Partida Rol por web

El eco del Diablo

Amor

Cargando editor
05/11/2018, 11:05
Agustín Bélanger

Agustín tras preguntar y pedir permiso se agenció una botella de whisky escocés y otra de un licor de crema sudafricano —licor de Amarula— con un elefante en la etiqueta y de sabor a caramelo y frutas, que, por supuesto, sirvió a quien quiso.

Mientras el resto hablaba se había comido tres pastas de pistachos, dos de almendras y otras tantas de piñones tras lo que dedicó una “mirada profesional” a Clementine y preguntó a la anfitriona por el sitio en el que iban a dormir Sophie, Elliot, Daniel y Mats.

Laia se acercó con la silla al biombo que mantenía separado el dormitorio del salón y lo plegó. Tras él había una gran cama en la que bien podían dormir los cuatro. Junto a ella un mueble bajo de madera clara y aspecto antiguo y oriental hacía las veces de mesita sobre la que descansaba, cerrado, un ordenador portátil, que estaba conectado a un proyector que apuntaba a una pantalla colgada en el techo de tal forma que las imágenes se podían ver estando tumbado en la cama.

Notas de juego

2 de 2

Ya podéis postear.

Cargando editor
05/11/2018, 13:32
Elliot

-¿Buffalo Bill? -Elliot rió con la idea de su amiga-. Bueno, veo que conservo algo de mi pintoresco aire del oeste -se burló divertido. Después de que Laia hubiera enseñado a todos su cama -Elliot dudaba que todos cupieran allí, más aún si uno de ellos era Mats-, miró Clementine con un gesto significativo y después a sus dos amigos.

-Antes de que llame el comisario hay una cosa más que deberíamos hacer. Por favor, hablemos los cuatro un momento aparte si no os importa -añadió mirando a Laia y los demás.

Elliot abrió la puerta para que le siguieran hasta el jardín*. Una vez allí explicó lo que ocurría.

-Veréis, Clementine ha propuesto algo que puede ser muy importante. Hay una forma en que puedo tratar de proteger vuestros nombres en su memoria para, aún en caso de que ejerzan el olvido de nuevo sobre nosotros, le ayude a recordarnos. Como se trata de algo tan personal debíamos preguntaros antes, pero es muy importante porque puede suponer la diferencia. Podéis estar presentes si tú quieres -dijo a la chica-, pero no es necesario. ¿Qué decís?

Notas de juego

*Asumo que le siguen.

Cargando editor
05/11/2018, 15:47
Mats Bergstrøm

La broma vegana de Elliot me arranca una risa sorprendida y espontánea. La verdad es que ya no me acordaba de eso.

Con tu puntería con el rifle, mejor que sean ellos los que corran…

Sacudo la cabeza, divertido, preguntándome cómo podemos estar bromeando en un momento como este, aunque probablemente sea lo mejor. Daniel aprovecha para matizar sus palabras, así como algunas ideas nuevas. Por su parte, Laia nos informa de que hay varios tipos de onironautas, siendo Elliot un explorador, y que mejor será que escuchemos sus consejos cuando estemos «dentro». No pensaba hacer otra cosa. A continuación, a petición de Bélanger, somos conducidos al lugar en el que dormiremos. Al otro lado de un biombo plegable está el dormitorio de Laia, en el que nos espera una cama enorme en la que creo que podremos dormir todos. Yo desde luego no voy a tener ningún problema para dormirme, aunque sea apretujado con los demás.

Entonces, Elliot sugiere la idea de que nuestros nombres pueden ser protegidos en la mente de Clem para que pueda recordarnos en caso de que vuelvan a intentar borrarnos de la memoria colectiva. Nos pide permiso para ello, ante lo que lo observo con cara de pez, rascándome un lado de la cara.

Pues claro, ¿no? —Miro a los otros, como si la pregunta estuviera fuera de lugar—. ¿Y cómo lo hacemos?

Cargando editor
05/11/2018, 16:52
Daniel Mallutz

- Que suena como un buen plan con seguramente unos condicionantes con menos matices de bueno- contesto honesto a la pregunta de nuestro compañero - Pero que hay que hacerlo - para luego añadir - Y si vais a disparar metaforealisticamente a lobos, atentos a no darme. Yo seré el que marque hacia la izquierda - señalo haciendo graficamente el gesto de levantar la pata con los dedos de una mano.
Bajando las manos de nuevo y relajando la tensión desde los hombros los miro a los dos al rostro, Clem y Elliot - En serio, me parece un buen plan. Ojala no tuviéramos que hacerlo, pero mejor prevenir que curar. Sin dudarlo.
Cojo la misma onda de Mats - ¿Que queréis que hagamos?

Cargando editor
06/11/2018, 13:38
Elliot

Elliot iba a negar con la cabeza respondiendo que no era necesario que hicieran nada cuando él mismo se detuvo mirando fijamente a Mats mientras su amigo se rascaba y ponía gesto expectante.

-Un momento… Creo que sí, que tal vez haya algo que podrías hacer -puso la mano sobre su hombro-. Yo llevaré a Clementine hasta el lugar donde los nombres están escritos, pero cuando llegue el momento de pronunciarlos podrías ser tú quien lo haga -miró a Clementine pidiéndole conformidad y luego al pelirrojo-. Si hay una voz aquí capaz de grabar a fuego las palabras es la tuya, Mats, debemos aprovechar que te tenemos. Yo te indicaré cuando debes decirlos.

-Bien… -Elliot miró uno a uno a sus compañeros, preguntando con el gesto si había alguna cuestión más y después alrededor buscando en aquel mismo jardín el lugar donde Clementine pudiera sentarse. La guió hasta una pequeña roca que podía hacer las veces de asiento y cuando se acomodó, se arrodilló frente a ella, sentándose sobre sus talones y tomando las manos de la chica entre las suyas mientras la miraba a los ojos. Le sonrió recordando la primera vez que hiciera esto con ella en la casa Gresta antes de partir en busca de Sophie. La primera vez que le había dicho a alguien su verdadero nombre. Deseaba con todas sus fuerzas besarla una vez más pero era el momento de hacer otra cosa y el beso debería esperar.

-Este lugar es un secreto- advirtió con gravedad a sus amigos. Luego se volvió de nuevo hacia Clementine-. Cierra los ojos… - Susurró. A falta de poder besarla la acarició con el tono de sus palabras. Después su voz adquirió la cadencia de una narración:

-Cuando tus ojos se abren allí el resplandor de la aurora ilumina las cúpulas y agujas de la ciudad. Tú estás en el interior de la muralla, de pie, apoyada en la balaustrada de piedra del balcón de un torreón que se alza sobre una de las colinas. A tu alrededor la ciudad parece vibrar imperceptiblemente bajo la luz, como una flor recién abierta y cubierta de rocío. Más allá de la muralla exterior puedes ver la marisma en calma en todas direcciones hasta donde la vista permite. Ya no hay niebla para ti. El agua clara parece un espejo imperturbable excepto por el vuelo de algunos pájaros cuyas alas, al descender sobre ella, dejan estelas a su paso. Tú sabes que las estelas sólo se borran en apariencia, que allí todo -lo que fue, lo que es y lo que será-, es, y si te fuera dado verlo lo podrías hacer. Todo es claro como el cristal, todo es nítido. Nada se pierde.

Hacia oriente parte el puente desde las puertas de la muralla. No puedes distinguir su final por el fulgor del sol, aunque éste no haga daño a tus ojos. Sobre el puente puedes ver las estatuas a ambos lados flanqueándolo en todo su recorrido y la piedra de su pavimento resplandeciente al sol.

Uno de los pájaros que vuela sobre el puente llama tu atención. Contemplarlo te hace sentir ligera porque sabes que que él vuele lleva de un modo misterioso a que tú misma lo hagas con él, a través de él, simplemente porque él lo hace, pues aquí nada es ajeno a nada. Se detiene contigo sobre el puente, posándose en su baranda a los pies de una estatua. Veis un nombre que conoces bien grabado en la piedra; cerca de él puedes leer otro más.

Elliot miró a Mats y le hizo una señal asintiendo con la cabeza. Después de que él hablara dejó pasar un instante antes de apretar las manos de Clementine y decir con su tono normal de voz: -Está hecho.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Dejo la tirada del hechizo: Presencia + Psyché. La dificultad básica es 11.

Cargando editor
06/11/2018, 23:19
Clementine Ouvrard

Los comentarios de Mats siguen y cada vez tengo más curiosidad -Cuando estén de regreso tenemos que intercambiar anécdotas: ustedes cuentan la del lobo del sueño y luego contamos la del fauno -propongo con una semisonrisa de lado.

Las palabras de Laia me hacen alzar las cejas y no puedo ocultar mi asombro, ¿Buffalo Bill? Sabía que probablemente estaba haciendo referencia al personaje estadounidense pero sabía poco y nada de él, en mi mente Buffalo Bill era el asesino de El silencio de los inocentes, la película en la que un psicópata despellejaba chicas para hacerse un traje de mujer. Parpadeé varias veces y cuando Elliot se rió esbocé una sonrisa algo congelada para no quedar en desfasaje y carraspeé. Yo y mi mente truculenta que me arruina todo. Asentí a la propuesta de la chica, "Cuando todo esto pase"; Dios te escuche, Laia.

Bélanger, que había estado bastante callado engullendo pastelitos, preguntó por el lugar en donde iban a dormir y fuimos en grupo a cotejar la cama de Laia. Tenía que admitir que la perspectiva de no tener casi instrumental para vigilar las ondas cerebrales y cosas básicas como el ritmo cardíaco me ponía ansiosa, muy ansiosa.

A la mirada de Elliot supe que estábamos por poner en práctica lo que habíamos hablado durante el viaje a la casa, asentí mudamente y salimos al jardín, allí me recreé en el cielo azul, en el pasto verde y fresco y en las plantas que tenía al alcance, disfrutando de los diferentes matices y aromas. La idea de que Mats pronunciara los nombres me pareció de lo más adecuada, sobre todo porque contaba con la guía de Elliot.

Me dejé conducir a la roca y me senté allí, al ver a Elliot arrodillarse frente a mí y tomar mis manos el contacto con ellas me dio una pequeña descarga de placer que fue acompañada con un breve suspiro, mis ojos estaban en los suyos y mi sonrisa reflejaba la de él, algunas cosas son cíclicas en la vida.

A su orden cerré los ojos estremeciéndome ligeramente con el sonido aterciopelado de su voz, como si tuviera frío; mis manos se mantuvieron dóciles y serenas, para no perturbarlo, pero al mismo tiempo los dedos de mis pies se cerraron sobre sí mismos dentro de mis zapatos.

El relato vino a mí como el sonido de las olas de un mar sereno, conocía ese lugar pero nunca había estado antes en donde Elliot me estaba situando, en un balcón de un torreón de la muralla, y la vista de las marismas y del puente en el que nos habíamos reencontrado me llenó el corazón de una súbita oleada de amor. La sensación de vastedad me colma y me siento momentáneamente transportada en un arrebato de los sentidos a aquel lugar pacífico en el que el tiempo es y al mismo tiempo no existe.

La belleza del momento me subyuga, puedo sentir mi voluntad cediendo a la voluptuosa e inefable infinitud que me llena y que penetra por mis ojos hasta llegar a lo más profundo de mi corazón mientras con el vuelo del pájaro el aire hiere mis alas y en un sublime y misterioso intercambio yo soy el aire, el sol y la estatua. Casi puedo sentir mis mejillas arder por la luz. Allí veo el nombre grabado de mi amado y ahora otros, los de mis amigos, indelebles y eternos.

Cuando la voz de Elliot me saca de mi estado experimento una sensación peculiar, como si mis oídos hubieran estado sellados y se destaparan o si hubiera estado bajo el agua mucho tiempo y ahora saliera a la superficie; la voz había dejado de reverberar y ahora volvía a ser la de siempre. Abrí los ojos percibiendo que me ardían un poco, no sabía si era culpa de la luz del día o de mi corazón.

Me quedé unos instantes más contemplándolo en silencio delante de mí, mis pulgares acariciaron el dorso de sus manos y sonreí, estaba hecho.

Cargando editor
07/11/2018, 21:52
Daniel Mallutz

Si hay un buen hogar para el silencio propio es cuando deslumbra el sonido del habla de los otros.
Elliot aprestado a realizar la proeza de remarcar la presencia de los nombres acierta al pensar en reforzarla con la ayuda de Mats.
Es un instante antes de hincar las rodillas frente a una Clementine colocada descansada sobre un pedrusco.
Podía confundirse con alguna acción mas banal pero es al empezar a hablar, con afectada seriedad, que se encuentra la diferencia.
Un gesto de acuerdo afirma el convenio sobre la advertencia de la relevancia de lo que va a revelar.
Y es que no le falla la razón al ir desgranandolo con voz de veterano en la materia de narrarlo.
En mi lienzo visual, situado a mano del ojo mental de la imaginación, el paso de las palabras se sigue con el moteado de visiones que pintan.
Destacada en la evocación con un borde menos acusado para mi que el que debe estar entrando en Clementine el marco escrito y enunciado, me lleva al lugar por el que discurren los dos, con mas solidez sobre ciertos detalles superiores a la postal de un puente arropado por grandes torres almenadas que alguna vez vi. Es como poder andar con ellos aunque con un aire de recato apropiado.
Poder contemplarlos hasta la llegada del concreto lugar, casi sagrado altar, en la que solo ella puede echar una mirada.
Al confirmar Elliot que esta hecho, me permito soltar el aire de los pulmones con mas descaro.
Y aun así espero a Mats en su parte pues tampoco lo he visto ejercer esa facultad suya hasta ahora.
Mudo de concentración mi rostro aguardando la llamada e intentando ser digno de la escena.

Cargando editor
07/11/2018, 23:10
Laia Montagú

Volvieron a entrar y tras cuatro horas de espera* que aprovecharon para preparar el lugar para el sueño recibieron la llamada del comisario.

Había algo en el ambiente que inducía al sueño. Laia había conseguido ropa cómoda para Elliot, Sophie y Daniel. Encontrar algo que le viniera a Mats le había sido imposible. Todos tuvieron ocasión de charlar, comer, beber, o incluso darse un baño.

Habían colocado el sofá junto a la cama, en el centro del salón, dejando espacio alrededor para que los médicos pudieran atender a los durmientes. Utilizando los contactos de Réjane habían conseguido hacerse con un equipo básico que incluía monitores de las ondas cerebrales para los cuatro.

Sophie dio instrucciones para que todos durmieran. Ella los reuniría en el sueño de Elliot.

Notas de juego

*Si en este tiempo queréis interpretar que vuestros personajes hacen algo en concreto lo jugamos en paralelo. En vuestra respuesta tenéis que narrar hasta que quedéis dormidos. Menos Queen, claro está :-)

Cargando editor
07/11/2018, 23:16
Laia Montagú

En ese tiempo Elliot notó un par de veces como Laia le miraba sonriente. Probablemente por prudencia se callaba alguna alusión a Clementine. También la notaba preocupada pero no puso de su parte para despedirse de Elliot a solas.

Clementine también había reparado en esas miradas cargadas de un cariño apenas disimulado.

Notas de juego

Ya podéis postear :-)

Cargando editor
08/11/2018, 02:51
Mats Bergstrøm

La idea de Elliot de que sea yo quien pronuncie nuestros nombres para que estos queden grabados en la memoria de Clem me parece buena, aunque no sé exactamente cómo he de hacerlo, si tengo que decirlos de algún modo especial o si he de añadir algún detalle a modo de nemotecnia para hacer más sencillo el recuerdo. De todos modos, si mi voz posee realmente algún poder, como todo parece indicar, es hora de darle uso.

Elliot procede a describir un paisaje ensoñado de gran belleza, como algún tipo de condicionamiento; sus dotes de narrador pintan la escena de un modo tan vívido que soy incapaz de evitar imaginarme a mí mismo paseando, no, volando por entre los lugares que describe, sintiendo la luz bailando en mis pestañas y el aire limpio besando mi rostro y mi pelo, serenándome e incitándome al mismo tiempo. Al cabo de unas frases creo reconocer el lugar que describe, y sonrío cuando el paisaje mental se reajusta como la acuarela en un papel poroso, adoptando su forma definitiva, imborrable. Al final de su sobrecogedor relato, esta suerte de trovador me da pie para que tome parte en el ritual. Dando un paso al frente, acerco muy lentamente mi mano al rostro de Clémentine, apoyando con mucha delicadeza la yema de mi dedo pulgar en el centro de su frente. En este momento no sé lo que estoy haciendo; simplemente me dejo guiar por mis instintos, por lo que siento que es correcto, que encaja. Con la boca cerrada, emito un arrullo monocorde, profundo, un «mmm» suave y fluido que siento resonar en mis labios y en mi tabique nasal. Entonces empiezo a recitar con voz calma, clara, enunciando cuidadosamente cada vocal y consonante.

Elliot. Soñador, música entre mundos, hallador de portales. Nombre entre nombres. Tu amor. —Pongo especial cuidado en pronunciar estas dos últimas palabras, que me arrancan una sonrisa tierna, antes de volver a emitir el gentil murmullo—. Sophie. Elegida. Risa de primavera, árbol de todas las puertas, viajera de los sueños. Alma eterna. Azul. —De nuevo, el rumor vibrante, relajado—. Daniel. Descubridor de misterios, trazador de caminos, cazador del crepúsculo. Guerrero. Lobo. —Mi pulgar ha empezado a trazar lentos círculos en la frente de Clem, como escribiendo en su mente. —Mats. —Tardo algo más en pensar qué es lo que puedo decir acerca de mí—. Buscador de la verdad, voz de la gente, compañero fiel. Rey sin corona. Rojo.

Mi voz vuelve a convertirse en el rumor quedo, que se prolonga unos últimos segundos antes de fundirse con el silencio.

Está hecho —repito las palabras de Elliot al finalizar el ritual.

El agua caliente de la ducha corre por mi cuerpo, acariciándome con dulzura y preparándome para el descanso. Cómo lo necesito. Apenas he dormido cuatro o cinco horas en los últimos tres días, y no hay nada que desee más que cerrar los ojos y dormir. Por algún motivo, hacerlo rodeado de mis amigos, de mis hermanos, me resulta una idea de lo más reconfortante. Sonrío cuando el rostro de alguien que no está aquí aparece en mis pensamientos como un visitante bien recibido, y sin darme cuenta, mis labios forman promesas silenciosas.

«Todo irá bien».

Son las palabras que me acompañan cuando, extrañamente tranquilo, me tiendo en la enorme cama de Laia. Qué bien se está. Mis manos buscan las de mis amigos que descansan junto a mí, ofreciéndoles un calor que apacigua. Sonrío cuando unos ojos azules, tan vastos, profundos y sabios como el océano, salpicados de innumerables estrellas, me contemplan desde mi mente. Un bienestar indescriptible me invade cuando soy consciente de que, en este momento congelado en el tiempo, todo está bien, y me doy cuenta de que no tengo ningún miedo. No puedo dejar de sonreír plácidamente al tiempo que cierro los ojos.

«Vent på meg. —Mi mente empieza a divagar—. Jeg vil komme tilbake*…».

- Tiradas (1)

Notas de juego

*Vent på meg. Jeg vil komme tilbake: En noruego, «espérame, volveré». He pensado que, dado que Mats se está durmiendo, puede darle un punto que su mente piense estas palabras en su lengua materna :).

No sé si Elliot ya habrá cargado con todo el peso del ritual, pero por si hiciera falta, me atrevo a hacer una tirada de Carisma más Pneuma para estrenarme en esto de los poderes chanchipirulis que todos teníais menos yo... hasta ahora XD. Si la tirada es otra, porfa, decídmelo :). En cualquier caso, saco un fantástico 16. ¿Podría irnos mejor la cosa? :D

Cargando editor
08/11/2018, 03:17
Clementine Ouvrard

Desde que habíamos llegado a Saint-Omer las miradas entre Laia y Elliot no se me habían escapado, parecían compartir una complicidad envidiable y algo de química, detalles a los que tenía que sobreponerme junto a mis celos. Me sentía, sin embargo, culpable; no podía dejar de pensar que estaba malinterpretando todo de parte de la muchacha y me amonestaba a mí misma cada vez que sentía una oleada de este terrible y destructivo sentimiento. No quería sentirlo, mas no podía evitarlo así que me dedicaba a hacer un esfuerzo extra para relajarme y ser especialmente gentil con ella, en compensación por mi falta de madurez... Además, mi orgullo me impedía ceder ante un sentimiento de este calibre.

Seguramente ella quería saber sobre su amigo y yo había estado acaparándolo todo el tiempo, era una prerrogativa sobre él que me daba el amor y era igual en ambos sentidos, pero de todas formas me sentí terrible, otra vez. -Laia -me acerqué a ella luego de regresar del jardín y notar las miradas que daba sin acertar a expresar aquello que tenía en mente -¿Hay algo que quieras decirnos? -me puse en cuclillas para mirarla mejor a los ojos y no obligarla a alzarlos -¿Te ocurre algo?

Cargando editor
08/11/2018, 11:25
Laia Montagú

Sonrió y se rascó la nariz.

—Sí, claro, pero es una tontería infantil. No quería parecer estúpida.

Miró hacia Elliot y sonrió.

—Elliot, me estoy reprimiendo todo el rato para no decirte algo… que es  obvio…

Cambió la vista hacia Clementine.

—¡Menudo pibón! Felicidades tío, felicidades a los dos... Sólo era eso.

Frunció un poco el ceño en un gesto que Elliot entendió que era para amenazar.

—Eso y que mires por donde andas en el otro lado. Porque si no vuelves iremos a buscarte nosotras.

Incluso Clementine, que apenas la conocía, captó un quejido, un ruego dolido en sus últimas palabras. Elliot lo tenía claro, esto era lo que quería evitar Laia: le estaba rogando, seguro que a su pesar, que no se sacrificara, que no hiciera él lo que había hecho su padre un año antes, cuándo murió.

- Tiradas (1)
Cargando editor
08/11/2018, 14:38
Elliot

La sonrisa de Elliot ante el titubeo inicial de Laia se convirtió en risa cuando escuchó su exclamación acerca de Clementine. Era cierto que no habían tenido todavía ni un segundo para hablar a solas y estaba seguro de que había hecho ir en su coche a Daniel y Mats para dejarles a ellos dos juntos en todo el trayecto hasta París.

Pero después su gesto y sobre todo su tono cambiaron. Trataba de sonar poco seria pero sus palabras estaban cargadas de gravedad y de un ruego soterrado que era cristalino para Elliot. La expresión de él se llenó de comprensión y ternura. No había dejado de pensar en Seamus en los últimos tiempos, pero estar ahora junto a Laia, en su casa y con lo que tenían por delante, hacía que no se lo quitara de la cabeza.

Recordó la primera vez que lo había visto precisamente en un sueño. Una señal lo había llevado hasta los pies de la cama de Laia y ahí se había encontrado con Seamus, quien le salió al encuentro interceptándolo antes de que pudiera saber incluso dónde se encontraba y quién era aquella chica que dormía. Más tarde pensó que lo estaba esperando, que tal vez había acudido allí por una llamada suya pues poco habían hablado todavía cuando le propuso enseñarle a cambio de que aprendiera junto a Laia. Elliot aceptó volver a encontrarlo en la vigilia y así había comenzado su amistad.

Y más tarde evitó que Elliot se adentrara allí de donde ni siquiera él pudo volver. Antes de marcharse en su lugar evitando darle cualquier opción, reteniéndolo para impedir que partiera, sólo le pidió una cosa: que cuidara de ella si no era capaz de volver.

-Laia… -se acercó a la chica poniendo la mano en su hombro-. Tendré mucho cuidado, os lo prometo -miró también a Clementine-. Y no estoy solo, si no confías en mí te aseguro que puedes hacerlo en Mats, Daniel o Sophie -ella no los conocía todavía pero seguro que empezaba a hacerse una idea acerca de lo que eran capaces.

-¿Sabéis? -continuó después de quedarse un instante sumido en sus pensamientos-, sabía que llegaría el momento en que debería volver a ese lugar, que tendría que buscar a ese hombre. No creo que me dejara vivir o hubiera grabado en mi memoria esa construcción si él no lo quisiera también así. Pues bien, hoy es el día en que todo lo que ocurrió cuando era niño cobra sentido. Y de alguna forma es un pensamiento alentador.

Cuando Clementine se incorporó, Elliot ocupó su lugar acuclillándose frente a Laia, abrazándola con fuerza: -Querida, querida, amiga: todo saldrá bien.

Notas de juego

Edito: sólo he añadido una palabra para que sonora mejor una frase.

Cargando editor
08/11/2018, 15:30
Clementine Ouvrard

No me espero para nada la frase que suelta Laia al explicar lo que pasa por su cabeza, me quedo paralizada por unos segundos, una parte de mí está airada porque habla de mi persona como quien se gana un jamón en una feria; la otra se quiere reír mucho. Finalmente, bajo la mirada al suelo y me río, porque ha sido muy graciosa la forma en la que lo dijo y seguramente no sabía cómo romper el hielo, me ha pasado infinidad de veces en que he dicho frases desafortunadas por nervios.

-Gracias, Laia -digo finalmente volviendo a alzar mi cabeza para mirarla -Somos los dos unos afortunados -me limito a asentir con una sonrisa y dirijo mi mirada a él mientras suspiro. Me paro y me pongo junto a ella cuando escucho sus palabras y su pedido, me aliso el jersey mientras mi mente divaga en lo que está por venir superficialmente y luego digo poniendo los brazos en jarro -Vaya Elliot, no sé qué haces para que las mujeres te amenacen tanto -bromeo y casi me río, pero lo hago como una defensa porque yo también estoy mortalmente preocupada aunque quiera enmascararlo -Laia tiene razón, iremos por ti -agrego como colofón.

La entiendo, perdió a su padre hace poco y no quiere pensar en lo que sería perderlo a él, como yo; no puedo evitar sentir mucha empatía y pensar que estamos más unidas en esto de lo que hubiera supuesto. A pesar de ello, y en contra de mis propios deseos, comprendo la importancia y lo imprescindible de la presencia de Elliot en esta misión y jamás me atrevería a pedirle que no fuera, como se me pasó tantas veces por la cabeza.

Mis ojos vuelan hacia Elliot cuando habla y asiento cerrándolos y volviéndolos a abrir: tiene razón el grupo en sí es sólido, todos tienen competencias y habilidades que lo pueden llevar al éxito... Sin embargo, el miedo es irracional. Trato de balancear ambas perspectivas, negar el temor tampoco ayuda y tomo su promesa de que tendrá cuidado como una joya que guardo cuidadosamente en mi corazón.

Corazón que se enciende con una suave caricia de gozo en cuanto Elliot nos revela que siente que lo que le ha ocurrido en su infancia cobra sentido ahora que debe internarse en la construcción y buscar al hombre que ha propiciado esto. Que pueda mirar bajo un nuevo prisma su desdichada infancia es invaluable y más aún al cobrar un sentido total, de completitud y de cierre, me atrevería a aventurar, un cierre que comenzó cuando pudo pensar en Julian en los brazos de su madre y sentir ternura.

Me toco el corazón con la palma abierta como si pudiera retenerlo allí e impedir que se fuera con él y los contemplo en silencio algo conmocionada. Quisiera decir algo pero estoy sin palabras, absorta en el amor que cálidamente envuelve la casa y a nosotros, como un velo que nos protege de nuestros enemigos. Sé que pronto tendremos que despedirnos, pero solo puedo lidiar con un problema a la vez.

Cargando editor
09/11/2018, 13:41
Elliot

En cuanto el equipo médico llegó a la casa, Elliot ayudó a Clementine, Agustín y Geneviève a colocar todo conforme fuera necesario. El resto del tiempo, como conocedor de la casa que era, ayudó a Laia a conseguir lo que los demás pidieran y a prestar atención al ánimo de todos, en particular de Sophie para quien lo que fuera a suceder era aún más determinante si cabe. Le resultaba difícil pensar lo poco que la conocía en realidad -apenas habían intercambiado impresiones acerca de los planes-, y esperaba poder conocerla mejor cuando todo terminara. Era fascinante como onironauta pero al margen de eso le reconfortaba imaginar que pudiera haber para ella algo parecido a una vida normal. Y su hermano y su sobrina estarían esperándola. Recordó el sueño en que su abuela les pidió que cortaran el hilo que la mantenía unida a esta vida. No habían querido hacerlo y ahora daba gracias de que hubiera sido así.

Pidió permiso a Laia para llevar a Clementine al altillo -al tratarse de un loft no había prácticamente ningún otro lugar en que tener algo de intimidad para despedirse de ella- y después se mantuvo atento a lo que hicieran unos y otros sabiendo que pensar demasiado en el hombre dormido y su mundo lo arrastraba hacia él. Recordó sin embargo la visión que tuvo suya cerca de la cueva de Bass Harbor*. Entonces le había dicho como si se tratara del Adán del Génesis:

De la tierra formó toda bestia del campo y toda ave de los cielos y me las trajo para que viese cómo las había de llamar; y todo animal viviente que nombré, ese es su nombre, porque las trajo para mí.

Su sentencia encajaba con ser conocedor del idioma que había grabado en su piel, el idioma arcaico y poderoso que los sectarios buscaban desesperadamente.

Se vistió la ropa que Laia había conseguido para él y cuando recibieron la llamada, antes de ocupar su puesto echado junto a los demás, abrazó a Laia y le dio un beso en la cabeza. Después abrazó a Clementine, estrechándola con fuerza contra sí, respirando su aroma que llevaba consigo como una prenda. La besó con ternura una última vez sintiendo su pulso acelerarse ante su contacto y la inminente separación. -Todo saldrá bien, amor mío -susurró-. Te amo.

Se colocó junto a los demás, respiró hondo y los miró a todos y cada a uno: -Vamos allá.

Antes de partir hacia el sueño buscó una última vez la mirada de Clementine. Guiñándole un ojo sonrió para ella.

- Tiradas (1)

Notas de juego

*Dire, una pregunta que en su momento no hice, ¿Qué aspecto tenía el hombre dormido en la aparición, como cuando Elliot lo conoció hace veinte años o distinto? Lo digo porque eso le podría dar pistas sobre la naturaleza de la visión.

Imagino que lo habrán hablado y que la cosa es así: Elliot busca la construcción en su sueño y Sophie, para quien es sencillo arrastrar a quien quiera al sueño, lleva a todos los demás al sueño de Elliot. Si tengo que hacer alguna otra tirada dímelo. Dejo aquí la de ir en busca del lugar en su memoria: Introspección + Psyché. La dificultad básica es 9 (aquí podría ser menos si tenemos en cuenta que el lugar está grabado en su mente de forma mágica).

 

Cargando editor
11/11/2018, 10:05
Daniel Mallutz

Reposo un sensación contradictoria cuando Mats pronuncio el cierre de su invocación, idéntico al de Elliot.

Registro el consuelo de haber preparado mejor el siguiente enfrentamiento pero al mismo tiempo la responsabilidad de la visión en los ojos de los demás. También las aras de mis cambios, quizás para mi menos perceptibles que para los otros. O simplemente por fin definidas por titulo y palabra.

No es que me sienta diferente de repente o el poso desborde un limite de vaso imaginario. La realidad se va asentando poco a poco. Son las apreciaciones las que pueden venir en un flash.

Entiendo el desconcierto inicial de Mats, potenciado a la grandeza en mas capas de las visibles, y sin embargo convencido a emplearla con el corazón, y mas que eso con el límpido espíritu del afecto.
Con la responsabilidad solo quedaría bloqueado y de ese mismo modo acepto su presente.
No solo la marca de nuestra onomástica si no el cúmulo de matices con el que lo acompaña.

Le estrecho la mano antes de que se vaya a relajar el primer tramo de tensión con una merecida ducha y le abrazo con el brazo libre.

Después me mezclo en el ajetreo de las ultimas disposiciones.

Tantos expertos médicos hay y, tan sumamente mejor preparados que yo, que mas me esfuerzo en minimizar ser un obstáculo que aplicar algún conocimiento. Como mula de arrastre en algún momento si doy la talla.

Estando el resto ocupados me concentro en revisar puertas, ventanas y otros puntos de acceso.
Mas vale haber pecado de celo en evitar ahora cualquier problema que en el fragor de la tarea tener que preocuparse e improvisar.

Afortunadamente los, en un principio inconvenientes, ventanales tienen contraventanas que compruebo quedan bien fijadas y lo mínimamente entreabiertas para dejar ver y pasar la luz pero entorpecer la visión y la entrada desde el exterior.
Lo mismo completo en el piso superior, con permiso de la dueña de la casa, antes de que Clementine y Elliot acudan a él.

Ya en otros menesteres, en algún momento del trajín, mi pensamiento se pierde en una mirada hacia arriba, sorprendiéndome de cavilar que lo que vacío puede ser lúgubre, con pocos cambios: la disposición de un lugar para crear o el gesto de recogimiento de dos personas, lo hacen intimo y lo hacen personal.
En una punzada echo de menos a Leah. En si, en un fugaz descuido, haríamos su uso favorito del baño.

Pero el rompecabezas de seguridad de las puertas, por fortuna, puede con la melancolía y, la búsqueda ingeniosa de bloquear el acceso los cierres interiores (como en cualquier vivienda normal hay cristales por todas partes)me lleva a otros lares mentales.
Arreglamos los problemas con lienzo y cinta americana. Para una seguridad extra emplearemos sillas.
Lo mejor seria una barricada pero quizás en algún instante lo que interese es salir cagando leches. No es bueno hacerlo mas difícil.

Colocamos los extintores del estudio (con tanta pintura y lienzo es una precaución loable que los europeos se toman en serio) en sitios asequibles y aun aprovecho para poder degustar algo de dulce y leche. Los excitantes creo que no van a hacer falta. Comparto con Bélanger un brindis por su licor de elefante y su errado gusto en whiskys.

Ya puestos en faena cuando la llamada aparece después de una eternidad estirada por la tensión, vacío esta hacia el fondo de mis pies.

Estrecho en un abrazo y apretones ligeros a todos. Con sentimiento y con percepción. Soy Daniel, el de la nariz de primate pero en caso de emergencia Kyon puede rastrear lo que el mono guardo en la memoria.
Es una buena borrachera de olores concentrada y en principio confusa pero al menos fijada.

Me tumbo en espera de encontrar la disposición adecuada. Al final me decidí por ponerme en el extremo de la derecha, justo junto a Elliot, al que agarre de la mano con camaradería. No se por que se me hacia extraño interponerme entre alguno de los tres y parecía mas lógico que Mats y Elliot flanquearan a Sophie con los onironautas en medio y Mats al costado izquierdo.

Aunque en camino a lo mas parecido a una disgregación del cuerpo, aun con la incógnita de lo que le ocurrirá al cuerpo de Sophie, la disposición y el contacto físico me resultan relevantes. Una extrapolacion de lo que arriba es abajo trasladada a lo que es del cuerpo es de la mente y viceversa.
Supongo que van a ser teorías que un santiamén van a sufrir su san martín. Es a la par inquietante y excitante.

Antes de concentrarme en la partida intento despedirme de Clementine pero esta mas atenta a la mejor abstracción posible. Así que me repito el mantra que silenciosamente acorde con ella. Los voy a cuidar. Lo voy a cuidar. Este, al final, se desliza a una mas rutinaria plegaria.

Una que pide por los que dejo atrás sobretodo, en este mundo y en el otro. Por que aunque nuestro futuro sea incierto que lo que nos depare sirva para que aquellos a los que amamos estén a salvo, y así aquellos que ellos amen y así mas y mas. Mats murmura por el fondo. Sophie esta silenciosa.
Eliot confirma la hora con un vamos allá. En mi cabeza lo completo con un Hasta el Infinito y regresar.

Notas de juego

Si alguien piensa que lo de la disposición en la cama es cambiable lo dice y se ajusta.
Otra cosa que pensé es que igual los médicos nos habrán puesto una vía o así. Para ir rápido a la mandanga. Por si nos tienen que chutar medicamento en vena nunca mejor dicho.

Cargando editor
11/11/2018, 15:27
Clementine Ouvrard

Cuando recibimos el llamado de Réjane de pronto sentí como si todo el aire de la habitación se esfumara y me faltara, luego me di cuenta de que era yo la que había estado aguantando la respiración si darme cuenta y dejé que este retornara a mis pulmones.

Había llegado la hora y una parte de mí estaba agradecida de que se hubiera acabado la espera; otra en cambio se convulsionó ante la idea de lo que estaba por venir, de lo que conocíamos y lo que ignorábamos. También, por qué negarlo, había un poco de excitación ante el desafío médico que se nos imponía. Di las indicaciones pertinentes a mis colegas para que colocaran los dispositivos y las vías necesarias a medida que les fuéramos ajustando los electrodos para la medición de las ondas cerebrales.

Contemplé a mis soñadores a meterse en la cama uno a uno mientras las palabras de Mats pronunciadas durante el ritual volvían a mí con fuerza. Apenas estuvo acostado mi amigo pelirrojo me acerqué a él y le coloqué los electrodos en los lugares establecidos con manos ligeras llenas de calidez y cariño, me tomé unos segundos mirando su rostro, tan plácido, y se me escapó una risa que murió en mis labios cerrados cuando lo escuché decir: "Todo irá bien". Ojalá yo pudiera enfrentar así a lo desconocido, con una sonrisa. Buscador de la verdad, voz de la gente, compañero fiel. Rey sin corona. Rojo.

Me rendí ante el abrazo de Elliot, me aflojé en sus brazos al solo contacto de su calor y dejé que este me envolviera junto con su aroma, permitiéndome relajarme unos instantes antes del momento de la verdad. Ladeé la cabeza y la apoyé en su pecho escuchando los latidos de su corazón, suspirando suavemente para luego encontrarnos en su beso, podía sentir la tensión que lo invadía y pasé mis manos por sus brazos para aligerarla.

Todo había quedado dicho entre nosotros luego de nuestra despedida en el estudio de Laia, todo y nada en realidad, como suele suceder con las palabras, tan vastas y tan insuficientes. La promesa hecha a Laia y a mí resonó en mis oídos junto con el latido de mi corazón.

A su afirmación de que todo saldría bien asentí mudamente, cerrando los ojos para luego abrirlos con lentitud, memoricé cada gesto, expresión y rasgo de su rostro, de sus manos y de su mirada, que también me hablaba en el lenguaje universal de los espíritus. -Te amo -susurré a mi vez con las pupilas clavadas en las suyas y estrechándolo una última vez lo dejé ir a que tomara su lugar entre los demás. Sonreí al escucharlo hablar por última vez antes de que quedara dormido y cuando me guiñó el ojo me hizo reír por lo bajo. Me situé a la cabecera de la cama para colocarle los electrodos, le di caricias suaves llenas de amor para que se las llevara a donde fuera, luego le corrí el cabello de la frente y le di un beso. Elliot. Soñador, música entre mundos, hallador de portales. Nombre entre nombres. Mi amor.

Cuando me dispongo a asistir a Daniel me encuentro con que ya se ha acostado y lo miro con un poco de reproche, intuyo que de todos modos esto se trata de mantener la entereza y me acerco hasta él para realizar la misma rutina que con los otros, hago una mueca con la boca que es una reprimenda y una disculpa al mismo tiempo y finalmente le doy una sonrisa de paz para que no se crea que me he enojado en serio, su mirada me confirma que la promesa que me ha hecho, cuidarlos a todos, está más firme que nunca; espero que se dé cuenta de que esa promesa también lo abarca a él, mi compañero en esta aventura desde el mismo principio. Ojalá que Leah lo acompañe en espíritu allí a donde va. Daniel. Descubridor de misterios, trazador de caminos, cazador del crepúsculo. Guerrero. Lobo.

Por último me dirijo hacia Sophie lista para alistarla al tiempo que la veo bajo el cariz que me señalara Mats: Sophie. Elegida. Risa de primavera, árbol de todas las puertas, viajera de los sueños. Alma eterna. Azul.

-Sophie, espero que este viaje quite de tu alma todo el peso que sientes ahora. -digo tomándole la mano -No importa lo que hay escrito en tu cuerpo en este momento, en lo profundo de tu corazón eres un ser de luz y nuestro destino nunca está completamente sellado de antemano. Obra el bien y acertarás, como has hecho hasta ahora.

Me quedé expectante ante lo que acontecería a continuación, inquieta ante la perspectiva de fallar pero segura también, sentía que el universo quería que triunfáramos.

Cargando editor
12/11/2018, 11:21
Director

La sensación fue como si hubieran despertado en lugar de dormirse. Como si sus facultades, desde la sensibilidad de los sentidos hasta la memoria, hubieran estado embotados y ahora despertaran. Si se pareciera a una sensación física sería como si los oídos se destaponaran después de mucho tiempo o como si se hubieran corregido una miopía de la que no habían sido conscientes. Y eso que los estímulos que percibían eran muy pocos: aparecieron tumbados en la nada, rodeados de una espesa niebla.

Daniel había adoptado su forma de lobo pero esta presencia no resultaba inquietante, ni extraña, a sus amigos.

El paisaje era anaranjado y parecía desértico como las fotos de las sondas que envían a Marte. Rocoso. Hacía frío y echaron a andar en la dirección marcada por Elliot sin distinguir nada más allá de los tres o cuatro metros.

Elliot sabía el camino y conforme avanzaba los recuerdos de su infancia cobraban más y más vida. Cuando se le apareció el hombre dormido en Bass-Harbor éste tenía la misma edad aparente —entre cuarenta y cincuenta años— que entonces. De una manera irracional Elliot comenzó a sospechar que su vida desde la liberación había sido otro sueño, uno largo, y que seguía siendo un niño cautivo soñando otro de sus viajes de exploración.  

Comenzaron un sueño que en algunas cosas no parecía lúcido. Caminando en silencio sin detenerse por un sendero que apenas se distinguía, como si hubieran subido a una cinta transportadora sin que mediara su voluntad, aunque eran conscientes de que estaban en un sueño y recordaban todo lo ocurrido en la vigilia.

Mats sentía un constante e intenso Déjà vu, como si ese sueño lo hubiera tenido ya. Sentía miedo como si cada cosa que veía anunciara la desgracia. Sophie, a su lado, caminaba sin más mutilación que los tatuajes. Salvo Daniel, todos vestían sus ropas habituales.

El camino pasaba por debajo de un gran dolmen. Elliot sabía que cuando cruzaran al otro lado comenzaría a ser visible entre la niebla la silueta de un túmulo tan grande que bien podría confundirse con una pequeña pirámide egipcia en muy mal estado. Allí encontrarían la entrada al lugar al que querían ir.

Pero antes un sutil fogonazo hizo que la cinta transportadora se detuviera y se pararon.

Notas de juego

1 de 2

Edito: he cambiado una errata y añadido algo de información sobre el aspecto de Sophie y la ropa del resto de personajes.

Cargando editor
12/11/2018, 11:32
Seamus

De pie, apoyando la espalda en uno de los pilares del dolmen, a sólo unos pocos metros de ellos, un hombre maduro se encendía un cigarro. La luz del mechero hizo visible su cara, sonriente. Pegó la primera calada mirando a los viajeros con una sonrisa cargada de melancolía. Vestía un abrigo negro y llevaba gafas un poco coloreadas.

Elliot lo reconoció inmediatamente. Era Seamus.

Notas de juego

2 de 2. Ya podéis postear.

Ahora vuestros personajes ya se pueden mover libremente.

Cargando editor
12/11/2018, 11:34
Laia Montagú

Primero los cuatro quedaron apaciblemente dormidos. Luego sus gestos fueron relajándose hasta alcanzar un rictus beatífico más propio de un cadáver que de un vivo, sólo que la rigidez cadavérica tardaba más en aparecer y todos los indicadores eran correctos. Nada había en los monitores que no se correspondiera a un sueño normal.

La apariencia de los durmientes era tan lúgubre que todos repararon en ella. El cuerpo de Sophie seguía allí y sus gráficas eran idénticas al resto.

Laia sólo acertó a decir que quizá habían viajado muy lejos, muy profundo, pero no había visto nada así nunca antes.