Partida Rol por web

 Creo que lo hemos planteado mal desde el principio. sacude Leddon la cabeza.

 Él está sentado a la mesa de diseños, procurando plasmar sus ideas mientras el hobbit, ya sin camisa y sudando a chorros, se encarga del martillo, el yunque y la fragua.

  ¡Somos herreros, amigo, no carpinteros! ¿Por que no forjamos la pierna casi toda en metal? Será más resistente que la madera. Menos móbil, es cierto, pero yo sólo necesito un firme punto de apoyo con el que poder herrar.

 Te muestra unos nuevos diseños que intentareis al dia siguiente, pues hoy ya estas agotado.

-Bueno, tu mandas... -dijo el hobbit, arremangándose para el trabajo, un trabajo sin duda largo y difícil, puesto que nunca había pasado de la elaboración de herraduras, hebillas y puede que una o dos dagas...

Tras hablar con el resto del grupo, regresé con Falen y procedí a cerrar el trato por los artículos acordados. Añadiendo aquellos que el Hobbit y el Silvano habían apartado para mi

¿Tienes algo que pueda interesarme? le pregunté retomando nuestra última conversación.

Mira, yo he encontrado un par de rarezas_ continué mientras le enseñaba el extraño collar con piedras de formas raras...

Puedes mirarlo, pero me temo que no esta en venta...salvo que puedas ofrecerme algo más apetecible. Sentencié con una sonrisa cómplice.

Ah, También tengo esto. dije al fin recordando las tabas , los huesos y los colmillos de Troll.(eran 8 en total, 2 por cada uno de los Torog que habia ayudado a exterminar)
4 de estos son para mi, pero puedes quedarte el resto si lo deseas, consideralo un souvenir de nuestra pequeña visita al país de los Monstruos

No esperaba que el comerciante hubiese encontrado nada en los pocos días que nos habíamos ausentado, pero disfrutaba de su compañía y la conversación que nos procuraba nuestra pequeña común afición por las rarezas.

 Al entrar en la habitación te encuentras con que el soldado parece más recuperado.

 Elendin te pide que dejes entrar a Turlin como observador, pero sin dejar de vigilarlo por si acaso.

 El soldado explica su historia, aunque breve:

 Nos encontrábamos de patrulla, viajábamos hacia Cameth Brinn, siguiendo la ruta que  repetíamos cada quince días. Entonces fuimos asaltado por un grupo de orcos. No tenemos muchos orcos por aqui, si un caso trolls, pero estos parecían bien alimentados y equipados. 

 Nos pillaron de sorpresa, nos emboscaron. No tuve tiempo ni de desenvainar mi espada. El capitán cayó y el resto intentamos dispersarnos. Uno de los orcos me impactó con una flecha por la espalda, dejándo mi brazo inmovil y haciendo caer mi escudo. Cabalgué hacia el sur intentando alcanzar el camino, pero me perdí en el bosque.

 Al caer la noche aún me encontraba en la espesura, una pareja de trolls cayeron sobre mi. Intenté defenderme, pero me golpearon y me hicieron caer del caballo. Perdí mi espada. Por fortuna, esas viles criaturas estaban más interesadas en mi pobre corcel que en mi. Tuve que escuchar los gritos de agonía de Loerth, mi fiel compañero que había tenido desde potro mientras me alejaba cojeando, medio ciego por la sangre que me caía en los ojos, en el bosque.

 No tengo ni idea de cómo conseguí llegar al Camino. Ni de como me encontrasteis. Prácticamente mi siguiente recuerdo es estar aqui, en esta habitación, con tan bella dama.

 El soldado tose y está claro que no puede explicar mucho más. Aún está lejos de recuperarse y el esfuerzo de narrar todo esto lo ha agotado.

 Elendin, sin embargo, comienza a atar cabos entre los orcos que atacaron a los soldados y los que atacaron a los montaraces de su grupo....

 El bardo asiente y os lleva a un aparte para dejar descansar al joven y deciros:

 Herbular Gular no está lejos del lugar dónde fueron atacados. Se trata de un castillo en ruinas que posee la fama de estar maldito y hechizado por los lugareños. Es posible que los orcos hayan hecho de ese lugar su base de operaciones. Sin embargo, si estan tan bien armados y decididos como cuentan, es un viaje suicida...

 A petición del hechicero, echa un vistazo al pendiente y la bolsa. 

 Lo siento, no parece mágico. Sin embargo, soy incapaz ahora mismo de determinar la historia o el origen del pendiente. Sin embargo, la bolsa creo que no me es del todo desconocida. Si deseas dejarmelo un tiempo, quizá encuentre la inspiración....

 Casi automáticamente, Tirlindë retira el objeto de las manazas del bardo errante.

4 Hithui.
12:00

 Al día siguiente, Falen encuentra un momento para atenderte en uno de los reservados de la posada.

 Cuan lucrativa está siendo nuestra relación... entre mi y vuestro grupo, quiero decir...

 Observa todos los arcos, armaduras de cuero, dagas, hachas y espadas cortas que le presentas.

 Uhmm... vais a convertirme en un mercader de armas sin yo quererlo... te puedo ofrecer cinco monedas de oro por todo esto.

 Después observa el pendiente y la bolsa.

 Esto es bonito, sin duda... puedo ofrecer hasta diez monedas de oro por esta joya. Asi pues, seran quince monedas de oro por todo. Una pequeña fortuna, si me permitís hacer la observación.

 Despues de trabajar durante tres días en la fragua, finalmente la pierna de Leddon está lista.

 Metálica por fuera, pero hueca por dentro... una obra de ingeniería digna de verse. No le servirá para correr, pero desde luego le permitirá forjar.

 La ajustáis a su cintura y su muñón con dos correas fuertes de cuero y por primera vez en mucho tiempo... 

 ¡Leddon se pone de pie!

 Gracias amigo. Puede que deba la vida a todo tu grupo pero es a ti a quien deberé el haber recuperado mi dignidad. Esto no será olvidado, Rudigar Belinfante.

 Acto seguido acudís a la posada. Leddon cojea lentamente todo el camino, cruzando el patio. Aún tiene que acostumbrarse. Bura llora de emoción al ver a su hijo de nuevo en pie y el posadero abraza a su hijo y después a ti. Puil baila a su alrededor, riendo y dando cabriolas como un loco.

 La família es feliz de nuevo.

 Falen echa un vistazo a las nuevas gemas y al aro de oro.

 Bueno, puedo darte diez monedas de oro por cada gema. Son realmente buenas. Por el aro de oro te daré tres monedas de oro. Si te parece bien. Así que este lote valdría 23 monedas de oro y ese otro 10 monedas de oro.

 Entonces examina el collar en profundidad.

 Tienes un buen botín de guerra aqui. Pueden darte treinta o cuarenta monedas de oro por él facilmente, puede que incluso más. ¿Ves? ¿Estas gemas como de piedra aqui? Es cuarzo, es valioso. Y parecen de manufactura enana. La cadena es resistente.

 Finalmente te enseña sus pertenencias. Cuando le enseñas los huesos y las tabas se ríe abiertamente con una risa clara y profunda.

 Como eres, amigo... ainsh... que bueno. Pues no tengo nada nuevo, no ha pasado ni una semana. Todo lo nuevo es lo que me habeis traído tú y tus amigos. Bueno, aún puedo ofrecerte la capa élfica si tienes las cuatrocientas monedas que te pedía.

 Si no, creo que pronto partiré de regreso al Este. Ahora que ya me he reunido con mi família es hora de iniciar el viaje de vuelta al hogar, con todo lo que aqui hemos conseguido, que no es poco. Muchas gracias, Ragnar Kallen, has sido un buen contacto... y un buen amigo.

4 Hithui
18:00

 Al dia siguiente, por la tarde, la posadera encuentra un momento para atenderte en la cocina, junto a unos vasos de vino caliente especiados con clavo y menta.

 Me dijeron que necesitabas ayuda para identificar unas hierbas, déjame verlas... yo se mucho de plantas medicinales.

 Mira la primera bolsa y te dice: Es normal que no lo conocieras. Esto es Garriig y viene del lejano desierto del Harad. Poco se vé por aqui. Son trozos de cactus, ya sin espinas, y tienes que tragarlos para aliviar golpes y heridas.

 Con la siguiente bolsa la huele antes de decir: Buffff... lo que yo me imaginaba. Es Delrean, es una corteza y tienes que frotartela por la piel. Huele muy mal pero ahuyenta a los insectos. Dicen que incluso puede proteger contra las malignas y enormes moscas de Mordor, pero supongo que es una leyenda...

 Inspecciona la última de las tres bolsas antes de confirmarte: Y esto es Draaf, deberías reconocerlo. Los mercaderes del Gran Camino comercian con él. Es una hoja que se traga y alivia el dolor. Sin embargo no es tan potente como ese Garriig de ahí.

 ¡Draaf! Por supuesto, lo tenías en la punta de la lengua.

El noldo vendió todo aquello que acordó con su grupo al mercader, el cual parecía estar dando con la compra de su vida. No obstante, al elfo no le importó, pues aunque el precio fuera un timo, menos había tenido que pagar él por el mismo. Por ello se despidió en tono sereno del mercader diciendo:

-Si es cierto que nuestras aventuras os reportan tantos beneficios, estoy seguro de que será beneficioso estar en contacto con vos, siempre que estés dispuesto a comprar, nosotros lo estaremos para vender -dijo en tono resuelto- y por cierto señor mercader, ¿tenéis algún objeto poderoso que estéis dispuesto a vender? quizás me interese...

Tras terminar las transacciones con el comerciante, fue a ver al soldado herido y allí se enteró de toda la historia, pues en verdad es bastante trágica y sombría. Tras ello y ver que el hombre aún no estaba recuperado, le dijo con voz tranquilizadora:

-No os preocupéis buen hombre, descansad ahora pues mucho es lo que habéis pasado y el reposo es la única recompensa que os podemos dar ahora mismo por vuestro valor -dijo para luego volverse hacia el tal Turlin y escuchar aquello que tenía que decir.

La aclaración hecha por el bardo fue de gran ayuda, no obstante su orgullo noldo le impedía reconocerlo. Por lo que viendo el rostro pensativo de su amada y entendiendo que se trataba de asuntos de su pueblo, la interpeló cogiéndola de la mano y le dijo:

-Elendin, veo que hay asuntos que tienes que debatir con tu pueblo, pues de suma relevancia son los mensajes que hoy nos han traído, yo voy a reunir a los demás e informarles del reciente descubrimiento, en cuanto puedas ven a la sala privada, y quizás el bardo esté bien que asista tan bien -dijo dirigiéndole una mirada de soslayo para luego llevársela a parte y continuar diciéndole- si lo consideráis un hombre de confianza, quizás esté bien que le mostréis la carta, pues es sabido que los bardos conocen muchas lenguas y si éste sabe tanto sobre los orcos quizás nos pueda aclarar algo más de la misma... -dijo mientras dejaba tal decisión a su más fiel compañera y se despedía de ella con un dulce beso para luego marcharse a buscar a los demás.

El mago apareció como un vendaval en el dormitorio de sus compañeros, con el rostro visiblemente sombrío, mientras iba pataleando a cada uno, aunque sin dureza, para levantarlos de sus resacosos sueños, mientras decía con voz apremiante y sin mucho delicadeza:

-¡Vamos!, ¡despertad! el soldado acaba de despertar y nos ha comunicado un mensaje poco halagüeño, os quiero a todos en cinco minutos en la sala privada, hay mucho que debatir; y más os vale no retrasaros sino queréis que la próxima vez sea menos dulce en vuestro despertar... -y acto seguido se marchó nuevamente tal y como había venido, sabiéndose portador de aciagas noticias por segunda vez, y por ello con el rostro visiblemente preocupado.

Una vez llegaron todos con sus rostros somnolientos, Tirlindë empezó a hablar sin más dilación para explicarles lo que habían descubierto:

-Iré directamente al grano, el guerrero herido nos ha informado de que fue atacado junto a su grupo mientras hacían la ruta hacia Cameth Brinn que suelen vigilar, los ejecutores de tamaña maldad no fueron otros sino un numeroso grupo de orcos bien equipados y sabiamente comandados, hecho que no acontece desde hace muchos años. Además, Turlin el bardo, el cual como compañero dúnedain estaba cuando el soldado habló, nos ha aclarado que el encuentro se produciría probablemente cerca de Herbular Gular, un castillo en ruinas que probablemente los servidores de Melko usan como base. Esto es todo cuanto sé de momento, pero no debemos olvidarnos de la carta del semiorco, pues sospecho que todo está relacionado -dijo haciendo una pausa para que sus compañeros meditaran aquello que les había relatado y decir acto seguido- Tanto Elendin como Turlin llegarán en breve, pues parece que dichos orcos y el pasado de la dúnedain están relacionados, y podrán aclararnos más cosas, no obstante preferiría no revelar información valiosa hasta que ese bardo pruebe si es alguien de fiar o no... En mi opinión lo que deberíamos hacer es investigar si tales hechos son ciertos, explorar dichas ruinas desde lejos y ver que clase de actividad se obra en ella... -termino exponiendo finalmente esperando escuchar si algún miembro tendría algún plan mejor.

Elendorn no veía mal la idea, pero a la vez le parecía que ese tema no les incumbía demasiado. Si era por la seguridad de las gentes que vivían en las cercanías de ese castillo aceptaría sin más, pero si se trataba de evitar que se agruparan esos infames seres, veía más práctico emboscarlos.

Además le preocupaba el motivo por el que solo un guardi herido quedará abandonado a un lado del camino, los orcos no solían dejar heridos...

-Bueno, ese soldado debe pertenecer a algún ejército, ¿no? Su señor no debe estar al tanto de esas noticias y que un soldado diga que le han atacado y en qué condiciones suele dar bastante credibilidad a sus palabras, digo yo. ¿Y si le acompañamos a su "base" para asegurarnos de que llega bien? Imagino que es un superviviente nato, dado que logró huir de los orcos a pesar de estar gravemente herido, pero aún así no parece estar muy en condiciones de viajar. ¿Qué pensáis vosotros? Yo no sería muy partidario de ir a investigar ese lugar en solitario, sin saber más, con el riesgo de encontrarnos toda una guarnición de esos orcos de los que hablas, Tirlindë. Además, también podríamos entregar la carta y explicarles nuestro casual encontronazo con su portador. A lo mejor significa más para el señor de la zona que para nosotros, ¿no?

Rudigar no era la persona más inteligente de la sala, pero seguramente sí uno de los más proclives a dejar que su lengua danzara y danzara sin parar, sin que su cerebro alcanzara nunca a la misma...

Fjalar se desperezó enfadado por la intromisión de Tirlindë en sus sueños. Despertar así a un enano podía acarrear quedarse sin pie, lastima que no tenía cerca su hacha para darle el primer aviso...

- ^{Sólo hay dos avisos} - dijo el enano por lo bajo y de mal humor, era evidente que le había molestado la forma de despertarle.

Cuando escucho lo que Tirlindë tenía que decir no pudo impedir que se le escapase un bufido. "¿Eso era lo que tenía que decirles tan urgentemente que no podía esperar a que se les pasara el dolor de cabeza en un par de horas?".

- Así que, el motivo de despertarnos tan alertado y de malos modos es... ¿Para decirnos que esperemos?... Podría haber esperado sin saberlo hasta mañana por la mañana y así, al menos, podríamos tomar una decisión descansados. - gruñó Fjalar. - Ahora mismo sólo podemos pensar en dos posibilidades, llevar al guardia al señor de estas tierras para informar del avance de un ejercito o, dudando de lo que dice el soldado, salir a investigar las fuerzas que tienen los orcos apostadas en el castillo. Sin más información, lo mejor sería encargarnos de ambos menesteres. Quizá mandar a alguien de la posada a la parte fácil y nosotros encargarnos de la difícil, que sería comprobar las fuerzas enemigas.-

Estaba claro que necesitaba algo para despejarse y poder pensar en el problema con claridad. Pero de lo que estaba seguro es de que los enanos no olvidaban sus deudas y, en la próxima guardia, quizá cayera un caldero de agua encima del elfo durmiente por cualquier motivo absurdo.

Antes de despedirme de Falen, acepté su oferta por las piedras y el anillo que mis compañeros me habían encargado.

Y cuando oí el preció del collar, una espontaneo silbido de asombro se escapò de mis labios.

Fiuuu...¿tanto? El collar me gustaba. De todas las joyas y elementos del Botín, era el único que me había despertado cierto interés. En realidad sus joyas con formas extrañas me habían encandilado hasta tal punto, que ya había planeado quedármelo como adelanto por mi parte del pillaje. Pero su precio era prohibitivo para mis escuálidas finanzas. Si me lo quedaba, lo más seguro era que el resto del grupo se sintiera estafado...y lo que más me molestaba era que tendrían razón. Mi conciencia no me permitiría pagar ese precio por aumentar mi pequeña colección de rarezas. Así que visiblemente contrariado por tener que decirle adiós a tan magnifico ejemplar, se lo entregué diciendo:

Pues, si me das eses 40 Oros, el collar es tuyo. Estoy seguro que podrás sacarle un buen beneficio amigo. Yo no podría pagar su precio, y al menos que consolaría saber que lo dejo en manos de alguien que sabe apreciar su singularidad...

También le ofrecí el anillo que me había correspondido del botín. Las joyas comunes no representaban nada para mi, salvo por el oro que podía conseguir por ellas, que a su vez me serviría para comprar herramientas que me serian necesarias en mi travesía.

Por último, le pedí precio también por las 2 dosis de Garrig que me acababa de identificar la Posadera. Y tras terminar la negociación y reponer algo de mi viejo equipo, me despedí de él y su familia.

Ve con Araw, Falen "el Comercial" repliqué con un sonrisa. Que los espíritus de tus ancestros os protegían a ti y a tu familia.
Has sido un buen amigo y una gran apoyo para este solitario caminante. No olvidaré tu ayuda, ni tu simpatía. Que los hados te sean favorables...y que nuestro caminos vuelvan a cruzarse pronto.

No sabía si volveríamos a vernos, pero algo en mi corazón, me decía que si.

Cuando el hechicero irrumpió en la sala voz en grito y pateando los camastros como una bestia desbocada, mi primera impresión fue que seguíamos en el bosque de los trolls y que nuevamente habíamos sido sorprendidos durante las horas de guardia.
Mi mano se movió instintivamente en busca de mi lanza, que debería estar a mi derecha, pero al no encontrar nada más que vacío, golpeó con el lateral de mi jergón. Entonces recordé que ya habíamos llegado a la posada.

Me levanté algo aturdido, y tras entrar en situación, me encaminé a grandes zancadas hacia el Noldo.
Durante el rescate del niño y la incursión en la caverna de los Trolls, aquel arrogante alto elfo, ya me había faltado al respeto en repetidas ocasiones.
Allí había callado, refrenado por el deber y la obligación que requerían la misión...y más tarde, tras su percance en la batalla contra el Semi-Orco y la celebración del día anterior, pensé que su actitud había dado un vuelco, pero el mago volvía a las andadas. Aquella fue la gota que colmó el vaso.

¿Quien demonios se creía que era para tratarnos así?

No entendía muy bien porque el resto de sus compañeros se dejaba mangonear de aquella manera, ni por que extraña razón asumía que yo formaba parte de su pequeño grupo de fulanas, pero una cosa era segura, aquel insolente tirano estaba a punto de averiguar lo equivocado que se hallaba.

Cuando llegué hasta él, lo así por la pechera de su túnica y lo zarandeé mientras acercaba mi nariz a la suya y lo fulminaba con la mirada.

No se que acuerdo tienes con el resto del grupo, "amigo", ni porque demonios piensas que puedes despertarme en medio de la noche y gritarme ordenes como si fueras mi Jefe de Clan...no soy tu esclavo, y aunque lo fuera, jamas aceptaría ordenes de un desviado como tu.
Tchh... ni siquiera te conocía antes de llegar a esta posada. Mi vida es mía y de nadie más. Puede que ellos te permitan que los trates como basura, pero si te vuelves a dirigir a mi de esa manera, tendremos más que palabras...Entonces lo solté y di un paso atrás adoptando una posición abiertamente combativa.

Tsk... comadreja engreida...Deberíamos haberte dejado babeando en los margenes del camino del Este, tal y como los Orcos hicieron con el Norteño...tal vez entonces te mostrarías más agradecido para con aquellos que te han mantenido con vida.

Esperé unos instantes por si el Noldo tenia algo que decir, dejandole claro que estaba dispuesto a llegar a las manos si era preciso. Y tras unos segundos, me fui escaleras abajo, pues todavía tenia asuntos que resolver con la Posadera y el Comerciante.

Por supuesto, no acudí a su estúpida reunión, aunque finalmente me enteré de lo que allí se habló por boca del resto de mis compañeros. Si necesitaba algo del Norteño, sabia donde se encontrarlo.

Tras detenerme en la taberna y sosegar mis ánimos con una cerveza fresca, fui a ver a mi amigo Falen.

 6 Hithui 
18:00

 Los días fueron pasando y Falen partió de la posada, no sin antes venderte las posesiones que necesitabas y comprarte el collar y el anillo por cuarenta monedas de oro (precisó que el anillo no valía más que una o dos de plata, así que simplemente confirmó el precio más alto que podía pagar por el collar y cogió ambos "como un lote").

 Una tarde te reuniste con la posadera que no tuvo ningún inconveniente en comprarte las dos dosis de Garriig por cien monedas de oro. En total habías logrado un buen botín para el grupo.
 

6 de Hithui.
20:00

 Poco a poco la tranquilidad volvió a la taberna.

 Falen partió, aunque Goldbang, el orondo mercader de Minas Tirith aún continuaba por allí, dispuesto a hacer tratos. Matholuich y el resto de pastores también iban y venían cada noche para calentarse en la barra de la taberna. El invierno se acercaba rápidamente.

 Hablasteis con el posadero quien os confirmó lo que ya sabíais. Que aquellas eran unas tierras sin rey y sin ley desde que se hundiera el antiguo reino dunedain de Rhudaur. Desde Cameth Brinn, en la frontera con el reino de Cardolan, enviaban patrullas de vez en cuando, un par de veces al mes, como aquella a la que había pertenecido el soldado que os habiais encontrado, pero poco más.

 El bueno de Rubb Grumm, con la ayuda de sus hijos, mantenía el orden en la Última Posada y lo que pasase más allá de su patio sólo estaba en manos de Eru. Trolls y bandoleros dunlendinos saqueaban la región al parecer prácticamente de manera impune.

 Todos quedasteis sorprendidos cuando, cojeando, renqueante, Leddon entró a cenar a la taberna y lo hizo... ¡Por su propio pie! Una increíble y robusta pierna de metal le servía de apoyo para caminar con la ayuda de un grueso bastón de nogal.

 ¿Todos sorprendidos? Bueno, todos menos un pequeño y sonríente hobbit.
 

Elendorn pasaba esos tranquilos momentos entrenando, se sentía demasiado protegido por los demás, cuando no podía depender de su arco, se veía como un niño jugando con espadas de madera, y por ello, consideró que necesitaba mejorar.

En su rutina solitaria ocultarse en lo alto de un árbol y acabar con los peligros era fácil, pero el grupo requería una ayuda física activa.

Tomó su espada corta, y pasó horas atacando a un árbol, de forma recurrente, "tajo corto, tajo alto, clava, tajo corto, tajo alto, clava" una serie de tres movimientos rápidos que no practicaba desde hacía años, ahora se veía como un crío practicando las bases en solitario.

De vez en cuando se alejaba y disparaba una flecha rápida, para provocar el cambio rápido de armas, y retomaba la espada de manera acelerada, saltando una vez más sobre el árbol.

Pero no solo eso, llevaba tiempo pensando que los nudos eran más necesarios de lo que jamás hubiera imaginado, el llevar una cuerda no le aseguraba el saberla utilizar, y no dudó en acercarse a los establos para pedir al pequeño Puil si podría enseñarle a hacer unos cuantos. Pués pese a frustrante, el crío había sido más útil de lo que muchos habrían imaginado.