Partida Rol por web

Pequeñín

Después de un fuerte bufido, Donnie abandona la radio y se mantiene en silencio. 

Pequeñín

Las palabras de L no eran nada nuevo, pero de su boca eran mucho peor. 

Pequeñín

-¡La cerveza no deshidrata! ¡La cerveza purifica, Anti-Doping!

-...también estupidiza. -agrega Donnie. -No es que haga falta, de todos modos. 

Finalmente encontraron una furgoneta con, posiblemente, botellas de agua para todos.

La mención de un hermano por parte de L trae a la mente de Donnie la memoria de su hermano y una oleada de preocupación lo baña con fuerza. Antes de que pudieran divisar un plan más elaborado, Claire toma el enfoque más directo y destruye el vidrio de costado. 

-Bien hecho, Claire. -comenta Donnie. -Espero que eso no atraiga gente indeseada. 

Mientras algunos probablemente se lancen a examinar la furgoneta, decide quedarse fuera echando un vistazo a sus alrededores. 

-¿quien te crees que soy? Soy un tío legal. No soy ningún ladrón. -Respondo a la mirada de Tessa.

Después miro a Claire, esperando ver cómo termina su intento de sacar el agua de la furgoneta.

La idea que propone Nik, la divierte demasiado. Nada la haría más feliz de que ese cabrón siguiera vivo para poder ejecutar su tan ansiada venganza.

- Bicho malo nunca muere. Quizás tengamos suerte.- Comenta divertida chocando su hombro con el del muchacho, a pesar de ser él más alto.- Respecto a lo de las pastillas, tranquilo. Seré más rápido que Zach.

Dentro de la furgoneta hay como veinte botellas de agua; dos para cada uno. Una vez que todos cogen su parte del botín, continúan su viaje. Otro par de horas caminando comienza a hacer mella en todos los chicos. Hera camina casi arrastrando los pies, algo hastiada.

Durante el recorrido, llama la atención la gran cantidad de coches abandonados, que por cierto no hay ninguna coche policial entre ellas. La carretera, al fin, se interna en un bosque frondoso. Es el que Ares señaló en el mapa al comienzo de la aventura. Las sombras de los árboles suaviza la temperatura del día, haciéndolo incluso agradable pasear. Hay muchos animales por allí: Liebres, conejos e, incluso, zorros atraviesan la carretera sin miedo.Los pájaros cantan ajenos a todo el mal que está aconteciendo, abstraidos en su mundo.

Faltan tres horas para el atardecer, cuando la barriga de Hera comienza a gruñir.

- Paremos a comer.- Su frase suena más como una orden que una petición. Ares asiente, dejando su cuerpo caer sobre una enorme piedra ubicada al pie del camino. Aunque no lo reconozca, él también está cansado.

Claire ha sido mucho más inteligente que yo, ¿Cómo no he caido en algo tan simple como romper una ventana? Me sonrojo un poco ante mi idiotez mientras me fijo en mi prima. ¿Cómo puede estar segura de lo que hace? Es como si hubiese nacido preparada para esto. Siento un poco de envidia sana por lo rápido que ha solucionado el problema, mientras yo me debatía una y otra vez en la forma de poder forzar esa cerradura.

Las palabras de Larry y Donnie hacen que mi vergüenza pase mas desapercibida. Pero el comentario de Zach me hizo abrir la boca como un pez fuera del agua. Yo en ningún momento quería insinuar eso, ¿O sí lo hice? Me rasco la nuca incómoda.

En ningún momento he pensado eso...- Le contesto, sintiendo algo de culpabilidad.- Ten, conejito.

Agarro dos de las botellas de agua y se las doy a él, en un intento de suavizar la situación, sonriendo algo forzada.

Estaba sudando y me dolían las piernas de tanto caminar. Joder, no recordaba haber andando tanto desde aquella excursión en el instituto en la que nos empezó a llover y tuvimos que regresar por un atajo y a toda prisa para no perder el autobús.

Miré a mi alrededor. 

Todos eran rostros cansados, además de hambrientos. Ya no había miedo, sino ganas de olvidarse de todo. ¿Zombies? Hacía tanto que no veíamos un enfermo que a lo mejor incluso nos lo habíamos inventado nosotros?

Desde luego que no, pero era agradable pensar en ello.

Solté la mochila en cualquier lado, al lado de un árbol, y volví a percatarme del temblor de mis manos. No sabía si era por la falta de alcohol o por la adrenalina, pero me la agarré con fuerza para evitar que alguien lo viese. Saqué una botella de agua y bebí un buen trago. Agua, bendita agua. Nunca pensé que me apetecería tanto. Después pensé en comer, pero no sabía cuánto tiempo pasaría antes de poder volver a hacerlo, así que decidí dejar la lata en donde estaba y guardarla para el día siguiente.

Joder, qué prudente te has vuelto, dijo una voz en mi interior.

Vete a la mierda. Soy la misma gilipollas de siempre, me respondí a mí misma en silencio.

Después me acerqué a Tessa y me senté a descansar, reposando mi cabeza en su hombro. Me daba la sensación de que la gente me veía como una chica dura, pero en aquellos instantes no me sentía así.

-¿Cómo estás-le pregunté -... aparte de cansada, claro?

Ten, conejito

Mi voluntad no consigue evitar que las palabras y el gesto de Tessa me arranquen una sonrisa. Le sonrío aunque permanezco en silencio. Después destapo la botella que me da y doy un trago corto antes de guardarla en la mochila. 

Durante el camino echo un vistazo a los coches abandonados para ver si tienen pinta de llevar mucho o poco (polvo, cuánto los han saqueado...).

Al interrumpir el trayecto para comer y empezar a ver que sacan cosas echo una visual a nuestro alrededor. Les digo a los demás:

-Turnémonos aunque tardemos más en hacerlo. Aunque parezca que estamos solos, no me gusta la pinta de todo lo que hemos visto por aquí, así que mejor hacer guardia. Yo me quedo haciendo guardia primero.

 Staci decidió mantenerse al margen de la discusión sobre cómo abrir la puerta del camión con agua; además de que Claire había encontrado una forma mucho más rápida y efectiva de hacerlo. Tomó un par de botellas y siguió el camino. Cada tanto se ponía a pensar que las cosas que estaban tomando iban a hacer más dificultoso el camino de los que vinieran después de ellos por ese lugar. Pero luego se acordó de la familia que les había robado la gasolina y la compasión se le fue rápidamente.

 El camino se volvió largo y cansador. Especialmente para una persona con tan poca aptitud física como Staci. Si bien la niña prodigio jugaba al tennis (y jugaba bastante bien, para sorpresa de muchos), una caminata tan extensa cubría más de lo todo lo que tendría que correr en una de sus clases. Cuando Hera ofreció el descanso para comer, Staci le agradeció internamente.

- Uff... por fin... uff... me ofrezco... uff... me ofrezco segunda para vigilar los alrededores. Pero primero, déjenme tener un respiro.

 Staci se sacó el sueter, acalorada, y se sentó sobre él. No tenía demasiado hambre, pero empezó a tomar la botella de agua como si fuera un elixir lujoso.

- Uff... ^{me muero...} _{no se puede caminar tanto... ^{es inhumano...}}

El transcurso del camino fue como estar en una nube en la que cada cierto rato existía un espacio que dejaba enfocar la mente, sacar botellas de agua, bromas sin respuesta, sorbos de agua. Durante el camino fui recolectando en una bolsa de plástico las latas y botellas que pillaba en basureros o tirados. Para cuando ya nos detuvimos ya me encontré mejor enfocado pero al igual que el resto el hambre comenzaba a tironear el estómago.

-No piensen que no tengo hambre… -miro el sol- es solo una corazonada, verán no nos topamos con ningún “John” pero sí que han dejado todo desolado y la última vez que nos atacó uno fue en la noche.- Tomo una lata de comida de la mochila y me siento en el suelo. –Comamos luego buscamos algún lugar donde pasar la noche. - La idea de una caminata nocturna le resultaba escalofriante. Me pongo a revisar la etiqueta con el dibujo de unos frijoles negros, abro la lata y me pongo a comer unas cucharadas.

-Coincido con lo que dice él -señalé a Nikola con la cabeza. Aún no había decidido qué nombre ponerle a aquel muchacho tan misterioso y rarito-. ¿Y si los "John" se vuelven más activos durante la noche? No, no digo que sean como putos vampiros, pero, ¿y si son como muchos depredadores, que por la noche muestran más actividad?

Tomando una de las botellas de agua, comencé a beber de ella para saciar mi sed. Habíamos tenido suerte de llegar a encontrarnos aquel vehículo de reparto lleno de botellas.

-Tal vez debamos llenar nuestras mochilas con todo el agua que podamos -sugerí, pensativo-. Si esto sigue así, pronto el agua escaseará, y el agua embotellada será un bien escaso.

El camino cada vez me parece más y más largo. Un día llevamos de camino y ya me siento exhausta, mañana estaré llena de agujetas. ¿Por qué no fui al gimnasio cuando tuve ocasión? Ah, sí, porque siempre lo he odiado. La pregunta de Claire me saca de los pensamientos.

Apoyo mi cabeza un segundo en su hombro mientras cierro los ojos, disfrutando del descanso y el sonido del bosque.

- Siento como si la cabeza me vaya a reventar. ¿Y tú?- Le pregunto preocupada por ella.Al escuchar las quejas de Staci no puedo evitar sonreír algo divertida.- Por estas cosas nunca íbamos a las excursiones del puto colegio, Staci.

Nikola ofrece un punto de vista que mi cerebro ni siquiera se había llegado a plantear, Fuck! ¿Zombies radiactivos o con visión nocturna agudizada? Tenía que haber visto más capítulos de The walking dead. Larry apoya su idea. Por cierto, que guapo está sudado de la caminata. Putas hormonas, se activan en los peores momentos.

Vuelco los ojos hacia Zach, que como un buen explorador comienza a trepar un árbol.

- ¡Ten cuidado! You can bunny!- Grito animándole, aunque no me levanto del lado de Claire. Mis piernas no responden del cansancio.- Puede que desde ahí arriba pueda ver algún lugar para pasar la noche

Zach escala más de la mitad del árbol, pero se le hace imposible subir más debido a la espesura y debilidad de las ramas de la copa. Pero aún así tiene suficiente visibilidad para ver de lejos el Hospital que Ares había comentado antes. No está tan lejos como pensaba, posiblemente diez minutos caminando. Además hay un pequeño cobertizo de madera justo a cien metros.

Ahí no podrían pasar la noche, apenas cabrían cinco persona de pie.

- ¿Qué ves, Barnes?- Grita Ares aún sentado en la piedra.

Hera se acerca a Donnie ofreciendo un trago de su botella de agua, mientras los demás conversan.

- Ey, ¿estás bien?- Pregunta sorpresivamente algo preocupada.- Sé que debe ser difícil para tí, eres el más desconocido del grupo. Yo tengo a Ares. Tessa a Claire. Pero puedes contar con todos, ¿sabes?

El descanso no estaba siendo tan relajado como esperaba. Obviamente, muchos pensaron que debían vigilar y a alguien se le ocurrió la brillante idea de subirse a un árbol para mirar.

Pufff, ni que fuéramos malditas ardillas.

Pero a mí en aquellos momentos me daba un poco lo mismo. Me dolían las piernas y el estómago se estaba quejando sin parar. Era cierto que en más de una ocasión no había comido cuanto debía, pero no en mitad de un apocalipsis zombie y tras una caminata de varias horas.

Aún así, pensaba que era mejor esperar.

Siento como si la cabeza me vaya a reventar. ¿Y tú?

Las piernas. No sé si podré volver a moverlas de nuevo alguna vez -le respondí, levantando la cabeza de su hombro para observar como Zach emulaba a Hillary, pero sin el Everest ni el huelo. Bueno, bien pensado, solo estaba subiendo un puto árbol.

- ¡Ten cuidado! You can bunny! Puede que desde ahí arriba pueda ver algún lugar para pasar la noche.

-Dudo mucho que distinga algo. Además, yo voy a caer rendida en cualquier lugar. Aquí mismo si no nos movemos más -dije, echándome de espaldas en el suelo y contemplando el cielo como si fuese algo más de lo que esperaba. Pero no, solo era el mismo cielo de siempre, solo que habitualmente no me detenía ni un solo segundo a contemplarlo.

Cuando escucho a Ares preguntando en voz alta a Zach sobre lo que veía, inclino la cabeza sin cambiar de postura, para intentar verle.

–Estamos muy cerca del hospital. Tal vez deberíamos seguir avanzando...espera... Ahí cerca hay una caseta de madera pequeña... No veo a nadie, pero creo que debemos tener cuidado o asomarnos a ver. No me gusta este sitio.

El atardecer comienza a teñir el cielo de colores anaranjados. Un poco de aire azota el bosque moviendo sus ramas y hojas de los árboles. Ares es el primero en examinar el cobertizo diminuto, no sirve para pasar la noche.

- Tendremos que dormir en el Hospital..- Bufa hastiado por la idea.

- Claro, una gran idea Ares. Pasemos una noche en un Hospital abandonado seguramente plagado de Zombies.- La cólera se ve impresa en la voz de Hera, la cual coloca sus manos en la cintura y comienza a gritar.- ¡Menuda idea! No veremos otro amanecer.

- ¿Y qué cojones quieres, Hera? ¿Nos quedamos aquí en el puto bosque? ¡¿Te parece más seguro?!

En contadas ocasiones se ha visto a los hermanos Miller discutir, pero esas pocas veces siempre han perdurado en la mente de los afortunados que tuvieron la ocasión de estar presentes. Es una guerra.

- ¡Vete a la mi...!- Hera no acaba el insulto cuando un aullido rompe la discusión.

Los gritos de los hermanos ha atraído la atención de unos animales nada agradables. Cinco lobos han aparecido alrededor del grupo, están hambrientos y no paran de gruñir en vuestra dirección.

- Hera, a la de tres, entra en la cabaña...- Murmura Ares.- Todos no entramos ahí, tendremos que correr.

Apenas cinco personas pueden entrar en la cabaña, los otros cinco puede correr e intentar darles esquinazo por el bosque, o trepar ligero por un árbol. Ares no va a permitir que su hermana corra peligro, por lo que decide ceder su sitio en la pequeña cabaña para ella. Él podría darles esquinazo, o pegarles un tiro si fuese necesario.

- Tres- Suelta de golpe al ver como los lobos comienzan a moverse hacia ellos despacio.

Hera hace caso a su hermano mayor y corre hacia el cobertizo todo lo rápido que puede, junto a los otros que hayan decidido ponerse a salvo junto a ella en la casa. Ares, en cambio, pega un grito intentando atraer a los lobos hacia él para que no vayan en busca de su hermana y los que hayan decidido quedarse. Acto seguido, corre por entre los árboles en dirección al Hospital.