Partida Rol por web

Miradas de desconfianza se posan sobre los investigadores mientras estos deambulan por el puerto en busca de datos de interés. Pocos marineros se atreven a intercambiar alguna palabra con ellos cuando estos solicitan algo de información sobre el Foso del Diablo o incluso dejan entrever su interés en desplazarse hacia allí.

Tras más de media hora andando entre barriles y cajas de madera y con las ropas impregnadas de olor a pescado, el grupo pasa por delante de un pesquero de aspecto desvencijado amarrado en un extremo del puerto y en cuya popa puede leerse el nombre "Arenque Ahumado". Un tipo barbudo con una larga cicatriz en la cara les observa desde la cubierta y, sin hablar, les indica con la mano que se aproximen. Los investigadores cruzan el carcomido tablón de madera que da acceso al barco y se presentan al hombre. Este hace lo mismo con bastante menos clase que sus invitados. Su tono de voz es áspero y su expresión poco cortés.

— Mi nombre es Liam Baird, aunque aquí me llaman "capitán Baird". ¿He oído que tienen interés en el Foso del Diablo? Si, quieren, yo les llevo.

Catherine no pudo evitar arrugar la nariz en un gesto de desagrado ante el olor a pescado del lugar y el recuerdo de unos seres con cabeza de pez y piernas humanas saliendo del mar.

La noticia de que Annemarie estaba desaparecida no hizo sino confirmar sus más oscuros temores sobre lo extraño de todo aquello pero venciendo su miedo y los fantasmas que la perseguían la anticuaria avanzó con decisión por aquellos muelles apestosos hasta que un hombre les hizo señas y se presentó a ellos

-"¿Cómo sabe que buscamos el Foso?"-preguntó lanzando miradas sorprendidas al resto de sus compañeros

El olor a pescado se adentraba en nuesteas fosas nasales trayéndome recuerdos de la aventura junto a Juliette en el almacén y nuestra posterior huida de los matones. Nos acercamos al pescador y su comentario me sorprendió al hacer mención al Foso del Diablo.

Sí. ¿Como sabe que buscamos ese lugar? Parece que las noticias vuelan en este lugar. ¿Quién le ha dado esa información?

Una vez abordo, los investigadores comprueban que el interior del arruinado "Arenque Ahumado" es mucho más inquietante y desagradable que su exterior. Los tablones que configuran el suelo de la embarcación están roñosos, llenos de restos resecos de pescado y grasa de motor. Resulta dificultoso caminar sin que las suelas de los zapatos queden atrapadas por la pegajosa y granate mugre que lo impregna todo. Los portones de la bodega están completamente oxidados y la pintura que antaño los recubría se desprende del hierro a jirones. Igual de deteriorada que el resto, la cabina del capitán carece de puerta y los pocos cristales que recubren sus ojos de buey están sucios y llenos de grietas.

—Sí, en el puerto de Aberdeen las noticias vuelan — el capitán Baird les mira serio, con gesto casi desafiante y, obviando dar más respuestas, sentencia. — El viaje les costará cinco libras. Salimos ya.

De repente, un estruendo mecánico estalla en la popa del barco que, tras algunos desagradables chirridos, logra estabilizarse en un ensordecedor ruido. Como salidos de la nada, cuatro hombres vestidos con gruesos jerséis y gorros de lana se encaraman a la pasarela y, sin mediar palabra y a toda prisa, toman la cubierta y se vuelcan sobre las cuerdas y los aparejos del barco, con la clara intención de poner a puntos cuanto antes el momento de partir.

El puerto me parecía uno de los lugares mas desagradables que había visitado, y no solo por esa gente tan fea y sucia, ni por los berridos de los marineros... sino por ese asqueroso olor a pescado. Aquel olor me recordaba a la pequeña aventura con Alfred que casi nos cuesta la vida.

Durante todo el trayecto fui agarrada a su brazo mirando a mi alrededor esperando una trampa o un ataque de aquella mafia que nos persiguió. Cuando el marinero nos gritó intenté tirar de Alfred para evitar que nos subiéramos pero al no expresarlo con palabras acabamos todos navegando hacia aquel lugar maldito.

- ¿Por que arranca? No queremos ir aún... ¿verdad? - Dije con voz algo desesperada.

Aquello no le gustaba nada,no conocían a aquel capitán,no sabían hacia dónde quería llevarles realmente y para colmo aquella tartana que el hombre llamaba barco parecía a punto de hundirse en cualquier momento

-"Por el amor de Dios ¿esto navega?"-susurra mirando a sus compañeros y arrimándose a Eleanor buscando inconscientemente protección junto a su amiga

Ante lo que parece un inevitable viaje hacia mar adentro, los investigadores titubean nerviosos en medio del ruidoso trajín de los marineros. Aunque su objetivo al visitar el puerto de pescadores fuera conocer algo más sobre el Foso del Diablo e incluso tratar de encontrar la forma de visitarlo, el grupo de urbanitas no puede evitar sentirse nervioso al ser casi forzado a zarpar en aquel cascarón viejo y en compañía de personas tan inquietantes.

Inevitablemente, el movimiento desenfrenado que hay en cubierta hace que la vista de los investigadores deambule curiosa de un lado a otro del barco. Catherine, probablemente afectada por la decrepitud reinante y el sofocante hedor a pescado podrido, únicamente es capaz de revivir parte de sus últimas pesadillas y desear con todas sus fuerzas bajar de ese despropósito de embarcación y regresar al hostal. Algo parecido le ocurre a Eleanor, que, todavía preocupada por la posible desaparición de Annemarie, le cuesta concentrarse en lo que sucede a su alrededor.

No obstante, la atención Juliette y Alfred logra ir más allá de la mugre, el óxido y la pintura desconchada. En la cabina del capitán, en una de las múltiples planchas de hierro que forman su estructura exterior, son capaces de distinguir un conjunto de rasgaduras hechas con un filo. Su trazo es irregular y se ve interrumpido en algunos segmentos por restos exangües de pintura amarillenta, aunque, a la distancia en la que se encuentran, es fácil tener una visión global y extraer de la unión de trazos la forma de algo parecido a un ser con tentáculos, quizás un pulpo o calamar. Automáticamente, la imagen les transporta a su aventura en la planta procesadora de pescado Puertollano, concretamente a su charla con Rowland MacFie, el encargado del lugar, y a la inquietante talla de rasgos octopoides que el hombre tenía posada sobre su escritorio.

Cada vez más nerviosos, los investigadores miran a sus espaldas. La tambaleante pasarela por la que han accedido al "Arenque Ahumado" todavía sigue en su sitio.

No puedo evitar quedarme en blanco presa del pánico cuando reconozco aquella forma tallada, lo cual provoca que apriete con fuerza el brazo de Alfred haciéndole notar que algo va mal. Un susurro escapa de mi boca puesto que mis emociones me impiden alzar más la voz y es casi un milagro que logre siquiera advertir a mis compañeros.

- Ese símbolo... se encontraba en la procesadora de pescado... esto es una trampa - Tragué saliva  puesto que no podía creer lo que iba a decir a continuación - Pero quizá es nuestra única oportunidad de llegar al foso del diablo.

Noté el brazo de Juliette cogiendo el mío y observé el dibujo en la plancha de hierro. La estatua que tenía el tipo de la procesadora de pescado como pisapapeles era exactamente igual al dibujo que había. Seguramente aquella estatuilla salió del Foso y el capitán de este barco sabía más de lo que decía.

Lo he visto Juliette. Creo que este tipo sabe qué hay allí abajo en el foso. De momento ocultemos este dato y esperemos que lleguemos al lugar donde se encuentra el Foso.

Miré de reojo al capitán esperando que no hubiera escuchado la conversación. No podía temer de nosotros y menos en alta mar.

Cuando uno de los fornidos marineros del "Arenque Ahumado" recoge la pasarela y pone al resto de tripulación en aviso de que todo está a punto para zarpar, los investigadores no pueden evitar sentir cómo el corazón les da un vuelco. Un mal presentimiento les recorre el cuerpo a medida que, poco a poco, la trastabillante embarcación se empieza a separar del puerto de pescadores de Aberdeen y se adentra en el gélido Mar del Norte. Aunque les embargue una inminente sensación de peligro, son tales las ansias por, al fin, hallar respuesta a la gran cantidad de preguntas que se agolpan en sus cabezas que la presente temeridad se les antoja asumible y más que justificada.

Los cuatro investigadores se amontonan a pocos metros del capitán Baird, mientras este, con voz adusta y gargajosa, da instrucciones a sus hombres. Su tono sigue siendo seco y malhumorado, aunque, desde que el barco ha abandonado el puerto, se puede intuir bajo esa pátina de lacónica personalidad, cierto grado de emoción, incluso nerviosismo. Pasados unos minutos, cuando la línea de costa se ve brillante enmarcando el horizonte, el hombre les indica que se aproximen.

— Vayan a popa y no se muevan de ahí. Es — el hombre señala a la parte posterior del barco mientras esboza una grotesca mueca, parecida a una sonrisa — por seguridad. Les avisaré cuando lleguemos.

Catherine escucha a sus amigos y sus temores se ven confirmados.No sabe de qué figura o dibujo hablan pero sus palabras y el miedo que éstas transmiten le dicen lo que necesita saber y es que aquello no está bien.Ese hombre no es trigo limpio y les lleva a una muerte segura...o algo peor: la locura

-"¿Y si nos colamos en la cabina del capitán a ver si encontramos algo?Creo que ese hombre quiere el mal para nosotros..."-susurra cuando el capitán les manda a popa con aquella mueca que provoca un nuevo escalofrío en la anticuaria

Al oír el susurro de Catherin no puedo evitar que un escalofrío me recorra, la verdad es que aquel hombre si que me producía una mala sensación y el hecho de colarlos en la cabina del Capitán y que pudiesen pillarnos me parecía aún peor, pero aún así sabía que era una buena idea, así que respiré hondo y asentí con la cabeza a modo de respuesta.

Sin rechistar, los tres investigadores hacen caso al capitán y caminan hacia popa de la embarcación, donde toman asiento encima de unas cochambrosas cajas de madera. Mientras intercambian miradas y susurros, la tripulación sigue moviéndose de un lado a otro, ocupados en manejar los diversos aparejos del barco. Suponen que el capitán Baird ha ordenado a sus hombres que no les pierdan ojo, ya que estos, demostrado muy poca sutileza, los miran fijamente cada vez que pasan cerca con una expresión profundamente grave, incluso demente.

Cada vez más nerviosos, asfixiados por un ambiente cargado de tensión, los investigadores deciden buscar algo de interés en la cabina del capitán con el objetivo de anteponerse a los planes de esos extraños marineros que, sospechan, no traman nada bueno.

Teníamos que averiguar todo lo que pudiésemos mientras estábamos allí, pero no podíamos hacerlo a la ligera, teníamos que planearlo bien, después de todo no quería que ninguno de nosotros acabase cayendo por la borda, porque en compañía de aquellos hombres cualquier cosa era posible, no me daban buena espina.

- ¿Alguna idea? Yo podría intentar hablar con el Capitán para que no se acerque a la cabina mientras investigáis, aunque cualquier otra cosa estoy dispuesta a hacerla, no me hace ninguna gracia acercarme a él, la verdad.

La anticuaria tiembla ante cada mirada de aquellos marineros pues le recuerdan la mirada de otros seres que salían del mar en sus pesadillas.Abrazándose a sí misma mira a sus compañeros y asiente a Juliette

-"Yo entraré al camarote a ver si encuentro algo que nos ayude en toda esta locura"-abre su bolso y comprueba que su pequeña pistola siga en su sitio bajo el pañuelo con el que la protege.Se santiguó y esperó a que la artista se alejase para distraer al Capitán 

Haciendo pareja con Juliette, me levanté para intentar crear una distracción entre los marineros. No sabía muy bien qué hacer, pero con quitar la atención de la puerta del camarote sereía necesario.

Me levanté y me dirigí hacia uno de los laterales de la embrcación, cogiendo uno de los cabos que había en el suelo.

Amigo. Esta cuerda parece que está suelta. ¿No se habrá soltado de algún lugar ¿no? No quisiera que nos hundiéramos o chocáramos contra algo. ¿Seguro que esta cuerda sirve para algo?

Algo pedestre, pero quizás siriviera para atraer la atención contra mi. Nada mejor que quitar a un patoso de enmedio en una embarcación. Esta gente no quisiera ponerse en peligro por mí.

Me levanto junto con Alfred para dar comienzo a nuestra distracción, sin embargo, antes de que pueda hacer o decir nada mi joven compañero se me adelanta, con una, digamos peculiar... interpretación, ¿de verdad solo había podido ocurrírsele algo así? Aunque pensándolo bien, aquellos marineros eran bastante tontos, quizás fuese suficiente, así que... ¡qué comience el espectáculo!

- ¡Oh dios mío! ¡Una cuerda suelta! Estoy segura de que es más que importante Alfred ¡CAPITÁN! ¡CAPITÁN! - tenían que haber pensado mejor a quién metían en su barco - ¡VENGA AQUÍ AHORA MISMO! ¡VAMOS A HUNDIRNOS!

Me estaba divirtiendo de lo lindo, aunque quizás había sobrexagerado demasiado, nunca se me había dado bien actuar, cantar sí, pero actuar, no, definitivamente no era lo mío.

Catherine esperó a que Alfred y Juliette distrajeran lo suficiente a los marineros que por allí rondaban aunque los gritos de la cantante la sobresaltaron lo suficiente como para chocar contra un barril que había cerca de la entrada a la cabina de mando del capitán

-"Maldita sea"-susurró llevándose la mano al pecho como si quisiera ahogar el sonido de los desenfrenados latidos de su corazón.Buscó al capitán con la mirada rezando para que estuviera lo suficientemente ocupado como para no fijarse en Eleanor y ella