Partida Rol por web

El eco del Diablo

Amor

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22/11/2018, 23:01
Daniel Mallutz

La realidad en su vertiente corriente es un golpe en la columna y mucha muerte.
Estoy en proceso de exabruptar un sentido joder cuando me lo trago sin remedio.
Estamos todos aquí, con aquí siendo una muesca entre París y Léucade.
Y alrededor, en toda su parafernalia, los congregados del sacrílego ritual ya han iniciado la danza macabra afín a sus pulsiones. Hemos llegado tarde o ellos se han adelantado un poco pero ya hay dos bajas por nuestro lado y una por el suyo.

Me tengo que quitar el aturdimiento a lo grande o todo lo que se ha hecho acabara en la orilla.
Muchos blancos y pocas opciones. Ellos vienen con su arsenal innato y nosotros tenemos que improvisar. Fermi va ser un foco. En cuanto empiece Mats otro. Posiblemente cuando los reconozcan acudirán también al Maestro y a Elliot.
El plan: alejar la atención del que lleva el arma mas gorda. ¿Como se hace eso? Borra al director de orquesta. Si en los demás cala la duda de que aun aniquilandonos después no pueden continuar se les olvidaran otros problemas. Solo necesitamos que lo obvien unos segundos: de donde les va a venir la ola que los barrera del mundo.

Gracias al Todopoderoso que de alguna manera la energía dual en mi esencia me mantiene en pie por que en vez de gimotear hasta que me rematen tengo la posibilidad de reaccionar, saltar hacia delante y atacar. Como piedra de toque agarro el amasijo de armadura de una maltrecha vigueta del encofrado que usar de improvisada maza. El impulso concede mayor potencia avivado por la rabia. Genevieve me caía bien y esa mala imitación de ser humano de Vendela tiene su cabeza entre sus zarpas. Le voy a dar y que se lleve lo que Dios quiera de lo que merece experimentar.

Sin embargo el golpe no va de física unicamente. Pasa como un borrón la hechura de mi ultima confrontación con seres irracionalmente grandes. El rodillas y codos no va a servir plenamente. Y no tengo una corredera del veinte para escupir plomo mutilante. Esta vez el arma gorda es otra y espero que no se la espere por que ni yo se que esperar.

Aprovecho la diferencia de envergadura para dirigirme a la apertura entre la uve de sus piernas, cerrando el movimiento para rodar y levantarme justo en su vertical con el incremento de velocidad y la potencia de los dos brazos extendidos dirigidos hacia el punto de impacto. La unión raíz tronco, el chakra mas bajo, o mi madre se sonroje y mi hermana suelte un bufido de satisfacción, lo que en mi panda llamaban el canto de la concha.

Pero el arco y la barra y la bola amorfa de hormigón no son mas que las marchas para la verdadera acción agresora. Varita mágica de canalización de el verdadero cuchillo inmortal.
Tendidos en este sin par momento sin frentes, en el que el allí es aquí, el arriba es abajo y todo respira al mismo tiempo, lanzo mi espíritu fuera de mi piel con la piel de garras y colmillos de mi esencia dispuesta a golpearla, a travesar y partirla por la mitad.
Aulló de éxtasis y furia con las palabras bramando desde el fondo de mis entrañas.

«¡Hoka Hey!» hija de Babilonia. Siente el Infierno.

En el fondo escucho la justa censura soliviantada de de Mats que empieza y el flujo de su voz pasando de un idioma a otro. Por bien o por mal lo que tenga que ser ha empezado.

Quizás después de ese primer paso tenga derecho a un segundo. Si es así arrastrare conmigo a todos los que pueda hacia la dirección contraria de mis amigos.
Vamos, Vamos, Vamos grito sin otra articulación que gruñidos. Vamos Señor de todos los Espíritus danos tiempo a traerles a tu Ángel de la Muerte para estamparles la noticia de tu veredicto.

- Tiradas (3)

Notas de juego

Per + Reac + Pneuma = 6 me quedo con la vigueta, bien balanceada y en su punto para el golpe.
Des + Agre + Pneuma = 5 para morder.

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22/11/2018, 23:46
Elliot

Cuando Elliot recobró la consciencia lo primero que le llamó la atención, antes incluso que el dolor de su pierna, fue el sonido. Desde la cripta hasta el lugar donde se encontraban el silencio se convirtió de pronto en un estruendo de escombros que rodaban, gritos terribles y golpes de todo tipo. Después sus ojos le mostraron una escena que apenas podía asimilar. Y el summum del horror, en el que tomó forma el miedo que sentía de perder a Laia desde que oyera las palabras de Seamus, fue ver su corazón devorado por uno de aquellos monstruos.

¿Habían llegado tarde? No habría sido capaz siquiera de comprender lo que estaba pasando si no hubiera podido sentir, tal como ocurría en el sueño, todo lo que entendían y sentían también sus compañeros. Clementine seguía viva y tenía en sus manos a Sophie. Gracias a Dios Fermi acababa de decapitar a uno de ellos y estaba apostado frente a las dos, protegiéndolas. Junto a él el hombre dormido yacía herido pero vivo, y Daniel algo más allá parecía magullado. Mats seguía encima de la cama, ileso milagrosamente al parecer, y sobre él se derramaba la sangre de Geneviève que había sido decapitada por aquel de los monstruos que conocían como Vendela.

La cabeza le daba vueltas, el dolor que sentía en su pecho, ahogándolo, hacía palidecer el de su pierna. Su corazón desbocado amenazaba con saltar fuera de su pecho. Tenía que moverse. Como fuera.

Escuchó entonces la voz de Mats pero no estaba cantando. ¿Por qué? Lo vio levantarse sobre la cama y Elliot pensó que estaba trastornado llamando así sobre sí la atención. No había un segundo que perder pues en cada instante existía el riesgo de que otro de ellos perdiera la cabeza, pero él los maldecía y los conminaba a arrepentirse. Aún con el poder de sus palabras, pensó, lo que pedía era totalmente imposible.

«¡Canta, Mats!, ¡canta!» -pensó sabiendo que si el horror no lo había cegado por completo podría escucharle.

-Vamos… -Elliot agarró con fuerza al hombre dormido por la muñeca y tras sacar su pierna rota de debajo de la cama, trató de tirar de él para que le siguiera mientras se arrastraba. La sangre que cubría su piel le manchó las manos.

Sus tatuajes eran un símbolo del cosmos y sus relaciones, del destino y el orden de todas las cosas. Y aquel hombre que parecía conocer tales secretos y el nombre verdadero de los seres, había enseñado al pequeño Julian cómo encarnar aquello que debía encarnar, a desempeñar el papel necesario para vincular a lo largo del tiempo a quienes debían ser unidos para aniquilar a los sectarios. Y luego le había hecho olvidar su plan. Elliot sabía ahora que el poder con el que a veces era capaz de convocar en sueños elementos que necesitaba para desenvolverse era sólo una parte de un poder más abarcante que le permitía encarnar un papel determinado en un sueño. Y sabía también ahora que ese poder, bajo la tutela del hombre dormido, había roto las barreras del sueño para hacerle ser quien debía ser durante todos estos años, para cumplir su misión aún sin traicionar en modo alguno quién era él mismo, sus propias decisiones y su propia naturaleza. Le había llevado a reunirlos a todos en ese mismo instante que, a pesar de las muertes y el horror, era en realidad una trampa para aniquilar el mal.

En aquel lugar las barreras también se habían roto. Aquí y allí estaban conectados y la vigilia y el sueño volvían a ocupar un mismo sitio.* Allí su poder podía funcionar.

-¡Ayúdame! -miró implorante al hombre dormido. Seguían todos conectados y Elliot sabía que entendía qué le pedía: que impulsara su petición, que le ayudara una vez más a ser lo que debiera ser hasta el final. Miró después al monstruo que devoraba el corazón de Laia sintiendo cómo el dolor amenazaba con hacerle perder el sentido. Manchó su propio rostro con la sangre de su maestro como si se pusiera una máscara.

-Yo soy quien acaba con vosotros ahora.

Su voz era un susurro casi roto por el dolor.

En ese “yo” de su proclama no se refería a sí mismo, sino a “aquello” que acabaría con el mal y que podía servirse de ellos -de la canción de Mats y de todos y cada uno de ellos- para que el destino de los sectarios fuera sellado de una vez para siempre. Le imploraba ahora que se sirviera también de él una vez más, que le permitiera ser una de sus manos a pesar de estar herido.

Sintió a Daniel moverse ágil y atacar, escuchó su grito de guerra. También escuchó la voz de Mats comenzar a cantar. Elliot podía sentir su determinación y su odio como si fueran suyos. Las palabras del canto comenzaron a resonar en la sala.

Frente a él, bajo unos escombros, encontró una antigua daga de la colección de Seamus.

- Tiradas (2)

Notas de juego

*Asumo que esto es así como ocurrió cuando Sophie se presentó con su forma de pájaro. Si no es así, dire, me lo dices y lo cambio.

Tirada Presencia + Pneuma (pneuma y no psyché porque esto no es el sueño, o no sólo es un sueño y el alcance es más espiritual).

La idea es utilizar su poder del sueño -y de más allá del sueño, como me explicaste, dire- de encarnar un papel determinado (y el hecho de que el hombre dormido le acompaña y tal vez pueda impulsar su hechizo con su propia magia), para implorar a la providencia que le ayude, le dé fuerzas, le inspire, se sirva de él…

Es algo muy poco concreto, de forma que si te parece posible y sale la dificultad que pienses, puedas servirte  de ello si te viene bien como consideres en un momento dado. Si no sirve, pensar en esto al menos habrá servido a Elliot para centrarse y tomar fuerzas para hacer todo lo que pueda.

Con un 13 asumo que encuentra la daga.

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23/11/2018, 02:40
Clementine Ouvrard

Mientras hablaba a Sophie instándola a llevar su cuerpo allí donde estaban, creyendo que estaría a salvo en la ruina antigua y no en este camposanto de escombros y matanza en el que se estaba convirtiendo la casa, me había preparado mentalmente para morir: casi pude sentir la náusea y el vértigo, la certeza del propio fin, cuando toda la cruda y vil magnificencia de aquella imitación de deidad me inspeccionó con sus ojos iluminados por el fuego del infierno. Al contraluz vi la cabeza de Geneviéve en el aire y oí un crujido horroroso seguido de un quejido que me paró todos los vellos del cuerpo. El corazón me latió desbocado al ver al ominoso ser agazapado a poca distancia y avanzando hacia nosotras: me miró a mí con genuina hambre y con morboso deseo y alegría a Sophie, inconscientemente amagué a interponerme entre ella y el ser cuando Fermi apareció para cercenar su cabeza.

La mano de Sophie apretó la mía con candorosa fuerza y me trajo a la realidad: no había muerto, no habíamos muerto. Los demás se despertaron como accionados por resortes, pude ver por el rabillo del ojo a Mats y a Daniel de pie, luego a Elliot. Pude ver ya mejor iluminados a nuestros verdugos, aunque desearía no haberlos visto nunca... Vi a Laia abierta en dos y un gemido de angustia murió en mis labios.

No podía concentrarme en otra cosa en aquel momento que en defender a Sophie, no podía arriesgarme a atenderla ahora y solo podía suplicar que aguantara un poco más hasta que esto se resolviera de alguna manera, esperaba que a nuestro favor. El apretón me hizo pensar que quizás no estaba tan mal todavía, tenía que arriesgarme: Fermi no iba a poder solo contra los tres seres que ahora nos rodeaban.

Con una mirada rápida di con un pedazo de caño con mampostería en la punta que planeé usar como bate o masa y agarrándolo lo blandí hacia las rodillas de uno de los seres con la intención de hacerlo caer o trastabillar, a ver si estos ídolos tenían pies de barro también.

- Tiradas (2)

Notas de juego

He puesto de dificultad de ataque 9 porque los tengo relativamente cerca pero miden el doble que yo, casi xD Pero es la que tú digas, obviamente.

Por las dudas, tengo las peculiaridades Fría bajo presión e Improvisación.

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23/11/2018, 08:51
Vendela Döbeln

Los gestos en los que se movían eran tan rápidos que sus ojos, encendidos como si ardiera fuego en su interior, dejaban estela.

Vendela reaccionó al golpe de Daniel zafándose con una patada que el policía encajó dando unos pasos hacia atrás, sin soltar su maza. Ella soltó la cabeza sin vida de Geneviève y se arqueó, acechante.

El monstruo más grande, sin soltar el cuerpo de Laia, pegó tal patada en el estómago de Mats que el pelirrojo voló hasta estrellarse con una de las paredes de la sala.

Juliette consiguió esquivar al que seguía —que se giró tratando de agarrarla por el pelo— y logró clavarle la espada en un muslo evitando que el chorro de sangre ácida que salió de la herida, a presión, la alcanzara.

Uno de los que habían levantado las alas se lanzó sobre Elliot. El soñador supo que quería capturarlo para hacerle lo mismo que le habían hecho a su amiga, probablemente comerse su “alma” y tomar algo de su poder. A pesar de su pierna rota pudo rodar y evitar la amenaza que se cernía sobre él.

Fermi hirió con su guadaña a uno de los que saltaron para atacarle desde arriba pero el otro le logró dar un zarpazo en la cara haciéndole caer hacia un lado. Cuando el segundo iba a agarrar a Sophie fue sorprendido el disparo de un hombre barbudo que estuvo cerca de morir por un espumarajo de ácido que el sectario le lanzó y que falló pasando a un palmo de su cara gracias a Clementine, que había logrado desestabilizarlo golpeándole en una rodilla con la cañería.

El que yacía decapitado y postrado de rodillas se giró hacia Clementine y el muñón que hace un segundo era carne viva comenzó a tomar forma de una nueva cabeza que amenazaba con emerger, como si se tratara de una tortuga.

Mats era consciente de todo el panorama y notó que le faltaba el aire. Sus pulmones parecían colapsados y estaba asfixiándose.

No se podía mover. Sintió como alguien movía su cuerpo girándolo hasta colocarlo de costado y notó el sabor de su sangre llenar su boca al vomitarla.

Era Bélanger, que le hablaba con voz decidida pero sin gritar.

—No te vayas, Mats ¡Aguanta joder! ¡Hostia Puta! ¡Mierda!

Por mucho que se esforzara Mats era incapaz de hablar. Sintió una pequeña vibración, cerca de su cara, también la notó el médico. Era un móvil que estaba entre los escombros con la pantalla rota. Contra toda lógica, Agustín lo cogió para responder.

- Tiradas (21)
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23/11/2018, 18:52
Mats Bergstrøm

De pronto, sin que sea capaz de reaccionar, algo me golpea en el pecho con tanta fuerza que mis pies se despegan del suelo, y salgo despedido como un muñeco de trapo. La habitación da vueltas durante lo que parece una eternidad, hasta que mi vuelo se detiene abruptamente cuando me estrello contra algo duro con un sonoro crujido. Caigo dolorosamente sobre la parte superior de mi espalda, plegado como un acordeón, con las piernas en el aire, las rodillas a ambos lados de la cabeza. Después de un par de segundos, caigo plano en el suelo, bocabajo. Un dolor agudísimo en el pecho me hace apretar los dientes. Intento gritar, pero lo único que sale es un gorgoteo húmedo. Sangre. Mierda, eso no es buena señal. Seguramente me haya roto alguna costilla y me haya perforado bien el estómago o bien un pulmón. Trato de incorporarme, pero tengo el sentido del equilibrio alterado y me derrumbo las tres veces que lo intento. No puedo respirar. El latido de mi corazón me golpea las sienes como un tambor enloquecido, y soy incapaz de oír nada que no sea un pitido leve y constante. Estoy tan mareado que tengo que cerrar los ojos para no vomitar. De repente me viene un acceso de tos, y derramo una cantidad de sangre en el suelo que me asusta. ¿Me estoy muriendo? ¿Me estoy muriendo y no he sido capaz de hacer lo único que tenía que hacer? La culpa y la vergüenza me azotan con furia. Les he fallado. Les he fallado a todos. «Mats, maldito idiota», pienso mientras la vista se me nubla

Entonces, justo antes de perder el conocimiento, oigo una voz que parece muy lejana, y me doy cuenta de que me está hablando a mí. Unas manos me dan la vuelta, tumbándome de lado, de pronto ya puedo respirar un poco. Aspiro aire con fuerza, lo que me provoca una nueva y violenta tos, aunque el mareo cede. Mi mano aprieta el brazo de mi salvador, que no es otro con Bélanger. Intento darle las gracias, pero de mis doloridos pulmones solo sale una espiración resollante y una nueva tos. Algo vibra cerca de mí; es un teléfono. ¿Es mi teléfono? No tengo ni idea. Antes de que tenga tiempo de saber qué está pasando, Bélanger coge el teléfono y responde a la llamada.

Incapaz de moverme, miro a mi alrededor para ver la tremenda batalla que se está librando entre mis amigos y los monstruos. Jadeando, cierro los ojos con fuerza, mandándoles ánimo mentalmente, sabiendo que pueden saber lo que pienso y siento del mismo modo que me sucede a mí. Tengo que intentarlo, tengo que ponerme de pie, terminar lo que he empezado…

«Aguantad. Ya casi hemos vencido… ¡Aguantad!».

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23/11/2018, 19:00
Elliot

Mats, que había caminado hasta el centro de la sala fue interceptado por el asesino de Laia, recibiendo un golpe que lo lanzó lejos. Elliot vio con horror cómo su amigo volaba por los aires y se estrellaba contra una pared. Sostuvo la respiración buscando sentirlo: estaba herido y aturdido pero no estaba muerto. No todavía. Y les pedía que aguantaran.

«¡Aguanta, Mats!»

Si moría el plan moría con él. Había que buscar el plan B.

«Sophie, Sophie, escúchame -pensó enfocándose en ella, sabiendo que los demás lo podrían también comprender-: ¿alguna vez visitaste la casa de Eugen? -Elliot visualizó para ella el lugar que había visto una vez: Un París que parecía haber sido arrasado por el fuego y donde éste iluminaba todo el horizonte sustituyendo la luz del sol. Todo era yermo allí y parecía un desierto aunque no lo era-. Si conoces el camino, si todo sale mal y puedes llegar hasta allí, arrastra a todos ellos contigo. Déjalos en su puerta.»

Una de las criaturas que abría sus alas para lanzarse hacia Sophie reparó entonces en su presencia y se detuvo frente a él. Elliot pudo leer el hambre en sus ojos; deseaba devorar su corazón y robar con ello su poder como habían hecho con Laia. El monstruo se movió rápido pero Elliot rodó sobre sí mismo soportando la punzada del dolor por las oleadas de adrenalina que recorrían sus venas. Desde el suelo como estaba, incapaz de incorporarse en tan poco tiempo y en su estado, trató de asestarle un tajo con la daga allí donde creyó poder hacerle más daño: cercenando su tendón de Aquiles. Y si la criatura lo atrapaba tal vez tuviera una última oportunidad: cortarle antes de que partiera su pecho en dos para devorar su corazón.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Tiro para usar la daga y me sale una tirada de pena... x-(

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23/11/2018, 19:16
Clementine Ouvrard

Me niego a dejar ganar a estos hijos de puta, si es necesario voy a pelear hasta que se coman mi corazón, hasta que me abran como a Laia, hasta que me decapiten como a Geneviéve. Soy consciente de que de todos los presentes soy la menos dotada para la pelea por eso planeo valerme de la física tanto como pueda para suplir mi desventaja.

En un milisegundo veo por el rabillo del ojo a Mats volar por los aires luego de que se pusiera a cantar, solo en aquel instante comprendí que ese canto era primordial para nuestro éxito y pude comprender que aquello que sentía y escuchaba era a mis amigos. Elliot estaba siendo acechado por uno de ellos y Daniel estaba luchando con Vendela. Juliette había logrado herir a uno que deseaba escaparse y otro hombre que no tenía idea de dónde había salido le había pegado un tiro a otro de ellos que estaba cerca de nosotras. «¡Mats, recupérate para cantar! Agustín te está ayudando» pensé y vi al médico surgir de la nada. Bien por él que ha sido astuto.

Miré a Sophie para constatar cómo estaba. Fue entonces cuando escuché a Elliot hablar a Sophie sobre llevar a los líderes a la morada de Eugen... Yo también había estado allí. «Creo que Sophie está muy herida» compartí mis impresiones con los demás y esperé a ver si ella daba alguna señal de comprender... Ojalá que Mats pudiera cantar o que Sophie nos escuchara porque el éxito de nuestro plan ahora dependía de dos personas que estaban casi al borde de la muerte.

Fermi cayó cuando un zarpazo lo dio vuelta como una hoja de papel, temí lo peor: estas bestias tenían una fuerza descomunal y además sus fluidos hacían daño. Antes de dejar que el monstruo reaccionara hacia nosotras balanceé el peso del garrote de escombro y tomé impulso desde atrás para golpear a la criatura en la boca del estómago o en el rostro, a donde la fuerza y el impulso me dejaran llegar.

- Tiradas (1)
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23/11/2018, 20:33
Daniel Mallutz

En las peleas lo sorprendente es el ritmo de parpadeo. En apenas poco pasan muchas cosas. En nada un lado esta en pie y el otro camino del agujero. Nada como en la televisión.

Por eso en una refriega las pistolas molan. Es acojonador la cantidad de terror que vomitan por segundo. Aqui seria una fiesta del Cuatro de Julio mezclada con San Patricio y el dia de los Muertos.

Pero esta pelea es vieja escuela. Puño y garra. Puño de hormigón eso si y lo suyo no quiero averiguar lo que es.

Apenas se ha consumido el primer asalto. En el marcador de puntuación el resultado es que tendríamos que estar replegandonos y salir corriendo con un cohete el culo. Pero si solo quisiéramos sobrevivir. En este estado de cosas, con la fabrica del universo y sus reglas en el alero, no es una opción. Ni siquiera la segunda. Esta puesta en el asiento de atrás del autobús.

Tengo el contragolpe de Vendela retenido en el colchón de adrenalina y otras espirituosidades lo que me permite no darle tregua y saltar sin reparo de nuevo fiereza en mano a por ella. Esta vez no es la misma jugada, quiera dios que la este esperando, pues si todo va dentro de la lógica quizás el poderío de estos cuerpos dopados les haya hecho obviar un mínimo entrenamiento. Eh! De esperanza es lo que vive el hombre.

El primer par de pasos parecen dirigirse en la misma dirección que el ataque de hace un segundo pero entonces giro sobre mismo para acumular energía y desvío y aparecer descendiendo como martillo pilón contra su tobillo espoloneado mas cercano. Desato otra vez la fuerza de Kyon a través de la linea que golpea y espero que con el giro y la fuerza ruede a buscar el siguiente blanco.

Ruego que si Dios me da la suficiente precisión y fuerza, la haga caer y me de tiempo para reventarle la cabeza. No creo que me dejen los otros pero eso también forma parte del plan. Cuantos mas atraiga hacia mi menos quedaran hacia los demás.

En el gesto presiono la concha anudada con profusión a mi muñeca. Quizás sea una mala conjunción de ideas pero me sintonizo con el lobo a que todo el empuje que robe en cada mordisco salte a través nuestro hasta donde Gabriel.

Como ningún golpe es digno de darlo sin un grito acorde a la contundencia que se le quiera dar de mis labios sale la primera insensatez folklorica que mi enfebrecida mente inundada de saña atina a concebir. - Do Morrigu!!!*

- Tiradas (3)

Notas de juego

* Para la Morrigan = Uno de sus títulos es la que escoge a los que van a morir en una lucha. Tambien el la Señora de los Muertos el referente catolico irlandes para Daniel de la Santa Muerte. Pero con lanza. Y cuervos. He mencionado a los Cuervos?

Y ahora las tiradas: Carisma + Pneuma = 4 para el trasvaso de energía

Presencia + Sincerase + Pneuma = 7 para atraer la atención de la que señala al aniquilado. (la dificultad la he subido un escalo por ser una idea relampago.

Y como son mas de las diez le han dado de comer al gremlin y dos 10's y un 7.

Muñifico.

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23/11/2018, 22:59
Engel Döbeln

El monstruo herido por Fermi cayó sobre él mordiendo su cara como si fuera un animal rabioso.

Tanto Clementine como Daniel, Mats y Sophie habían conocido la casa de Eugen pero ésta última empezaba a dudar de su capacidad para llevarse a los sectarios hasta allí.

El segundo atacante cuyo rostro de viejo y pelo blanco le daba un aspecto más patibulario agarró al hombre de la barba con una de sus patas de ave tirándolo al suelo y arrastrándolo hacia él. A pesar de la caída el hombre del comisario no soltó su pistola, incluso llegó a disparar, pero falló.

Clementine pudo atacar con su tubería pero esta vez el golpe no pareció turbar a su objetivo. El monstruo al que había decapitado Fermi ya tenía algo parecido a una cabeza y se le estaba empezando a formar la cara.

Juliette agarró su espada por la empuñadura con una mano y por la punta con la otra -en la que tenía una especie de protección de cuero- y tiró con fuerza tratando de amputar la pierna que había logrado atravesar pero un nuevo chorro de sangre le salpicó en la cara quemándole un lado de tal forma que la oreja se le deshizo totalmente. A pesar de la gravedad de la herida, que le hizo soltar un alarido de dolor, logró mantener agarrada la espada y aunque perdió un poco el equilibrio no soltó a su presa, impidiéndole levantar el vuelo.

Tras fallar son su puñal Elliot notó la zarpa de su enemigo sobre su cabeza. La mano era tan grande que las uñas le rascaron el cuero cabelludo de ambas sienes, se cerró tratando de cogerle del pelo y el soñador notó cómo tiraba con fuerza tratando de levantarlo pero tras un violento rasgón el monstruo se quedó sin su presa, con unos mechones de su pelo rubio en la mano.

El monstruo más grande dio un repentino y descomunal salto cayendo en un estruendo a un metro de Clementine. La doctora notó como sus uñas habían pasado a unos centímetros de su cara a tal velocidad que sólo había notado el aire. Como si le hubiera gastado una broma el monstruo sin duda más fuerte y más rápido sonrió con restos de la carne de Laia entre los los dientes, que estaban dotados de dos prominentes colmillos.

Mats escuchó a Agustín identificarse por el teléfono y describir con urgencia un esbozo muy visual de la situación. Iba enumerando a los monstruos y su posición. Aunque apenas se oía lo que sonaba por el altavoz del teléfono Mats reconoció la voz seca, tajante, de su amigo y protector, el señor Berisha. Gran parte del polvo había caído y la brisa del mar y el sol mejoraron la visibilidad. Todos habían quedado con la piel de un color marrón oscuro, fruto de la mezcla del polvo y la sangre.

Aunque Vendela se movió muy rápido Daniel logró darle un mazazo en una de sus patas, pero lejos de hacerla caer ésta se elevó, volando hacia el altillo.

El hombre dormido se levantó y giró torpemente sobre sí mismo, extendiendo los brazos. Daniel reconoció en ese gesto algo parecido al vuelo de un cuervo.

- Tiradas (14)
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25/11/2018, 00:09
Mats Bergstrøm

Horrorizado, miro a mi alrededor, viendo cómo mis amigos, mis hermanos, sufren y sangran para vencer una batalla imposible. La muerte los roza a todos, y está a punto de llevarse a Fermi, a Elliot y a Clémentine. Solo es cuestión de tiempo. Y entonces decido que no. No es así como acaba. No puede acabar así. De pronto tengo una corazonada, una intuición que sé cierta sin saber cómo: hay una posibilidad de acabar con todo esto. La posibilidad palpita frente a mí, casi rozando el espectro de lo visible. La siento claramente en mi interior. No sé ponerle nombre, no sé darle forma, pero sé que puedo hacerlo y cómo hacerlo. Tendré que pagar un precio, uno alto, pero todo precio es poco con tal de hacer desaparecer a estas abominaciones del mismo mundo que pisamos, del mundo que pisa Arthür. Mi Arthür. Mis ojos se humedecen al pensar en él, y le pido perdón mentalmente, allá donde esté, por lo que estoy a punto de hacerme.

«Arde una última vez —me dice la voz que siempre me ha hablado desde que soy niño, mi propia voz, que no obstante se siente como si fuera la de otro—, antes de consumirte».

¡No he terminado!

De repente me doy cuenta de que estoy de pie, una energía extraña vibrando por todo mi organismo, y me siento volátil, como si pudiese explotar en cualquier momento. Permito que mis emociones me inunden, que den poder a mi voz. Un profundo y ferviente deseo de castigarlos se apodera de mí, pero más que nada, la firme voluntad de borrar para siempre su mácula y que nunca más puedan destruir lo que es bueno y bello con sus atrocidades.

Talit þeira otta jok

ok leysingar joko enn

en er svar eit þyngra.

Er svar eit ykkarr hverfa…

La energía acumulada en mi interior parece escapar con un desgarro a medida que pronuncio mi ensalmo, vaciándome como si cada palabra me arrancase más y más años de vida. Es una sensación terrorífica y eufórica al mismo tiempo, como si bailase en la frontera entre la muerte y el éxtasis. Abandono toda esperanza de controlarlo, y me dejo arrastrar. Inspiro profundamente, llenando mis pulmones de aire, antes de exclamar en un bramido de ira infinita:

Deyiði! Deyið þið öll!

- Tiradas (1)

Notas de juego

Hago mi sacrificio. Espero que valga la pena TT__TT.

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25/11/2018, 13:30
Clementine Ouvrard

Puedo sentir que de algún modo u otro estamos cerca de morir, lo único que desearía es poder llevarme a estos malditos conmigo. Apenas tengo tiempo de pensar, pero es mejor así: no quiero ahora pensar en Laia abierta en dos, en que quizás el último quejido que escuché fue de ella... Indefensa, sin poder moverse, sin poder defenderse... Yo pensé que íbamos a poder ser amigas luego de esto; siento un dolor que no puedo describir reptando dentro de mí.

Tampoco quiero pensar en Geneviéve, en la maldita de Vendela arracándole la cabeza seguramente por celos, porque ha odiado cómo ha ayudado a Édith, cómo ha querido a pesar de todo a Montillet, cómo se zafó del olvido que habían impuesto sobre ella. No quiero pensar pero lo estoy haciendo, la mente es una cosa maravillosa, a veces sigue su curso por sí misma más allá de la voluntad. Estos monstruos son el summum todo lo que aborrezco de este mundo... y están por ganar. Un escalofrío me recorre la espalda.

Veo la escena y siento un tsunami que se dirige hacia Sophie, la pobre Sophie a la que miro de reojo constatando que todavía esté viva, cuyo destino nefasto no parece querer soltarla. Veo al hombre barbudo peleando, a Juliette no dándose por vencida, a Mats siendo atendido por Agustín, a Vendela escapando hacia el altillo.

«Vendela va a usar las pinturas de Laia» alcanzo a alertar mentalmente, pero lo cierto es que no tengo la certeza y nadie puede darle alcance en este momento, o no logro ver cómo alguien podría detenerla.

El corazón se me para al ver a uno de ellos tomando con una garra el rostro y la cabeza de Elliot como queriendo separarla de su cuerpo; quiero gritar "No" pero la voz no me sale, al contrario siento un nudo en la garganta que también me anuda el corazón, también percibo una cantidad ingente de rabia y enojo, el rostro me arde y a la furia se le suma una pequeña dosis de alivio cuando veo que Elliot se ha escurrido, pero por poco.

El monstruo que estaba devorando a Laia aterriza casi sobre mí y puedo leer en su rostro que ha decidido que me toca. Me sonríe con pedazos de su última víctima en la boca y trato de reprimir una mueca de asco, dolor y espanto: ya no son seres humanos, corroboro por si me quedaba alguna duda, hace rato que son monstruos fingiendo ser humanos... Esa quizás ha sido mi equivocación al considerarlos oponentes, pensé que cometerían algún error humano.

Entonces escucho a Mats cantando, ¡Cantando! Lo veo de pie cuando sé que debería estar en el suelo tratando de recordar quién es y en dónde vive luego del golpe que le han asestado, golpe que escuché y no se oía para nada bien... Los huesos crujiendo nunca son buena señal. ¿Podrá completar el canto? ¿Podrá hacerlo?

«Elliot, Sophie si el cántico de Mats falla podrían invocar a Eugen» suelto en un intento desesperado de buscar una solución, no creo que Sophie pueda sola. Lo cierto es que no sé si Elliot estará vivo para poder hacerlo y el solo pensarlo me causa desesperación... No sé si alguno de nosotros estará vivo luego, ¡Mierda! Ojalá que ese canto funcione, y si no funciona... Espero poder despedirme de este mundo peleando y oteo para aprovechar la oportunidad, si es que el calvo se distrae con el canto, para herirlo de alguna manera con el arma improvisada que tengo en las manos, lo único que se me ocurre es hundirle el tubo en el pecho si estoy a distancia suficiente o golpearlo en la cabeza para aturdirlo.

- Tiradas (1)
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25/11/2018, 17:48
Elliot

El tiempo parecía dilatarse a la vez que todo sucedía en un vorágine donde cada segundo ganado a la muerte se convertía en una victoria agónica que parecía condenada a fracasar. La daga de Elliot cortó el aire y sólo un instante después sintió como la bestia sostenía su cabeza con una sola mano tratando de levantarlo en volandas. Si en lugar de pretender alzarlo para devorar su corazón hubiera querido decapitarlo sin más ya no estaría vivo, pensó. Notó el tirón y el dolor por el pelo arrancado pero quedó libre de nuevo por un instante que necesitaba aprovechar. Fue entonces cuando oyó la voz de Sophie en su mente, dudando que pudiera cumplir lo que le pedía. Oyó los pensamientos de Clementine sugiriendo que podría tratar de invocar a Eugen. Esa idea rondaba su mente desde el principio casi como una tentación pero, ¿qué había cambiado desde que pensaron que no debía hacerse? Si el padre de Mats lo hubiera obligado a cumplir su voluntad al menos habría estado atado hasta cierto punto. Pero aunque fuera capaz de llamarlo, ¿qué sucedería? Sería completamente libre de destruirlo todo y a todos. Aún así, de lo que se trataba aquí era de acabar con ellos, que no volvieran a escapar, que no se llevaran a Sophie por nada del mundo, aunque nadie saliera vivo… La mente de Elliot hervía con pensamientos sobre pensamientos, los propios y los ajenos, mientras todo su ser le pedía no llamar a Eugen, recordando que casi se había rendido a esa idea cuando Clementine le dijo aquellas palabras en el patio de la glicina, sacándolo del pozo al que conducía. Su razón sin embargo comenzaba a rendirse ante ella. Todo aquello en un instante.

El asesino de Laia pasó entonces cerca de él, dando un salto que lo colocó frente a Clementine mientras en un movimiento de su brazo trató de segar su cabeza. El corazón de Elliot se detuvo por un instante en que sintió que se rompía en mil pedazos hasta que un momento después la sintió todavía dentro de sí, llena de terror, de ira, ¡viva! Atravesado por la desesperación volvió a rodar sobre sí mismo; tenía que desviar su siguiente ataque, costara lo que costara.

En aquel momento sintió un desgarro que superó a todo lo demás y que provenía del pecho de Mats. En un primer instante temió que hubieran arrancado su corazón pero había algo distinto en aquel dolor pues no estaba marcado por la desesperación sino por la esperanza. No podía verlo tirado en el suelo como estaba pero supo que se había levantado por su propio pie. Y luego su voz resonó con fuerza en sus oídos, no en su mente. Lo estaba haciendo, ¡estaba cantando de nuevo!

-«Daniel, ¡cubre a Mats!, ¡Por lo que más quieras!» -sabía que su amigo estaba librando su propia batalla con Vendela precisamente por ese motivo, pero tenía que evitar a toda costa que ésta, que volaba hacia lo alto de la estancia, se precipitara después sobre Mats. Tenía que poder pregonar la palabra.

Dejando tras de sí a su propio atacante, se lanzó* a por el monstruo que amenazaba a Clementine. Dio la vuelta a la daga en su mano, sujetándola hacia abajo, agarrándola con fuerza mientras dibujaba un arco con su brazo de atrás adelante. Tenía que herirlo costara lo que costara, cortar su tendón.

Entonces oyó la palabra:

Deyiði! Deyið þið öll!

- Tiradas (1)

Notas de juego

Soy consciente de que ese "lanzarse" es rodando, arrastrándose, etc. debido a la pierna rota, pero imagino que sí puede hacerlo porque al inicio de la escena declaraste que todos estábamos muy próximos y además el que está atacando a Elliot iba a por Sophie, así que he imaginado que estamos al lado. Si no puede ser dilo y lo cambio.

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25/11/2018, 18:40
Daniel Mallutz

Tercer asalto, y aun seguimos al menos con capacidad para gritarnos, lo que en esta partida del reino de la Violencia extrema, es extraordinariamente sorprendente.

Ojala hubiera funcionado pero, la opción de encontrar el talón de Aquiles de la monstruosa Vendela, no ha obtenido literalidad. Se que lo ha sentido pero la arpía se me aleja en una batida de alas en dirección ascendente.

¿Escapa? ¿Busca una posición de ventaja para su siguiente golpe? ¿Hacia quien?

El arma improvisada esta en su punto de decirme, mira Daniel hasta aquí he llegado, y la seguridad de cual es la acción a seguir es confusa. Vendela puede tratar de escabullirse y entre la cacofonía de gente oigo a Mats (¿de donde lo has sacado grandullón?) repetir con vehemencia e insistentemente algo en su contundente lengua, coreado por las puntualizaciones, ejem, aulladas de Clementine y Elliot. En un fogonazo traduzco su expresión como que esta lanzando lo suyo.

Como aun estoy intentando conseguir pie e impulso y aun no he aprendido a volar, me lanzo sobre el terreno que manejo, abrupto, hecho polvo y traicionero pero solido, antes que intentar pegar un salto para agarrar la improbable zarpa de la Sacerdotisa y, corro la linea mas directa hacia el campo de intercesión contra cualquiera que escoja a Mats como su siguiente blanco.

<> pienso

Es divertido por que casi tropiezo con el maltrecho colchón de la cama y su columna vertebral astillada. Pero no siento el  humor por que en la vuelta atino a vislumbrar los escenarios de mas despojos que no había visto al llegar. Eso hace que en vez de buscar la mas logica maniobra de utilizar el desecho de jergón como protección me invada la rabia y lo que haga es pillar lo primero contundente que aun puedo agarrar en mi mano libre, que al final es el astil tronchado de una de la barras de armadura del forjado, con la que peleo un segundo, arrastrando hormigón desintegrado que aun se empeña en estar aglomerado.

No me va a dar tiempo a darle a ninguno de los monstruos razones de cambiar su atención pero, al menos si, para girar y tener la cara vuelta hacia la muerte como buen Mallutz Brontea, haciendome grande al menos un par de metros por delante de un pelirrojo noruego que le saca una cabeza y que no esta precisamente siendo conspicuo.

Intento quedar lo mas preparado posible con los pies clavados en el suelo, la maza improvisada abierta amenazante al costado derecho y la seudo lanza afianzada a proteger el lado izquierdo. Soltando la piel del cuerpo lo máximo posible para que Kyon rezume como verdadero Lobo a las Puertas, a corazón saliendo por la garganta.

“Viva Arizona, cabronazos“ les grito con la ira en las sienes de estar imaginándome a Eugen Masaryk esperando tras la cortina, a una respiración de donde estamos, a que nuestra desesperación haga que le debamos una, en vez del careto del siguiente monstrenco que se me va intentar comer la jeta.

¡¡Joder!!, Si el Diablo tiene que hacer su 'Trabajo', que lo haga según las normas que nos rigen a todos. Sudandolo. Danos señor el aliento para no necesitarlo.

- Tiradas (3)

Notas de juego

Hecho una segunda tirada de pescar arma improvisada.

Des + Reaccionar + (Pneuma) = 6 para estar preparado.

Presencia + Pneuma = 5 para exudar a Kyon en la semi vigilia.

Editada una frase y añadida banda sonora

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25/11/2018, 20:49
Charles Segalén

El canto de Mats sonó fuerte y ronco como si su caja torácica fuera de madera y su garganta exhalara un aliento que venía de las profundidades de la Tierra. Su voz subió como el magma quemándole los pulmones y la garganta, eclipsando el resto de sonidos que pasaron a oírse apagados, como desde debajo del agua.

Reclamando la muerte de los sectarios el pelirrojo anunciaba la suya propia, la de todos sus amigos, la de todo el que le oyera. Esa palabra no era una representación sino una presencia que helaba la sangre.

Casi por inercia de una decisión tomada de antemano Clementine golpeó al monstruo que tenía frente a ella. Éste ni se inmutó. La tubería pasó por dentro de ese cuerpo nefando arrancando de éste un hilillo de vapor, una estela de humo negro.

Vendela, con las alas desplegadas pero quietas, flotó perdiendo altura hasta llegar al suelo. Cuándo se posó su imagen se deshizo estallando como una pompa de jabón rellena de humo negro, a un par de metros de Daniel.

Casi al mismo tiempo el puñal de Elliot atravesó la extremidad del monstruo que había frente a Clementine sin notar ninguna resistencia. Con este segundo golpe la forma de ese monstruo se difundió en el aire como una gota de tinta negra en un vaso de agua. El resto se quedaron congelados en la posición en la que estaban dando la impresión de que se estaban desenfocando muy lentamente, como un muñeco hecho de niebla.

Una docena de cuervos entraron desde París y revolotearon por la estancia, bramando.

Mats notó que perdía la sensibilidad de las manos y de los pies y comenzó a tener “visión de túnel”, como si sus sentidos percibieran desde dentro de la oscuridad de un pozo. Perdió el tono muscular y habría caído de bruces de no ser por Bélanger que le agarró con seguridad, haciendo alarde de una considerable fuerza física.

Una repentina ráfaga de aire entró con el estruendo de las aspas de un helicóptero que volaba junto al agujero que se había abierto en el acantilado, levantando de nuevo parte del polvo más fino en pequeños remolinos que se elevaron dispersando las efigies de esos monstruos.

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26/11/2018, 05:57
Clementine Ouvrard

La voz de Mats me congela la sangre, para todos los vellos de mi cuerpo, me pone la piel de gallina. Es un aria de ultratumba la que se eleva desde el pozo mortuorio de unos dioses ancestrales y olvidados colmando la habitación y pareciera que el mundo entero por unos segundos... Me doy cuenta de que está finalizando el cántico que debía hacer y me pregunto de dónde diablos ha sacado las fuerzas para hacer lo que está haciendo.

El corazón me galopa de ansiedad y preocupación al ver a Elliot lanzarse hacia donde estamos Sophie y yo, una parte de mí quiere gritarle que no lo haga, que no podría soportar ver cómo le hacen daño y otra, en cambio, sabe que lo que está haciendo es lo correcto: hay que defender a Sophie a como dé lugar; me preparo para que hagamos un ataque conjunto. Al menos estaremos juntos si morimos, pienso para consolarme. Todos estamos jugándonos la vida en esto.

Es por ello que cuando hundo mi arma improvisada en el pecho de la criatura y la veo despedir un hilo de humo negro delante de mis ojos casi no puedo creerlo, me quedo unos instantes congelada en mi lugar, inmóvil, respirando trabajosa y lentamente, mientras contemplo esa carne putrefacta convertirse en humo oscuro y terminar de desintegrarse cuando Elliot le hunde una daga. Luego miro en derredor como si esto fuera alguna especie de broma macabra y lo que veo es casi tan hermoso como terrible: todos ellos se están desvaneciendo. Uno a uno van cayendo a nuestro alrededor.

No debería estar contenta porque alguien muere, pero ¡Joder! Es lo menos que se merecen estos seres despreciables después de todo el daño que han hecho, el horror que han sembrado, las vidas que han arruinado o tomado con total desprecio. Los veo convertirse en cenizas, volviendo a la nada a la que pertenecen, el sonido de un helicóptero me pone en alerta y luego el viento de sus aspas barre aquello que pudo haber quedado de nuestros enemigos, de los enemigos de la humanidad.

Una vez más, como recapitulando, miro el campo de batalla a nuestro alrededor, los escombros, el extraño agujero que conecta los dos lugares tan equidistantes entre sí, los cuerpos despedazados de Laia y Geneviéve iluminados por la ambarina luz del sol, un contraste horrible, una postal del horror, pero ha terminado. Casi no me lo puedo creer, pienso con lágrimas en los ojos, ¡Están muertos! Terminó.

Mats, Daniel, Agustín, Sophie: los recorro a todos ellos con mis ojos como si el tiempo estuviera detenido, luego bajo la mirada a mi amor y me arrodillo frente a Elliot con la intención de ayudarlo a sentarse, deslizo mis manos por debajo de sus axilas y lo acerco a mí para que me use de apoyo, determino rápidamente en que tengo que examinar a Mats, a él y a Sophie, aunque bien podría confiar en Agustín, que ha demostrado ser más que capaz hasta ahora.

Pienso en decir algo emotivo o inteligente pero en lugar de eso, acerco a Elliot hasta mí y lo beso, quizás temiendo que de alguna forma me fuera arrebatado de todas maneras. -Lo hicimos... -susurro al borde de las lágrimas, las palabras se me traban en la garganta y salen entrecortadas.

-¡Mats! -grito con una extraña mezcla de felicidad que se vuelve total temor al verlo desplomarse. No, no puede morirse. ¡No ahora! -¡Agustín! ¿Qué ocurre?

Miro instintivamente a Sophie y a Fermi, tengo que hacer algo por ellos.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Dejo una tirada para atender médicamente dentro de lo posible a los heridos, si es que no pasa nada más que me lo impida. Si tengo que hacer algo más me dices dire.

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26/11/2018, 10:20
Elliot

El canto de Mats parecía haber abierto un nuevo agujero en la roca, esta vez, sintió Elliot, bajo sus pies. Una presencia todoabarcante e invisible ocupaba aquella entrada. Habría dicho que era un ángel si no fuera porque todos sus nervios, todos sus sentidos, todo su estado se puso alerta en un último empujón que barrió sus energías por completo dejándolo exhausto.

¿Acarició su rostro? No sabía decirlo, pero eso le pareció sentir, o tal vez que le había besado dejando un frío glacial en sus labios que bajó desde su boca a lo largo de todo su cuerpo haciéndole temblar.

¿Tenía voz? No estuvo seguro de oír nada, y sin embargo supo cuál era su mensaje y pensó que había llegado el momento de partir. Aquí, ahora, al final de todas las cosas. De todas menos una. «Clementine...»

Un columpio que su padre colgó de un árbol se balanceaba vacío junto a la casa; la habitación del ático en que solía jugar y donde después jugaría Julian; el olvido de sus padres que, ahora sabía, lo había protegido de ser encontrado de nuevo por los sectarios y permitido cumplir su misión; la casa de acogida a la que prendió fuego para vengar un maltrato que nunca más volvería a soportar; Martha, Edward, el amor de nuevo; el piano, la música; París, Madeleine, Marion, Seamus, Laia...

«Laia...»

Sintió los brazos de Clementine ayudándolo a no caer en el abismo, incorporándolo para abrazarlo, para darle el beso que, al contrario que el del ángel de la muerte, le devolvía a este mundo. Estaba intacta. Cubierta de polvo pero intacta. Era un milagro. Dio mentalmente gracias a Dios.

Lo hicimos.

Escuchó su dulce voz anunciar la victoria. Y tras su voz llegó a sus oídos el estruendo de las aspas del helicóptero y los graznidos de los cuervos que volaban en círculo sobre sus cabezas anunciando también la victoria.

Notó los músculos de Clementine tensarse y su voz alarmada llamando a Mats.

-Ayúdalos, amor mío -consiguió decir-. Yo estoy bien.

Cuando ella lo soltó*, Elliot se arrastró hacia el cuerpo de Laia soportando un dolor como no había sentido hasta ahora. La lágrimas manaban con tal profusión que empañaban casi por completo su visión junto al polvo que volaba en el ambiente. No podía soportar que se los llevaran a ambos y no poder tocarla por última vez, no poder despedirse. Réjane le había pedido que lo hiciera y él sentía ahora que las palabras que habían intercambiado eran del todo insuficientes. Al llegar hasta su cuerpo el dolor insoportable le hizo vencerse hacia adelante y proferir un grito ahogado. “Si no soy capaz de volver cuídala por mí”, había sido la demanda de Seamus. Elliot le había prometido que así lo haría y había fallado.

La besó en la frente bañando su rostro querido con las lágrimas. Después cerró sus ojos con la mano temblorosa.

-Ve en paz, mi amiga, mi hermana. Perdóname.

 

Notas de juego

Asumo que es así porque Queen ha declarado que atendería a los heridos.

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26/11/2018, 21:28
Mats Bergstrøm

En el momento en que pronuncio mi sentencia final, siento como si algo abrasador e imposiblemente frío al mismo tiempo se abriese paso desde mi interior con un dolor mortificante, como un parto. El eco de mi propia voz evoca imágenes en mi mente, grabando instantáneas angustiosas y desoladoras que quedan quemadas en mis retinas, cuando traigo al mundo a la Muerte misma, una presencia casi física, un peso que todos podemos sentir en los huesos. Por suerte, mi voluntad logra encauzar esta abrumadora fuerza de destrucción y olvido, dirigiéndola hacia nuestros enemigos. Es algo aterrador de ver: uno a uno, cada uno de los líderes sectarios es implacablemente borrado del mundo, y ni siquiera parecen entender lo que les está ocurriendo. Ni siquiera parecen preparados. No veo en sus ojos ningún momento súbito de comprensión final; simplemente se esfuman, reducidos sin más a una niebla negra que se disipa en el aire, como si no solo sus cuerpos sino también sus almas, su propia esencia, se desintegrase para no existir nunca más. Mis ojos ven entonces el abismo negro e insondable que se abre a mis pies, y veo su rostro de sonrisa muerta observándome desde lo más hondo, marcándome para siempre. Abro la boca para gritar, pero no sale ningún sonido. Las fuerzas me fallan y me precipito hacia adelante, sintiendo el tirón hacia la oscuridad sin fin, y un horror abyecto y asfixiante hace presa en mí.

De pronto, unos brazos fuertes me sostienen, deteniendo mi caída hacia la disipación completa. Es Bélanger, que me mira con preocupación en el rostro, una preocupación que siento como algo distante, extraño, casi inapropiado. Miro a mi alrededor, confuso. Todo me parece irreal, como si estuviese en una maqueta dentro de una maqueta, como si yo no fuese yo realmente, como si todo fuese una gran obra de teatro. Me inunda una inquietante sensación de absoluta calma, que no obstante se siente improcedente y antinatural. En este momento nada me importa. Podría morirme. Las personas a las que racionalmente sé que quiero podrían morir. Me daría igual. Pestañeo, cada vez más y más extrañado, con una sensación de alienación a la que soy incapaz de poner nombre. Nada me importa, porque nada me afecta, porque yo no soy yo. La sensación es terrorífica, de un modo desvinculado y apático. Ha acabado, al fin ha acabado de verdad, sin matices, y sé que debería invadirme el alivio, pero no logro encontrarlo en mí.

Y de repente el abismo se cierra, y vuelvo a mí mismo. Un torrente de sensaciones simultáneas y contradictorias me azota: felicidad, horror, paz, dolor, tristeza, esperanza, miedo… y un profundo agotamiento físico y espiritual.

¿Qué…? —intento preguntar, pero mi voz suena quebrada, apenas un resuello, y me escuece. Me entra tos, una tos seca, hueca y sin apenas aire, que en vez de liberarme, me hace sentir el pecho aún más cerrado, más opresivo. Respirar es increíblemente trabajoso, como si tratase de hacerlo a través de un calcetín que estuviese obstruyendo mi garganta—. Joder, ¿qué co…? —El aliento ni siquiera me llega para acabar la frase. Toso otra vez, pero solo sirve para empeorarlo; mi respiración cada vez más superficial, más insuficiente, más difícil. Me mareo, me asfixio. ¿Qué coño me pasa? Empiezo a acojonarme de verdad. Hago una indicación a Bélanger para que me deje en el suelo, para que me deje sentarme—. Por favor… —Jadeo, emitiendo un sonoro silbido por la garganta—. Ayuda…

Joder, ¿qué es esta mierda? ¿Tendré neumotórax, o algo así? Estoy tan asustado que apenas soy consciente de la llegada de los cuervos, del viento de las aspas del helicóptero que irrumpe en la sala para llevarse cualquier recuerdo de los sectarios que pudiese permanecer en el aire. Estoy demasiado angustiado, demasiado preocupado por intentar relajarme, demasiado concentrado en respirar. De pronto, el helicóptero empieza a sonarme más lejano, resonante, diferente. Es extraño, casi parece…

Parece el sonido de olas.

Notas de juego

He corregido una repetición tonta XD.

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26/11/2018, 22:46
Daniel Mallutz

¿"Pop" es un final adecuado?¿Es un final en absoluto? Parpadeando, ante la dilución de lo que era una mole furiosa, no me lo pregunto. Solo espero el morir del ruido y la furia paradojicamente plantado entre graznidos y estruendo.

Estaba por soltar el aliento pero el alivio se retrasa. La desaparición de los sectarios es el contorno recortado del acantilado que nos devuelve la fuerza de la comparecencia de Transito. Nos visten los huesos de la Muerte y aunque es lo que deseabamos sobrecoge. Es la vuelta del filo que se apoyo sobre tu alma aquella vez que mas cerca has estado de fallecer.

Respira la mañana escondida en nieblas en el que la campana de aviso a los barcos resonaba vacía en la lejanía del estuario del Potomac. Contiene la gris esencia que cubría desde mi pecho o todas partes el mundo sin marca de continuidad. Repunta el instante en que se juntan el impulso de acabar con el arrollador desespero con el terror innatural de perder voluntariamente el paso, contenidos un segundo antes de que te arrebaten con brazos firmes tu hermana y Nick el Brujo de los noventa pies de caída del Nice Memorial.

Extruja el tiempo el batir de ida y vuelta desdibujando las separaciones de pasado, presente y futuro. No existe otra inexorabilidad que el final de lo que existe y hasta la Muerte va a morir.

Seria una caída coherente a un lapso que ya podía haber iniciado pero es el poder de esos brazos el que lo impide por que muchas veces se repite el momento en la Helada de la Extinción, pero siempre el calor de ese abrazo rescatador me ha salvado.

No a Ellos. El golpe de aire que desperdiga sus restos de la sombra al humo y de ahí a la atomización y mas allá al olvido del ojo y de la existencia sobre la faz material, me parece triste. No exactamente por ellos, si no por el inevitable rasgón en el Cosmos que su intenso ofuscamiento ha sembrado. Lagrimas frías y amargas desbordan las comisuras de mis ojos con el gesto de empezar a ver la realidad de la carnicería. Rastros fugaces de Laia desacrada y la bajada de la compresión de que Gennevieve esta también muerta.

Esta bien tener claro que cuando se lucha por algo mucho mas grande que tu mismo la muerte es una opción pero vivir después con ello es un valle de zarzas en el que te has metido y da igual hacia donde decidas avanzar.

Giro sobre mi eje aun sosteniendo las armas improvisadas por que un pedazo de mi cerebro insiste en aun es muy pronto para dejar la guardia. Son instantes que abarcan la reunión de Clementine y Elliot, en secuencia hasta la estampa de Mats sostenido por Agustín y precipitándose en sus brazos y en un reflejo de lo que yo sentí y siento cuando estoy apunto de despertar de mis recuerdos. El eco de su voz aun me resuena como un acúfeno enganchado en las cuerdas de mi espíritu y por instinto de Kyon escucho hacia él, por momentos desmoronado contemplando si la traba de su acción se ha enquistado y resuena.

Cae de mi mano izquierda lo que sujetaba aprestando a ayudar a Belanager a sujetarlo. Y a la vez oscultarlo

- Tiradas (1)

Notas de juego

Per + reaccionar + Pneuma = 7 sentido del eco de la muerte.

Esta tirada la planteo por la descripcion personal que describo y por el tema de tener medium a 2 con focalizacion hacia la muerte y su sombra. Si ves que no es coherente me lo dices.

En caso de que por tener mucho exito lo veas coherente tambien aportaria certificacion de que los Otros estan bien muertos.

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27/11/2018, 11:38
El hombre dormido

Sin desatender a Mats, Agustín recuperó el teléfono, que le había caído al suelo, y avisó al señor Berisha de que todo había acabado. El helicóptero se acercó todo lo que pudo a la cripta y cuándo Anders -que venía dentro, dispuesto a disparar- pudo comprobarlo visualmente apartó el arma de sí e hizo una señal al piloto del helicóptero, una orden para que elevara el aparato, que desapareció llevándose su estruendo, dejando el protagonismo a los graznidos, los lloros y los quejidos de dolor.

El hombre dormido caminó cojeando hasta llegar al agujero que había quedado en la pared, que se había convertido, de facto, en la entrada -elevada, inaccesible en medio de la alta pared de un acantilado- de una cueva. Apoyándose en la piedra observó contemplativo.

Desde allí se veía una panorámica de la playa frente a la que los dos trasatlánticos -un par de kilómetros mar adentro, a la izquierda- echaban sendas columnas de humo que subían altísimo. La luz ya amarilla de la tarde realzaba sus negros y sus grises de tal manera que de no verse los barcos cualquiera diría que las había exhalado un volcán. Los cuervos salieron en una ruidosa procesión dirigiéndose hacia allí, para anunciar la muerte y celebrar la victoria.

-FIN-

Notas de juego

1 de varios. Continúa en el "Epílogo" :-)