Partida Rol por web

Tras ver la actuación del guardia, como atravesaba al hechicero con la espada, tras haberle alcanzado Tharas con las flechas, me quede sobrecogido.

Veía como se alejaban sus esbirros despavoridos tras la caída del hechicero.

Escuche la voz de Tharas preguntando como nos encontrábamos, pero me di cuenta que rápidamente fijo su mirada en Zenobia, así que no respondí, solo me acerque hacia donde ellos se encontraban, tratando de pasar desapercibido y esperando que mi ausencia en el combate, no se hubiera notado mucho.

-jajaja -reía de alegría- veis como no era difícil.

De repente, miro a mi alrededor y observo la destrucción, y se eme encoge el corazón:

-Tanto dolor para nada, todo esto se podría haber evitado.- borro mi sonrisa y pongo cara de preocupación- Si puedo ayudar en algo, no duden en decírmelo.

Comienzo a examinar a las victimas.

El caos disminuye pero no así la prisa de la gente, ven ahora en el Capitán porque tiene ese cargo. Será un tipo frío, pero justamente eso es lo que sirve en estos momentos. Ordena todo para que se haga correctamente y en el menor tiempo posible.

Mientras el guardia Menthor ve como Zenobia toma la bolsa de conjuros y la deja actuar, pero cuando reclama por el mago la mira un momento y cambia frío rostro a una muy forzada sonrisa, tratando de ser lo más amable posible ante esta situación. - No va a poder conjurar mucho en su estado, ya conozco un poco sobre esto, de suerte está vivo ahora y lo necesito así para que hable. - En eso Zenobia ve que los runas del místico le son muy familiares, tanto que las reconoce en el acto. Son las de una casa no muy importante, pero lo suficiente para saber cual es de su reino.

Un clérigo de Ilmater al ver que Drunkmaster se ofrece, le pide que lo asista a curar a los heridos, ambos se ponen en la primero penora tarea de clasificar a los heridos en leves, moderados, graves y críticos. Los demás no clasifican lamentablemente. Se utilizan las mesas como una sala de curaciones improvisada, se usan los fuegos que hacía arder las preparaciones para hervir agua e higienisar el lugar. Donde hasta hacia unos momentos reino la alegría, ahora reina el desconcierto. Un par de guardias trasladan al místico a una de las mesas y se quedan plantados allí a su lado, pero a diferencia de Menthor, prefieren hacerle caso a Zenobia y ponerle una mordaza.

Tharas asiente a la petrición de Zenobia. Dirigiéndose al místico enemigo, se agacha para coger un arapo con el que ayuda a los guardias a atar sus manos a la espalda y le ponerle una mordaza en la boca.

- Así ningún mal saldrá de tu boca en forma de conjuro- dice Tharas repasando las ataduras.

Luego rebusca en sus bolsillos sacando todo lo que este posee. Seguramente sirvan de algo para lanzadores de conjuros como él. Luego mira por las inmediaciones, donde había caído a ver si ve más sosas del místico.

Bajé nuevamente desde mi habitación a la taberna, esta vez llevaba nuevamente los ropajes de oscura seda con los que había llegado a este pueblo. Podía causar una mala impresión, pero tampoco tenía mucha mas ropa limpia y usable en estos instantes. Además quería hablar con ese misterioso místico y quizás fuera un poco mas receptivo si me veia usar  las ropas  tradicionales de nuestro oscuro semiplano.

Pacientemente me senté cerca suyo y esperé a que se despertara. Seguidamente y antes de que nadie mas pudiera hablar me dirigí hacia él usando un oscuro, complejo y silbante idioma infernal. Casi parecía irreal que pudiera ser pronunciado en boca de una humana y no de un sibilino y manipulador demonio.

Os saludo noble hechicero de la casa Zildjan. Vuestra herida no es mortal y a buen seguro os podrán recomponer el brazo si volvéis a Phaedra. Imagino que en este repugnante pueblo querrán interrogaros del modo mas desagradable posible pero sus técnicas de tortura son bastante primitivas en comparación con las nuestras, así que sospecho que no sufriréis. Os prevengo que las leyes de este humilde poblacho poblado por supersticiosos e incultos aldeanos nos condenan a la muerte solo por existir pero sospecho que mandaros a la horca es una estupidez cuando bien podrían efectuar un canje de prisioneros o de esclavos.

Antes de que llegue el capitán, ¿hay algo que queráis decirme? Podría quitaros la mordaza pero os prevengo que esos soldados no dudarán en atravesaros si intentárais emplear un acto ofensivo con vuestras artes mágicas.

Las cosas estaban ya algo mas organizadas. Los heridos estaban siendo tratados y la gente ya no corría de un lado para otro sin saber a donde ir.
Me quede mirando como Tharas  le iba buscando cosas al hechicero en sus bolsillos por si encontraba algo de utilidad y le seguí hasta el lugar donde había caído el místico.

Mientras busca le pregunte:
¿Has encontrado algo útil que nos pueda servir? Mirándole con los ojos abiertos como platos esperando una respuesta satisfactoria mientras me frotaba las manos.

Zenobia trata inútilmente de hablar con el místico hombre de raras túnicas, se encuentra en un estado lastimoso y no reacciona casi. Las gente te ve con la túnica con la que viniste y notan al momento que es muy parecida a la del hoombre, hasta igual para ojos inexpertos. Menthor nota esto y ya agotado por el combate, la paciencia quebrada y sin ganas de más le invita gentilmente a todos a apartarse del lugar. Le indica a los guardias que lleven al sujeto con la improvisada camilla y todo dentro de la comisaría.

Y así los dos guardias ayudados por otros dos logran llevarlo hasta el lugar, con ellos van Menthor, la hechizera y Sean Connery para incomodidad de Zenobia.

Realizando el penoso trabajo que me estaba tocando, y ya rendido por el viaje y la falta de descanso, entre vi con el rabillo del ojo la similitud entre las túnicas del vencido y de Zenobia.

Vaya, que mala suerte tiene esta chica, justo comparte gustos con el enemigo.

Tras un buen rato limpiando heridas y realizando vendajes, le digo a mi compañero:

-Me voy con la chica, no sea que necesiten mi ayuda. Muchas gracias por dejarme participar en la curación de los abatidos.

Me acerco a ella, y observo que la gente también está reconociendo que la túnica es muy parecida. Eso les va a hacer desconfiar, y me parece que igual la chica va a necesitar mi ayuda.

Esto es muy sospechoso… los dos con túnicas realmente parecidas, y que justo Zenobia se la ponga ahora….. ¿Seria alguien conocido por ella?
Veo que Kilder se acerca a Zenobia.
espero que este no pierda la cordura y haga algo que no debería por que lleven parecidos ropajes. Aun la necesito para seguir avanzando con el dominio de hechizos, si es posible.

El elfo, agitado aún por el combate, había ignorado a sus compañeros durante el fracasado intento de interrogar al místico que habría traído un ejército con quien sabe que negras intenciones.

Pero la personalidad del elfo sube a flote, y en lugar de ayudar a la demás gente, se concentra en buscar objetos de valor entre los caídos, amigos y enemigos por igual; sabía que los guerreros no llevan grandes tesoros a la guerra, pero algo de valor podría encontrar seguro, quizá también podría encontrar algo que encontraran útil a la hora de interrogar al prisionero, aunque ese asunto poco le importaba al elfo que aún jadeaba de cansancio tras abatir a mas de un contrincante.

Entran a la comisaría escoltando a los guardias que llevan al moribundo místico. Allí pueden ver que el hombre a pesar de las heridas se mantenía con una postura por así decirlo "firme". Viendo que ha perdido, fue mutilado de uno de sus miembros, perdido sangre a mansalva, humillado ante un pueblucho, él sigue firme en su rostro. Los mira a todos con un esfuerzo muy grande dado su estado, reparando solo en Zenobia.

Ahí es cuando su sonrisa se deja ver, primero es una simple linea y luego deja entrever sus dientes. Unos borbotones de sangre escupe cuando intenta reirse, los escupe ensuciando aun más sus prendas, pero no le importa. - Tu, tu no te escaparás por siempre. - Dice entre borbotones. - Si yo te encontré, pronto otros lo harán... Tu destino está escrito. - Y la sangre ahora le fluye por la boca. - Pronto todo terminará y todo comenzará, serás encontrada y tu destino se cumplirá. - De repente unas convulsiones atacan el cuerpo del místico, comienza a salirle una baba rosada de su boca que brinda un espectáculo poco agradable a los presentes. El clérigo Sean intenta evitar lo que están viendo todos, pero nada puede hacer. El sujeto muere ahogado por su propia sangre y la hemorragia.

Todos los presentes miran a Zenobia, en un ambiente silencioso. Menthor no entiende que fue todo eso, Sean cavila en sus pensamientos y los guardias ni saben que demonios es lo que dijo el sujeto.

Tharas, escolta a los guardias que llevan preso al místico hasta la comisaría, junto con sus compañeros. Quería saber de la suerte de este hombre que compartía ropas con Zenobia.

Una vez dentro del local, escucha las palabras del místico hacia Zenobia. como todos Tharas se gira y mira a la mujer con ojos abiertos. Si había oído bien, otros llegarían y tratarían de llevarse a Zenobia para... ¿para qué? Se preguntaba Tharas mientras la observaba. No lo sabía pero algo le decía que no era bueno.

Encogiendose de hombros volvió a mirar al místico y esperó a ver que decía el capitán sobre este tema y si podía ayudar al pueblo en algo. Más adelante hablaría con la muchacha.

Asiento impasible al cruento y sangriento espectáculo que acompaña a la muerte del místico. Miré por la ventana y vi la destrucción que este hombre había causado junto con sus huestes. Si no hubiera estado aquí posiblemente no habría pasado nada de esto. A punto estuve de echarme a llorar. Ese ataque era por mi causa, y lo peor es que no sabría exactamente como debería enmendar mi pecado, y no sabía si enmendarlo era aún peor que no hacerlo.

No aguanté mas tiempo mirando el sanguinolento cadáver del místico. No aguantaba la mirada de todos los presentes. Sentía que me ahogaba en este lugar, que me quedaba sin aire, una claustrofobia que me hacía desear chillar y gritar con todas mis fuerzas. Tenía que salir. Me di la vuelta lenta y silenciosamente y caminé. Y acompañando a mis pasos solo se escuchaba el crujir de la seda de mi vestido romper el ominoso silencio que había adueñádose de esta estancia.

Y un par de lágrimas brotaron en mis ojos mientras salía a la calle.

Al observar el anillo en el brazo inherte del místico, Sedelon observa a todo su alrededor, asegurándose de que nadie lo esté observando mientras disimuladamente recoge la joya y la suelta del dedo de su antiguo dueño.

Se lo pone en su dedo índice derecho y empieza a admirar su valor, no puede evitar una sonrisa que se escapa de su boca.

Luego de conseguir el tesoro, y contento con su nueva adquisición, el Elfo vuelve a reunirse con sus compañeros....

Sañgo corriendo a la calle tras Zenobia, y la cojo del brazo para consolarla.

Saco un pañuelo y se lo ofrezco mientras comienzo a hablar en voz baja: