Partida Rol por web

INICIO DE LA AVENTURA

Habían llegado. Y pese a los resquemores del elfo la relación con sus compañeros no había sido tan complicada como había temido. Anthedil nunca hubiera pensado que podría convivir con un humano, un mediano, un gnomo y un enano... UN ENANO, sin que las diferencias raciales los obligasen a combatir entre si en vez de contra el entorno.

Con todo se notaba que no eran elfos, no tenían la agilidad y la gracia de los habitantes de los bosques, pero, por lo menos, era posible caminar junto a ellos si no le prestaba demasiada atención a sus infantiles razonamientos.

- Soldados, alabardas cruzadas, parece que no podremos entrar si no nos explicamos - comenta como al pasar mientras cruza los brazos sobre su pecho, dejando el arco colgado a su espalda - Venimos a comprar una carreta y llevarnos unos víveres - explica esperando que sea suficiente - Por lo menos nos contrataron para eso -

Viendo la GRAN capacidad de iniciativa mostrada por el "Elfo", Krugh cogió uno de los documentos que supuestamente les permitirían entrar en la fortaleza de los Escudos Rojos, con paso decidido se dirigió hacia los guardas y, mostrando orgullosamente dicho documento les espeta sin miramiento alguno -¡Venga holgazanes! Apartad esos palos antes de que se os suba una enredadera y haced algo útil. UIX! UIX! - finalizando con un movimiento con la otra mano, como quien espanta ovejas.

No, estaba claro que sus compañeros no eran elfos... la actitud del enano lo demostraba sin ningún tipo de dudas

Anthedil miró a los guardias, atento a sus reacción mientras, en forma ostentosa se encogía de hombros y comentaba - Por lo menos uds no lo tienen permanentemente cerca - -

- Sepan disculpar al enano caballeros. Aprendió educación en un establo y le encanta hacer gala de sus conocimientos.

Dice con tono amable Filo intentando convencer a los soldados que no pusiesen trabas a su entra en la ciudad por la salida de tono del clérigo.

- Gracias. - Pronunció con tono irónico mientras arrebataba los documentos de las rechonchas manos de Krugh y los guardaba con el resto.

Si bien sabía que muchos esperaban que él fuera quien se encargara de las cuestiones sociales, Mirgan se mantuvo al margen, dejando que el elfo y el enano se encargaran de la situación. No se molestaba en ocultar su sonrisa mientras los escuchaba hablar. Sí perdió la sonrisa cuando Filo intervino. ¿Por qué había hecho eso? ¡Era más divertido dejarlos a ellos! Además, al fin y al cabo no estaban buscando amigos y tenían documentos que les permitían pasar, no estaban pidiendo un favor. Sin embargo la diversión había acabado y era hora de ponerse a trabajar.

_Buenos días, soldados. Yo en particular me disculpo por no amordazarlo cuando lo sacamos a la calle. Como mi compañero de orejas puntiagudas bien dijo, necesitaremos una carreta para poder transportar los víveres. ¿Con quién deberíamos hablar y dónde lo entramos?

Los PJs enseñan los documentos oficiales lacrados de Farar a los soldados, uno de ellos lo lee por encima, comprobando que todo esta correcto, y descruzan sus alabardas permitiéndos el paso al interior. Os indican que pregunteis por Anaria, la capitana.

Cuando entrais sois abordados por un hombre con mostacho y perilla negra de aspecto refinado, y bastante educacion, con aspecto de explorador. En su hombro lleva un búho, que os mira fijamente con sus grandes ojos.

¿Puedo ayudarles en algo, señores? Me permiten sus documentos…les acompañaré ante la capitana Anaria

Bogon observaba divertido la situación, ya llevaban un tiempo como grupo, aunque fuera un grupo bastante singular, se las habían arreglado para convivir los últimos meses, el pequeño Gnomo caminaba con paso apresurado intentando no quedarse atrás, aunque de vez en cuando una que otra planta o flor singular captaban su atención, recolectando cuantos especímenes pudiera para emplearlos en sus menjurjes alquímicos... Cuando finalmente llegaron a la ciudad su atención se centró finalmente en la tarea encomendada, dejando que sus compañeros mostraran los documentos a los guardias mientras el finalizaba unas anotaciones. - Ya era hora! - Exclamó animado Bogon mientras avanzaba y observaba hacia arriba a la "Gente Gigante" como el les llamaba, ya adentro de la gran ciudad de los Escudos Rojos el grupo es detenido por un inusual habitante y su mascota, Bogon se había entretenido contemplando las enormes estructuras que conformaban el casco urbano, pero se detuvo en seco ante las preguntas del extraño... por un momento sus ojos se clavaron en los enormes ojos del buho, entonces observó a sus compañeros moviendo la cabeza de lado a lado, como esperando que ellos interactusen, aunque, de ser necesario, el mismo haría gala de sus habilidades, pero por ahora eso no era necesario.

_¡Que descorteses los soldaditos!

Mirgan se permitió soltar se comentario al irse, ante la falta de respuesta de los soldados. Parecía que ni siquiera se habían molestado en prestar atención a su consulta.

_Filo, por favor, entrégale la documentación a este distinguido señor. Sí, lo seguimos hasta donde se encuentre la capitana. Por cierto, ¿dónde podríamos conseguir una carreta por aquí?

Mirando hacia atrás mientras caminaba en pos a sus compañeros, aprovechó para hacer un gesto obsceno hacia los soldados cuando estos no miraban. De golpe se paró en seco al chocar con la espalda de su compañero el elfo. A punto estuvo de soltarle alguna de sus amistosas pullas cuando se fijó en el hombre que les había preguntado de nuevo los documentos.

- No creo que sea la capitana. - Le dijo en susurros al elfo- Ni tiene tetas ni porta distintivos de capitán, sinó un buho comestible.- refunfuñó.

Después, viendo que Mirgan se hacía cargo del desconocido, se dedicó a observar el entorno en busca de algun edificio oficial que indicara la presencia de un mando como la capitana, o de algún lugar en donde hubiera carromatos para comprar.

- Los documentos se los entregaré a la capitana... personalmente, pero es usted muy amable en acompañarnos a conocer a Anaria señor....

Filo deja la frase inacabada esperando que el extraño se presente pero sin perder la sonrisa de la cara. Cuando se presenta ella hace lo propio:

- Mucho gusto, yo soy filo y entenderá perfectamente que actuemos con discreción en este asunto. Nunca se sabe en qué manos puede caer una información si se divulga a la ligera.

Disimuló perfectamente su desconfianza del sujeto tras una cara amistosa. No le había gustado la forma descarada con que había pedido los documentos y no tenía ninguna certitud en si era algún representante oficial de la ciudad o un bandido buscando pardillos a quién asaltar en el camino.

Apenas entrados a la ciudad el elfo optó por hacer lo que mejor sabía, mantenerse en segundo plano. Mientras sus ojos buscaban las sonbras, desde donde supuso que podría seguir al grupo sin ser notado el enano lo llevó por delante impidiendole realziar sus planes

- Tratemos de caminar como si fueramos un grupo normal - le espetó sin pensar, antes de escuchar sus palabras. Tras pensar un momento se dirigió a Filo - Antes de ir a ver a la capitana deberíamos conseguir un carro. De que nos sirven las provisiones si no tenemos donde llevarlas - planteó sus pensamientos.

-Mi nombre es Lungo, teniente de 1er regimiento de de exploradores de los escudos rojos, les acompañare hasta nuestra Capitana ella les dara los detalles, es por aqui.... Ahora debe de estar.... en una de sus sesiones de entrenamiento ligeras. Por aqui señores.

Todavía con la boca abierta por la destreza de la capitana, Krugh no puede evitar un movimiento inconsciente de su mano la cual se desplaza lentamente hasta sus propias ingles, agarrándoselas fuertemente en una clara muestra de empatía masculina con el dolor del soldado caído de rodillas.- Mpranñlñevos....- logra farfullar.

Luego, dándose cuenta de que estaba en presencia de una capitana y sabiendo que cualquier incorrección sería "corregida" con unos días en los calabozos, y conocedor de sus propias limitaciones sociales, se obliga a cuadrarse, cerrando fuertemente la boca a la espera de que Filo le explique el cometido del grupo.

Filo observa el entrenamiento prestando especial atención a los movimientos de la capitana que despacha con facilidad a los soldados.

- Buenos días, me llamo Filo y tenemos el encargo de transportar unos víveres.

La tiende los papeles para que se entere de los detalles de la misión.

La forma de lucha de la mujer ha llamado poderosamente la atención de Filo y está deseando probar su destreza con la capitana. Después de evaluar si tendría alguna posibilidad de mancharla con la espada de pintura se decide a atreverse a proponerselo a Anaria.

- Parece un juego divertido eso que practicáis, ¿Sería posible que participase yo un rato?

Dice sonriendo a la capitana esperando que acepte el tácito desafío.

Otra vez ignoraban sus preguntas. ¿Era sorda la gente de esa ciudad? _Esta mujer está más loca que Filo -susurro al oído de Krugh-.

El elfo observa con curiosidad el feroz entrenamiento y se sorprende ante el ofrecimiento de su compañera. La ha visto combatir y sabe que es buena con la espada, pero no cree que sea capaz de medirse con la capitana - No vale la pena - le comenta menenado la cabeza antes de escuchar la respuesta de la capitana

- Además tenemos nuestra misión. Conseguir los alimentos, la carreta e irnos. Cuanto antes salgamos, antes llegaremos -

Sus ojos, sin embargo, están más atentos al entorno que a la capitana y sus rivales. Casi sin darse cuenta mira a uno y otro lado, verificando que no haya más "exploradores" que los puedan rodear

-Ho ho ho...- rie el enano.- Venga Anthedil, no seas mojigato. Deja que Filo se divierta un rato... o que se "diviertan" con ella.- añade con sorna. - Mientras tanto y por si acaso, iré preparándole las vendas-.

- Filo - le dice - es un entrenamiento, así que no te lastimes. La última vez tuve que esmerarme en "repararte". - Acercándose a ella, continúa.- Trae te guardaré tus cosas.

Después girándose hacia el resto de concurrencia, giña el ojo y dice - Apuesto 1 MO por nuestra Filo, ¿quien se apunta?.- Inmediatamente señala a Mirgan. - ¡¡Tú ni te acerques!! - le espeta enfadado - ¡Que la última vez me desplumaste injustamente con tus artimañas!.-

A Mirgan las apuestas le encantaban, pero en esta oportunidad puso las palmas de la mano hacia adelante en gesto de inocencia y se retiró unos pasos hacia atrás.

_Bueeno, tranquilo, no apostaré contra tí por esta vez. Sencillamente disfrutaré del espectáculo.

Era la excusa perfecta para no andar tirando su dinero, porque por lo que había visto, Filo no tenía ninguna chance frente a esa mujer, pero tampoco iba a ser tan malo como para apostar en contra de su compañera. De cualquier forma, la capitana no había aceptado aún.