Partida Rol por web

 La joven de piel oscura saluda a Bellarose cuando reaparece, mientras la juglar se acerca, la joven batidora no puede dejar de fijarse en sus andarse forzados, como retenidos, y como esta procura no moverse como es habitual en ella con esa gracia y fluidez hipnótica, en su lugar se mueve como si lo hiciera con miedo a lastimarse.

 - Veo que ya estás aquí. Permíteme que te ponga al corriente de lo que tenemos hasta ahora...

-Entonces ¿Cual va a ser el plan? - preguntó cuado Evea terminó - ¿Como vamos a encontrarlos?

-De acuerdo, de acuerdo... - levantó las manos dándose por aludida tras el silencio general - Vamos a hacerlo a lo fácil. Vayamos al Arrabal y... y...  busquemos ese almacén apartado. Una vez allí ya veremos. ¿Os parece?

Tras el largo silencio incómodo y el acto de iniciativa la bella Gaëlle,el joven muchacho se levantó nervioso de su silla y se dirigió hacia la puerta. Se paró en frente de ella,dando la espalda a sus compañeros.

-Vamos,sé donde se esconden.Se merecen una reprimenda, y vamos a dársela nosotros...todos juntos.

Se giró y miró a Karlack y a Evea,esperando una respuesta que le calmara ante la tensa situación.

Auria recogió su equipo con rapidez, se volvió a colocar la armadura, por si acaso y equipada para la batalla descendió rápidamente por las ramas del árbol ajustadas para formar una escalera de caracol pegada al tronco de la enorme secuoya que constituía el centro de la posada.
El posadero la miró con curiosidad cuando salía por la puerta con todo el armamento, pero no dijo nada. Las calles del Centro estaban vacías por completo, salvo el guardia del arco que llevaba al Arrabal, sin embargo de aquella misma dirección el sonido de la fiesta que se mantenía a menos de trescientos metros llegaba con muchísima más claridad que en las ramas altas donde Auria tenía su alojamiento.
La muchacha se sintió despistada cuando se acercó al muro de espinos, el shock de ver a Karl allí había hecho que perdiese bastante los detalles de la escena y ahora le costaba mucho distinguir el punto exacto dónde le parecía haber visto que saltaba la barrera. Más de cuarto de hora después localizó con cierta seguridad el punto, primero le había despistado el hecho de no contar con lo alto que estaba cuando lo vio, a ella le había parecido que saltaba cerca del árbol pero en realidad el punto estaba a varios cientos de metros de su posición y para colmo el maldito bastardo era bastante bueno, incluso sabiendo lo que tenía que buscar y la zona, Auria había tardado lo suyo en intuir, ni siquiera confirmar, dónde estaban las huellas y lo que pensaba que podían ser los daños ocasionados al trepar en el espino.
Por desgracia para ese momento Auria había llamado mucho la atención del guardia caminando de acá para allá en torno al muro armada y blindada como un soldado y no la perdía ojo. Aunque los poderes de la druida le permitirían atravesar el impenetrable espino como si no estuviera hacerlo levantaría muchas sospechas y seguramente alertaría a la guardia en su contra. Aunque la elfa no entendía como funcionaba el mundo civilizado y sus reglas, sí que sabía que los urbanitas se tomaban muy a mal cosas como que cada uno fuera donde quisiera como quisiera, le ponían, como suele decirse, muchas puertas al campo… y se enfadaban si no las usabas.
Auria aguzó la vista para tratar de ver el otro lado del muro de espino y llegó a atisbar un llamativo edificio de madera muerta que tenía por fuera grandes esculturas de animales hechos de piedra, estaba bastante segura de encontrar fácilmente el sitio donde llegaría atravesando el espino si se limitaba a dar un rodeo, saliendo por el arco como les gustaba a los urbanitas y caminando junto al muro de espinos hasta ver de nuevo el almacén de esculturas. Hacerlo le llevaría menos de cinco minutos y Karl ya le llevaba bastante más de veinte minutos entre el tiempo que le llevó bajar de la posada y encontrar el rastro de modo que no parecía muy probable que cinco más le fuesen a afectar la caza, aunque tampoco era imposible.

Si sabes donde se esconden todo será más fácil, guíanos

En realidad todo lo que estaba haciendo Auria resultaba inútil y Karl, si es que era Karl, ya le llevaba más de veinte minutos de distancia. Así que muy a su pesar, Auria se relajó y se marchó de nuevo a la posada a descansar y esperar al día siguiente.

Si Karl estaba por allí podría encontrarle al día siguiente y aniquilarle con sus propias manos. Tenía una sed de venganza terrible, era un sentimiento que no se le había despertado hasta ahora, pero ahora que creía que lo había visto, se dió cuenta que la próxima vez que lo hiciese sería para acabar con su vida.

Tanto Theonil como Evea se unieron al resto del grupo cuando todos estuvieron de acuerdo en seguir a Drieric al almacen en el que sospechaba que se escondían los contrabandistas.

Aunque el grupo llamaría bastante la atención, armados y blindados como estaban, lo cierto es que la gente que estaba en la plaza parecía más preocupada del baile y la bebida que de los posibles transeúntes. El único guardia con que se cruzaron les presto atención sólo el tiempo suficiente para notar a Theonil entre ellos, luego siguió con sus asuntos.

El Arrabal estaba prácticamente desierto, una vez que se alejaron unos cientos de metros de la plaza no se veía a nadie por las calles, las piedras de luz y los candiles eran cada vez menos numerosos, para cuando llegaron al último almacén de la calle principal todo estaba sumido en unas densas penumbras que facilitaban la tarea de quienes querían esconderse y pasar desapercibidos. 

Más allá de esa posición las calles eran caóticas y desorganizadas, de acuerdo a los conocimientos de Drieric, el almacén que buscáis debería estar a unos trescientos metros de vuestra posición, relativamente aislado de los demás más allá del edificio que está frente a vosotros, una tienda de esculturas de animales hechas de piedra. Era hora de hacer un plan.

-"Recordad que debemos asegurarnos antes de causar daños. Si molestamos a mercaderes inocentes, la guardia no estará nada contenta y la teniente Aleena puede ser muy estricta cuando quiere." - les recordó Theonil.

Mientras se paraban al final del camino, con la idea de hacer un plan desde dónde aún no pueden ser vistos ni oídos por los presuntos contrabandistas, Drieric sí vio a alguien. Dentro de Zoquejo Centro, más allá del muro de espinos que les separaba a ellos cinco de la barriada de residencia elfa, había una figura pequeña, seguramente un elfo, que les había visto. Que Drieric supiera era la única persona despierta en el Centro a excepción de los guardias.

Auria se disponía a volver a su hotel, convencida de que seguir a Karl en un lugar inexplorado con tanto tiempo perdido sería inutil. En ese momento pudo escuchar a gente caminando por el desierto Arrabal, más allá del muro de espinos.

Segura detrás de la densa vegetación que si bien podía no escudarla completamente de las miradas, lo hacía de que la alcanzasen, les esperó. No tardó en distinguir a un grupo de cinco humanos, dos de ellos mujeres; pero unos segundos después, tranquila por su superior visión sobre la de ellos reconoció a uno de ellos como un aasimar, era el hombre que había visto salir del Centro junto a la humana al llegar a la posada, de modo que volvió a una zona más segura pues su visión era mejor que la de la druida en la oscuridad.

Lo que más le llamó del grupo era que iban pertrechados con armas y armaduras, aunque la mayoría llevaban armaduras y armas ligeras, eran armas que no podían confundirse con herramientas, espadas cortas y arcos. El aasimar llevaba una ballesta pesada y uno de ellos, un humano muy grande, llevaba una armadura completa y una espada de guerra, desde luego nada que la gente soliera llevar a un Festival.

Se pararon como resguardados por el almacén de esculturas, claramente a la vista de Auria pero ocultos de lo que hubiera más allá y empezaron a hablar entre ellos con voces quedas. Auria no podía escuchar lo que decían y lo peor fue que en ese momento su mirada se cruzó con la uno de ellos un joven humano, su aspecto sólo podía definirse como atractivo y, aunque su mirada resultaba calmada y amistosa, su gesto se torció cuando advirtió la figura de Auria entre los espinos. El humano la había visto, no tenía ni la menor duda.

Esperé unos instantes para ver la reacción de aquel hermoso joven, si veía que por alguna razón la delataban saldría corriendo de allí sin pensárselo dos veces, por el contrario si el muchacho tan solo la había visto, pero no daba señal de alarma a sus compañeros se quedaría allí, pues quizá el hombre necesitaba que alguien se diese cuenta de lo que estaba pasando.

Mientras Selen volvía a su alojamiento y se preparaba para acostarse, se dedicó a repasar mentalmente algunas de las historias que había escuchado y se referían a los avistamientos del unicornio en sí, tratando de encontrar alguna relación entre los datos que le dieran más pistas. Su prestigio en la comunidad druídica dependía de que encontrase algo.

La primera elección parecía la más confusa. La elfa no había logrado ningún testimonio de primera mano, había ciertas incongruencias en los relatos que le habían contado que hacían poco claro el contexto total. Casi todas, por no decir todas, las fuentes estaban de acuerdo en que la chica había sido elegida dentro del Centro de la ciudad, casi en el bosque y que el unicornio ni se habría acercado no ya al Arrabal sino al muro de espinos. La gente no se ponía de acuerdo en si alguien lo había visto de primera mano o no, algunos decían que no había habido testigos, aunque la mayoría decía conocer a alguien, que era quien le había contado la historia, que sí lo había visto. Tampoco nadie se ponía de acuerdo en el unicornio, aunque no hay nadie capaz de diferenciar un unicornio genérico de otro, algunos señalaban que ese primer unicornio era un ejemplar especialmente grande y lustroso, el Señor de la tribu decían. A Selen, que sabía que los unicornios no formaban tribus, ni siquiera manadas, todo lo más grupos familiares, le parecía que esas opiniones eran por ello menos fundadas. A partir de ahí cada historia contaba cuentos propios, muchos increíbles y otros no refrendados que, aunque interesantes, era preferible no tomar muy en serio sin nada más que un testimonio aislado.

En la segunda los datos parecían más coherentes entre ellos, volvió a tomar por sorpresa al pueblo, naturalmente; pero estaban festejando de forma más o menos informal la visita del lustro anterior, en una fiestecilla anual que se había asentado tras cinco ediciones, de modo que mucha gente estaba presente cuando se produjo la llegada. La criatura salió del bosque y atravesó el Centro y el muro de espinos hasta la casa de la elegida que se encontraba en el Arrabal, la muchacha no estaba en la fiesta, el unicornio se acercó a morada, parándose frente a ella que cosía en la puerta. Los testigos fueron numerosos, de hecho la druida había hablado con alguno, todos estaban de acuerdo en las cosas más o menos generales, aunque todo el mundo adornaba sus historias con detalles, algunos de los cuales eran curiosos o sospechosos pero que no se ponían de acuerdo entre ellos los narradores de si eran o no ciertos.

Las últimas tres ediciones han sido parecidas entre ellas y más organizadas, aunque muchos intentan exagerar la historia o adornarla con detalles de su, supones, invención. Lo que queda claro que pasa siempre es que todas las doncellas del pueblo y alrededores e incluso de más allá que acuden para el Festival, de dirigen a la Plaza, el lugar en el que ahora mismo se forma la fiesta, las doncellas forman un semicírculo vestidas ¡con sus mejores galas! (en esto, por raro que suene, coincide todo el mundo) mientras todo el pueblo y los visitantes forman un círculo peleando por los mejores sitios para ver el espectáculo; llegado el momento, siempre cerca de la medianoche, el unicornio sale del bosque de repente, atravesando el muro de espinos por un lugar distinto cada vez (y según quien lo cuente, dado que algunos dicen que se materializa de la nada). El círculo formado por los curiosos se abre y el unicornio entra para inspeccionar a todas las doncellas, reculando ante algunas, pasando de largo ante otras, hasta arrodillarse frente a una que, emocionada, sube a su lomo y el unicornio vuelve al bosque a través de los espinos al galope con la muchacha a su lomo en un viaje que a Selen se le antojaría horrible vestida con un traje de gala.
 

Selen se durmió, inquieta, mientras daba vueltas a todos los datos que había acumulado.

El joven miró hacia los lados,inspeccionando la zona con la vista.Gracias a su gran visión,detectó una pequeña figura detrás de un muro de espinos que los separaba de la zona de residencia elfa.Se percató de que la pequeña silueta,seguramente un elfo,también los había visto.

Se dirige a Karlack,que estaba agrupado con los otros,ideando un plan y le dijo sin levantar mucho la voz,lo suficiente para que solo se enterasen sus compañeros. -Parece que no estamos solos,he visto a alguien a través de ese muro de espinos...y creo que él también nos ha visto.

Sin perder la calma,sugirió hablar con él para intentar sacarle algo de información.Tras esta sugerencia,se quedó en silencio y esperó una respuesta por parte del grupo.

-Hablemos con él entonces - dijo fijándose en el lugar que Drieric había señalado - ¿Que haremos una vez que sepamos que están allí? La Gata había sugerido usar un cebo... no es que me agrade, pero podría ser buena idea. Supongo que mejor que derribar la puerta de una patada... O quizá debiésemos comprobar cuantas entradas tiene el almacén... 

Trató de recordar lo que se hacía en ese tipo de situaciones en los montones de cuentos y canciones que había interpretado, aunque la verdad es que no era de demasiada utilidad. Sin un dragón involucrado o alguien dispuesto a sacrificarse la verdad es que las ideas que tenía estaban un poco fuera de lugar. ¿Que habría hecho Shandril? Se preguntaba. Gaëlle no estaba acostumbrada a realizar ese tipo de trabajo. Hasta entonces el plan más intrincado que había elaborado estaba relacionado con... bueno, con cosas de las que una señorita no debería hablar. Ella no era una investigadora, ni una guerrera, ni una guardiana. 

Tras proponer su plan, Gaëlle se dirigió a la zona en que Drieric había visto a la figura escondida, aunque no podría llegar hasta ella, dado que estaba  más allá del muro de espinos, resultaría fácil hablar con ella a través de la maleza. 

Evea sugirió que tal vez ella y Drieric podrían dar un rodeo a cierta distancia para tratar de vislumbrar la composición del almacén y determinar las posibles entradas/salidas del mismo, dado que eran los más hábiles escondiéndose mientras Gaëlle interrogaba a la figura misteriosa.

Auria vio que el hombre cuchicheaba algo a sus compañeros, que miraron en su dirección. Hablaron algo más que no pudo oír y una de las mujeres, una bella joven con más aspecto de música itinerante que de soldado se empezó a acercar.

Aunque llevaba un estoque, lo tenía en la vaina y no había hecho ni el más mínimo gesto de desenvainarlo. No tenía armadura a la vista, pero la manera de moverse incómoda y tirarse de algo debajo de la ropa evidenciaba que llevaba una malla debajo del atuendo amplio y también que la pobre no estaba nada acostumbrada a semejante incomodidad.

Se acercaba despacio pero claramente en dirección a Auria, aunque tendría imposible cruzar los espinos salvo que fuera una druida. Por si fuera poco era una humana, de modo que si el guardia de la puerta la veía atravesar el muro seguro que acudiría a detenerla. Probablemente su intención era hablar, y la joven elfa llegó a distinguir un rostro agradable y amable, aunque algo preocupado.

Aún así Auria, que estaba preparada para salir corriendo al menor problema, hizo un primer amago de salir corriendo. La muchacha respondió con un respingo y gesto de susto, más dispuesta a salir corriendo a su vez que a llevarse mano al estoque