Partida Rol por web

Saludé con una reverencia a mis compañeros de caza mientras se iban presentando. Parece que al final no estará tan mal. Pensé. La compañía de Doji-san y Togashi-san podía ser agradable, nuestra guía nos facilitaría las cosa y si algo salía mal había dos cangrejos para defendernos (o incluso para cazar algo). Si, mañana sería un buen día.

Volví de mis pensamientos para dirigirme a nuestra guía -Decidme Ide Zhuo-sama ¿conocéis bien estas tierras? ¿tenéis algún otro consejo? a parte de no llevar nuestros mejores kimonos. -Dije con una sonrisa, para continuar. -¿Sabéis si cada "equipo de caza" tendrá una zona asignada o tenemos que decidir nosotros donde vamos?- quizá me estaba adelantando con mis preguntas a las explicaciones que nos podrían dar mañana, o quizá nuestra guía era la encargada de facilitarnos la información.

El monje era un remanso de paz entre las posible rencillas con el Doji y la Ide, por lo tanto no necesitaba actuar con él, al menos no de momento, por lo que relajo mi sonrisa cuando me inclino para devolverle el saludo, aunque lo hago mirándole directamente a los ojos.

- Un honor Togashi-sama.

Desgraciadamente no soy la primera en dirigirme al monje, pero si la primera que no intenta adularlo o impresionarle con malas ilusiones. Y no me refería al Kakita, quien al menos era un bushi enamorado de las artes, algo típico en la Grulla, sino al Doji.

Tenía la sensación de que quería ser el centro de atención. Si alguien intentaba algo, estaba segura que el saltaría a intentar superarlo o casualmente conocería a alguien que sería mucho mejor desempeñando la tarea en cuestión. Un maldito prepotente que tarde o temprano habría que poner en su sitio.

- Interesantes preguntas Kakita-san. Imagino que Shinjo-sama ampliará las reglas mañana - señalo girándome un momento hacia los Unicornio esperando una confirmación o negación de mi teoría, luego vuelvo a dirigirme al Kakita - Pero no os preocupéis por vuestro kimono, estaré encantada de conseguiros uno nuevo si el vuestro se os echa a perder.

Intervengo volviendo a mostrarme tremendamente sonriente e ignorando deliberadamente cualquier alusión al Doji y su poema como si nunca lo hubiera pronunciado.

- Vaya grupo más variopinto que me ha tocado, bueno, todo sera acomodarse e intentar seguir adelante. - Ante las palabras de Kakita Takeshita-San a Hiruma Mausuko le surgen nuevas incógnitas. Y dirigiéndose a Ide Zhuo-San.

- Ide Zhuo-sama, ya que perteneces a este noble clan, ¿podrías requerir el equipo necesario para la participación en el torneo?. Tristemente debido a mi profesión carezco de los componentes. ¿Quizás Han-kyu y flechas para los que no disponemos de ellas? ¿armaduras? - Mausuko se sonroja ante la expresión. - Perdonadme Ide Zhuo-sama, pero me temo que es la primera vez que voy de caza de un animal por estas tierras. - Mausuko inclina la cabeza en modo disculpa, normalmente esta acostumbrada a ir bien armada cuando se sale de caza por las Tierras Sombrías, por ello piensa que quizá pedir una armadura para cazar aquí es algo ofensivo.

Kakita Takeshita dijo;

- Decidme Ide Zhuo-sama ¿conocéis bien estas tierras? ¿tenéis algún otro consejo? a parte de no llevar nuestros mejores kimonos. ¿Sabéis si cada "equipo de caza" tendrá una zona asignada o tenemos que decidir nosotros donde vamos?

Las preguntas sonaron como una lluvia de dardos disparados por un Oyumi (Ballesta), imposible de esquivar. Zhuo respondió con una sonrisa forzada, con más tristeza que alegría y haciendo de tripas corazón.

— Mmmm. Creo que el "-sama" me queda algo grande, Takeshita-san. Os ruego me llaméis por mi nombre sin usar "-sama". Respecto a vuestras preguntas... Aunque bien es cierto somos del mismo clan, las tierras Ide no son las tierras Shinjo. Es como si yo os preguntase si conocéis las tierras Doji. El único consejo que os puedo dar es el de no alejaros demasiado unos de otros. Y, sea donde sea que vayáis, jamás vayáis sólo aunque no tengáis duda de la habilidad de vuestro brazo o de la buena intención de las fortunas. Quizás Hiruma Mausuko-sama recuerde algo sobre las rutinas de exploración de su familia, o tal vez Yasuki Ashikako-sama pueda ilustrarnos como sobrevivió en las Tierras Sombrías en su lucha contra las criaturas del Jigoku. Yo no creo que podría. Mi inexperiencia en esas lides es amplia, aunque puedo asegurarle que haré lo que pueda, junto a Ide Shido Miko-san - Dijo señalándola con la mano - para que cuando nos extraviemos logremos volver sanos y salvos. Por último, hasta donde yo sé, no hay una zona de caza asignada. Simplemente saldremos, y tras internarnos en los alrededores buscaremos presas. Desconozco por completo que criaturas hay por aquí.

- Ide Zhou-sama, ya que perteneces a este noble clan, ¿podrías requerir el equipo necesario para la participación en el torneo?. Tristemente debido a mi profesión carezco de los componentes. ¿Quizás Han-kyu y flechas para los que no disponemos de ellas? ¿armaduras?. Perdonadme Ide Zhou-sama, pero me temo que es la primera vez que voy de caza de un animal por estas tierras.

— Cualquier samurái sabe que de caza, nadie lleva consigo el daisho pues si se usasen contra unas criaturas ajenas a la Orden Celestial a menos que sean criaturas del Jigoku, o lo que es lo mismo, enemigos de la humanidad. Podría deshonrarse con ello. Por ello recomiendo a todos usar lanzas y arcos. Respecto a las armaduras... sé por propia experiencia que es difícil no hacer ruido con ellas. Y llevar una incrementa las posibilidades de que cualquier presa nos oiga antes de que la veamos. No obstante es su elección, no la mía. Y bien es cierto que no sabemos que podemos encontrarnos. Iré ahora mismo a solicitarle a Shinjo-uesama caballos, flechas y arcos. 

Tras pedir audiencia para ver al Khan...

- Sumimasen Shijo Torami-uesama. - Dijo de rodillas con la frente en el suelo. - En representación del equipo que somos por su  elección, me gustaría solicitar ponis y equipo de caza para ellos.

¡Y para colmo la Unicornio no se cansaba de arremeter contra el muro!

- De seguro que de haber estado tan al sur, podría narraros el aterrador relato con mucho gusto, pero no tengo tan claro que tuvierais los oídos adecuados para siquiera escucharlo Ide-chan.

Respondo mordaz a sus palabras, pues estaba claro que no había escuchado las mías y me atribuía acciones que jamás había realizado o siquiera insinuado.

Yasuki Ashikako dijo:

- De seguro que de haber estado tan al sur, podría narraros el aterrador relato con mucho gusto, pero no tengo tan claro que tuvierais los oídos adecuados para siquiera escucharlo Ide-chan.

"Èsta... ¿busca bronca?", se preguntaba Zhuo.

— Dijisteis hace un momento que luchasteis con criaturas de pesadilla. Si no son criaturas del Yume-do, explicadnos qué criaturas son esas. Tengo oídos en tanto vos tengáis lengua. Onegai shimasu (os lo imploro). Y ya de paso hacednos una versión condensada del "terror" de dicha historia. No os preocupéis por mi tiempo. Si la historia es buena, os pago la próxima botella de sake. Empezad, no me cabe duda de que todos queremos oír vuestra historia.

Tras ignorar el silencio de los demás, en su propia creencia al considerar que había pronunciado palabras que se alejaban del entendimiento de los clanes menos sofisticados. Algo atrajo su atención.

-Y he aquí como el orden celestial una vez más se muestra. Los que como las bestias, gruñen para reafirmar su terreno. –Reflexionó Doji Ryojiro en silencio. –Pobres cangrejos, tan válidos en unas facetas y naufragan en las demás. ¿Por qué intentan volar cuando no están hechos para ello?

-¿Tan orgullosa estás de tu gempuku?-. Preguntó el grulla mientras fingía otear por los alrededores. Aún estoy buscando a alguien a quien puedas impresionarle por haber alcanzado la mayoría de edad.- Añadió burlonamente buscando enfriar la situación. Enseguida corrigió su tono a fin de buscar ser más diplomático.

-Os recomiendo, Yasuki-san, no buscar conflictos y no tomar a mal las palabras que te hieran pues el conflicto no es la vía para resolver la empresa que estamos por acometer. Venimos de tierras diferentes, algunos de tierras muy lejanas y por deferencia a nuestro anfitrión os recomiendo prudencia y paciencia. Y por supuesto como bien apuntaron Ide-san y Hiruma-san tenemos que conseguir equipo para la cacería.

El ambiente estaba un poco tenso, así que decidí intervenir.

-Yo tengo una historia que contaros, una en la que veréis que incluso lo más complicado, aquello que nos parece imposible, puede cambiarse con tesón, valentía y mucha fuerza.- dije antes de comenzar mi historia.

Cansada de que llevara meses sin llover en su charca, una rana se marchó en busca de la lluvia.

El resto de ranas la observaron extrañada mientras se alejaba de la charca.

– ¿Cómo va a encontrar la lluvia? Eso no se encuentra, aparece y listo.

– Se va a otra charca, como el resto de animales. Encontrará otras ranas, otras amigas y nos olvidará.

Pero ella no tenía pensado mudarse a otra charca y les contestó:

– Voy a encontrar a esa lluvia vaga y perezosa que ha decidido dejar de trabajar

Pero después de caminar durante horas en el cielo solo veía un sol brillante y cálido.

– ¡Escuchame sol! – exclamó enfadada – No puedes tener tú siempre el protagonismo. ¿Dónde está la lluvia?

– Lo siento mucho rana. No sé dónde está la lluvia. Deberías preguntar a las nubes.

– Y ¿dónde están las nubes?

– Pues hace mucho que no las veo también.

La rana y el sol se quedaron pensativos. ¿Dónde estarían las nubes?

– Lo mejor es que preguntes al viento. Él es el encargado de traerlas de un lado para otro, seguro que te puede decir algo.

Pero aquella tarde de primavera no corría ni una pizca de viento. La rana decidió seguir caminando hasta que encontrara al viento por si este podía decirle dónde estaban las nubes y estas donde estaba la lluvia. Por la noche, la rana llegó a la orilla de un río medio seco y sintió una ligera brisa.

– ¡Viento suave! ¡Por fin te encontré! Ando buscando a las nubes para que traigan lluvia a nuestra charca. ¿Sabes dónde pueden estar?

– Hace tiempo que no veo a ninguna nube. Lo mejor es que busques el mar. De ahí salen la mayoría de las nubes.

¡El mar! Pero eso estaba lejísimos... pero tenía que ir si quería encontrar a las nubes, así que fue hacia el mar.

Tras días de camino llegó a una pequeña montaña desde la que se podía ver el mar. Estaba amaneciendo y el sol (otra vez el sol) teñía de naranja el agua. ¡Era una imagen preciosa! Fue dando saltos hasta la orilla del mar.

– Buenos días, señor mar. Ando buscando a las nubes para que nos traigan la lluvia que tanta falta hace en nuestra charca. ¿Sabes cómo puedo encontrarlas?

El mar dejó que algunas olas se rompieran en la arena y luego murmuró pensativo.

– La única manera que se me ocurre de que las encuentres es sumergirte en mis aguas y esperar a que el cielo te absorba.- Y al ver la cara de asombro de la rana soltó una carcajada y exclamó – No te preocupes, no te pasará nada ¿sabes nadar?

Claro que la rana sabía nadar, pero el mar, tan profundo y salado, era tan diferente a la charca que le dio miedo. Pero estaba decidida a encontrar las nubes, así que se adentró en el mar. Y esperó a ser absorbida por el cielo. Pero el viaje había sido tan agotador y estaba tan cansada que sin darse cuenta se quedó dormida.

Cuando se despertó ya no estaba flotando en el mar, sino sobre una superficie húmeda y esponjosa: ¡una nube!

– Buenos días, querida nube. ¡Por fin te encuentro! Estoy buscando a la lluvia porque se ha olvidado de mi charca y la pobre se está secando.

La nube se sorprendió de tener dentro una rana. ¡Una rana! Ella estaba acostumbrada a llevar pequeñas gotas de agua, no ranas.

– ¿Cómo has llegado hasta aquí? ¡Una rana dentro de una nube! ¡Increíble!

La rana le contó toda su aventura desde que había salido de su charca y la nube se compadeció de ella.

– Tenemos que hacer algo. Pero aunque soy una nube, no puedo llevar mis gotas de agua a tu charca a menos que nos lo diga la lluvia. Tendremos que hablar con ella.

La nube le contó la historia a otras nubes, que se la contaron al cielo que tenía muy buena relación con la lluvia y podía visitarla siempre que quisiera. Así que el cielo habló con la lluvia y le contó la historia de la rana.

– ¡Menudo viaje solo para encontrarme! ¡Vaya rana más valiente!

Así que la lluvia, que era buena aunque un poco despistada, por eso a veces se le olvidaba hacer su función en algunos lugares, decidió ayudar a la rana.

– ¡Esto no puede ser! Ordeno inmediatamente que esa nube fuese velozmente hacia la charca de la rana, y así lo hizo.

El cielo se volvió oscuro, el sol se retiró y comenzó a llover con fuerza sobre la charca. Todos los animales que aún quedaban allí, abandonaron sus escondites para salir a disfrutar de aquel momento.

Y entre las gotas de lluvia, de repente, vieron aparecer a la rana y comprendieron que, tal y como había prometido, había traído la lluvia.

Esperaba haber atraído la atención de mis compañeros y evitar que siguieran discutiendo.

Los reproches se sucedieron entre las mujeres del clan Cangrejo y Unicornio, estaba claro que la guerra corría por sus venas. Pero este tipo de conductas no eran a las que estaba acostumbrado Yûki. Su rostro de indiferencia ante las idas y venidas de comentarios para, de algún modo, imponer sus creencias a su adversario, no hacían más que agravar la situación.

Sin embargo, justo cuando el monje suspiró para tratar de poner paz, Kakita-san, comenzó a recitar una fábula sobre una rana. Los ánimos parecieron calmarse durante su narración, por un tiempo al menos. Pero, la moraleja o el tema de la historia no concordaba con una escena que buscase la concordia y el trabajo conjunto; más bien, trataba del esfuerzo de algo muy pequeño por conseguir algo muy grande que beneficiase a todos; a pesar de que nadie le ayuda directamente y todos a su alrededor, buscasen que otro resolviera el problema en cuestión.

Yûki, escuchó con seriedad el relato y trató de desentrañar sus secretos, aunque no consiguió encontrar la conexión de la situación que se vivía en ese momento con la esencia del relato.

-"Kakita-san, ha sido un relato muy conveniente para nuestra empresa, ya que; a la vista de todos los participantes de esta corte de invierno que ríen y murmullan, nuestro grupo sería la rana aventurera; sin embargo, creo que las palabras de Shinsei-Kamisama deberían ser recordadas en este preciso momento, pues de la sabiduría que nos dejó siempre se puede aprender. Recordad que 'Dos hombres pueden enfrentarse a lo que un hombre solo no puede'. Entendiéndonos y trabajando en equipo, podemos llegar más lejos de lo que nuestros corazones pudieran imaginar por separado.

La mirada neutral y serena volvió a la expresión del Dragón, esperando que las palabras de Shinsei lograsen calmar el mar bravío que se estaba arremolinando entre sus compañeros de empresa.

Ide Zhuo parecía continuar sin escuchar mis palabras y, para el colmo, Doji Ryojiro se creía tan superior que me entraban ganas de romperle la cara de un puñetazo siguiendo el estilo de muchos bushis del clan. Afortunadamente para él, Takeshita acudió en su ayuda con una historia bellísima que ensalzaba la perseverancia pese a las adversidades, la cual no tenía nada que ver con nuestra situación actual, pero su sencillez y duración resultaron claves para no lanzarme al cuello de cualquiera de los otros dos samuráis.

- Está bien Ide-chan - comienzo ignorando nuevamente al Grulla y borrando la sonrisa de mi cara - A partir de ahora usaré palabras simples hasta que podáis seguirme.

Declaro con la sensación de que en verdad fuera una niña aprendiendo a hablar.

- No es el momento, ni el lugar para esa historia ¿comprendéis?

Pregunto queriendo dejarlo todo claro, más que nada porque tenía otros asuntos más complicados que atender, asuntos que llevaban un kimono azul.

Tras solicitar audiencia con el Khan, un criado os indica que Shinjo Rokuro, el segundo al mando de Torami, se entrevistará contigo.

-Mañana podréis solicitar a los criados lanzas, arcos, flechas, armaduras y caballos si lo deseáis. También se habrán preparado paquetes de comida individual para el día. ¿Si tenéis alguna pregunta más?-