Partida Rol por web

Las sienes del inspector parecen relajarse tras las palabras del crítico de arte y la entrega de las escrituras. Recoge el documento y lo aparta a un lado. Sin mediar palabra, abre el cajón y devuelve a la mesa la carpeta que instantes antes había retirado. En ese mismo momento, Juliette hace el gesto de salir del despacho.

"Señorita Moreau, si le apetece escuchar algo de información sobre el caso de su amigo, le sugiero que se quede."

Sin esperar a comprobar si la mujer accede o no a su petición, el hombre da una nueva calada al cigarrillo y abre la carpeta.

"Inspeccionaré toda la documentación que han recabado y, en cuanto a esto, -el pelirrojo señala la escritura - me pensaré algún cuento que explicarle a Chisholm para evitar preguntas embarazosas."

Dicho esto, Sutherland consulta unas notas garabateadas. Sin levantar la vista de ellas, empieza a hablar a los investigadores.

"Ayer hubo movimiento en Albury Road. Las llamadas denunciando ruidos en el interior de la casa MacBain no sólo se dieron al mediodía, sino también por la noche. De hecho, entre las 22.00 y las 23.00 hay testigos que aseguran haber visto a una pareja de individuos saliendo de la casa acarreando un objeto de grandes dimensiones. Un mueble quizás. Ahora mismo, una patrulla de la policía inspecciona la casa. Veremos qué nos pueden decir."

Sutherland apura el cigarrillo mientras sigue leyendo en voz baja las notas de la carpeta y transmite el fruto de sus investigaciones a los presentes.

"También hemos recibido un testimonio que quizás arroje algo de luz sobre el caso. La familia del profesor Ian MacKendrick, oceonógrafo de la Universidad de Aberdeen, nos ha informado que ambos, el señor Drake y él, mantuvieron una relación muy estrecha poco antes de que se produjera la desaparición. Por desgracia, no podemos interrogar al señor MacKendrick ya que esté falleció recientemente. Vayan allí y hablen con la viuda. Pero por favor, -el pelirrojo saca la vista de la carpeta y mira amenazante a los investigadores - que sea con el tacto que requiere la situación."

El hombre aplasta la colilla en el atestado cenicero y busca un nuevo cigarrillo que prender.

"Y como ya les dije ayer, también pueden buscar información en la hemeroteca del Evening Press de Aberdeen. Esas sanguijuelas sensacionalistas en ocasiones llegan más lejos en sus pesquisas que la misma policía, así que quizás consigan algo."

El inspector sigue inspeccionando los papeles contenidos en la carpeta, cuando levanta la mirada y,con extrañeza, se dirige a Alfred.

"Señor Lean, antes ha dicho que consiguieron un libro de cuentas en Puertollano. ¿Me quiere decir cómo accedieron a él? Es documentación privada de la empresa."

De repente, Sutherland entorna los ojos mientras menea la cabeza y el hastío hace acto de presencia en su rostro.

"Es igual. Prefiero no saber cómo consiguieron ese dichoso libro. Entréguemelo también y veremos qué podemos hacer con él."

Más nombres salían a la luz y Eleonor había perdido ya la cuenta de los afectados que habían de forma indirecta en el caso: Familias destrozadas, amigos perdidos o futuros quebrados, una historia que bien podría tener éxito en papel por los giros argumentales y dramáticos del guion. No es momento de pensar en eso.- Sin embargo cuando el inspector mencionó la hemeroteca tuvo un pequeño dejavu que, aunque no fuera en el mismo lugar, prefería no revivir.

¿Sería posible concedernos un permiso por su parte para acceder a todo el catálogo? – Se imaginaba que su pregunta sería extraña, sobre todo teniendo en cuenta que hablaba de una hemeroteca y técnicamente debía de ser pública.- Ayer la señorita Baker y una servidora intentamos acceder al Archivo de la comisaría tal y como nos aconsejó, pero la señorita Gladys fue… obtusa. Nos requería constantemente un permiso con su nombre y no pudimos hacer nada más que volver con las manos vacías.

Sigue escuchando al policía en silencio pero cuando nombra la casa de Albury Road Catherine no puede evitar que su corazón se acelere y sus ojos se dirijan hacia Eleanor aunque para su alivio el comisario no parece saber nada sobre su "visita" al lugar

-"Está bien,iremos a visitar a la viuda de MaacKendrid y descuide,tendremos el tacto que la situación requiere.Respecto al Evening Post creo que no habrá problemas en acceder a su hemeroteca,conozco a alguien allí que nos puede ayudar con ello pero lo que dice la señora Harris respecto a la señorita Gladys es cierto,fue imposible razonar con ella y nos echó de allí con muy malos modos llegando incluso a insultarnos a nosotras y a faltar el respeto al sacerdote que nos acompañaba"-regresa su malhumor al recordar el encuentro con aquella espantosa mujer-"En cualquier caso ya no importa,seguiremos las indicaciones que nos ha dado,inspector"-repuso mirando al resto de los presentes esperando su confirmación

Los nuevos pasos parecían estar listos aunque aún quedaba por determinar como los afrontaríamos.

De acuerdo, señoritas. Pero, ¿vamos todos juntos a nos separamos como antes? A nosotros no nos fue demasiado bien ir por separado. Casi no lo contamos. Pero así cubrimos más terreno y podemos conseguir más información.

Recordaba la huida de la noche anterior de la planta de procesamiento y no quisiera poner a las damas en más peligros innecesarios.

Si deciden ir por separado, pueden ir a visitar ustedes el diario si tienen un contacto allí. Juliette y yo iremos a ver a la viuda. Si prefieren ir juntos, quizás primero la viuda, ¿no creen?

El inspector Sutherland atiende a las palabras de Eleanor y Catherine.

"De ser juez mi firma les abriría la puerta de cualquier lugar de Aberdeen, pero no es el caso. Así que no les queda otra que ir a ese periódico con la mejor de sus sonrisas y cruzar los dedos. Sin duda, con conocidos allí dentro, tendrán más posibilidades de echar un vistazo. En cuanto a Gladys -el hombre acalla una sonrisa- siento no haberles advertido de su temperamento. Si más adelante quieren volver al archivo, háganmelo saber."

Sin nada más que añadir, el grupo se pone en pie y se dispone a salir del despacho. Antes de que el último de ellos cruce la puerta, el hombre del espeso bigote anota la dirección de los MacKendrick en un papel y se la entrega a Eleanor.

"Por favor, hagan el favor de ser discretos. Y tengan cuidado."

Las tres mujeres y el hombre empiezan a caminar en dirección a la salida de la comisaría mientras estudian los diferentes caminos que se abren ante ellos. Después de varios minutos debatiendo, acuerdan no separarse y tomar un taxi hacia la residencia de los MacKendrick para hablar con la viuda.

Número treinta y tres de Sunnybank Road. Casa MacKendrick. Aberdeen.

Jueves 27 de octubre de 1927

10:41 de la mañana

El automóvil tarda quince minutos en cruzar la ciudad y llegar al 33 de Sunnybank Road. Una bonita casa de dos plantas rodeada de un cuidado y frondoso jardín les aguarda allí. A medida que el grupo se aproxima al porche, son capaces de percibir la melodiosa y triste voz de una joven cantando una pieza clásica. El abatimiento que transmite esas notas parece que, en cualquier momento, va a hacer llorar al encapotado cielo de Aberdeen.

Catherine toma la delantera y pulsa el timbre de la puerta. Al hacerlo, la música cesa de repente. Tras unos segundos de espera, una mujer de mediana edad, extremadamente delgada y vestida de negro les abre la puerta. Tiene los ojos enrojecidos y decaídos. Pese a ello, fuerza una sonrisa de cortesía ante los desconocidos y les pregunta que desean.

Tras despedirse del inspector,en un tono mucho más amigable que cuando les recibió,el grupo se dirigió en coche hacia la casa de MacKendrick en silencio.

La voz que salía de aquella casa les daba una idea del dolor que la viuda de Ian Mackendrick debía estar sintiendo pero ellos necesitaban saber qué había pasado con Drake así que tomando la delantera Catherine pulsó el timbre y esperó

-"Buenos días,mi nombre es Catherine.Usted no nos conoce pero nos han dicho que quizás pueda ayudarnos"-habla con suavidad para no asustar a la mujer-"Verá,un amigo nuestro,el Señor Drake,ha desaparecido y al parecer él y su marido eran amigos.Sé que está usted en un momento muy doloroso y quiero expresarle mis condolencias,pero si fuera usted tan amable de contarnos qué recuerda de las últimas veces que se vieron nos sería de gran ayuda para poder averiguar qué le ha pasado o a dónde ha ido nuestro querido amigo"-mira suplicante a la mujer esperando que el dolor de ésta no sea tan grande como para que se niegue a hablarles de Drake y su marido

Llegamos a la casa MacKendrik sin decir ni palabra. Aún resonaban en nuestras cabezas la regañina del comisario y el aviso de que no nos meteríamos nuevamente en líos.

Al llegar, Catherine tomó la iniciativa y habló primero. Consideré oportuno quedarme de oyente en un segundo plano y dejar a las damas hablar con la señora. Quizás al ver a mujeres se sintiera más cómoda que siendo interrogada por un hombre.

Mientras escuchaba la conversación, miré por la estancia fotos y decoración que había en la sala.

En otras circunstancias hubiera intervenido para funcionar de apoyo a la presentación de Catherine pero, en este caso, al igual que su compañero Alfred vio mejor quedarse relegada a un segundo plano.

Se mantuvo detrás de la anticuaria con las manos unidas en el regazo y una discreta sonrisa, guardando silencio para dejarle la iniciativa a su compañera mientras esperaba. Todavía no era necesario que interviniera, pero estaría atenta.

Al escuchar la referencia a su marido, la mujer queda presa de sus pensamientos durante un par de segundos mientras sus ojos empiezan a humedecerse. Al instante, ruborizada, posiblemente por mostrar una reacción tan íntima ante desconocidos, invita a pasar al grupo de investigadores y les ofrece una sonrisa nerviosa de cortesía.

"Discúlpenme, yo... Pasen, por favor."

La casa de los MacKendrick es igual de bonita por dentro que por fuera. Un suelo alfombrado les da la bienvenida y les acompaña a través de un pequeño recibidor acristalado y un pasillo adornado con retratos familiares hasta un salón amplio y luminoso. Un sofá de cuatro plazas tapizado en gris perla ocupa la parte central de la habitación, junto a dos butacas del mismo color. En medio, una chimenea apagada cierra el semi círculo. La mujer invita a los investigadores a tomar asiento, mientras ella ocupa uno de los sillones.

"Mi nombre es Iris y, en efecto, mi marido, Ian MacKendrick, tenía relación con su amigo desaparecido, el señor Drake. En cuanto leí en el periódico lo sucedido, llamé de inmediato a la policía. Si les soy sincera, a día de hoy, sigo dudando que la relación entre mi esposo y su amigo tuviera algo que ver su desaparición, pero... - la mujer se obliga a respirar profundamente en un intento de evitar un inminente llanto - creo que en estos casos es mejor disponer de la máxima cantidad de información. Imagino lo que es perder a alguien y a mí también me gustaría que se hiciera lo máximo por ayudar a mi ser querido."

Mientras se levanta de la butaca y se alisa la falda del vestido, ofrece gentil a sus invitados una forzada mueca de alegría.

"Pueden preguntarme lo que quieran, pero... ¿Les apetece tomar algo? Acabo de poner una tetera en el fuego."

Sin esperar una respuesta, la mujer se pierde por una de las puertas que se abren en el salón.

Me mantengo en silencio tanto durante la narración del inspector, como durante el viaje y al llegar a la casa  de la viuda, por respeto. Me senté al lado de la señora de la casa y la miré con comprensión y dulzura mientra hablaba. Pero antes de poder hacerle ninguna pregunta esta se levantó y fue a por té.  En aquel momento me levanté tras ella y me ofrecí a ayudarla siguiéndola hasta la cocina.

- Permítame que la ayude señora Mckendrick... ¿puedo llamarla Iris? es un nombre precioso - Dije para ganarme su confianza, mientras la acompañaba - He de decirle que tiene una voz preciosa de Mezzosoprano ligera, ¿está en alguna compañía de ópera de la ciudad?

Tenía una buena voz sin duda, aunque exageré un poco para que se relajara y se sintiera apreciada en aquellos momentos. 

Ver aquella mujer tan destrozada por su marido hizo que Eleanor se planteara qué haría ella si le faltara George en su vida. Había sido un pilar importante e inquebrantable que la acompañó en los momentos más duros y más felices, una figura que admiraba y a la par amaba, recordándole cada día que despertaba a su lado la suerte que había tenido. George. Le echaba de menos y quería llamarle pensando que sería la última vez, sólo escuchar su voz y sus reproches, preguntándole posiblemente si tenía una buena historia. Estás dramatizando Ele, todos están bien.

Respiró hondo mientras entraba en la casa quitándose esas ideas de la cabeza, observando el interior de la casa con interés camuflado. Había un punto maruja en la escritora, más bien curiosidad indirecta de ver la distribución de los muebles o cuadros como si estuviera leyendo una revista de decoración, sonriéndole a Iris cuando sus miradas se cruzaron.

Gracias por su hospitalidad.- Aunque se notaba cansada por todos estos días vividos no quería sentarse, quedándose apartada levemente junto al resto de sus compañeros, esperando a ver qué pasaba.

Catherine siguió a la mujer al interior de la casa,aliviada de que por una vez las cosas resultasen sencillas y no tuvieran que inventar o mentir para conseguir información

-"Gracias"-respondió asintiendo al ofrecimiento de té,no sólo porque realmente le apeteciera,que así era,sino porque aquella breve ausencia les permitiría examinar el salón y quizás hacerse una idea del tal Mackendrick

Os encontráis en un salón muy acogedor que para nada desentona con el resto de casa que hasta el momento conocéis. A parte de los sillones, el sofá y la chimenea, una mesa de té de cuidada elaboración ocupa la parte central de la habitación. Pegadas a las paredes, varias estanterías de madera repletas de retratos, pequeños adornos y libros dan al ambiente un ligero toque opresivo que es contrarrestado por la gran luminosidad que penetra por dos grandes ventanales que flanquean una escalera enmoquetada que conduce al piso superior. Todo parece estar ordenado y escrupulosamente limpio, cosa que, algunos de vosotros, tras vuestras andaduras por los barrios más bajos de Aberdeen, agradecéis.

De repente, mientras vuestra vista deambula libre por la sala de estar, os parece ver que, al final de la escalera que conduce al piso superior, hay alguien escondido que, sin duda, está dispuesto a escuchar todo lo que se vaya a hablar en el salón.

Iris responde al ofrecimiento de Juliette con una sonrisa de cortesía. Una vez en la cocina, la mujer extrae de una caja metálica unas cuantas galletas de mantequilla para acompañar al té y las distribuye en un plato nacarado exquisitamente decorado.

"Querida, no es necesario que se moleste. Aunque, si insiste..."

La mujer hace entrega de la bandeja a la francesa y, mientras dispone las tazas y retira la tetera del fuego, responde a la pregunta formulada por la cantante.

"Oh, no. Se equivoca. - la mujer sonríe - Creo que debe referirse a mi hija. Justo antes de que ustedes llamaran a la puerta, estaba ensayando. Ella sí recibe educación musical, aquí, en Aberdeen. Quizás no sea correcto que en una casa en duelo se tenga la poca deferencia de cantar, pero Pauline lo necesita. Junto a su padre, la música es su vida y no estoy dispuesta a que se vea privada de eso también."

Callada, con la mente en otra parte, sigue preparando el té y cuando lo tiene todo dispuesto, vuelve a esbozar una forzada sonrisa.

"Ya está todo listo. Volvamos con sus amigos."

Las dos mujeres abandonan la cocina y regresan al salón.

Iris entra al salón cargando una bandeja con tazas y una gran tetera humeante. Tras ella, Juliette sostiene un plato repleto de pastas de té que coloca sobre la mesa. Las dueña sirve la infusión y al acabar, ocupa una de las butacas.

"Y bien, ¿qué quieren saber?"

Sonreí y cogí la  bandeja de pastas mientras escuchaba a la viuda.

- Disculpe, no sabía que tuviera una hija. La educación musical es muy importante y la música es más bella si los sentimientos de la cantante son fuertes - hice una pausa mientras la mujer servía las tazas de te - Y estoy segura de que su hija ahora tiene sentimientos de sobra.  Yo podría ayudarla, mi profesión también es la música, me gano la vida cantando en Francia, si me lo permite me encantaría conocer a la pequeña futura estrella del West End.

Acompañé al salón a la señora y dejé las pastas en la mesa.

Dejé las pastas sobre la mesa y me senté cruzada de piernas al lado de la viuda, miré hacia la escalera y saludé de forma disimulada a aquella figura que se ocultaba en las sombras. 

- Disculpe que nos presentaramos así en su casa, ¿le importaría explicarnos cómo era su marido y como se comportaba con nuestro amigo? Cualquier dato o detalle, por insignificante que parezca podría ayudarnos a saber que le pasó al señor Drake.

Sujeté la mano de la señora con fuerza para mostrarle mi apoyo y agradecimiento por su ayuda. 

Paseé por la estancia observando las fotografías colgadas en la pared y las colocadas en las estanterías. Tal vez en alguna de ellas pudiera ver algo que nos fuera de utilidad en el caso. Pudiera haber alguna en la que saliera el Señor MacKendrik y Edward en algún lugar que fuera relevante.

Cuando la señora MacKendrik nos ofreció un té, acepté de inmediato. La hospitalidad y la educación siempre por encima de todo.

Gracias, señora MacKendrik. Aceptaré son mucho gusto esa taza de té.

No me senté de inmediato. Aún quedaban fotografías que mirar y el té tardaría un par de minutos en llegar. Además, Juliette, Catherine y Eleanor estaban sentadas junto a la señora y se la veía muy cómoda entre damas. No interferiría a no ser que se me ocurriera alguna pregunta relevante.

Catherine miró brevemente a aquella figura que se escondía en las escaleras antes de llamar la atención de Eleanor y señalarle la escalera de manera casi imperceptible

Cuando la señora y Juliette volvieron con el té y las pastas la anticuaria sonrió y esperó a que la anfitriona tomara asiento antes de atreverse a preguntar

-"¿Tiene hijos,señora Mackendric?"-no ha mirado hacia las fotografías para averiguar tal cosa puesto que la figura de la escalera ha centrado gran parte de su atención aunque casi está segura de la respuesta ya que si no ¿quién va a esconderse allí arriba?