algún sonido que pudiera causar el caos entre sus tropas, como un sonido de rocas despeñándose, el rugido de un dragón. Algo que pudiera ser creíble es mejor, por eso en el pueblo realicé el sonido de caballería, creía que unos cuernos de refuerzo serían muy posibles. Sea lo que sea, y se decida lo que se decida, tenemos que recordar que tienen magia a su favor, y si se vuelven a levantar esos muertos empezaría a ser una prioridad acabar con el nigromante o el ser tras ellos.

Con un plan ya de cierto modo establecido, con una idea un tanto clara de lo que habrían de hacer, y con la decisión firme de atacar, el grupo de mercenarios y compañía se puso en marcha hacia el sendero de paredes de roca que los llevaría a la guarida del enemigo. La noche avanzaba a cada momento, pero era claro que el amanecer no llegaría a auxiliarlos y que la batalla no duraría tanto.

Con la guía de Arianne, Fanel y Angran, el grupo llegó tras un corto tramo de pocos minutos hasta la entrada de la guarida, lugar donde Fanel hizo el alto al coincidir con Arianne en algo que habían visto.

Mas adelante, según informo Fanel a los que estaban mas cerca de el para que corrieran la voz, había unos snotlings, que en algunos lugares eran llamados canijillos; no suponían una amenaza, pero podrían dar la alarma al verles.

Comenzamos a avanzar de manera ordenada y organizada, listos para caer encima de los enemigos con decisión y preparados para acabar con todos los hijos de puta verdes que estuviesen escondiéndose en ese valle. Mi paso es decidido, en ningún momento dudando pero sí manteniendo cierta distancia con quienes encabezan la marcha pues están encargados también de advertir cualquier clase de trampa o emboscada que nos pueda estar esperando.

Fanel indica que más adelante hay unas criaturas pequeñas que podrían servir de vigías y dar la voz de alarma. Me mantengo avanzando intentando hacerlo más sigiloso y no tan a la vista, pero sin dejar de moverme. Confío en que los tiradores los acabarán antes de que consigan salir de donde están y avisar a otros pieles verdes, pero detenernos no es lo más recomendable.

De todas formas me mantengo atento a que si nos dicen que dejemos de avanzar, cortar el paso.

Seiger avanzó tras los elfos una vez estos estuvieron preparados, agachado y procurando no hacer mucho ruido, aunque es algo que lo que evidentemente el iniciado fracasó. No era alguien ágil ni versado en acechar a otros, y aquello se notaba y mucho en aquellas situaciones. 

Gurnik entró junto con los otros enanos.

El pesado enano vió como los demás intentaban pasar desapercibidos..  Desapercibidos? Para que hacen tamaña estupidez!? - pensó el enano, para quien correr al combate era natural, eso de andar escondiendose era una... bueno, era para otros.

Su cuerpo claramente no estaba preparado para este tipo de niñerías , y si podían escucharlo, y verlo, tanto peor para los pieles verdes.

No solamente haría eso, sino que además sentirían, si, sentirían su acero a través de sus cuerpos.

Dispusieron una formación "móvil", y avanzaron agachados al amparo de la noche, esperando que no les detectaran o que en el caso de hacerlo ya fuera demasiado tarde para sus enemigos. 

Creía no haber hecho demasiado ruido, y no sabía hasta que punto aquellos seres estarían alerta... Ojalá éste no fuera su día mas lúcido.

Protegedme ancestros. Guiadme en la batalla. Hacedme certero.

La elfa avanzó con rapidez y con precaución a la vez, buscando cobertura en las paredes de las rocas¹ y dejando que sus experimentados sentidos² de cazadora le alertaran de las posibles amenazas.

No tardó mucho en advertir la presencia enemiga, y era claro que debía abatirlo por sorpresa antes de que pudiera dar la voz de alarma con lo que, nada más verlo, colocó una flecha en su arco y la dejó volar. El proyectil alcanzó a su objetivo, lamentablemente, las corrientes de la garganta le hicieron perder fuerza impactante.

Con un poco de suerte, alguno de sus compañeros de vanguardia le dispararía también y si no, si le había cogido por sorpresa, quizá pudiera disparar de nuevo sobre él antes de que pudiera alarmar a los demás.

Aenalor optó por seguir al grupo. Algo le decía que eso iba a ser una carnicería y, por números, esos orcos les ganarían. Tendrían que jugar sus bazas de forma inteligente para conseguir la victoria.

-Resha -dijo dirigiéndose a la bruja- si hay alguna pendiente, cuando los orcos estén por ella, ¿podrías congelarla? Quizás nos quitaríamos a unos cuantos enemigos si ellos se caen y se hacen lesiones.