Partida Rol por web

El descarado saludo de la francesa desencadena en el piso de arriba un puñado de pasos rápidos que culminan en el sonido que hace una puerta mal engrasada al cerrarse. A la llegada de la señora MacKendrick al salón, la visita al completo toma asiento, a excepción de Alfred que deambula sin dejar de observar el variado contenido de las estanterías.

Iris mira sorprendida al todavía en pie crítico de arte, aunque por su expresión, entre curiosa y divertida, parece no importarle su comportamiento. Sin darle mayor importancia a la situación, la mujer se acomoda en una de las butacas y sonríe a Catherine mientas coge una de las tazas y añade a su contenido un poco de leche.

"Como le explicaba a su amiga, -dice la mujer refiriéndose a Juliette- en efecto, tengo una hija. Está en su habitación y sería fabuloso que la conocieran, sobre todo, ahora que sé que entre ustedes hay una intérprete profesional. Mi Pauline ama cantar y, por ello, ensaya a todas horas."

Sin perder la sonrisa de sus labios, el semblante de la anfitriona se agudiza.

"No obstante, si no les importa, antes de llamarla, me gustaría responder a las preguntas que quieran hacerme. A poder ser, a solas."

Iris da un corto sorbo a su taza y la devuelve a la mesita. Tras aclararse la voz, empieza a dar respuesta a la pregunta de Juliette.

"Si tuviera que definir a Ian con una única palabra elegiría "entusiasmo". Era profesor de la Universidad de Aberdeen y un amante de su trabajo. Creo que, por detrás de Pauline, la oceanografía era lo que más quería en este mundo."

Iris sonríe con tristeza.

"Llevaba tiempo empecinado con la idea de explorar el fondo marino de la costa escocesa. Logró realizar algunos estudios preliminares a poca profundidad en las zonas de Dogger Bank, aunque su verdadero objetivo era otro: penetrar en las profundidades del llamado Foso del Diablo, un lugar a unas millas de la costa donde, por lo visto, - Iris hace una mueca divertida de incomprensión- el océano es más hondo de lo normal."

Los presentes se acomodan en sus asientos mientras saborean el té.

"Para ello, después de mucho batallar con el departamento de administración de la Universidad, mi marido consiguió los fondos suficientes para adquirir una especie de submarino que le posibilitara bajar a tantos metros. Batisfera creo que la llamaba. Recuerdo lo feliz que fue durante aquellos días previos a la exploración. Incluso la Sociedad Oceanográfica Británica quiso colaborar con el proyecto poniendo a su disposición un buque. Mi Ian estaba exultante."

A medida que la mujer habla, los investigadores notan como su tono de voz se hace más grave.

"En su equipo contaba con un estudiante universitario, Simon Murray creo que se llamaba, y con el señor Drake. Por lo que decía Ian, su amigo era alguien apasionado y competente. Por ello, aunque fuera ajeno a la Universidad, decidió contar con él. - Iris guarda unos segundos de silencio y, poco a poco, sus ojos empiezan a humedecerse.- Me parece mentira pensar que todo lo que les cuento pasó hace unas pocas semanas. "

En un claro gesto por intentar recomponerse, Iris da un nuevo sorbo a su taza.

"Aunque todo ese entusiasmo, toda esa ilusión, pareció ser engullida por el maldito Foso del Diablo, ya que, a su regreso, Ian dejó de ser el que era. Nos respondía con evasivas cuando le preguntábamos cómo había ido la expedición y si alguien insistía en tocar el tema, se molestaba. En general, se mostraba callado y esquivo, tanto con su hija como conmigo. Entonces, una día, al poco de regresar, fue cuando... falleció."

Inevitablemente, las lágrimas empiezan a brotar de los ojos de Iris que, de repente, se levanta de la butaca y sale disparada en dirección a la cocina.

"Discúlpenme, por favor."

Aquél misterio que parecía involucrar a una única familia, más bien la parte de los varones, ahora traía consigo una misión oceanográfica, un tema que desconocía por completo. Intentó escuchar y seguir el hilo de la conversación lo mejor que pudo, pero sentía que había términos que faltaba por conocer o sucesos para explicar según qué cosas, perdiéndose por momentos. Sin embargo creyó quedarse con lo más importante.

¿Foso del Diablo? – Preguntó con curiosidad. El nombre ya de por sí era llamativo, pero desconocía si esa pista sería el camino correcto a seguir. Demasiada casualidad, ¿no? Pero antes de seguir preguntando la mujer se derrumbó, haciendo que la escritora se levantara como acto reflejo, dirigiéndoles una triste sonrisa a sus compañeros antes de seguirla a la cocina, intentando ofrecerle un poco de apoyo.

Escuchó con atención a Iris,despreocupada ya al confirmar que la curiosa figura era una niña triste con ganas de escuchar a los adultos,probablemente para saber si se decía algo de su padre

El asombro se abría paso en su mente al escuchar el relato de la mujer y cuando ésta se marchó precipitadamente para evitar que los demás vieran sus lágrimas la anticuaria carraspeó y miró a Juliette y a Alfred.Eleanor había resumido muy bien sus pensamiento y aquel extraño y llamativo nombre parecía ser la clave a lo que Ian y Drake buscaban

-"No sé nada del mar pero si lo que Iris cuenta es cierto me temo que hemos de ir a ese Foso del Diablo"-dice sombríamente mientras se quitaba el sombrero y se mesaba delicadamente el cabello.Suspiró y clavó sus ojos en el hombre-"Alfred,Drake era tu amigo pero esto cada vez se vuelve más peligroso.Yo prometí ayudarte y eso haré pero creo que ha llegado el momento de que pienses si realmente todo esto merece la pena o hemos de dejárselo a la policía.Todos hemos sido atacados y tu tío y yo..."-se calla abruptamente pero ha llegado el momento de confesar sus temores-"Tu tío ha enfermado por lo sueños,estoy segura.Tanto él como yo no hemos dejado de tener extrañas sensaciones y sueños raros de seres extraños desde que llegamos a Aberdeen...y tengo miedo,mucho miedo"-se estremece al recordar su último sueño y se rodea a sí misma con los brazos agachando la cabeza para ocultar el temor de sus ojo

Estuve a punto de levantarme para seguir a Iris pero Eleanor se me adelanta y con una sonrisa afirmativa le doy a entender que que queda a cargo de consolar a la viuda. Escucho las palabras de Catherine y sin poder evitar sentir un escalofrío que recorre mi espalda cuando nombra los sueños sobre seres extraños, rápidamente intento sacarme esa idea de la cabeza y centrarme en lo que creo que es más importante.

-Considero que es un poco precipitado embarcarnos en un navío hacia alta mar, con el objetivo de investigar una zona submarina - ​​dije intentando frenar el ímpetu de mi compañera - Drake participó en la exploración pero es pronto para sacar conclusiones. En cuanto la señora vuelva podríamos seguir preguntándole un poco más en profundidad, además, me gustaría poder hablar con su hija a solas, con la excusa del canto puedo intentar preguntarle si vio o escucho algo sobre su padre o sobre nuestro amigo. Parece que a la niña le gusta espiar y puede saber algo que su madre ignora, pero claro  para ello necesitaré que distraigáis a la madre.

Hice una pausa para mirar hacia la cocina para comprobar que aún no volvían - Ademas deberíamos hablar con Simon Murray, podría explicarnos más cosas sobre esa investigación y quizá sobre el Dr. Drake -  Bebí un sorbo del té que no había podido catar hasta ese momento - ¡Delicioso!

Escuchaba las explicaciones de la señora MacKendrik mientras observaba las fotografías que para decepción mía no mostraron nada de interés con mi amigo o el señor MacKendrik.

Cuando llegó el té, me senté y me serví una taza y escuché en silencio las explicaciones de la señora. Lo que más me atrajo la atención fue la mención de esa "Fosa del Diablo". No sabía nada de eso y Edward jamás me había comentado que pretendía hacer una expedición submarina de ningún tipo.

Por lo que parece lo que sea que encontraron en esa Fosa es el origen de todo este asunto.

Catherine. Entiendo que tengas miedo de todo esto, pero el origen de las pesadillas esta allí abajo, en esa fosa. Seguramente la cura para esas pesadillas tenga algo que ver con lo que fuera que encontraron o vieron allí.

No digo que tengamos que aventurarnos en las profundidades oceánicas sin pensarlo, pero es una opción que debemos barajar si queremos encontrar respuestas. Podríamos ir a habla con el editor del periódico. Estos periodistas siempre están al día de cosas extrañas y persiguen quimeras muy a menudo. Es posible que él sepa algo de todo esto.

Cogí una de las manos de Catherine para intentar tranquilizarla.

No quiero que pienses que no me importa el estado de mi tío al que, por cierto, le debo una visita. No me perdonaría que le pudiera suceder algo y no haberlo ni siquiera visitado. Pero creo de verdad que eliminaremos esas pesadillas cuando averigüemos que ocurre con ese foso.

Eleanor sigue a la mujer a la cocina donde esta, entre sollozos, abre un cajón y saca un pañuelo. Mientras enjuaga las lágrimas de sus ojos enrojecidos, se disculpa sin poder contener el llanto.

"Siento mucho el espectáculo, pero siempre que hablo de mi marido no puedo evitarlo. Su muerte fue tan inesperada que todavía no nos acabamos de creer que nos haya dejado."

La escritora coloca una mano en la espalda de la mujer en un claro gesto de intentar consolarla. Con voz entrecortada, Iris continua desahogándose en brazos extraños.

"Sé que cualquier muerte es horrible, pero es que Ian era un hombre tan entusiasta, tan amante de la vida, que me parece tan sumamente injusto que ya no esté. No sólo se vivía por su trabajo. Su hija lo era todo para él. Y ahora ella se ha quedado sin el amor de su padre."

Procedente del salón, se oye un murmullo. Claramente, la precipitada marcha de la anfitriona ha provocado comentarios entre los visitantes. No obstante, una absorta Iris parece no oír nada.

"Es tan difícil vivir en esta casa sin que su recuerdo me destroce el corazón. Murió bajo este techo, en su despacho, y... - el llanto enmudece la voz de Iris por unos instantes - desde entonces soy incapaz de entrar allí."

De repente, una voz joven sorprende a las dos mujeres.

"¿Mamá, estás bien? ¿Quiénes son estas personas?"

La mujer da un respingo y se gira hacia la puerta de la cocina. Allí, una adolescente  de pelo corto y mirada preocupada observa la escena sin acabar de comprenderla. Inmediatamente, la joven se acerca y sostiene a su madre, que la obliga a sentarse, visiblemente recelosa por la presencia de Eleanor.

Desde el salón se oye el llanto de la mujer y los investigadores no pueden evitar cierta vergüenza al verse expectadores de un episodio familiar tan íntimo. No obstante, poco a poco, las palabras fluyen y esa molesta sensación se empieza a disipar.

Tras escuchar el testimonio de Iris, mientras el grupo intercambia puntos de vista y planea el siguiente paso a dar en sus pesquisas, irrumpe en la estancia una joven. No aparenta mucho más de quince años. Su pelo es corto y ondulado y lleva encima un sobrio vestido de color gris. Parece extrañada, que no sorprendida, de ver a los investigadores y, antes de pueda decir algo, un nuevo sollozo de la viuda la hace salir disparada hacia la cocina, con clara preocupación en el rostro.

"Mamá..."

Dejé la mano de Catherine y salí aprisa hacia la cocina. No parecía que hubiera sucedido nada, sino Eleanor nos habría avisado, pero mejor estar seguros.

Entré en la cocina el primero para comprobar que todo estaba bien y que no había pasado nada grave.

¿Sucede algo? ¿Estan todas bien?

Asiente a Juliette conforme y suspira con fuerza,inmersa aún en sus funestos pensamientos cuando Alfred le habla

-"¿De verdad crees que ese Foso del Diablo tenga algo que ver con mis pesadillas?Dios mío,Alfred,si eso es cierto no puedo ir allí...no podría enfrentarme a esas cosas"-el temblor de su voz indica claramente el terror que siente ante lo que ve en sus pesadillas pero la anticuaria trata de reponerse-"Conozco a una periodista tal y como dije en comisaría...ella puede ayudarnos"-declara sabiendo que la mujer querrá algo a cambio sin ninguna duda

Al ver llegar a la niña Catherine sonríe a modo de saludo aunque el llanto de la madre les alerta y hace que ésta salga corriendo hacia la cocina seguida de Alfred por lo que ella se pone en pie y se acerca aunque sin entrar totalmente en la estancia ya que probablemente Iris no querrá que todo el grupo de desconocidos la vea llorar por lo que espera desde ahí la respuesta a la pregunta del hombre

Escucho las divagaciones de mis compañeros sin dar crédito a mis oídos. - Lamento oír que tus pesadillas aún no se han disipado, pero creo que debemos centrarnos. No creo que un agujero en medio del océano sea el origen de ningún mal anciano; no somos niñas de 8 años que tememos a la oscuridad. El verdadero mal proviene de los hombres, como los que nos atacaron a Alfred y a mi...  - No quería ser la persona que desanimara a mis compañeros pero no creía que Drake  siguiera en alta mar - Drake se encuentra en Everdeen, si no hubiera vuelto de la expedición nos lo habrían dicho, así que si fue a foso y volvió ya no hay motivos para que nosotros vayamos hasta allí... ir al periódico y a ver a Murray me parecen ideas más sensatas.

En aquel momento la hija de Iris aparece con su vestido gris y desaparece como alma que lleva el diablo hacia la cocina al oír el sollozo de su madre, así que no pierdo el tiempo y voy tras ella, al igual que mis compañeros. Una vez allí me aproximo a la niña con una sonrisa afable - ¡Hola! Tú debes de ser Pauline -  digo con la voz tranquila - Un amigo nuestro conocía a tu papá, y tu mamá se ha puesto algo triste al  recordarlo, seguro que tú a veces también te pones triste y por eso cantas tan bien - Acaricio su cabeza con ternura - ¿Sabes, yo también soy cantante y creo que lo haces súper bien... ¿Catherine, puedes ocuparte de Iris por favor? - le pregunté a mi amiga girándome hacia ella mientras le guiñaba un ojo - ¿te apetece ir a tu cuarto y me hablas sobre tus canciones Pauline? - le cogí la mano a la niña para que me guiase.

Visiblemente avergonzada por el revuelo que se acaba de montar por culpa de su llanto, Iris se pone en pie forzando el ánimo y acaricia amorosa el rostro preocupado de su hija.

­­­­­­— Cariño, no te preocupes, estoy bien. Esta señora y sus amigos han venido a buscar información sobre un compañero de trabajo de papá. Supongo que la policía les habrá facilitado nuestra dirección.

Todavía con los ojos algo hinchados, la viuda acompaña a la joven hacia el salón y con una señal indica a los visitantes que sigan sus pasos. La respiración irregular de la joven demuestra que la situación todavía la pone nerviosa y Juliette comprende que es mejor dejar para más tarde la visita musical a su habitación.

—Volvamos al salón. Quiero que los conozcas debidamente — la mujer se detiene en seco y sonríe divertida —. Aunque, ahora que lo pienso, salvo el de usted — señala a Catherine— yo tampoco sé sus nombres.

Una vez en el salón, todos toman asiento y se presentan. Al conocer el nombre y las profesiones de cada uno de sus visitantes, Iris se muestra realmente interesada por la ocupación de alguno de ellos, en especial por la de Alfred, que le confiesa ser una ferviente admiradora del arte en todas sus manifestaciones, en concreto de la pintura y la arquitectura gótica, a lo que el hombre responde con un par de anécdotas laborales que distienden el ambiente.

Juliette decide tomar el relevo de la conversación y empieza a relatar un sinfín de experiencias divertidas sobre su carrera artística que consiguen arrancar en los presentes sonoras carcajadas. No obstante, pese a estar un poco más tranquila, Pauline no parece prestar demasiado atención a la conversación. Iris percibe la apatía de su hija y, cariñosa, se dirige a ella.

— Pauline, creo que sería una formidable idea que le enseñaras a la señorita Moreau en qué partituras estás trabajando. Estoy segurísima que su consejo te podría servir de mucho para mejorar tu técnica. ¿Qué te parece?

La niña asiente con desgana y se levanta del sofá. Juliette sigue a la niña al piso de arriba y el resto de adultos se quedan a solas en el salón.

Iris aguarda a que Pauline y Juliette abandonen la estancia para continuar hablando, ahora con un tono de voz un poco más grave.

— Disculpen a mi hija, pero encajar la pérdida de Ian no está siendo nada fácil para ninguna de las dos — Iris da un sorbo a su té ya frío.— Si quieren seguir hablando sobre su amigo, ahora es el momento. Cuando Pauline y la señorita Moreau bajen, les agradecería que se marcharan. Lamento parecer descortés, pero me estoy dando cuenta de que hablar de un tema tan sumamente doloroso me es muy complicado. Supongo que necesito tiempo para asimilar. De todos modos, para cualquier otra cosa que precisen, siempre serán bienvenidos a esta casa.

Tras acceder al piso superior, la niña conduce sus pasos a la puerta más alejada de la escalera y la empuja. Una luminosa habitación de paredes adornadas con papel pintado turquesa les da la bienvenida. La filia demostrada en el salón por los elementos decorativos, se puede respirar también en este lugar. Pósters, dibujos, muñecos... No obstante, la fotografía enmarcada de una infantil Pauline en compañía de un hombre sonriente destaca en relevancia respecto al resto de ornamentos.

— Bienvenida a mi dormitorio, señorita Moreau — la niña señala sin actitud unas partituras colocadas sobre un atril metálico que hay en frente de la ventana —. Esta es la pieza que estoy preparando:  Aria de Violetta, de La Traviata.

Eleanor no tuvo la oportunidad de una conversación en privado al verse abordada por sus compañeros a pesar de haber pedido que le dejaran a ella. Igualmente los saludó de nuevo con una triste sonrisa, sobre todo al ver a la pequeña de la familia y traerle dolorosos recuerdos de lo que no era capaz de despegarse.

No se preocupe, lo último que queremos es molestarla más de lo debido.- No le apetecía sentarse de nuevo en el sofá, prefiriendo quedarse de pie al lado de una ventana con tal de mirar al exterior.- Antes mencionó que su marido tenía un despacho, ¿sería mucho inconveniente si pudiéramos visitarlo? Tal vez tuviera algún escrito sobre su trabajo y pueda ayudarnos a entender un poco mejor qué está pasando.

Una vez ven que a la señora de la casa no le sucede nada más que lo que ya le viene sucediendo desde la muerte de su marido el grupo la sigue nuevamente al salón donde la anticuaria escucha en silencio a la mujer aunque sus ojos se dirigen en varias ocasiones a la niña preguntándose qué sabrá ella de lo que su padre hacía con Drake.Lo sniños,en ocasiones,son fuentes inagotables de información que muchas veces los adultos no esperan que tengan

Juliette sube con Pauline dejándoles de nuevo a solas con Iris aunque Catherine duda que la mujer sepa mucho más de lo que ya les ha dicho pero su amiga pregunta por el despacho del hombre,un buen lugar en el que mirar así que la anticuaria espera a que la viuda les de permiso o se niegue

Volví a sentarme con la señora y rompí mi inicial silencio

Señora MacKendrick, ¿en ningún momento su marido mencionó nada de aquella nisión? ¿Alguna carta? ¿Algún diario?

Le cogí las manos para intentar tranquilizarla.

Quizás el señor Murray recuerde más cosas, ¿tendría usted su dirección para hacerle una visita?

La señora MacKendrick nos había abierto una nueva vía de investigación al darnos los nombres de los miembros de la expedición al foso. Quizás el universitario fuera más proclive a compartir información.

Miro a mi alrededor, aquella estancia no dista mucho del resto de la casa; seguramente ha sido también decorada por su madre y los resquicios de niñez han sido impuestos a la fuerza por la joven Pauline.

- Llámame Juliette por favor, entre artistas nos podemos tutear - le guiñé un ojo y me acerqué a su atril - Vaya... curiosa pieza, ¿sabías que La Traviata fue un fracaso en su estreno? es curioso como cambia la percepción de la gente con el tiempo - Ojeé las partituras antes de seguir hablando.

- Parece una elección muy madura para tu edad... Violetta recibe su primera declaración de amor por parte de Alfredo... la canción no es más que una divagación de los pensamientos de Violetta; se deja llevar por lo que podría ser el amor verdadero... el único en su vida. Pero al final acaba su fantasía, la muchacha toca de pies en el suelo, su condición no le permite tener amores románticos... está sola y seguirá sola... siempre rodeada de gente pero sola en realidad.

Cojo entre mis manos la foto enmarcado de la pequeña Pauline con su padre - Aún eres muy joven para amores románticos... pero si que has tenido un amor verdadero en esta casa ¿no es así? - dejé la foto y me acerqué a la pequeña agachándome un poco frente a ella, acercando mi mano para acariciarle la mejilla - Es normal sentirse sola, noté tus fuertes sentimientos hacia tu padre cuando te oí cantar desde fuera... y me gustaría volver a oírte si no te importa... y luego quizá podamos hablar y desahogarnos juntas ¿te parece bien?

Llegado a este punto, la mujer parece cada vez más agotada. Aunque atienda a las peticiones de los investigadores, se le nota ajena, como si pensara en otra cosa.

— Siento decirles  que es poco probable que el testimonio del señor Murray, en estos momentos, les sea de demasiada ayuda. Al regresar del Foso del Diablo, el pobre cayó en un profundo delirio y fue ingresado inmediatamente en el Hospital Psiquiátrico Real. De todos modos, quizás puedan ir a visitarlo. Por probar — Iris agacha la mirada tratando de controlar un nuevo arranque de pena—. Cuanto más pienso en ello, más claro me queda que alguien o algo debió maldecir aquella expedición.

 La anfitriona mira a Eleanor con ojos taciturnos y empieza a hablar con un ligero temblor en los labios.

— En cuanto a visitar el despacho de mi marido — algo nerviosa, la mujer pasa unos segundos en silencio buscando las palabras adecuadas —, dudo que les sirva de algo para su investigación. Aunque se desviviera por el trabajo, Ian sabía diferenciar muy bien entre el trabajo y la familia y, cuando regresaba a su hogar al finalizar la jornada, no solía ocuparse demasiado con asuntos de la universidad. Guardaba todos los documentos de sus investigaciones en su despacho del departamento de geología. Aquí no tenía nada, salvo facturas de casa, libros y recuerdos. O eso creo. Además — finalmente la mujer confiesa abatida —, me es tan difícil entrar allí.

La niña mira dubitativa a Juliette antes de atreverse a dar las primera notas. Los nervios no le permiten atinar y debe empezar la canción en varias ocasiones. La mirada atenta y amistosa de la francesa la ayudan a, por fin, cantar las primeras estrofas con una voz limpia y melodiosa, pero con una demostración más que clara de carencia técnica.

— Practiqué hasta aquí. ¿Qué te ha parecido —Pauline dice esbozando una media sonrisa—, Juliette?