Partida Rol por web

 Tirlindë se adelantó a la tienda del alquimista mientras Elendorn y Elendin ultimaban las compras en la peletería.

 Sobre la entrada de Dirhavel había un símbolo pintado, una especie de bola de cristal con una estrella dentro. De hecho, en el interior, se había decorado el techo de la tienda como un cielo nocturno estrellado. Allí, un hombre alto, de linaje noble y mente aguda, vestido con manto púrpura y túnica azul, atendía rodeado de libros, redomas de poción y otros cachivaches.

 Se dirigió al noldo en un Quenya perfecto y sin acento. De igual modo a sus acompañantes cuando llegaron a la tienda.

 ¿En qué puedo ayudaros?

-Buenas tardes señor -dijo el noldo alegre de escuchar la musicalidad de su lengua sin ninguna alteración, en una boca que no fuera la suya- me gustaría comprar dos pociones curativas, y si me permite la pregunta, ¿donde aprendió usted a hablar tan hábilmente mi lengua? -preguntó dando un poco de conversación y esperando conocer mejor a tan respetable vendedor.

La montaraz miró la tienda con desconocimiento más que con interés, dejando que fuese Tirlindë el que disfrutase de esa compra.

- Se va haciendo tarde... ¿no deberíamos volver? - dijo preocupada. La ciudad le daba más miedo que el campo abierto.

El silvano asintió, tenía ganas de volver y revisar el local del ebanista cercano a la taberna, no podía dejar su arco en cualquier lugar lejos de sus manos.

  Dirhavel sirvió las dos pociones en unas botellas medio cubiertas de polvo. El líquido era de un curioso color verde.

 Aprendí a hablar la lengua de los Calaquendi en la Casa de Elrond el medio elfo. explicó el alquimista entregando la mercancía Durante los dias estivales de mi juventud.

 Lo cierto es que parecía un hombre de mediana edad, excepto por sus ojos cargados de sabiduría y sus propias palabras que parecían contradecir este hecho.

 Despidiéndose de aquel hombre misterioso y prometiendo volver otro día, iniciaron el largo camino a a casa. Tirlindë consiguió una vez más que no les cobrasen en la caserna del puente, pero luego quedaba el peaje que daba a la ribera norte, dónde se encontraba la posada.

Finalmente, nuestro paseo al otro lado del río se mostró menos provechoso de lo que hubiésemos querido.

Resignados, recorrimos el camino de vuelta a la Posada dispuestos a descansar para afrontar un nuevo día.

El mago pagó sin problemas los aranceles del último puente, a fin de cuentas gracias a su magia habían conseguido evitar los peores pagos.

No obstante, al ver que ya empezaba a cerrar todo, miró a Elendorn un poco apenado por no poder ir a la ebanistería y le dijo:

-Lo siento amigo -dijo extrañándose un poco de usar dicha palabra fuera de sus hechizos de amistad, pero a fin de cuentas ya habían vivido demasiadas cosas- creo que ya estará cerrada la ebanistería, pero no te preocupes que mañana por la mañana iremos contigo a primera hora -expuso siendo un poco menos frío de lo que acostumbraba y esperando que el silvano no se molestase por no haber podido su parte del trato.

El silvano sonrió - tranquilo, no creo que la ebanistería se mude justo mañana - dijo restando importancia a algo que no tenía demasiada. Lo que más le dolió fue tener que pagar semejante peaje de nuevo, aquella tasa era excesiva y tenía claro que si la volvía a pagar sería solo para ver al mercader con el que había trabado amistad, ningún tipo de compra valía aquella estafa.

Fjalar estaba más decepcionado que con el paseo en barco. Estaba seguro que no compraría ninguno de esos botes pero, aún así, se desvivió en alagos a las obras que le mostraba.

- Una bella manufactura, sin duda... Quizá mi pueblo navegará mas con alguno de esos... Una obra de arte...-comentaba el enano a cada paso hacia la posada donde habían dejado al pescador.

 Era ya oscuro y tarde cuando los tres amigos llegaron a la posada.

 Les sorprendió en sobremanera ser los primeros en llegar, a pesar de que, seguramente, son los que venían de más lejos, puesto que habían cruzado la ciudad de norte a sur y de sur a norte.

 Tras pagar lo necesario, las camareras comenzaron a servir la cena: estofado de buey con guisantes y cebollas, así como cerveza para beber. Estaba delicioso.

 Baran se despidió de los dos extraños aventureros en la puerta de su casa, a medio camino de la taberna.

 Gracias por vuestras amables palabras. les dijo con total sinceridad Si queréis un bote, pasaos por mi taller de día y nos pondremos manos a la obra.

 A continuación entró en su hogar, dejándo a Fjalar y Ragnar camino al Signo de la Cabeza.

 Allí les esperaba el pescador, algo achispado.

 ¿Dónde está mi mnoneda? dijo no sin cierta dificultad ¿Hay prisa o quereeeis tomar algo?

 Dentro de la taberna se escuchaba jarana y parecía un lugar cálido en la fría noche de invierno.

Un trago para calentar las manos y algo de conversación no nos vendría mal... respondí al tiempo que lanzaba la moneda al barquero con un rápido movimiento de dedos

¿Que dices Fjalar?

Dime amigo, ¿conoces a Lamril el Herrero? ¿hemos oído rumores extraños, y siendo forasteros no estamos al tanto de las cosas que suceden aquí...ya sabes, no quieramos entrometernos en los asuntos locales y salir mal parados por ello.

Confiaba en que con el peso de las monedas en su mano y unas cervezas en el estomago, el barquero se mostrase más dispuesto a soltar la lengua que el resto de habitantes de Tharbad.

Fjalar no tenía demasiado animo para volver a tomar la balsa aunque tampoco quería hacerlo con demasiadas cervezas encima.

- Tomaré una pinta-dijo a su compañero-, pero es mejor no abusar para luego poder volver en la balsa sin caernos al agua.

Esperaba que esté viaje les sirviera para aprender algo más de la ciudad y saber del herrero.

El noldo se acomodó junto a su querida Elendin, a la vez que degustaba con suma elegancia el estofado servido "Nada que ver con el mío" pensó a la vez que sonreía para sí, algo que la gente no entendería muy bien; pero que en la mente del mago sonaba gracioso a la vez que recordaba cómo había sido capaz de eludir a las mentes débiles de los humanos guardianes del puente.

Así pues, mientras pasaba la noche, se empezaba a preocupar por el resto del grupo, debían haber vuelto ya, por lo que tras un tiempo de espera prudencial le dijo a la posadera en una de sus idas y venidas:

-Disculpe señora, ¿sabe usted si el resto de nuestros amigos han vuelto ya y están en sus habitaciones? -preguntó por si cabía dicha posibilidad- eran un enano de barba no muy larga y pelo negro, un elfo rubio, bastante extraño y un hobbit de pelo castaño y liso -concluyó describiéndoselos someramente para que la mujer pudiera hacer memoria.

La joven montaraz también terminó de cenar, y aunque estaba preocupada, guardó silencio. Mientras Tirlindë le preguntaba a la mujer aquella sobre sus compañeros, ella le susurró a Elendorn:

- No los habrán apresado por algo ¿no?, es raro que no hayan vuelto... - se le pasaron por la mente cientos de cosas, desde una vulgar pelea de taberna por no pagar los dichosos impuestos de los puentes hasta quien sabe qué... 

Mientras comía y evitaba la no muy agradable cerveza pidiendo una jarra de agua, enseguida salió a relucir la preocupación de sus compañeros.

- ¿apresarlos? A menos que Ragnar haya visto maltratar a un animal, dudo que hayan hecho algo para ello, es más probable que se hayan perdido...

 El Signo de la Cabeza del Orco termina siendo una taberna mucho más grande por dentro de lo que aparentaba por fuera. Al parecer la taberna se amplió con alguna casa anexa lateralmente y derruyeron las paredes internas, sin cambiar la fachada en absoluto.

 El pescador os lleva a una mesa y, aunque Ragnar habla en voz alta, todo el mundo lo hace en el local, por lo que realmente, su voz se pierde entre el gentío. Cada uno bebe y habla en su mesa con sus amigos, inmerso en su propia vida.

  ¿Lamril, decís? He oído hablar de él. dice el barquero algo ebrio antes de pedir tres jarras de vino caliente y especiado Es un dunlendino que viene del norte, de las Quebradas. Quizá de Tharaman o de Fornestorn. Las huestes de orcos los expulsaron de sus casas y aldeas.

 El vino llegó y el pescador pagó a la camarera. No parecía querer ahorrar nada de lo que había ganado aquella noche. Más bien su objetivo era llegar a casa bien cargado. Puso ante los dos amigos sendas jarras de vino.

 Al parecer era herrero en su pueblo. O eso dicen. no parecía estar seguro de ello Pero aquí se dedica a participar en peleas y quejarse por todo. Vive en la Caras Gwanoth y parecen creer que Tharbad les debe algo por dejarles acampar a sus puertas... un agitador, vamos...

 Como todos los habitantes de Tharbad, no parecía muy contento de tener allí la Ciudad de las Chabolas...

 Un hobbit de pelo castaño... ¿como aquel? la camarera señaló la puerta por la que entraba Rudigar justo en aquel instánte.

 ¡Cenaaaa! pidió el mediano con alegría, parecía contento.

 ¿Que tal vuestro día? preguntó mientras le servían el estofado y la cerveza Tharbad es una ciudad increíble, ¿no os parece?

 Cuando se le preguntó por que tal le había ido a él, negó con la cabeza.

 Tengo grandes notícias que daros, pero prefiero que estemos todos, ¿dónde están Fjalar y Ragnar?

 Esa era la pregunta que nadie parecía saber contestar.

El noldo asintió a la camarera a la vez que le agradecía la explicación y escuchaba atento las noticias de Rudigar, mas se quedó un poco extrañado por la continua tardanza de los miembros restantes, por lo que le dijo al hobbit:

-Nuestro día ha estado bien, tenemos nuevas adquisiciones que nos servirán en la batalla -expuso a la vez que mostraba su nueva y poderosa túnica- en cuanto al enano y al rarito de Ragnar no tenemos ninguna noticia, salieron esta mañana como nosotros y ya no volvimos a saber nada, creía que estaban contigo... -concluyó esperando que el hobbit los hubiera acompañado durante una parte de su trayecto, pues la posibilidad de que les hubiera pasado algo cada vez era más palpable, aunque no tenía muy claro que debieran hacer algo al respecto...

Elendorn se incorporó saludando al hobbit y se mantuvo en pie para hablar con sumo respeto a la camarera, posando su mano en el pecho.

- Disculpadme señorita, podríais informarnos de las noticias más reciens de la ciudad, estamos algo despistados y no estaría de más saber que pasa en nuestros alrededores.

Si había pasado algo, tal vez pudieran ser informados de las noticias locales, esperaba recibir un reporte lleno de necedades, junto a la reciente decapitación, algo que confirmaría que habían sido despistados y solo estaban perdidos, pero también era posible que alguna de las últimas noticias diera la razón a sus acompañantes y hubiera ocurrido algo.