Partida Rol por web

El eco del Diablo

Inocencia

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28/08/2018, 02:00
El Balneario

Édith agarró a su padre de un brazo y se lo fue presentado a la gente que habitaba esa isla con ella. Clementine y Mats hicieron lo propio con Daniel y Elliot.

Entre risas de los niños y saludos atravesaron lo que parecía una calle de cuyas casas quedaban apenas los cimientos y algunos muros y ribazos que servían de maceteros a multitud de árboles y arbustos.

Llegaron a un edificio en forma de u de tres plantas. Antaño había sido un balneario y se notaba décadas abandonado. Su fachada estaba invadida por enredaderas y de su interior salía música.

Rodeada por el edificio había una gran piscina que con el abandono se había convertido en una charca. Había lodo y ranas pero no olía mal.

Notas de juego

En el último os aviso para que podáis postear.

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28/08/2018, 02:05
Erik Giraud (Dani)

Erik, el hermano de Cléo -una de las chicas que Arthür y Mats habían liberado con la ayuda de Albin y César Pillet-  comentó que ese barro era curativo y que darse un baño allí resultaba de lo más gratificante y rejuvenecedor. Bélanger se apuntó a darse uno esa misma noche o la madrugada siguiente.

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28/08/2018, 02:07
El Balneario

En el patio habían preparado una mesa muy larga y sacaron pan, vino, agua, queso, fiambres, conservas y restos de comida del día anterior. No surgió ninguna conversación relacionada con la secta. Sólo comieron y conversaron animadamente.

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28/08/2018, 02:08
Jovanka

Sobre Daniel se sentó la niña de seis años, que parecía algo así como un niño salvaje de esos que se crían con los monos. La niña le pedía que le alcanzara platos y le miraba de vez en cuando con sus ojos limpios, tratando de sonsacarle alguna sonrisa cuando veía posibilidades.

A su izquierda se sentó la otra niña un poco mayor, que se llamaba Victoria y que le servía de traductora cuando la pequeña -que se llamaba Jovanka- le decía algo ininteligible.

—Te pide que le abras la lata de sardinas.

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28/08/2018, 02:09
Estelle Isabey

Frente a ellos se sentaban Geneviève y Estelle, una mujer esbelta de ojos grandes y un poco lastimeros a la que Victoria trataba como si fuera su madre aunque no la llamaba “mamá”. Se notaba que ambas se conocían hasta el punto de saber qué iba a decir la otra con sólo un gesto de la mirada.

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28/08/2018, 02:10
El Balneario

A la derecha de Daniel se sentaba Elliot y a continuación Agustín Bélanger. Frente a ellos se sentaron dos de las tatuadas: Ada y Clèo. Al lado de ésta última su hermano Erik y frente a él Arthür, que escuchaba con atención y sonreía mientras daba de comer a Sophie, cuya silla de ruedas estaba entre su sitio y el de Mats. Frente a ellos –y junto a Erik– se sentó Clementine y después Yvon, el acompañante de Montillet que miraba de vez en cuando a Sophie con verdadero cariño, como ansiando darle de comer él mismo.

Édith y su padre presidían la mesa a ese lado. El señor Berisha, Yuri y Abel –un enviado del comisario que se acababa de incorporar–se sentaban frente a ellos en el otro lado de la mesa.

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28/08/2018, 02:14
El Balneario

Las nubes y los claros seguían alternándose. La comida se alargó y luego tuvieron tiempo de esparcimiento, para dormir o alternar con quien quisieran.

Al atardecer Clementine, Mats y Elliot habían quedado con Daniel para despedirse de Leah en ese sitio que conocían.

Notas de juego

Aparte de las impresiones o charlas que queráis tener en la comida podéis jugar lo que queráis que vuestros personajes hagan por la tarde, antes de la despedida a Leah.

Ya podéis postear.

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28/08/2018, 10:43
Elliot

El balneario que servía de refugio a todas aquellas personas -y que hasta donde sabía Elliot era también ahora el hogar de Clementine y Mats-, parecía sacado de una historia de las hadas. La ruina y el musgo creciendo sobre muros y barandas y la vegetación exuberante y ya totalmente asilvestrada, hacían que el lugar mismo pareciera tener vida propia. Si fuera así -pensó Elliot- se sintió bienvenido por él ya que aunque estuviera agotado algo en el susurro del viento, en el croar tranquilo de las ranas, en el sonido del agua goteando aquí y allá y en el olor a todo tipo de plantas le resultaba increíblemente reparador. No le extrañó que en su día se hubiera destinado a albergar un balneario ni que fuera cierto lo que el chico llamado Érik afirmaba acerca del agua del pequeño estanque rodeado por el edificio. De su interior salía música y para completar la bienvenida se había dispuesto una mesa para todos en un patio tan encantador como el resto del lugar.

Mats y Clementine le presentaron a Daniel y a él al resto de los habitantes de la casa. Ya no parecía haber más niños aunque sí otras dos chicas tatuadas y que habían sido igualmente rescatadas por sus amigos, de quienes no dejaba de sentirse más y más orgulloso. Ninguna había sido tan maltratada como Sophie por lo que parecía apreciarse y a los niños se les veía perfectamente. Elliot necesitaba salir de dudas y se acercó a Geneviève para interesarse por ellos y preguntar si también habían sido rescatados de los soñadores.

Antes de que todos se sentaran a la mesa Elliot le preguntó a Arthür si podía hablar un momento con Sophie y se acuclilló delante de su silla. Rozó su brazo pero sin llegar a tomarlo para no importunarla y se presentó:

Hola Sophie –dijo tratando de disimular el nudo que sentía en su garganta–, no sé si me recuerdas pero Mats me ha hablado mucho de ti. Me llamo Elliot y tenía muchas ganas de conocerte –dudó un momento antes de seguir, sabiendo que no era el momento de tratar ciertas cosas–. Tendremos tiempo de hablar si en algún momento lo deseas. Sólo quiero que sepas que soy tu amigo y que te admiro. Admiro tu fortaleza y cómo resististe lo que nadie debería resistir –ya no fue capaz de seguir y simplemente apretó un momento el brazo de la chica como despedida.

Daniel se sentó a su lado y al instante la niña más pequeña se instaló en su regazo como si hubiera sido su costumbre de toda la vida. Parecía un animalillo salvaje o tal vez una de las hadas que debían vivir en el lugar y que era demasiado curiosa como para permanecer escondida. Su presencia parecía hacerle bien a su amigo y ella estaba dispuesta a que sonriera como si fuera aquella su misión en la vida.

A su otro lado se sentó Bélanger. Parecía un tipo desenfadado y con sentido del humor y Elliot estuvo escuchando su conversación y la de las chicas sentadas enfrente sin prácticamente participar en ella salvo si se dirigían a él personalmente. Sin querer ser invasivo, de vez en cuando su mirada se dirigía a Montillet y su hija y se sentía feliz al ver cómo parecían compenetrarse como si no hubieran estado separados. También observaba a Clementine y cómo los miraba. Se sentía en una nube, más aún con el efecto embriagador del vino y la comida, y lleno su estómago y relajado al fin de la tensión de los dos últimos días, una placentera lasitud se iba extendiendo por todo su cuerpo. Necesitaba dormir, dormir de verdad, sin malos sueños, arropado por la atmósfera de aquel lugar reparador y rodeado de aquella magnífica compañía. Recuperar fuerzas era además una obligación y a la puesta de sol acompañaría a Daniel a despedir a Leah junto a los demás.

Cuando la comida terminó ayudó a retirar la mesa y después habló con el detective: –Nos vemos al atardecer– y volvió a darle un abrazo. La misma frase intercambió con Mats y luego con Clementine.

Todavía llevaba consigo la mochila con el equipaje que trajera de Estados Unidos y que con el olvido creía todas sus pertenencias. Se acercó un momento a Geneviève para preguntarle: –¿Dónde podría ducharme y descansar un poco?

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28/08/2018, 10:46
Elliot

Mientras se despedía de la chica hasta el atardecer no pudo evitar acariciar su brazo bajando despacio del hombro hasta la mano. Le resultaba difícil estar cerca de ella y no tocarla y habría querido besarla, aunque sólo fuera un leve beso en la mejilla. Su cercanía le provocaba todo tipo de reacciones y antes de sentir que se le iba de las manos como ocurriera en el coche, dio un paso atrás y se despidió de ella con una mano sobre el corazón, un guiño y una leve reverencia con la cabeza como diciendo: "A vuestro servicio, milady".

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28/08/2018, 13:49
Clementine Ouvrard

La vegetación que cubría aquel lugar, reclamándolo, me daba la impresión de ser una capa protectora sobre nosotros. Subimos los peldaños de piedra azul y hiedra verde como si estuviéramos pasando la entrada a un mundo secreto, por lo que nos habían dicho Geneviève y Estelle anteriormente así era ya que el lugar estaba completamente olvidado de todo y todos. Saludé al resto con alegría y presentamos a Daniel junto con Mats, pregunté a Ada y a Clèo y a las niñas si se habían sentido bien y las revisé rápidamente. Me detuve en Sophie y la saludé con afecto tomando una de sus manos con las mías, le recordé quién era y que necesitaba hacerle unas pruebas para ver cómo se encontraba, pero que se las haría más tarde en un lugar más apropiado (y preferiblemente luego de dormir). También debía revisar a Édith, pero no me atrevía a sacarla de su algarabía.

Luego llegamos al patio y no pude evitar sonreír al ver la mesa y escuchar la música, todo parecía casi normal, extrañamente eso me dio ansiedad. Comida, por fin. Luego del emotivo encuentro me relajé totalmente y los dolores propios de la tensión comenzaron a aflorar aquí y allá: tenía que matarlos con vino rápido y con esa misión me senté a la mesa. Los fiambres no eran lo mío, tampoco las conservas: muy malo para el colesterol todo aquello, y el pan no me apetecía; mi madre siempre decía que solo faltaba que no me gustara el vino para no ser francesa. El queso y unas frutas hicieron su magia junto con el alcohol y al rato ya me sentía relajada y ligeramente alegre.

Pregunté a quienes tenía cerca por la música que habían puesto y quién la había elegido y pregunté a Geneviève y a Estelle cómo había ido todo durante estos días, qué novedades tenían y cómo se sentían, si habían descansado suficiente. También les pregunté por las niñas, ya que como siempre las había visto con ellas dos suponía que estaban relacionadas, pero luego me puse a pensar que quizás estaba equivocada. Luego le compartí a Erik mi idea de llevarme una muestra del barro medicinal para analizarlo, cuando pudiera volver a tener contacto con un laboratorio, de seguro obtendríamos resultados interesantes.

Me sonreí cuando vi a Daniel rodeado por las niñas, como no podía ser de otra manera las pequeñas habían detectado naturalmente su bondad. Me sorprendió que Elliot hablara poco y nada, supuse que estaría muy cansado después de todo lo vivido; yo también lo estaba, no veía la hora de dormir. También observé en silencio la interacción entre Arthür, Mats y Sophie, Mats era muy tierno con su amiga, me conmovía su delicadeza, y Arthür era un muchacho tan dedicado y reservado, por sus ideas y sus descubrimientos podía vislumbrar una mente vibrante y despierta con la cual no había tenido la oportunidad de charlar demasiado... Me eché hacia atrás en mi asiento y me dije mirando en derredor que a pesar de todo el terror del mundo las buenas personas encontraban una manera de unirse, siempre, y eso me dio una profunda esperanza.

Despedí a Elliot hasta el atardecer y al resto, decidí ir a caminar alrededor de la casa un poco antes de dormir, tenía que levantarme antes para constatar la recuperación de Sophie.

- Tiradas (1)

Notas de juego

He tirado percepción+ciencia para el chequeo, si tengo que tirar algo más me dices dire :)

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28/08/2018, 16:16
Clementine Ouvrard

Había estado tratando de interactuar lo menos posible con Elliot desde que descendiéramos de la barcaza, sentir su mano sobre mi rostro me turbó profundamente en aquel instante y me había dado cuenta de que cada vez me costaba más controlar mis emociones y mis reacciones cuando estábamos cerca.

Cuando se despidió de mí y me guiñó el ojo lo miré con una sonrisa en los labios, pero a último momento decidí que yo también quería un poco de contacto y lo abracé cuando se estaba yendo por la espalda, acercándome a su oído le dije con una voz amenazante y seductora: -Vete a dormir o te juro que no vas a dormir nada de nada- y luego me alejé.

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28/08/2018, 19:05
Mats Bergstrøm

El almuerzo transcurre en armonía, en un ambiente agradable y distendido en el que todos tenemos la oportunidad de fortalecer los lazos que nos unen. Río las ocurrencias de los demás y participo en las conversaciones que tienen lugar; y sin embargo, me siento ligeramente distante, como si mi mente necesitara un poco de espacio para reposar, para verse aliviada de todo el estrés acumulado en… Dios, ni siquiera sé cuánto tiempo hace que todo comenzó. Parece como si hubiese sido igual durante toda mi vida. Además, no puedo evitar observar todas las similitudes entre este momento y aquella velada en casa de los Taylor, cuando aún éramos «jóvenes», cuando todavía no comprendíamos totalmente el horror del que eran capaces nuestros enemigos, cuando teníamos fe en que conseguiríamos derrotarlos y saldríamos indemnes. Puros. Ahora, cuando veo a Sophie, lo primero que me pregunto es si volverá a ser ella misma alguna vez. Pero lo que más me preocupa es lo que no puedo ver, lo que sea que haya detrás de sus ojos ciegos y su boca muda, que ya no sonríe. ¿Cómo podría?

Pero me necesita. Todos me necesitan. Por eso no puedo permitirme caer en la melancolía, y me empujo un poco más a mí mismo, me obligo un poco más a mí mismo, sabiendo que ya falta poco para el sueño reparador. Estoy exhausto, en todos los sentidos en los que un hombre puede estarlo. Pero ellos también lo están, y no puedo ser menos. No lo merecen. De modo que continúo sonriendo, acompañándolos como ellos me acompañan a mí, y dándoles y recibiendo afecto hasta que la sobremesa termina y todos nos dispersamos para el anhelado descanso.

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28/08/2018, 19:26
Mats Bergstrøm

Después de la comida, busco a Arthür. Necesito un momento a solas con él para hablarle de lo que ha ocurrido, no únicamente para informarlo, sino porque él es, de todos los presentes, mi amigo más cercano y con el que más siento que puedo desahogarme. Por supuesto que no voy a engañarme a mí mismo ni a pretender lo que no es: los intensos y a veces hasta insoportables sentimientos que aún guardo hacia él también forman parte de esta necesidad, aunque me contento con estar cerca de él y hablar, tener su amistad, su cariño; de algún modo he de dar salida a esto para que no me ahogue.

¿Qué? ¿Ya se me ha quedado esa cara? ¿La cara de los soldados de las fotos de guerra? —pregunto, recordando, cuando al fin tenemos algo de privacidad. No podría describir el alivio que siento por que Arthür se haya librado de tener que ver ciertas cosas. Abro cómicamente los ojos hasta que me tiran los párpados—. ¿O todavía me hace falta un poco más de blanco en los ojos? —Río quedamente, sacudiendo la cabeza, y me siento en una silla al revés, apoyando la barbilla y los brazos en el respaldo—. Es bueno volver a casa. ¿Tú cómo estás?

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28/08/2018, 20:03
Daniel Mallutz

La distensión va rodada desde las presentaciones, con Edith, Clementine y Mats como maestros de ceremonias.
Emito un tímido saludo a Edith, con la mano, en algún momento. No se si me recordara y ahora no es la oportunidad de acercarme.
Del embarcadero seguimos caminando tierra adentro, bajo el auspicio espectacular de la frondosidad, visitando los dominios de las chicas.
Parece un lugar idealizado por mentes adultas, pero que, el tiempo y la liberación del yugo estructurado de una mente a cargo de mantener la idea, ha dejado a merced del disfrute de los sentidos y la imaginación. No es que haya perdido su plan interior, es que el plan es otro, mas viejo y sencillo, y es de entender por que armoniza tanto con los niños.
Me dicen que el edificio maestro, que casi solo aparece por cortesía no por interés, constituía un balneario pero que ya llevaba décadas dejado a su libre albedrío.
Parte del misterio de este, abarca desde la ascensión de las cortinas de enredaderas que eclipsan la obra de ladrillo, relegando la intención del arquitecto, a humilde sostén del diseño libre de la naturaleza.
Música. Buena música surge de su interior trayendo a la imaginación que esa es su voz que nos habla.
La piscina, ahora naturalizada también, que el centro del complejo abraza, resuena como la idea primara del trazo de un eje maestro.
El edificio es la herramienta para estar y para contemplar o visitar ese lago interior, tranquilo, turbio de vida de verdín, y residencia reclamada de la ranas.
Agustín emite su intención de llegarlo a probar, después de que Erik, el hermano de Cleo por lo que me dicen, un tipo a primera impresión recio pero cordial, le comente que la poza tiene propiedades curativas y que un baño, contrariamente a lo que semeja, resulta gratificante.
No disuado a Belanger de su osadía. Pero si me pica la curiosidad por la correspondencias de las sencillas palabras del señor Giroud con otras expresadas por Lena Vandevelde.
Curiosidad que no se puede desarrollar en ese instante, distraída la concentración por la presencia de comida abundante.
No tengo que dejarme de querer por el aullido gutural del hambre concitado con una lengua metafórica salivando en mi cerebro y un olfato mas que excepcional.
Pactamos, en pocos latidos, unas reglas de compromiso sobre las que dejarnos llevar adecuadamente antes de ocupar nuestros sitios.
Apenas aposentado se me adhiere un polizón, todo cabello despeluchado y cejas y miradas expresivas. Inmediatamente su copiloto, voluntariosamente se sienta a mi lado para explicar la situación.
-Con que Jovanka y Victoria - repito sus nombres en búsqueda de confirmación - es un placer compartir mesa con vosotras - les aseguro acogedor - llamarme Dano - pido sentando a la pequeña mas cómodamente que su instintivo lio de piernas de contorsionista y cediendo algo de espacio para la silla de Victoria.
- Como nativas del lugar ¿Que me recomendáis?

Cita:

—Te pide que le abras la lata de sardinas.

- Ok. Una lata de las de aceite de oliva. A ver si hay algo mas con el que mejorarlas.¿Pan?
Las niñas toman posesión del alcance superior de mis brazos y de la bula innata a los adultos, de conseguir cosas que les están vedadas a los niños, para iniciar un banquete.
Con parsimonia y algunas miradas cómplices, a favor y en contra, con la mujer de enfrente, Estelle la mujer de ojos amplios y claros, con un evidente vinculo sin aclarar con Victoria, nos cebamos haciendo sensatas paradas contra combinaciones estramboticas o reclamo de cantidades inadmisibles.
Hablamos de tonterías y de los platos. Jovanka es un amor que aun con su jerigonza se hace entender alto y claro y si no Victoria, tomándose su misión de hacer entender al lento adulto, lo hace profundamente a pecho.
A veces pregunto por las palabras, no ocupándome en verdad, de desvelar quienes son y de donde han salido, si no dejándome llevar por el ambiente y la compañía y la diversión de aprender.
Al final convertidos en monos virtuales, cuando aparece la fruta, jugamos a intentar imitar al otro, sin excedernos en armar mucho alboroto.
A veces capto el hilo principal del resto de las conversaciones. He visto a Elliot visitar fugazmente a Sophie comentándole algo. El estado de la chica no parece ser agradable. Mas de lo que me llegaron a contar encontraron al rescatarla. Pero que este aquí, que estén todas es una fortaleza invisible que me arropa.
Quedarme aquí, guardarlas, dejar que vivan en paz seria una buena tarea si no fuera que cuando lo pienso me sienta como un parche mal puesto. Vivir entre estas paredes tiene que ser circunstancial. Cada una de estas chicas, incluso Elliot, necesitan su libertad de poder caminar con tranquilidad por donde les plazca. Sin que ningún vil ladrón de grandeza, las vuelva a acechar persiguiendo sus planes sacrílegos.
No. La pausa. El momento. El grano de paz entre reinos de caos esta fenomenal. Pero aferrarse a el sin realmente llegarlo a valorar en su significado nos es correcto...
Como si tomando su foto y te conformaras con esa nostalgia del buen momento y no luchar por que se repita, por que se alargue, por que se haga norma.
Poder abandonarme a descansar pensando que ya he pagado mi precio es tentador y tiene ganas.
Pero no seria yo. Seria yo con un hueco. El de la derrota peor. La propia.
Echo de menos a Lena sermoneandome por ello, con sus buenas y malas noticias y su sabiduría feroz nutrida de su misteriosa experiencia.
Nunca me contó, y me disuade con la mirada cuando quiero preguntar por, lo que realmente le ocurrió en Irak. Debió ser algo como esto. Mal no importa la escala. Del que te vuelve loco pero que te hace decidir si sucumbir o luchar. Pero ya lo supero.
En eso debo mantenerme yo. Capaz de poder estar sentado en una mesa como esta y saborear cada bocado de vida.
La tarde se va consolidando y Elliot no espera a dar síntomas de fatiga y después de recoger me abraza emplazandonos para un rato después. Con sinceridad se lo aprecio.
Quise despedirme de mi escolta personal pero, como buenas criaturillas inquietas, las niñas se habían esfumado hasta el siguiente punto de atención.
Clementine se propuso dar un paseo y la salude con un apretón de manos simple para dejar que descansara a su manera. También le dedique un momento a Mats agradeciéndoles a los dos su compañía.
Saludando a los demás le comento que les esperare junto a la piscina a donde me sentare para descansar un rato. Puesto sobre el pretil y acomodado sobre un trozo desechable de los restos de papel y plástico de la comida, para no mancharme, finalmente pienso que la idea de Agustín de meter los pies en ese agua no tiene tan mala pinta. Dejo los zapatos y los calcetines alineados donde no se puedan estropear y me arremangan las perneras del pantalón hasta un nivel donde no acabe arruinándolos.
La mordedura de la impresión de la temperatura del agua en las plantas y los dedos me espabila.
Lo que me permite escribir el mensaje que el ajetreo estaba posponiendo pero que aun, por miedo a exponer este lugar no mando.
No es el único miedo. Temo lo que pueda averiguar al mandarlo. Que mi hermana, mis padres, mi familia, no me recuerden después de este extraño lapso. O que aun presente en sus memorias, el desconcierto les este afectando. ¿Como saberlo si no llamando? ¿Como Clementine y los demás habrán recordado?¿Y si es así que les estará pasando por sus cabezas? Mats y Clem estaban en este ajo...Han visto y sufrido para poder comprender...¿Pero ellos?¿Que les podre decir yo? ¿O Elliot?
Es una conversación que me reservo para mas tarde. Tras trastear con la despreocupación con Javanka un rato me siento con el espíritu mas calmado.
Con el teléfono en la mano me froto los labios con el dorso del pulgar. Agito los pies entre agua y barro y animalillos con una calma buscada.
En el infinito del reflejo del agua, contra la luz que se filtra y la hace espejo pierdo la mirada recordando. Nunca seré el mismo lo se. Mucho mas allá de las cosas que he visto o las que he practicado con otros y conmigo mismo.
Es el hecho de que nunca volveré a estar como estaba. Lo que el disparo de ese tipo anónimo me ha quitado no volverá. Aquí. Aun creo en el mas allá.
Intento asumir eso. Intento conjurar esa verdad. Aceptarla. Aceptarla para poder recuperarla en mi cabeza. Desde el primer momento en que la vi, hasta aquel inesperado beso y todo lo que compartimos luego. Recuperar todo el gozo que sentí y compartí y sentirlo en el recuerdo y del recuerdo a este momento. Luchando por aceptar la perdida para que el vacío de esta no sea todo lo que me cubra.
Las horas pasan fugaces o lentas. Mis pies no son un buen método de medida y sus idas y venidas al final todas parecen las mismas y distintas.
La tarde se consume mientras yo la lloro en silencio pero también la recuerdo. Viaje por el olvido para recuperarla. Hoy no puede llegar mas que a la memoria pero que gran y único tesoro implica.
Otro día. Otro día estaremos en lo que Dios diga.

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28/08/2018, 22:43
Arthür Guitry

Arthür sonrió al ver las caras de Mats y una risita queda se le escapó mientras su amigo desorbitaba los ojos. ¡Cómo lo había echado de menos! Mats podía ver la alegría que sentía porque hubiera regresado sano y salvo pero también observó al chico escudriñar en su rostro, buscando con atención más allá de los gestos.

Había una sombra en la mirada de Mats que no sólo se debía al cansancio o eso le pareció. Y si lo era, era un cansancio mucho más profundo y existencial que la falta de sueño o la tensión acumulada. En sus mensajes hablaba de “cosas terribles” y de gente a la que habían perdido y estaba ansioso por saber más. Aún así se sentó en otra silla frente a Mats y contestó primero a su pregunta:

—Estoy bien, Mats, se ve que las estrellas fugaces han hecho caso al príncipe del norte —sonrió recordando el primero de los mensajes—. Y creo que tengo buenas noticias sobre Sophie. Ya has visto que parece consciente. Yo estoy seguro de que lo está, de que escucha y comprende cuanto decimos. También han cesado los cantos y los momentos en que se incorporaba en la cama como sonámbula. Ahora sólo calla y escucha, pero me parece un gran avance —meditó algo unos instantes—. Contasteis que al rescatarla habló de que había fallado en lo que le pedían los sectarios y que sabía que estaban matando por ello a su familia. Eso denota que poseía entonces claridad de pensamiento y creo que podría estar en camino de volverla a recuperar. Ha venido de París un terapeuta de la confianza de ese tal comisario Réjane y también está ayudando. Y le hemos dado la noticia de que su hermano Zac y la pequeña Jacqueline están vivos. Eso tiene que ayudarla, ¿verdad? —buscaba confirmación en los gestos de su amigo—. Piensa en el día en que pueda volver con ellos, como Édith y su padre… —su mirada se perdió momentáneamente en el vacío como solía ocurrirle cuando imaginaba—. Pero cuéntame todo, por favor —la atención del chico volvió bruscamente del infinito para escucharle.

Notas de juego

En este post Arthür no está pnjotizado. Lo he escrito yo (Aliosha) con información del máster. :-)

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29/08/2018, 00:54
El Balneario

Se encontraron con Daniel junto a la piscina y echaron a andar los cuatro. Las nubes copaban el cielo oscureciendo la tarde y sólo se oían sus pasos.

Recorrieron una calle de cuyas chozas sólo quedaban montañitas de barro. Sólo conservaba una casa sin techo pero con la planta reconocible, hecha a base de pizarra, cuyo interior estaba copado por infinitos arbustos.

Le siguió una alameda que se había expandido hasta convertirse en un pequeño bosquecillo. Del camino sólo quedaban los restos de los muros que le habían servido de límite amontonados en algunos tramos como hileras de piedras que parecían ir volviendo lentamente a los campos de los que habían salido.

Entre los árboles crecían multitud de lirios silvestres de flores moradas, mojadas por la humedad que empezaba a notarse como minúsculas gotitas de lluvia.

Llegaron a un claro con un lago poco profundo que algún día había sido artificial, rodeado por un muro, con un montículo en su centro en el que se erguía una torre en miniatura -que parecía haber sido construída para que jugaran los niños- hecha con la misma piedra que el resto de construcciones pero que se conservaba en un estado mucho mejor.

La lluvia se hizo perceptible y finas gotas fueron haciendo ondas en la superficie del lago, al caer.

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29/08/2018, 10:16
Daniel Mallutz

Llueve, que para un Irlandés de Arizona, en un momento como este, es como insólitamente estar bajo el abrazo de un familiar lejano. El lugar al que Clementine se refirió, realmente es magnifico. Recóndito, puro, recuperado de lo que la huella del hombre pudiera haber alterado. Un rincon equilibrado. Lo podía imaginar al sol tibio de este país, entremezclado con el recorte de las ramas de los árboles para hacerlo agradablemente tímido, y perfecto para un ejército de chiquillos convirtiéndolo en el patio de juegos de su imaginación. Ahora, tranquilo no está vacío y sigue conservando su naturaleza de bebedero del espíritu. Con un matiz mas bucólico. Miro a los demás, y no se si me esperan a mi, o si debo esperar. No hay temple para esto pero empezar, siendo lo más difícil, es quizá lo que necesite para lograrlo. No se que hacer con las manos, así que las estrujo una contra la otra, frotando con fruición los dedos en mi regazo, sobre el pecho, rascándome el mentón. Sacar la primera palabra es como querer arrancar una flema que se ha venido a mas y que está se aferrando. Miro al agua, a un punto indeterminado el reflejo, infinito, entre la orilla y la torre del centro., mientras, con los puños sobre los labios carraspeo. -Hola, Mo Geard - titubeo con las sílabas hasta afianzarme con suavidad con único calificativo - mi guardián - que se que sera eterno - Sé que estas aquí por que con lo ojos abiertos te veo. He venido a verte, acompañado por nuestros amigos, por que no poderte hablar esta siendo un infierno. Ha sido un tiempo duro. Borrado de mi mismo y de los que me rodeaban. Pero aun así sin tener tu nombre, tu rostro, tu voz, te buscaba por que no pudieron, ni podrán, borrar tu espíritu del mio. He vagado buscándote. He aceptado una oferta de algo que no comprendo para llegar hasta ti. Camine sendas engañosas pero tu me guiaste hasta la seguridad. Me llevaste hasta Clem para que te volviera a encontrar. Me devolviste tu rostro. Pero… - se me corta la respiración y tengo que inspirar hondo para no estallar en las lagrimas y poder proseguir. Lo hago con el tono quebrado del que le muele el corazón hablar pero necesita hablarlo todo -...Mo Chialin...Te encuentro pero tu has vuelto a partir. Te me adelantaste hacia los misterios mas grandes. Siempre has sido la mas inquieta de los dos. Solo hubiera querido estar a tu lado. Una vez mas. Despedirme. Suspiro. Lo saco todo. Me tentó, mo Chialin, y me tienta hacerlo en persona. Sé que puedo hacerlo, tu bien lo sabes. Pero no puedo decidir por ti. No debo hacerlo. No si no se lo que implica. Lo que te puede hacer. El peligro que acarrea el deseo… - pero lastimeramente, renegando que no haya una ultima posibilidad, añado - ...si tu me pudieras dar una señal…Yo…Yo... - movería cielo y tierra si así consiguiera otra vez el sabor de tus labios…. Por unos instantes me recojo en silencio. Quizás agotado, quizás escuchando con todo mi ser para buscar un si que me habrá el momento… El aire, el agua, la tierra, y el fuego son los únicos conversantes en el silencio. Me cuadro, me sobrecojo y me dirijo hacia la explanada. - Te hablo pues a través de este aire y el agua y la tierra y los arboles. A través de mi memoria y la de los demás, Chialin. De la de los que te han querido y conocido. -Podría despedirme cantando Danny Boy para que parecer un buen hijo de Irlanda, pero es una canción de los del Norte y además, necesitaríamos estar bien bañados y lubricados en cerveza, para que no nos deprimiéramos. -Sé que me mirabas divertida cuando te ofrecía leer esa pila de libros que yo te decía que eran clásicos y, con los que jugábamos a que yo te intentaba interesar y tu me rompías la estrategia con lo que verdaderamente te llamaba. Pura chica de acción. No me puedo quejar si siempre perdí y siempre acabamos en la cama. -Sé que no te alegrara que me despida con las palabras de uno de esos “libracos” pero no lo puedo evitar y voy a pedir prestadas las palabras que Shelley, campeón en una banda de tunantes y vividores románticos con los que a ti y mi, nos hubiera gustado cruzarnos, con las que se despidió de su amigo Keats. Tranquila, puede que tenga casi quinientas estrofas pero para nosotros solo basta una. La voz se me aclara para declamar, convertida en un riachuelo de tono moderado. No lo bastante alegre, pero nada nada desesperado. "El poderoso aliento que he invocado en este canto, sobre ti descienda. La barca de tu espíritu es llevada a gran distancia de la orilla, lejos del miedoso tropel cuyos navíos jamás la vela a la tormenta dieron. Se resquebrajan la maciza tierra y los redondos cielos. Soy raptado a una temible lejanía oscura… Mientras tu alma mo Chelie, que arde como un astro, a través del postrer velo del firmamento, brilla y me ilumina desde la estancia de los Inmortales" "Y lo escucharé, por muy suave que pises sobre mí, Y toda mi tumba será más cálida, más dulce, tú te inclinarás y me dirás que me amas Y yo dormiré en paz hasta que vengas a mí". Me enjugo las lagrimas de los ojos dándome cuenta de que casi en cuclillas me estoy lanzando al agua. Me sereno si esa puede ser la palabra que llegar a usar y me confieso por que no puedo guardarme nada. - Si, al final esa última parte es de Danny Boy. Lo siento, pero a veces esos Unionistas hacen alguna cosa bien. Me levanto para ofrecer la vez a los otros siendo consciente por primera vez desde que llegamos al lugar de sus caras y no sabiendo si avergonzarme o asentir de como pueda haberles afectado.

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29/08/2018, 10:53
Daniel Mallutz
Sólo para el director

La parte de dame una señal es por si quieres darle un cierre mejor Armali. En tu criterio esta.

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29/08/2018, 11:13
Geneviève Gibran

Durante la comida Geneviève les había contado a Elliot y a Clementine que Yuli y las niñas estaban en una "situación irregular" y estaban tratando de encontrar la forma de adoptarlos. No habían tenido que ver con la secta, se los encontraron aquí, en las marismas y ahora no podrían vivir los unos sin los otros.

Los niños se habían fugado juntos del campo de refugiados de Calais. Habían falsificado algún documento para que figuraran como los sobrinos de la doctora Gibran. Eso era suficiente para ir de vez en cuando al pueblo y llevarlos a la Clínica Philippe Pinel, en la que Geneviève trabajaba como terapeuta, pero si no conseguían papeles de verdad podrían tener problemas.

Notas de juego

Perdonad, se me había olvidado contestaros a esto.

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29/08/2018, 12:21
Elliot

La alarma del teléfono despertó a Elliot cerca de la hora de su cita con Daniel y los demás. La luz que entraba por la ventana se sentía mortecina y al asomarse pudo ver el cielo totalmente encapotado. El sonido de los pájaros y las ranas parecía anunciar que no tardaría en llover.

Se vistió sin prisa con la camisa más oscura que encontró entre su exiguo equipaje y mientras se calzaba sentado en la cama espabilando poco a poco por completo comprobó que estas horas de sueño habían cumplido su misión tanto con el cansancio como dándole la sensación de que estaba ante el primer momento de todo cuanto estuviera por venir.

Tomando el teléfono se dejó caer de espaldas en la cama sintiendo un ligero temblor en la mano que lo sostenía. Racionalmente -si es que se podía hablar de racionalidad en relación a la magia de los sectarios-, todos habían recordado rápidamente, por lo que no tenía por qué pensar que sus padres adoptivos no fueran a hacerlo del mismo modo. Irracionalmente estaba aterrado de pensar que estaba maldito y ya no volverían a recordarle como ocurrió con sus padres. Cerró un momento los ojos, dejó caer los brazos en cruz sobre la cama y rememoró el primer día en que los conoció y cómo ella consiguió hacer tambalear con su atenta mirada y su cariño todas las barreras que Elliot había levantado para protegerse. Deseaba con todo su corazón que el haberlas bajado no les hiciera daño ahora, tanto tiempo después, eso sí sería una maldición. Si recordaban se darían cuenta igualmente de lo extraño que era lo que les había sucedido.

Apretó los dientes y se incorporó. Habría tiempo después para enfrentarse a lo que viniera. Ahora era el momento de despedir a Leah. Todavía no se había atrevido a preguntar qué le había sucedido.

Una lluvia invisible les acompañó en su camino. El tiempo había desdibujado el paisaje humano de forma todavía más contundente que en el balneario y las pocas construcciones de las que quedaba algún rastro estaban tan consumidas que podías imaginar que eran restos arqueológicos de tiempos pretéritos. Vinieron a su cabeza los versos y la música de una canción de P.J. Harvey:

 

“The scent of thyme carried on the wind,

Sting my face into remembering.

Cruel nature has won again.

Cruel nature has won again...”

 

Parecía que hubieran atravesado definitivamente el portal a un reino mágico y el sonido de los pasos, el único que podía escucharse en muchos momentos, sacara de su letargo un paisaje encantado. Elliot miró al suelo y tomó en sus manos una pequeña piedra cuya forma plana y redonda casi perfecta llamó su atención.

Al rato alcanzaron un lago artificial en cuyo centro una isleta sostenía un pequeño torreón. Mats y Clementine se detuvieron allí, habían llegado al lugar escogido. La lluvia caía sobre la superficie del agua sin apenas perturbarla. Era como contemplar el rincón del corazón donde vive la melancolía.

Daniel les miró agitado. Sus manos se movían nerviosas y buscaba las palabras en su interior o tal vez su voz, que en momentos como éste suele abandonarlo a uno. Pero no les habló a ellos sino a Leah. Había venido aquí a despedirse de ella y así lo hizo. Habló de su travesía a través del olvido guiado por su corazón, de lo que había supuesto recordar para ver que había llegado tarde para encontrarla. Elliot trató de imaginar el dolor que le habría supuesto esto último y el remordimiento que podría sentir reprochándose incansablemente no haber hecho suficiente aunque hubiera sido pedir lo imposible. Pero luego de esto dijo unas palabras misteriosas. Elliot frunció el ceño al escucharlas, ¿de qué hablaba? ¿De llamar a su espíritu hasta aquí?, ¿de algo más? Sonó inquietante y desesperado, pero la sabiduría de su amigo y seguramente su fe parecían protegerlo de semejante tentación.

Elliot recordó el momento en que Leah, Albin, Gabriel y él encontraron a Daniel en el subterráneo de Danube. Estaba solo y eso le hizo sospechar que pudiera estar poseído y matado a los demás, de modo que mientras le apuntaba con su arma le pidió a Leah que lo interrogara acerca de algo que sólo ambos supieran para comprobar que se trataba efectivamente de él. Entonces ella, lejos de hacer una pregunta, corrió hacia Daniel y lo besó apasionadamente. Fue una total temeridad pero también lo más bonito que Elliot había visto entre tantas horas de tensión y terribles pérdidas sufridas durante el asalto. Ese además, pensó ahora, fue su último beso.

La voz de Daniel sonó hermosa al recitar el poema de Shelley y Elliot lo acompañó mentalmente cuando al final añadió una estrofa de Danny Boy. Sonrió levemente ante su última confesión.

Cuando su amigo se retiró dándoles espacio para hacer su parte Elliot pensó que era su turno. Él era quien menos conocía a la chica y le parecía más apropiado que Mats o Clementine cerraran la ceremonia, así como Daniel la había abierto. Apretó el hombro de su amigo y dio unos pasos hasta el punto de la orilla que había ocupado él. No se sintió capaz de dirigirse a Leah con nada personal, pero quería entregarle algo que había sido para él como un talismán: las palabras de un Salmo que una vez escuchó y después aprendió para recordar la memoria de quién sería barrida por la verdadera justicia.

Elliot comenzó a declamar en inglés (no se sentía capaz de traducir al francés lo que había aprendido en su idioma):

 

"El ángel del Señor acampa

en torno a quienes lo temen y los protege.

 

Gustad y ved qué bueno es el Señor,

dichosos los que en Él se refugian.

 

Todos sus santos, temed al Señor,

Porque nada les falta a los que lo temen.

 

Los ojos del Señor miran a los justos,

Sus oídos escuchan sus gritos;

Pero el Señor se enfrenta con los malhechores

Para borrar de la tierra su memoria.

 

El Señor está cerca de los quebrantados de corazón

Y salva a los de espíritu abatido.

 

La maldad destruye a los malvados,

Los que odian al justo serán castigados.

 

El Señor libra a sus siervos,

Redime a los que en Él confían."

 

Cuando terminó susurró un apenas audible "en paz, Leah” y dejó la piedra junto a la orilla.