Partida Rol por web

Al parecer aquí abajo quien sea a convocado todo su arsenal a disposición.
Se cruza por mi mente que eso implica que lo que hay mas allá de ellos debe ser valioso para sus amos o sus mandos.
Intercedo en ayuda de Khalil a reacción de sus gritos empeñando mi esfuerzo en abrirle camino o al menos que le dejen respirar.
En el flujo de la batalla campal escucho la voz de Gad apurada y por lo que entiendo mi reaccion es visceral.
-¡Hágalo!¡Hágalo!¡Por Dios, Déjelo Bajar!
Mi cabeza y mis garganta no da para mas. Basta el bramido conjunto de todos los allí presentes para tragarse toda otra decisión que no sea llegar a esa puerta por la que hemos entrado.
Atisbos de los símbolos en algunas de las criaturas se quedan rezagados para pensar sobre ello luego y el hecho de que algo o alguien haya encarnado lo que parecen sueños ahora mismo se convierte en tarea para investigar otro día.
La crecida de la adrenalina y la tensión solo me ha dejado la idea de tirar de quien aun parece humano y apartar y golpear al resto con el fin de seguir el plan. Huir.
Avanzar. Huir. Llegar a la posición ventajosa de la puerta del elevador. Sacar a los miembros de la partida de exploración. Volver con mejores herramientas, preparacion y tácticas.
Puede que la abrumadora evidencia de ser sobrepasados uno a diez o veinte sea aplastante para el animo pero sinceramente por muy extraño que parezca pienso que vamos a salir de esta.

Finalmente, haciendo acopio de todas mis energías, logro levantarme y dirigirme pesadamente hacia la barandilla del puente. Ha empezado a diluviar de repente, dos de mis amigos han saltado al lago, y yo no tengo ni idea de lo que está sucediendo, por mucho que Elliot se haya esforzado por aclarárnoslo. Solo sé que Sophie está ahí abajo, y que hay que sacarla cuanto antes.

Miro a Clémentine durante unos instantes, sin acertar a decir nada, con una expresión que realmente podría significar cualquier cosa, antes de encaramarme a la barandilla y quedarme sentado en ella unos segundos.

—Yo también tengo que ir…

Como si esa fuese toda la explicación necesaria, me lanzo al agua, intentando caer de pie.

Cada vez había menos espacio y a Khalil lo llegaron a tomar en volandas. Ya iban a llevárselo cuando la voz de un hombre joven sonó en la radio.

—No puedo llegar a ustedes… están al otro lado… pero puedo ayudarles… Intenten no escuchar la música que voy a tocar. Aguanten.

Y por el mismo aparato empezó a sonar una melodía sencilla, de cuerda pulsada, que conforme avanzaba en su desarrollo daba pavor. Daniel, como todos los demás, se tapó los oídos atenuando una música que habiendo intuido su naturaleza más que terror le hizo sentir admiración, asombro y temor reverencial. Era la melodía terrible que pone las cosas en su sitio, a cada uno en su lugar.

Las criaturas desaparecieron de repente y la sensación pasó a ser como si estuvieran recién despertados de una intensa pesadilla.

Belánger miró a Daniel con decisión. Ambos seguían en pié y habían aguantado con entereza.

Khalil estaba sentado, con las manos en la cabeza, respirando hondo, como recuperándose de un susto de muerte. Anjum se hincó de rodillas y tras una arcada echó un copioso vómito sanguinolento que se puso a hervir en cuanto formó un efímero charco suelo.

La radio había dejado de funcionar.

Sophie no se estaba ahogando. Sus movimientos no eran desesperados aunque pugnaba por salir a la superficie. La cuerda que la retenía parecía compartir la magia que recorría los tatuajes que cubrían todo su cuerpo, dando el aspecto de ser un sistema circulatorio o nervioso a flor de piel. Elliot trató de no pensar en todo el dolor que debían haberle causado para no dejarse arrastrar por la ira y se concentró en mirarle a los ojos.

Cuando estuvo frente a la ella desenvainó el cuchillo y se lo mostró, señalando con la otra mano a su tobillo atado; quería saber si Sophie asentía a sus intenciones de cortar la cuerda o ella sabía algo que por algún motivo lo desaconsejara. Nada se podía dar por sentado y no creyó que sería fácil liberar a quien parecía ser para los cultistas la joya de la corona. Fuera como fuera el ritual del que participaba parecía haberse cortado. Ojalá fuera así.

La primera en llegar a Sophie había sido Leah. Se había acercado a ella y al tratar de desatar el nudo éste pareció reaccionar apretándose más todavía al tobillo de Sophie.

Ante la falta de expresión, Elliot se acercó a su rostro y vio que habían puesto en la cuenca de los ojos de la chica alguna especie vidrios o piedras pintadas que la hacían parecer una estatua arcaica.

El soñador bajó hasta la altura de los pies para ayudar a la policía y desenfundó el machete que le había dado Gabriel. Fue entonces cuando una parte de la infinitud de hebras que hilaban la cuerda se soltaron como si tuvieran vida propia y se le enrrollaron en la pierna izquierda a Elliot, tirando con fuerza y haciéndole bajar unos dos metros. La laguna parecía tener una profundidad infinita.

A Leah también trataron de atraparla, pero ella pudo esquivar a tiempo.

Los dedos de los pies de Sophie crecieron transformándose en una especie de finas culebras que se alargaban como raíces, queriendo llegar hasta el soñador.

Cuando Mats entró en la laguna, ya buceando, pudo ver la escena y también cómo la cabeza de Sophie se alargaba hacia atrás a la vez que sus ojos crecían y se redondeaban y su nariz se endurecía creciendo hasta tomar la forma de un gigante pico de loro.

La lluvia era tan intensa que parecía que estaban tirando el agua a cubos. Los relámpagos hacían brillar un cielo oscurecido por la proximidad de la noche y los nubarrones.

Albin sacó su pistola y la amartilló para luego relajar el brazo dejando el cañón apuntando al suelo.

Le preguntó el nombre al hombre que habían capturado, que también estaba en el puente, esposado con unas bridas, los brazos a la espalda. Contestó que todo el mundo le llamaba René.

Elliot había podido controlar su rabia hasta que vio las cuencas vacías de los ojos de Sophie. Se los habían sacado y ocupado su lugar con dos piedras, haciendo que pareciera una estatua terrible, recorrido su cuerpo por completo por aquellos tatuajes. El deseo de morir de la chica pulsaba ahora en las sienes de Elliot, remordiendo su conciencia, amenazando con enloquecerlo. Por primera vez dudó si habían tomado la decisión correcta al no liberarla de todo aquel sufrimiento cuando su abuela lo pidió.

Rápidamente bajó a ayudar a Leah pero la cuerda, cobrando vida, lo agarró con fuerza, tirando de su pierna en dirección al abismo que se abría hacia el fondo y parecía no tener fin.

Sujetando con fuerza el cuchillo para evitar perderlo, con la otra mano trató desesperadamente de nadar hacia arriba, intentando agarrar el cuerpo de Sophie que mutaba, alargándose como serpientes para alcanzarle.

El momento en que me sumerjo en el agua, si es que es eso lo que es, siento como si mi cabeza se volviera del revés. Unas profundidades oscuras e inacabables parecen ir a devorarme. Allí, más abajo, o más adelante, alcanzo a ver a mis compañeros y a Sophie, flotando en mitad de las turbias aguas.

Sophie…

¿Qué le han hecho? Sus ojos no son los suyos, sino que se los han arrancado, sustituyéndolos por lo que parecen esferas de cristal pintado. Su cuerpo, como cabía esperar, está surcado por el ya familiar patrón de tatuajes y cicatrices. Es horrible, simplemente inhumano. ¿Cuánto tormento habrá tenido que soportar?

De repente, antes de que acierte a hacer nada, la forma de Sophie empieza a cambiar. Su cabeza experimenta una transformación monstruosa, convirtiéndose en la de una especie de pájaro gigante y demoníaco. La cuerda que la atrapa se deshace parcialmente, alargándose hacia Elliot y aferrándolo por una pierna. De los pies de mi amiga surgen lo que parecen tentáculos que se estiran para alcanzar a mi compañero. ¿Qué está sucediendo? ¿En qué se está transformando?

A pesar del peligro, Elliot parece resuelto a tratar de salvar a Sophie, agarrándola y tirando de ella hacia la superficie. Quizás, si logra romper la barrera entre el sueño y la vigilia, ella vuelva a su estado normal… Haciendo acopio de todas mis fuerzas, nado hacia las dos figuras que se debaten y me sumo a los esfuerzos de Elliot. Esto no puede haber sido en vano. Todo este sufrimiento, este horror, este sacrificio… Tienen que servir para algo.

Me quedé de una pieza ante la reacción de todos, no me esperaba que la mitad de los nuestros se fueran a echar al agua, aunque de pronto la idea de que salvar a Sophie era imperiosa justificaba aquel vuelco. Apenas pude procesar la información que nos hubiera dado Elliot cuando ya estaban todos en el agua.

Mis ojos recorrían la superficie opaca y ligeramente plomiza del estanque buscando aquello que no se podía ver, tratando de saber, de dilucidar qué estaba ocurriendo pero en aquel momento no me era posible conocerlo. Hice un rictus con la boca y cerré los puños un instante mientras inspiraba por la nariz con todas mis fuerzas. Recordé mis pensamientos: me había propuesto finalizar aquello que Elliot y Mats no podían, pero ahora tampoco quería abandonar a Albin y a Gabriel. Además, necesitaban que alguien estuviera esperándolos con ayuda médica cuando salieran... Si es que salían. Quedaba en manos de Leah acabar con ella si hacía falta, solo esperaba que alguien pensara en el bienestar de su alma antes que en algún deseo egoísta.

No quería llorar. Apreté los labios y reprimí un quejido que me hizo doler la garganta, imité a Albin y saqué el arma por si acaso asegurándome de quitar el seguro. Dejé que se me escapara una lágrima que de todos modos no iba a notarse con la lluvia cayendo de esta manera tan anormal. ¿Estaría Sophie llorando sobre nosotros? ¿Por ella?

De alguna manera siempre acababa en una dimensión paralela esperando mientras los demás estaban donde estaba la acción. ¿Sería demasiado pasiva? ¿Debía ir? Me sentía sola. Me acerqué a Albin y pegué mi brazo al suyo, de alguna manera me ayudaba a calmar mi ansiedad el tener a otro ser humano tan cerca en un momento tan dramático, mis ojos seguían en el agua esperando un milagro. Recé en silencio por Daniel.

Todo habia ocurrido tan rapido y tan bizarro que solo podia reaccionar. Elliot se iba hacia al fondo y Sophie.... ya no era Sophie.... pero no tenia forma de saber si era ella misma o no. Al menos Mats nos habia seguido asi que confiando en que se podria ocupar de la criatura nadé hacia el fondo para ayudar a Elliot a liberarse. 

Poco me tomo darme cuenta que ya no estabamos en la realidad real, alli sin aire, no parecia faltarme, asi como sumerguirme mas y mas tras el rastro de Elliot. No importaba si llegabamos al infierno, ya habia estado alli y no dejaria a ninguno de nosotros atras.

Nadé con todas mis fuerzas aunque mi brazo dolía, seguramente la caida habia soltado los punto que me habia improvisado Clem pero ya tendria tiempo de ocuparme de ello de nuevo.

Mas abajo veia a Elliot luchando y me acerqué a ayudarle.

Khalil ya aparecía a medio metro del suelo portado por un mar de miembros y seguramente yo iría detrás intentando evitarlo cuando la voz a través de la radio nos advirtió que de alguna manera nos iban a ayudar.
Los pulsos de las cuerdas de un arpa o algo similar entraron gentilmente a través del altavoz por el camino de las ondas pero al empezar a comprenderlas entendimos el por que del aviso.
Si pudiera contenerla en un instante petrificado que pudiera transportar incólume la llevaría a casa, a Flagstaff, al ala de largo internamiento del Hospital de Rehabilitación del Norte de Arizona, al cuarto 7B y la dejaría sonar lo suficiente para que una mujer querida recordara que las cosas tiene su lugar y su sitio. Quizás solo harían falta algunas notas. ¿Por que no podrían valer? ¿Por que no intentarlo?
O quizás mejor no regodearse en la culpa y acudir simplemente a verla y contarle que quiero que se cure, que deseo que vuelva, que daría mi un poco de mi cordura por que ella recuperara un poco de la suya.
Cuando la melodía cesa ya no tengo ni el arma ni la linterna en la mano. Me doy cuenta que me he protegido los oidos aunque lo que hemos percibido no se puede solo escuchar con ese único sentido.
De repente es como si nos hubieramos librado del embate de la marea y el peso que nos aplastaba sin verlo.
Estoy de pie, encogido pero no derrotado al igual que Agustín cuyo ademan resuelto comparto.
Khalil esta recuperandose del pasmo de la embestida antinatural y que no siga gritando es un punto a favor en mi consideracion por el.
Anjum es la que veo mas afectada. Intuyo por la misma razon que Leah, ese poso de infeccion de la sangre de Ophelia es literalmente intoxicante. La musica lo ha puesto en su lugar que es fuera del cuerpo de la muchacha.
Señalo a Belanger que ayude a catafilo a levantarse y me acerco cautelosamente a la mujer. Se lo que Leah sentia por la necesidad de ingerir sangre. Anjum puede tener una consideracion distinta.
- Vamos, Anjum... apóyate en mi - le digo ofreciéndole el soporte de mi brazo por su cintura.
Aprovechemos antes de que vuelvan.
Les señalo la dirección del elevador por el que hemos entrado. Puede que el significado de la parte de "están al otro lado" tenga una relevancia mayor de la que pueda esperar pero no seria correcto no intentarlo.
- Vamos a ir hasta el elevador y conseguir la posibilidad de salir de aquí. El que quiera no tiene por continuar. Estamos mas allá de una situación común para cualquiera y sobrevivir al primer ataque ya ha sido una experiencia.
- No permitirnos a quien lo desee el retorno a la superficie ahora seria una negligencia.
Los demás podemos debatir si en estas condiciones queremos seguir - me encojo de hombros y expreso una mueca elocuente - con el conocimiento de que muy posiblemente no se nos de una segunda oportunidad.
Sophie e Irene Caron puede que estén aquí abajo y por mis principios estoy considerando la estupidez de ir hacia la oscuridad pero... - sonrió irónicamente y señalo hacia atrás, a lo oscuro - Ese, me temo, no es el lugar de esperar por refuerzos. Ese es el lugar de estar por tu cuenta y con todo el riesgo - enfatizo esto ultimo con la mirada puesta en cada uno. Creo que es obvio que lo que creo es que no solo el peligro acecha allí a la capacidad de mantenerse vivo, si no a la de mantener integras otras partes ademas de la existencia mortal.
- Vamos no tenemos mucho tiempo para decidir. Apresuremosnos a la salida y allí que cada uno diga lo que quiere hacer. Sin explicaciones. Nada mas que acción y decisión.
- De prisa. Lo que fuera que nos dio la bienvenida puede querer volver.
Los empiezo a encaminar hacia el objetivo comprobando que la radio esta frita y si no he perdido el móvil y por casualidad tenemos cobertura. Me congratulo de que las luces estén aun enteras y al relajarme y darme cuenta de quien nos puede haber ofrecido la ayuda le vuelvo a ofrecer mis respetos a la efigie de Bes en mi muñeca.

Leah agarró a Elliot y ambos fueron arrastrados varios metros más hacia el fondo. Todo esfuerzo parecía inútil hasta que se les unió Mats cuyas manos doblegaron la voluntad de la cuerda convirtiéndola de nuevo en un objeto inanimado.

Desatado, Elliot cortó el cabo de un solo tajo liberando a Sophie que, unos metros más arriba de ellos nadó hacia la superficie.

Con la mirada fija en la laguna cuyas aguas, bajo la lluvia torrencial, parecían hervir, Clementine vió cómo un ser que parecía la mezcla entre un calamar y un pájaro rompía la superficie y volaba torpemente hacia el puente. Su movimiento, patoso, era seguido por el cañón de la escopeta de Gabriel, que no disparó.

A cada aleteo iba cambiando su forma y cuando se posó agarrándose en la baranda, a unos diez metros de la médica, ya no tenía nada de animal acuático. Más bien parecía una harpía. Su plumaje era brillante, en colores oro y plata metálicos, sus garras parecían de bronce. Era un ser de la misma especie al que, a medio formar, Gabriel había traído del sueño de Mats, en la Casa Gresta. En lugar de brazos tenía unas vistosas alas, ahora plegadas. Su cabeza era totalmente humana, salvo por el color de su piel, azul ultramar. Su pelo era blanco y no muy largo, no llegando ni a sus hombros.

Al abandonar Sophie la laguna Leah, Elliot y Mats volvieron a sentir la falta de aire y cuando lograron salir a la superficie, vieron desde la laguna a ese ser posado arriba, en la barandilla del puente, y el periodista reconoció que la cabeza de esa quimera era la de Sophie.

Con sus ojos intactos miraba confusa a su alrededor.

El único que se volvió fué Khalil. No estaba seguro de estar sufriendo un infarto y no se veía en condiciones físicas de seguir sin resultar un estorbo. Deseó buena suerte al resto y subió por el mismo montacargas que los había bajado.

Anjum explicó que ya no tenía el poder que le otorgaba la proximidad a su señora. Se veía preocupada y su rostro pareció envejecer años en minutos. Aun así siguió con ellos.

Anduvieron un cuarto de hora hasta que las hoscas arcadas cavadas en el yeso dieron paso a rectos pilares de hormigón que de tan altos parecían finos, sosteniendo sobre ellos lo que seguro que era la estación y las vías del metro.

Estos pilares no se erguían sobre terreno llano, sino sobre una especie de ladera de grandes piedras que por su tamaño casi parecía un acantilado.

Allí había cierta luz indirecta -como la que llega en la noche desde una ciudad cercana- y encontraron escalones tallados en la roca. A cada tramo de seis o siete escalones le seguía un rellano, un pasillo que enlazaba con el siguiente tramo. Algunas de las paredes en la roca contenían agujeros en los que podría caber un humano.

Caminaron tomándose su tiempo, en completo silencio, hasta que Anjum, cuando caminaban por un rellano en busca de la siguiente escalera, hizo un gesto, como que había escuchado a alguien, y todos se detuvieron pegándose a la pared.

Daniel sabía que la intuición de su compañera era cierta, pero nadie era capaz de ver al vigía.

En el momento en que mi cabeza rompe la superficie, inhalo aire con desesperación, como un recién nacido respirando por primera vez. Una marea de emociones incontrolables, dolorosas y furibundas se debate en mi interior, pugnando por hacer erupción hacia el exterior. Sobre mí, la criatura que era Sophie vuela libre hacia el puente, transfigurándose nuevamente en otra cosa, una especie de pájaro ginoide con el rostro de mi amiga. Me pregunto qué pasará por su mente, si en algún rincón de su alma seguirá siendo la misma.

—¡Sophie! —exclamo, con los pulmones ardiendo, una vez consigo dejar de toser—. ¡Sophie, mírame! ¡Soy yo, Mats! ¡Estoy aquí!

Me revuelvo en el agua de la laguna, gritando para llamar la atención de mi amiga… Si es que continúa siéndolo.

«Por favor, que no haya sido en vano».

Mentalmente agradeci a Mats cuando al parecer habia roto las ataduras y pudimos subir a la superficie, solo que ahora la lucha por sobrevivir se hacia mas acuciante. La falta de aire se hacia tanto dolorosa como sorpresiva y luche con todas mis fuerzas y un brazo que moverlo era un tormento. 

Sabia que sangraba pero mi falta de oxigeno era mayor y por ello no de detuve motivada mas por la presion en mi pecho que otra cosa. La bocanada de aire que tome al salir fue una bendicion y me jure a mi misma no volverme a poner en esa situacion aunque sabia que eso no contaba.

Sophie o lo sea que fuese ahora volaba y al parecer no era lo que debia ser. No lo sabia. Por ahora debia dejar que Mats que la conocia mas que yo y Elliot que sabia mas de sueños se ocupasen, tenia que salir del agua y recuperar mi arma asi que nadé lo que me faltaba para dejarme caer un segundo en la grama y recuperar el aliento.

Una vez que Mats y Elliot estaban fueran del agua me levante para regresar al puente con Sophie o quien fuese ahora.

Me alegro que Khalil no dudara de volver atras por que de inicio significaba que de la primera escaramuza al menos uno de nosotros se salvaba y por que el tipo me cae bien y no se merecia mas mierda sobrenatural de esta de que la que ha probado.
Apunto estoy de mandar con el a Anjum pero pienso en que nos dijo que Ophelia le habia ordenado venir con nosotros y me temo que desobedecerla es peor que la alternativa hacia la que vamos.
Me pregunto que se movera en sus pensamientos y si la decision de continuar puede tener relacion con el miedo a no recuperar lo que ha perdido.
De todas formas, sea la razon por la que se mueve le agradezco entre la penumbra en sombras su disposicion.
Lo de Agustin me es mas extraño pero la verdad es que no conozco al enfermero pero se ha manejado bien y bien avalado por Govier y el comisario.
Le dedico un gesto mordaz antes de seguir hacia abajo. Reconforta no ir solo en la locura.
Dedico un sentido agradecimiento a Bes y empiezo a caminar.
Así que nos ponemos en marcha y traspasamos las estancias que en el despacho de Khalil habíamos apuntado.
El antesala de la cantera se convierte en el columnario de los cimientos de la estación.
Nos dedicamos el tiempo necesario para evitar ser otra vez copados. Es básicamente espíritu de precaución. La anterior arremetida de habitantes subterráneos ya nos ha demostrado que no basta atención.
Pero que me aspen si voy a bajar la guardia ahora.
Anjum parece mas afilada en la cuestión de percibir cualquier ruido. Yo me he concentro en memorizar las particularidades del terreno.
Un gesto de la mujer nos apremia a detenernos y pegarnos a la pared.
Pongo el dedo en mis labios para reclamar silencio y después que atenuemos las luces lentamente.
Saco el móvil para preparar una cuenta atrás de unos cuarenta segundos pero no hago la acción que me planteo hasta no entender que ese lo que esta pasando.

Unas veces el ser mantenía la mirada a Mats y otras ponía cara de pasmo y hacía movimientos huidizos, torpes y confusos. Tras darse un par de sustos en los que no llegó a huír -sólo cambió de barandilla a la del otro lado del puente alarmado por un gesto demasiado brusco- pudieron ir acercándose hasta quedar a apenas unos tres metros de él.

El periodista reconocía a su amiga tras ese rostro azul. Mats sentía que la que tenía enfrente era en realidad la Sophie que había conocido y no un truco, ni una especie de eco, ni un fantasma. Vivía y estaba ahí.

Elliot supo algo de su naturaleza. No es que ellos hubieran entrado despiertos en un sueño en el que Sophie se hubiera convertido en ese extraño ser. Era Sophie la que estaba soñando, convertida en la encarnación tangible, en la vigilia, de un avatar onírico.

Daniel olió a tabaco. No olía al humo que sale de un cigarro cuándo alguien está fumando sino a la ropa de un fumador empedernido que lleva días sin cambiarse la camisa.

Debía estar a muy pocos metros de ellos. No más de cinco o seis. Probablemente en el corredor del siguiente tramo, más alto. A unos metros de la pared a la que estaban pegados.

Podemos intentar escabullirnos sigilosamente pero lo veo crudo así que apuesto por emboscarlo. Les señalo a los demás que se preparen para la reacción consiguiente a que conecte la cuenta atras y deslice el móvil por el rellano en la dirección opuesta a la que estamos al tiempo que me concentro en lo que pueda suceder antes de oír al medio minuto la alarma inundar con media voz (no he puesto la voz demasiado fuerte) con la melodía de los Pogues y los Dubliners:

Con fortuna huira, con mas fortuna no buscara ayuda, con fortuna infinita se avendra a caer en nuestra emboscada.

Una granada cayó junto al teléfono móvil desprendiendo en un destello una luz fulgurante que cegó a Daniel.

El policía sabía que ese tipo de armas aturdidoras solían producir también un estruendo, pero no fue el caso, sólo fué luz.

Gracias a eso, unos segundos después, todavía ciego, Daniel oyó el silbido de una bala -parte de una ráfaga disparada con silenciador- a un centímetro de su oído, y abrió fuego por instinto.

El policía tardó un par de minutos más en recuperar la visión, tiempo de confusión en que escuchó leves quejidos de Anjum, probablemente herida. Cuando al fin pudo ver descubrió, tendido frente a él, el cadáver de una mujer madura, con una larga caballera canosa, sujetando todavía un fusil con silenciador.

Anjum estaba sentada en el suelo con un disparo en el vientre, herida que Bélanger presionaba con algún tipo de venda que había sacado de su mochila.