Partida Rol por web

Observo la mirada del hombre que se nos acerca... parece confuso. Le han debido de dar bien fuerte, ya que mi rostro no es de los que se olvidan, y no es por hacerme el interesante, pero soy demasiado impactante para no ser reconocido. A no ser que me disfrace, claro. En eso soy un experto.

Pero estoy divagando... parece que un soldado le detiene el paso, aunque por las razones correctas. Ya habrá tiempo para hablar, no puede dejar una herida abierta.

Mientras Brian se levanta para ir a hablar con el soldado, por iniciativa propia, le observo con interés, parece ser que le está sobornando a cambio de un favor. No puedo evitar sonreir, justo hice eso para quedarme a solas con la mujer del embajador... me pregunto como estará.

Aprovecho para terminarme el desayuno, ya que parece que pronto tendremos que empezar a desalojar para dar paso a los siguientes. Creo que hay más refugiados que sillas en este comedor.

Ahí vuelve Brian.

-Mala suerte con Gary, pero he logrado que el sargento busque a las chicas y las diga que estamos por aquí. Bueno, en realidad le he dicho que pase de la lesbiana y que hable directamente con Violeta. Parecía la más sensata de todas, las otras creo que solo nos estorbarán. Oye...  -Indica bajando el tono de voz a la vez que mira hacia los lados para comprobar que no hay nadie cerca.    -hay una zona de acceso restringido, bueno, en realidad hay dos zonas así. La primera está en el sótano, la segunda en esta misma planta. ¿Qué crees que guardarán ahí? ¿crees que deberíamos de echar un vistazo?

Eso me llama mucho la atención. Asiento a lo de la lesbiana. Algún dia tengo que acordarme del nombre de ella, si le digo "eh lesbiana, necesito tu ayuda" igual me deja la cara marcada. Le hago un gesto discreto para que baje la voz, y hago lo mismo:

-¿Acceso restringido? ¿Aquí? ¿Esto es un instituto? ¿Que van a custodiar aquí?... -¿debería involucrarme? Probablemente no, pero la verdad es que soy quién soy y mi anhelo de emociones sigue ahí, tirando de mí. Además, ¿que daño puede hacer, comprender todo el escenario? No podemos descartar nada aún... me quedo pensativo, hasta que le hago unas preguntas pertinentes.- Necesito saber como llegó esa información a tus manos, y si están restringidas con personal militar, candados o algún tipo de bloqueo adicional. ¿Viste algún mapa de instituto en algún panfleto? Necesitamos saber para que servía el espacio restringido, inicialmente.

Si, creo que aunque aún no lo he dicho, me voy a unir a él con esas pesquisas...

Tras la replica de Brian, cuando voy a decirle algo más, suceden unos pasos, varios soldados y esa cara... de la soldado. Bajo la suciedad del combate, se ve hermosa, no me extraña que ligaramos. ¿Pero hasta dónde hemos llegado? Debo acercame a ella a indagar. Podría ser de ayuda, ¿y quién sabe? ¿Igual es buena chica y me siento atraido por ella realmente? Maldición, si tan solo recordara un poco más...

-De acuerdo, lo primero que haremos es investigar sobre el instituto y reunirnos con la lesbiana en cuanto te den el toque. Imagino que el soldado con el que hablaste vendrá aquí a informarte, así que me daré un paseo para analizar esos accesos, y volveré a por ti. Con suerte la lesbiana estará aquí contigo para cuando llegue. Nos mantendremos en contacto.

Si bueno, pienso hacer todo lo que le dije, pero no con esas prioridades... lo primero es lo primero. La mujer. Les voy siguiendo discretamente, tratando de no llamar mucho la atención para averiguar más que sucedió, y si se da la situación y me puedo quedar con ella a solas, me acercaré para que nos conozcamos... de nuevo.

Violeta se queda en la habitación para poder descansar después de este día tan intenso. La experiencia le había afectado tremendamente pese a la mujer fuerte que era. Sophie con la intención de no dejar lo que para ella es ahora su cometido principal da un par de pasos para pillar al capitán que ya se marcha de la estancia...

- Permite que te acompañe escaleras abajo, una de mis amigas está ahora mismo por algún lugar de estas instalaciones. Necesita de nosotras, ella lo ha pasado incluso peor. Se que precisa ayuda psicológica, que yo puedo procurar proporcionarle, pero tiene que subir y poderse quedar donde nos habéis asignado. 

Claramente estaba hablando de su amiga Rosalin, la cual había sufrido un gran shock que casi la mata en los acontecimientos del hotel. Al presenciar esas escenas de carnicería y masacre se había quedado como un cascarón, un cuerpo sin alma. Y yo debía volver a traer de vuelta a esa chiquilla risueña, o al menos haría todo lo posible para que sus secuelas fueran las mínimas posibles.  

El capitán lanza una mirada a Sophie pensativo. No está seguro de si el cambio de comportamiento de ella es debido a que quiere que la ayude a reunirse con su amiga o si realmente ha bajado la guardia al ver que tan solo desea ayudarlas. Con las mujeres como Sophie es complicado acertar, poseen personalidades demasiado independientes y fuertes como para poder lograr adivinar sus pensamientos.

-No estoy seguro de si estás pidiendo mi ayuda o si por el contrario, me estás previniendo.    -El tono del capitán aún está templado por la furia, aunque tras la seriedad de su rostro, Sophie puede percibir cierta diversión.   -Viendo como te las gastas, mucho me temo que pondrías este sitio patas arriba hasta lograr dar con tu amiga. Eso nos obligaría a actuar y tendríamos que encerrarte. Aunque seguramente, patearías las partes nobles de alguno de mis soldados antes de dejarte coger. Así que supongo, que por el bien de los míos, tendré que ayudarte.

Ambos comienzan a descender por las escaleras, pasando por los puestos de guardia que hay en cada nivel. Los soldados allí presentes, son muy jóvenes, apenas reclutas que casi ni llenan los uniformes que portan.

-Antes de buscar a tu amiga, quiero dejar algunas cosas claras. El sistema que se está usando no es el más efectivo y sin duda inspira miedo en los civiles, pero actualmente carecemos de recursos para actuar de otro modo. Los refuerzos están en camino, pero hasta entonces, poco más podemos hacer. Es de vital importancia saber si hay o no infectados entre los civiles, por ello se les examina en primer lugar para comprobar si tienen alguna herida visible. Tras esa primera evaluación, se les toma una muestra de sangre y se comprueba que realmente no están infectados. Pasado ese punto, son llevados a las duchas donde se les otorgan ropas nuevas y son conduciros ante los doctores.

Por la forma en la que explica todo aquello, está claro que el capitán no lo aprueba. Pero es un soldado leal a su país y mucho se teme que debe de obedecer la cadena de mando.

-Eras una mujer con carácter, joven, atractiva y con la cabeza bien amueblada, en definitiva, una figura en la que fijarse. Voy a ayudarte con tu amiga y os dejare descansar juntas, pero quiero algo a cambio. Mientras permanezcas aquí,  quiero que nos ayudes con los civiles o más bien, quiero que ayudes a los civiles a que pasen por todo esto de la forma menos traumática posible. No eres militar, ni doctora, así que es más probable que te escuchen.

Finalmente llegan a la planta baja y recorren un pasillo que Sophie reconoce. Durante el trayecto se cruzan con varios civiles, todos recién salidos de las duchas y vestidos con la misma indumentaria de Sophie. Casi están a punto de llegar a la sala donde las retuvieron en un primer instante, cuando Sophie ve salir a Rosalin de la zona de las duchas. La joven va con los ojos entrecerrados, pues sin sus gafas no ve demasiado bien. La ducha y la ropa limpia parece que la han sentado bien, pero aún se muestra como un cordero asustado.

Ante el torrente de preguntas de Larry, Brian se echa hacia atrás en su silla abrumado. Durante unos segundos pestañea tratando de dar con las respuestas a las preguntas de Larry, aunque pronto se da cuenta de que no tiene demasiadas respuestas.

-¿Has visto alguna vez una peli de esas en las que salen extraterrestres? ¿Te acuerdas de esas escenas en las que los del gobierno llegan y ponen una especie de habitáculos de plásticos y que para pasar de una zona a otra, tienes que abrir y cerrar cremalleras? Pues algo así hay en la zona prohibida y sé que está prohibida por los soldados que la custodian. No dejan pasar a nadie allí, bueno, salvo que seas un soldado o un tío del equipo médico. Eso ocupará casi un tercio de toda la planta baja y por lo que sé, ahí tienen un elevador que baja al sótano. Hay también unas escaleras que bajan, pero están custodiadas por dos soldados.  Oye...¿Crees que esto puede ser un ataque alienígena? Eso tendría mucho sentido ¿Y si estamos siendo conquistados por una raza del espacio profundo?

Dejando atrás a Brian y sus conspiraciones extraterrestres, Larry se pone en marcha dispuesto a descubrir más información sobre lo que está sucediendo en aquel lugar. La planta baja es de libre acceso, al menos en su gran parte. Aunque siguiendo a los soldados, no tarda en dar con la zona indicada por Brian.

Una puerta doble, custodiada por dos soldados, da acceso a una zona de contención. Los médicos han establecido allí una serie de cuartos limpios. Aunque desde el exterior, lo único que puede ver es un gran pasillo al cual hay conectados más cuartos limpios.

Los soldados que transportan al herido avanzan hacia allí con rapidez, mientras que los dos guardias, abren las puertas permitiéndoles el acceso. La soldado va la última, maldiciendo tanto en inglés como en español. De hecho usa más el español ya que siente que en ese otro idioma las maldiciones suena de forma mucho más contundente.

El herido, es un soldado alto y delgado, que lleva una mano vendada, la cual aprieta contra su pecho mientras trata de lidiar con el dolor que siente. Por cómo lo miran todos, Larry se da cuenta de que es una herida producida por un mordisco. De ahí la preocupación de todos.

Colarse en aquella zona no parece un buen plan, los soldados de la entrada suponen un gran problema. Pero aunque lograse zafarse de ellos con todo el jaleo del herido, una vez dentro no hay lugar alguno en el que esconderse. Sería avanzar por un pasillo cuya longitud desconoce, al igual que desconoce lo que puede haber en las salas conectadas al pasillo. Si le pillan husmeando pro allí, no está seguro tampoco de lo que le sucederá.

-¿Has visto alguna vez una peli de esas en las que salen extraterrestres? ¿Te acuerdas de esas escenas en las que los del gobierno llegan y ponen una especie de habitáculos de plásticos y que para pasar de una zona a otra, tienes que abrir y cerrar cremalleras? Pues algo así hay en la zona prohibida y sé que está prohibida por los soldados que la custodian. No dejan pasar a nadie allí, bueno, salvo que seas un soldado o un tío del equipo médico. Eso ocupará casi un tercio de toda la planta baja y por lo que sé, ahí tienen un elevador que baja al sótano. Hay también unas escaleras que bajan, pero están custodiadas por dos soldados.  Oye...¿Crees que esto puede ser un ataque alienígena? Eso tendría mucho sentido ¿Y si estamos siendo conquistados por una raza del espacio profundo?

-No creo que sea un ataque alienígena, no hay evidencia visual ni de los escáneres que nos hayan indicado el aproximamiento de ovnis. Sin embargo, tampoco están siendo tan transparentes como podrían, así que habrá que investigar más.

Me alejo de él, por inverosímil que sea su teoría alien, tampoco soy quién para decirle que es una gilipollez. Yo creo en ellos, si nosotros existimos, ¿porqué no ellos? Simplemente, que con lo inmenso del espacio, creo que la probabilidad de un encuentro es ínfima (aunque no imposible).

Parece que mi aproximación hacia los soldados pasa completamente desapercibida, tal como esperaba, mis precauciones suelen dar resultados. Tengo la ventaja de que me sé mover furtivamente y nadie lo sabe, así que no me tienen más vigilado que a otro cualquiera. Ahora, que veo el control férreo que hay ante la entrada por dónde fueron los soldados, tendré que usar esa ventaja a mi favor.

En primer lugar, por el soldado herido y la vigilancia que ponen sobre quién entra y quién no, a mi me da que esta área la tienen para resguardar a los infectados, tratar de encontrar una vacuna, aprovechando su caso. Aunque me da que los soldados esperan algo más, quizás una solución real. ¿Existe? ¿Son nuestros científicos tan rápidos? Ojalá que si.

La chica tendrá que esperar, ya que para entrar, necesitaré disfrazarme o bien de soldado o bien de doctor. Pero antes de tomar una decisión, me llama más la atención la otra zona restringida, el sótano. Por el simple hecho de que aquí ya deduzco que es un "almacén" de infectados, vamos a intentar deducir que función tiene el sótano.

Iré caminando, cual civil despistado, a ver hasta dónde puedo llegar sin que me den el alto. A ver que averiguo. De paso me fijaré durante el camino si veo alguna zona dónde el personal médico o militar se cambien, o pudieran tener alguna prenda suelta de sobra. Y por último, fijarme si deben mostrar alguna placa de identificación los médicos o con tener una bata blanca me basta.

Sophie le sostiene la mirada al capitán mientras este le habla. - No creas que siempre actúo de esta forma. - dice haciendo referencia a su escarceo por averiguar algo en el ordenador del Dr. Walton. - Suelo ser más prudente, pero debes entender mi situación inicial. Más que estar retenidas parecía que estábamos secuestradas. A demás, se que en un estado de emergencia, el ejercito tiene protocolos que "por el bien de la ciudadanía" pueden vulnerar diversos derechos y libertades.

Mientras bajan las escaleras el capitán sigue sincerándose con ella. Dando información que quizá no le fuera permitido dar a una civil, pero por alguna razón lo estaba haciendo. Ese hecho creaba en Sophie una contradicción. Por un lado servía para que ella también tumbara algunas de sus barreras para tener un acercamiento más sincero, por otra pensaba que interés podía tener más allá de ser un buen hombre y de actuar conforme a sus ideales morales. Un capitán, no siempre llegaba a esos puestos dejándose llevar por sus convicciones, se ascendía siguiendo ordenes... 

- Entiendo que tengáis que ser exhaustivos, pero poner un par de soldados varones custodiando unas duchas de mujeres no es la mejor manera de ganarte la confianza de los civiles. - dejando claro que si fueran mujeres soldado, la cosa no sería tan violenta e invasiva.

- Incluso... - menciona recordando la actitud de ciertos soldados y de ese sargento, que no merecía tal título... - pueden crearse situaciones que hagan proclive los abusos. Se de lo que pueden ser capaces hombres como los que nos hemos cruzado... de lo que puede pasar por sus mentes. Lobos cuidando de ovejas... - sentencia finalmente con severidad.

Llegando a la planta baja e ignorando sus halagadoras palabras, o como mínimo no dejando entrever su reacción a las mismas, continúa respondiendo. Respondiendo únicamente a aquello referente a su posible aportación en "la base".

- Claro, haré todo lo que pueda para asistir a los civiles que rescatéis - dice cambiando la entonación en esta última palabra, como dando el justo y merecido reconocimiento a su gran trabajo, cosa que le había salvado la vida. - No estoy especializada en tratar este tipo de cuadros traumáticos y crisis de ansiedad, pero haré lo que esté en mi mano.  

Finalmente llegan al lugar donde se encuentra Rosalin. La pobre no conserva sus gafas, dando aún más si cabe, un aspecto de animalillo desvalido. Esto le rompe el corazón en pedacitos y no puede hacer otra cosa que ir a darle un caluroso y reconfortante abrazo, acompañado por palabras de cariño y aliento.

- Vamos cariño, ya tenemos un lugar dónde dormir, Violeta se encuentra allí y tú debes descansar.

El cansancio y las emociones vividas en las últimas horas, arrastran a Violeta a un reparador descanso. Por desgracia no es demasiado tiempo, tal vez una hora como mucho, pero sin duda la ha cundido lo suficiente como para levantarse con nuevas fuerzas.

-...y aquí está la esperanza de los Golden Giants, la joven promesa ¡Zaaaaaaach Greenwood! Quién no tiene un brazo ¡tiene un cañon! Todo depende de su lanzamiento, si logra un tercer Strike el partido será suyo.

Adormecida aún, Violeta escucha la voz de un niño al volver la mirada, puede ver a un muchacho de entre diez y doce años entrando deprisa en la habitación. En la cabeza porta una gorra de béisbol y en sus manos, un guante y una pelota. Aunque al entrar en la habitación, lo hace con los brazos en alto como si saludase a sus fans.

-¿Crees que lo logrará Timmy? Su rival es uno de los mejores bateadores de todos los tiempos. ¿Crees que Tiro-rápido Greenwood estará a la altura?  -El muchacho, actuando tanto como jugador como comentarista se prepara para lanzar la pelota.   -¡Qué tensión! ¿Lo logrará?

Adoptando la clásica pose de un lanzador profesional, el muchacho se prepara para lanzar la pelota y vaya si lo hace. El único problema es que la arroja hacia la dirección en la que se encuentra Violeta aún tumbada en la cama.

¡PUM!

La pelota golpea la pared y rebota contra Violeta alcanzándola en el brazo, algo que resulta más molesto que doloroso.

-¡Siiiii! ¡Strike 3! ¡Eliminadooooo! ¡El estadio enloquece de la emoción y todos gritan el nombre de Tiro-rápido Greenwood!

El muchacho salta de alegría como si realmente acabase de ganar un partido, hasta que de pronto se percata de que no está solo allí. En su mirada se alza el pánico al ver que Violeta está allí y que acaba de golpearla con la pelota.

-¡Corchos! ¿Se encuentra bien?

Dotado de una increíble energía, el pequeño se acerca corriendo hasta Violeta, observándola con sus dos grandes ojos muy abiertos y preocupados.

-Lo siento mucho, no sabía que había ocupado esta planta. Suelo escaparme por el camino secreto y bajar aquí a jugar. ¿La he hecho daño? Me llamo Zach, Zach Greenwood. ¿Seguro que esta bien? ¿Quiere que llame a la doctora Coverston? Si te porta bien en las curas, igual te da una golosina como a mí. ¿La aviso?

Las palabras de Sophie abren el eterno debate entre seguridad y derechos civiles. Todos desean sentirse seguros, pero no muchos aprueban lo que hombres como él, tienen que hacer para que otros puedan vivir el idílico modo de vida americano. Aunque en esencia, forma parte de la esencia del ser humano el despreciar a las fuerzas del orden para después, acudir a ellas cuando tienen un problema. Claro que siempre hay figuras que abusan de su poder, pero él mismo trata siempre de impedir que se den situaciones así.

-Hay varias soldados que se encargan de vigilar a las mujeres cuando se duchan, aunque disponemos de falta de personal. Trataré de solucionar eso, en las próximas horas deberían de llegar junto con el resto de civiles, más personal militar y médico.

Al tomarse con cada vez más soldados y encontrarse ya en un estado de mayor tranquilidad, Sophie se fija en que el uniforme del capitán difiere del de los soldados que se ha cruzado hasta el momento. El capitán es miembro de los delta force, una de las unidades más prestigiosas de los estados unidos. Aunque encontrarlo allí puede resultar un tanto extraño.

-Es una suerte que yo sea el lobo alfa, me encargaré de controlar a los soldados y hablaré con el personal médico para que se encarguen ellos de...

Guardando silencio de golpe, se lleva la mano al auricular de su oreja y tras escuchar con seriedad, se despide de Sophie indicando a un soldado que las acompañe hasta la habitación, tras lo cual sale corriendo.

De camino hasta la habitación, a Rosalin la devuelven sus gafas, lo cual no hace sino más que animar a la joven muchacha. La alegría por reencontrarse con Sophie ha sido monumental. De hecho la joven parece regresar a su antiguo yo a cada instante. Aunque procura no tocar para nada el tema de lo que les ha llevado hasta allí.

-Así que mientras yo estaba ahí aterrada, alguna estaba de ligoteo con el soldado macizo. ¿Has visto qué pedazo de fusil tenía? Espero que no sea para compensar algo...

El dolor, el miedo y la incertidumbre de lo que ha sucedido con el resto de invitados en la boda están matando a Rosalin. Pero en lugar de afrontarlo, desvía el tema de conversación hacia asuntos más mundanos, pues siente que al menos por el momento, no tiene fuerzas para enfrentarse a toda aquella pesadilla.

-¿Tienes idea de donde estamos y cuando tiempo vamos a pasar aquí?

Las lágrimas de alegría que la joven ha derramado al ver a Sophie ya han desaparecido durante el trayecto de vuelta a la habitación, aún así, la joven avanza tomando del brazo a Sophie, como si el mero hecho de tenerla a su lado la ayudase a superar todo aquello.

Al entrar finalmente en la habitación, ven a Violeta en la cama,, despierta y a un muchacho que se vuelve hacia ellas, mostrando una gran sonrisa. No tendrá más de diez o doce años y porta una gorra de los Golden giants, así como un guante de béisbol.

-¡Hola! Vaya, sí que hay gente aquí. Guaaaau, además sois todas muy guapas. ¿Sois modelos o algo así? Por cierto, me llamo Zach, Zach Greenwood.

Al reconocer el terreno Larry se percata de que todo está perfectamente separado. En las zonas comunes tan solo se mueven los soldados y los civiles como él. Los soldados siempre van por parejas y se nota que son muy jóvenes. Los doctores parece que tan solo se encuentran en la zona por la que él mismo fue atendido y tienden a portar los trajes de contención. Tan solo aquellos que se encuentran en  las enfermerías visten las clásicas batas blancas, aunque en su gran mayoría son enfermeras.

No hay demasiado personal, por lo que parece que todos se conocen más o menos bien allí. Así que por el momento, va a resultar complicado colarse y hacerse pasar por alguien que no es. Aunque logra escuchar a un par de soldados decir, que en las próximas horas llegarán refuerzos. Lo cual supondrá más personal médico y más personal militar. Quizás entonces pueda hacer su jugada y colarse para averiguar algo más.

No encuentra cámaras de seguridad, ni tampoco alarmas ni nada por el estilo. La seguridad allí depende única y exclusivamente de los soldados. Por lo que si logra superarlos, al menos en aquella zona, tendrá gran parte del trabajo hecho.

La voz de un niño me saca de mi profundo sueño. Me parece haber dormido poco rato pero reconozco haberme quedado dormida sin ni darme cuenta. A veces me pasa cuando estoy muy cansada que sin intención de dormirme en un abrir y cerrar de ojos el sueño me atrapa. Por un instante creo que es Mark, mi hijo. Pero rápidamente recuerdo donde estoy.
Abro despacio los ojos y lo veo a punto de lanzar una pelota de beisbol emulando ser algún crack del deporte. Sin tiempo a reaccionar la pelota golpea mi brazo, por suerte después de golpear la pared.

Cita:

-Eres un gran lanzador, ¡eh!. ¿De qué equipo eres? - digo con media sonrisa frotándome el golpe del brazo - no ha sido nada, tranquilo.

Me incorporo y miro al chico. Debe tener la de mi hijo. Puede que un año mayor.

- Encantada Zach. Yo me llamo Violeta - digo tendiéndole la mano - así que ya te conoces los caminos secretos de por aquí. Además de un gran lanzador debes ser un buen investigador. Tendrás que contarme como encontrar ese camino secreto por si yo también quiero escaparme un rato de aquí - muestro una sonrisa pícara de complicidad y dejo espacio para que responda - ¿Estás sólo aquí? Yo he llegado con alguna amiga. Luego te las presento.

El chico es amable y vivaz. Me cae bien y disfruto de la pequeña charla con él, preguntándome si Mark ahora mismo también estará en un sitio como éste charlando con alguna desconocida o si, por el contrario,
estará con mis padres y su hermana a salvo en casa.
Entonces entran Sophie y Rosalin. Su llegada me llena de alegría y me levanto para abrazar a Rosalin.

- Rosalin, Sophie, os presento una nueva promesa del beisbol, se llama Zach Greenwood.

Tras analizarlo todo, veo bastantes dificultades, la principal es el abundante personal que hay aquí. Por suerte he escuchado que pronto vendrán unos soldados de refuerzo, junto a unos doctores, así que si me agencio ropa, debería poder moverme con facilidad. Se me da bien adoptar identidades alternativas...

Por desgracia, eso implica esperar un par de horas como mínimo si nada lo acelera (y si lo acelera, realmente será una mala señal). Podria simplemente esperar junto a Brian, a las chicas para ver que aclaramos. O usar a Brian para crear una distracción en la puerta que detecté que no tenía la llave echada, para colarme yo al final del pasillo.

Pero no, creo que no haré eso. Es demasiado arriesgado si resulta que lo que hay detrás está lleno de soldados por ejemplo. Mi prioridad será el uniforme, pues. Soy un profesional y no debo dejar cabos sueltos.

Y precisamente, porque soy un profesional antes de empezar a hacer nada, debo recuperar mis cosas, o un reemplazo. Necesitaré guantes para no dejar huellas digitales allá dónde toque, ya sea para futuras investigaciones o porque nadie se alerte si tengo que manosear una ventanilla por ejemplo.

Mi maletín... o unos guantes.

Bien, paso a paso.

Arriba deben estar los refugiados, igual las aulas estan preparadas como una especie de comuna dónde dormir todos o sociabilizar. Y debe haber alguna como almacén de pertenencias. Voy a darme un paseo y preguntaré a ver si alguién custodia las pertenencias hasta que sean reclamadas. De no ser así, me dirigiré posteriormente a la enfermeria. Allí, si el mundo aún no se fue a la mierda del todo, tendrán guantes por higiéne y salud. Trataré de hurtar algunos, y quién sabe, igual hasta encuentro una bata o un equipo de esos antibacterías.

Mientras iba en busca de Rosalin, había tenido una interesante charla con el capitán Wright. Se hablaron varios temas y eso comenzó a inspirar confianza en ella. Al parecer era no solo un buen soldado, sino un buen hombre. Saber que esa instalación en parte estaba a su cargo, la tranquilizó un poco. Era posible que tras las palabras que habían intercambiado el trato a los civiles por parte de la tropa mejorara al menos un poco...

Al oír las salidas de Rosalin, esas a las que nos tenía siempre acostumbradas, respiro con alivio. Se que por dentro tiene que estar pasando un calvario, pero conseguir recuperar un poco de su humor, era un paso de gigante. Probablemente tendría que hablar seriamente con ella, cuando estuviera lista y receptiva. Todos los sucesos del hotel no debía tragárselos y meterlos en un cajón el fondo de su mente, en algún momento u otro tendría que aceptar la realidad de lo acontecido y sus consecuencias.

- Al parecer en esta base tiene que haber mucho "picha-floja" pues.  me río siguiéndole el juego como era habitual en mi. - La verdad es que no, supongo que estamos en una especie de "cuarentena", o algo así,  por eso del virus. Espero que esto no pase de unos días, la verdad. Me gustaría ir a ver a mi familia.

Subimos hasta el tercer piso y entrando de nuevo en la sala donde nos habían asignado, veo que Violeta vuelve a estar despierta. Me extraña por que parecía necesitar un sueño reparador más que nunca en toda su vida. Pero al ver al crío con la pelota y el guante entiendo la situación.

- Encantada de conocerte Zach. digo tendiéndole la mano. A los niños de esa edad no suele gustarles que les traten como a críos, aunque tampoco había que ser excesivamente condescendiente. Al ver que Violeta ha tenido el acierto de preguntarle si está solo en estas instalaciones, me abstengo de interrogarlo por ahora. No quiero agobiarlo a preguntas que quizá le hagan rememorar una experiencia parecida a la nuestra...

- Tu también eres un chico muy guapo ¿sabes? seguro que tienes alguna que otra novia por ahí. 

La situación se torna bastante complicada al descubrir que los militares y el equipo médico, se mantienen separados de los civiles. Los soldados, pese a ser jóvenes, parecen cumplir con su trabajo lo mejor que pueden, hostigados por el sargento de los delta force.

Las dos zonas de la enfermería, están a su vez protegidas en ocasiones por soldados, uno para cada zona. Aunque la gran parte del tiempo, el lugar se encuentra atendido tan solo por los tres médicos ataviados con los trajes de contención. A su vez, hay unos diez civiles heridos. Algunos muestran cortes y contusiones, otros muestran heridas de mayor severidad, pero todos parecen estar en  buen estado.

Larry logra mediante su labia, acceder a la enfermería indicando que sufre algún tipo de dolencia. Tras ser evaluado, le proporcionan una pastilla para que le ayude con su dolor de cabeza y lo despachan sin más de allí. Por suerte, su artimaña le sirve para conseguir unos guantes de latex.

Con poco más que hacer por el momento, se dedica a inspeccionar la zona, hasta que un hombre vestido con unos vaqueros desgastados, un chaleco y una gorra descolorida se acerca hasta él.

-Parece algo perdido, amigo. Quizás pueda ayudarle, fui de los primeros en llegar aquí.

Subiéndose la gorra, mientras muestra una amplia sonrisa de lo más amistosa, extiende la mano hacia Larry.

-Me llamo Jarod, Jarod Greenwood. Vaya jaleo se ha montado ¿Eh? Por lo que han dicho los soldados, parece que hay una especie de gran epidemia ahí fuera. Seguro que es lo mismo que pasó hace algunos años con todo ese jaleo de la gripe aviar. En dos días seguro que todo ha pasado y podremos seguir. Lo único que me fastidia, es que voy a llegar tarde a mi entrega. Soy camionero y aunque he tratado de hablar con mi jefe, no he logrado dar con él. Así que espero que nos dejen salir de aqí lo antes posible o mi jefe me podrán de patitas en la calle, algo que no puedo permitirme al tener que hacerme cargo de mi hijo.

Jarod es el clásico arquetipo de camionero, parece un buen tío, pero su camiseta con manchas de grasa, indica que es aficionado a la comida basura. Algo que sin duda se ve reflejado en el sobrepeso que tiene. Por otro lado, Jarod parece ser alguien amigable y desde luego, no está enterado de lo que realmente está pasando.

-Recuerdo mis días de estudiante, acudí a este mismo instituto, pero ¡Diablos! parece que eso fue hace mil años. El tiempo no perdona ¿Eh? Me pregunto todo lo que cambiará el mundo en los próximos 20 años. ¿Tiene hijos? Los hijos son lo mejor de la vida, es cierto que esos granujillas pueden desesperarte en ocasiones, pero todo queda compensado con las alegrías que traen consigo. ¿Tiene hijos?

El muchacho tiene una de esas sonrisas infantiles que de alguna forma, logran iluminar el corazón de los presentes. Ajeno al mal que todas ellas han vivido, el muchacho sigue conservando su inocencia y la energía propia de un niño que lo único que desea es jugar y divertirse.

-¡Soy de los golden giants! Algún día jugaré con ellos y me convertiré en el mejor jugador de la historia. Mi padre estuvo a punto de ser profesional, pero se lesionó y tuvo que dejarlo. Ahora viaja por todo el estado en Merian, su camión. Es gigantesco y mola muchísimo. 

La petición en lo referente a desvelar su camino secreto, provoca que agache la mirada a la vez que sonríe de una forma muy pícara.

-Eso...es un secreto jeje

El pequeño observa con curiosidad a las mujeres presentes, aunque no tarda en arrugar la nariz ante el comentario de Sophie.

-¡Eh! ¡No, no, no! Yo no quiero tener novia, las chicas son muy aburridas, solo quieren jugar a cosas aburridas. Yo voy a convertirme en jugador profesional, por eso practico tanto. Oye...¿Por qué vestís todas igual?

A diferencia de ellas, Zach porta su propia ropa e incluso, algunas de sus posesiones. Tal vez sea una excepción debido a que es un niño o que sencillamente, no tienen ropas de su tamaño.

-Papá está un poco disgustado ya que los soldados no nos dejan irnos. Tenemos que ir hasta Topeka a entregar lo que lleva en la parte de atrás del camión, aunque nos han dicho que la gente está muy enferma y que es mejor esperar hasta que se recuperen y así no contagiarnos. ¿Sois soldados también? Esta mañana el capitán Wright me dejó acompañarlo hasta el tejado. ¡Allí hay un helicóptero de combate super chulo! ¡Es una pasada! Tiene...tiene ametralladoras y misiles, mola un montón. ¿Lo habéis visto?

El encontrarse de nuevo con Violeta, ayuda a que el estado de ánimo de Rosalin aumente aún más. La cicatrices de lo que ha vivido la seguirán por siempre, pero al menos ahora están a salvo y el peligro ha pasado. Dejándose llevar por sus emociones, abraza con fuerza a Violeta, provocando que caiga una vez más sobre la cama.

-¡El grupo se recompone poca a poco! Me alegro de que estéis las dos bien, chicas. ¿Os he dicho lo mucho que os quiero a las dos? ¡Pues os quiero un montonazo!

Zach, al ver la reacción de Rosalin se queda en silencio sin saber bien que hacer, pero no tarda en romper a reír al vez lo loca que está Rosalin.

-y también te quiero a ti, pequeño desconocido.   -Añade divertida.   -Tenemos que celebrar nuestro encuentro ¿Creéis que encontraremos algo bueno para beber?

La alegría que siente, exagerada en extremo, es simplemente por el hecho de que Alice no está allí. Pero Rosalin no quiere pensar en ello, no quiere ni imaginarse lo que la ausencia de la chica disney puede llegar a suponer. Quiere tener esperanza y para ello, lo mejor es no pensar en nada de lo vivido las últimas horas.

-¿Alguna tiene un móvil? Los soldados me han quitado todo lo que llevaba encima y cuando quiero decir todo, me refiero a todo...Solo me han dejado esta...ropa...

Siendo como es la más menuda del grupo, la ropa la queda bastante holgada otorgándola el aspecto de una niña rapera.

-Mirar mis manitas, están ocultas por las mangas...sniff, sniff, seguro que parezco un dibujo manga.

El sonido de un claxon provoca que Rosalin se sobresalte durante instante, antes de correr hacia la ventana para ver lo que sucede.

-¡Eh, chicas! Acaban de llegar más soldados y parece que están trayendo más civiles. Por lo menos dos autobuses enteros. Vaya...  -Indica con tono sombrío.   -Parece que no lo han pasado muy bien por el aspecto que tienen. ¡Ey! ¿Esa no es Crystal Breslin? Es jovencita pero tiene la voz de un ángel, me encantan sus canciones. ¿No habéis oído nada de ella? Son canciones con mucha marcha, aunque tiene unas canciones más lentas que son preciosas. Pero no creo que sea ella...es una estrella que está arrasando con su nuevo disco, no puede estar aquí ¿No?

No me fue mal, vine buscando unos guantes y al final acabé también con una pastilla para el dolor de cabeza. Menos mal que sé tratar con la gente, ha sido bastante sencillo.

Ahora debería centrarme en el resto del traje, así que iré a la cafetería, me llenaré un vaso de plástico de café, y lo derramaré "sin querer" en la bata de algún médico, así solo tendré que seguirlo discretamente hasta dónde tengan unas batas de reserva. Al fin de cuentas, no puede ir por ahí con esas manchas, ¿verdad? O mejor, si abandona la sucia en alguna parte, conseguir algo para lavarla probablemente me suponga menos esfuerzo...

Antes de entrar en la propia cafetería, un tipo de aspecto robusto y bondadoso me irrumpe, y me estrecha la mano. Le sonrío, y le devuelvo el gesto, ya que nunca se sabe si la vida a veces te va a echar una mano en los momentos más inesperados. 

-Parece algo perdido, amigo. Quizás pueda ayudarle, fui de los primeros en llegar aquí.

-Me llamo Jarod, Jarod Greenwood. Vaya jaleo se ha montado ¿Eh? Por lo que han dicho los soldados, parece que hay una especie de gran epidemia ahí fuera. Seguro que es lo mismo que pasó hace algunos años con todo ese jaleo de la gripe aviar. En dos días seguro que todo ha pasado y podremos seguir. Lo único que me fastidia, es que voy a llegar tarde a mi entrega. Soy camionero y aunque he tratado de hablar con mi jefe, no he logrado dar con él. Así que espero que nos dejen salir de aquí lo antes posible o mi jefe me podrán de patitas en la calle, algo que no puedo permitirme al tener que hacerme cargo de mi hijo.

-La verdad es que si ando perdido, amigo, me acabo de despertar hace poco, y debo decir que soy un recién llegado, estoy seguro que entenderá mi confusión.-le suelto en tono amigable, mientras estrecho con energía su mano, dando a entender que me ha caido en gracia el buen hombre.-Ah por cierto, soy Larry Miller. Tiene toda la razón... con todo este jaleo me pregunto cuando podremos hacer vida normal. Yo tenía una boda, y se tuvo que cancelar la celebración... estoy esperando a saber más noticias sobre esta epidemia. Y bueno, sobre este lugar, no sé si tendré algun familiar por aquí o algo.

Veo que asiente comprensivo, y añade algo:

-Recuerdo mis días de estudiante, acudí a este mismo instituto, pero ¡Diablos! parece que eso fue hace mil años. El tiempo no perdona ¿Eh? Me pregunto todo lo que cambiará el mundo en los próximos 20 años. ¿Tiene hijos? Los hijos son lo mejor de la vida, es cierto que esos granujillas pueden desesperarte en ocasiones, pero todo queda compensado con las alegrías que traen consigo. ¿Tiene hijos?

 ¿Estudió aquí? Esto si me podría servir la mar de bien... uhm... le voy guiando mientras caminamos en una zona más apartada, para que no se nos escuche, de forma discreta.

-¿Le importa si caminamos mientras hablamos? De veras tengo las piernas medio dormidas... -suelto una medio risita para relajar cualquier aversión- Espero que en esos 20 años podamos rejuvenecer- bromeo por el tema de la edad para hacerle sentir más cómodo si cabe- Desgraciadamente no tengo hijos, estoy soltero si le digo la verdad. Aunque la llamada de la naturaleza me hace desear tenerlos, aún no he encontrado a mi media naranja-le suelto la primera tontería que se me ocurre, para empatizar conmigo.- Por cierto, ¿se ha fijado en la segregación que hay entre el personal sanitario, el Ejército y nosotros? Usted dijo que estudió aquí y que fue de los primeros en llegar. ¿No sabría decirme que hay en esa zona de ahí? La gente suelta muchos rumores estúpidos y preferiría saber la verdad, antes de que los nervios nos devoren a todos...

Mientras caminan por el recinto, Jarod escucha atentamente sin perder ni un instante aquella sonrisa y sobretodo, aquella presencia de buen hombre que de alguna manera irradia a su alrededor.

-Vaya, lo lamento, amigo. Espero que pueda reunirse de nuevo con su familia lo más pronto posible. ¡Caray! El día de una boda, eso sí que es mala pata, en especial para los novios. Recuerdo el día de mi propia boda, llevaba todo el mes haciendo un calor abrasador, pero justo el día señalado ¡Zasca! una gran tormenta sobre nuestras cabezas. ¿Pero sabe qué, amigo? Nada de eso importó cuando la vi aparecer, jamás había estado tan guapa en su vida y en ese preciso instante, comprendí lo afortunado que era. ¿Sabe, amigo? La única verdad que existe, es que sin las mujeres no somos gran cosa. Fíjese bien en lo que hacemos cuando ellas no están y me comprenderá. Nos pasaríamos el día viendo deportes, comiendo pizzas y bebiendo cerveza, no se imagina cuantas cosas nos perderíamos sin ellas. Claro que tienen sus cosas malas, como su afición por ir de compras. ¡Caray! Mi esposa podría pasarse horas en  las tiendas para después salir sin comprar absolutamente nada. Era un poco desesperante, pero no se imagina cuanto hecho de menos esos momentos ahora que ella no está.

Larry acostumbrado a tratar con todo tipo de personas, no necesita mucho más para darse cuenta de que Jarod es un hombre sencillo con fuertes valores familiares. Un buen  hombre sin altas aspiraciones, que preferiría pasar un minuto más con su esposa a ganar un millón de dolares.

-¡Oh, caray! Así que es de esos.   -Indica divertido de pronto al escuchar las últimas palabras de Larry.   -Tendemos a ver a los soldados como los malos, su aspecto amenazador y sus armas hacen que nos sintamos intimidados, pero deje que le diga una cosa. ¿Sabe lo que sucede fuera de nuestro país? Esos hombres y bueno, mujeres ahora, arriesgan sus vidas cada día para proteger el estilo de vida americano. Si nosotros podemos disfrutar de la calma de una vida, es gracias a que ellos luchan, sangran e incluso mueren por nosotros.

El hombre se desabrocha la manga de la camisa y descubre un tatuaje de los marines.

-Yo luché por mi país, aunque parezca que fue en otra vida. Mi padre y mi abuelo murieron en combate, lo hicieron como héroes aunque nadie conoce ni conocerá jamás sus nombres. De no ser por mi esposa y por mi hijo, seguramente yo habría seguido enrolado, pero cuando sostuve a mi hijo por primera vez, me di cuenta de que no tenía lo que hacía falta para sacrificarlo todo por mi país. Puede llamarme cobarde, pero nada  más ver a esa pequeña criaturita, lo único que quise fue quedarme a su lado y protegerlo. Así que cuando miro a un soldado, veo todo lo que ha sacrificado y que yo no pude. No debe dejar que los rumores de los conspiranoicos lo vuelvan loco. Yo amo a mi país y creo en aquellos valientes que luchan por defenderlo. Ellos no están aquí para hacernos daños, es todo lo contrario. Si están aquí es para protegernos de lo malo que está sucediendo. El que nos mantengan separados creo que es algo normal, si están en combate, no sería bueno para la moral de los civiles que escuchen lo que está pasando. Eso los pondría nerviosos y los podría lanzar a cometer locuras. Así que será mejor que se olvide de esos rumores.

Jarod es también uno de esos hombres que no disfrutan con el silencio y que de alguna manera, es capaz de saltar de un tema a otro con pasmosa facilidad.

-No debería preocuparse por aquella zona,, es el lugar donde estaba la piscina, el almacén donde guardaban el equipo deportivo y un par de aulas.

Esta ropa nos la han prestado los soldados, la nuestra era demasiado incomoda. digo sospechando que me preguntaría sobre la razón Todas estábamos en una boda con vestidos largos... y pasaron cosas, cosas malas que un chico de tu edad es mejor que no sepa. Los soldados nos ayudaron y nos trajeron aquí igual que a ti y a tu papá.

Esperaba que con eso fuera suficiente para aplacar sus ansias de saber más sobre lo que nos había sucedido. Si alguien tenía que hablarle de los sucesos era su padre.

Topeka no es un sitio seguro, dile a tu papá que de media vuelta con el camión y regrese en cuanto pueda. ¿Lo harás por nosotras Zack? le pregunto mientras me acerco y pongo una rodilla en el suelo para estar a su altura, tendiéndole el meñique para cerrar un trato como hacen los pequeños.

A esto que Rosalin pregunta por nuestros objetos personales. La verdad es que no tengo ni idea de donde están mis cosas, ni siquiera recuerdo haberlas llevado encima cuando nos trajeron aquí.

Es entonces cuando nuestra dicharachera amiga se asoma a una de las ventanas. Parece que vienen muchos más civiles dos autobuses ni más ni menos. Esto parece ser mucho más serio de lo que parece en un principio, están evacuando a un gran numero de población. Puede que incluso este instituto no sea otro más de una gran red de centro habilitados por el ejercito para hacer de puesto de socorro y cuarentena.

Lo de Topeka se les podía escapar de las manos. En cuanto fuese posible, lo mejor sería salir del recinto. Y si las cosas se ponían feas hacerlo a escondidas. Quedarse en un lugar tan abarrotado de gente... con la posibilidad de que traigan algún contagiado entre ellos... por mucho soldado que hubiera, podía ser el caos al igual que lo fue en el hotel.

Estoy inquieta, no me siento segura en ningún lugar ahora mismo...hasta que no me aleje unos cientos de kilómetros del foco no puedo bajar la guardia.