Partida Rol por web

Mientras charlaban entre susurros, los compañeros pudieron advertir cómo un elfo, con cara preocupada, entraba corriendo en la taberna, se acercaba a uno de los grupos de congéneres cuchicheantes y les decía algo, atropelladamente y en voz muy baja.

Uno de ellos dejó caer su copa y salió corriendo junto al recién llegado, con la cara crispada y al borde del llanto. Los dos que le habían acompañado en el corrillo se quedaron blancos y volvieron a sus bebidas con caras muy largas. La escena había pasado totalmente desapercibida para todos los celebrantes, ocupados en beber, cantar, bailar y gritar. Pero los demás corrillos de elfos, aunque siguieron con sus charlas, tenían gestos tristes o preocupados. Todos salvo el joven borracho que seguía emitiendo lamentos ininteligibles, a pesar de los devaneos con que le obsequiaba la camarera.

Antes de que dicha escena tuviera lugar, y antes de que Selen continuase, pero después de haberle pedido que lo hiciera, Gaëlle dio un brusco sobresalto. Gesticulando mucho, y moviendo rápidamente las manos, volvió a dirigirse a sus compañeros, obviamente emocionada. 

-¡Espera, espera! ¡Lo tengo! - exclamó - Bueno... tengo algo... creo que es importante. Antes de que se me valla...

Dio un largo trago a la copa, hasta terminarla, mientras con un gesto indicaba a todos que esperasen un instante. 

-Eso, mis queridos amigos - señaló la corona que se podía ver en una de las piezas - indica que estamos ante el escudo de una de las casas fundadoras, pero no coincide con el de ninguna de las casas - se detuvo un momento y echó un vistazo a sus compañeros, para comprobar si la seguían - Las conozco bien, y este no es el de ninguna de ellas. Pero también conozco otra cosa - su rostro dibujó una clara sonrisa de satisfacción al continuar - Una vieja canción, una canción que cantamos los humanos acerca de las casas fundadoras. Siempre había pensado que estaba mal, porque el número que indicaba no coincidía con el número real de casas... - paró un momento, buscando crear algo de expectación. Aun en momentos así no podía evitar teatralizar un poco las cosas - La canción dice que hay una más. ¿Y sabéis que pienso ahora? Seguro que todos lo pensáis también. La canción no se equivoca, nunca lo ha hecho. Había una casa más, una que por alguna razón fue borrada de la historia élfica, y que de algún modo está relacionada con la criatura, con La Caída de los Sangrador y con todo lo que está ocurriendo aquí.

Terminó su intervención con gesto altivo, como quien acaba de dar una lección magistral. Buscó su copa para dar un último trago, pero estaba vacía. Entonces se quedó un momento quieta con la copa en la mano, frunció el ceño, y de inmediato levantó la mirada hacia el techo, torciendo el gesto.

-Oh, Olidammara, gracias por darme belleza, porque se ve que la inteligencia no estaba en las cartas... La casa de Los Sangrador, que por algún terrible suceso perdió su poder y su... su loquesea, y fue borrada de la historia. La canción cuenta por qué ocurrió todo eso, y por eso necesitamos encontrarla.  Seguramente haya por medio algo de magia oscura o de pactos demoníacos... 

Interrumpió sus palabras al ver lo que ocurría en la posada.

-Algo grave ha pasado... ¡Puede que haya vuelto a atacar la criatura! Deberíamos ir a investigar - declaró con seriedad mientras se levantaba y tiraba de Karlack para que hiciera lo mismo - Selen, siento interrumpirte de nuevo -  se disculpó con claro pesar - pero tenemos que ir. Por favor, continúa el relato de camino... ¡Vamos, no hay tiempo que perder!

¿Que demonios haces Gaëlle? Pensaba mientras tanto la trobadora ¿Te estás volviendo loca? ¿Desde cuando guías a la gente a la batalla? O a lo que sea... El vino que le habían servido estaba siendo tremendamente efectivo, se sentía valiente, muy valiente... Estas cosas siempre acaban mal. 

Karlack se levantó de la mesa cuando Gaëlle tiró de él.

Volvió a notar el suave contacto de su piel y sintió como sus fuertes piernas flaqueaban.

Maldita bruja...juro que te arrancaré el corazón cuando detecte el hechizo que me has lanzado.- pensó mientras miraba a Theonil y con un encogimiento de hombros se dispuso a seguirla

Theonil hizo un gesto hacia Karlack y Gaëlle y les dijo:

-"Esperad. Ninguno de esos dos son guardias, les conozco y son miembros de una familia de mercaderes. No creo que seguirles nos vaya a llevar a ningún sitio al que corra prisa ir. Si están relacionados con otro muerto, y las noticias han llegado hasta aquí por ellos, probablemente ya esté también en el templo. Habrá muerto hace varios minutos y habrán incluso recogido el lugar del crimen. Si Selen tiene más cosas importantes que decir, tal vez nos sea más útil escucharlas antes de ir a ver un nuevo cadáver."  - 

Selen había empezado a levantarse de la silla, pero Theonil impuso su lógica -tiene razón- dijo hablando para todos -si hubo otro ataque ya no podemos detenerlo, y podemos investigar lo que haya quedado en veinte minutos más, no va a haber diferencia. Voy a resumir lo más que pueda, y lamento de verdad que voy a tener que ser brusca y desconsiderada, y me disculpo de antemano - y estas últimas palabras fueron dichas directamente a Gaëlle aunque despues siguió hablando para todos - Despues de la visita al bosque llegamos justo para la ceremonia. Nosotras creíamos - e incluye con un gesto a Auria - que el unicornio era un engaño y nos dispusimos adelante para poder tener contacto con él. Todavía no puedo conciliar bien las cosas, pero fue real, era un unicornio maravillosamente real. Y al mismo tiempo se comporta absurdamente; para no hacerles una lección y clase sobre la vida y costumbres de las criaturas faéricas, les digo que es como si encontraran un pez que gusta de andar fuera del agua. Así de absurdo.

Theonil, él debería haberse ido con tu hija. No sé si ustedes pudieron sentir las emociones que transmitían esos dos esa noche, pero yo les puedo decir que él no quería a nadie más en el mundo una vez que la conoció a ella. Y sin embargo la dejó, y se fue -la expresión de la elfa es de pura tristeza. Hace una pausa para calmarse y continúa- Después seguimos sus rastros en el bosque, después de hablar con ustedes si recuerdan, ella no persigió al unicornio, sino que corría sin rumbo ni direccion. Estuvimos siguiendo sus vueltas y circulos durante mas de una hora, hasta que el rastro se mezcló con el de alguien más. Incluso puede haber sido que los estuvieramos confundiendo todo el tiempo. Lo tuvimos claro en un punto en que se unieron los dos rastros, hubo un encuentro, y allí los perdimos. Simplemente se esfumaron. Los hubiéramos encontrado de nuevo si no hubiera sido porque en ese momento escuchamos los gritos del elfo asesinado y corrimos hacia él -Selen se había puesto cada vez más tensa y su relato perdía velocidad; era claro que no sabía cómo decir lo que tenía que decir, finalmente se encaró con Theonil -Quiero que quede claro que en cuanto hayamos terminado esta reunión vamos a volver ahí y averiguar exactamente que sucedio, y no creo que tu hija estuviera involucrada. Pero sí había matorrales rotos y pisoteados, jirones de tela, no era suficiente para reconocerlo, pero sí era tela buena, diría de un vestido de fiesta. Quizá un poco de sangre, en los pinchos de un espino, junto con un papel. Esta carta, y siento mucho exponer tu privacidad Gaélle pero no tenemos tiempo.-mientras dice esto de pone suavemente una carta en la mesa frente a la bardo aunque evita mirarla a la cara.

Yo no la leí toda -dice muy avergonzada en voz un poco fuerte- pero sí leí para quién es y sé que es tuya y no de la sacerdotisa. ¿nos podrías contar algo más?

La carta quedó del revés, aunque estaba abierta se podía leer claramente en una cuidada y delicada letra femenina "De: Gaëlle Bellerose" en el reverso. Tanto Gaëlle como Theonil, e incluso Evea y Karlack, reconocieron la carta. Era la que Gaëlle le había dado a Theonil en la posada para Notcha Flechacertera, la anterior amazona de unicornio, y que Nasha llevaba cuándo entró al semicírculo en el Festival, y en su posterior huida.

Evea hizo ademán de levantarse tras la perorata de Gaëlle, pero Theonil y después Selen comenzaron a hablar y volvió a sentarse. La información que proporcionaron era razonablemente sensata. Las miradas furtivas y grupos yendo y viniendo en la taberna posiblemente poco tenían que ver con lo que ellos investigaban.

Intentó sacar algo en claro del torrente de palabras de Selen, con escaso éxito. Sinceramente estaba bastante perdida entre la terminología referente al unicornio. Aunque la descripción que se hizo de lo que Auria y Selen vieron, así como su interpretación parecía lo suficientemente sensata; pero se veía obligada a hacer un apunte sobre una posibilidad que no habían tenido en cuenta.

-¿Podría ser que la criatura que dejó el rastro supiera que estaba siendo seguida y por ello intentara ocultar huellas? -tras una pausa añadió- Sólo como idea, creo que no deberíamos descartarlo. Por lo demás estoy de acuerdo en que habría que volver allí; y si fuera posible me gustaría ayudaros. No sé moverme tan rápido por la espesura como vosotras pero me defiendo bien buscando rastros en ella.-

El asunto de la carta daba bastante igual. Entendía que Gaëlle podría sentirse ultrajada por haberse vista comprometida la privacidad de sus comunicaciones. Pero si ayudaba a la resolución de la investigación, que Evea no olvidaba que incluía a la hija de Theonil, el sentimiento de la bardo era una preocupación menor en comparación.

Si nadie añadía nada más Evea hace ademán de levantarse para ir a retomar la investigación de Selen y Auria donde la dejaron.

Al encontrarse sola en su propuesta, Gaëlle se detuvo. Durante un instante se quedó con la boca abierta, como queriendo decir algo, pero casi de inmediato se sentó de nuevo, claramente ruborizada. Hundiéndose en el asiento, dejó que Selen terminase.

Tras el estallido de entusiasmo que le había supuesto haber resuelto, en su opinión, al menos parte del misterio, ahora se sentía pequeña, casi diminuta. Cada vez que intervenía acababa sintiendo que había sido algo inutil, fuera de lugar. ¡Pero si tenía razón! Estaba segura, puede que no fuese cierto cada detalle, le faltaban datos para eso, pero el concepto tenía que ser correcto, cuadraba demasiado bien. 

La casa que cae en desgracia por sus malas artes o pactos con fuerzas oscuras, es borrada de la historia y ocultada a todos aquellos ajenos a la comunidad... las consecuencias de los actos que hicieron caer a la casa afectando a las poblaciones cercanas mucho tiempo después de su desaparición... quizá por un descendiente que busca venganza o recuperar la gloria, quizá por algún pacto demoníaco, quizá una brecha en el tejido de los planos... Por las palabras de Eliaster parecía que aquello ya había ocurrido antes, quizá se tratase de un acontecimiento recurrente que solo los más ancianos fuesen capaces de recordar. Algún tipo de ciclo. Y ahí estaba la canción prohibida, la que daría las claves definitivas para entender lo que estaba ocurriendo y solucionarlo para siempre. Demasiado buena historia para ser mentira. 

¿Por qué la miraban como si dijese tonterías al exponerlo? Ella quizá no fuese una detective, pero de historias sabía tanto como el que más, sabía que la mayoría tenían base real, y sabía reconocer una cuando la vivía. 

Había estado algo ausente durante la segunda parte del relato de Selen, hasta que puso la carta delante de ella. No necesito ni siquiera mirarla para saber a que carta se refería. Verla allí delante, tras las ultimas palabras de Selen contando como la había encontrado, la desmoralizo un poco más. 

-Esta... esta carta la llevaba Nasha... Si la encontrasteis, es que ella estuvo allí... Eso está claro - comentó con voz apagada -  Si había jirones de tela y rastros de sangre... - no pudo evitar mirar a Theonil -  no, no quiero ponerme en lo peor... la encontraremos... la vamos a encontrar. 

Cogió la carta y le echó un rápido vistazo. Bajando la mirada, suspiró, se mordió con suavidad el labio, y cerró un momento los ojos. 

-Respecto al contenido... No creo que tenga demasiada importancia... - su voz se tornó más melancólica - Sea como fuere, tampoco puede decirse que me quede demasiada privacidad en este asunto. Todo Zoquejo sabe que es lo que hay aquí escrito... o bueno, lo sabrían si algo me saliese bien... - sus ojos se humedecieron, una lagrima cruzó entonces su mejilla izquierda - Se trata simplemente de un mensaje para Notcha, la anterior doncella del unicornio, para pedirle que se reúna con mi hermano al menos una última vez para que puedan hablar. No hay nada más. Le di la carta a Theonil para que Nasha pudiese darsela a Notcha, si sus caminos se cruzaban. Todos - señaló con la cabeza al grupo de Karlack, Theonil y Evea - estaban presentes cuando la escribí - se detuvo mientras se limpiaba el rostro con la mano - Notcha es precisamente la doncella a la que hice referencia antes, la que no había sido capaz de encontrar. 

Al acabar buscó de nuevo su copa, vacía como estaba antes. Sin siquiera fijarse en a quien pudiese pertenecer, cogió la copa o jarra que más bebida tuviese y dio un largo trago. Cuando acabó, volvió a dejarlo en la mesa y a dirigirse a sus compañeros. Mientras hablaba cogió la carta, la dobló y la guardó.

-Bueno... ahora que le he recordado a todo el mundo lo bien que marchan los temas sentimentales de mi familia ¿Podemos volver a los asuntos importantes, por favor? Creo que teníamos una chiquilla a la que encontrar, un monstruo al que frenar y un misterio que resolver - en su voz era patente cierta dosis de sarcasmo y un ligero enfado, bastante poco habitual en ella. 

Auria continuaba como estaba siendo costumbre en ella. Callada y expectante ante las conversaciones de todos los allí presentes. Pero cuando Gaelle propuso ir detrás de aquellos, la pequeña elfa se sintió confiada y segura de ayudarla. Pero cuando Theonil y su hermana Selen mandaron esperar, Auria se detuvo y se sentó para continuar escuchando todo lo que tenían que decir al respecto.

Después de todo lo que habían dicho Auria tenía ganas de salir de allí, aunque fuera para luchar o para investigar, cualquier cosas que implicase estar al aire libre.

Una calma fría se apoderó de mí. Ya estuve dando bandazos y gritando; ahora era el momento de actuar si quería salvar a Nasha. Si no, terminaría rodeado de botellas y quizá con una espada clavada en la espalda.

Junté las manos sobre la mesa, y dije con una voz grave, impropia de mí:

-Podéis garantizarme que ese rastro no se podía rastrear, ¿verdad, Nívea? De no ser así, deberíais seguir ese rastro. No sólo por mi hija, sino que ese rastro está directamente relacionado con la criatura. Por ahora tenemos varias cosas en claro. Si Nívea y Auria siguen el rastro, deberíamos intentar encontrar información sobre la caída de los sangrador y sobre las casas fundadoras. Y echar un vistazo a la escena del crimen, claro. -Suspiro largamente- Tenemos que ponernos a ello cuanto antes. 

-Estoy de acuerdo. Nosotras volvemos al bosque. Evea sigo pensando que no es buena idea que vengas. No podrías moverte rápidamente entre las zarzas y si esa criatura nos ataca huir es nuestra única posibilidad. Creo que hace falta que alguien averigüe lo que acaba de suceder; y también preguntar por estos signos- dice mientras señala las maderas en la mesa- llévenlos. Quizá alguien les diga algo sobre las tierras o el bosque. Si las cosas son como parecen, preguntar directamente por los Sangrador sólo les cerrará las puertas. Como elfa les aconsejo que no los nombren. No puedo ayudar mucho en ésto, si incluso me molesta la idea de preguntar sobre el tema, mucho menos pienso que ningún elfo hablaría de ello. Por lo menos ninguno que tenga respeto por su raza y sus ancestros.

Si yo tuviera que preguntar, lo haría a no elfos, pero ¿quién más puede haber estado ahí hace tantos años y aún vivir para contarlo? ¿quién puede saber de asuntos tan antiguos? -menea la cabeza tristemente- no se me ocurre solución.

Luego se levanta de la mesa y junta sus cosas para irse.

Evea negó con la cabeza, poco convencida.

-Soy consciente que mi capacidad de movimiento por la maleza está restringida; era porque otros ojos echaran un vistazo.  - pero no iba a insistir más ahí -  Pero no hay problema. Ayudaré con la investigación a pie de calle.

Por lo que Evea sabía, Theonil podría conocer a alguien con esas características; y seguramente fuera él quien llevara la voz cantante en la próxima investigación. Por lo que nuevamente se dirigió a él.

-Si es necesario cuenta conmigo Theonil, te echaré una mano en lo que haga falta. - su voz iba creciendo en convicción manteniendo el tono bajo- demasiadas cosas no deben quedar así en suspenso.-

Evea seguía teniendo la corazonada que todos, o la mayoría, de sus problemas estaban íntimamente relacionados, así que poco importaría que echara una mano a un grupo o a otro. Al final todo quedaría resuelto. O eso esperaba.

-Quizá en los archivos del templo encontremos algo - comentó Gaëlle - ¿Alguno de vosotros podría tener acceso? Si no... podríamos intentar crear una distracción para colar a alguien... - sugirió sin estar demasiado segura de como podrían responder sus compañeros

Las dos druidas dejaron a sus nuevos compañeros pensando cómo afrontar la investigación y se dirigieron presurosas de vuelta al bosque, cruzaron el arco sin mayor demora, aunque no pudieron dejar de fijarse en que el guardia miraba distraído en dirección al templo y no les prestaba atención.

La sensación de volver a la naturaleza les invadía a medida que se internaban en la ciudad y se alejaban del arrabal, sobre todo a Auria, que tenía otra cara, después de oler el bosque en torno suyo, tras aquella agobiante experiencia entre los ruidosos humanos. Se alejaron también de las casas mientras veían a unos guardias que corrían hacia el templo llevando a rastras a otro, que no se movía. Ambas pudieron reconocer al inconsciente como uno de los batidores con los que se cruzaron en el bosque mientras seguían los rastros de Nasha, parecía herido de muerte… Tal vez incluso muerto e iba dejando un rastro de sangre. No parecía que ninguna de las dos pudiera hacer nada por él para lo que los clérigos del templo no estuvieran más capacitados.

Toda la alegría por encontrarse de vuelta en la espesura se consumió en cuanto se internaron unos metros en la maraña. La luz era escasa y sus medios de iluminación no eran capaces de penetrar demasiado dando a su entorno un aspecto sombrío y tétrico, los sonidos del bosque se habían acallado y todo estaba en un silencio sepulcral que ponía de los nervios incluso a montaraces avezadas como ellas. No tardaron demasiado en volver al lugar de pelea, más por sus recuerdos y habilidad que por los rastros, los cuales los zarzales y espinos mágicos ya empezaban a borrar por completo; sin embargo los últimos restos de sangre y el trozo de tela confirmaron a las elfas que estaban en el lugar correcto.

Para entonces no podían evitar la sensación de que algo les observaba, sigiloso como un gato y siempre un poco más allá de la abertura que la vegetación les dejaba para pasar entre ella con comodidad, de vez en cuando cruzaba de un lado a otro de su ruta, a unos metros por delante, tan rápido que no podrían haberlo visto incluso aunque tuvieran línea recta hasta ello, cosa que el ser siempre se encargaba de evitar, con una inteligencia diabólica que descartaba a cualquier animal. Cuando eso ocurría podían ver al llegar un pequeño trozo de vegetación arrasada que, invariablemente, acababa en un árbol con marcas de garras de gran tamaño.

A las druidas, expertas naturistas, les resultaba cada vez más evidente que el comportamiento de la criatura era el propio de un felino cruel y astuto, jugando con su presa antes de liquidarla. Eso aumentó su inquietud, pues sentían que de un momento a otro podía atacarlas, Tronador gimoteaba alrededor de su ama, asustado y huidizo y sólo el vínculo que compartían impedía que echase a correr como alma que lleva el diablo.

El rastro no les proporcionó más que la vez anterior que trataron de seguirlo. Lo perdían irremediablemente no demasiado más lejos del lugar de la pelea, cuando los terrenos de la ciudad quedaban atrás y bastante cerca del camino que se adentraba en el bosque. Resultaba obvio que quien ganó la pelea tenía el don de los druidas para atravesar la naturaleza sin dejar huellas que se pudieran seguir, lo que resultaba inconcebible porque, que supieran ellas, no había ningún druida más en Zoquejo. De hecho a Nívea le habían asegurado que era la única que había habido allí desde antes de empezar el Festival, hacía 25 años. Lo que estaba claro es que en la pelea de la carta y el vestido, no había participado el ser que había matado al elfo y que ahora les acechaba a ellas.

Las druidas se marcharon presurosas, sobre todo la más joven que parecía dispuesta a volar si con ello salía antes de la posada. Salieron a la noche dispuestas a examinar más despacio los rastros en la espesura que hacían presagiar que Nasha había tenido un encuentro hostil en su huída por la maraña de espinos y zarzas. ¿Quién podría haberla alcanzado en semejante terreno impasable?

Mientras el resto de compañeros se dispusieron a preparar un plan. Karlack se dio cuenta que, tarde o temprano, volverían al bosque con aquella criatura que había abierto en canal a un elfo con sus manos - garras, mejor pensado -, y supuso que era buena idea que, mientras los demás maquinaban, él se pusiera el resto de la armadura y recogiera su incómodo escudo. Haría falta todo el blindaje al alcance de la mano contra semejante monstruo. Además así los otros podrían ayudarle con los correajes cuando bajara, dado que ajustarse sólo esa armadura era imposible y le costaría un triunfo conseguir ayuda de la camarera tan atareada, ahora que la nueva y flamante doncella de unicornio la había dejado sola para servir mesas y esquivar manos largas.

Todos se levantaron un momento para dejar paso al grandullón mercenario y, antes de que dieran cuenta, un elfo – uno de los que antes de que entrase el mensajero discutían acalorada pero quedamente – fijó su vista en el cartel que Nívea Selen les había dado. Todos pudieron ver que lo miraba con reconocimiento. Aunque si dijo algo quedó enmascarado por los gritos de fiesta de los numerosos festejantes y los lamentos alcoholizados y delirantes del joven elfo borracho.

Evea había podido ver que el elfo acompañaba su reconocimiento de un gesto, pero por desgracia no sabía lo suficiente de la psicología elfa para entender qué ocultaba detrás. Nada bueno, eso seguro.

Theonil pudo ver cómo el elfo al reconocer el símbolo hacía un gesto de profundo desagrado, rayando el desprecio y hacía un símbolo supersticioso para alejar el mal. Una costumbre poco extendida, pero que a él poco dado a depositar su creencia en los dioses, le resultaba familiar.

Mientras salía junto a sus compañeros Gaëlle se dio cuenta de que aquel elfo observaba las tablas. ¿Estaría dispuesto a decirles algo? Lo más seguro era que no, pero tenía que intentarlo. Ella creía tener una imagen general del rompecabezas, pero no eran más que conjeturas. Su historia era buena, pero una buena historia no siempre es lo mismo que una historia real. Tenía que tratar de hablar con él. 

-Esperadme fuera, me reuniré con vosotros en unos minutos - le indicó a sus compañeros. 

Se apartó de ellos y camino hacia donde estaba el elfo. Lo hizo de modo despreocupado, sonriéndole cuando sus miradas se cruzaban, como si fuese a ver a un amigo. Quería dejar claro que era inofensiva. Solo quería hablar, pero sabía que con la armadura y el arsenal que llevaba a cuestas podía parecer amenazadora, y eso es lo último que quería. 

-¿Le importaría sentarse y tomar una copa conmigo? Me gustaría que habláramos un momento - le susurró al elfo cuando lo alcanzó. 

Evea se percató que un elfo había reconocido algo en el cartel que Nívea les había dejado, pero antes de que pudiera hacer nada Gaëlle se adelantó para hablar con él, indicando a los demás que esperaran fuera. Por si acaso lo comentó en voz baja a Theonil, ya que Karlack no estaba presente

-El elfo ese con el que ha ido a hablar Gaëlle ha visto algo en el cartel que nos dio Nívea- Evea no estaba segura que lo mejor fuera salir de la posada y dejar a su compañera sola con un desconocido cuyas intenciones no estaban claras. Pero tampoco conocía las normas de la etiqueta elfa y posiblemente estorbaría más de lo que podría ayudar.

Respondiendo con un gesto a la bardo, se dirigió hacia la puerta, pero no llegó a salir, simplemente se quedó por la salida; como colocándose la ropa y el equipo, retrasando la partida por si acaso las cosas se torcieran. -Hay que investigar más cosas, pero tampoco podemos permitirnos el lujo de separarnos más aún-

El enorme humano subió presuroso a por el resto de su armadura. Necesitaría de todo su potencial si iban a enfrentarse a aquella cosa, estaba seguro que no iba a ser tan fácil como con aquellos contrabandistas de medio pelo.

Cuando bajó la bruja estaba hablando con un elfo, una punzada de dolor le atravesó el pecho, pero apretó los dientes y se sentó de nuevo a la mesa.

Theonil, necesitaré un poco de ayuda con esto.... dijo señalando las correas de la armadura.... por cierto, ¿quiés es ese que está con Gaelle?