Partida Rol por web

El laberinto del bufón

IV - Mucho más que un secreto

Cargando editor
28/04/2017, 16:35
Zafira 'Ithildin

jeje, Zafira no pudo evitar dejar una pequeña risita con el gnomo haciendo unos malabares improvisados con los suministros.  Le caía bien.

Bienvenido bonito. -le dijo a Tzotz cuando de posó boca abajo en su capa.  Le dió unos de esos chapulines que siempre traía en su bolsa para cuando le diera hambre.  Pronto tendré que pasar a escarabajos grandes, luego lagartijas y bueno...  Un dire-bat crecía rápido.   

Corum.  -se inclinó en saludo élfico, con el brazo cruzado y una pequeña inclinación de cabeza.  Mostraba la tristeza de la suerte del amigo, pero el alivio de que la había librado y ahora ya tenía quien velara por él.

Cargando editor
28/04/2017, 16:43
Balakar

Por fin Avlin y Bloermund se unieron a nosotros y pudimos sentarnos a tranquilamente a comer. La tensión se diluyó un poco, a pesar de el evidente abatimiento del anciano aventurero jubilado. Los intentos de entablar conversación con él murieron pronto, derrotados por la melancolia que destilaban sus ojos y la tristeza conque miraba el rincón donde su sobrina descansaba junto a su amante y al sicario de ambos.

La ruta trazada por Aldar era la mejor disponible y el plan, moderadamente solido, quedando únicamente los detalles de la intendencia y de que hacer con el hermano de Bloermund cuando llegase el momento. Pero este último punto tendría que esperar a que llegase Corum y para eso podían faltar horas.

Los que llegaron antes de lo previsto fueron los miembros de la Guardia de la ciudad. Por suerte, impero el sentido común y el propietario de la tienda dejó claro que todo estaba en orden, despachando a los representantes de la Ley, que por otra parte estaban deseando finalizar su turno de guardia y limpiarse el gaznate con algo.

Así pues, el gnomo y yo, nombrados extraoficialmente intendentes, nos levantamos de la mesa y nos fuimos hasta la Gran Ermita de Fharlanghn para recoger los pergaminos encargados por Asdra. De regreso hicimos compras en las tiendas que nos recomendo Bloermund, que, si bien regatearon hasta la última pieza de cobre por las armaduras de cuero de Tam y Kefflen, ofrecieron mercancías de primera mano y calidad por un precio justo. 

Cargados de equipo como estabamos, regresamos a Suministros del Pateacaminos sin ver ningún caballo que indicase que Corum habia llegado, lo que era una buena señal. Asi atravesamos el umbral de la tienda, discutiendo.

- Por las barbas de Moradin, Avlin... ¡¡Tenias que haberme dejado que le diese un capón!! La armadura de Kefflen estaba para tirar, pero la de Tam estaba prácticamente nueva... ¡¡Se podia comer encima de ella!! ¡¡He dormido sobre camas más duras que esa armadura!! ¡¿Y esos malditos mercaderes de Fharlanghn?! ¡¡Una sexta parte de nuestros fondos en agua sagrada!! Mierda, que es solo agua...

En mitad de la blasfemia, Avlin vio al murciélago de Zafira, trastabilló y tropezó conmigo, rodando sobre mi, que caí de rodillas sosteniendo milagrosamente los paquetes. Mi rostro se volvió blanco, asustado por el hecho de que aquella deidad se hubiese ofendido por mis palabras y luego paso al rojo, mientras barbotaba palabrotas y quitaba al gnomo de encima.

Estábamos repasando el equipo, rezando para que nada se hubiese roto, cuando Corum llegó al galope, soltando apenas su montura redujo la velocidad y entrando en tromba en la tienda, con su hacha de batalla maldita entre las manos.

- Impresionante.- Mascullé en enano. "¿Que nacieres le habrá dicho Zafira para que venga tan deprisa.?"

Por suerte, Aldar estaba al quite y tranquilizó al ermitaño con gestos y buenas palabras, explicándole con calma lo que había pasado.

- ¿Y ahora qué?- Me pregunté, aunque en voz más alta de lo debido, dadas las circunstancias.

Cargando editor
04/05/2017, 12:05
Freya

Mis irónicos comentarios a las palabras del enano no obtuvieron respuesta por parte de este, mientras que Aldar si se pronunció, tratando de mediar entre ambos; ofreciéndose incluso a realizar él mismo aquella labor por la que había protestado.

- No importa, lo haré yo. – accedí, pues para que se tuviera que encargar él de hacerlo prefería ocuparme yo; no sólo por quitarle trabajo, sino porque si se iba a continuar tratando el plan, seguramente él tuviera más que aportar que yo. – No quiero que te canses. – comenté con picardía.

Tomé el vaso que me ofrecía mientras continuábamos acordando los pormenores, mostrándome de acuerdo en pagar los víveres tomados de la despensa de Bloermund y en la posibilidad de emplear el arco del explorador si finalmente no contábamos con dinero para otro. No me hacía falta un arco nuevo, de hecho esperaba no tener que necesitarlo, y si finalmente era así… La idea de emplear el arma que hasta hacía bien poco usaba mi hombre me agradaba.

Avlin fue en busca de Bloermund y comimos todos juntos sin gran contratiempo, salvo aquel grupo de la milicia que el viejo espantó sin gran problemas. El gnomo y el enano se encargaron de las comprar, y fue una vez reunidos todos de nuevo cuando el bárbaro se presentó en la tienda, exigiendo saber qué había sucedido. Al darse cuenta de que el tendero estaba bien se calmó un poco, todo lo que alguien como nosotros podía calmarse ante susto tal.

Aldar se apresuró en intervenir, queriendo también calmarle, para lo que además le expuso con gran acierto todo lo sucedido. Un claro resumen que seguro que Corum agradecía.

Y yo también, pues si se llega a encargar Avlin…

 - Como ves, todo en relativo orden. – dije acercándome al bárbaro, dándole una fuerte palmada en la espalda después. – Me alegra verte otra vez. Suelta el hacha y toma algo con nosotros mientras continuamos hablando. – le ofrecí. 

Cargando editor
08/05/2017, 23:39
Corum

Dejándose guiar por Aldar, Corum se acercó hasta los prisioneros para observarlos con detenimiento bajo sus pobladas cejas. A medida que el explorador detallaba todo lo que habían descubierto hasta el momento, que no era poco, el recién llegado asentía en silencio sin apartar la vista de los tres cuerpos maniatados, asintiendo y negando por igual, con los músculos de sus brazos tensos por la fuerza con que sujetaba el hacha, algo de lo que Aldar era muy consciente al tener su mano colocada sobre el hombro del gigantón. Por fin, después de un largo silencio por su parte, se dignó a hablar.

Os doy las gracias. De corazón. - Contestó en voz baja. - Tenía que haber venido la primera vez que mencionó lo de sus problemas. - Añadió con sentimiento de culpa. - No volverá a pasar. Déjalo en mis manos, se vendrá conmigo a mi cabaña aunque me lo tenga que llevar a hombros.

La situación pareció tranquilizarse cuando Freya se acercó hasta él para palmearlo en la espalda. El golpe le obligó a reaccionar y a dejar a un lado, por el momento, las ganas de vengarse de aquellos que habían estado tan cerca de acabar con su amigo. Una vez dejó descansar su hacha contra su pierna y se volvió hacia el resto, su ceño se relajó lo suficiente como mostrar una tenue sonrisa de agradecimiento. -Yo también me alegro de veros, Freya. No imaginaba que fuese a ser tan rápido, la verdad, pero que me desuellen sin no habéis aparecido en el mejor momento. Si no hubieseis parado por mi cabaña… - No terminó la frase, en vez de ello volvió la vista con desdén hacia la Elmyra.

La conozco. - Había coincidido una sola vez desde que ésta se instalase con Bloermund. Durante aquel breve encuentro la muchacha ya había dado muestras de que la presencia de Corum no le agradaba en absoluto, sin embargo, aunque él era consciente de que no era bienvenido,no imaginó aquella niña insolente fuese capaz de semejantes actos. - Pero ni siquiera se me pasó por la cabeza que su aparición fuese parte de un plan mayor.

Aunque en un principio no dijo nada cuando Aldar mencionó el tema de los bandidos de Argéntea, y el hecho de que estos estuviesen bajo el mando del hermano de Bloermund, la expresión de su cara no dejaba lugar a dudas de la la enorme sorpresa que aquello le causaba.

¿Les habéis sacado para qué quieren tantos suministros? Porque si es necesario que confiesen...

Cargando editor
11/05/2017, 15:05
Balakar

- Algo han dicho, Corum...- Tercié, sin demasiada sutileza.- Y parece que el asunto es bastante más turbio de los podría parecer. Toma asiento y come algo.- Invité.- Estabamos terminando y no hay mucho que compartir, pero es lo minimo.

Me retrepé en mi banco y me serví otro vaso de vino.

- Tal y como yo le he entendido, estos rufianes estan metidos en algo malo.- Tomé un sorbo de vino y me limpié con el dorso de la mano.- Usaban esta tienda como punto de suministro y para recabar información sobre los mercaderes que pasaban por aquí. Eligiendo a sus victimas. Hasta aqui, todo normal.- Puntualicé.- Pero parece ser que se han mezclado con una especie de bruja y con sus seguidores, que se están preparando para algo de mayor envergadura.

Escupí, asqueado, antes de volver a beber para quitarme el mal sabor de boca.

- El resto es algo más incoherente... Parece ser que hay varios mercaderes retenidos y que... Algo está cazando a los bandoleros. Tam estaba muy asustado.

Me encogí de hombros, indiferente.

- Eso es todo, creo.

Cargando editor
11/05/2017, 16:06
Avlin Tuercegris

- No tenemos los detalles- continuó Avlin- pero lo que es seguro es que no estamos hablando de salteadores de caminos del montón. Esa bruja que dicen tener con ellos pretende llevarlos a otro nivel. Qué es lo que pretende o a dónde quiere llegar no lo sabemos, ni ellos tampoco- señaló a los prisioneros- pero lo que es seguro es que no será nada bueno para nadie.

Avlin se quedó un rato callado, como pensando. De repente, una gran sonrisa iluminó su rostro.

- Recuerdo una ocasión en la que nos enfrentamos a unos salteadores de caminos- empezó.

Freya puso los ojos en blanco, seguramente tenía Vaernicious Ocularis, un pequeño trastorno sin peligro que afectaba a los ojos y que hacía que a veces perdieran en control. Se dio cuenta porque era un gesto que había visto en varias ocasiones y se felicitó por haberse dado cuenta. Seguramente la enorme guerrera estaría encantada de poner fin a tan molesta costumbre gracias a una limpieza con infusión de romero y cardamomo que conocía por su tía abuela Agranona Tuercegris. 

- Por aquel entonces viajaba con otros compañeros, claro- continuó- buena gente. El caso es que aquellos salteadores no parecían comportarse de la manera habitual y vaya si no lo era, estaban embrujados por algún tipo de influjo que emanaba de un extraño amuleto que habían encontrado en alguno de sus saqueos. No un amuleto cualquiera de esos que venden en los mercados para la buena suerte, no, se trataba de un amuleto realmente especial, diferente, hasta tosco diría yo.

El gnomo se dio cuenta milagrosamente de como todos le miraban. Juraría que no estaban tan entusiasmados como él mismo por la historia y pensó que tal vez no era el momento adecuado.

- Perdón, perdón- se disculpó rápidamente- lo entiendo. Esta historia es demasiado buena como para contarla así, con un poco de carne seca y sin un buen fuego. Estoy totalmente de acuerdo, la reservaré para un momento especial.

Y sonrió inocentemente con una gran sonrisa que le cruzaba la cara, como si fuera lo más normal del mundo.

Cargando editor
12/05/2017, 10:28
Aldar

La tensión en Corum era más que palpable. De hecho, la había notado en mi mano apoyada en su hombro, una tensión siempre peligrosa, tratándose de un hombre de armas como era, o respetable como mínimo. Pero se contuvo, aceptando la realidad no sin un cierto sentimiento doloroso de culpa. De igual modo, aceptó la responsabilidad de encargarse de su amigo, momento en que me eché a un lado, apoyándome en la pared con los brazos cruzados.

Balakar le puso al día acerca del asunto del hermano de Bloermund, la bruja y la situación en general. Avlin, por supuesto, no tardó en liberar su lengua y comenzar a hablar sin parar, aunque por algún favor de los dioses pareció comprender, por motivos erróneos, que no era el momento.

De hecho, vamos a ocuparnos de ese asunto. -Afirmé con gesto serio, dado que ya habíamos alcanzado un acuerdo a aquel respecto- Tu amigo nos ha ofrecido una generosa recompensa por ir al campamento de su hermano e impartir un poco de justicia, y hemos acordado hacerlo. Eso sí, es posible que tras eso no regresemos directamente. Tenemos otros asuntos que atender, algo más lejos... como bien sabes.

De hecho, en aquel momento me di cuenta de que Corum se encontraba en medio de un conflicto de intereses. Le unía a Asdra un lazo de amistad, y Asdra entregaba su lealtad a Sully. Aquellos dos se habían convertido en nuestros rivales, sólo esperaba que Corum no tuviera que verse en la tesitura de elegir entre unos y otros.

Cargando editor
12/05/2017, 11:12
Freya

Era la primera en ponerme tensa cuando era necesario, pero la tensión que se mascaba ahora en el ambiente me hacía sentir incómoda. Corum pareció relajarse un poco, aunque se le veía abatido, y cuando Balakar empezó a explicar los pormenores de la situación, comencé a empujar al grandullón hacia uno de los bancos.

- Vamos, vamos, no te hagas de rogar. – pedí al bárbaro con humor, dispuesta a sentarme junto a él de ceder.

Estaba claro que se sentía culpable, cuando aquello no era así. Los únicos culpables eran esos rufianes que manteníamos atados y toda esa tropa detrás de ellos. Incluido el malnacido hermano de Bloermund.

Avlin no tardó en comenzar una de sus interminables historias, demostrando en seguida mi hastío, aunque al hacer mención a algo se encendieron todas mis alertas.

- ¿Un amuleto? ¿Qué quieres decir con tosco? – pregunté, mostrando por primera vez verdadero interés en una de sus historietas.

Aldar comunicó entonces al grandullón que aquel asunto había caído en nuestras manos, lo cual esperaba que tranquilizara a Corum. Mi amado también parecía bastante tenso, ni siquiera había tomado asiento, apoyándose sobre la pared con los brazos cruzados. En ese momento le lancé una significativa mirada a la cual terminé añadiendo una sonrisa, indicándole con un par de golpecitos sobre el banco que se sentara a mi lado.

Cargando editor
12/05/2017, 15:27
Zafira 'Ithildin

 

Hola Corum.  -Zafira lo saludó con esa ligera inclinación del torso tan propia de los elfos silvestres.  Que bueno que has llegado.  A friend in need is a friend indeed.  -le dijo en élfico. 

De los pertrechos creo que tiene que ver con lo que hemos averiguado ya antes: se está armando un ataque contra las ciudades, ayudados por gente de dentro.  

Iremos a las ruinas aquellas y seguro averiguaremos más. 

 

Cargando editor
16/05/2017, 13:47
Corum

Rechazó con un gesto de la mano la invitación de Balakar de unirse al improvisado almuerzo, aún tenía notaba su corazón desbocado por la forma tan inesperada con que había tenido que dejar su cabaña.

Gracias Balakar, pero con el desayuno de esta mañana ya he tenido suficiente. - Sonrió fugazmente. No quería ser brusco, pero no se encontraba de humor después de ver en qué condiciones había quedado su amigo. Tampoco ayudaba mucho el hecho de que sabía lo que tarde o temprano le pediría Bloermund acerca de los prisioneros, algo que ya había sido anticipado por Aldar en el momento en que le hizo la exposición de lo sucedido. Sin quererlo, las memorias de sus años al servicio de Heinrich volvieron a su mente, castigándolo por las cosas que se había visto obligado a hacer en más de una ocasión y que al final le habían forzado al exilio y a convertirse en un fugitivo. Aun así, acabó cediendo y acabó sentándose durante unos instantes junto a Freya en el banco.

Lo que cuentas, de ser como dices, es inquietante. - Dijo depositando su pesada hacha sobre la mesa y haciendo tamborilear sus enormes dedos sobre la resplandeciente hoja. - Los asaltos a mercaderes siempre han estado ahí, da igual la ruta que tomen, nunca se han atajado del todo en estas tierras. - Se encogió de hombros ligeramente mientras se levantaba de nuevo y acercaba por segunda vez hasta los cautivos para observarlos más de cerca. - No han sido pocos los gobernantes que han intentado reducir el bandolerismo, - prosiguió - pero siempre se han topado con la misma roca en su camino: lo vasto y peligroso de estas tierras hace sea más el gasto que han de invertir en soldados para vigilarlas que lo que los mercaderes pueden llegar a perder. - Lo sabía bien, pues durante su juventud había conocido de forma muy cercana a gente a ambos lados de la ley. - Os puedo decir que ha mejorado la situación, pero no creo que sea algo que pueda solucionarse desde esos lujosos salones en Saduj o Inebar. - Sonó muy pesimista y despreciativo aunque no por ello indiferente; simplemente se plegaba a la realidad que conocía y a la experiencia adquirida con el paso de los años.

Iba a preguntar si iban a notificar a las autoridades el hecho de que hubiese mercaderes cautivos cuando Aldar tomó la palabra y le indicó que Bloermund les había ofrecido un pago por encargarse ellos mismo de tales asuntos. Por supuesto, entendía que lo que su amigo buscaba era la venganza que él mismo no podía impartir, y aunque no la desaprobaba del todo, sí que hubo de admitir que en aquel momento, con las vidas de inocentes en juego, era la mejor opción. Sí, sería peligroso, ¿pero qué no lo era en aquel reino?

Lo sé, Aldar. No hace falta que digas más. Os entiendo perfectamente. De todas formas, mi petición sigue siendo la misma. - Se volvió hacia el explorador y depositó su enorme manaza en el hombro de éste. - Haced un alto en mi cabaña a vuestro regreso. - Prácticamente sonó como un mandato, pues les conminaba a salir vivos de aquella misión a cualquier precio. No mencionó a Jake ni a Asdra, lo que al menos indicaba que no pretendía indagar en el porqué no se encontraban allí. Puede que simplemente asumiera que se habían visto obligados a adelantarse.

Un pesado suspiro escapó de sus labios cuando se giró hacia Bloermund y éste no le contestó sino con una mirada apagada y perdida. - Si tenéis pensado partir hoy, hacedlo cuanto antes, amigos. Aún tenéis suficientes horas de luz para recorrer un buen trecho. Dejadme a mí todo este desorden. - Si se refería a la mesa llena de migas y cortezas o a los tres prisioneros, fue algo que no llegó a matizar.

Notas de juego

¿Compras actualizadas y dinero descontado?

 

Cargando editor
16/05/2017, 14:43
Zafira 'Ithildin

Zafira asintió con la cabeza y fue a preparar sus cosas.  Estaba lista para partir. 

Cargando editor
17/05/2017, 03:38
Aldar

Permanecía serio, apoyado en aquella pared con los brazos cruzados, pensativo. No era que las cosas estuvieran marchando mal, de hecho había margen para el optimismo, pero había detalles que me preocupaban, cosas que no podía pasar por alto. Aunque, en el fondo, sentía que poco o nada podíamos hacer al respecto por el momento.

Fue entonces cuando me sorprendió ver a Freya mirándome de aquella manera. Me sonrió, una sonrisa contagiosa que en mi rostro nunca sería tan hermosa, y con un gesto me indicó que tomase asiento a su lado.

Tus deseos son órdenes... -Le susurré al oído, al llegar a su lado, antes de tomar asiento donde me había indicado, con una sonrisa llena de picardía- ...jefa.

Corum no estaba de humor para probar bocado, cosa que no me extrañaba. Todo aquello había sido una sorpresa y conmoción para él, un fuerte disgusto. Se sentó con nosotros y divagó acerca del bandolerismo y la imposibilidad de atajarla por parte de las clases dirigentes.

Bueno, nosotros tenemos una ventaja. -Argumenté, sin el menor atisbo de jactancia al respecto ni exceso de confianza- No hablamos de patrullar caminos, sino de ir en su busca directamente. Saber dónde pernoctan nos ofrece un blanco, vamos a tiro hecho por así decirlo. Donde los guardias del reino no tenían posibilidad alguna, nosotros contamos con buenas opciones. -Afirmé, recorriendo los rostros de mis compañeros con la mirada- Tardemos más o menos, volveremos a abusar de tu hospitalidad, amigo. -Concedí ante la petición del leñador, sonriéndole amigablemente- Bien, ya habéis oído, tenemos unas horas de sol que aprovechar. -Di una palmada, apoyando las manos sobre la mesa dispuesto a ponerme en pie- Va siendo hora de mover esos culos y ponerse en marcha... -Al ponerme en pie, miré a Freya a los ojos, torciendo mi cabeza hacia un lado para mirar su trasero con descaro, moviendo las cejas arriba y abajo. Aquel era el culo que me gustaba ver en movimiento.

Cargando editor
18/05/2017, 12:15
Avlin Tuercegris

Avlin se puso en pie sonriente. No le disgustaba Venatus pero le apetecía volver a los caminos y a la naturaleza. También le brillaban los ojos ante la posibilidad de hacerse con el control de nuevos conjuros y habilidades. Tal vez aquella hechicera tuviera su propio libro de hechizos, o quizá amuletos y objetos mágicos. Fuera lo que fuese, estaba seguro de que valdría la pena la confrontación.

Bloermunt se quedaba en buenas manos a cargo de Corum, y el hombretón sabría que hacer con los prisioneros. No dudaba de que a su regreso era probable que Suministros del Pateacaminos volviera a ser más parecido a lo que siempre fue.

Echó una última ojeada a su alrededor, a las líneas de estantes vacíos, al oscuro cajón en el que el drogado Bloermunt había pasado sus días dejando la vida pasar, a los ventanucos casi opacos por el polvo por los que se tamizaba la luz solar que venía del exterior. Ya era hora de que aquel lugar se sacudiese el aspecto rancio.

- En marcha, entonces.

Cargando editor
18/05/2017, 16:49
Balakar

Comprendí que Corum no quisiera comer, asi que dí buena cuenta de lo que se quedaba en la mesa. Él podría volver a su cómoda y calentita cabaña cuando nos marchásemos, pero a saber cuando tendríamos ocasión de sentarnos a comer con cierta tranquilidad otra vez.

Así que, mientras Corum nos hablaba de los problemas que la región tenia con los bandoleros y Aldar le explicaba el trato que teníamos con Bloermund, yo rebañaba con galleta seca las escudillas y recogía cuidadosamente las migas para echármelas al buche.

Y, por fin, llegó el momento de ponernos en marcha. Até cuidadosamente la honda a mi antebrazo derecho, a modo de muñequera. Guardé los proyectiles en la reluciente bolsa nueva que pendía de mi cinturón y añadí una de las piedras de afilar. Repasar el filo de las cabezas de mi hacha hasta convertirlas en navajas de afeitar era un entretenimiento habitual y un habito necesario para sobrellevar las largas guardias.

Me esforcé en concentrarme en la tarea, ignorando deliberadamente a mis compañeros humanos y no queriendo pensar en el futuro del trió que yacían inconscientes. Me preocupaban más como íbamos a afrontar la lucha con los bandoleros y su bruja... Y como iba a respetar mi palabra sobre  tratar bien a los posible prisioneros... Sobre todo cuando Aldar había dejado claro que, una vez eliminados los bandidos, íbamos a explorar las ruinar y a averiguar que se traía Heimlich entre manos.

- En marcha, pues...

Cargando editor
23/05/2017, 20:11
Freya

Corum accedió a tomar asiento, mas no a comer algo con nosotros, en lo que no quise insistirle; bastante estaba haciendo ya por calmarse.

El gnomo ignoró completamente mis preguntas, y me dediqué a escuchar al bárbaro tras pedir a mi amado que se sentara a mi lado. Así lo hizo este, susurrándome con prometedora picardía hasta que el apelativo de “jefa” me hizo fruncir el ceño y darle un ligero codazo, o al menos uno que trataba de serlo.

Cuando Corum nos habló sobre el asalto de mercaderes, Aldar concretó acerca de nuestro propósito, lo cual el bárbaro pareció ver con buenos ojos; recordándonos que pasáramos por su cabaña a la vuelta y que si queríamos aprovechar las horas de sol partiéramos cuanto antes.

Aldar nos instó también a ello, poniéndose en pie mientras decía que era hora de que moviéramos el culo. Fue entonces cuando me miró, para después mirar mi trasero de forma descarada subiendo y bajando las cejas.

- Vamos, anda. – reí, dándole un suave empujón, escuchando como el resto también se ponía en marcha.

Cargando editor
27/05/2017, 00:02
Región de Eltsembar

Corum y Bloermund se despidieron de los compañeros en la puerta del establecimiento una vez las monturas estuvieron cargadas el nuevo equipo adquirido en la villa y las provisiones perfectamente colocadas en el interior de las alforjas. Fue una despedida silenciosa, no hacían falta palabras, los semblantes hablaban por sí mismos. Las pocas que se dijeron fueron las que Bloermund dirigió a Freya cuando le hizo entrega de un peto de cuero tachonado en bastante buen estado que el tendero había guardado en su habitación durante muchos años. Había pertenecido a Corum, quien lo observaba incrédulo ya que no imaginaba que su amigo lo hubiese conservado después de que ambos decidiesen dejar las armas a un lado y dedicar sus vidas a quehaceres más pacíficos. Bastaba sujetarlo frente a sí para darse cuenta que el curtido había sido realizado con esmero. Quizás por ser esto así la pieza había aguantado en tan perfectas condiciones después de todos aquellos años desde que Corum la dejase allí olvidada. Ahora el gigantón, con más kilos encima por los años y el trabajo como leñador, a duras penas sería capaz de embutirse en ella, cosa que desde luego no pasaba en absoluto por su cabeza.

Con el reglao en manos de la mujer, una última mirada atrás antes de abandonar la estancia principal de la tienda serviría para que cada uno de ellos se llevase otro recuerdo: la imagen mental de los tres prisioneros, maniatados, inconscientes y completamente a merced de la voluntad de los que se quedaban para custodiarlos, juez y brazo ejecutor. Sería la última vez que los miembros del grupo los viesen con vida, pues a partir de entonces, si volvían para encontrarse con Corum en su cabaña y preguntaban por ellos se verían obligados a creer la versión que el gigantón les proporcionase, fuese ésta la que fuese. Ahora, con una dura jornada por delante y con varios objetivos a cada cual más peligroso en mente, era mejor apartar de sus cabezas cualquier idea relativa al destino que aguardaba a aquel trío de ladrones.

Recorrieron con calma las calles de Venatus que a esa hora del día se encontraban menos congestionadas por ser el momento en que los lugareños y forasteros aprovechaban para comer siguiendo la dirección contraria a su verdadero objetivo, que se encontraba más allá de la puerta norte. Para evitar que ojos indiscretos pudiesen adivinar su objetivo, que no era otro sino cabalgar hasta Argentea para llevar la venganza de Bloermund hasta su hermano y obtener de ser posible alguna respuesta que pudiese estar relacionada con el encargo de Heinrich, Aldar condujo a sus amigos hasta la puerta este para hacer creer que su destino era la ciudad de Flierman, a varias jornadas a caballo de Venatus.

Cabalgaron varias millas siguiendo la Nueva Calzada Real sin levantar la más mínima mirada de extrañeza de aquellos con que se cruzaron. No era extraño, pues como ellos, muchos eran los mercenarios y buscafortunas que hacían ese camino a diario acompañando a los convoyes mercantiles o la gente adinerada que pagaba por sus servicios de escolta. Aldar, Avlin, Balakar, Freya y Zafira hubiesen pasado por un grupo como los descritos de no ser por una particularidad que nadie excepto ellos alcanzó a ver: su desvío hacia la Vieja Senda.

El cruce donde la Vieja Senda se escindía de la Nueva Calzada Real hacía tiempo que había dejado de ser un punto de interés; es más, hacía tiempo que directamente había dejado de ser un punto reseñable en el camino para convertirse en un leve y casi inadvertido ensanchamiento de la calzada que no se prolongaba más allá de los doce o quince pies. La vegetación había acabado recuperando lo que en su día fue tomado prestado por los habitantes de esas tierras. En la actualidad, sin tráfico rodado o de cualquier otro tipo recorriendo su pavimento, los arbustos y los árboles habían acabado por engullir la calzada por completo. Hacía falta tener buen ojo y saber lo que uno buscaba para apreciar los matices que hacían del manto verde que cubría el antiguo empedrado diferente de lo que quedaba fuera de él. Por suerte para ellos, contaba con dos miembros de sobra preparados para guiarlos a través de lo que para otros no eran más que guijarros colocados de caprichosa manera cubiertos de hierba.

Caía la tarde cuando el grupo divisó un pequeño grupúsculo de árboles bajo los que crecía un apretado sotobosque. Hacía largo rato ya que Venatus había desaparecido en la lejanía, desvanecido detrás de las suaves colinas que salpicaban aquel páramo desolado que otrora fuese una de las rutas comerciales más importantes de la región. Sin más rastro de civilización que esporádicos y erosionados miliarios que recordaban que por allí habían caminado en su día gentes como ellos, aquello era lo más parecido una estructura bajo la que cobijarse para pasar la noche.

Notas de juego

Vuestro viaje ha durado 8 horas, de las cuales 4 han sido siguiendo la Vieja Senda.

Según Aldar, el tiempo estimado desde Venatus hasta Argéntea es de 10 horas, que de ser completadas en el mismo día haría que llegaseis allí completamente de noche y probablemente muy fatigados.

Dejad tiradas de Avistar y Buscar en oculto.

Necesito saber vuestro orden de marcha mientras recorréis la calzada y la distancia que os separa a los unos de los otros. Ésta tiene un ancho que oscila entre los 10 y 15 pies, lo que permite caminar a dos caballos juntos, e incluso tres en determinados puntos.

El orden de marcha podéis discutirlo en el off si veis que es más fácil.

Cargando editor
28/05/2017, 15:41
Zafira 'Ithildin

Zafira disfrutó del aire fresco, del camino sobre sendas que la naturaleza recuperaba.   Llevaba a Tzotz bajo el manto, dejando descansar al murciélago de día para su mayor actividad en el atardecer y noche.  Sólo le pediría salir si lo necesitaban para algo urgente, y ahorita no era el caso.  Sus ojos de elfa miraban de un lado al otro, sus orejas puntiagudas giraban apenas imperceptiblemente sobre sus ejes, como era el mito que era cierto en este caso.  Así oiría mejor cualquier peligro que se ocultase bajo el bosque a los lados.  Ser druida implicaba responsabilidad hacia todos estos seres, la primera responsabilidad. 

Adelante veía al montaraz.  Seguro en su andar.  Después, la bárbara, armada hasta los dientes, como su gente siempre está al salir de sus campamentos.  Atrás, el enano y el gnomo, estas razas tan diferentes e importantes para el equilibrio de civilizaciones.   Su labor entonces, serían los lados, pues ahí es donde las emboscadas primero saltan. 

Ya llegarían a Argentea, y habrían de averiguar mucho más. 

- Tiradas (3)
Cargando editor
29/05/2017, 10:02
Aldar

La marcha no había ido nada mal. La Nueva Calzada Real estaba en bastante buen estado, y nuestro rumbo no levantaba suspicacias ni curiosidad por parte de aquellos que nos cruzábamos, acostumbrados como estarían al trasiego de aquella ruta. En aquella parte del camino, íbamos todos juntos a caballo, mas cuando nos desviamos aquello tuvo que cambiar. Al adentrarnos en la Vieja Calzada, indiqué al grupo que avanzaría un poco por delante de ellos, realizando mis funciones de exploración además de guía. Estaba atento al sendero, a los sonidos del bosque, al movimiento de las ramas en la espesura, todos aquellos detalles que podían adelantar un problema. Buena parte del camino lo hice a caballo, aunque de cuando en cuando descabalgaba para caminar y permanecer algo más cerca del suelo como medida de precaución. Cada poco tiempo, echaba un vistazo atrás, comprobando que el grupo me seguía y que no había problema alguno con ellos, encontrándose a unos sesenta pies por detrás de mí.

Así transcurrió la jornada, unas ocho horas de ruta que calculé alzando la mirada en busca de la posición del astro rey en el cielo. El apretado sotobosque que vislumbré no muy lejos de allí, parecía una gentil y generosa advertencia de la misma Ehlonna. Así la interpreté, al menos, con una tenue sonrisa mientras acariciaba el morro de mi jamelgo, de pie a su lado. Me detuve, aguardando que la compañía me diera alcance, mientras señalaba aquel lugar.

Nos faltan al menos un par de horas. -Les dije alzando la voz, mientras se acercaban- Propongo descansar aquí y continuar mañana temprano.

- Tiradas (2)
Cargando editor
29/05/2017, 14:16
Balakar

Dejamos atras la ciudad, saliendo por una de las puertas mas discretas que pudimos encontrar. Nuestro variopinto grupo apenas atraía la atención, lo que nos convenia sobre manera. Barajé la posibilidad de deshacerme de la armadura para viajar más comodamente, al menos hasta el lugar donde saldriamos de la Nueva Calzada Real. Pero decidí apechugar con las incomidades de cabalgar con ella, en aras de prevenir que un virotazo me derribase del caballo como si fuese un saco de patatas. Lo que sí hice fue colocar el escudo a mi espalda.

Mientras cabalgaba a retaguardia, podia ver la alta figura de Freya capitaneando el grupo, con su melena de fuego al viento. La armadura de cuero de Bloermund le sentaba bastante bien, comoda. Desgraciadamente, en lugar de regalarme la vista con sus curvas, mi mente regresó a los desgraciados que dejamos en la tienda del Pateacaminos. No me gustaba del todo la sensación.

Comprendía la necesidad de castigo. Comprendia que la monstruosidad del crimen de aquella cria merecia una pena acorde. Comprendía que los aventureros se tomaban, nos tomabamos, ese tipo de traiciones como algo muy personal. Pero hubiese preferido que se les juzgase por alguien que no estuviese tan implicado.

Sacudí la cabeza y tomé un trago de agua, maldiciendo por no poder disfrutar de un poco de vino. Ajusté el cuello de la armadura y mis dedos tocaron el reborde de la madera. Era madera barata, aunque bien pulida y aceitada. Me removí en la silla, y espoleé al caballo para no perder el ritmo de la cabalgada.

Por suerte, pudimos parar un rato despues de abandonar la Nueva Calzada y nos adentramos al antiguo camino. Tomamos un bocado rápido, abrebamos los caballos, estiramos las piernas y nos pusimos otra vez en marcha, siguiendo la Vieja Senda.

Un sendero apenas dibujado entre las hierbas y rastrojos que lo cubrian. Claro indicio de que aquel camino ya no se usaba. Por suerte, Aldar y Zafira parecian ser capaces de distinguir los restos de empedrado de las piedras vulgares. Probablemente eran capaces de ver retos de moho, cacarrutas de conejo o cualquier otro indicativo que fuese.

El viaje fue tranquilo. Hablamos poco y no tuvimos demasiados incidentes dignos de mención, así que recibir la orden de detenernos de Aldar fue recibida con un gruñido de stisfacción por mi parte. Así que me dejé caer del caballo y me estiré con otro gruñido, palmeandome los muslos para devolverles la circulación, despues de frotarme los riñones por encima de la cota de escamas. Apenas noté alivio, pero era algo que habia que hacer.

- Gracias a Moradin...

- Tiradas (2)
Cargando editor
30/05/2017, 00:04
Avlin Tuercegris

Avlin respiró agradecido cuando las puertas de la ciudad quedaron atrás y el verde de los árboles y el prado volvió a ser el protagonista a su alrededor. Los gnomos eran seres apegados a la naturaleza y, además, no era nada cómodo estar rodeado constantemente por gente mucho más alta, provocaba tortícolis.

Mientras la monturas avanzaban a paso firme, el pequeño mago iba pensando en su obra literaria, cada vez con mayor interés. Imaginaba trozos de la narración, los cambiaba y los volvía a pensar. Tan absorto estaba en sus pensamientos que, para sorpresa de sus compañeros, apenas abrió la boca en todo el camino. Su mente se distraía observando paisajes y narrando para sí profundas descripciones. O fijándose en otras compañías que se cruzaban en su camino.

Ya había avanzado el día cuando giraron abruptamente para internarse por la Vieja Senda, un camino apenas olvidad por el paso del tiempo y la falta de uso. Avlin, atento en su nuevo papel de cartógrafo, tomó nota de los puntos de referencia para empezar a dibujar el mapa en el que ilustraría su viaje.

Aldar y Freya abrían la marcha mientras Balakar la cerraba a su espalda. Zafira, por su parte, parecía revolotear a uno y otro lado, observando más allá de lo que a simple vista puede verse. Lo cierto es que pocas veces el hombrecillo se había sentido tan protegido. Hasta podría decirse que era alguien importante.

Así alcanzaron un punto en el que el sol empezaba a perder fuerza en su camino descenderse y Aldar propuso detenerse. Fue entonces cuando Avlin fue consciente del dolor de posaderas y la fatiga de la espalda. Había pasado las horas tan absorto en su obra que apenas se había dado cuenta del cansancio.

- Tengo hambre- sonrió agradecido mientras se estiraba- creo que será mejor darnos prisa para montar el campamento antes de que anochezca.

Ivvy siseó a su lado, colándose entre sus ropas. La pequeña sierpe parecía estar de acuerdo con su propuesta.

- Tiradas (2)