Partida Rol por web

-Hola muchahca, no te preocupes por ese hombre, ya no se puede hacer nada, su sufrimiento que era mucho, ya ha cesado. Posiblemente sea lo que mejor le podía pasar, tanta rabia no es buena para nadie, y su destino era perecer, si no, los dioses le habrían dado mas fuerzas para vivir.

Callo un momento mientras le cojo la mano para darle golpecitos de consolación:

-Lo que me he fijado que ese chico te conocía, y vustras ropas son bastante similares, pero no veo el mismo odio en la mirada, eso no lo compartís. a veces hablar sirve de mucho, y descargar la impotencia con un monje, no va mal. Si no te importase mucho hablarme de ello, me gustaría que me explicases un poco lo que pasa, ya que voy a tener que defenderte de las ordas que te van a azotar -sonrío burlescamente, ya que los dos sabíamos que yo no era gran cosa- Yo también comparto la tristeza de los que me rodean, y si puedo ayudar de alguna manera, siempre lo hago.

Al cabo de un a pequeña pausa:

-Te agradecería que me pusieses un poquito al día de la situación.

Si lo supiera, si tuviera respuestas... digo mientras limpio mis lágrimas con el pañuelo que me ofrece. Claro, ese que comandaba a las tropas es un hechicero de la Casa Zildjan. No sabía que era tan importante para ellos ni tan siquiera sabía que habían movilizado y arriesgado la vida de tantos hombres para localizarme y llevarme de vuelta a Phaedra. De hecho ni siquiera me estaba escondiendo. Pero en algo tiene razón y es que atraigo un destino funesto a aquellos que se me acercan. Hoy he atraido la desgracia sobre todos aquellos que cayeron bajo sus conjuros. Y como puede que se vuelva a repetir debo alejarme para evitar atraer mas muerte sobre este pueblo.

Las ropas, si.... compartíamos sastre por lo que parece. Era consciente de que podría despertar ciertos recelos en los que me rodeaban por el mero hecho de vestir como visto, pero había venido con lo puesto y no tenía mas que otro vestido, ya sucio después de todos los esfuerzos del día anterior. Este vestido de seda, por muchas runas diabólicas que tuvieran inscritas en los bordes de la capa, era lo único que en ese momento tenia limpio y soportaba peor el sentirme sucia que el sentirme observada.

La hechizera se queda con la mirada perdida, sus ojos abiertos mirando fijamente el suelo o eso parece. Su mente vaga en ideas y pensamientos mientras sus brazos se cruzan al frente y una de sus manos apoya su barbilla. - Destino, no puede ser. - Repite unas cuantas veces mientras sigue pensando.

Vez que de la comisaría salen Zenobia con una cara llena de lágrimas y atrás de ella Kilder, ese clérigo que tanto ayudó en los recientes sucesos. Ambos entablan una conversación que no logras escuchar.

El elfo meditab sobre lo que estaba pasando cuando escuchó lo que Andolyn, esposa del cocinero, comentó. Mirándola fíjamente el elfo, se acercó y le dijo.- ¿Destino?, ¿qué quieres decir con eso?- preguntó Tharas quien intuía algo más en aquella frase de lo que se entendía.

Sabía que la cosa no pintaba bien, pero sería mejor si conocían todos los aspectos de esta historia. Sin poder hacer nada más que esperar Tharas miró a la mujer buscándo su respuesta aunque solo fuese en sus facciones.

No, no cojo nada. Solo quería quitarle posibles "armas" que pudiera utilizar en aquel momento contra nosotros... yo que sé, anillos que disparan rayos, amuletos que le hacen invisible, varitas que teletrasportan... un libro de conjuros... más que por robarle y sacar botín (que seguramente se lo daría a Zenobia), por asegurarme de que no nos pudiera hacer nada malo.... ni escapar, por supuesto.

-Vaya, te comprendo hija, pero ten en cuenta una cosita - le replico- todos en esta vida somos importantes de una manera u otra, y todos tenemos nuestra misión. Tu eres importante para ciertas personas, por lo que veo, y a este gran hechicero que ha caído en combate, tenía la misión de llevarte junto a la persona que le importas, pero no has contado con los dioses, los cuales, han impedido tu marcha.

Prosigo con mi pequeño discurso:

-por lo que veo, aquí tienes amigos a los que también les importas, y por azares de la vida, cada vez tienes mas amigos a tu alrededor, bueno, aun no me considero amigo, pero como mínimo compañero, y te quiero ayudar en todo lo posible en tu empresa, ya sea grande o chica. Como tengo una gran creencia en los dioses, y en la justicia, me parece justo que te ayudemos nosotros, y yo en todo lo que pueda, no soy gran cosa, pero siempre estaré por aquí.

-Ahora, limpiate un poco las lágrimas, y sonríe, que si no no encontrarás nunca novio. Carasapo parece un buen pretendiente, aunque quizás un poco feucho. Jajaja, y no te preocupes, al parecer los dioses están de nuestro lado, sino, ¿qué haríamos aquí ahora?, ya estarías con el enemigo en su campo. Tyr nos sonríe, y nos protege.

Le doy otras cuantas palmaditas en la mano, y sonrío.

-Quédate el pañuelo, aunque espero que no lo necesites mas, excepto si es por un constipado, jajajaja

Las palabras que había pronunciado el místico antes de su muerte me hicieron pensar:

Entonces todo esto a sido por ella, la muchacha, mi posible búsqueda después de tanto tiempo… ¿habrá alguien mas interesado en el aprendizaje de hechizos por su parte? No creo que se trate de eso, a no ser que tenga un gran poder, que en ese caso me vendría estupendamente en mis metas…..
Será mejor que no me separe de ella demasiado, porque como dijo el místico, volverán tras ella, y creo que puedo sacar algo de tajada de esta situación…

Y se me escapo una pequeña carcajada jejeje mientras me frotaba las manos.
Al parecer la esposa del cocinero sabia algo más de lo que decía tras sus breves palabras que se la escaparon al pensar en voz alta….
Era la situación perfecta para presentarse personalmente.
Me acerco despacio, pero seguro, para intentar empezar una conversación con la hechicera, pero veo como Tharas ya a comenzado a hablarla, cosa que no detiene mi cometido.
Carraspeo un poco, y comienzo a pronunciar:

Hola bella dama, mi nombre es Lignindor, un honrado gnomo que ha venido desde muy lejos a esta pequeña zona, en busca de consejos místicos y principalmente para aumentar mis humildes poderes.
Y la hago una leve reverencia.

Miré algo perpleja al clérigo. No solía ser tratada con tanta amabilidad y me sorprendí bastante. Inmediatamente sentí el calor en mis mejillas cuando se agolpó la sangre tiñendolas de un tono escarlata. Bajé la mirada mientras respondía:

¿los dioses? sospechaba que algún duque infernal fue quién decidió que viniera aquí, aunque otros me querrían de vuelta en la tierra que me vio nacer. Posiblemente sea un peón en una lucha fraticida entre demonios de gran poder porque no creo que tus dioses tengan mucha influencia allí de donde vengo. Si no estuviérais aquí yo estaría en casa, lo cual tampoco se si me interesa en estos momentos.

Y no pude evitar sonreir. Kilder sabía como hablar a una chica para que se sintiera mejor. No sabía muy bien como reaccionar ante sus palabras.

Gracias por tu charla. Me anima bastante.

-De nada muchacha.-mientras pienso un momento, y le digo:- Igual tu misión en esta vida sea sufrir para beneficio de otros, a veces los dioses tienen un extraño sentido del humor. Y tu no te preocupes, intentaremos que todo sea mas llevadero, y ya verás como todo sale bien, y algún día serás feliz y no tendrás que llorar. Ahora voy con el resto del grupo, no sea que crean que estoy ligando contigo, y alguno coja celos, jajajaja.

Me acerco disimuladamente hacia la pobre mujer que sollozaba, interrumpiendo su conversación con Kilder -Te pasa algo Zenobia? -Pregunta el elfo disimuladamente, lanzando una fiera mirada al hombre que tenía al lado.

-Jajaja, ves lo que te decía querida.

Le doy unas cuantas palmadas en la mano, y le digo:

-Os dejaré un ratito a solas para que habléis si queréis, voy a ver como están los compañeros de detrás.

Cuando aparece Sedelon, me aparto un momento, y me retraso para estar con la otra parte del grupo.

Me acerco a Lignindor, y le comento en voz baja:

-Carasapoooo, Carasapoooo, ya se que necesita Zenobia, si quieres ganar algún punto, deberías regalarle ropa nueva, una túnica que no se parezca a la que lleva ahora mismo, que es muy parecida a la del mago que han abatido. Así se ahorrará la desconfianza de toda esta gente.

Cuando Kilder entra nuevamente en la habitación, ve que Sean y Andolyn se miran. Ella tiene un tick en su mejilla, le tiembla por la tensión. Mientras que el clérigo de Ilmatar la observa con paciencia, esperando que comience a hablar. Porque para varios en la habitación es algo obvio que algo más sabe esta mujer.

Los guardias miran a Menthor sin entender mucho, le indican con un gesto el cuerpo del místico y él asiente. Menthor toma el anillo y el collar que este poseía y los guarda en una bolsita que pone sobre el escritorio que está allí. Los guardias se llevan el cuerpo cubierto por su propia túnica.

Andolyn no atina a hablar, ni aun cuando se llevaron el cuerpo. Sean se acerca, le toma las manos con suavidad y trata de consolarla. Con un gesto amable y palabras tranquilizadoras, parece lograr que Andolyn se serene ligeramente.

Levanto la cabeza tras escuchar la voz de nuevo del metomentodo clérigo, pongo cara de pocos amigos y le contesto…

Te lo advierto Kilder, no vuelvas a llamarme por mi apodo oooo…ooo, Dude un momento por la rabia, pero continúe… ooo te morderé en una pierna, o peor aun… pongo una voz un poco mas grave para impresionar, te lanzare un hechizo que te dejara la cara mas horrible que la mía….

Lanzo un resoplo por la nariz en modo de enfado, frunzo el ceño y me giro de nuevo hacia Andolyn, esperando a ver si tras calmarse, nos revela algo de lo que desconocemos, pero al parecer ella si sabía. Todo esto mientras me guardaba la idea en la cabeza de las palabras de Kilder acerca de un vestido nuevo para Zenobia.

Va a ser que tiene razón el condenado….

Si, Sedelon. Debo irme de este pueblo. Volverán a por mi y no quiero que causen mas destrozos ni mas muertes innecesarias por mi culpa. Respondí al elfo mientras me limpiaba las lágrimas con un pañuelo. Vi como Kilder se retiraba y me dejaba a solas con Sedelon.

Quizás tenía razón el místico de la Casa Zildjan. Me encontrarán y harán que cumpla mi destino, si es que realmente ese es el futuro que me espera. Y ni siquiera tengo ni la mas remota idea de cual sería un buen lugar para pasar desapercibida.

-Ohh pero..... -El elfo parecía algo desconcertado y algo sorprendido -Quieres decir que estas huestes venían por tí?? -Parecía algo consternado y la mirada de Zenobia respondía a su pregunta, antes de que pudiera pronunciar alguna palabra el elfo interrumpe -No te preocupes niña, yo te protegeré.

Nunca se había visto al egoista elfo estar preocupado por algo, pero por algún extraño motivo la chica le prodicía algo de sentimiento extraño, después de todo era una indefensa muchcacha atrapada en un mundo que no era el suyo.

¿Arriesgarías tu vida por mi? contesté algo sorprendida. debe ser por la resaca.

¿por qué? mi destino es funesto y no creo que te guste estar cerca cuando tenga lugar. Pero si vas a protegerme tendrás que abandonar este pueblo y seguir mis pasos: querría ir lejos donde nadie me conozca y donde nadie sepa que existo. No se, conseguir una granja, un par de cabras y un huerto y vivir sin molestar ni ser molestada. ¿No es tanto pedir, verdad?