Partida Rol por web

El eco del Diablo

Amor

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12/11/2018, 14:53
Clementine Ouvrard

Apenas terminé de asegurarme de que estaban dormidos y de chequear lo que me devolvían los monitores dejé a Genévieve a cargo, me senté en una silla de la cocina y lloré un largo rato escondiendo la cara entre mis brazos, apoyada en la mesa. Había estado acumulando la tensión y los sentimientos tan intensos y absolutos que estaba experimentando y los había escondido bajo una máscara de resiliencia y apacibilidad delante de mis amigos, dejándolos que pulularan pero no que corrieran libres, estirando la cuerda pero no soltándola.

Ahora que ya había empezado el viaje de ellos no podía seguir con esa carga, sentía que podía interferir con mi juicio a la hora de tomar decisiones, y aunque no era garantía de que eso no pasara luego creía que liberarme y aflojar tensión podía despejar mi mente y mi corazón aunque fuera un poco.

Lo cierto es que esta vez no era como otras veces, antes estaba avocada a cumplir bien mi trabajo y mi prioridad era Édith. Ahora estaba custodiando física y espiritualmente a mis amigos y al hombre que amaba, sin saber si iban a regresar o cómo es que iban a hacerlo. Pero tampoco podía controlar nada que no fuera aquello que ya conocía: lo que era medicina pura y dura, y quizás ni siquiera eso.

Luego de un rato regresé a donde estaban los demás. Pronto sus expresiones fueron cambiando y al notarlas comencé a sentir inquietud y ansiedad, me parecía sumamente extraño que Sophie continuara en cuerpo presente cuando su plan había sido desde un principio ir con él también a la antigua construcción.

Intercambié miradas con los demás y me pasé la mano por el rostro -Mantengamos la calma. La verdad es que no conocemos a dónde han viajado ni qué reglas aplican allí para los cuerpos y los espíritus, creo que es como tú dices Laia, han ido muy lejos por decirlo de alguna manera- me atrevo a decir en voz alta -Estemos atentos a los signos vitales y al rigor mortis -advierto -¿Creen que haríamos bien en practicarles algo de kinesiología? ¿Alguna sugerencia?

- Tiradas (2)

Notas de juego

Tengo Médica de Urgencias a 2 y Calmada bajo presión a 2.

También Psíquica a 2 e Intuitiva a 2 e Improvisación a 1 (si es que lo habías aprobado).

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12/11/2018, 14:53
Elliot

La impresión al abrir los ojos al otro lado era tan vívida que Elliot sintió con horror que acababa de dormirse en la cueva de Bass Harbor bajo la vigilancia de su secuestrador. Sentía el aire frío erizar su piel, cómo la humedad de la niebla hacía costoso respirar y el contacto del suelo en el que estaba echado duro y yermo contra su espalda. Se incorporó para descubrir con alivio que sus tres compañeros estaban allí y esperó que la forma adoptada por Daniel no fuera señal de un peligro inminente. Miró alrededor mientras se incorporaba pero se hacía imposible divisar nada más allá de unos pocos metros. Agudizó su oído y esperaba que el olfato de Daniel fuera tan fino como era de esperar.

Por intuición supo la dirección que debían tomar y cuando comprobó que todos estaban bien emprendió el camino a lo largo de un sendero. Sin poder abandonar del todo la fantasía de que toda su vida había sido un sueño, pensó que ése sueño bien podía ser premonitorio y se preparó mentalmente para volver a hacer lo que el hombre dormido le había pedido que hiciera y escapar. Fue la primera vez desde que todo había ocurrido que trataba de recordar cuál había sido su enseñanza y qué había ocurrido después. Al igual que sus sentidos, sentía su memoria despierta como nunca.

Sumido en sus pensamientos tardó un poco en darse cuenta de que el sendero parecía haberlos atrapado en su trazado y no estaba seguro de poder abandonarlo aunque hubiera querido hacerlo. A pesar de que el camino era el correcto la sensación de inercia y falta de control lo puso muy tenso. No quiso sin embargo alarmar a sus compañeros hasta no saber más y estar seguro que supusiera un problema.

La visión del dolmen de la entrada alivió un poco sus dudas. Respiró hondo; un poco más adelante verían la entrada del túmulo y así se lo hizo saber a los demás.

Fue entonces cuando un fogonazo pareció quebrar la inercia que seguían sus pies y consiguió detenerse. Algo había emitido una luz que captó su atención, como una palmada repentina que sacara de un estado hipnótico. Junto a la entrada del dolmen un hombre encendía un cigarro y miraba en su dirección sonriendo. Tardó un instante en reconocerlo debido a la sorpresa y otro más en reaccionar debido a la emoción.

-Seamus… -su voz salió con un tono entre afirmativo e interrogativo-. Eres tú…

Se acercó un par de pasos hacia él mirándolo admirado y esperanzado. Había venido a ayudarlos, era la segunda vez que lo encontraba en un sueño después de su muerte. Tenía que ser él. Se detuvo sin embargo sin atreverse a abrazarlo como habría querido. Había demasiado en juego, no estaba solo y tenía la obligación de ser precavido

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13/11/2018, 13:46
Elliot

Una escalera de madera junto al montacargas subía al estudio de Laia. La planta del altillo era amplia, toda diáfana, y como cabía esperar podían verse lienzos montados y sin montar, materiales de todo tipo y algunos de sus cuadros terminados o a medio terminar. Las ventanas hacían la estancia muy luminosa y conforme caía la tarde la luz penetraba directamente encendiendo los colores de todo cuanto tocaba. Había un pequeño sofá contra la pared y colgado sobre él una escena de grandes dimensiones que representaba el paisaje de una bonita ciudad portuaria en un día soleado.

Elliot paseaba entre las cosas recreándose en las pinturas que podían verse y mirando con una sonrisa a Clementine de tanto en tanto. Era evidente que le gustaban y que algunos incluso le traían recuerdos. Otros eran lugares que había visitado en el sueño, evocadores elaborados por su amiga.

-Me gustaría que te los hubiera enseñado ella primero, pero bueno -comentó Elliot-, puede hacerlo más tarde con detalle y explicarte todo lo que quieras saber.

Dejó que la chica contemplara cuanto quisiera y se apoyó en el alféizar interior de una de las ventanas observando cómo se movía entre las cosas sin poder apartar la mirada de ella. Hubiera querido tener talento como Laia y poder plasmar su imagen en uno de los lienzos.

-Laia es como una hermana para mí -habló repentinamente, recordando qué era lo que quería pedirle-, y en ausencia de Seamus es la mejor maestra que he tenido. Por eso querría pedirte que si algo me ocurriera buscaras a Grace y las pusieras en contacto -lo dijo con naturalidad, sin querer sonar grave ni detenerse en modo alguno en el “si algo me ocurriera”-. Sabemos que por desgracia no es seguro que se desenvuelva sola y con Laia podría aprender mucho. Y también me tranquiliza saber que estaría cerca del comisario aunque ni siquiera llegara a conocerlo -dicho esto no quiso pedirle nada más. No quería que Clementine se sintiera obligada en modo alguno hacia su hermana más allá de lo que le había pedido-. Tengo tantas ganas de conocerla... -dijo de pronto con la sonrisa de vuelta en su rostro-. Aunque al mismo tiempo me pone nervioso imaginarlo, la verdad, y ni siquiera me atrevo a pensar más allá, en Julian, en mi padre y en mi madre-. Guardó silencio poniendo en marcha su disciplina mental para cerrar las puertas de su memoria. Tras el encuentro de Édith y Montillet se había esforzado en no imaginar una escena parecida para él; ya había asumido que nunca ocurriría así y no podría soportar un nuevo fracaso-. Gracias de nuevo, amor mío. Qué hermoso que pudieras verlos.

Se incorporó para acercarse y acariciar un lado de su rostro, mirar embelesado a sus ojos y besarla una vez más, rodeándola con sus brazos y recreándose en su contacto.

-Quédate un momento más conmigo, por favor -apoyó su frente en la de ella-. Necesito abrazarte.

Notas de juego

Edito: He cambiado algo que podía sonar a metaroleo y pequeños detalles.

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13/11/2018, 18:34
Daniel Mallutz

La naturaleza de los cambios no me afecta. Hay ya suficiente familiaridad en el escenario y, en el reajuste de la percepción, con la que solventar la posibilidad de conmoción.

Reconozco el paisaje de firmamento anaranjado y observarlo a través de extensiones de olor, sonido e imagen diferentes de las de un segundo antes, no me es extraño.
Como cada una de las veces es el manejo de las dicotomias lo que no me llega a acomodar.
Debo entenderlo como un proceso. Cuando estoy despierto en el sueño esta es la piel con la que voy a lidiar. Pero no solo es una piel, si no también, un cúmulo de impulsos en conexión entre los míos y los del animal.
Por eso el eje de mi concentración no esta ni en el cambio de tamaño ni el deslizar de los sentidos a un espectro mas agudo. El paso primero es amoldar los requisitos primarios de la bestia a la tarea principal: Guardar a mis tres compañeros.
Es cuando el sabor determinado de la esencia de cada uno de ellos es imbricado como el axioma que en esta forma puedo manejar: El de los miembros de mi manada.

Recordando el convenio de que es Elliot, con su emanación musical a dos voces de cristal tinteneante en afecto e incertidumbre, el que guía, no me dejo lanzarme a la búsqueda instintiva y espero el gesto de marcha, cruzando trotes de exploración de apenas media docena de metros con pasadas contra los flancos de las piernas de los otros tres acompañantes.

Mats huele a oro a buen recaudo y al cobre de sonido de la sangre y lo que significa el escarlata.
Sophie canta en el bosque cubierto por otra espesura impostora que solo por eso duda. Su efluvio del zafiro rampante casa con las marcas de la lluvia que va a alimentar a cualquier ser dispuesto a crecer y dar fruto sano.

Nuestro compañero oteador comprueba el aire en su cabeza y reflexiona y decide. Nos encamina en una senda que casi con inmediatez nos integra en su esqueleto sin posibilidad de alteración de la respuesta. No al menos sin ser traumática.
Con delicadeza, pero firmemente, enfoco mis esfuerzos en asegurar que los pasos de los demás no pierdan la corriente y acaben, en un traspiés, en los destemplados descampados a los bordes mas allá.
El camino puede o no suponer un problema pero, los despoblados del Desconocido que lo flanquean en todas direcciones, lo aseguran ya mas solo por el hecho que no nos acogen.

Tras un indefinido trecho contado de latidos y cambios en la corteza del techo celeste nos recibe una mole de peñas desplegada por la inspiración de los hombres. Rocas levantadas para atrapar y fijar un paso.
Le estaría echando un escrutinio feral sino fuera por la rotura de la simplicidad de los eventos con el estallido de la aparición de un fulano.

De inicio para desarticular el sutil tirón que nos estaba trasportando. De segundo para prender la oscuridad con la candela portátil de los monos y aspirarla y sonreír como si hubiera gracia en sus actos.
La tensión la dejo desatar desde el deposito en la planta de mis patas pero, queda en suspenso, cuando Elliot menciona el nombre del tipo con familiaridad.

- Seamus -

Parece que va haber algún tipo de cordialidad pero al no completar Elliot su intención de aproximación percibo la duda como una bocanada sensata y amarga.

Con la carga del peso de la alerta y la serenidad le apoyo con un flanqueo por su lado mas cercano al individuo. Sin una carta abierta de animosidad ni de agresividad sobre la mesa. Unicamente la certeza de mi presencia ocupando el hueco y del espíritu de la mirada que interpela por una explicación, lenta o rápida, pero aquí y presente. Y el manto adyacente de la custidia extendida a todos los miembros de nuestro grupo.

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13/11/2018, 19:54
Clementine Ouvrard

El estudio de Laia parecía una habitación extraña a la casa en sí misma, al pisar su suelo tuve la impresión de que allí había un halo especial, quizás influenciada por el conocimiento de lo que allí tenía lugar, en sus cuadros y en su forma de trabajar los lienzos. Siempre me habían llamado la atención las pinturas, no solo las obras terminadas, si no el proceso de poder plasmar aquello que está en dentro de uno hacia fuera por medio de los pigmentos bajo sus diversas formas. -Sí, ya habrá tiempo para eso luego -repuse segura de que no estaba segura.

El aroma de las pinturas y solventes era penetrante, quizás debido al sol que entraba por las ventanas, pero antes que molestar era amable e inherente al lugar como el olor a cera de ciertos templos. Mientras Elliot daba una vuelta al lugar lo observé bajo la luz ambarina que entraba por las ventanas y su visión se me ocurrió más sublime todavía mientras parecía tan casual y resuelto pero al mismo tiempo diáfano y luminoso, de golpe sentí la necesidad de besarlo hasta dejarlo sin aliento, de abrazarlo hasta que tuvieran que separarlo de mí; sin embargo me contuve y me soné los dedos de las manos.

Me pregunté si algún día se alinearían los astros y podría tenerlo conmigo una semana sin sobresaltos, solo disfrutando de nuestra compañía, de esos momentos cotidianos que construyen los mejores recuerdos. Pensé que me encantaría viajar con él a algún lugar que ninguno de los dos conociera. Pensé en que me encantaría tenerlo conmigo y que no se fuera.

Supuse que estaba ordenando sus pensamientos antes de que habláramos y decidí dar una vuelta por el lugar con pasos tranquilos y las manos en la espalda, como quien transita una galería de arte, sabiendo que al final iba a encontrarme con la única obra que realmente me interesaba en aquel momento. Di un giro sobre la punta de uno de mis zapatos y le di la espalda por un breve instante para admirar la pintura sobre el sofá, mientras lo hacía exhalé un suspiro prolongado. Estaba nerviosa.

Cuando finalmente habló presté atención a cada palabra y gesto y sopesé con sumo cuidado su petición, hasta retiré la mirada hacia un lado, evaluándolo -Por supuesto -aseguré luego -Estoy de acuerdo contigo, Grace debe conocer a Laia y estar bajo el ala de Réjane -si sobrevive él también -Aunque esperemos que estés aquí para hacerlo tú mismo -agregué inmediatamente y en las últimas palabras mi voz fue apenas un murmullo. Lo miré fijo a los ojos no evadiendo más lo que flotaba en el aire y entre nosotros.

Una sonrisa se me escapó de los labios cuando habló de su hermana y de su familia, parpadeé con ternura -No me agradezcas Elliot, estoy segura de que han sido las fuerzas que rigen el camino del bien las que me guiaron hasta Grace -aseguré y suspiré -Cuando regreses veremos qué deseas hacer con tu familia biológica, sea lo que sea yo estaré contigo -afirmé con resolución; el amor nos hace prometer cosas que no podemos saber, pero que deseamos con fervor.

Mis brazos lo aprisionaron con fuerza en respuesta a su abrazo asegurándolo como cadenas contra mi cuerpo, abrí mi boca a la suya deseosa de todos los besos que quisiera darme y sus labios sabían más exquisitos que nunca, hasta su aliento parecía dulce. Me entregué en cuerpo y alma a ese beso y cuando se separó para hablar entrelacé nuestras manos. Con mi frente contra la suya respiré hondo, trabajosamente, mientras me deleitaba en el sonido de su voz... Tenía tantas cosas para decir y al mismo tiempo sentía que nada iba a ser suficiente, que ningún lenguaje escrito o inefable podría llegar a expresar aquello que reposaba en mi corazón cuando lo veía, pero no podía dejar que todas las emociones que me estaban hiriendo en ese momento murieran en mis labios cerrados; él se merecía otra cosa.

Todavía con los ojos cerrados afirmé -Me quedaré todo lo que desees -luego los abrí para contemplarlo, pero a esa distancia tan efímera solo veía el brillo de sus ojos claros y el áureo fulgor de su cabello, mis labios presentían la cercanía de los suyos por la tibieza que irradiaban y siguiendo un impulso lo besé de nuevo, apasionadamente, disfrutando de su suavidad, recorriendo su boca con mi lengua. -Pero no lo hago solo por ti, yo también te necesito -remarqué al separarme como si no fuera obvio.

Di un paneo por la habitación con la mirada, quizás porque no podía soportar el peso de toda las palabras que se me atragantaban, y lo guié hasta el sillón, allí me senté junto a él* y lo rodeé con mis brazos -Te amo -deslicé en un tono extrañamente sereno, apretando mi cuerpo contra el suyo, disfrutando de su calor y de su solidez -Quiero que sepas que no me arrepiento de haberte conocido ni de haberme enamorado de ti ni de amarte -confesé con la voz entrecortada, podía sentir que las lágrimas comenzaban a nublar mis ojos pero no quería llorar -Ni podría hacerlo, jamás -dejé que mi mano subiera hasta su nuca y que mis dedos le acariciaran el nacimiento del cabello -En estos días en los que estuvimos juntos fui feliz por primera vez en muchos años y de alguna manera que no logro comprender soy otra persona, una mejor persona. Y eso ha sido por ti... Me has cambiado para siempre -afirmé con certeza y mis ojos abandonaron los suyos para entrecerrarse, mis labios lo buscaron para besarlo de nuevo aunque envueltos en una suave paz, podía sentir mi amor por él sofocándome, fluyendo de mi pecho como una fuente, como un mar inagotable. También pude sentir una lágrima furtiva corriendo por mi mejilla hasta mi mentón -Discúlpame, pero no puedo evitarlo...-dije y me la enjugué con la mano.

Notas de juego

*Si no te parece o quieres hacer otra cosa me lo dices y lo cambio :)

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15/11/2018, 02:59
Mats Bergstrøm

Abro los ojos, y es como si lo hubiese hecho por primera vez. Mis sentidos se ven sobrecargados por una saturación inexplicable en el vacío que me rodea, como si de alguna manera esto, dondequiera que estemos, fuese más real que la casa en la que estábamos hace… ¿Hace cuánto? Me digo a mí mismo que pensar en términos convencionales de tiempo o espacio no tiene sentido aquí, así que me limito a tratar de no pensar y a aclimatarme a estas nuevas sensaciones. Cuando miro a mi alrededor, veo a mis amigos, también despertando a este nuevo y extraño grado de sensibilidad aumentada. Para mi sorpresa, no reacciono de ningún modo cuando veo que Daniel ha tomado la forma de un lobo en esta realidad onírica; era lo natural, lo que cabía esperar.

Cuando mis ojos se acostumbran a la vibrante luz rojiza de nuestro entorno, descubro un paisaje lunar, como si estuviésemos en Marte. Elliot empieza a guiarnos por el inmenso erial, y no me cabe duda de que sabe a dónde vamos, pero joder, qué frío hace. De hecho, el frío aquí parece una fuerza viva y ligeramente desmoralizadora que me va haciendo mella a medida que caminamos. Una sensación de mala espina constante acaba por hacer presa de mí, impresiones que me resultan ajenas pero no por ello menos reales. Es como si todo me trajese recuerdos de un tiempo futuro, si es que eso tiene algún sentido, recuerdos que me dicen que algo malo está a punto de ocurrir. Por más vueltas que le doy soy incapaz de encontrarle sentido a esta extraña paranoia, pero si es una condición impuesta por este lugar, será mejor que no me resista, pero que tampoco me deje influenciar excesivamente por ella. Flexibilidad.

El viaje por el sendero parece, de algún modo, predestinado, como si el acto de desplazarnos no fuese plenamente consciente, sino más bien una especie de reconstrucción. Nos movemos por debajo de un gran dolmen que parece el umbral a otro mundo, quizá a otra capa de realidad.

De pronto, algo sucede. Nos detenemos. No es hasta ese momento que mi mente registra que estábamos en alguna clase de pasarela automática, ¿o quizá acaba de cambiar? Sea como fuere, estamos parados en mitad de este desierto rocoso y árido, a los pies del inmenso dolmen que parece irrealmente grande. Estoy confuso, desorientado. Un hombre que me resulta vagamente familiar está de repente allí, o puede que lleve allí todo el tiempo, o tal vez haya hecho todo el viaje con nosotros. Elliot da un respingo, y pronuncia en voz alta el nombre de la persona que está ante nosotros, fumándose un cigarrillo apoyado en uno de los pilares del monumento.

Seamus.

Trago saliva. ¿Así que este hombre es el maestro de Elliot? O al menos tiene su aspecto. El nerviosismo de mi amigo me dice que debe de haber pensado lo mismo que yo. Inquieto, decido mantenerme a la espera de que alguno de los dos hable, preparándome para cualquier cosa que pueda suceder.

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15/11/2018, 10:33
Elliot

Sin soltar el abrazo de Clementine, Elliot se recostó en el sofá, apoyando a la chica sobre sí, acariciando su pelo mientras ella le decía las palabras más hermosas que había oído jamás. Su corazón latía veloz y con fuerza, como si quisiera volar fuera de su pecho. Los ojos de la chica se empañaron y se disculpó cuando una lágrima rodó por su rostro, borrándola rápidamente con su mano.

-Clementine… -besó la mejilla que había recorrido la lágrima-. No me pidas disculpas, por favor, ni evites nada conmigo -sus ojos también se humedecieron-. Eres lo más hermoso que me ha ocurrido jamás y lo más hermoso que he visto nunca -tomó a la chica por la barbilla con delicadeza, alzando su rostro para mirarla directamente a los ojos, para que no escondiera sus lágrimas si deseaba llorar. Se sentía profundamente conmovido y le costó unos momentos volver a hablar-. Hasta que te conocí ni siquiera me sentía plenamente parte de este mundo. Era como si pudiera desaparecer en cualquier momento, desvanecerme como cualquier sueño. Ahora me siento verdaderamente vivo por primera vez en mucho tiempo, me siento... real… Debe sonar extraño -confesó un poco tímido de pronto-. Pero has sido tú, amor mío; si tú me tocas, si tú me miras, si tú me amas todo está bien. Es como si hubieras roto una maldición. Bueno, no: has roto una maldición. Con un beso, como en las historias eternas -sonrió con gesto travieso-. Y otro... -la beso con un mero roce- Y otro…

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15/11/2018, 10:51
Seamus

Ante el gesto de precaución de Elliot afiló su sonrisa.

—Sí, soy yo. Tengo un pie aquí y otro allá, pero sigo siendo yo.

Rompió a reír despreocupado quebrando la tensión del sueño. Elliot sintió que era la risa auténtica de Seamus y que parecía como si viniera de fuera del sueño pero no de la vigilia.

Se disolvió la niebla a unos metros a su alrededor y olor a arena y a monte y algunos rayos de sol consiguieron colarse.

Con algo más de luz se vió que el dolmen estaba labrado con infinidad de geoglifos, la mayoría eran espirales pero había algún motivo animal, sobre todo pájaros y peces.

El lugar se le hizo todavía más familiar a Mats. Uno de los grabados del dolmen era muy parecido a su tatuaje del hombro. Incluso con la nueva luz se podrían distinguir restos de pigmento rojo en la piedra.

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15/11/2018, 11:34
Laia Montagú

Las mandíbulas de los que dormían cayeron a la vez y por su boca abierta empezó a manar un vapor blanquecino que se fue posando como una nube pesada en el piso.

Cuándo ésta cubría hasta las rodillas un repentino fogonazo salió por sus bocas, como si hubiera habido un relámpago silencioso en sus estómagos, el flujo de niebla se detuvo y sus rostros se relajaron perdiendo el rictus tenebroso.

Laia sacó su smartphone y llamó a su tío para pedirle que enviara a alguien “in situ”.

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15/11/2018, 15:52
Elliot

Parecía que era su risa lo que hizo que la niebla se retirara dejando pasar la luz. Ésta incidió sobre la piedra del dolmen revelando los signos y dibujos que habían permanecido ocultos. El timbre de su voz le erizó la piel; cómo se alegraba de volver a oírlo. Antes siquiera de decir nada más, Elliot caminó hacia el hombre y lo rodeó con un fuerte abrazo.

-Oh, Seamus… Creo que sabes lo mucho que me alegra que estés aquí- tras sostenerlo unos momentos recreándose en su contacto lo soltó para hacerse a un lado y señalar a sus amigos-. Estos son Mats, Sophie y Daniel. Chicos, este es Seamus, el padre de Laia -se volvió hacia él- ¿Sabes qué está ocurriendo y por qué estamos aquí?

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15/11/2018, 17:10
Daniel Mallutz

El Aparecido desmenuza la incertidumbre con la agitacion de buen humor.
Consigue una estupenda reacción del atuendo que nos estaba envolviendo.
Elliot se baña en el propio alivio y en buena parte me alegro.
No esta la situación para gastar retraso en enfrentamientos y la fijación del padre putativo de nuestro compañero en esta tarea parece una buena profecía.
Sin embargo antes de sucumbir a la curiosidad esta se mezcla con la suspicacia meramente instintiva y no solo aprovecho el gancho de mis sentidos para asegurar su rastro como uno mas de la compaña. También escrutan las percepciones el patrón de trazas del espíritu del recién llegado.
A que saben sus intenciones y que filtra su aura bajo las primeras impresiones.
Al ver la mejora de la definición de la estructura de paso el sondeo se extiende de él a mas allá intrigado de como su influjo moldea estos contornos.
Si esta revelando en la piedra ¿También puede estar revelando en nosotros?
¿Y que recuerda el animal desde los basamentos primigenios de los trazados que se están descubriendo?
Elliot conversa con su mentor reencontrado. Esa es nuestra mejor baza de momento

- Tiradas (3)

Notas de juego

Per + Contemplar + Pneuma = 6 Para Ventear a Seamus.
Per + Contemplar + Pneuma = 6 Para Ventear el Portal.
Pneuma + Introspecion = 5 Para que Kyon tenga una referencia mnemonica de los glifos.

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15/11/2018, 20:43
Clementine Ouvrard

El calor de su cuerpo contra el mío me confortaba mientras mis sentimientos iban y venían en un baile confuso en el que me sentía inmensamente feliz por sentirme amada y por amarlo, y al mismo tiempo profundamente triste ante la posibilidad de perderlo, nuevamente tuve la percepción de que entre sus brazos me sentía más protegida que en ningún otro lado y coloqué una mano sobre su corazón para darle dimensión real yo también, porque por momentos todo lo que ocurría entre nosotros parecía una hermosa fantasía.

Cuando dijo que hasta conocerme no se sentía parte de este mundo fruncí el ceño y pensé que aquello era un gran error, que nunca debería haber sentido ese extrañamiento en primer lugar, que lo que era extraño a este mundo era lo que los sectarios habían hecho con él y el desamor y el dolor que había experimentado a raíz de este juego retorcido y ególatra que jugaban, pero luego inmediatamente me sentí feliz de restituir con mi amor su lugar en esta historia, de que pudiera redimir ese pasado lleno de dolor y quizás hasta reparar el daño que nuestros enemigos habían hecho no solo a él, si no a otros tantos como él.

Me perdí en el brillo de sus ojos bajo la luz plena de la tarde, esos ojos que me examinaban y me amaban solo con fijarse en mí, y en las expresiones de exquisita perturbación de su rostro que me produjeron un dolor desconocido y profundo como cuando se contempla una obra de arte que conmociona y toca el espíritu con su hermosura, con lo que es e insinúa. Correspondí a sus besos mientras sonreía yo también, feliz y acalorada, aunque sin abandonar del todo la nota melancólica que me hería las entrañas. En momentos como estos admiraba a Mats, tan decidido y resuelto, tan positivo... En mi cabeza estaba haciendo matemáticas todo el tiempo, equilibrando las ecuaciones para que la balanza se inclinara hacia nosotros y todavía seguía viendo tantas probabilidades de ganar como de perder. Yo no podía pretender que todo iría bien con solo afirmarlo, me parecía ilógico y algo temerario.

Tenía ganas de llorar y al mismo tiempo de reír -¿Estás insinuando que soy el príncipe en el corcel? -pregunté de pronto exhalando el aire rápido en una bocanada que no llegó a ser una risa, cerré los ojos un instante esta vez sí sonriendo pero sintiendo cómo se me escapaba otra lágrima -Voy a besarte todas las veces que haga falta hasta traerte de nuevo -sostuve, -Me alegra que solo tenga efecto en ti porque sería embarazoso tener que hacerlo con todos- bromeé entrecerrando los ojos y me mojé los labios, me deslicé hacia el costado entre el respaldo del sillón y él y guié su rostro al mío para besarlo de nuevo, quería sentir su calor rodeándome casi por completo.

En ese instante tuve las ideas más alocadas que se me pudieran cruzar por la mente, desde hacerle el amor allí mismo, arriesgándonos no solo a que nos atrapacen, si no a que nos escucharan también, hasta arrepentirme de haberle hecho caso esa mañana y haberme bajado de él cuando estábamos por alcanzar el orgasmo... Quizás el dolor ante la perspectiva de perderlo y la necesidad de tenerlo conmigo me hacían desear cosas que no estaban bien, pero esos sentimientos me hicieron darme cuenta con cierto pavor de que hubiera tenido todos los hijos que él quisiera darme. Me sentí como esas novias obsesivas que hacen maldades en las películas para que sus novios no las dejen y me dije a mí misma que en todo caso, un hijo, debería ser fruto no solo del amor, si no de un mutuo acuerdo y definitivamente no de la desesperación.

Había formas más sanas de lidiar con la incertidumbre. -Tengo tanto miedo de perderte... -confesé por fin -Que me estoy aferrando a estos minutos contigo como si mi vida dependiera de ello -me sinceré y esta vez sí lloré pero lo miré directamente, sin esconderme, me di cuenta también de que frente a él no me daba tanta vergüenza hacerlo, si no que me sentía segura. Cada vez que parpadeaba las lágrimas corrían hacia abajo, alcé mi brazo para rodearlo y uní mis labios a los suyos sintiendo mi alma completamente desnuda frente a la suya.

Luego, cuando me repuse del llanto, dije -Planeemos algo para hacer cuando esto termine, solo nosotros, ¿Qué te gustaría?

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16/11/2018, 18:39
Mats Bergstrøm

No puedo evitar sentirme sorprendido e incluso un punto conmocionado cuando Elliot deja atrás todas sus reservas y abraza al que dice ser Seamus. No es que sea imposible que realmente se trate de él, pues ya he visto de todo y, por lo que parece, hasta los muertos pueden regresar. No me cabe la menor duda de que si Elliot se ha relajado de este modo es porque algo habrá visto o sentido que lo haya llevado a la conclusión de que sus ojos no lo engañan. Pero dadas las circunstancias y todo lo que nos jugamos, no estaría de más ser un poco más precavidos.

Cuando mi amigo nos presenta a su mentor y padre de Laia, camino hacia ellos hasta quedarme a la altura de Elliot, aunque solo sea para que sienta mi presencia y mi apoyo, y para estar cerca en caso de que las cosas se tuerzan. Intento sonreír de un modo franco y abierto, pero mis ojos se encogen formando dos ranuras, delatando mi incertidumbre.

Hola, Seamus —lo saludo con cortesía—. Elliot nos ha hablado de ti. Es un honor conocerte al fin, y un alivio ver una cara amiga por aquí.

No digo nada más, esperando a que el hombre responda a las preguntas de Elliot. Mis ojos buscan instintivamente cualquier incoherencia, cualquier detalle extraño que no me cuadre.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Tiro Percepción más Contemplar más ¿Pneuma? (igual que Daniel) para ver si noto algo extraño.

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16/11/2018, 20:39
Elliot

La calidez del cuerpo de Clementine, su aroma y su contacto, su mirada, sus palabras… La belleza de todo cuanto lo rodeaba le producía una exaltación a la par que una congoja que le arrebataban la respiración. Cada intercambio y cada caricia tenían el regusto de la despedida y no sabía cómo evitarlo. Realmente se sentía esperanzado de poder encontrar al hombre dormido y conseguir su ayuda pero al mismo tiempo sabía que todo era incierto, que a pesar de los años que pasó durmiendo a su lado no sabía nada sobre él excepto tal vez lo más importante: que era enemigo de sus enemigos.

Su vida en los últimos tiempos, desde que conociera a Seamus y al comisario y participara en alguna de sus búsquedas, le había llevado más que nunca a no anticipar, a no hacer planes para el futuro, concentrado en cómo devolver el bien que había recibido y ayudar como pudiera a acabar con aquellos consagrados a destruir las vidas de otros. Desde que Seamus muriera además la deuda se había hecho impagable. Él, que debía haber marchado en su lugar, se sentía desde entonces muerto de alguna manera, como si el hecho ya hubiera ocurrido pero algún juego extraño del tiempo le dejara caminar por este mundo un poco más. Eso no lo había hecho temerario, no era estúpido ni suicida, no deseaba morir y ahora menos que nunca, pero sentía como obligación averiguar y dar cumplimiento al motivo por el que el destino había obrado para dejarlo sobre la faz de la tierra. Y la existencia de Clementine, así como las palabras que le dijera en la casa de la glicina, parecían tener la respuesta.

Volvieron a besarse tumbados frente a frente en el sofá. Cada beso llevaba la marca de la nostalgia.

¿Estás insinuando que soy el príncipe en el corcel?

«No -pensó-, mucho mejor que eso: eres mi fravarti alada a caballo, mi ángel oriental venido a este mundo a cumplir su juramento de destruir el mal». Más o menos -contestó sonriendo. Después el miedo que ambos tenían tomó forma en las palabras de Clementine y sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas. Hubiera querido borrar todo rastro de angustia pero no sabía cómo. Sólo podía rodearla con sus brazos y beberse las  lágrimas con sus besos. Ya no concebía no volver a verla, el dolor era demasiado profundo.

Planeemos algo para hacer cuando esto termine, solo nosotros, ¿Qué te gustaría?

Elliot había evitado pensar más allá del momento presente pero, ¿no era acaso lo mejor? Saltar todo lo que ocurriera hasta que volvieran a encontrarse le devolvía el aire a sus pulmones.

-Solos tú y yo… -sonrió mientras retiraba un mechón de pelo de Clementine tras su oreja- Cualquier lugar y cualquier plan me parecería el paraíso, así que lo que quieras sería perfecto. Pero si me preguntas… -se quedó pensando un momento- Me gustaría conocer tu lugar preferido o a aquel que más desees conocer. A cambio te llevaré al mío cuando tengas tiempo para viajar a Estados Unidos. ¿Trato?

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16/11/2018, 22:15
Seamus

Era uno de esos sueños en que uno puede verse desde dentro y desde fuera. También podían saber lo que sus compañeros de viaje sentían o saber lo que los otros sabían como si se tratara de una novela que estuvieran leyendo, y sin confundirse con los otros o perder la sensación de que lo que estaban viviendo era tan real como la vigilia.

Por eso Elliot supo de la desconfianza de Mats y todos de la impresión de Daniel, que con su mirada limpia de animal veía en los geoglifos del dolmen el paisaje marino del comienzo del mundo, del surgir de las cosas. Esa era la puerta al lugar sagrado donde se sembraban las semillas del Cosmos y más allá del sendero Kyon olfateaba el peligro, la muerte. Ammyt. Leah. Seamus venía esta vez como un muerto enviado por su Rey.

Habló para que sólo le oyera Elliot pero aún así todos supieron lo que decía.

—Vengo a llevarme a mi hija. Laia morirá hoy.

Con la última palabra el maestro quedó estático, como si el tiempo se hubiera parado para él, perdió su solidez y apagó sus colores hasta convertirse en una niebla espesa como el humo más pesado.

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17/11/2018, 11:55
Clementine Ouvrard

La expresión mortecina pero inefable de los durmientes me pone ansiosa, el hecho de no saber qué diablos está pasando tanto en donde sea que estén ellos como en el operativo no ayuda. Una vez más me siento inútil y pienso que me he equivocado y que debería haber ido a ayudar a un lugar más proactivo, quizás debería haber ido con Réjane, como había pensado en un primer momento, pero ahora ya era tarde. No dejaba de cuestionarme si no había sido muy blanda conmigo misma al decidir quedarme.

Fue entonces cuando vi cómo las quijadas de los soñadores se abrían de forma casi mecánica, como una compuerta, para dejar salir un humo espeso y antinatural. Me acerqué al borde de la cama para observar mejor y me quedé allí petrificada, no dando crédito a mis ojos en un principio, mirando los rostros y los cuerpos de estas personas que tanto amaba devolviendo este vapor o humo blanquecino. Mis ojos iban de los monitores a ellos, comprobando, entre el horror y la fascinación, si había cambios o si al contrario estos acontecimientos estaban sucediendo por fuera del mundo físico por más que se manifestaran a través de él. No me atrevía a tocar el vapor, aunque este nos lamía los zapatos y subía.

No sé por qué me acordé del humo que usaban los sectarios para sus rituales de pesadilla y me alarmé, si bien este no era negro no dejaba de ser sobrenatural y de provenir de un lugar o a causa de una reacción que ignorábamos. Un relampagueo repentino tuvo lugar en el interior de las bocas de los viajeros y sus rostros volvieron a ser los de una persona dormida. Sin duda aquello era mejor ese rictus horrible, o al menos eso creía. Todo el tiempo había estado con las manos entrelazadas y ahora me dolían por la presión que yo misma les había puesto, las moví para relajarlas.

Miré a mis otros dos colegas y a Laia para analizar sus rostros y expresiones, fue entonces cuando vi a la amiga de Elliot con el móvil en la mano -¿A quién llamas Laia? ¿Sabes de qué se trata esto? ¿Hay algo que necesite saber para tener en cuenta?

- Tiradas (1)
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17/11/2018, 17:08
Elliot

Vengo a llevarme a mi hija. Laia morirá hoy.

Apenas la boca de Seamus pronunció estas palabras el frío que helaba la piel de Elliot encontró el modo de penetrar en su interior y sintió que su corazón se congelaba en el pecho. Quieto como una estatua, incapaz de reaccionar, vio la figura de Seamus desvanecerse en el aire dejando tras de sí una niebla densa y espectral y el dolor de la sentencia que pulsaba en sus oídos. Sintió cómo sus piernas perdían las fuerzas y se tambaleó por un momento apoyándose en Mats que estaba a su lado para no caer.

Laia...

¿Qué significaba aquello? Sus ojos se llenaron de lágrimas y no pestañeaban. Buscando una respuesta en su interior sus amigos podían leer con claridad la angustia en su mirada extraviada.

Por un instante sintió el impulso de despertar. Si Laia estaba en peligro de muerte, ¿no debía advertirle?, ¿no lo estaban todos con ella? Clementine, Agustín, Geneviève y ellos cuatro dormidos sobre su cama. Pero no podía abandonar la misión y mucho menos salir de allí sin asegurarse que sus compañeros también podían hacerlo. En modo alguno los abandonaría en semejante lugar.

Pero, ¿y si la muerte de Laia se produciría si fallaban? Entonces menos que nunca deberían abandonar la senda que habían tomado. Todo dependía ahora de ellos y las consecuencias de no lograrlo le resultaban imposibles de evaluar.

Su mirada pasó al fin a posarse sobre sus compañeros. Sabía que eran capaces de conocer sus pensamientos así como él mismo podía entender los suyos, que verían su miedo y su dolor tan claro como si les perteneciera. Todos sabían además lo que Daniel había percibido más allá del portal que les aguardaba.

-Si alguien desea salir tal vez este sea el momento, el único momento. Tal vez hoy muramos todos aquí. -acertó a decir cuando fue capaz de hablar. De sus ojos no dejaban de manar las lágrimas. Miró a sus compañeros sintiéndose como un hado siniestro que los llevaba a todos al corazón de la muerte. ¿Para eso Seamus había muerto en su lugar? ¿Para eso había sobrevivido a los sectarios cuando era un niño? Se sintió maldito-. Debo continuar -afirmó con gravedad-. No puedo abandonar ahora.

- Tiradas (1)

Notas de juego

He dejado una tirada para ver hasta el punto que Elliot podía permanecer entero ante semejantes palabras. Tiene uno en "Templanza" y también uno en "Coraje", pero sólo he sacado un 8.

Edito: he cambiado algo sin importancia.

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18/11/2018, 11:39
Daniel Mallutz

Maldito fario que visten los cuervos. No se priva de seguirlas aun estando lejos.
La sentencia del Aparecido lanzada como una piedra sobre una capa de hielo resuena en las paredes del interior de Elliot con malhadado eco.
Esta apunto de reventar el control de frenesí subterráneo que pugno de poner sobre la pulsion constante de mi forma astral.
Las grietas del impacto tienen la fetidez de la posible intencionalidad.
¿Estamos ante el primer truco de muchos para frenarnos e incluso detenernos?
No impide que me implique en gruñirle al aire. Pero es solo alivio de frustración.
Si me dejara llevar acabaría perdiendo la esencia del propósito.
Estar junto a mis compañeros y traerlos de vuelta a salvo. Cumpliendo lo prometido.
Se de la sentida perturbación de Elliot tendida en el viento de emociones sin consuelo. Mas allá de las palabras que tratan de ser honestas con la oportunidad de cada uno.
El no quiera o no pueda enfrentar a lo que se aviene mas allá tiene aquí su ultimo reducto de vuelta hacia atrás despertando.
No hay vuelta a un buen recaudo para mi y Kyon se alegra de que su molesta conciencia no le prive de la bajada al origen de sus hilos.
Pero no lo llega a aullar. Incluso desde él se siente la necesidad del debido y reverencial respeto.
Santa Muerte pienso yo. Balanceando inicio y deceso. Alli nos la vamos a encontrar.
El resoplido de conformidad rubrica la decisión de Elliot como mía propia. No dudo de la respuesta de los demás. Solo aguardo a escuchar como lo pueden expresar.

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18/11/2018, 19:02
Clementine Ouvrard

Los momentos preciosos entre sus brazos, como si por un solo instante tuviéramos todos los instantes, y el delicado toque de sus labios sobre mi rostro y mis labios, el cálido cerco de sus brazos a mi alrededor, fueron cerrando las heridas que mis propias lágrimas y el desasosiego habían abierto en mí y la tristeza que había brotado como un caudal ahora se había agotado dejando lugar a una sensación de indescriptible paz. De los innumerable libros de poemas que leí y que tengo en la pequeña biblioteca de mi apartamento recordé unos que rememoré mientras su rostro iluminaba el mío con su sonrisa.

¿Cómo sujetar mi alma para
que no roce la tuya?
¿Cómo debo elevarla
hasta las otras cosas, sobre ti?
Quisiera cobijarla bajo cualquier objeto perdido,
en un rincón extraño y mudo
donde tu estremecimiento no pudiese esparcirse.

Pero todo aquello que tocamos, tú y yo,
nos une, como un golpe de arco,
que una sola voz arranca de dos cuerdas.
¿En qué instrumento nos tensaron?
¿Y qué mano nos pulsa formando ese sonido?
¡Oh, dulce canto!*

Era inexplicable y profundamente bello cómo su sonrisa me producía una sensación de intenso amor y sosiego en mi interior, descubrí maravillada que no recordaba la última vez que un ser amado me brindaba consuelo y el hecho de que fuera él el que estaba sosteniéndome en este momento me daba una sensación casi beatífica que no alcanzaba a describir con palabras. -Trato -afirmé reflejando su amor con mi amor, tomé su mano y entrelacé mis dedos con los de él -Elliot, lo que van a emprender ahora ustedes es peligroso, sin embargo, más allá de mis miedos- le di una mirada que pedía comprensión aún sabiendo que no hacía falta, que él me comprendía cabalmente -Siento que podrás con todo esto, tú y nuestros amigos, sé que podrán y que hallarán la forma de darles este golpe de gracia a ellos -no quería ni siquiera nombrarlos -Necesitaba expresar mis temores, pero no dudo de ustedes, menos de ti, que has combatido contra ellos desde que eras un niño -lo miré a los ojos recreándome en su color y en su profundidad, en la miríada de sentimientos que reunía como un prisma que descomponía la luz en colores -Este es tu momento, y yo estaré a tu lado guiándote; seré la roca que necesitas -prometí, ya con más seriedad pero sin perder la sonrisa. La sensación de completitud había retornado, el círculo estaba por cerrarse y el ciclo por completarse. Apreté su mano con la mía y le di un beso fugaz en los labios -Te guiaré de nuevo... hasta mí.

Notas de juego

*Rilke, Rainer Maria (1907): Canción de amor.

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18/11/2018, 21:22
Mats Bergstrøm

Desde luego, las palabras de Seamus no son las que esperaba. La sentencia que sale de sus labios me deja paralizado, confuso, y miro a Elliot con temor, tratando de anticipar las posibles reacciones de mi amigo. Puedo sentir el tumulto de sus sentimientos como si fueran propias, todas sus dudas, los impulsos y miedos que lo atormentan simultáneamente en fracciones de segundo. Cuando vuelvo a mirar a Seamus, quizá a la expectativa de alguna explicación que nos ayude a entender mejor la situación, este se ha convertido en una imagen espectral, deshaciéndose en una niebla espesa.

Rápidamente, sin pensar siquiera, me adelanto hacia Elliot y lo sujeto por los hombros con firmeza, recibiendo su peso al sentir su flaqueza. El joven ha empalidecido por completo, toda su determinación huyendo de él como el color de su cara. Las preguntas que se hace podrían ser las mías, y me sorprendo al ser consciente de cómo parece haber un vínculo que nos una a todos, poniendo nuestros pensamientos, sentimientos y percepciones en comunión. Por eso sé todo lo que está pasando por su cabeza, y por la del lobo Daniel, que como yo, cree que esto puede ser un truco, el primer intento de engaño de este lugar engañoso por naturaleza.

Elliot nos ofrece la posibilidad de abandonar esta vigilia en sueño, una última oportunidad. Él, por su parte, parece haber recuperado su entereza, a pesar de las lágrimas que empañan sus ojos. Casi por impulso y sin mediar palabra, lo abrazo. Es un abrazo breve aunque enérgico. Cuando me retiro gentilmente, busco sus ojos con los míos.

Elliot, ¿te acuerdas de aquel lago en el bosque? ¿Lo que vi allí abajo? —Mi mirada es amable y comprensiva, aunque firme—. Creo que aquello era real. Eran cosas que podrían haber sido, que podrían ser. Posibilidades. Y creo que esto ha sido un aviso. Pero también pienso… Pienso que el destino no es lineal. Hay muchas cosas en juego ahora, no sé cuántas exactamente, pero muchas. Las vidas de muchísima gente, y la libertad de muchísima más. No sé tanto como tú de la naturaleza de estos sueños, de lo que podemos encontrar en ellos… y bajo ningún concepto me gustaría llevarte a una equivocación por una corazonada, especialmente cuando alguien que te es tan querido podría correr peligro. —Hago una pausa, intentando que mis palabras, y mi intención más que estas, calen hondo—. Pero mi instinto, mi corazón, todo me dice que debemos permanecer unidos. Este lugar va a intentar dividirnos, y no se nos puede olvidar que quienes más peligro corremos somos nosotros. —Mierda, no estoy siendo nada elocuente—. Piénsalo así: ¿por qué? ¿Por qué tu maestro, tan sabio que probablemente sepa todo lo que hay en juego, iba a venir y darte esta noticia precisamente ahora, nada más comenzar nuestro viaje? Tú conoces a Seamus mejor que nadie. ¿Tiene sentido? ¿Crees que él querría que abandonásemos lo que estamos haciendo, sembrarnos dudas? —Suspiro—. Elliot, no digo que sea mentira. No digo que sea mentira, pero pueden pasar un millón de cosas a partir de ahora. Hemos de tener cuidado con cada cosa que decidamos hacer. Y por si te consuela, Laia está con Clem, con Bélanger. Y su tío Réjane no va a dejar que le pase nada… Pero mira, esta decisión la has de tomar tú. Lo que sí te digo es que si tú sigues, yo sigo. Si tú vuelves, yo vuelvo. Pero mi opinión, mi opinión, es que hemos de continuar.

Exhalo profundamente. Espero no estar poniéndoselo todavía más difícil con mi bocaza.