Partida Rol por web

Agatha deja que asimiles la noticia de Jane y la intervención de Eleanor Rothchild

- Cada uno lleva un hilo plateado, su destino, el nexo que los une a la madre -Agatha sonríe, su rostro se arruga muchísimo más. Para ser una colmillo plateado y familia de los Rothchild, en realidad es una mujer bastante sencilla en su modo de vestir y en su apariencia general- Gaia les ha dado un regalo preciado, no todo esta perdido entonces -mira a Michael que lucía afectado por todo- todos tenemos un papel en los desastres ¿ahora o en cinco años o en diez? ¿será un papel crucial? no lo sabemos ¿tú que crees? Sus caminos se han cruzado, pero primero debes encontrarte ¿no? no puedes tomar tu destino si no sabes que lo tienes, o si no sabes porqué lo tienes, cliath Tyler Jackson

Michael te mira por primera vez con cierto respeto, sin odio, sin rencor, sin la frialdad de la familia, te mira como un garou mira a otro garou como su hermano - ¿Qué esperas para ir a hacer lo que tienes que hacer? Si quieres que confíe en que puedes cuidar a mi hermana, que no le va a suceder nada malo -Michael mira dolido a Eve, se lleva la mano a la frente preocupado- No soy un ingenuo, si viene algo como lo que te he dicho se que todos estamos en peligro, no solo como familia, sino nuestra tribu y todas las demás. Debemos ser nosotros quienes den el ejemplo, los que tenemos que estar primero, nosotros lideramos a las otras tribus ¿eso si lo sabes, no? 

Se acerca a ti - Ve a descubrir tu camino, para que puedas ayudarme a hacernos cargo de lo que sea que este por venir 

El camino estaba hecho de piedrecillas, un polvillo ondulante diferente a los caminos que hasta ahora habias visitado. No era que fueras una experta en la umbra, pero sabias bastante, lo suficiente para darte cuenta que aquel era un lugar distinto, no era la penumbra... en estos momentos una mano de Will te haría bien, pero estabas sola. 

Abbot te había llevado hasta allí y te habia dejado sin tu manada, a tu suerte, dandote dos objetos que no podían tener relación entre si. En tu forma lupus, anduviste varias horas, el paraje era el mismo, el inexplicable sol en el cielo, la sensacion de calor, el mismo camino una y otra vez, como si hubieras estado dando vueltas en círculo. El hambre empezó a azotar a tu estómago ¿debías de comer la manzana que te dieron ahora o la guardarías para después?

Pero todo seguía siendo exactamente igual ¿tenía sentido? no ¿dónde estabas? era dificil de saber.

De cualquier manera, el camino se abría hasta que llegaste a un pequeño estanque, había espíritus árbol, agua y demás congregados. Un espíritu de un pequeño conejillo se detuvo a beber en aquel lugar.

No parecía haber nada más allí, ¿quedarse o volver al camino? era una cuestión difícil de decir, eso te dejo pensando las últimas palabras de Abbot ¿serían un acertijo? aprovechar la luz del sol, pero ya habias pensando que tal cosa no era posible y sin embargo en aquel lugar era como habia dicho, o así lo aparentaba.

¿Qué más había dicho el viejo? ¿Cuando caiga la noche asegurate de encontrar un lugar a salvo? pero si no es asi, si el dia realmente no es un dia y el sol realmente no podia estar ahi, pero estaba... ¿entonces de que estaria hablando?

Recordaste los espíritus del caos que plagaban enloquecidos y dinamicos alrededor de la cabaña ¿se habian movido? no. ¿podrían haber caido en una trocha? ¿en un atajo? ¿seria otro reino?

¿qué hacer?

Tardo mucho en tranquilizarme, incluso después de andar, que siempre me relaja. Esto ha sido juego sucio del peor. A saber dónde he caído por culpa del viejo estirado de las narices. Para colmo, la sensación de estar andando en círculos me pone nerviosa, pero me obligo a recordar que el camino era recto. Es imposible que me haya desviado si no lo he dejado, ¿o si? Recuerda, Jane, te enseñaron cosas sobre la Umbra. No muchas, la verdad. Australia no era lugar para explorar la Umbra y las Cortes de la Bestia me explicaron algo que no entendí en absoluto sobre el Mundo Espiritual de Asia. Gaia, qué perdida estoy aquí. Y sin embargo, soy medio carne medio espíritu, como Garou que soy...si es que estoy realmente en el mundo espiritual. Igual Abbot está proyectando una ilusión en mi mente.

Me siento un instante junto al estanque. Pienso en las cosas que tengo. Una manzana, que podría ser parte del juego, ¿quién me dice que la rubia no está en el ajo? Un rollo de hilo, un cordón blanco que podría ser equivalente al hilo de plata del que he leído y que mantiene la forma astral. Una foto de mamá. Aprovecha la luz del sol...todo es un enigma. Me fijo en los reflejos de luz sobre el estanque. Aprovecha la luz del sol...no puedo recoger agua, no tengo con qué. Pero tal vez pueda beberla. Me giro para dirigirme al conejo en Elevado:

- ¿Es buena el agua del estanque, noble espíritu? - recuerdo en el último momento ser muy respetuosa, incluso con los más pequeños, especialmente cuando hable en Elevado. 

Parece que mi pregunta pilla a Eleanor por sorpresa. Sin duda, se trata de algo que no se había planteado. Percibir su nerviosismo, sus dudas, me transmite una versión de ella que había ocultado hasta el momento. Tanto como esa mirada llena de amor hacia su hija. Se pone en pie, despidiéndose, al parecer dispuesta a investigar ese dato concreto.

Gracias a usted por recibirme, señora Rothchild. -Me despido, agachando la cabeza ligeramente.

Agatha me habla entonces sobre el destino, ofreciendo también algo de esperanza. Sí, sea como sea, lo que se ha sembrado entre Eve y yo es un regalo. Y si tengo un destino por delante, crucial o no, parece que lo realmente importante, lo que determinará cómo afrontarlo, es eso que debo descubrir acerca de mí mismo.

La voz de Michael interrumpe mi respuesta a la Theurge, dándome apenas tiempo para asentir concediéndole toda la razón. La anciana, en ocasiones, me recuerda a la misma Madre Larissa, y eso despierta en mí una ternura que fácilmente se refleja en mi mirada. No así Michael, quien me sorprende con un ligero cambio de actitud.

¿Eso que veo en sus ojos es... respeto?

Enarco una ceja, mientras me insta a acudir a la llamada de mi deber. Habla del peligro que corremos, y de la responsabilidad que pesa sobre nuestros hombros. Familia, tribu, nación. Dar ejemplo, ser los primeros, liderar. Por un instante, me parece estar oyendo a Guardián-de-Troya. Una sonrisa aflora a mis labios cuando me provoca preguntando si soy conocedor de ese hecho, de nuestro liderazgo.

Y siento orgullo. Puede que no sea nada mío. Aún. No es mi hermano, no es mi cuñado, no es mi familia ni pertenece a mi manada. Pero es el hermano de Eve, y es un Colmillo Plateado. Y oírle hablar así me llena de orgullo.

Michael... Hablas como un gran hombre al que conocí. -Le digo con sinceridad, aunque no pueda alcanzar a entender la magnitud de tal halago- No te insultaré pidiéndote que cuides a Eve hasta que regrese, se que lo harás. -Indico extendiendo mi mano abierta hacia él, un segundo intento, al que seguirá un tercero o mil más hasta que logre que estreche mi mano- Pero cuídate tú también. -Le pido- Tenemos una guerra que librar... juntos.

Tanto si acepta mi ofrecimiento como si no, me giro hacia su abuela, agradecido por su sabiduría.

Agatha Una-con-la-Umbra, gracias por sus palabras y sabiduría. -Le agradezco, tomando una de sus arrugadas manos entre las mías con ternura y respeto- Seguiré su consejo, como no podría ser de otra manera.

Me giro entonces encarando al padre de Eve, Desmond. Debo reconocer que, desde que le viera aparecer ente los asistentes a la Asamblea, este hombre no ha hecho más que mostrarme su apoyo, una y otra vez.

Señor Rothchild... -Le digo, inclinándome ante él y ofreciéndole mi mano, dispuesto a estrechar la suya entre las dos mías- ...no se cómo expresarle mi agradecimiento, por... bueno, por todo. Muchas gracias.

Finalmente, me giro hacia Eve. No es esta el tipo de despedida que desearía entre nosotros, pero parece que es urgente que me ponga en marcha.

Eve... Tengo que irme ya, buscar al Círculo, organizarnos... -Le explico, ligeramente turbado por deber hacerlo aquí, ante su familia- Volveré lo antes posible, ¿vale? -Paso un dedo por su frente, apartando un mechón de su plateado cabello, y con esa excusa dejo mi mano en su mejilla- Volveré lo antes posible. -Le prometo, antes de bajar la voz, acercándome más con una sonrisa- No ha ido tan mal, ¿verdad? -Bromeo, antes de besar su frente, dispuesto a marcharme.

Solté un par de puyitas más, antes de encaminar mis pasos, guiado por el olfato, a una habitación de donde salía un maravilloso olor a café caliente...
- Si hay suerte, no tardaremos en encontrar a los demás...

Apoyé mi mano en el picaporte y lo giré para entrar en la misma habitación en que, hacia una eternidad, había estado a punto de perder a mi Manada y me había llevado un par de guantazos.

Inconscientemente me llevé la mano a la mejilla mientras cruzaba el umbral. La extraña mezcla de emociones me hizo empezar a llorar, abrumado por el peso de aquel castigo administrado por mi Alfa y por el roce de los labios de Aletheia al despedirse de mi.

Me apoyé en la larga y pesada mesa, con la cabeza gacha, mientras trataba de tranquilizar a Amber con un gesto de la mano, entre sollozos.

- Vale... Vale... Ya pasó... Estoy bien un poco... Abrumado...- Resoplé de nuevo, respirando entre los dedos de las manos, con las que trataba de ocultar mi rostro contrito.

Al cabo de unos instantes, los cuidados de Amber y el sonido de una puerta al cerrarse me devolvieron la serenidad.

Hecho un desastre, dediqué un asentimiento a Tyler, que se había colado sin hacer ruido en el comedor y me serví una buena taza de café solo con un par de terrones servidos con unas pinzas profusamente labradas.

- Buenos días, Tyler, ¿como estas?- Le pregunté, un poco cabizbajo todavía.- Tienes pinta de haber pasado un malrato. ¿Pasa algo con Eve o con Helen?

Preocupado por las Parientes, decidí posponer un momento la primera pregunta que me había venido a la mente en cuanto le vi en el umbral de la puerta...

"¿Hay algún problema en que salga con Aletheia?"

Salgo del salón de la familia Rothchild con una imperiosa necesidad de descansar, de dejar atrás la tensión y el deber, volver a ser el chico sencillo que era hace apenas unos días, cuando nuestras obligaciones no nos forzaban a pensar en sucesos de apocalípticas consecuencias. En cuanto salgo al pasillo, me doy cuenta de que no estoy sólo. El guardia armado de la puerta. Le saludó, encogiéndome mantener la compostura mientras me alejo. Solo al doblar una esquina del pasillo, viéndome capaz de disfrutar un instante de intimidad, me permito apoyarme en la pared y respirar profundamente.

Esto es demasiado, demasiadas cosas... Una a una, habrá que afrontarlas una a una...

Partido a partido, batalla a batalla...

No tardo mucho en alcanzar la puerta del comedor. No disimulo mi gesto preocupado, no ante mis hermanos. No más secretos en el Círculo. ¿Y donde está el Círculo? Veo a Alex, y a Amber. ¿Donde están los demás? ¿Donde está Jane? ¿Acaso ya...?

Buenos días, Alex. Amber... -Saludo, con gesto agobiado. El avispado de nuestro Philodox se ha dado cuenta, y ya me está preguntando, aunque también yo detecto algo en su actitud canizbaja- Dame un momento, ¿vale? Llevo media mañana intentando tomarme un café... -Respondo cogiendo una taza- Tengo que contaros algo. Varias cosas, en realidad. Es serio, ¿habéis visto a Will o Jane? -Pregunto mientras me sirvo media taza de café caliente, rellenando el resto con espumosa leche, y añadiendo dos terrones de azúcar. Remuevo rápidamente, sin dedicación alguna, y le doy un largo sorbo con el que apuro un tercio de la taza, soltando un suspiro al tragar, con los ojos cerrados- Pero antes... ¿A ti te pasa algo? Tienes mala cara...

Asaltado por mis preguntas, Tyler hace lo más lógico y pide tiempo muerto.

- Tomate el tiempo que necesites , Ty.- Me resisto a llamarle Ensarta-lobas, apodo que después de la pasada noche me hace un poco menos de gracia.- A mi también me ha costado trabajo tomar un café tranquilo.

Alzó la taza, saludando y le dedico unos instantes a saborear su olor antes de humedecer apenas mis labios con la burbujeante libación.

El tono con el que Ty nos interpela dispara todas mis alarmas y dejó el café sobre el platillo que descansa encima del delicado mantel de fino paño inglés.

- No se donde estan. Amber y yo nos hemos encontrado en la entrada y hemos venido directos aquí.- Hago un gesto para abarcar toda mi desaliñada persona.

"No se te escapa una, intrépido líder."

Sonrio ante la pregunta de Tyler y tomó otro sorbo antes de responderla.

- Estoy bien. Un poco preocupado por estos dos y por un asunto personal.- Dedico una amistosa mirada a Amber y tomo aire, suspirando lentamente.

- Ensarta-lobas, tengo una pregunta... ¿Hay algún problema en que salga con Aletheia?

Al ver que Alex se puso triste de repente, me encogí de hombros.

—Hombre, tío... Es que la conoces desde hace dos días. Si le llegas a decir que la quieres tan pronto a lo mejor se asusta y sale corriendo. —Lo miré con esa sonrisa imborrable que se había clavado en mis labios y sentía que nada en el mundo iba a poder disolver. —Ya tendrás tiempo de decírselo cuando os conozcáis más. 

Pero entonces se puso a hacer el tonto y me eché a reír con su imitación y cuando terminó preguntándome por Eduard me encogí de hombros con una cara de circunstancias que era más elocuente que cualquier cosa que pudiera decir. Pero más me reí cuando se puso en plan protector. Mi sonrisa se volvió traviesa, como si sus palabras hubieran traído un recuerdo a mi mente, pero no le aclaré de qué me reía, lo dejé en un chiste privado que sólo explicaría si él preguntaba. 

—Buah, ¿tú también has sentido cosas místicas de esas? —pregunté entonces, abriendo mucho los ojos—. A ver si voy a ser la única de la manada a la que los espíritus no le hacen ni puto caso, joder. 

O eso o los espíritus pasaban de mi culo. O quizá yo era un poco sorda a sus voces y no me enteraba. Unas horas antes eso me habría dado pie a rayarme la cabeza con el asunto de no tener tótem y todo eso. Habría pensado que tal vez era culpa mía y que por eso yo no tenía yuyus místicos al tener un orgasmo. Pero en ese momento me la sudaba ampliamente todo el asunto del tótem. Y bueno, un poco todo en general. Estaba feliz y no creía que nada en el universo pudiese cambiar mi estado.

Sin embargo, cuando Alex empezó a abrir la puerta, yo miré a mi alrededor. 

—Ve entrando tú, que yo voy un momento al baño —pedí, con mi imborrable sonrisa—. Ahora vengo.

Unos minutos después de dejar a Alex en la puerta de aquel salón soy yo la que entra. Llevo los mismos pantalones que ayer, pero una camiseta gris y ancha, de esas que dejan un hombro al aire. Una amplia sonrisa curva mis labios y se extiende hasta mis ojos, creando pequeñas arruguitas en sus comisuras. Una sonrisa que desde luego parece haber llegado para quedarse. Mi caminar es ligero y desenfadado y mis dedos se mueven tamborileando sobre mi muslo al caminar, con ese gesto inconsciente que delata que tengo la cabeza y el corazón llenos de música. Joder. Voy a hacer la mejor canción de toda la puta historia.

Al ver a Tyler también allí, le dedico mi sonrisa. Mis ojos brillan tranquilos y felices y ni siquiera el ver que ambos parecen preocupados es capaz de hacer mella en mi estado actual o de tambalear la curva de mis labios. 

—Eh, Ty —saludo, dándole un golpe amistoso en el hombro al acercarme—. ¿Qué tal has dormido? ¿Ya te ha contado Alex sus novedades? —pregunto, enarcando las cejas en una expresión elocuente y graciosa al mismo tiempo—. Ha triunfado —añado, soltando una carcajada. 

Entonces miro a Lex-Talionis y me río suavemente de nuevo al ver lo que tiene en la mano. 

—Bueno, ya tienes el café. Ahora sólo te falta la ducha.

Y finalmente apoyo la espalda en el borde de la mesa, mirándolos a ambos y completamente incapaz de preocuparme por nada.

—¿Pasa algo malo? 

No saben nada de Will ni de Jane. Genial. Will no me preocupa, al contrario, estará disfrutando de su paraíso personal, ese que tanto merece, el que yo he tenido que dejar atrás, arrastrado por las obligaciones. Pero Jane... Jane ya es harina de otro costal. Jane sí me preocupa, tengo que buscarla, hablar con ella. Ahora más que nunca, tengo tantas cosas que decirle... Antes de que...

Alex le quita importancia a su estado, hablando de su preocupación por sus hermanos, de un asunto personal. Me llevo la taza a los labios de nuevo, dispuesto a degustar, esta vez sí, el café con tranquilidad.

Iluso de mí.

El café se me atraganta, como la pregunta de Alex, tosiendo sobre la taza, víctima de la sorpresa.

¿Sa... Cof, cof, salir...? -Pregunto, incrédulo, sin creerme lo que oigo. Amber, que evidentemente ya lo sabía, de acerca hablando de ello en tono desenfadado, como si fuera un asunto sin importancia. Aparto la mirada de ellos dos, bebiendo lo que queda de mi taza de café de un trago, y dejando caer la misma sobre la mesa con desgana- Gaia, ¿en serio...? ¿Algo más...? -Murmuró cerrando los ojos, con el rostro mirándola al techo, antes de inspirar profundamente y liberar todo el aire en un profundo suspiro.

¿Cómo quieres que responda a eso, Alex? -Pregunto, llevándome una mano a la frente, apretando las sienes mientras agacho la cabeza- ¿Como colega, como compañero de manada, como Ahroun, como alfa...? ¿Cómo? -Fijo mis ojos azules en Alex- Como colega, sólo puedo decir... -Golpeo su hombro con un puño, suavemente, mostrando una media sonrisa- Felicidades, tío. -Me cruzo de brazos, ya más serio- Como compañero, tengo que preguntarte, ¿estás seguro? Eres Philodox y Metis, nadie mejor que tú conoce las implicaciones de algo así. Y no hablo sólo de la Ley, de la Letanía, sino del trato que se puede esperar de otros. -Especialmente para Aletheia, al fin y al cabo Alex ya ha vivido eso toda su vida- Como Ahroun, me importa un bledo lo que nadie pueda pensar al respecto, sabes que os defenderé a muerte. Siempre. -Aclaro, con contundencia. Al menos, quiero pensar que lo sabe. Que lo saben todos. Aunque si no lo saben no me importa, lo haría igualmente. Y más ahora, sabiendo lo que se- Como Alfa... sólo puedo decirte una cosa. Es un honor y un privilegio contar contigo en esta manada, hagas lo que hagas con tu tiempo libre. Con todos vosotros. -Añado incluyendo a Amber con la mirada- Se acercan tiempos complicados, duros... -Dejo escapar un suspiro- Es... posible... que Jane no pueda acompañarnos a Yellowstone. -Digo finalmente.

Al ver la cara de Tyler intentando asimilar las noticias de Alex no lo puedo evitar y me río entre dientes. Es gracioso, aunque tal vez sea yo la única que le vea la gracia. O quizá es que hoy todo me parece divertido. Y cuando empieza a hablarle y le dice esas cosas tan bonitas, ladeo la cabeza un poco y mi sonrisa se amplía un poco más. Siento ganas de achucharlos a los dos, como si fueran dos lobitos de peluche. Con unos pedazo colmillos, sí, pero de peluche. 

Y estoy a punto de contarle a Ty mis buenas noticias cuando me doy cuenta de que todavía va a seguir hablando, así que lo dejo para después. Total, tampoco es para tanto, o eso creo.

Me encojo de hombros con el anuncio sobre los tiempos que se acercan. Sea lo que sea podremos con ello mientras estemos juntos... Y entonces pestañeo al escuchar sus últimas palabras que chocan de frente con mi pensamiento optimista número cuarenta y siete de esta mañana. Aunque ni siquiera esa revelación es capaz de hacer que mi sonrisa se tambalee. 

—¿Cómo? —pregunto, sin estar segura de haberme enterado bien—. ¿Pero cómo no va a venir Jane? El Círculo no se rompe —aseguro, todavía con la misma sonrisa feliz en los labios. Tyler ha hablado en condicional así que no es seguro ni nada, por lo tanto no hay nada de qué preocuparse todavía. Sea lo que sea, lo arreglaremos. 

A pesar de tratar de mantener un semblante serio, el susto de Tyler ante mi pregunta y la rodilla cantarina de Amber contribuyen a relajarme un poco.

"Pesado es el manto del liderazgo. Se necesitan amplios hombros y recias piernas para aguantar los embates del viento en la cima. Siento mucho contribuir a tus preocupaciones, Tyler"

Por fortuna, Tyler reacciona bien y me dá todo lo que tiene, con franqueza y seguridad, sin artificios estériles. Y con una incisiva intuición que desmerece su edad pero no su madurez. Madurez que que veo reflejada en sus ojos azules.

- Gracias.- Esbozo una cansada sonrisa, asintiendo.- Soy consciente de que, incluso en el sentido más liviano de la palabra "triunfar", podemos tener problemas...- Le dedico una agradecida sonrisa a Amber, consciente de que sin su ayuda y apoyo, quizás no se lo hubiese explicado tan a las claras.- Imagínate en el sentido bíblico....

Suspiro de nuevo y me froto las manos para disimular su temblor y mi nerviosismo.

- Aletheia tiene problemas con el Harano y, sin nuestra ayuda, sólo Gaia sabe que le pasará... Contar con vosotros puede salvarla. Y, con respecto a la Letanía... Por mucho que quisiéramos, es imposible que tengamos descendencia... Y, con respecto al estigma social de salir con un mulo...- Mis manos se transforman en mazas y mi mandíbula se tensa hasta el punto de servir para doblar barras de acero.- Si mi propia Manada tuviese reparos, la cosa sería peor...

Le dedico un para de golpes amistosos en la pantorrilla, animándole a contarnos y compartir su carga de preocupaciones.

- Venga, tu turno.

Zangoleo hasta Amber, dedicándole una mirada inquisitiva, mientras trato de empaparme de su optimismo, aunque sólo sea por sobreexposición al mismo.

" Tiempos duros"

Me quedo sin habla ante la magnitud de lo que nos cuenta, mientras que es Amber quien pone voz a mi propio estupor.

Apuro mi café y me apresuro a servir otro para cada unode los ppresentes, lo más parecido posible a lo que recuerdo que les gusta.

- A ver, Tyler, explicamos que pasa y por qué Jane no puede acompañarnos a Yellowstone. ¿Quien lo ha ordenado y en base a que? Jane es discola y maleducada, de acuerdo, pero es el Círculo de Plata el que va a ir a Yellowstone como voluntarios. Y, le pese a quien le pese, Jane es del Círculo de Plata. Así que, por favor, explicate.

Busco una silla donde aposentar el culo, cansado y dolorido, mientras aparto a Aletheia de ni mente y dedico todo mi intelecto a superar esta nueva prueba.

-Adelante. Tienes toda mi atención, Tyler.

Amber es la primera en reaccionar, preguntando por el motivo de mi afirmación sobre Jane, absolutamente incrédula, incapaz de asimilar tal posibilidad. Aunque hay algo más, frunzo el ceño, intrigado por esa amplia sonrisa que no se borra de su rostro. Es Alex quien, con voz inquisitiva, aparta mi atención de los labios de Amber, de lo que deben estar ocultando tras tanta felicidad. Pero las preguntas de nuestro Philodox no pueden obtener respuesta gasta que aclare otra cosa.

Alex, ¿recuerdas lo que dije cuando conocimos a Helen? -Le digo con una media sonrisa, rememorando ese momento en que le hablé de nosotros, de lo que éramos, y le ofrecí formar parte de ello- No somos "sólo" una manada. Somos una familia. Si está contigo, está con nosotros, siempre podrá contar con nuestra ayuda. -El Harano, el puto Harano. ¿No es un poco joven para eso? Creía que era un mal que afectaba sólo a los más mayores... Aunque Aletheia ha pasado por algo brutal- Lo que necesites, dilo, hermano. -Añado poniendo una mano en su hombro, apretando unos instantes.

Y, sobre Jane... -Me cruzo de brazos, pensativo- No la han prohibido venir con nosotros, no se trata de eso. Es... -Observo sus rostros- Ya conocéis el mal que la aqueja. No hablo de no conocer su origen, aunque podría estar relacionado. Hablo de esas visiones, de sus pesadillas, de ese castigo espiritual que cree padecer. -Tantas noches corriendo a su cama para calmarla, tras un nuevo episodio, abrazándola en esos momentos en que dejaba de ser la guerrera inteligente y volvía a ser una niña, sufriendo, llorando, hasta que lograba calmarla, hasta que lograba conciliar el sueño. Y nunca he podido hacer nada por ella. Nada- Agatha... me ha dicho que los espíritus han estado inquietos alrededor de su cuarto, por la noche. Que Abbot ha viajado a Australia en busca de respuestas. Es... posible que deba afrontar una prueba espiritual, para desentrañar eso que le pasa. Ella sola. -Aclaro con el rostro compungido. Nada me duele más que no poder ayudarla- De modo que... puede ser que debamos partir sin ella. -Suspiro, agotado por todo esto. Físicamente no, pero agotado mentalmente- No lo entiendo muy bien, pero parece que todo esto es importante, que podamos descubrir quienes somos, de donde venimos. Eso dice Agatha. Parece que puede ser determinante en nuestro futuro. Y no hablo sólo de... -Me llevo las manos al rostro, frotándolo cansado, antes de resoplar- Si no descubro mi linaje, los Rothchild no me permitirán estar con Eve. -Afirmo mirando al suelo. Eso sólo es problema mío, pero es justo que lo sepan- Pero eso... no es lo más importante. Hay algo más. Desmond dijo ayer, en la Asamblea, que uniones espirituales como las que se han dado en nosotros estaban registradas. Pero, siempre, como antecedentes de grandes desastres. -Miro a mis compañeros, a mis hermanos, con gravedad- La Guerra de la Rabia... La extinción de los Tasmanos... La caída de los Aulladores Blancos... La potenciación de la Tejedora durante la Revolución Industrial... -Enumero, visiblemente preocupado- Y ahora... lo que sea que se esté acercando. Es algo gordo. Puede que se hayan terminado los tiempos de preocuparse de simples fomori pululando por una universidad. Hablamos de guerra de verdad. Y debemos estar preparados.

Agradecido, le dedico una sonrisa radiante, tan alejada de la pura felicidad de Amber que podría parecer imposible que un rostros humano fuese capaz de compartir musculos suficientes como para mostrar ambas expresiones.

Respondo a su amable gesto con unas palmadas, asintiendo con la cabeza, recordando aquella profunda conversación que, si bien no he interiorizado del todo, día a día se revela con más claridad, como lo único que puede tener sentido en esta vida.

"Familia."

Imito su gesto y me cruzo de brazos, escuchando con atención, mientras mi rostro lucha por no traslucir la incredulidad que siento ante las revelaciones sobre la más extraña de las hijas de Selene. Me encuentro asintiendo gravemente, recordando los desvanecimientos y los episodios alucinatorios que la aquejarón cuando conocimos a Eve y a Helen... "¿O fue cuando conocimos a Madre Larissa? Demasiadas cosas en demasiado poco tiempo..."

Me froté el puente de la nariz, tratando de aliviar la tensión, mientras buscaba una salida que, en realidad, no podía existir.

- De acuerdo...- Chasqueé los labios, molesto, antes de tomar otra taza de café.- Will es el experto... Y supongo que por eso querias su consejo... No es que me caigan muy bien los ancianos, pero creo que la señora Una-con-la-Umbra tiene razón en este caso. Por mucho que nos pese, hay pruebas reservadas a cada uno de nosotros...

Alzo la vista y dirigó mi mirada al talisman resplandeciente que nos honra con su presencia y con su apoyo.

- Pruebas que deberemos afrontar en soledad... Fisica, que no espiritual.

El gesto cansado devuelve mi atención a la imponente figura de nuestro Atlas particular y un nuevo sentimiento de impotencia me embarga, por no poder ocupar su puesto unos instantes.

- Va, sientate... Venga, no me obliges a darte un azote.- Le indico con la cabeza una silla de aspecto comodo, mientras me meto con él.- Sientate y calmate. Resolveremos ese asunto como buenamente podamos. Por mal que me caiga Eve, es tu chica... Como digiste antes...- Sonrio y carraspeo, antes de tratar de imitar su voz, dandole un acento mucho más chungo, y repetir otra de sus maximas, otro de los lemas no oficiales del Circulo de Plata.

- "Si está contigo, está con nosotros, siempre podrá contar con nuestra ayuda."

A pesar de mis chanzas, queda claro como el agua que la vida, tal y como la conociamos, va cambiar. Para siempre.

"Sé que no terminas de comprender lo que significa ser criado entre Garou. Nacisteis según lo que dicta la Letania. Yo comprendí hace mucho tiempo que la guerra estaba a nuestras puertas. Dentro y fuera de nosotros. Dentro y fuera de la nación Garou. Dentro y fuera de la Humanidad..."

- Va siendo hora de poner nuestros asuntos en orden, pues.- Hice crujir mis nudillos, sonriendo torvamente. De nuevo, usando mi peor acento hollywoodiense, imité una máxima belica de una de mis peliculas favoritas.- "Para sobrevivir a la guerra, hay que convertirse en guerra..."

- Y, antes que nada, debemos confirmar si Jane vendrá a Yellowstone físicamente, si estará a nuestro lado. Hemos dado nuestra palabra a Jaso... Jona... Al rey Albretch y tenemos un compromiso con nuestro amigo el ciego...- Me bajo de mi asiento y empiezo a moverme de un lado a otros, exhudando energia nerviosa, a medida que la enfoco como una lente concentra los rayos del sol... Y hace arder el papel...- Despues nos aseguraremos de que las chicas...- Me detengo y lanzo una enigmatica sonrisa a Amber, antes de continuar.- De que todos nuestros amigos esten bien y moveremos el culo al Concilio del Parque Nacional de Yellowstone de una buena vez...

- It´s showtime...

—Cualquiera que se atreva a meterse con vosotros recibirá su merecido —aseguro con convicción a Alex interviniendo en su conversación sobre su relación con Aletheia—. Y el Harano ese se lo curamos con unas cervezas en la cabaña —añado, con una risa feliz—. Ya verás como todo saldrá bien.

Soy capaz de comprender la preocupación que tiñe las explicaciones de Tyler pero, sencillamente, no consigo compartir su gravedad esta mañana. Me encojo de hombros.

—Pues esperamos a que termine y luego vamos todos juntos —propongo con naturalidad, como si no viese problema ninguno en ello—. O si no da tiempo, que haga la prueba a la vuelta. Si los espíritus esos llevan tantos años esperando, seguro que pueden esperarse unos días más. Y total, también nos deben un castigo así que vamos a tener que volver —termino, con una risita que no termina de concordar con esa amenaza que pende sobre nuestras cabezas. 

Entonces ladeo el rostro, pensando en eso que ha dicho Tyler sobre saber de dónde venimos y termino asintiendo. 

—Conseguiremos el orbe ese y el ciego tendrá que darnos lo que prometió —digo, sin que haya ninguna duda en mis palabras. Saldrá bien, tiene que hacerlo. Hago entonces una pausa y añado algo más. —He estado pensando en ir a visitar a mis padres. A lo mejor mi madre es pariente y no lo sabe. Me gustaría saber si toma todos esos ansiolíticos porque sus ojos pueden traspasar el Velo. Y si va a haber una guerra, necesito saber que ella estará al margen y a salvo. Tal vez de ella pueda sacar algo de información sobre mi pasado y el de Will. 

A pesar de la seriedad de mis palabras, mis labios continúan curvados en la misma sonrisa que nada parece capaz de apartar de ellos. 

Acepto el café que me tiende Alex dedicándole en ese momento a él mi sonrisa y con esa pequeña matización que hace, busco la mirada de Tyler, dispuesta a relajar el ambiente con mi buena noticia.

—¿Sabes qué? —le digo, con aire divertido—. Yo también triunfé anoche. 

Y realmente no tiene nada de raro que lo comente con esa naturalidad. Tampoco es que me pase la vida alardeando de mis conquistas, pero nunca he tenido problemas para hablar de ellas si surge el tema y más de una vez y más de dos he contado cosas de ese estilo a mis hermanos. Sin embargo, lo siguiente que añado sí es extraño en mí, pues desde que me conocen nunca ha sucedido antes, ni tampoco he mencionado nunca que me haya pasado antes de eso.

—Y creo que tengo un novio.

Alex no tarda en aceptar, a regañadientes como no cabía esperar otra cosa, las decisiones de los ancianos. Se sirve otra taza de café, ejemplo que sigo sirviéndome yo otra, esta vez con más calma, menos necesitado de ello. De hecho, lo que necesito es relajarme y disfrutar de esta nueva taza con tranquilidad. Mientras tanto, Amber recita posibilidades que impidan la separación de la manada, con la naturalidad con que alguien hablaría de la lista de la compra.

Y sin perder esa sonrisa, ¿qué me he perdido?

No le reprocho nada, ni me molesto en contradecirle. Me temo que es algo que no depende de nosotros, es Jane quien lleva toda su vida acarreando ese problema, sufriéndolo. Y se ha agravado en los últimos días. Puede escuchar los consejos de los ancianos, los de sus hermanos, pero al final la decisión es suya.

Deberá ser Jane quien decida. -Sentencio con gesto molesto, apesadumbrado al verme impotente ante sus problemas, incapaz de ayudar a mi amiga, mi hermana, mi pequeña...- Y, tome la decisión que tome, lo único que podremos hacer por ella es apoyarla.

Alex me invita a sentarme, con su particular sentido del humor. Le miro de costado, logrando esbozar una sonrisa divertida. Lo cierto es que sus bromas son un bálsamo para el espíritu.

Vaya, más amenazas... -Bromeo, recordando a Michael y el mal pie con el que hemos empezado- Menuda mañana llevo. -Trata de poner algo de optimismo sobre la mesa, y ofrecer su apoyo. A su particular manera. Mi sonrisa se atenúa, al oírle decir que Eve le cae mal, a pesar de garantizar su lealtad hacia ella por estar conmigo. Claro, ¿cómo iba a caerle bien, a él ni a ninguno? Eve sólo les deja ver... esa parte de ella. Es como su madre, en ese sentido, mantiene oculta esa parte buena que todos podrían apreciar, proyectando esa imagen de impasible dureza, de frialdad. Lo que nos une a Eve y a mí es lo que me ha permitido conocer lo que hay bajo esa imagen. Y a su madre... apenas he podido atisbarlo en un momento concreto, cuando se han puesto las cartas sobre la mesa y hemos dejado de lado las luchas de poder y apariencia para centrarnos en lo verdaderamente importante. La vida de sus hijos- No hablo así, capullo... -Río golpeando el hombro de Alex, antes de volverme hacia Amber con una sonrisa- No hablo así, ¿verdad?

Amber ve la solución como algo sencillo. Lo cierto es que el plan es así, relativamente sencillo. Ir a Yellowstone, cumplir la petición del rey, conseguir el encargo de Adrien, y que nos de la información que necesitamos. ¿Cuantas cosas pueden torcerse en todo eso?

Me parece una gran idea visitar a la familia, Amber... -Le digo con una sonrisa. Ella tiene una, lo mejor que puede hacer es cuidarla. Tampoco estaría mal que, sabiendo a lo que nos enfrentamos, Jane tuviera la posibilidad de visitar a su madre. No creo que con un Puente Lunar costase mucho, quizás cuando regresemos de Yellowstone. Si todo sale bien. Cuando, cuando salga bien- Si estamos a las puertas de una guerra, todos deberíais salvaguardar a vuestras familias.

Jonas... -Corrijo a Alex, al parecer confuso con el nombre del rey. Curioso, que lo confunda con el nombre de mi maestro, Jason Guardián-de-Troya. Últimamente no hago más que pensar en él. ¿Qué pensaría de mí, si me viera ahora? No creo que me parezca en nada al chaval que acudió a su cabaña en busca de respuestas... ¿Se sentiría orgulloso de ver en lo que me he convertido? ¿Le decepcionaría?

Me llevo la taza de café a la boca, pensativo, mientras Lex-talionis expone los pasos a seguir, asegurando la seguridad de... Espera, ¿qué ha sido eso? ¿A qué viene esa corrección, ese... todos? Amber no tarda en aclararlo, para mi sorpresa. Me quedo pasmado, con una estúpida sonrisa y la taza a escasos centímetros de la misma.

Felicidades, Amber... -Digo antes de comenzar a beber, feliz de ver a mi amiga tan contenta- ¿Qu...? Cof, cof... -Se me atraganta el café por la sorpresa, mirando a Amber- ¿Qué? ¿Cómo? -Niego con la cabeza- ¿Quién? ¿Le conozco? Es decir, ¿tengo que ir preparando una escena de hermano superprotector? -Bromeo- Porque Michael Rothchild me acaba de impartir un máster... -Dejo la taza sobre la mesa, y me incorporo acercándome a ella con los brazos abiertos- Me alegro mucho por ti, Amber. -Le digo antes de abrazarla.

Asiento cuando Tyler dice que eso será decisión de Jane. Claro que la vamos a apoyar, pero ni siquiera me cabe en la cabeza que nuestra pequeña sabionda prefiera quedarse aquí sola antes que venir con nosotros, así que dejo que esa idea se disuelva en una de las oleadas de felicidad que recorren mis venas formando una melodía. 

Cuando me mira preguntándome por su forma de hablar, suelto una carcajada y levanto ambas manos en un gesto de inocencia, pero aún así no lo puedo evitar y mi sonrisa se ladea mientras respondo, enarcando las cejas. 

—No hablas así... —empiezo, como si fuese a darle la razón para luego puntualizar riendo—... A veces. 

Y me río una vez más cuando lo veo atragantándose con el café. Joder, es que me cuesta dejar de reírme por todo. Llegan sus preguntas y me encantan, incluida esa que saca su instinto de protección y que a mí me provoca una sonrisa con un chiste interno. Me incorporo para recibir su abrazo y lo rodeo con mis brazos, apretándolo contra mí y riendo de nuevo, de pura felicidad. ¿Cómo va a salir algo mal con lo bonito que es el mundo esta mañana? 

—Oh, podéis darle todas las charlas de hermanos que queráis —respondo, con un tono que trasluce mi buen humor—. Pero creo que se la van a sudar ampliamente —añado con una carcajada y un brillo divertido en los ojos—. Lo conoces, sí. Es Eduard —explico, pronunciando su nombre con una musicalidad que no tenía el día anterior, pero que ahora me parece ineludible—, el hermano de Matthew.  

Un carraspeo y detrás de ustedes se encontraba de pie Thomas Abbot - Círculo de Plata -preguntó con aquella característica voz grave y rasposa que recordaba al sonido de un tren a vapor.

Por una de las puertas entraba Will y de su mano andaba Helen, con una camiseta muy sencilla y unos vaqueros celestes, le dio un beso en la mejilla al theurge antes de mirar hacia donde estaban. Caminaron despacio al advertir la presencia de Abbot cerca de la mesa, pero el anciano no estaba solo junto a él había una chiquilla de cabello rubio, de ojos grandes y una cara que revelaba una actitud problemática.

- Esta es mi hija Angeline -miró a la muchacha por encima de su cabeza y levantó una de sus espesas cejas- Hemos escuchado las palabras de su majestad Albrecht, estoy seguro que aprenderán de primera mano sobre nuestros parientes teniendo a su cargo dos puntos de vista distintos de aquellos que crecieron entre nosotros. -el anciano miró a todos- Angeline tiene asuntos que tratar en yellowstone, por lo que una vez allá, es su responsabilidad  velar por su seguridad mientras estén en aquel consejo y de que regrese sana y salva a este protectorado.

El rostro de seriedad del viejo, revelaba que no estaba bromeando: Su única hija en manos de ustedes. 

Levantó la vista y llamó a alguien, por la puerta entró otra figura, vestía una musculosa, unos vaqueros, botas especiales y una gorra negra sobre el cabello rubio. También era posible ver una pistolera aferrada a la parte superior de su cuerpo y del otro lado, sostenía un grande y voluminoso maletín negro que lucía algo pesado.

Amber lo reconoció al instante, pues no era otro que Eduard. Con una sonrisa de oreja a oreja, puso el maletín en el suelo, entre sus piernas y sacó un cigarrillo, dando una calada y mirando a los dos machos presentes de la manada.

- Los acompañará Sombra, el hermano de Klaive-silencioso -agregó el viejo, moviendo su espesa barba- a insistencia de los Rothchild, Agatha insiste en que los acompañe -Abbot lo dijo como si él no estuviese del todo de acuerdo- Sombra tiene experiencia trabajando con manadas -agregó como cumplido pero también con cierto tono desaprobatorio- De surgir algún imprevisto con la seguridad de Angeline, él tiene instrucciones precisas sobre como actuar al respecto.

Le guiñó un ojo a Amber, una sonrisilla pícara se asomó también su rostro.

- Mi nombre es Eduard Capell, Anciano Abbot -replicó Eduard dando otra calada a su cigarrillo- no "el hermano" de Matthew -levantó el pesado maletín del suelo.

Angeline entornó los ojos y lo miró con desagrado, pero quizás ella mirase con desagrado a todo el mundo. De hecho no se molestó en disimular el mirar a Alex de cabeza a pies y dejar escapar un bufido.

- Su excelencia Angeline -dijo en tono burlón- y yo, volaremos hasta allá en helicóptero. -tras decir esto, se acercó a Amber le dio un beso en la mejilla y dio media vuelta tomando a Angeline del brazo y tirando de ella.