Partida Rol por web

EL CUERNO DE HRULF (La Saga de Asgard I)

PRÓLOGO

Cargando editor
24/04/2015, 12:05
NARRADOR

El viejo rufián asgardiano se aproximó a Conor y al Britunio en una taberna del Reino Fronterizo. Bueno, decir taberna es ser generoso, en realidad era sólo una tienda para beber cerveza, un cubil de villanos y bandidos, donde los hombres bebían para olvidar el frío viento que silbaba a través de los viejos agujeros de flechas en la pared. Olaf el Manco, con casi sesenta primaveras a sus espaldas, es bien conocido en este tipo de antros. Mejor guerrero con un brazo que muchos hombres con los dos miembros.
Cada vez que alguien le pregunta cómo perdió su brazo, contesta con una historia diferente. Sólo esa noche había asegurado haberlo perdido contra un berserker vanir, un oso de los hielos, un barbero britunio borracho y lo más improbable, un cocodrilo en un templo de Estigia.
A pesar de ello, Olaf es una persona honorable y de confianza, tanto como pueden serlo los ladrones, y siempre paga su ronda en la taberna.
Se aproximó a los dos hombres sentados a la mesa, con un par de jarras de barro en su mano derecha y un cuerno de bebida sostenido bajo la axila de su muñón.

Notas de juego

Aunque al principio sólo está presente Conor. Lo pongo visible para todos, para luego no tener que repetirlo.

Cargando editor
24/04/2015, 12:09
Olaf el Manco

“¡Amigos!”- gritó con aparentes signos de embriaguez- “¡Buenos y verdaderos amigos!. ¡Bebed conmigo y brindad por Ymir!. Con media hogaza de pan y una jarra de cerveza, he encontrado más amigos que en mi tierra natal. Bebed y escuchad, amigos”

-“¡Ríe y disfruta, porque mañana podrías estar muerto!. Esa es mi filosofía. He viajado alrededor del mundo y sé que una espada dispuesta, un buen juicio y un corazón valiente te llevarán más allá de todo peligro. El dinero viene y va, pero la vida es mejor con oro que sin él”

Tras varias jarras de un brebaje especialmente repugnante, Olaf comenzó una narración, esta vez en voz más baja para que sus palabras no llegarán a oídos no deseados:
-“Cuando yo aún estaba en mi plenitud física, una horda de guerreros vanires atravesó las montañas y llegó a Asgard, donde asaltaron varios poblados llevándose a los prisioneros y el botín. Entre los tesoros robados estaba el Cuerno de Ónice de Hrulf, una herencia ancestral del linaje de los Pelo de Carbón. La vergüenza por la derrota y la pérdida del cuerno fue tal que Hrulf se tumbó sobre las cenizas de los restos de su Salón y lloró hasta morir”.
-“Durante muchos años no se había sabido nada del Cuerno de Ónice, hasta hace unos meses, en esta misma taberna, cuando oí a un par de mercenarios vanires hablar sobre el poblado de Jormanshalt y su templo de Ymir. Según estos mercenarios, uno de los tesoros del templo es un magnífico cuerno para beber, negro y dorado, decorado por algún artesano con unas habilidades más allá de las manos mortales. ¡Apuesto mi brazo derecho a que no puede ser otro que el Cuerno de Ónice de Hrulf!”

-“Si pudiéramos robar ese cuerno, entonces Cnulf Pelo de Carbón, hijo de Hrulf nos daría a cada uno una fortuna en oro. Conor y yo hemos pasado los últimos meses reuniendo información sobre Jormanshalt y su templo. Todo lo que necesitamos es encontrar la forma de entrar, llevarnos el cuerno y huir a través de las montañas, a salvo de los vanir antes de que sepan que hemos estado allí”.
“Dentro de unas semanas se celebrará el Festín de Vingut, que nos proporcionará una buena distracción para el robo”.

Cargando editor
24/04/2015, 17:36
Beuk el Britunio

El mercenario britunio, un conocido de Olaf, bebió otro trago de su jarra y tras limpiarse la boca con la manga de su camisa sonrió cínicamente:
- “¿Y si ese cuerno es tan valioso por qué queréis devolvérselo a Cnulf Pelo de Carbón?. ¿Por qué no quedárnoslo para nosotros y venderlo al mejor postor?”

Cargando editor
24/04/2015, 17:38
Olaf el Manco

- “Cnulf es un buen hombre y además un gran rey, y eso es una cosa rara en las tierras del norte. En cualquier caso el cuerno pertenece a su casa y es honorable devolvérselo. ¡Tan honorable como vendérselo por una fortuna como ya he mencionado!.”

Cargando editor
24/04/2015, 17:39
Beuk el Britunio

“¿Y por qué robar el cuerno en mitad de un banquete?”

Cargando editor
24/04/2015, 17:39
Olaf el Manco

-”Porque el templo permanece clausurado durante la mayor parte del año, excepto para los sacerdotes de fría mirada y los guardias juramentados. Nadie puede acercarse sin ser visto. No, la mejor occasión es durante la fiesta. En cualquier caso quitárles el cuerno en mitad de su fiesta, ¡Será como arrancarles las barbas en su propia casa!”

Cargando editor
24/04/2015, 17:42
Beuk el Britunio

El mercenario britunio terminó de apurar su jarra y soltó un sonoro eructo:
- “Pues claro que podéis contar con mi ayuda. Parece que la fortuna vuelve a sonreírme. Podéis contarme más detalles y por cierto, ¿quién paga la siguiente ronda?....”

Cargando editor
24/04/2015, 20:49
NARRADOR

Un par de días después, los tres rufianes partieron hacía el norte. Debían llegar a Vanaheim a tiempo para el banquete.

La ruta atravesaba la inhóspita Cimmeria. Una tierra sombría, casi siempre encapotada por nubes grises. Las negras colinas se extendían en todas direcciones densamente cubiertas por oscuros árboles que le daban un aspecto amenazador incluso de día. El viento soplaba frío y afilado. Durante su viaje se cruzaron con algún grupo de huraños bárbaros de aquellas tierras y en alguna ocasión, Conor tuvo que darse a conocer. El joven era hijo del fallecido jefe de uno de los clanes cimmerios, que había sido asaltado por unos vanires cinco años atrás.

Siguieron hacia el noroeste, y llegó el día en que alcanzaron las tierras del Clan Canach (Halcón de las Nieves)* y divisaron a lo lejos las poderosas montañas del norte de Cimmeria. Decidieron hacer un alto en el camino en el asentamiento del clan para descansar un poco y abastecerse de provisiones antes de la última etapa de su viaje.
En cuanto supo del muchacho, el jefe les dio la bienvenida a Conor y compañía y quiso conocerlos. Por estos lugares no estaban acostumbrados a las visitas (y los escasos visitantes no solían ser bien recibidos). Los cimmerios respetan a los hombres por su valor y habilidad, sin importar el rango y la clase social, y los viajeros cayeron en gracia al jefe, que esa misma noche celebró una cena en honor de los huespedes.

Por desgracia, el britunio, envalentonado por los vapores del alcohol, intentó seducir a la joven esposa de uno de los guerreros, olvidando que en estas tierras las mujeres luchan como los hombres. Esa fue la última vez que el britunio le faltaría al respeto a un cimmerio y a su esposa. En realidad fue la última vez que le faltaría el respeto a nadie.

La tensión del incidente hizo que el jefe invitara a los otros dos huespedes a abandonar su poblado, pero antes, cumpliendo con su palabra, les proporcionó los víveres necesarios. De no haber sido por el carismático Conor, y por sus antecedentes familiares, ninguno habría salido de allí con vida.

Notas de juego

*El clan de origen de Conan.

Supongo que el señor G.R.R. Martín ha ejercido una mala influencia en mí ya que me acabo de cargar a un personaje nada más empezar. Espero que esto haya saciado mi sed de sangre y no siga con los PJs. :P

Cargando editor
24/04/2015, 21:08
NARRADOR

En la Actualidad:

Unos días después la pareja de aventureros cruza por uno de los pasos de las altas Montañas Eiglópeas*, la impresionante y peligrosa cordillera helada que separa Cimmeria de Nordheim.
Cuando llegan a un pequeño valle, oyen el sonido del choque de aceros y gritos de hombres. Se asoman ocultos tras unas rocas y contemplan sorprendidos como a poca distancia tiene lugar una carnicería.

Aproximadamente una docena de cuerpos yacen inmóviles en el suelo. Aún en pie, dos hombres resisten en el centro de un círculo formado por una decena de atacantes. Uno de ellos, con el torso desnudo, está totalmente cubierto de sangre y sus ojos parecen los de una animal poseído por los demonios. Blande su enorme hacha repartiendo golpes como si fuera un leñador talando árboles. El otro tiene un aspecto muy extraño, y maneja su espada con gran pericia.
Probablemente sean los únicos supervivientes de algún grupo de exploración, pero de lo que no cabe ninguna duda es de que sus enemigos son los norteños de pelo rojo.

Olaf y Conor no dudan en desenvainar sus armas y apresurarse a socorrer a aquellos desconocidos:
- ¡Perros vanires! ¡Morded mi acero, por Ymir!

Notas de juego

*Eiglophian

A partir de aquí tenéis que terminar de describir el combate con la parte correspondiente a vuestros personajes. Se hará en plan narrativo para agilizar un poco, ya que acabaréis sin problemas con ellos.

Aprovechad para describir un poco vuestros personajes a los otros jugadores y describir el encuentro entre ellos y las presentaciones.

Supongo que al principio Conor no reconoce a Kellen, se da cuenta durante o al final del combate. Kellen hasta que no se tranquiliza tampoco lo reconoce.

Cargando editor
25/04/2015, 16:03
Kellen

Kellen, cubierto de sangre y con el torso al aire, saltó de la protección que ofrecía el estar espalda contra espalda con su compañero. Cargó hasta el enemigo y saltó contra ellos, con el hacha en alto.

-POR CROOOOOOOOOM!- gritó a pleno pulmón, haciendo que los enemigos vacilasen.

 

El primer impacto, justo al caer de su salto, le partió el cráneo a un Vanir, de la misma manera en la que se parte un melón maduro.

Antes de que los demás le respondiesen, Kellen hizo un movimiento circular con su enorme hacha, haciendo que los enemigos se apartasen de él, sabedores de que entrar en ese círculo de muerte les costaría las vidas.

Mientras blandía su hacha a diestro y siniestro, su rostro era una feroz mueca llena de rabia demente, gritando como un loco hacia sus enemigos.

 

Cargando editor
25/04/2015, 19:19
Knut

[...]

-¿Un cimmerio? - dijo. Hacía mucho que había conocido un Cimmerio, al que le debía mucho de lo que él era hoy. Por eso no tuvo ningún problema en aceptarle en su grupo cuando pidió acompañarles. Al parecer tenía algún tipo de "asunto" con unos Vanires, ¿y quien sabe? igual eran los asesinos a los que perseguían.

[...]

Seguir los rastros fue tarea fácil, quizás demasiado, eso le debió hacer sospechar, pero el odio no le hizo ver lo que era claro, que iban camino de una trampa.

[...]

Nial, fue el siguiente. El arma del Vanir se le clavó profundamente en el estómago, y al sacarla sus tripas regaron la nieve. Si sus cuentas eran ciertas, solo quedaban él mismo, y el Cimmerio, que aullaba como una bestia, blandiendo su enorme hacha. 

Completamente rodeados por más de una decena de probados guerreros sedientos de sangre, Knut no recordaba una situación en la que hubieran estado peor, quizás en el desfiladero del Auerhmel, pero allí eran uno más, y tenían un arquero. 

De pronto el Cimmerio rompió la formación, gritando como un loco y en apenas un parpadeo abrió la cabeza al desafortunado que se metió en su camino.  

Aprovechando el hueco dejado por Kellen, un Vanir intentó atacar a Knut con su hacha, para averiguar demasiado tarde, que el aesir de extraño pelo blanco, también se sabía algunos trucos. El arma del guerrero, fue detenida por el pequeño escudo de Knut, que aprovecho la fuerza del impacto, para agacharse y dar un tajo en la corva al Vanir que cayó al suelo aullando de dolor intentando inútilmente alcanzar su pierna que salió despedida a varias varas de distancia. Otro guerrero se acercó corriendo para vengar a su amigo caído, y el aesir ágil como un gato, se giró para detener su ataque interponiendo su espada al hacha que buscaba su cara. Sus armas se quedaron enganchadas, y el Vanir, mucho más grande que Knut, le hizo doblarse hacia atrás al tiempo que acercaba su cara con una siniestra sonrisa en su rostro - ¡saluda a los dioses de mi parte, perro!.

Knut, podía oler el fétido aliento del Vanir, y por el rabillo del ojo el guerrero, percibió un rápido movimiento, ¡otro!, pensó, y como impulsada por un resorte su rodilla impactó con los genitales del Vanir que le acosaba. La fuerza y la sorpresa del golpe bastaron para que aflojara su guardia lo suficiente, como para que Knut se tirara al suelo y evitara un hacha traicionera que pasó a pocos centímetros de su blanca cabellera. Tirado en el suelo, levantó su brazo y su espada que se hundió profundamente en las tripas del halitoso Vanir, que regó con su sangre el brazo y el pecho del aesir. 

El que había intentado partirle el cráneo por la espalda volvió a blandir su hacha con un grito, y Knut desde el suelo apenas pudo detener el golpe a costa de perder su escudo, que salió despedido clavándose en la nieve a dos varas de allí.

Knut rodó por el suelo saliendo del alcance del hacha que por tercera vez buscaba su cabeza. El arma se clavó infructuosamente en el suelo nevado mientras el guerrero aesir se levantaba y sacaba un cuchillo para empuñarlo junto a su espada. Una vez en pie, Knut apartó con un movimiento de su cabeza el pelo de su cara.

Los gritos y jadeos que poblaban el campo de batalla son súbitamente interrumpidos por un nuevo y fresco grito de guerra.

- ¡Perros vanires! ¡Morded mi acero, por Ymir!

Esta inesperada nueva actuación cambió la expresión de la cara de los Vanires, y en cierta manera la de Knut, que se permitió una ligera sonrisa.

Notas de juego

Vaya parrafada, es que me he emocionado, tanto tiempo queriendo jugar en la era Hiboria pasan factura.

Prometo posts más escuetos proximamente.

Cargando editor
25/04/2015, 20:18
Conor

 No perdí el tiempo nombrado a Crom, ya que él tiene mejores cosas que hacer que atender los rezos de aquellos que son demasiados débiles para pedir su ayuda. En su lugar, acompañado a mi amigo, empuñé mi acero y me convertí en un segador de muerte, en el que el vanir era la cosecha a recoger. Uno a uno nuestros enemigos caían muertos ante mi danza de muerte, mientras mi espada, que parecía formar parte de mí, acababa con cada uno de ellos.

 Mientras luchábamos, todavía tuve ánimo de bromear con Olaf:

 - Ahora si que nos vendría bien la ayuda del Britunio, una lástima que se fijara en la mujer equivocada...

 Ante la última palabra, hice una finta, para esquivar el hacha de uno de los asaltantes, por muy poco...

Notas de juego

 Incluyo la típica charla en medio de una pelea, que siempre mola ;P

Cargando editor
26/04/2015, 15:34
Olaf el Manco

El grito de Olaf hizo girarse a algunos de los enemigos, circunstancia que aprovecharon Kellen y Knut.
Conor, más joven y ágil llegó primero. Para entonces los otros dos guerreros habían dejado fuera de combate a la mitad de los vanires.

Cuando Olaf pudo unirse a la refriega, Conor ya había acabado rápidamente con otros dos.
A pesar de su edad y de tener un solo brazo, el experimentado aesir seguía siendo un luchador muy competente. Enseguida derribó a un enemigo con un tajo en la cara.

Los dos vanires restantes, desmoralizados por la desventaja numérica, fueron presa fácil de tan temibles guerreros.

La nieve estaba teñida de rojo y los cuerpos de los vanires servirían de alimento a lobos, cuervos y otras alimañas. Pero habría que enterrar los cadáveres de los cuatro aliados caídos.
Los exploradores aesires habían estado siguiendo el rastro de una partida de pelirrojos desde hacía varios días, pero no contaban con que a este grupo se le sumaran nuevas fuerzas por el camino, y eso los cogió desprevenidos.

Olaf se estriró todo lo que pudo, y sus viejas articulaciones crujieron como las ramas secas. Hacía tiempo que no participaba en una buena pelea, y le vino bien hacer un poco de ejercicio. Tras limpiar la hoja de su espada en la nieve, la envainó y se acercó a los dos desconocidos.
- Saludos bravos guerreros. Soy Olaf de Asgard. Los enemigos de los vanires son siempre bienvenidos.

Cargando editor
27/04/2015, 12:45
Knut

La inesperada ayuda dio un giro a los acontecimientos. La confianza de los Vanires se vino abajo y Knut no perdió un segundo, en cuanto el guerrero al que se enfrentaba titubeó, el aesir atacó como un relámpago. El pelirrojo Vanir, rápido pese a su gran tamaño, lanzó un golpe circular destinado a decapitar a su adversario, pero éste lo apartó sin problema con su espada y con una veloz zancada se acercó lo suficiente a su enemigo que incapaz de apartarse a tiempo, recibió una puñalada en el cuello. Un chorro de sangre escarlata manó de la herida y antes de que llegara a teñir la nieve de rojo, el cuchillo se hundió de nuevo bajo su brazo donde un nuevo surtidor comenzó a derramar líquido vital. El Vanir cayó de rodillas mientras su fuerza escapaba por las profundas heridas, apenas si podía agarrar su hacha que cayó de sus manos temblorosas. Knut limpió su espada y su daga en la capa del Vanir, que boqueando aún permanecía de rodillas sobre un creciente charco de sangre, y se giró sin prestarle más atención. 

Miró a los inesperados aliados mientras se encaminaba al lugar donde había caído su escudo. - Saludos y agradecimientos. - Voy diciendo mientras camino, - Sin vuestra ayuda todo esto- acompaño la frase con un gesto de la mano abarcando el campo de batalla, - habría sido mucho más tedioso. - Recojo el escudo y enfundo el cuchillo en su vaina. 

- Y ya es casi la hora de comer.- Sonrío mirando a Kellen.

Miro hacia el cielo dejando que los rayos del sol calienten mi rostro, mientras voy calmando mi respiración.

-¿Olaf?,- digo sin abrir los ojos, - creo que he oído hablar de ti, - continúo al tiempo que bajo mi mirada hacia su brazo ausente, - si, sin duda he oído hablar de ti

- Mi nombre es Knut, Knut Gudesønn y es un placer conocerte, sobre todo en situación tan necesaria. 

Giro la cabeza interrogativamente, - por cierto, has dicho bienvenidos ... ¿bienvenidos a dónde?

 

Cargando editor
27/04/2015, 17:59
Olaf el Manco

- Eh, ejem - Olaf carraspeó un poco - Es una forma de hablar Knut. Yo también me alegro de conocerte.

- Si has oído hablar de mi sabrás que mis viejos huesos han recorrido medio mundo- exagera el fanfarrón- Así que mi hogar está en todas partes, sobre todo donde haya buena comida y bebida en compañía de amigos y bellas mujeres, ¡pero también donde haya una buena pelea!

- Te habría saludado con un simple "ven a mis brazos pelo de nieve" pero...- y continúa mirándose el muñón - como ves me falta uno, jajaja- ríe escandalosamente.

- Él es mi amigo Conor de Cimmeria.- Señalando a su acompañante- Y ya que has mencionado la comida, el ejercicio físico me ha abierto el apetito. Pero creo que antes deberíamos enterrar a vuestros compañeros caídos y alejarnos un poco de aquí. Este parece ser un lugar muy frecuentado por esos hijos de una loba escarlata. Luego podremos saciar nuestra hambre tranquilamente mientras charlamos. Seguro que tenemos historias interesantes que intercambiar.

Cargando editor
27/04/2015, 20:00
Kellen

Kellen acabó con su último contrincante, de un poderoso golpe en el pecho, el cual le partió el esternón y costillas, llegando hasta el corazón.

La batalla había terminado, y aunque había dos personas que los habían ayudado, cargando desde la lejanía,  Kellen no los vio.

En su cabeza aun solo existía la rabia, por lo que comenzó a golpear los cadaveres vanires con gran ira, haciendo salpicar la sangre a su alrededor mientras gritaba colérico.

Una vez sus ansias de sangre se calmaron, se dio me dia vuelta, hacia el trio de acompañantes.

Primero miró detenidamente a cada uno, aunque todavía quedaban los remanentes de su rabia ciega y no pudo distinguirlos bien. Tras enfocar debidamente, reconoció a Connor, y a aquel Aesir el cual estaba con él previamente en la escaramuza.

Kellen, el poderoso cimmerio de cien kilos de músculo, de espesa barba y pelo largo hasta los hombros, esbozó una sonrisa macabra, pues su apariencia no era la mas deseada. Torso al aire, cubierto el cuerpo de sangre, y varios cortes de los cuales aun no se había enterado.

Sonrió, y escupió un salivazo lleno de sangre al suelo.

 

-Cuanto tiempo, Connor-

Se dirigió al lugar en el cual se había desecho de su camisa y su gruesa capa de piel de oso, así como de sus otros aperos, el escudo y el hacha pequeña

Cargando editor
27/04/2015, 21:00
Conor

 Casi no había reconocido a mi compatriota, debido al hecho de que estaba todo cubierto de sangre, pero cuando pronunció mi nombre, ya no tuve ninguna duda acerca de su identidad:

 - Lo mismo digo, Kellen. ¿Como te a ido?.

 Tras limpiar mi arma, me dispuse a envainarla, para a continuación registrar los cadáveres, con el fin de buscar cualquier cosa que pudiera sernos útil. El terreno era un lugar duro, donde necesitaríamos cualquier cosa para subsistir en él, y los muertos ya no necesitarían su equipo y pertrechos:

 - Que hacéis por estos lugares, si se puede preguntar?. - Le pregunté a mi antiguo vecino, mientras me concentraba en mi tarea. 

Cargando editor
27/04/2015, 23:34
Kellen

Aquella sonrisa no terminaba de irse, sin duda alguna, aniquilar vanires le había levantado el ánimo

-Pues matando vanires, como siempre- respondió a connor

Cargando editor
28/04/2015, 12:14
Knut

-¿Os conocíais? - digo con cierto aire de asombro mirando a Kellen y Conor alternativamente, - que pequeño es el mundo.

Me acerco a los compañeros caídos, por si alguno pudiera salvarse. Tras comprobar que no es así, lanzo una maldición y pido ayuda para ponerlos juntos. - A estos dejadles sus armas y armaduras. Que no vayan desnudos al Valhalla.

Luego una vez hemos enterrado a los caídos, recomiendo subir a algún promontorio donde haya mejores vistas, para descansar y comer algo. Saco unas piezas de fruta y mi cuchillo, ya limpio, para compartir con los demás.

- Entonces Connor, ¿tu también buscas a unos Vanires?, - le pregunto mirando a Kellen, - ¿como él?.

-Nosotros sólo buscábamos a esos, - señalo el campo de batalla con mi cuchillo, - ahora sus afrentas están vengadas, y nuestros muertos descansarán en paz. - Miro hacia el horizonte mientras mastico.

-¿No serían por casualidad los que buscabais? - Nada más terminar la pregunta me río para mi negando con la cabeza, - je, je, claro que no, estúpido de mi, a los dioses les gusta que la diversión dure.

Me llevo otro trozo de fruta a la boca y miro a Olaf - ¿y tú? ¿qué buscas en tan extraña compañía?

 

Cargando editor
28/04/2015, 15:00
Conor

 - Nosotros solo estábamos de paso cuando vimos la escaramuza y decidimos pararnos a ayudaros... - Le respondí de manera elusiva. Luego miré a Olaf, preguntándole con la mirada si era conveniente añadir algo más a lo que había dicho.