Partida Rol por web

Veo la situación, con la marabunta de gente en mi contra y los soldados intentando parar a las criaturas.

Pienso un breve instante, y se me ocurre una idea: Bendeciré a los soldados aliados.

Comienzo a cantar el conjuro que tan bien me sabía de memoria, y levantando el brazo derecho con el puño en alto, finalizo de lanzar "Bendición" para los aliados.

-¡Acabad con el mal compañeros!

Saco la daga y me quedo en la retaguardia, tras los guardias, dispuesta a enfrentarme a aquel enemigo que consiga romper el cerco.

La guardia siente renovado su ánimo cuando la bendición llega a todos los que están cerca del clérigo. Estos dan un paso al frente y les hacen saber a los incursores que no salddrán bien parados de este ataque. Zenobia se queda detrás con una daga en la mano y esperando para ver como se desenvuelve la situación, pero logra ver que el místico con túnica la observa detenidamente y al notarla comienza a acercarse y tomar de una bolsita que cuelga de su cintura algo que esta contiene.

Mientras el no muy refinado elfo Sedelon se abalanza con gritos e insultos en el medio de todo, corriendo a un guardia y al otro para meterse en la refriega. Pero su alborotado estado y el no disponer de todo el espacio que requiere para ejecutar su maniobra le llevan a fallar.

Lignindor quiere contribuir en la lucha tirando una piedra contra sus contrincantes, pero no logra poder apuntar, dado que al estar más bajo que los demás no puede disparar con precisión. Y a su vez, Tharas se acerca para disparar con mejor suerte, aunque uno de sus flechazos dió en el blanco y dejó bastante maltrecho al blanco.

La guardia combate con determinación, pero sus ataques no son efectivos, son doblegados por el enemigo. El que a su vez intenta barrer con la defensa del lugar pero no logran acierto alguno.

Animando a los soldados para que efectúen sus ataque, les grito:

-¡VENGA MUCHACHOS, QUE SON POCOS Y COBARDES!

Acto seguido, desenfundo mi arma, y espero en la retaguardia por si atraviesan la barrera.

Tharas, el místico prepara su magia... es el mas peligroso... deténle...

Comento a mis compañeros mientras me llevo la mano libre a mi propia bolsa y busco los componentes que me puedan ayudar para mis propios conjuros.

El joven elfo viendo su error, se posiciona mejor para continuar con el combate, toma su tiempo para enfrentar a dos enemigos que tiene enfrente y decide atacarlos a ambos. Le amaga un ataque por arriba al primero y luego invierte el movimiento para lanzar un ataque por debajo de su guardia y al segundo aprovechando el movimiento en diagonal hacia abajo, le corta parte de la pierna, dejándolo tendido en el piso inconsciente del dolor.

Tra oir a Zenobia intento ver miro al místico que dice ella.

Será mejor que coloque en una posición mas elevada para ver mejor.

Utilizo mi habilidad de Escalar paredes  (50%)  para intentar ponerme en una posición mejor y desde ahí lanzar algún hechizo o utilizar mejor mi honda.

El elfo ahora con una mejor perspectiva del combate subido a una mesa con una gracia felina, se puso de pie oteando la batalla cuerpo a cuerpo que sostienen ambas fuerzas. Toma una flecha y apunta a el mismo blanco que le había disparado antes, es inconfundible dado que tenía unaa flecha enterrada en el medio del pecho y le impidi cubrirse del todo con el escudo.

Afina los ojos y sus dedos se deslizan para liberar la flecha, la tanza del arco se mueve con velocidad buscando recobrar si recta linea impulsando la flecha con gran celeridad. Esta impacta de lleno en la cabeza del enemigo, pero aun más rápido fue el movimiento de Tharas que busca una segunda flecha y la dispara de nuevo al mismo blanco, pero el apuro le juega en contra y yerra el flechazo que se pierde en la lontanaza.

La guardia arremete contra la formación, abriendo poco a poco el espacio y buscando romper las filas enemigas. Se nota ahora la diferencia de estrategias y entrenamiento entre ambos contendientes. En el medio de todo se lo puede ver al joven guardia que ya conocen instando a que avancen y sigan en la lucha, con su siempre gran sonrisa en su boca.

El enemigo viendo que se le empieza a escapar la fuerza con que arrancaron el combate, algunos ya quieren retroceder pero ven al místico que está detrás de ellos y de seguro que le tienen más mieda que a los guardias porque vuelven a llenar los huecos que van dejando sus caídos compañeros.

El místico ve flaquear sus fuerzas y decide tomar cartas en el asunto, si pierde esto perderá todo y no espera que las cosas se le escapen de las manos. Junta fuerzas y sus manos comienzan a arder, una bola de fuego literalmente surge entre sus manos y toma un gran tamaño.

La bola de fuego sale despedida de sus manos e incrementa su tamaño a medida que avanza con una velicidad mortífera, esta impacta de lleno atrás de los guardias y cerca de las casas. Estas instantáneamente se prenden fuego así como la empalizada que es de madera. Pero lo que vale más que todo eso junto son las vidas de las personas, estos comienzan a arder, ven sus ropas incnediarse y se debaten tratando de apagarse. Algunos caen muertos por el tan fulminante ataque, lanzado con una precisión enorme. Este hombre sabe lo que hace y lo sabe muy bien. Y el miedo que despierta en todos los presentes que aun siguen en pie es grande, muy grande.

Me agazapo hacia atrás, a la espera de ver si algún enemigo consigue atravesar la barrera ofrecida por la guardia.

Espada en mano, no paro de animar a los guardias:

-Vamos, vamos, mirad si lo tenemos acobardado que ya han tenido que sacar su artillería pesada, ¡ya los tenemos!

Si alguno se acerca, le voy a dar con el frío metal.

Con el corazón desbocado al ver la capacidad ofensiva del místico, me maldije a mi misma por estar, quizás, en el bando perdedor. Y me maldije a mi misma por no haber sabido gritar lo suficientemente alto a Tharas para que abatiera primero a nuestro mas fuerte enemigo. ¿O si que lo había hecho y el elfo me había ignorado por completo? había oido que los elfos tenían buen oido.

Pensé en mis hechizos y vi que ninguno de ellos  podría ser de gran ayuda a distancia en estos instantes salvo alguno que otro que causaría tantas bajas entre aliados como en enemigos. No quería sacrificar inocentes, no cuando aún podíamos ganar sin emplear medidas tan drásticas.

Veo que aún no han roto la barrera que conforman los guardias así que comienzo a buscar un resquicio por donde colar mi mano y atacar sorpresivamente a algún enemigo. El místico parecía demasiado alejado y lejos del alcance de mis armas.

Hecho una máquina de aniquilar adversarios, Sedelon se embalentona a pesar de la enorme bola de fuego desata hace segundos a un costado de él. Como si no le importara arremete contra todas sus fuerzas y descarga un nueva ataque contra el mismo objetivo de antes, pisando en el camino al que le había casi cortado la pierna y sacándole un grito de dolor al mismo tiempo. No lo hizo de daniño, es que los cambates son así, cruentos y desalmados en ciertos momentos, el combate heróico entre dos sujetos solo se da en los duelos y casi nunca en una batalla. Allí prima el que ataca primera y acalla a su enemigo.

Tras el intento fallido de el ataque con la honda y posteriormente el fracaso en la escalada para colocarse en una posición mas elevada, me encontraba algo decepcionado conmigo mismo.

Todavía no he contribuido en nada en esta batalla, así no creo que cause una buena impresión a Zenobia o  la mujer del cocinero. Debería hacer algo…. vamos Lignindor, vamos piensa, piensa….

NO creo que pueda yo con esos tipos, pero…. Y si…..

Busco entre mi libro, el conjuro Hechizar persona para intentar lanzárselo a alguno de eso bastardos y que nos ayude en la batalla.

El elfo al ver el poder desatado por el místico, ve que todas las vidas se pueden ir con un solo movimiento de las manos de este hombre, dándose cuenta ahora del peligro que representa. Cambia su objetivo y le apunta directo a la principal amenaza.

Sus ojos se entrecierran otra vez, buscando claridad a pesar del humo que comenzaba a reinar en el lugar. Sus dedos tensan la cuerda y su mano vibra un momento hasta que la tensión se libera y una flecha sale seguida de otra directo a su objetivo.

Ambas dan en el medio del pecho cuando el místico se preparaba para conjurar otra vez, el hechizo se pierde, pero la mirada dura del místico ahora con un dolor profundo se dirije hacia Tharas. El líder enemigo quiebra las flechas para poder seguir moviéndose y así poder desatar su furia sobre este lugar y el osado que acaba de atacarlo.

En ese momento una pequeña brecha se abre entre las filas enemigas y una figura conocida por ustedes avanza decidido. Ya no con su siempre habitual sonrisa, ahora tiene los labios apretados en una fina y dura linea. Primero da un par de pasos lentos y pesados para luego acelerar el paso y comenzar a correr con ambas armas a los costados. Ve que el mago se está quitando las flechas y por ello está indefenso y eso es su fin.

El mago lo ve venir, sabe que está desarmado, sabe que esa espada pondrá fin a su vida, el guardia describe un arco ascendente desde su costado derecho con la mano izquierda y el iluso místico o quizás por acto reflejo interpone su manos ocmo si esto fuera a desviar el ataque. El corte fue tan violento para una persona de un porte tan débil que le corta el antebrazo. Este cae de rodillas tomándose el muñón automáticamente y comienza a gritar de dolor. Sus esbirros al escucharlo gritar se dan vuelta y el terror les invade, saben que están acabado, saben que perdieron y es la hora de correr.

El místico ve ahora a Menthor encima con su otra espada lista para enterrarse en su cuerpo y el guardia no tiene clemencia. La espada entra recto por el medio de su pecho, pasándolo de largo y ambos se miran por un instante mientras el brillo de los ojos de uno se apaga por la muerte y los del otro por la muerte que causó, fría y sin misericordia.

Los esbirros entran a correr por sus vidas, la guardia en parte arremete contra ellos, pero el Capitán que estaba en el costado incendiado, a pesar de haber recibido de pleno la bola de fuego les ordena que se planten a ayudar a la población.

Algunos forman una cadena humana de baldes con agua y otros se quedan arrodillados llorando por las pérdidas humanas y/o materiales. El combate no duró mucho, pero el dolor y la destrucción fueron y son intensos. Seguro que una huella va a quedar en la población.

Algunos se acercan al místico, pero Menthor evita que lo toquen. Jan se acerca a ver al difunto y le toca el pecho. Rápidamente exclama que sigue vivo, el maldito sigue vivo a pesar de todo. Con todo lo sucedido y se digna a seguir vivo. - Hazlo vivir. - Le indica Menthor a Jan, sin sonrisa, sin la alegría de siempre. Y se retira del lugar para ayudar en donde se le ordene.

Avanzo lo mas rápido que puedo entre los guardias y me quedo a un paso del místico, observándole con curiosidad. Vuelvo la cabeza y miro a los guardias

Ese capitán es un imprudente. El  poder de este místico es grande. Guardias, deberíais inmovilizarle y amordazarle primero o volveréis a estar a merced de su colérica magia en cuanto consiga volver a articular palabra pues aún le queda una mano con la que descargar su furia.

Mis palabras rezumaban frialdad, sin mostrar piedad o compasión por el enemigo caído, tratándole como si fuera poco mas que una bestia salvaje. No era nada personal, sino a lo que había estado acostumbrada desde niña. Ni siquiera parpadeé al ver su brazo amputado a breves metros de él, ni el amasijo de carne, sangre y venas que conformaba su antebrazo. En su lugar parecía observar con curiosidad las runas y símbolos que pudiera tener en su vestimenta o en sus alhajas y baratijas. Y mi mano se adelantó y  tomó su bolsa de componentes mágicos.

Tampoco estamos seguros con esto al alcance de sus man.... eh.... su mano... veamos de dónde ha salido este hombre y cuál es su escuela de magia

El combate había acabado rápidamente, más de lo que Tharas hubiera imaginado. De todas formas los daños habían sido considerables.

Bajándose del parapeto al que se había subido para tener más perspectiva y poder usar su arco con mayor eficiencia, el elfo se dirigió hacia los caidos. Uno por uno se cercioró de su estado, sobre todo del capitán, que a pesar de los daños sufridos, se resistía a morir. Es en estos momentos cuando se entendía el por qué de su forma de ser tan extricta y ruda, pues era igual que su afán de supervivencia. El hombre no caía en garras de la muerte aunque esta le arrastrara por los pelos.

Tras fijarse en ellos, Tharas miró a sus conocidos.-¿Estáis bien?- preguntó mirándoles. Su vista acabó fija en los ojos de Zenobia. De entre todos, era con la uqe más confianza tenía, con ella y con Seledon, pero sabía que el pequeño elfo sabía cuidarse de sí mismo. Ella estaba en un mundo nuevo por descubrir... y por lo que parecía, lo estaba decubriendo a base de encuentros violentos.