Partida Rol por web

Qué maravilla los niños, siempre se adaptan a todo, a lo que tendrían que adaptarse y a lo que no, lo había visto miles de veces en el hospital: quieren igual a mami a pesar de que les pega, quieren igual a papi a pesar de que toma, en este caso solo era una pequeña inundación y lo estaban llevando de maravillas. Una sonrisa se me escapó al ver a las niñas jugar, saber que Geneviève andaba cerca en la cocina también me daba tranquilidad, las saludé y agradecí a Victoria la invitación implícita a compartir un chocolate; quizás cuando hayamos terminado.

Más allá de eso, el nivel del agua y la rapidez con la que subía era alarmante, al menos para mí. Era primordial saber si esto se debía a nosotros de alguna manera, para protegernos o para alejarnos. Reparar la casa luego esto iba a ser un trabajo tremendo y limpiarla: estaba pensando en eso con las manos en mi cintura cuando Elliot apareció trayendo noticias de Édith. Sonreí de costado, qué tranquilidad saber que Édith y su padre estaban bien. -Ada ya está en camino, al menos hasta donde la lluvia nos ha dejado ver -notifiqué como si hubiéramos enviado un paquete por correo -Espero que todo salga bien -. "Por favor, por una vez sin bajas", pensé a modo de plegaria. Luego miré a Elliot y sonreí -No lo sientas, aunque me parece bien que no te desmorones -susurré y le guiñé un ojo.

-Daniel, Elliot creo que debemos intentar comunicarnos con la entidad ahora si les parece -los miré alternativamente -Antes de que el agua suba más, por lo menos para tratar de sacarnos algunas dudas de encima. Estuvimos hablando con Daniel y él propone un baile y unas palabras para ser dichas -me encojo de hombros -Yo creo que lo que habita aquí debe ser algo conectado con lo que ya hemos visto Mats y yo: el fauno y la mitología de los bosques, de hecho el ser habló también de Nevalinna, que había sido fundada por aquí y de otros reinos a los que se entraba por la torreta que vimos al otro lado del lago hoy a la tarde, en donde despedimos a Leah -hago un breve silencio -Quizás sea la titánide que custodia el Mnemósine, aunque me había dicho que solo podía ir allí en sueños, pero ¿No es Tetis la que custodia las aguas dulces? -divagué pensativa -¿Ustedes qué creen?

Tenía el cuerpo aterido y empapado. Si no era una ondina me iba a convertir en una a la brevedad con las cantidades ingentes de agua que me habían bañado en la última media hora. Sin embargo, para mi total deleite y perdición apenas Elliot rozó mis dedos el calor volvió como un subidón que puso en movimiento mi cuerpo y mi voluntad, que ya estaba algo inclinada al sueño, en marcha. Yo también ansiaba abrazarlo y que me confortara con su calor físico, porque el espiritual podía percibirlo con solo mirarlo, con solo dejarme doblegar por esas pequeñas descargas eléctricas que cruzaban de sus dedos a los míos, de sus pupilas a mi mirada. No veía la hora de estar en sus brazos y así se lo hice saber con mi mirada. Yo también sentía que me había ido más tiempo del que en realidad había transcurrido, suponía que cuando uno encontraba tal afinidad de espíritu con otra persona el dolor de la lejanía era más pesado y el reencuentro terriblemente ansiado.

Cuando llegamos a la casa, me sorprende ver que toda la planta inferior está inundada, y el agua cubre hasta los tobillos. Entre las goteras y la tenue iluminación de las velas, no puedo evitar pensar en una caverna en la que el agua de lluvia lleva miles de años filtrándose. Somos recibidos por la pequeña Victoria, que nos dice que Geneviève está preparando chocolate caliente. Chocolate caliente. Tras oír eso, dormir puede esperar un rato más.

Elliot no tarda en salir a nuestro encuentro. El intercambio de susurros y miradas que se dedican Clémentine y él confirma la sospecha que tenía, y siento cómo mi corazón se hincha de alegría por ellos. Es hermoso que incluso en estas circunstancias sea posible encontrar algo así. Clem sugiere que quizá sea el momento adecuado para tratar de comunicarnos con nuestra entidad benefactora; asiento expresando mi acuerdo. Cuando la oigo mencionar al fauno y las cosas que nos comentó, se me ocurre algo:

—Clem, ¿recuerdas lo que nos dijo Tumnus* sobre la torre de la laguna? ¿De que era un portal a otros reinos? —pregunto, seguro de que llegará a la misma conclusión que yo—. Tal vez ese sea su centro. A lo mejor allí es más fácil hablar con… con ello.

Después de todo, fue allí donde nos encontramos con el fauno, para empezar, y nuestra intuición nos dijo que quizá allí Leah escucharía nuestra despedida. No es descabellado pensar que ese sea un lugar entre mundos, en el que sea más sencillo comunicarnos con lo que quiera que nos esté protegiendo.

Miré a Mats y me reí del mote que le había puesto al pobre de Huc con una sonora carcajada -¿Ahora te burlas de los  faunos? -inquirí fingiendo que estaba indignada -Aunque ese más bien era un sátiro -agregué con una sonrisa pícara. Luego hice memoria para recordar las palabras exactas que el fauno nos había dicho -Nos había confirmado que por allí se entraba efectivamente a otros reinos, pero que no lo hiciéramos porque "Si gustas demasiado no te dejarán volver y si no les gustas, no volverás" -cité y los miré a todos, no dejaba de sonar inquietante -Mi pregunta es, ¿Podremos llegar hasta allá con toda esta agua?

Mi mirada se pierde en el agua que corre literalmente por todos lados, por un instante las columnas en el medio del salón me recuerdan a la estación Danube, o a la imagen que me había hecho de ella por las descripciones que nos habían dado... Un escalofrío me recorre sin querer y alejo los pensamientos de Vendela y de su séquito de alucinadores.

Me encojo de hombros.

—Bueno, técnicamente, la laguna estará desbordada y el agua habrá llegado hasta aquí. Si lo importante es el agua… A lo mejor da igual. En todo caso, salir con la que está cayendo y con el agua por los tobillos no parece factible. Olvidad lo que he dicho.

No digo nada más. Evidentemente soy el que menos sabe de todos estos asuntos de comulgar con espíritus y demás.

Con que esto es a lo que debían referirse con el orden del caos, pienso al entrar en la sala, sonreír con la visión de la flota de palanganas, cucharas, vasos y cubiertos de las niñas, y aun mas cuando, Elliot irrumpe en la formación con un Tsunami.
- Me alegro de oír eso - asiento con media sonrisa mas después de su actualización referida a Edith y al hilo de lo que comenta solo apunto que estábamos comentando como abordarlo.
- Para despejar la mente nada mejor que un reto misterioso - digo medio en broma medio en serio.
Inmersos en el inicio de la tormenta de ideas escucho con atención el intercambio entre Clementine y Mats.
Los dos comparten mas detalles sobre su encuentro con en el Fauno - empiezo a sospechar que le encaja mejor la denominación de sátiro - y algunos nombres y pensamientos.
Me quedo, por que lo remarcan los dos, con que el torreón de la laguna podría estar conectado con un lugar llamado Nevalinna, y con otros reinos.
Al parecer sirve de cancela para un paso al otro lado.
Sin embargo me enredo cuando entran en la ecuación nombres arcaicos que casi apenas recuerdo la referencia. Estoy necesitado de una enciclopedia. Al menos del tomo de los mitos clásicos. En una edición impermeable y con capacidad flotabilidad. Que fuera salvavidas al menos en dos frentes.
Pero al mencionar la frase exacta del duendecillo me recorre la espalda una culebra helada desenterrada de los recuerdos de niñez.

Cita:

- ¡Eso no son espíritus, eso son hadas! - se me escapa la sorpresa en una exclamación - Eso que has dicho es lo que le hace "La Buena Gente" a los desventurados que atraparan su atención. Mi Nana me acojonaba mucho con esas historias. El Copero cojo de la reina Maeve. La Cacería Salvaje y las colinas Sidhe que se abrían para dejar salir a sus partidas al son de los cuernos de caza.
Agito la cabeza negativo - Puede que ese sitio sea Liminar. Pero Espiritual... Me hace pensar que es mas como una embajada. Un portal para que le entre el aire fresco de lo que aquí reside.

Aunque el caos y el alboroto. Las subidas y bajadas. Eso es muy Aos Si, me muerdo el pensamiento antes de decirlo en voz alta.

Por que no se puede ser vehemente, cuando no lo puedes afianzar en una base solida, me detengo a pensar desviando unos instantes la mirada de mis compañeros, pero liberándolos en voz alta - Cuando llegue aquí pensé que el edificio no era el centro del complejo. Que lo era la piscina.
Cuando se comento lo de sus propiedades pensé que era como el pozo. Pero ahora me doy cuneta que un pozo es como un manantial que no circula. Una remanso de un curso que mana. Una laguna en un extremo. Como la punta del Iceberg
Los nombres que dijisteis ¿Mnemosine?¿Thetys? Son diosas acuáticas. De ríos. ¿Verdad?.
Creo que si queremos hablar con la señora del lugar hay que ir a la piscina. Su espejo a mundo por asi decirlo
También miro a la marabunta suelta de las aguas de la marisma abordando la casa por todas partes.
- Llevo pensando igual que tu Mats. Todo el rato. Es casi como si estuviéramos dentro. Pero no es lo mismo - señalo el agua e interrogo a Clementine buscando confirmación - No es lo mismo estar mojados que estar sumergidos.
Así como un bautizo a la antigua usanza.
- Creeme Mats - le digo contemplándolo con el gesto de camaradería mas genuino que se puede expresar, pues mis seguridades son las mismas que las de él, y navegan ahora mismo por el agua en la oscuridad - que estoy como tu, y me siento igual que tu tal y como si intentara alcanzar un blanco lanzando piedras. Y todas pienso que se me van acabar cayendo encima.
- Pero - le digo buscando un bote de arroz donde dejar a cubierto el móvil - la duda nos tiene por que impedir intentarlo - agito la cabeza incitador - Los cuatro. Clementine tiene razón. Somos una familia.
Me froto la cara intentando desentumecer le idea para explicarla.
- De ahí parte el rito que, creo que podemos usar, para entrar en contacto de una forma ordenada y digna. Los Hopi lo ejercen para presentar a un nuevo miembro y reconocer su nombre.
Si es una presentación formal lo que queremos lograr no lo veo mal - les sondeo con la mirada - ¿Y vosotros?
-Se trata de danzar para desplegarse sin tapujos con tu verdad desnuda y decir Tu Nombre.
Yo iría primero como Banderizo y Senescal. Como introducción y enlace. Y seguridad - me encojo de hombros - Si no funciona que no nos ahoguemos todos. Yo entro y cogidos de la mano vamos entrando.
Yo se como os veo a vosotros... - Sacerdotisa, Soberano y Consejero - pero mejor presentaros vosotros mismos.
Miro alrededor, Clementine, Mats, Elliot, las niñas, el techo y la tormenta - Vale, ahora que lo he soltado ¿No parece tanta locura? ¿No?- les digo sonriendo a medias.

Elliot siguió la conversación entre Mats y Clementine con atención buscando en sus palabras las claves que pudieran darles una respuesta. Le pareció que ambos tenían razón al suponer que la fuerza benefactora que los protegía podía tener una naturaleza similar a lo que ya habían visto. ¿No era ésa la impresión que impregnaba todo aquel lugar? Desde la barca abandonada adornada con banderines hasta el balneario, sus piedras y su musgo, su piscina y sus ranas, por no hablar del lago con la pequeña torre y el camino hasta allí, todo parecía sacado de una historia de las hadas, incluso recordó haber pensado que la pequeña Jovanka parecía ser una de ellas.

Clementine contó que el fauno habló de un lugar llamado Nevalinna  y de “otros reinos”, de gentes que no te dejan volver si les agradas demasiado… Todo parecía encajar y las criaturas feéricas no eran ajenas a los reinos de los sueños, sino que sabían moverse en ellos como en su propia casa. Sabrían también entonces protegerlos.

Daniel pensó lo mismo que él y al parecer conocía muchas historias. Elliot recordó que también su abuela le contaba algunas e incluso le enseñó unos poemas y canciones; no en vano sus bisabuelos eran galeses.

Daniel presentó el esbozo de su plan. Parecía haber estado meditándolo y aún con sus dudas se le veía pletórico, pero Elliot pensaba en aquello de “danzar para desplegarse sin tapujos con tu verdad desnuda y decir tu nombre” y no acababa de verse victorioso en ese papel: –Si alguien tiene que danzar así, yo preferiría cantar o interpretar la música, la verdad –dijo entre serio y divertido. Tal vez iban a necesitar algo más fuerte que el chocolate.

Miró entonces a las niñas que seguían jugando con el agua y luego a Daniel. Seguramente él tendría la última palabra pero no había nada que perder por intentar conseguir ayuda. Se acercó a ellas y se acuclilló a su lado, debían estar escuchando la conversación. Recordó que Geneviève le contó que Yuli y las niñas ya estaban habitando en las marismas cuando Estelle y ella llegaron allí. Sin duda conocían el lugar y quién sabía hasta qué punto y más habiendo convivido con Édith.

–Jovanka, Victoria, si quisiéramos hablar con quien protege este lugar, ¿dónde podríamos encontrarle?

Victoria había escuchado la conversación, pensativa. Miró a Jovanka como pidiéndole consejo, o permiso. La más pequeña asintió y la mayor pudo hablar:

–Es una sirena y a veces jugamos con ella en el lodazal cerca del búnker, que es su hábitat natural. No habla pero le gusta cantar y puede imitar cualquier instrumento musical con la voz, como un loro. Quisimos presentarle a Édith pero no acudió.

Se encogió de hombros.

–Les tiene miedo. –Dijo refiriéndose a las chicas tatuadas.

La pequeña se vió en la necesidad de aclarar algo. Se quitó las gafas de buceo y se las puso sobre su melena despeinadísima, como una diadema.

-Ez muy grande, tiene alaz pero como ez muy gorda no puede volar. Tiene melena, cuernoz de palo, orejas de vieja, tetas peludas, brazos de dinosaurio y dos colas de pescado.

Victoria aclaró.

–El búnker está en otra isla, pero la primera vez que la vimos se estaba dando un baño aquí, en la piscina.

Después de la viva y ciertamente espeluznante descripción aportada por las dos pequeñas, me quedo mirando a mis amigos, con los brazos cruzados y expresión interrogativa. Tuerzo la boca.

—Podemos probar en la piscina. Diría que es lo más fácil. Si hay que ir hasta otra isla, necesitaríamos el bote, pero se lo acaban de llevar…

Me encojo de hombros. Parece que solo tenemos una opción.

—Tal vez no sólo sea lo más fácil. Victoria ha dicho que la primera vez que la vieron estaba aquí, así que puede que fuera un lugar frecuentado por ella cuando aún no habían vuelto los humanos -señaló hacia la ventana-. Ahora apenas asoma la balaustrada, digamos que la laguna y la piscina se han hecho una sola. Creo que tenéis razón, Mats, la corazonada de Daniel parece acertada.

Y en serio -volvió a mirar al detective- no hay danza sin música, así que dejadme tocar para vosotros, si Mats me presta su guitarra. Conozco una antigua canción galesa que me enseñó mi abuela. ¿Creéis que le gustara si cantamos y bailamos para ella? -preguntó de nuevo a las niñas. La descripción de Jovanka era sencillamente genial y pese a lo increiblemente peculiar seguramente bastante exacta.

Las dos niñas afirmaron con la cabeza a la vez.

Suspiro liberando parte de los nervios - Tenemos quorum - sonrío totalmente en serio señalando con la cabeza a las dos niñas - A ver si encontramos otra guitarra. Contigo y con Mats a la armonía, lo mio no va a desentonar - me apoyo en un mueble - ¿Nos damos cuenta de que podemos llegar a conocer a Alguien posiblemente anterior a muchos dioses? Vamos, presion cero... Ahora si me tomaría ese chocolate - ojala estuviera borracho. Entonces la intoxicación tendría una excusa - Tenia previsto cantar rítmicamente y dar saltos y volatines como recuerdo. Pero ya que hemos sacado la artillería... - me rio abiertamente y con cara de quien ya no se baja del barco - Que no se diga que este Mallutz se arredra por tener dos pies izquierdos.
-Piscina pues ¿No?. Maeses - les saludo a ambos interpretes y luego a la doctora con una ligera reverencia - Lady Clementine.
Me empiezo a quitar ordenadamente los zapatos y los calcetines, que son pura laguna, y se los entrego a las niñas para que engrosen su flotilla.
- Esto solo puedo hacerlo descalzo - aseguro - y posiblemente sin camisa - bromeo - así que contrólense jovenzuelos - señalo a Elliot y Mats intentando liberar mas el nudo sobre las tripas - guárdense las mofas y los piropos para cuando todo haya terminado - y extendiendo la coña añado - mi madre ya me previno sobre los Galeses.
Después la mezcla de ánimos concatenados atrae un tono mas pausado pero no libre de excitacion.
- Tenemos clara la pregunta que queremos hacer si solo nos da para una ¿Verdad? - digo mirando a Clementine casi con la telepatía del embarcadero - Por que nos protege ¿Umm? - comparto intercambiando miradas con los otros esperando que, añadan la puntada que pase, de una pregunta buena a la que abre las puertas de par en par y saca a la luz lo largamente guardado.
Han pasado tanta cosas que a veces ya no coges la medida de lo que estas haciendo. Que lo peor es que nos encuentren de serenata dentro del aguacero.
Lo que digo y luego propongo son impresiones e imaginacion sin ninguna base cierta o protocolo.
Ciertamente van contra mucho de lo que me ha sido enseñado. Pienso que mucho de lo que nos ocurre esta hilado en esos esquemas. Romper lo que era dado por supuesto. Entrar en mundos con esquinas tras las equinas.
Entregando mi simulacro de calzado se me ocurre que no por ello no podemos consultar a los expertos.
Agachado y apoyado sobre un talón les pregunto a las chiquillas - Javanka. Victoria. Esa dama...por casualidad no tendrá un nombre que podamos aprender los mayores. No necesariamente yo. Un nombre para poder llamarla. Y que no se enfade por que le hemos dicho gorda o algo así. Ya sabéis como somos los adultos.

Asiento ante lo que cuenta Daniel sin pronunciar palabra, la verdad es que mi nana no me había leído ninguna de esas fábulas más que algunos cuentos de Grimm y cuando tuve la oportunidad de leer los libros que suelen leer todos los niños me parecieron, como no, muy comunes... Que ya veo que desde pequeña me he esforzado por no mezclarme con los niños de mi edad, rodeada de adultos quería simpatizar con ellos más que con mis pares y entonces, todas esas historias no me interesaban y me resultaban, casualmente, de niños como si yo no lo fuera en aquel entonces. Me he perdido de muchas cosas.

Escucho muy atenta todo cuanto señalan porque es información nueva para mí en algunos casos, luego apunto -¡Es cierto! El fauno se refirió a ellos como "buena gente" pero debo confesarte que pensé que lo decía como yo lo puedo decir de mis vecinos -me encogí de hombros, no me hubiera figurado nunca que tenía otro significado.

Luego Mats y Daniel señalan que quizás deberíamos hacerlo en la piscina y Daniel dice muy acertadamente que no es lo mismo estar empapados que sumergidos... En el barro y el agua sin saber qué hay debajo... Qué horror y qué asco. Bajo la mirada y me tomo el puente de la nariz mentalizándome en lo que tendré que hacer, pero vale la pena si podemos comunicarnos con el ser.

La danza de los Hopi es explicada y de pronto sé que debería presentarme como la sanadora, que es lo que soy -No es una locura para nada -admito, pero no es que yo lo hubiera pensado, solo que mi mente estructurada no quiere mezclar danzas hopis con mitología local... Supongo que la danza en sí misma no tiene nacionalidad. Luego miro a Elliot entrecerrando los ojos acusadoramente, como diciéndole "ya puedo ver lo que estás haciendo" cuando intenta desligarse de la danza, me sonrío de lado pero no llego a decir nada porque quiero escuchar su música, realmente. Y luego se le ocurre la fenomenal idea de preguntarle a las niñas sobre la entidad, que aportan información muy valiosa. ¡Una sirena! No sabía que habían en el río... No sabía que existían, a decir verdad.

Tengo que reprimir una carcajada cuando Jovanka hace una pormenorizada descripción de la sirena, es más me cubro la boca y cierro los ojos bajando la cabeza porque se nota a leguas que lo que nos está contando es de vital importancia para ella y para nosotros, no quiero ser irrespetuosa y agradezco de corazón esta información de antemano porque si me hubiera encontrado con algo tan grotesco de buenas a primeras quizás lo hubiera arruinado todo... Con la misma reacción que estoy reprimiendo ahora. Vaya ser, debe ser la mar de interesante y lo suficientemente poderoso como para protejernos, por lo cual se merece todo mi respeto.

Ya repuesta los miro -Hagámoslo -digo mientras busco la confirmación de los demás -Gracias por contarnos esto niñas -las miro con una sonrisa.

Luego me quedo de una pieza cuando Daniel empieza a sacarse los zapatos y amenaza con sacarse la camisa, ahora sí siento que me arden las mejillas violentamente y logro juntar valor para preguntar -¿Es necesario que me saque la ropa? -y lo miro casi negando con la cabeza como para que me diga que no. Porque no lo voy a hacer, a menos que sea estrictamente necesario, demonios. -¿No hay algo fuerte que pueda tomar? -De pronto siento que lo necesito. Y para alejarme de mis dudas del momento me concentro en la pregunta -Creo que está bien, a menos que se les ocurra una mejor o más precisa -manifiesto mirando en derredor.

Parpadeo procesando la duda de Clementine y sin jugar ni bromear con ello solo le digo con serenidad que no , no hace falta que se libere de ropa - A no ser que es lo que te pida el cuerpo - digo señalándome a mi - o si es una necesidad perentoria. Nunca se sabe bajo el agua.

Ver a Daniel derrochando energía y buen humor contagioso hizo pensar a Elliot que pudieran comunicarse con aquella sirena o no había valido la pena hacer la propuesta. Rió cuando Clementine hizo un chiste posiblemente involuntario al hablar de “la buena gente” como el apelativo que daría a unos vecinos, y más abiertamente cuando Daniel empezó a desnudarse sin parar de bromear e igualmente después al ver el gesto de espanto y dignidad de la chica cuando pensó que debería quitarse también la ropa. Cómo deseaba haber podido estar con todos riendo, bebiendo, lejos de toda esa locura, que Ellisif y Leah hubieran podido estar con ellos. Si algún día esto terminaba, pensó, la celebración podría ser gloriosa.

Daniel habló de dos guitarras pero Elliot meneó la cabeza no teniéndolo claro. –Para tocar juntos y que no fuera un desastre deberíamos interpretar una canción que conozcamos los dos y ensayar al menos un poco. Tampoco sé si habrá aquí otra guitarra, aunque no creo que haga falta –miró a Mats y Clementine por si conocían la respuesta–. Puede tocar Mats si os parece mejor, ya hemos oído todos lo lejos que pueden llegar sus notas. Mi intención era “encantar” de algún modo la canción, por decirlo así –se explicó–: cuando encontramos a Sophie, si recuerdas, te pedí que sostuvieras una piedra en las manos y pensaras en darle el mensaje de que estábamos allí, que aguantara un poco más –comentó mirando a Mats–. Sosteniendo también la piedra pude hacer que esa impronta llegara hasta ella al lanzarla al agua en la que estaba sumergida, aunque su mente no se encontraba entonces en nuestro mismo plano. Puedo hacer lo mismo con la música que interprete y si sale bien hacerla viajar para que llegue a los oídos de nuestra anfitriona aunque esté al otro lado, si ese otro lado tiene que ver con el ensueño. Pero tal vez tu música esté encantada de forma natural –dijo al pelirrojo con una sonrisa.

Daniel y Clementine comentaron acerca de la pregunta que habría que hacer si sólo pudiera ser una y Elliot no estuvo del todo de acuerdo. –La que planteais es muy interesante pero recordar que lo más urgente, lo que necesitamos saber, es si su protección ha sido comprometida y los soñadores han podido actuar aquí. Es eso lo que deberíamos preguntar, no sin antes darle las gracias por protegernos y siendo lo más corteses posible, por supuesto, no queremos que piense que la estamos cuestionando... Decidle la verdad acerca de por qué necesitamos tener la total certeza: que nuestra seguridad –señaló con un gesto muy leve a las niñas para intentar que éstas no se dieran cuenta que apuntaba a ellas– está en juego. Y hablando de seguridad –añadió– nada de sumergirse en el lodazal y la oscuridad sin estar atados a una cuerda, Geneviève tiene que tener alguna. No creo que afecte al ritual y sería una locura entrar ahí sin saber si con toda esta lluvia os podría atrapar el lodo del fondo –en esta última frase se estaba autoexcluyendo pero aún no sabía cuál terminaría siendo su papel allí–. Por cierto, no estaría mal preguntar también a Geneviève si en la casa hay algo más fuerte que el vino. Parece que todos lo estamos necesitando.

Pestañeo varias veces, lentamente, con los reflejos reducidos por la privación del sueño. Sí que tengo otra guitarra, pero es eléctrica, por lo que necesitaría estar enchufada para funcionar. Por otro lado, con toda esta lluvia, no parece muy buena idea.

—No digas más, Elliot. Mi guitarra es tuya. Estoy convencido de que sabrás darle buen uso —respondo. Asiento a las indicaciones que el experimentado joven nos da al resto. Claramente tiene razón; lo más importante es saber si seguimos a salvo después de las incursiones subrepticias del enemigo entre nuestras filas—. Hum. Llevo casi tres días sin dormir, Elliot. No sé si sería muy aconsejable tomarme «algo más fuerte que el vino». —Río, encogiéndome de hombros—. Y ya hace mucho tiempo que no tomo drogas, así que… Supongo que yo estoy listo.

Encontraron la cuerda, tres botellas de alcohol con las que combinar el chocolate caliente -crema de grosella negra, brandy y licor de naranja- y una caja de pastas de té.

A pesar de ser junio el agua de la lluvia había refrescado el ambiente. El chocolate resultó reparador, especialmente para Mats.

Las niñas se unieron al resopón. Contaron que a ese ser le gustaba repetir las canciones cambiándolas a su gusto y que a veces le habían puesto "la música de Yuli" y se ponía a bailar “como una foca”.

Protestaron cuándo Geneviève las envió a la cama. La psicoterapeuta se quedó en el comedor para avisar arriba si ocurría algo grave.

Elliot vertió algo de brandy en su chocolate más por entrar en calor que por tener que desinhibirse ahora que sabía que no debía danzar como los hopi. Vio el color retornar a los rostros de sus amigos todavía empapados y sin visos de poderse secar en a saber cuánto tiempo más. Él mismo tenía los pies empapados y pronto lo estaría también por completo. Temió que la guitarra de Mats se dañara por culpa de la lluvia y así se lo hizo saber.

Las niñas hablaron algo más de su amiga la sirena y de nuevo la imagen que se formaba de ella era de lo más peculiar. Sonrió tratando de visualizar cómo sería el baile de una foca y pensó qué música le gustaría a Yuli para imaginar qué habría danzado la pobre. Que fuera tan benévola con las niñas no debía hacerles suponer que fuera a serlo también con ellos; esperaba que su benefactora, dado que también deseaban protegerlas, extendiera su amabilidad con ellos. Si el barro allí era medicinal, pensó, tal vez se debiera a su presencia. Dio la buenas noches a las niñas cuando Geneviève las envió a la cama y también las gracias por haber compartido su secreto.

Cuando todos estuvieron preparados salió con ellos al exterior. Lo primero era buscar un lugar seguro para atar la cuerda que estuviera a la distancia apropiada para llegar a sumergirse en la piscina sin problemas. Tras ello respiró fuerte y hondo y miró con complicidad uno a uno a sus amigos con un “ojalá sepamos hacerlo bien” y un “madre mía” en su rostro. Fue un “esto va a salir bien”  sincero sin embargo lo que salió de sus labios. No pudiendo resistirlo más los abrazó a todos y cada uno con fuerza.

Buscó un lugar algo más elevado desde el que tocar y poder ver todo y se sentó en un punto alrededor de la piscina en el que la piedra todavía no estaba cubierta por el agua. Colgó la guitarra de su hombro y pasó suavemente los dedos por las cuerdas. Era “la chica” de otro y con el gesto le decía que no se preocupara, que él iba a tratarla como corresponde. Levantó la vista y miró hacia el edificio que parecía flotar sobre la laguna. Sus luces, así como las que llevaban con ellos, eran los únicos puntos luminosos en un mar de oscuridad atronadora. Alumbrados así sus amigos parecían espíritus luminosos venciendo la oscuridad. Sonrió: eso eran exactamente. Los mundos de la vigilia y el sueño no parecían tener frontera en aquel lugar. Desde luego parecía el punto adecuado para llamar a la puerta de la señora de la marisma.

Esperó la señal de Daniel y los demás y cuando convinieron empezó a tocar.

Golpeó primero la caja de la guitarra como si fuera un tambor. Los chamanes los utilizaban para viajar entre los mundos y con ello marcó también el ritmo con el que quería tocar “Dacw 'Nghariad”. Su abuela la cantaba con un ritmo lento y melodioso, pero si tenían que danzar como los hopi debía darle una forma más intensa. Sintió que hacía siglos que no la cantaba y recordó a la entrañable Phoebe y su peculiar voz nasal insistiendo en la pronunciación correcta del galés, cuya letra Elliot debía aprender de oído al no tener ni idea del idioma. Recordando el sentido de la canción sonrió para sí. Su abuela estaría contenta.

Decía así:

Dacw 'nghariad i lawr yn y berllan,

Tw rym di ro rym di radl didl dal

O na bawn i yno fy hunan,

Tw rym di ro rym di radl didl dal

Dacw'r tŷ, a dacw'r 'sgubor;

Dacw ddrws y beudy'n agor.

Ffaldi radl didl dal, ffaldi radl didl dal,

Tw rym di ro rym di radl didl dal.

Dacw’r dderwen wych ganghennog,

Tw rym di ro rym di radl didl dal

Golwg arni sydd dra serchog.

Tw rym di ro rym di radl didl dal

Mi arhosaf yn ei chysgod

Nes daw 'nghariad i 'ngyfarfod.

Ffaldi radl didl dal, ffaldi radl didl dal,

Tw rym di ro rym di radl didl dal.

Dacw'r delyn, dacw'r tannau;

Tw rym di ro rym di radl didl dal

Beth wyf gwell, heb neb i'w chwarae?

Tw rym di ro rym di radl didl dal

Dacw'r feinwen hoenus fanwl;

Beth wyf well heb gael ei meddwl?

Ffaldi radl didl dal, ffaldi radl didl dal,

Tw rym di ro rym di radl didl dal