Partida Rol por web

Leon habló en un tono muy bajo por teléfono, tratando manifiestamente de permanecer en calma. Sus esfuerzos eran evidentes, así como su nerviosismo mal disimulado. La conversación no duró mucho. Acto seguido, Wilson se dirigió a los demás.

- Lilian está desaparecida. Oficialmente, quiero decir. Una señora afirma que una chica que coincide con su descripción ha sido secuestrada... - paró un segundo para tragar saliva - no perdamos un segundo más. Ese cabrón lo va a pagar.

Al oír la noticia del paradero de Lilian todo comienza a caer en un solo sitio, sin dejar opciones a terceras partes. Es entonces cuando solo resta un curso de acción. Me detengo en la salida, a pasos de ella, esperando a que el resto me siga para subir al coche.

- Entonces ese tal Van Schaen va a pagar su desliz con sangre y lágrimas. Luego de todo lo que hizo es lo mínimo que merece. Solo espero que ella este bien. ¡Vamos! – vuelvo a repetir para finalmente salir a la calle en busca de mi vehículo, no sin antes otear en busca de policías o sospechosos.

Al escuchar lo que le dices, el agente se pone firme.

- Señor Wilson, déjeme que me ocupe yo, esto puede ser peligroso. ¿Me oye? No haga ninguna tontería y acuda a la… -

Pero Leon no le deja terminar, no hay por qué. Tiene claro que debe hacer algo y no va a dejar que el agente lo haga solo. Tras colgar el teléfono, hace una señal a todos para ponerse en movimiento. El tiempo apremia y no Lilian está en peligro por lo que sin decir nada más, todos salen y se meten en el vehículo de Joseph y ponen rumbo a la dirección que han obtenido.

Esta vez, según se acercan a su objetivo, los edificios no se van mostrando más tristes y abandonados sino que son cambiados por grandes casonas y terrenos de los terratenientes y grandes empresarios de la ciudad. Este es el hogar de las grandes fortunas de la ciudad y así parecen querer demostrarlo cada uno con grandes casas de estilo clásico, con remates bellos y colores vivos. La ostentosidad de la clase aristocrática.

Los reflejos de las luces que salen de las ventanas contrastan con la oscuridad exterior. La noche se ha hecho en la ciudad mientras se preparaban, un nuevo día en la sórdida Cleveland. Y sin embargo, en esta zona no parece que noten nada de la miseria o el horror que parecen estar viviendo las clases menos pudientes.

Finalmente os detenéis frente a la casa de la dirección y al salir del coche, le echáis un primer vistazo. En contraposición con las casas que habéis dejado atrás, esta se muestra fría, apagada, descuidada. Las malas hierbas parecen haber tomado el jardín. Las enredaderas ascienden por la pared como si la naturaleza pugnara por reclamar aquel lugar. Las ventanas se veían llenas de polvo con las cortinas echadas y no se veía luz dentro salvo en una ventana del piso inferior, lo que por composición, debía ser el salón o una sala de estar.

La verja que da acceso a la casa está medio abierta y se agita chirriando ruidosamente por el viento que parece estar levantándose.

Avanzas pesadamente por el tétrico pasillo. Conoces a donde llevan las escaleras pero recuerdas que por esa zona había muchos guardias además de… Intentas aparatar aquella imagen de tu cabeza. Tus pies parecen pesar toneladas, pero intentas hacer el menos ruido posible. Cuando giras la esquina, el pasillo se extiende, mostrando varias puertas más a los lados y otra puerta pero doble al fondo. Un pequeño cartel cerca de la puerta anuncia el siguiente mensaje. “Almacén”. 

Sin embargo, cuando estás pensando que hacer, un ruido llama tu atención, viene de una de las puertas que hay en los laterales del pasillo. A pesar de todo lo vivido, no puedes evitar pensar en que ahí dentro pueda haber alguien en tu misma situación. Lentamente te aproximas a la puerta y no puedes evitar decir un escueto “Hola?”.

Esto hace que el ruido se detenga un momento. Te acercas un poco más y pegas el oído a la puerta. Y de pronto BUM. Un golpe en la misma, otro golpe, otro más.

- ¡zocodro. Ayuda pod favor! –

Los golpes del interior reverberan por todo el pasillo y parecen inundar todo el lugar. Pero tienes claro una cosa. ¡Lo van a oír!

-Te voy a sacar, pero tienes que estar en silencio... - Respondió Lillian.

Empezó a buscar la llave correcta de entre el manojo que portaba y le había robado al difunto hispano. No sólo iba liberar a quien estuviera encerrado en aquella celda, los iba a liberar a todos. Cuantos más fueran, más posibilidades tendrían de escapar de allí. 

- Pronto estarás en casa... - Trató de darle algo de tranquilidad. - Muy pronto, ya verás...

Al llegar al estrato superior, de mansiones que ostentan opulencia y derroche nos detenemos frente a la oveja negra del rebaño. Una gran casona digna del terror que hemos estado surcando a lo largo de las últimas jornadas. Y no es para menos.

Porque tal vez, en esa cripta con apariencia de mansión, pronto hallemos la causa de todo esto.

Ni bien llegamos muevo el coche al carril de enfrente, para situarlo debajo de un árbol y al reparo de las luminarias y viviendas cercanas. Aunque en todo momento no hemos visto ni una sola patrulla es mejor prevenir.

Luego tomo la delantera en el grupo, para cruzar la oxidada verja primero que nadie.

-Busquemos una entrada lateral, una ventana sin cierre o un acceso a la planta superior. Lo que sea servirá. – indico a los demás en susurros mientras me dirijo por el costado derecho de la casa, sin exponerme a las ventanas de la planta baja y sin apartar la vista de ellas.

-No se separen por nada del mundo. Debemos permanecer juntos. – finalizo, nuevamente hablando por lo bajo, con la orden tajante. La última vez que nos separamos sucedió “algo”. Siempre sucede “algo” horrible.

Por supuesto, pensó Wilson, de todo el barrio de personas ricas y opulentas, nos tenemos que colar en la única casa que parece sacada de una pesadilla. 

Leon escuchó al detective atentamente y asintió. Parecía el tipo de cosas para las que Miller había nacido, por lo que no le discutiría nada al respecto de cómo proceder. Sí se vio en la tesitura de tener que avisar a sus compañeros sobre un detalle:

- Antes que nada, me gustaría informarles de que un policía viene en camino... pero tranquilos, es amigo. Pensé que toda ayuda sería bienvenida. Simplemente se lo digo para que no disparen sin comprobar primero si es asesino o policía... ya nos estamos metiendo en apuros suficientes sólo con el allanamiento de morada. Miller, sé que no confía en los azules, pero le doy mi palabra de que este tipo es de los buenos. Y ahora, vamos a por Lilian.

El periodista estaba temblando de puro terror. Confiaba en que la escasez de luz no delatara su cobardía ante sus compañeros.

Todo estaba relacionado, la atracción por los tatuajes tribales de civilizaciones arcaicas, el relieve de la Odisea y el cuadro futurista con la temática del remolino de Caribdis. Esto solo podía ser cosa de alguien letrado, ilustrado, conocedor de la mitología clásica y de los poemas épicos de Homero. -Orem H. Van Schaen. Le conozco. Es doctor en Antigüedad Clásica. Ya había oído hablar de él pero no recuerdo exactamente de que...Johnatan, ¿te suena de algo?- Taylor no lograba encontrar ninguna referencia entre el sospechoso y las dotes del asesino para el trato de cuerpos. Quizás no había ningún médico, si no que se utilizaba la titulatura de Dr. para referirse a él porque al fin y al cabo tenía un doctorado en historia. Sin embargo, recordó el testimonio de una de las prostitutas del Lester's. Al parecer el doctor se reunía con un individuo conocido como "El Griego Loco". -Es posible que el doctor no actúe sólo. Recuerden que se reunía con frecuencia con alguien llamado el Griego Loco.- William reflexionó. -Puede que solo se relacionara con él por su interés por el mundo helénico pero no podemos omitir este dato. Al igual que tampoco podemos olvidar su interés por los tatuajes. Uno de los cadáveres que encontramos esta mañana tenía otro extraño símbolo tribal relacionado con el Omega, el fin. El anterior era un glifo relacionado con un perro. Me pregunto si los tatuajes son pre o postmortem.-

Una vez que parecía que estaba claro el siguiente paso y que debían de darse premura por la necesidad de encontrar a la señora Myers, el señor William, miró fijamente al señor Wilson y al señor Miller. Sus ojos se clavaban en las pupilas de sus interlocutores, desprendían una especie de miedo y frialdad. -Hoy han ocurrido dos cosas extrañas, una demasiado rara, que creo que deberían de ser aclaradas aquí y ahora antes de partir. En primer lugar, usted señor Wilson dijo que habían sufrido un extraño accidente. Podría dar más detalles por favor. ¿Qué ocurrió?- A continuación miró mucho más serio al detective y le pregunto con una voz que intentaba mantenerse firme a duras penas. -Y usted Señor Miller, ¿qué fue lo qué ocurrió en aquel vertedero? Desapareció de repente. Como si la tierra, ¡diablos! más bien el mar se lo hubiera tragado por momentos. ¿Dónde fue? ¿Qué vio? ¡Hablen!- la última palabra del anticuario retumbo en la habitación. Un autentico desgarro de desesperación y de locura ante lo desconocido. 

El maldito accidente. Wilson lo había olvidado con el caos de las últimas horas.

- Fue algo extraño, casi se diría fruto de un truco de ilusionismo o de una alucinación compartida, ya que ambos, Lilian y yo, lo vimos. De camino para acá tuvimos un accidente de coche al toparnos de frente con una bandada de pájaros que se estrellaron contra nosotros. Perdí el control del coche y ahí es cuando Meyers y yo nos separamos... pero lo cierto es que luego no había pájaro alguno, ni dentro ni fuera del coche - Leon se quedó pensativo por un momento. Sabía que a estas alturas nadie dudaría de la veracidad de tal locura, teniendo en cuenta las cosas de las que habían sido testigos en las últimas horas.

¿Qué más podría pedir si toda ayuda es bienvenida? Tener a un agente de nuestro lado podría simplificar muchísimo la investigación y evitar lios con la policía de Ness.

- Leon. Es bienvenido su amigo. Y mejor si trae una placa y una pistola.-  respondo nuevamente susurrando al reportero. - ok, ok. Esperemos su llegada para continuar - advierto al señalar el camino por delante.

Entonces recuerdo la conversación truncada por el llamado telefónico y la salida apresurada hacia el caserón que estamos investigando ahora... Recuerdo que siguió así...

- Ahora que lo preguntan podré detallar los acontecimientos de pesadilla que han ocurrido a lo largo de los días, desde el callejón de Kingsbury run, Willie el manco y lo último y más espeluznante de ayer por la tarde.

creo que los asesinatos de todo lo que hemos experimentado hasta ahora tiene que ver con el tiempo. Específicamente con eventos que suceden adelante y que suceden atrás como si fuera una corriente en el río y un remolino que envuelve todo y lo despedaza para arrojar resultados que nos llegamos a entender.

La primera vez fue cuando monte guardia en la esquina frente al bar Lesters, mientras los dos reporteros investigaban en su interior.

Fue cuando de alguna manera volví un par de años hacia atrás y todo era distinto. Incluso un periódico de años anteriores golpeó mi rostro. En ese momento la visión terminó cuando por poco me atropella un camión.

Lo siguiente fue la inexplicable muerte de Willy el manco, cuya cabeza fue cercenada limpiamente y luego todo su cuerpo fue engullido por un remolino que salió del suelo hasta que desaparece por completo. Eso sucedió en ese mismo callejón y creo que lo había relatado, incluso los balbuceos del manco sobre perros, fauces y remolinos.

Finalmente la última visión -por darle algún nombre-  ocurrió mientras investigamos los barrios bajos junto al río; cuando descubrimos esos cadáveres entre la basura. Fue cuando me separé para seguir unos pasos y una sombra qué ocurrió otra visión sólo que más espeluznante. Me encontraba en el mismo lugar sólo qué las fábricas que rodean el lugar y hasta el mismo río era diferente. Edificios y enormes cajas de metal se alzaban hasta el cielo en ese paraje, junto a una vía de tren. De alguna forma el sitio era el mismo pero no era el mismo tiempo. El terror llegó cuando el cielo nocturno se abrió y de él surgieron tentáculos colosales y unas fauces de infinitos dientes afilados que buscaban devorar toda la ciudad. El horror proveniente del cielo estaba rematado por un remolino de nubarrones, en donde todo era succionado hacia el cielo.

Volví cuando salve mi vida de un tren por estar entre las vías.

Eso es todo lo que recuerdo.. -

Alice pasó todo el camino en coche hasta la casa sumida en sus pensamientos.

Los muertos ya no pueden hacer daño, solía decir. Hay que temer a los vivos.

Pero ya no estaba tan segura. Su yo racional seguía pensando que debía haber alguna sustancia, posiblemente volátil para ser inhalada, que hacía que la gente se sumiera en un estado de alucinaciones transitorias. Se negaba a creer, y no por desconfianza, que sus compañeros hubieran visto realmente aquellas espantosas visiones. No. No podía ser real.

Claro que tampoco quería decirlo en voz alta. No es que dudase de lo que decían pero debía haber una explicación perfectamente razonable. Y debía encontrarla.

Al llegar a la casa asintió a lo dicho por Joseph. De todas maneras no tenía ninguna intención de separarse del grupo. Incluso se sintió más tranquila cuando escuchó que un policía amigo del señor Wilson iba de camino. Si aquel Van Schaen era el asesino entonces era muy peligroso. Y probablemente un psicópata.

Mala combinación.

Las manos te tiemblan mientras buscas las llave que abrirá aquella puerta mientras quien sea que está al otro lado sigue gritando como si tuviera algo en la boca.

- focorro, pod favor, no quiedo mori –

Finalmente, una de las llaves del manojo entra hasta el fondo y tras hacerla girar, un sonoro clic te hace ver que se ha abierto la puerta. AL hacerlo, un cuerpo cae sobre ti y hace que ambos os derrumbéis en el suelo. Al sentir tu calor, la víctima comienza a llorar. Su rostro se encuentra oculto por el pelo que ahora le cae sobre la cara. A pesar del ruido, puedes oír pasos que resuenan al fondo del pasillo. Parece que estas acciones no han pasado desapercibidas.

Intentas ponerte de pie y cogiéndola por los hombros, alzas a la víctima que ves que se trata de una mujer de aproximadamente 40 años, bastante escuálida, la ropa raida, como si llevara allí ya un tiempo. Entonces la levantas el rostro y le retiras el negro y mugroso pelo de la cara y al mirar su cara no puedes contener una mueca de horror, necesitando llevarte la mano a la boca para no lanzar un grito.

La mujer tiene un ojo cosido mientras el otro se mueve con violencia sin ser casi capaz de enfocar y en su boca… un trozo de carne hinchado se mueve descontrolado, es lo que queda de su lengua que ha sido cortada. La mujer se sacude con violencia y al fondo, los pasos se hacen cada vez más fuertes.

Con la revelación hecha por Leon, todos deciden esperar a la llegada de ese policía dispuesto a ayudarles. Mientras, terminan de poner en común información, reviviendo Joseph aquel siniestro momento en el que pareció que vislumbraba el apocalipsis. No tienen que esperar mucho cuando un coche de policía que ha visto mejores momentos, aparcar frente a ellos. De él sale un joven agente con el rostro compungido mientras intenta mostrarse serio y profesional.

Al ver a Leon, esboza una sonrisa y se aproxima al periodista.

- ¿Qué locura es esta señor Wilson? – Dice señalando al resto de personas que hay con él – No quiero que se hagan los héroes, tendría que haberme hecho caso y haber ido a denunciar. – Entonces se gira y mira la casa - ¿Qué hacemos aquí? Agente Jordan Wilson, para servirles– Y comienza a saludar a todos los presentes empezando por Alice.

Echando la memoria atrás, recuerdas ciertos chismorreos sobre Orem Van Shcaen, y como de prometedor historiador, tras un viaje por Europa, volvió con ideas locas sobre monstruos antediluvianos y obsesionado con la epopeya de Homero de La Odisea. Se decía que dilapidaba la fortuna familiar en cualquier locura que hablara del tema fuera contrastada la fuente o no. Incluso se decía que la familia, en especial su padre, tomó cartas en el asunto y se lo llevó. Algunos dicen que incluso lo internó en un psiquiátrico. -

- Tranquila, saldremos de aquí... - Le dijo a aquella joven. 

Era difícil conservar la calma en aquella situación. Atrapada en... ¡Quién sabe dónde! Por una secta asesina, con la visión de aquella pobre mujer frente a ella y con la amenaza de aquellos lados acercándose. Son embargo, Lillian trató de tranquilizarse. Tenía que desatar a aquella pobre chica.

Con el arma a mano, un ojo en la dirección en la que se acercaban aquellos pasos y el resto de atención en tratar de liberar a la chica, Lillian comenzó a desatar a aquella pobre alma atormentada. No podía dejarla allí, pero de no poder desatarla a tiempo saldría corriendo. No le quedaba otra.

- ¡Vamos, vamos! - Se daba ánimos a si misma.

- Agente, me alegro de que haya venido tan rápido. Es lo que le comentaba, tenemos la certeza de que ahí dentro se encuentra tanto Lilian como, probablemente, el Asesino del Torso. - deliberadamente, Wilson no hizo una pausa tras esta revelación tan brutal - Me temo que no estamos en posición de negociar, nuestra amiga está ahí dentro y vamos a tratar de impedir que le toquen un solo pelo de la cabeza. Usted mismo me lo dijo: ni la propia policía quería hacer nada. Si usted, por el contrario, quiere hacer lo correcto, debería acompañarnos. Después yo mismo le acompañaré a comisaría, si así lo desea, pero solo tras asegurarnos de que Meyers está bien.

Sin más dilación dio la vuelta, esperando que su argumentación hubiera convencido al policía...

Agente Wilson, es un placer trabajar con usted. Al final del día será un héroe en todas las portadas de los periódicos. Soy el detective Privado Miller. Joseph Miller. – respondo al saludar de un apretón de manos al joven oficial de policía. Me recuerda a mis inicios, cuando era un incrédulo dentro de las fuerzas…

Al finalizar vuelvo a hacer el gesto de silencio, como aquel cuadro en los hospitales con el retrato de la enfermera llevando su dedo índice a los labios, porque a continuación avanzo de puntilla un par de metros hacia el fondo de la vivienda, evitando las ventanas de la planta inferior y tratando de no dejar nada sin observar. Cualquier dato de interés podría ser idóneo para dar con la mejor forma de ingresar a la casona. Un acceso exterior al sótano, una enredadera a la planta alta, una ventana abierta, etc.

De alguna forma el peligro en el aire es casi palpable. Lo siento en mis huesos…

El agente escucha a Leon y luego a Miller y queda momentáneamente parado, como asimilando lo que le acabáis de decir. Entonces comienza a negar con la cabeza.

- ¿Pero que está diciendo Señor Wilson? ¿El asesino del torso? ¿Por qué cree que va a tener algo que ver con las hermanas Van Schaen? Deténgase – Dice señalando a Miller – Lo que dicen no tiene ningún sentido. Se que está nervioso por la desaparición de su amiga, pero no creo que eso sea justificación para andar husmeando en la casa de nadie. –

De todo lo que ha dicho, una cosa os deja extrañados. No ha hablado de Orem, sino de unas “hermanas” Van Schaen.

Sin saber cómo, consigues desatar a la mujer que se pone en pie como puede y jalonada por ti, avanzáis por el pasillo hasta la puerta del fondo. Cuando llegas hasta ella, un miedo te invade pues, si esta está cerrada, estáis atrapadas en el pasillo y esta vez, no crees que vuelvan a simplemente encerrarte. Con el pulso temblándote, tomas el picaporte y lo giras.

Un ligero clic te confirma que se ha abierto y tienes que contener las lágrimas para no ponerte a llorar mientras abres la puerta. Al otro lado, ves un almacén de gran tamaño en el que se acumulan cajas y cajas, así como otros útiles que parecen tapados por enormes mantas. Antes de que puedas entrar, una voz resuena en el pasillo.

- ¡Pero que carajo! ¡Alto, no se muevan caramba! –

Recortada sobre el fondo del pasillo, ves la silueta del otro hombre que estuvo presente en tu secuestro, tiene un arma en la mano y puedes ver que está alzándola para disparar.

Lillian no pensó demasiado. Al ver a aquel hombre al que ya conocía de su secuestro alzo la pistola y disparó contra él. No pensó en el sonido atronador que haría el arma al ser detonada. No pensó en que aquel sonido seguramente llamaría la atención del resto de sectarios y tampoco pensó en si podía ser que hubiera más secuaces en aquella zona. Lo único que quería era librarse de aquel hombre. El aquí y el ahora era lo único que tenía en esos momentos y era lo único que le importaba.

Ni advirtió a la muchacha de lo que iba a suceder, ni le dirigió palabra alguna a aquel hombre. Tan solo apretó el disparador y la bala salió del cañón con un fogonazo y un sonido atronador que retumbó en todas las paredes de aquel lugar. Sólo esperaba que la bala hiciera diana y acabase con aquel malnacido.