Partida Rol por web

            Nasha examina detenidamente a cierta distancia los distintos grupos de celebrantes que se han formado por toda la plaza, todos ellos en torno a uno o varios músicos y finalmente se dirige a uno de ellos.

            Tras preguntarte por tus gustos musicales se acerca al juglar, un elfo de edad indeterminada pero mirada brillante y jubilosa para pedirle una canción de tu gusto; el elfo asiente, notas una cierta deferencia hacia ella, similar a la que en las ciudades humanas tienen las clases humildes por los nobles; aunque nada en los Brêmarck te ha hecho pensar hasta ahora que sean de clase especialmente alta.

            El trovador empieza a tocar una melodía, con habilidad y corrección, Nasha te acompaña en el baile, con movimientos gráciles pero inexpertos y un tanto cohibidos. Parece tener un cierto talento innato y cualidades físicas para la danza, pero muy poca experiencia y un exceso de timidez.

            Mientras bailas puedes ver a lo lejos, frente a la posada que abre el paseo hasta el arco de entrada al Centro al padre de Nasha charlando con Gaëlle y Drieric, de la caravana, así como a Karlack, que está sentado dentro pero lo bastante cerca para oír la conversación, que es bastante más de lo que puedes hacer tú desde el baile y más tan cerca del músico.

 Evea sonríe afable ante los gestos de Nasha, la verdad es que hay algo en ella que le recuerda mucho a días pasados junto a su señora. Por no hablar de algunos rasgos físicos muy similares.

 La muchacha de piel azabache se pone a intentar imitar a la joven, mas si Nasha es inexperta, a Evea la falta la gracia natural de los descendientes de los eldarine. Tras unos compases desiste entre carcajadas y en lugar de ello empieza a hacer unos pequeños malabares con unas piedrecitas. Poco a poco se va animando, más confiada en su destreza que en su gracia y hace gala de cierto entrenamiento con las acrobacias.

            La variación de registro de Evea es bien recibida por Nasha, obviamente no está especialmente interesada en el baile, y las proezas físicas de la humana pronto son recibidas con entusiasmo también por otros de los que divierten en feria.

            Estando la plaza ocupada, fundamentalmente, por espectáculos musicales, el entretenimiento más físico de Evea no tarda en verse atendido por un nutrido grupo de curiosos que jalean y aplauden sus evoluciones. Los congregados parecen especialmente ávidos de ver la asombrosa capacidad de reacción de la Gata y su coordinación. Resulta obvio que, como buen poblado élfico, valoran notablemente esas características.

            Pronto Evea nota que su grupo de espectadores ha crecido y más de veinte personas, sobre todo elfos, la contemplan atentos a sus movimientos y acrobacias, formando un corro bastante estrecho a su alrededor.

            En un momento determinado Nasha, que se había quedado bastante atrás, fuera del semicírculo de curiosos avanza pidiendo paso con suavidad, la gente se retira con más respeto del que sería normal hacia una muchacha tan joven.

            Cuando llega al frente, aprovecha una pausa en tus evoluciones para felicitarte con una sorprendente efusividad

            -“¡Qué maravilla! Felicidades por tu habilidad prima Evea” – dice mientras te da un breve abrazo y se sienta muy cerca para contemplar el resto de tu exhibición, arreglándose ostentosamente la larga falda del vestido para que no se le ajuste ni a las caderas ni a las piernas. Notas que dirige una mirada seria e imponente a la multitud; entonces varios concurrentes, la mayoría de los más cercanos, empiezan a marcharse o, al menos, a retrasarse discretamente a la segunda fila, todos ellos varones.

           Nasha se sienta y con gesto amable y una súplica te pide que continúes tus malabarismos, con mirada atenta. Es entonces que notas lo mucho que se había estrechado el círculo de curiosos, al sentir la amplitud de espacio para la exhibición que la retirada de esas personas ha dejado.

 La joven se había animado a mostrar poco a poco, acompañada de la música, algunas de sus aptitudes adquiridas tras tantos años en compañía de tantos compañeros. Como olvidar a Narciso el Gaitero o a Querelar el Místico, grandes juglares ellos que pasaron un tiempo junto a Tianna y ella, para inmortalizar las gestas de la paladina.

 Een el momento del abrazo de la joven, Evea hace una pausa, para tomar aire y contemplar a la concurrencia. Se percata de todos aquellos varones a primera fila. Durante un momento sintió una mezcla de vergüenza y enfado ante la actitud lividinosa de esos hombres. Al parecer en cuestión de testosterona no entendía de razas...

 Cuando Nasha, con su presencia y actitud alejó parte de la concurrencia, la mayoría jovenes hambrientos de carne, la gata esbozó una sonrisa a la aasimar y con un gesto al juglar, reanuda su peculiar actuación, y ahora que sus miembros habían entrado en calor, ha realizar mayores proezas. Con cabriolas sorprendentes, haciendo gala de una coordinación, flexibilidad y disciplina notorias.

-¿de verdad Auria, a dormir? Bueno, yo no viajé 2 meses para perderme nada- dice Selen con una sonrisa. Voy a disfrutar de la luz de las estrellas, y a observar a la gente aquí como las criaturas de la naturaleza que son. No me perderia esta oportunidad de ver a tanta diversidad de razas, queno se si voy a volver a tener en la vida.

Además me quede pensando en lo que dijiste antes, y me propongo empezar ya mismo a buscar a alguien que haya estado antes en el festival, y que haya visto aparecer un unicornio aqui con sus propios ojos.

Ah, igualmente sería mejor reservar el lugar, para más tarde... ¿entramos?-

Dicho esto, paso a la posada, y busco a quien la dirige. Mientras entro, llamo a mi compañero: -Tronador, caminá al lado mío por favor, vamos a presentarnos, vení querido-.

            La posada había resultado ser un lugar agradable a pesar de no ser un lugar de muchos lujos. El dueño, un elfo al que Tronador pareció caer en gracia, se apresuró a ayudar a la druida con su equipaje, conduciéndola a un cuarto desde el que se podía ver toda la plaza de la feria a lo lejos, aunque a cambio casi todo el Centro de Zoquejo quedaba tapado por el inmenso árbol en que estaba construida la posada.

            Cuando Selen bajó de nuevo encontró que el sitio que habían preparado para Tronador era ideal para el pequeño jabalí, dado que el lugar parecía tener un espacio especial para animales poco frecuentes, amplios lugares abiertos con comederos, vallados que separaban zonas, probablemente para animales más agresivos, e incluso una charca de lodo que el jabalí encontraría refrescante cuando mañana empezase a hacer calor.

            De hecho el jabalí parecía haberse quedado dormido, a pesar del jaleo que llegaba de plaza casi instantáneamente. El cambio de hábitos para poder acompañar a su amiga elfa hacía que Tronador gustase de dormir tan pronto como podía después de anochecer.

            Selen se encontró, pues, libre para explorar y tomarle el pulso a la ciudad. Entonces notó que la pequeña taberna de la posada estaba cerrada, e incluso habían terminado de limpiarla. No sólo eso nadie había pasado por el Centro desde que salió la extraña pareja. Parecía que los elfos más tradicionales habían decidido retirarse a meditar pronto con la idea de disfrutar plenamente la fiesta de mañana.

            Sin embargo, más allá del paseo que atravesaba el Arrabal, la situación cambiaba completamente, la posada que constituía el límite entre el paseo y la plaza de la feria parecía bullir de actividad y su taberna ser todo un centro de diversión,;más allá, la plaza de la feria propiamente dicha, estaba a medio llenar con músicos, trovadores, bailarines y un buen número de celebrantes; incluso parecía haber algunos espectáculos callejeros de malabares o acrobacias, desde tanta distancia no se apreciaba, pero sí un tumulto notable en torno al artista.

            Cuando Selen atravesó el arco de salida, el guardia de la puerta la saludo con una sonrisa y un buenas noches, el paseo hasta el bullicio apenas le llevó un minuto; frente a la puerta de la posada un grupo de gente formado por una mujer humana (Gaëlle), el hombre que había salido del centro mientras esperaba con sus compañeras (Theonil) y un varón humano (Drieric) parecían estar acordando un juego de dados, mientras otro humano callado y sentado en el interior de la taberna, cuyos muros se habían abierto para dar visión de la plaza, les observaba (Karlack). La conversación parecía informal y animada, más la de un grupo de gente buscando diversión que la de jugadores profesionales buscando un buen trato.

            La plaza en sí estaba bastante llena de grupos de gente bailando y tocando; había tantos elfos como humanos y halflings, e incluso se veían un número de enanos y gnomos nada habitual en la zona. Desde aquí Selen pudo apreciar más el espectáculo más físico que había notado desde su posada, sobre todo porque el grupo de curiosos parecía haber menguado mucho de repente cuando varios varones se habían retirado mientras la druida bajaba por el paseo. La acróbata era la mujer humana que había visto salir del centro junto al hombre de los dados (Evea), le llamó la atención especialmente que no tenía ningún platillo para propinas y que una joven, tal vez elfa, pero bastante grande de lo normal para su edad con un pelo que parecía hecho de hebras de platino y un algo en ella que transmitía una sensación sobrenatural, estaba sentada justo a su lado, fuera del semicírculo de curiosos.

    Mientras los tres recién conocidos detallaban su acuerdo sobre los dados, todos pudieron ver cómo una de las elfas que habían visto entrar en la posada del Centro volvía a salir y enfilaba tranquilamente el paseo del Arrabal abajo hasta llegar a la plaza.

     Era la única persona que habían visto salir del Centro desde Theonil y Evea y caminaba mirando todo con curiosidad y, aparentemente, sin un objetivo fijo en mente. A esta distancia pudieron distinguir que era pequeña, incluso para ser una elfa, delgada y de aspecto agradablemente natural, vestida con cómoda ropa montaraz.

            Evea continuó su actuación, mucho más cómoda con el público más lejos (y menos lascivo) y se llevó una sonora ovación cuando acabó. Había visto cómo una de las elfas que entraban en la posada de la plazuela de entrada al Centro que Theonil y ella se encontraron cuando lo abandonaban había venido bajando por el paseo del Arrabal desde que hizo la pausa y ahora estaba en la entrada a la plaza mirándolo todo con interés y curiosidad.

            Nasha vio, como también había hecho Evea hacía tiempo, a su padre charlando amigablemente con Drieric y Gaëlle. Evea no pudo dejar de notar que la muchacha fruncía levemente el ceño unos segundos, pero enseguida compuso su expresión habitual y se acercó a Evea para felicitarla y aplaudir su arte.

Auria se acerca junto a Nivea dentro de la posada sin decir nada, ni contestar a lo que interpretó como una pregunta retórica. Ahora le había entrado las dudas de acompañarla a explorar el festival. Aunque conocer nuevas razas y hombres no era algo que fuese de su agrado...

 Al terminar la actuación, la joven asintió a la ovación con sonrisas y medias reberencias mientras recuperaba la respiración y señalaba al músico, destacando su buen trabajo acompasando las cabriolas y malabarismos. Luego se acercó a Nasha y le pregunto:

 - ¿Sabes si podemos encontrar algún lugar donde comer algo? Desde el mediodía que no he comido nada y ahora con el ejercicio se me ha despertado el apetito.

 Como reafirmando las palabras, del vientre de la joven de azabache se escuchó un sonoro rugido. Afortunadamente la oscura piel de Evea ayudó a que no se viera el rubor que le subió en las mejillas.

            Auria entró en la posada junto a Nívea, el elfo que la atendía tardó un rato en despachar a la elfa y su jabalí, pero ofreció a Auria una bebida mientras esperaba unos minutos.

            Cuando por fin acomodó a la otra druida en una habitación y a su jabalí en un espacio especialmente adaptado para animales extraños, ofreció a Auria subir su equipaje a una habitación, mostrándose extrañado de que lo acompañase, literalmente, “algún lobo, oso u otra criatura de los bosques”. Por un momento mostró un gesto de arrepentimiento por su comentario, probablemente pensando que quizás la druida había perdido recientemente su compañero, pero al ver que Auria no hacía ningún gesto de pena o desagrado, recuperó su sonrisa, escuchando interesado lo que la joven elfa tuviera que decir.

            La posada, a pesar de no ser lujosa, resultó ser particularmente agradable, el cuarto era exterior salvo por voladizo techado y el excusado, totalmente cerrado. Cuando Auria terminó de adecuar su alojamiento se dio cuenta que desde su cuarto podía ver todo el Arrabal y la feria, aunque el gran tronco del árbol donde estaba la posada le tapaba casi toda la vista del Centro.

            Pudo fijarse en que Selen caminaba tranquila y distraída por el paseo que llevaba desde el centro a la feria atravesando el Arrabal, la única presencia desde la posada en la que estaba hasta la que marcaba el final de Zoquejo, en el extremo del Arrabal y el inicio de la feria, justo en la esquina de la plaza del Festival donde parecía haber una juerga en marcha como preludio de la festividad del día siguiente. Al llegar a la plaza se detuvo y empezó a contemplar el entorno.

            Numerosos grupos de músicos y gente bailando se habían congregado, su aguda vista élfica y la gran cantidad de luces le permitían distinguir gente de con una variedad a la que no estaba acostumbrada, aunque los elfos y semielfos eran los más numerosos, no eran, ni con mucho, la mayoría habiendo casi tantos humanos y halflings como ellos y los enanos y gnomos tampoco eran raros; incluso distinguió una o dos personas de razas aún más exóticas. Desde luego el número de hombres era mayoría, aunque parecían mezclarse sin problemas con las mujeres que allí había, que tampoco eran pocas. A Auria no le pasó por alto que las relaciones entre sexos en el pueblo eran mucho más frías y sobre todo distantes de lo que estaba acostumbrada en otros poblados de los caóticos elfos; de hecho ni un solo chico la había mirado “de esa manera” que la estremecía desde que llegó; aunque no era algo por lo que ella fuera a protestar, era curioso.

            Nasha se levantó, limpiándose el vestido y acomodándoselo de nuevo con recato, escuchó atenta la pregunta de Evea y simuló con discreción no oír el sonido del estómago de Evea. Un poco azorada empezó comentando:

            -“Te invitaría a cenar a casa, pero no se cocinar y estoy segura de que mi padre no se ha molestado en preparar nada antes de irse a buscar criminales.” – su tono es bastante neutro, después continúa servicial – “Ya es tarde, la mayoría de los sitios estarán cerrados, pero seguro que la Posada de la Plaza te darán aún de cernar. Dudo, de hecho, que cierren en toda la noche. Si te parece bien te acompañaré hasta allí, aunque está muy cerca” – señala al edificio a cuya puerta están hablando Theonil, Drieric y Gaëlle, supones que se refiere al lugar donde viste sentado a Karlack, Nasha sigue hablando – “sin embargo no me quedaré contigo, no me agrada nada ese sitio, es demasiado… bueno, no me gusta, de todos tengo que irme a dormir. Mañana me gustaría levantarme temprano para mis oraciones de agradecimiento a Rillifane por darnos el Sol un día más y debo estar descansada y perfecta para cuando el sagrado unicornio venga a buscar a su amazona. Así que te acompañaré hasta la taberna, si no te parece mal, así podré despedirme de mi padre.”- dice señalando de nuevo hacia vuestro destino, donde Theonil sigue hablando con tus conocidos de la caravana.

            Evea termina su actuación acrobática y gimnástica con una gran ovación, tras charlar brevemente con la jovencita que la acompaña, ambas se dirigen hacia la taberna que hace esquina en la plaza, donde Theonil, Gaëlle y Drieric están acordando su partida de dados y apenas a una docena de metros de Nívea que contempla la plaza llena de luces mágicas y celebrantes.

            Nasha se despide de Evea con una ligera reverencia al llegar a la puerta de la posada:

            -“Adios, Evea, muchas gracias por tu amable compañía, quizá nos veamos mañana durante el Festival, hasta entonces que Rillifane te guarde.” – hace un gesto de bendición; se acerca a Theonil tras despedirse de Evea y, tras pedir dulcemente disculpas a sus interlocutores por robarles a su padre un segundo, dice:

            -“Padre, con tu bendición me gustaría retirarme a descansar, la dama Evea ha sido una compañía muy agradable, pero ahora ella desea cenar y el único sitio que se me ocurre es ésta taberna tan… peculiar… si, además yo tengo que levantarme mañana temprano para mis rezos de agradecimiento a Rillifane por darnos el Sol otro día y luego tengo que prepararme para el rito del unicornio sagrado.” – Espera a recibir permiso, besa a su padre en mejilla y se marcha tras hacer un gesto de bendición, hacia la avenida principal del Arrabal, en dirección opuesta al puente de entrada, Theonil y Evea saben que es la dirección de su casa.

 La muchacha de piel azabache se despide de Nasha.

 - Gracias por tu compañía Nasha Bremârck, que descanses para poder hacer frente al largo día de mañana. Buenas noches.

 Luego, tras saludar a los presentes la muchacha se adentra a la posada llamando la atención del posadero.

 - Buenas noches, maese posadero, ¿teneís algo de comida para poder cenar, por favor?

            La taberna estaba realmente concurrida, dado que era la única que seguía abierta cerca de la feria. Aunque no tenía espectáculos propios, al haberse abierto las paredes formadas por las raíces del árbol, entraba música desde la plaza que se unía al jaleo de las conversaciones.

            El posadero, demasiado atareado, contestó con un asentimiento de cabeza y con gesto amable indicó a Evea una mesa pequeña situada detrás de la de Karlack que era de las pocas que quedaban libres, desde ella no podría ver la plaza, pero sí la entrada de la posada desde la que vio a Drieric entrar, un poco mareado, y dirigirse al piso de arriba, a la zona de posada, tras despedirse de Gaëlle y Theonil.

            Un minuto después de sentarse a la mesa Evea, una camarera elfa de vibrante pelo rojo y formas generosas, sobre todo para una mujer de su raza, se acerca con gracia y un revuelo de faldas, esboza una sonrisa amable y dice:

            -“Bienvenida, señora, soy Trellana y tendré el honor de ser su camarera esta noche. ¿En que puedo ayudarla?” – aunque probablemente ha repetido la misma frase docenas de veces esta noche y miles en su vida, lo hace como si lo sintiera plenamente.

            Trellana se apresura nada más recibir el pedido ríe y sonríe a todos los clientes que la piropean por el camino y esquiva todas las manos que tratan de tocarla con agilidad y sin malos modos. Te fijas que mientras preparan tu pedido, se entretiene en el regazo de un apuesto elfo alto y de cabello rubio, pero antes incluso de que de la cocina salga tu comanda se levanta en un movimiento casi de baile para continuar su trabajo.

            Vuelve a tu mesa, evitando a los borrachos con la misma habilidad, a pesar de ir cargada con tu bandeja, depositando los platos con una sola mano y escanciando tu bebida desde la jarra sin derramar una gota, a pesar de que entre medias debe esquivar la mano de tu vecino de al lado que trata de abrazarla por la cintura mientras balbucea palabras dulces.

            Finalmente Trellana se sitúa a una distancia segura para hacerte una reverencia y decir.

            -“¿Esta todo a su gusto, señora? Si es así, no dude en llamarme para cualquier cosa que precise, esta noche estoy a su servicio.”

 Despido rápidamente a Nasha, dándole a entender que esto es importante y añado con una sonrisa afable:

- ¡Que sea un vino especiado, y calentito, para que suba por la garganta! Venga, que rujan esos dados! -Digo, con entusiasmo.

- Bueno, ¿que os contáis forasteros? ¿alguna novedad en las carretas de la marcha?

             Entráis en la taberna decididos a jugar una partida de dados, Drieric se tropieza, un tanto tambaleante, quizás por la cerveza, quizás por un mareo y con el semblante mostrando el agotamiento del camino; se disculpa retirándose a descansar.

            Los otros dos sois recibidos por una elfa pelirroja, lo bastante hermosa para no desentonar con Gaëlle y con formas más voluptuosas de lo que es habitual en su raza, veis que acaba de llevar la cena a Evea y se apresura hasta vosotros y hace una reverencia, diciéndoos con amabilidad y una sonrisa:

            -“Buenas noches, señor y señora, soy Trellana y esta noche tendré el honor de ser su camarera. ¿En qué puedo servirles?” – la mujer os acompaña a una mesa situada en segunda fila desde el exterior, muy cerca de la de Evea y de la de Karlack, lo bastante espaciosa para jugar cómodamente, incluso si se acoplan más personas.

            Trellana se marcha a por vuestra comanda, esquivando pellizcos con agilidad y tarda muy poco en volver con ella, con un revuelo de faldas mientras esquiva la última mano lista reparte las bebidas sin derramar ni gota. Y con otro movimiento florido se aleja haciendo una reverencia mientras dice:

            -“No duden en llamarme si tienen cualquier necesidad, estoy a su completa disposición.”

             El trío de la entrada de la taberna termina de hablar y se dirigen al interior de la posada, aunque el varón más joven da notables muestras de cansancio y se retira de inmediato al piso superior, la posada.

            Selen puede ver cómo una camarera pelirroja les atiende y les sienta a una mesa, para poco después traerles bebidas  y unos dados.

 La joven pide una comida sencilla, una sopa aguada con un poco de pan y un trocito pequeño de carne, acompañado de una copa de agua. Nada más la servicial cambrera deja la comida pedida en la mesa, Evea se apresura a pagar, cosa que hace con varias menudas piezas de cobre, nada de plata u oro.

 - Muchas gracias por tu celeridad, Trellana. Pero no necesitare de tú atención por el momento, gracias.- Dice con una clara sonrisa que destaca con su tez oscura.

 Tras lo cual empieza a comer, con mesura, la humilde cena.