Partida Rol por web

Suspiro al escuchar a mis compañeros. Si debemos ir a toda prisa hacia ese aguantadero, sin preparación alguna, estaremos condenados. O algo mucho peor…

-Si tienen deseos suicidas pues iremos sin mediar con nadie ni hacer paradas en el camino, pero les aseguro que nos dirigimos directo a una trampa mortal. Principalmente por el grupo de mexicanos, aunque Orem por si solo es un peligro mayúsculo. En fin…allí vamos. – advierto a Leon y a los demás sobre el descabellado plan y el evidente peligro que allí nos aguarda.

Así que luego de contar por enésima vez la cantidad de munición disponible decido soltar el embriague del automóvil y poner curso a la estación de Kingsbury Run.

Todos veis como Jordan se mete en el coche y coge la radio del vehículo para solicitar apoyo. Desde donde estáis, no oís lo que dice, pero podéis ver como agita los brazos airado. Finalmente tira el altavoz contra el salpicadero claramente molesto. Tras unos segundos, sale del vehículo y os mira.

- Estamos solos. A Ness parece que se le ha ido completamente la olla y está preparando algo gordo para lo que requiere a todos los agentes. Da igual lo que les diga, todos los agentes deben dejar lo que estén haciendo y volver a la estación. –

Entonces os mira serio y sonríe burlonamente.

- Pero por mi parte puede irse al infierno, No pienso irme sabiendo que alguien está en peligro solo para satisfacer la locura de un hombre. He avisado a varios agentes que se que no comulgan con las ideas de Ness pero no me han contestado. Estamos solos. En el vehículo llevo armas, si están dispuestos a acompañarme… ¡Vamos! –

Y con estas últimas palabras, se introduce en su coche y lo pone en marcha.

A Joseph la situación no le termina de convencer pues lanzarse de cabeza contra lo que podía ser una banda de locos podía terminar con consecuencias funestas. Pero también era cierto que se quedaban sin tiempo y no solo ellos, Lilian también. Resignado, se dirige al vehículo para seguir al agente Jordan hasta el lugar.

Los motores resuenan cuando arrancan y contempláis como aquella mansión antaño orgullosa y ahora devorada por su pasado se va haciendo cada vez más pequeña. No tardáis en volver a cambiar las grandes casas por altos edificios a medida que vais introduciéndoos más en la ciudad y del mismo modo, los edificios se van deteriorando y la calles se muestran más descuidadas y sucias a medida que os aproximáis a Kingsbury Run.

Algo notáis en el viaje que contrasta con todas las otras veces que os habéis movido con el coche. No hay policías en las calles. Sea lo que sea que está preparando Elliot Ness debe ser grande. ¿Habrá conseguido la misma información que vosotros? Otros pensamientos inundan vuestra mente, sobre todo la de León. ¿Seguirá Lilian con vida? ¿O será parte de esa obra macabra que parecía estar creando Orem? ¿Y qué buscaba exactamente?

De pronto, el vehículo de policía se detiene en seco y vosotros hacéis lo mismo. Lentamente, salís del vehículo y os aproximáis a Jordan que ha abierto el maletero. Dentro, podéis ver que dispone de un par de escopetas, un rifle y un par de pistolas. El agente toma una de las escopetas y se ajusta la pistola reglamentaria que lleva en el cinto.

- Cojan lo que necesiten. Hemos llegado –

Y señala una abandonada estación de tren que antaño fue un lugar de paso para la gente que quería venir a Kingsbury Run. El lugar está muy silencioso y no parece que haya nadie. Pero no sería la primera vez que las apariencias engañan. El edificio dispone de unas escaleras que dan a la entrada principal, cerrada con una cadena y un candado, aunque puede verse varias ventanas rotas por las que podríais llegar a encaramaros, aunque necesitaríais ayuda pues están demasiado altas. Tras el edificio, destaca lo que parece un almacén de carga donde se almacenarían las mercancías antes de cargarla a los trenes, pero está demasiado lejos y deberíais rodear el edificio principal para llegar a él.

De nuevo, tu instinto de supervivencia te insta a moverte y aprovechando todas las cajas y estanterías amontonadas, comienzas a deslizarte entre la basura, siempre intentando que los ojos vacíos de esa calavera no se posen en ti. Una risa resuena en la habitación.

- Pobre niña. ¿De verdad quieres jugar al escondite? –

Todo tu cuerpo duele y tiembla, pero sigues buscando un hueco. No puedes verlo, pero puedes oír a aquella cosa moverse, realizando un extraño sonido hueco, como el entrechocar de dientes rotos. Tomas aire, respiras hondo y entonces sales corriendo hacia la salida, esperando ser más rápida que la bestia y que la mujer.

La extraña abre lo ojos sorprendida por tu osadía y reacciona lento, y el hueco entre ella y la puerta es grande lo que te da una posibilidad de salir. Casi puedes oler el aire libre.

Pero entonces algo te golpea y te hace caer de espaldas, algo húmedo y pegajoso. El tallo de aquella criatura que ahora, con su rostro cadavérico, te mira dibujando una macabra sonrisa con sus dientes. Lentamente se acerca a ti.

- ¿Lo entiendes ahora pequeña? No tienes escapatoria –

Y con una expresión claramente aliviada, la mujer comienza a acercase a ti.

- ¡Lo que quiero es volver a casa! - Imploró entre lágrimas y agarrándose a las  piernas de la dueña del turbante. - ¡Quiero vivir! ¡Por favor, déjeme en paz! - Le suplicó a la extraña. - ¡No he tenido una vida fácil sabe...! 

A Lilian le costaba respirar. Era un mar de lágrimas y mocos. Ya no sabía que hacer. Lo había intentado todo y había fracasado. Había fracasado tan cerca de la luz al final del túnel, que casi creía que el propio Dios se reía de ella. Pero allí no había ningún Dios. Dios no permitiría aquello. Lo que había visto escapaba a todo concepto divino y estaba muy alejado de todo lo queque Dios representaba.

- ¡Mi padrastro se portó muy mal conmigo y pensé que todo lo que vendría después sería mejor! - Desveló totalmente rota. - ¡Pero que equivocada estaba! - Se quejó amargamente.

Fue entonces cuando sus últimas fuerzas se adueñaron de ella. Propinó un fuerte mordisco en la entrepierna de la mujer extraña y se lanzó rodando hacia la puerta con la clara intención de salir de ahí. Una vez fuera no sabía que haría. Podía ser que la atraparan de nuevo o podía ser que simplemente no llegara a escapar, pero al menos debía intentarlo. Era lo único que le quedaba, su fe inquebrantable en ella misma.

Leon sonrió tristemente ante la nueva actitud de Wilson. Estaba bastante seguro de que todo aquello le podía costar la expulsión del cuerpo, pero estaba dispuesto a llegar al final del asunto. En cierto modo, le recordaba a él, unos años más joven (y más atlético, apuesto y valiente, todo sea dicho):

- Gracias, Jordan. Si sobrevivimos a esto, contará con mi gratitud eterna. Lo digo en serio.

Dubitativo, el reportero cogió una de las pistolas. Hacía años que no manejaba una... y lo cierto es que nunca había disparado a algo mayor que una rata de alcantarilla, sin acertar nunca. Las armas, en su Manhattan natal, solo supusieron para Leon un arma intimidatoria. Parecía que esta noche eso iba a cambiar. Con la torpeza propia de alguien no habituado a algo, cargó la pistola.

- Bien, ¿qué hacemos? ¿damos un rodeo? Creo que es la mejor opción antes que entrar por la puerta principal, pero los hombres de acción son ustedes.

Al oír la noticia de la próxima jugarreta de Ness tan solo puedo intentar suponer que va a jugar una última carta antes que el gobernador lo envié a cosechar patatas a Alaska. Es la maniobra de un desesperado, una que podría complicar nuestros planes.

- Tan solo espero que no se dirija hacia nuestra pista, porque podrían herir a Myers. – respondo y agradezco posteriormente la oferta del oficial Wilson. Realmente el tipo se la está jugando…

En efecto la ausencia de policías demuestra la veracidad de la próxima acción de Ness. Lo que indica que debemos apresurar nuestra marcha antes que la redada del famoso investigador comience.

Una vez que llegamos llego junto a Wilson y agarro una escopeta. Hubiera preferido una Thompson pero antes que nada. Una escopeta disparada en corto alcance puede derribar hasta varios hombres en fila. Y por lo que imagino necesitaremos bastante poder de fuego.

-Con esto me las arreglare. Gracias. – digo al también coger munición para mi pistola y la escopeta.

- Si salimos de esta le contare sobre mis años de servicio en la gran ciudad, antes de dedicarme a la investigación privada. – añado al observar el edificio y sus formas de ingreso. Tras bostezar continúo con mi exposición sobre el inmueble.

-Coincido con Leon. Ir por la puerta principal, que tiene un candado, es llamar demasiado la atención. Debemos dar un rodeo para ir por donde el almacén de carga. – afirmo con total certeza.

Justo cuando la mujer se aproxima a ti para cogerte del pelo, un deseo infinito de sobrevivir te invade. Has sobrevivido a demasiados horrores como para dejarte morir ahí. Te revuelves con violencia y descargas tu mandíbula contra el tobillo de aquella extraña mujer y cierras tus dientes con fuerza alrededor de su talón. Tanto aprietas que puedes notar un sabor metálico en tus dientes mientras la sangre brota a borbotones de la zona inundando tu boca.

Un grito desgarrador de la mujer inunda el silencio de la noche, a lo que le sigue un castañeo fuerte e intermitente, como si aquel ser estuviera golpeando sus dientes muertos.

- ¡MALDITA NIÑATA ASQUEROSA! –

Pero tu aprietas más fuerte y das un fuerte tirón, sintiendo que parte de la carne se le suelta. Apenas te paras a ver lo que pasa mientras el cuerpo de la extraña cae al suelo entre fuertes gritos mientras te levantas y comienzas a salir corriendo hacia la entrada.

Tras de ti, puedes ver como aquel sinuoso tallo se lanza disparado hacia ti, con aquella calavera abriendo los dientes, buscando devorarla. Te das cuenta de que apenas te quedan fuerza, los pulmones te arden, pero no quieres mirar atrás, no quieres morir, no quieres. Sientes el movimiento tras de ti, aquella criatura acercarse más y más. Las lágrimas inundan tu rostro y apenas puedes ver lo que te rodea. Tanto es así, que das un traspiés con algo que hay en el suelo que casi te hacer caer… y te salva la vida.

Justo cuando te agachas para no terminar en el suelo, escuchas aquellos terroríficos dientes cerrarse donde antes estaba tu cabeza entonces el castañeo vuelve a sonar. Sientes que vuelve a acercarse mientras corres.

- ¡MATALA! ¡MAAAAAATAAAALAAAAA! –

Tras de ti y del monstruo, la mujer sigue tirada en el suelo, sobre un charco de sangre sin poder levantarse. Y a pocos metros de ti, aquella cabeza, se acerca más, quedan apenas unoscentímetros. Es el fin. Cierras los ojos…

Y el fin no llega. Sin dejar de correr, arriesgas en mirar atrás y ves que el tallo de aquel ser ha dado lo máximo de si. Has salido de su rango de acción, es más, por primera vez desde que empezaras a correr, te das cuenta de que el viento acaricia tu rostro. Estás fuera. Has salido. Las nubes cuben un cielo negro, pero sientes que nunca has visto algo tan hermoso.

Tras de ti, una enorme nave, como un almacén de trenes es donde te tenían atrapada y frente a ti, lo que parece una estación de tren abandonada.

La alegría dura poco, un nuevo grito llama tu atención.

- ¡Allí está la pendeja! ¡Qué no escape! –

Y ves como cuatro de aquellos secuestradores salen del edificio y al verte, comienzan a correr hacia ti. Más descansados, más fuertes, más rápidos y armados. Encontrándote en campo abierto, sabes que no tienes ninguna posibilidad. La desesperación te invade ¿Después de todo ibas a morir allí?

Pero entonces ves algo frente a ti, como un sueño. Cinco figuras que avanzan primero despacio  luego veloces desde la estación de tren. Lo que te hace creer quees un sueño, son quienes son. No puede ser, solo es un sueño ¿O es real? Tu vista se aclara, los ves claramente, sus rostros de emoción y terror, sus armas en la mano.

Leon y el resto de tus compañeros vienen corriendo. Te han encontrado.

Sabiendo que puede ser una imprudencia ponerse a dar golpes y ha hacer ruido, decidís rodear el edificio principal y verificar el almacén trasero. Mientras camináis no escucháis ningún ruido, la noche parece contener la respiración.

Y finalmente llegáis al otro lado y lo primero que escucháis es un grito de dolor desconocido que inunda todo el lugar. Dirigís vuestros pasos hacia el lugar del grito y sorprendidos, veis una figura corriendo hacia vosotros. Está despeinada, su vestido hecho girones, su rostro desencajado y manchada de suciedad y sangre. Os cuesta reconocerla por su estado, pero cuando la reconocéis no podeis evitar sentir terror y alivio al mismo tiempo.

Aquella persona totalmente devastada era Lilian.

Tras ella, cuatro hombres mexicanos aparecen, armas en mano gritando.

- ¡Allí está la pendeja! ¡Qué no escape! –

Demasiado ocupados con Lilian como para haberse dado cuenta de vuestra presencia.

No podía creer que aún estuviera con vida. Escapar de aquel lugar había sido la mayor gesta que podía haber imaginado. De hecho, no podría haber imaginado que lograba escapar de algo así, ni en sus mejores sueños. Pero estaba allí y estaba viva. Lo mejor de todo es que sus compañeros estaban también allí, pues sin alguna ayuda no podría continuar luchando. Estaba extenuada y ya no le quedaban recursos ni voluntad para sobrevivir por sus propios medios. No obstante, verles, le repuso las energías necesarias para correr a la máxima velocidad que lo había hecho nunca.

- ¡Cuidado! - Gritó. - ¡Tienen armas, tienen armas! - Gritaba asustada. - ¡Leon tenemos que irnos! - Alzó aún más la voz. - ¡Corred, corred! ¡Las plantas, las plantas! 

Era evidente por los gritos desesperados y entre lágrimas de Lilian, que no se iba a quedar mucho más tiempo allí para resolver nada. Salvar la vida era en esos momentos su única prioridad. De hecho, llevaba siéndolo desde que apareciera en aquella estación de ferrocarril, hacía... ¡Ni sabía cuanto tiempo llevaba allí! Pero ahora que estaba cerca de escapar, no iba a quedarse quieta ni regresar allí dentro. Eso lo tenía muy claro.

Tanto planeamiento para rescatar a la reportera y ni bien llegamos, damos un rodeo, ella aparece por sus propios medios escapando de la banda de los mejicanos. Nada mal para una reportera. Ahora nos toca a nosotros hacer el resto del trabajo, y con suerte dar con Orem y acabar de una buena vez esta pesadilla de caso.

-¡A cubierto, a cubierto! – advierto a todos, Lilian incluida, para luego buscar algún sitio donde cubrirme y comenzar a disparar antes que nuestra pequeña ventaja desaparezca.

Simplemente busco un parapeto, apunto al más cercano con la escopeta y abro fuego.

- ¡¡Lilian!!

Leon salió al encuentro de su amiga, aliviado como nunca en su vida. No le gustaba admitirlo, pero daba por hecho de que hallarían su cadáver en manos de Orem. Meyers era mucho más dura de lo que él había supuesto. Entonces, descubrió a sus perseguidores y se parapetó tras una columna. Tras coger un poco de aire volvió a asomarse, en esta ocasión apuntando a los cuatro mexicanos que perseguían a la chica.

- ¡Meyers, al suelo!

Y Leon disparó.

La alegría de encontrar a Lilian aun con vida pronto es sustituida por la tensión producida por el peligro que viene persiguiendo a su compañera. Ni siquiera esperáis a ver lo que ocurre, la situación, a pesar de desconocida, es clara. Ellos se llevaron a Lilian. No volverán a hacerlo.

El primero en reaccionar es Joseph, que mientras busca parapeto, apunta al más cercano con la escopeta y abre fuego. El arma resuena como un trueno ensordecedor y suelta una salva de metralla que es disparada contra uno de los perseguidores. Este, aunque intenta evitarlo, ocultándose tras una farola, el parapeto no es suficiente lo que hace que pequeñas de aquellas esquirlas de metal le impacten en el hombro y el brazo, haciéndole trastabillar hacia un lado mientras grita de dolor.

Leon, viendo un blanco claro, gracias al detective, no desaprovecha la oportunidad y aunque nunca ha sido un experto con las pistolas, tal vez por la necesidad de proteger a su compañera, apunta tal como siempre le habían explicado y abre fuego. Antes de que el mexicano pueda recomponerse del disparo de la escopeta de Joseph, otra bala impacta, solo que esta vez en toda la cabeza. No emite ningún ruido y su cuerpo simplemente se desploma en el suelo.

- ¿Pero quien carajo son esos chingones? –

El resto de los perseguidores, al reparar finalmente en vuestra presencia, empiezan a extenderse para evitar vuestros ataques. Sin embargo, Alice, haciendo gala de una habilidad innata con un arma, apunta al segundo más cercano y aprieta el gatillo casi sin pensar. La bala surca el aire y se clava en el pecho del hombrecillo que gime de dolor y se desploma en el suelo, mientras su jersey comienza a teñirse de rojo.

- ¡Hija de mala madre! –

Aunque herido de gravedad, aquel hombre sigue vivo e intenta arrastrarse tras unas cajas para cubrirse.

Otro de los perseguidores, un tipo bajito y achaparrado, intenta disparar a William pero antes de que abra fuego, Jordan apunta al malhechor y abre fuego. El impacto es directo y su cuerpo es lanzado varios metros hacia atrás por la fuerza del impacto. Sin embargo, el ataque ha puesto nervioso a William que intenta disparar al que se arrastra por el suelo pero su disparo golpea en la caja en la que intenta parapetarse.

Entonces, este hombre que se arrastra, levanta la pistola que tiene en la mano y apuntando a la mujer que le ha dejado en tan mala situación, abre fuego y dispara. La bala impacta en el brazo izquierdo de la mujer que siente como una mordedura, seguida de un ardor tremendo ahí donde impactó el disparo. Un reguero de sangre brota del lugar y empieza a manchar su ropa.

Finalmente, el último mexicano, viendo como caen sus compañeros, se esconde tras un contenedor y tras asomarse, apunta al blanco que tiene más cerca. Jordan. El arma resuena y el policía recibe el impacto en el hombro, haciéndole perder un poco el equilibrio.

- ¡Os vamos a matar cabrones! –

Es entonces cuando Lilian, con el rostro desencajado, llega hasta sus compañeros y cae en los brazos de Leon, totalmente exhausta.

- ¡Leon tenemos que salir de aquí! - Imploró la periodista fuera de si y evidentemente aterrada. - ¡Las plantas vendrán! ¡Plantas humanas! - Gritó entre lágrimas. - ¡Corre Leon, corre!

A Lilian no le importaba ya nada lo que estaban investigando. Estaban en serio peligro, pero no tan inminente como el que había estado ella. Después de todo lo que había luchado por escapar, no quería morir por una bala extraviada. Huir era la único que pasaba ya por su mente. 

Alzó la mirada y buscó por donde salir, por donde escapar. Necesitaba un vehículo, algo... en el peor de los casos buscaría un lugar donde esconderse hasta que todo pasara.

Tu corazón se regocija de ver a tus compañeros, a Leon y sorpresivamente, al agente que os recogió tras el accidente de coche, luchando por ti. Al final, no era un hombre de Ness. Sin embargo, el pavor que te inunda te insta a salir de allí corriendo. Solo quieres huir de aquel lugar y tal vez olvidar todo lo que has visto y vivido. Pero sabes que no será posible. Sabes que los vacíos ojos de esas calaveras te perseguirán en tus pesadillas durante el resto de tu vida. Sabes que seguirás escuchando en el silencio de la noche ese castañeo quedo que hacen con los dientes. Como ahora, que ese sonido retumba en tus oídos como una maldición ¿O no está solo en tu cabeza?.

Escuchas un segundo castañeo y entonces entiendes que no es cosa de tu imaginación. Las estás oyendo de verdad ¿Pero como es posible? No pueden llegar hasta donde estáis, no hay nada que…

Entonces tu vista se baja hasta dos bocas de alcantarilla, una frente al agente de policía, otra a la izquierda de Joseph, dos plantas metálicas que rezuman humo y olores nauseabundos y que llevan algo más. El mismo sonido otra vez. Ese castañeo. Ya vienen. Vienen a por vosotros desde las alcantarillas.

El miedo atenaza tu corazón.

- ¡Es ese castañeo!  - Gritó entonces Lilan al ser consciente de lo que les estaba acechando desde las profundidades. - ¡Ya vienen! ¡Las plantas! ¡Por las alcantarillas! ¡Las plantas!

Lilian tiró de Leon tratando de sacarlo de allí. No quería que se quedara allí, pues le tenía aprecio, pero ella no iba a permanecer un solo segundo más allí. Tenía que huir, huir y salvar la vida. Sintiéndolo mucho, si Leon no se iba con ella, le dejaría atrás.

Las balas de ambos bandos muerden la carne de sus víctimas y cobran la vida de algunos. En nuestro caso Alice y Jordan resultan heridos en el proceso. Aunque no es nada letal tampoco les convendrá permanecer en la contienda mucho más. Otro despiste y podría ser el último para ellos.

-¡Alice, Jordan! ¡Busquen cobertura y no se metan en esto! – les advierto que no será necesario que continúen participando en la balacera. Entre yo, Leon y William podríamos terminar con los mexicanos pronto.

En respuesta a la bala recibida por Jordan apunto y disparo al único mexicano que no ha sido herido y que acaba de asomarse para disparar. Ese disparo será lo último que hará…

Luego Lilian comienza a balbucear cosas sin sentido. Algo sobre unas plantas humanas… desde luego podría ser una alucinación producto de su secuestro y posterior estrés. Solo que algo en mi interior me dice que tal vez la amenaza que ella anuncia es real… ¿Qué haremos? Si nos retiramos ahora seremos un blanco idóneo para los mexicanos. No. Debemos acabar con ellos antes.

-¡Lilian! ¡Ve a nuestros vehículos y llévate a Jordan y a Alice a resguardo! Aún nos falta dar con el asesino de los torsos ¿Está aquí? ¿Cierto? – finalizo mi sugerencia con una pregunta, la cual podría cambiar el curso de las acciones por venir.

Leon observó a cámara lenta como el mexicano se desplomaba tras su disparo. Aún tembloroso, recibió a su compañera con un fuerte abrazo. Jamás se había sentido tan aliviado en la vida. Sin embargo, no hacía ni tres segundos que el periodista acababa de asesinar a alguien. Los sentimientos de culpa y de sosiego peleaban en su convulso cerebro.

- Myers, tenemos que dejar de vernos así - bromeó - haz caso a Miller, ayuda a Alice y arrancad el coche. Acabaremos con esos tipos y huiremos de aquí...

Leon empujó suavemente a su compañera para alejarla del peligro. Lilian acababa de salir con vida de una situación extremadamente difícil y eso era, en gran parte, culpa de Leon. Ahora le tocaba a él dar la cara por su compañera...

El intercambio de disparos continua. Los cañones de las armas resuenan en el lugar mientras las balas silban buscando sus objetivos. El primero en reaccionar es Joseph, que haciendo gala de una puntería excepcional, aprovecha una de las veces en las que el mexicano se asoma para abrir rápidamente fuego contra él. La bala impacta en la cabeza del hombre que se sacude hacia atrás, desplomándose duramente contra el suelo, regando el asfalto de sangre y masa encefálica.

El segundo en abrir fuego es Leon, que viendo al herido intentar matar a Alice, no desaprovecha la oportunidad y le hunde un disparo en el abdomen. Esto, unido a las heridas que ya tenía, hace que apenas gima un poco y se desplome por última vez en el suelo. Entonces, todos se giran, unos a otros mientras el detective les pide a los heridos que se marchen. Leon, junto a Lilian, intenta calmar el estado de absoluto shock en el que parece encontrarse la mujer.

Jordan niega con la cabeza a Joseph mientras se lleva la mano a la herida, dibujando una mueca de dolor en el rostro.

- No es más que un rasguño, puedo continuar, maldita sea. –

Se repone del dolor, martillea la escopeta y hace un gesto al detective y a Leon para que le sigan.

- El resto marchaos de aquí. Llevaos a la señorita a un lugar seguro y… -

Pero no puede terminar la frase pues un sonido que por la intensidad del momento, había pasado totalmente desapercibido, es escuchado esta vez primero por Joseph, luego por Leon y finalmente por todos. Como el sonido seco de dos piedras entrechocando, como un castañeo macabro que os inunda los oídos. Y el sonido de algo viscoso arrastrándose. Extraño sonidos que vienen del suelo. Y al fondo, desde el almacén, una silueta que camina en espacio abierto, con los brazos extendidos y las palmas abiertas. Una extraña mujer con turbante y rostro bañado de locura que mueve rápidamente los ojos en todas direcciones. Podeis ver que cojea por una herida bastante fea en el talón, como si un perro la hubiera mordido. Entonces os giráis hacia Lilian y la sangre que tiene en el rostro, en la boca. Entender lo sucedido os repugna.

- ¿Más sacrificios para nuestro amado Coatlicue? Bien, eso solo lo llenará de regocijo. Pero esa niña – dice señalando a Lilian que aun está en brazos de Leon mientras William y Alice se aproximan a recogerla. - ¡Es mia! –

Y a su grito, el extraño castañeo se intensifica y tarde, reparáis de donde viene. De las bocas de alcantarilla que tienen Jordan delante suya y Joseph a su lado. De pronto las tapas salen despedidas, como si hubieran sido embestidas por un tranvía, dejando que el olor a suciedad y podredumbre inunde el lugar. Pero no es eso lo que hace que contraigáis la expresión de vuestro rostro en un rictus de incredulidad y miedo, sino lo que sale de aquel agujero en la tierra.

De sendas bocas de alcantarilla, dos tallos verdes con tonalidades marrones brotan hacia el cielo y se extienden como una Cobra, alzándose al cielo en un sinuoso baile. Y en su extremo, lo que parece la calavera de un cadáver. Cuando el tallo se ha extendido lo suficiente, las calaveras se agitan y se giran bruscamente, clavando sus vacías cuencas negras en el policía y el detective respectivamente.

Para sorpresa de Jordan, aquella cosas se mueve demasiado rápido para su tamaño y sin apenas poder reaccionar, puede ver como aquel horrendo ser se abalanza sobre él, abriendo de forma macabra la boca y enseñando esos dientes esqueléticos, responsables del terrible sonido que antes escucharais. El agente intenta esquivarlo, pero el ser es más rápido, hundiendo los dientes en su hombro y derribándolo contra el suelo, mientras lo arrastra varios metros, hasta chocar contra un contenedor metálico que resuena por el impacto.

La otra calavera lanza el mismo ataque contra Joseph, pero este consigue evitar que los dientes se le claven. Sin embargo, el tallo de la planta se agita, voltea violentamente contra él y lo golpea con fuerza en el pecho dejándolo sin aliento. Tan fuerte es el impacto, que el cuerpo del detective es lanzado por los aires realizando unos giros imposibles para finalmente estrellarse sobre unas cajas de madera que revientan al impacto con su cuerpo, clavándole astillas por el cuerpo. Tal ha sido el golpe, que cuando intenta buscar con la mano la escopeta que llevaba, esta ya no está, teniendo solo su fiel arma que aun guarda dentro de la chaqueta. La criatura se ha girado y vuelve a encararlo, dispuesta a atacarlo una vez más.

El resto quiere reaccionar, hacer algo para ayudar a los compañeros que están siendo atacados por esas criaturas, pero el miedo parece atenazarlos… o algo más. La mujer sigue plantada ahora entre aquellos horrores, pero esta vez parece estar recitando alguna especia de salmo o canto en una lengua incomprensible y que suena como un aullido gutural, como los gritos de un hombre hundido en el agua luchando por respirar. Aun incomprensibles, aquellas palabras parecen taladran vuestra psique, atenazando vuestro corazón y obligándoos a contener la respiración. Notáis como la respiración se acelera mientras un ligero picor nace en lo más profundo de vuestro ser y parece extenderse por vuestro cuerpo al tiempo que crece en intensidad, convirtiéndose en dolor.