Partida Rol por web

Es una noche tranquila de verano, el frescor de la noche permite un alivio al calor sofocante de la mañana y tarde.  Pronto sera la hora de la reunión y el lugar ya ha sido preparado, escondido en un riconcillo del bosque por unas señas que solo conoceis los componentes del club vais llegando poco a poco. El primero es Frankie un chico nervioso que nunca parece estarse quieto, ahora esta dando vueltas alrededor de la hoguera todavia sin encender colocando y limpiando esperando vuestra llegada, al veros llegar os saluda con la mano:- Ya estamos todos ¿Que tal vuestra semana? Yo he visto cosas con mi telescopio que me han comprado mis padres, hay de todo por alli arriba...-Dirige una mirada al cielo que esta repleto de estrellas y os dice:- Imaginar todo lo que no podemos ver porque no tenemos la lente adecuada- Sabeis que si le dais cuerda el chico puede hablar y hablar hasta desgañitarse de lo que ha visto, recordais que es su turno de contar un cuento.

Daniel saludo con cortesía a los demás mientras se envolvía en su abrigo de franela, muy cómodo y confortable para pasar la noche y a la vez seguro para esconder el rostro cuando la historia se pone tétrica.

-Es muy majo tu telescopio Frankie- respondió el chico con una sonrisa a los comentarios del narrador de la noche,- ha sido una semana mala, la maestra aplicó examen sorpresa y lo he reprobado- un fuerte suspiro de decepción salió de los labios del chico - pero a quien se le ocurre poner algo de una fila jibigatica- dijo el chico tratando de recordar lo que había leído.

-Pero bueno, ¿Cuál será el cuento de la noche?- preguntó ansioso por escuchar la historia.

No estoy para nada seguro de qué me ha convencido a apuntarme a ésto, quizás el hecho de que de noche apenas se puede ver nada y no necesito ir ocultando mis cosas con tanto empeño o eso de que las historias iban a ayudarnos con nuestros miedos. Sea lo que sea aquí estoy bajándome del árbol en el que estaba encaramado cuando llegó el segundo chico. Me acerco despacio a la hoguera sacudiéndome el polvo y los trocitos de corteza que se me han enganchado en la ropa.

- Hola- es lo único que digo mientras espero a los demás-.

Llegaba tarde, siempre llegaba tarde, su madre le había prohibido salir a no ser que acabara su cena, sabía que si la contradecía esta acabaría muy enfadada y no le permitiría salir ni esta noche ni a lo mejor en todo el verano y más aún si el cerdo de Aarón se encontraba en casa malmetiendo como siempre hacía. Apuro su plato a toda prisa, casi ahogándose sin masticar mientras su padre le reprendía jovialmente.
Por fin una vez que acabó, cogió su mochila, metió su linterna y un montón de chucherías y salió corriendo de casa mientras su madre le gritaba.- Ya sabes que tienes que volver pronto y no me gusta nada esos amigos tuyos...
Su casa estaba próxima al bosque donde se reunían para contarse cuentos, era el mejor momento de la semana por lo que Steve corrió todo lo que su cuerpo pudo, que no fue mucho la verdad.
Pasados diez minutos, llegó al claro donde ya todo estaba preparado, llegaba sudando mucho y sin aliento, Hola chi chicos, es espero que que me hayáis esperado para la historia de la semana no? .- Dijo con la voz entrecortada por el cansancio y ahogo, mientras se sentaba en su rincón preferido.
 

Siempre lo mismo. El perro de los vecinos siempre anda suelto por las noches, al contar con una -por palabras de los mismísimos dueños- educación canina ejemplar: no muerde, no ladra y no molesta a nadie. ¡Mentira! Mientras ellos duermen tranquilamente, pensando que su Tobías del alma descansa en el jardín, el chucho infernal espera acechando a que salga de casa para salir detrás de mí y perseguirme entre ladridos y gruñidos.

Agarrando una pequeña mochila (en cuyo contenido simplemente hay un bocadillo, una botella de agua y una linterna*) contra mi pecho, asomo la cabeza para comprobar que no hay moros en la costa y, tras coger una larga bocanada de aire, salgo corriendo lo más rápido que puedo con, de repente y por arte de magia, el saco de pulgas pegado a los talones. A veces pienso en girarme y plantarle cara, pero entonces veo sus colmillos y prefiero seguir corriendo... hasta que llego al punto de reunión, donde La Bestia deja de perseguirme. Como siempre. Todos los días. Viene detrás de mí y, cuando llego a mi destino, me deja en paz.

Jadeando, me reúno con los demás, viendo que por suerte no soy el último aunque tampoco el primero.

- ¡Hola chicos! -Saludo, aún con la respiración agitada. Me siento en el suelo y observo el telescopio de Frankie-. ¡Hey, yo tengo uno parecido! ¿También lo usas para ver lo que hace la gente?

Frankie os mira a los reciente llegados risueño, ahora se fija mejor y ve que las niñas no han llegado por lo que espeta:- Vaya todavia no han llegado las chicas... vaya unas tardonas- Respondiendo a Daniel y Kyle os dice:- Justamente la historia de esta semana ira sobre lo que puede llegar a verse con un tipo diferente de telescopio, que se llama calidoscopio, y se ven muchos colores y formas dentro de él- Y sonriendo picaramente:- Y lo que puede pasar al fisgar con él alguna persona conocida, porque a veces lo que no vemos es por que no tenemos el material adecuado.- Termina de preparar la hoguera y la enciende, para despues sentarse en el asiento del orador...

Frankie coge un puñado de polvo que echa a la hoguera haciendo que avive las llamas por un momento y con voz profunda dice:- Para el Club de la Hora Bruja,  doy comienzo a esta sesión con el relato llamado "El Calisdoscopio".- Tras ver como Leah viene por el camino espera a que se siente y empieza narrar su relato:- Esto me lo contó un primo mio que le ocurrió a unos conocidos suyos. Ellos vivían en un pueblo como el nuestro en un barrio residencial de nueva construcción con casas baratas donde todo el mundo se conoce y que la llegada de nuevos vecinos es tomada como algo novedoso. La llegada del nuevo vecino fue extraña, le trajeron los muebles una empresa de mudanzas y él no llego hasta por la noche muy tarde. Desde entonces apenas se habla con nadie, solo saliendo de paseo por las noches y yendo a comprar cosas como muchos paquetes de detergentes y cosas así, era un tío raro que de vez en cuando se traía un animal de la tienda de mascotas y luego no se volvía a saber de él.

Los conocidos de mi primo se reunían en la casa de al lado para jugar y aunque les daba curiosidad ese extraño hombre de ropas oscuras y cara blanquecina, no les molestaba solo ignorando sus bromas y chanzas mientras iba a lo suyo... Entonces uno de los niños recibió un calidoscopio de sus padres, una baratija que le regalaron tras un viaje y los niños se reunieron para jugar con él...

Daniel se sentó a escuchar el cuento mientras dejaba que su yo onirico se desplazará a traves del relato contado por Frankie, escucho con atención cada palabra y no pudo por menos imaginarse en esa situacion, dejo que su imaginación le llevará por los senderos de la fantasia y de pronto ya no era el, su apariencia era la misma y no podía verse de otra forma, pero ahora su familia disfuncional se volvía amorosa y perfecta, tomaba una nueva identidad ahora era Adam, el chico que vivía en los suburbios en el cuento de Frankie.

Era un dia como los otros  en los suburbios no había mucho que hacer ni nada nuevo que discutir y la tranquilidad del lugar se hubiera mantenido así con la misma monotonía, el misterioso hombre de ropas oscuras no era mas que un tipo a los que no hay que acercarse pues eso dicen los padres, así que como buen chico le evitaba aunque no dejaba de ser presa de mi atención, pero ese foco cambió cuando otro chico recibió un regalo de los padres y yo quería ser el primero despues de el.

-He prestadmelo- sonrió el muchacho queriendo ver atra vez del caleidoscopio, la verdad que el juguete era demasiado llamativo y quería mirar atra vez de él - no seas cruel quiero ver antes que lso demas, siiiiiiiiiiii- dijo tratando de conseguir que le chico le prestará el caleidoscopio primero.

Me siento junto a los demás a escuchar al cuentacuentos de esta noche sin hacer mucho ruido, la historia promete y el chico que la cuenta disfruta contándola así que seguramente también nosotros disfutemos oyéndola. Miro el fuego mientras habla, intentando visualizar ese hombre con su extraña fijación por el detergente, su casa, los niños, el calidoscopio...

Había sido una mañana fresca y especialmente aburrida, estaba derrengado sobre el árbol con las piernas y los brazos colgando entre las ramas esperando a que pasara algo interesante. Aunque no fuese a reconocerlo ante nadie lo que esperaba era que se reuniesen los niños de la casa de al lado como todas las tardes, me entretenía mirándolos aunque no tuviese ningún interés en estar con ellos. Recostado sobre una de ramas especialmente gruesas los espío, parece que hoy uno tiene un juguete nuevo y todos están especialmente emocionados por la novedad, yo no lo veo gran cosa, se parece mucho al catelejo del abuelo que a veces uso para mirar desde el árbol. Me agarro bien a la rama con las piernas e intento avanzar un pelín más para poder ver mejor lo que hacen los otros niños, a lo mejor me consigo enterar qué es lo que a ese especial a ese catalejo. La abuela dice que está muy feo espiar a los demás, pero yo pienso que mientras no te vean no tienen por qué molestarse.

Steve se quedó con la miraba perdida en las llamas de la hoguera mientras escuchaba el comienzo del relato. Sus ojos ya no prestaban atención a lo que veía, sus oídos escuchaban de fondo la voz del narrador y su mente paso de estar en una especie de bruma a estar en una nueva realidad, en un nuevo lugar, con diferente familia y diferentes amigos, pero siendo él mismo, su alter ego, tal vez más feliz, tal vez no.
Parecía que el fin de semana sería como siempre en el barrio, pasaría sin más pena que gloria, todo el día en la calle, de una lado para otro, para llegar a casa cenar y dormir, así hasta el lunes que volvieran a la escuela. Ya ni el extraño hombre de ropajes oscuros atraía la atención de los chicos.
Pero eso no fue lo que ocurrió, en aquella fresca mañana, uno de los chicos de la pandilla llego con un objeto que les sorprendió a todos, era un regalo de sus padres. Los chicos se alborotaron enseguida, todos querían mirar primero, Clay, sin embargo disfruto de la algarabía, espero pacientemente su turno, sabía que le llegaría antes o después.

Había tardado un poco en llegar. Su hermana siempre la tenía que hacer retrasarse en todo con sus estúpidas historias de fantasmas que no existían.

Llegó corriendo, a sabiendas de que llegaba tarde. Pero por lo visto no fue la última y justo después de ella llegó la otra chica del grupo. Se sentó al lado de los chicos, junto al fuego, dejando la mochila que llevaba colgada de los hombros a sus pies. En la mochila llevaba una linterna, dos sanwiches y una manta. Sabía que era muy friolera y era mejor pasar una noche agradable, tapada por la manta, que con frío y deseosa de echarse encima de la hoguera.

Pronto comenzó el cuento de la noche. La voz del narrador era hipnótica y profunda, así que mirando más allá de las llamas del fuego dejó que su mente vagase hasta llegar a otra dimensión.

Estaba siendo una mañana aburrida. Estaba sentada debajo del árbol al cual estaba subido Martin sin prestar demasiada atención a los demás niños. Hasta que llegó Frankie con su nuevo telescopio. La intrigaba poder ver lo que el señor raro hacía dentro de su casa, por lo que esperó pacientemente su turno sin hablar. Estaba bastante apática esa mañana, había pasado una mala noche. Su estúpida hermana le contó una historia sobre un gato al que empedraban en una pared, junto a su ama muerta.

El niño que había traido el calidoscopio se llama Ricky, parece estar muy satisfecho ante la curiosidad que ha levantado en los niños su nuevo juguete, aunque termina por pasarlo se dedica  un buen ratoa jugar con él, para incitar a los demás en su curiosidad y darse aires, ante su nueva adquisición. Finalmente  se lo pasa a Daniel que puede ver como el mundo se vuelve un montón de colorines que cambian según activa el objeto, haciendo que las cosas que ve a través de él tengan un montón de colores nuevos.

En ese momento el vecino está saliendo de su casa, como siempre cierra con cerrojo y mira a todos lados para fijarse si se ha dejado algo abierto antes de bajar los escalones de su porche. Ricky que empieza a bailotear os dice:- Voy un momento al servicio, ahora vuelvo..., no me lo rompais- Y se marcha al interior de la casa. En tanto Daniel mira de refilón al nuevo vecino y...

Al examinar al vecino, te entra un escalofrio que te baja hasta la rabadilla, su rostro ya no es humano, sino parece más al de una lamprea (uno de esos bichos que salen por la tele que son tan largos como las anguilas, pero que tienen una boca horrible que sirve para absorver la sangre). Sus ojos son dos esferas diminutas sin iris, y su boca parece una taladradora. su cuerpo es igual de extraño, es una criatura gibada con un estomago enorme, con unos pies y manos alagargados terminados en garra. Al quedarte mirandolo, es te devuelve la mirada penetrantemente...

Por un momento el chico no sabe como actuar, esta aterrado y eso lo sabe bien, pero tambien si mantiene la mirada sobre ese extraño bicho, intenta apartar la mirada del ser pero aun así un impulso superior le llega, al igual que una sensación calida que le recorre lso pantalones.

-Ra..yos- alegá el chico sonrojado por la verguenza y el miedo - tomá tu turno cuidaselo a Ricky- dijo entregandole el artilugio a Martín, para leugo salir disparado a su casa, no quería  que lso demas chicos le brularán pero lo que había visto le habia llenado de terror salió corriendo a toda velocidad y no se detubo hasta haber llegado dentro.

Por unos breves segundos de observar al desconocido el muchacho parece  acojonarce al grado tal que en sus pantalones se comienza a formar una horrible marca de agua, al notarlo el chico  no puede mas que expresar unas cuantas palabras.

-Ra..yos- alegá el chico sonrojado por la verguenza y el miedo - Toma tu turno, cuidaselo a Ricky- dijo entregandole el artilugio a Martín, para luego salir disparado a su casa, no quería  que los demas chicos le brularán pero lo que había visto le habia llenado de terror salió corriendo a toda velocidad y no se detuvo hasta haber llegado dentro.

¡La pelota! ¡La pelota! ¡¡Que es mía!!

Los muy mal-amigos habían dejado la pelota olvidada a su suerte, pendientes de lo que traía Ricky, por lo que cuando les hice el pase ninguno estaba mirando, así que corro tras ella cuando veo que pasa de largo al grupo y rueda, rueda y rueda sin parar, cada vez más rápido.

Por suerte se para, al chocar con los pies del vecino nuevo, por lo que sigo corriendo hasta llegar a él y, sin prestarle mucha atención, me agacho para cogerla. ¡No vaya a ser que, como con sus mascotas, se la lleve adentro y desaparezca! ¡Que es la pelota del penalti que tiró Beckham y falló! Al incoporarme y mirarle, musito un simple "perdón" y vuelvo corriendo con el grupo.

- ¡Ya no os dejo jugar más con mi pelota! -Protesto, enfadado de que nadie le haya prestado atención-. ¿A dónde va Daniel? Eh, ¿entramos en la casa?

Me pregunto que será lo que ven a través de ese catalejo que sea tan emocionante como para hacérselo en los pantalones. Sigo con la mirada lo que estaba viendo el chico antes de salir a la escapada y me encuentro con el señor que ha sido durante un tiempo el mayor tema de conversación de los chicos del barrio. Ese señor me pone los pelos de punta, se come a sus mascotas como los chinos, pero sin tener su voz tan graciosa. Lo siguiente es ver la pelota rodar hasta el tipo y sentir en parte el miedo del meón, eso basta para hacerme tambalear en mi rama y rasparme las rodillas con las ramas. Me paro sobre las ramas para ver mejor si el vecino hace lo mismo con el niño de balón que con las mascotas, aún a riesgo de que vean los niños a los que estoy espiando.

Breves son los minutos que me toma cambiarme el pantalón y de neuvo salir a la calle, supongo que me tomará un rato inventar el por que, aunque no creo que nadie me crea, a menos que miren por el catalejo, tal vez esa era la solución, regreso corriendo con mas fuerza hacía los chicos, con una sola idea advertireles y confirmar mis miedos.

-He vuelto muchachos- dijo el chico algo apenado - perdón,- trato de disculparse el chico, mientras aun obserbaba al extraño vecino.

Steve vió como tenía la oportunidad de mirar por el nuevo juguete de Ricky, para su sorpresa el miedica de Daniel había salido huyendo mientras miraba por él.

Seguro que ha sido por culpa de Kyle el muy torpe ha seguido dandole a la maldita pelota, y esya ha ido a parar a los pies del señor oscuro. Daniel, lo habra visto y temiendo la reprimenda el llorica se habra ido. Pues ahora es mi oportunidad, ahora quiero mirar YO.

Me toca, es mi turno. Dijo Steve mientras cogía el caleidoscopio.  Como se supone que funciona esto Ricky? Y que es lo que veremos? Es la primera vez que veo uno la verdad. Pregunta Steve, mientras se lleva al ojo el objeto.
 

El vecino se queda mirando a Kyle un momento y luego cuando se da la vuelta dice con un tono muy grave:- Ten más cuidado...- Pero no parece estar atento al asunto de la pelota, sino a como se ha ido Daniel trás mirar por el calidoscopio hacía su posición, se queda un momento examinandoos, al ver como mira Steve por él, le dice:- Niño, mira hacía otro lado, la curiosidad mato al gato ya sabes...- Y girandose se dirige hacía su coche, sin deciros una palabra más, es un tipo extraño y la verdad es que da algo de miedo.

Pronto veis como la cara de Steve que esta mirando por el calidoscopio se retrae en una mueca asustada y su cara se pone con un tono cercano a la tiza, en tanto en algún lugar aulla un perro, mientras que el vecino enciende su coche y se marcha calle abajo...